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Slam Dunk... con Irene

en Orgías

SLAM DUNK… CON IRENE

-Entonces, ¿de verdad te dijeron que aceptaban? -me preguntó Luis, muy emocionado.

-Sí, las chicas nos dijeron que si ganábamos el campeonato iban a montárselo con todos nosotros -recalqué, mientras nos preparábamos para jugar el partido final del torneo de basketball colegial de ese año.

-Espera un momento, ¿de qué chicas estamos hablando? -me preguntó nuestro capitán, Gutiérrez.

-Son Irene, Nicole y Alejandra… -respondí.

-Mmmm… no nos emocionemos mucho, de seguro lo dijeron porque no creyeron que fuéramos a ganar, y si lo hacemos, probablemente no quieran hacerlo -dijo Gutiérrez-, ya me he surtido a Nicole un par de veces, pero ya hablar de varios hombres no creo que le cuadre.

-Irene es más puta, hace dos semanas nos la volamos con Héctor, el de Química -dije.

-Aún así, pasar de dos a ocho sujetos no es fácil, juguemos mejor, por lo menos tendremos una fiesta por la noche y quizás consigamos chicas -remató Gutiérrez.

-¿De verdad te reventaste a Irene? -me preguntó Curtis, un flacucho de ojos prominentes, pero veloz como un gato en la cancha- Yo siempre he alucinado los pechotes de esa mujer. Dile que venga después…

-Se lo recordaré, no te preocupes… -las tres chicas mencionadas pertenecían a la barra de cheerleaders de nuestro colegio. Nicole era rubia, de cuerpo bonito, Alejandra tenía unas caderas anchas y preciosas… pero Irene era un espectáculo, de piel blanca y pelo negro, ojos azules… dicen que su mamá cuando era joven trabajó de aseadora en la embajada de un país europeo, y que allí la agarró un sujeto de esos y la preñó con una joven tan hermosa… sus pechos eran inmensos, el top azul oscuro del traje de cheerleaders parecía estar a punto de reventársele en cualquier momento, era un espectáculo inolvidable verla saltar.

Salimos al juego, y ya que esto no es un relato deportivo sino erótico, omitiremos el juego, y lo único que diré es que le pateamos el trasero a los de la otra secundaria, no nos vieron una. Encestamos como siete triples, y el pequeño Curtis fue la estrella, con su agilidad y velocidad. Ya de vuelta en los vestidores, todos me animaban a ir en busca de las chicas. De soslayo vi que el único que no me incitaba era José, un guapetoncito, pero que era excelente defensa… no le dí importancia y me imaginé que tal vez no le agradaban este tipo de libertinajes, si es que de verdad iba a ver uno…

Salí por los pasillos y pronto miré a nuestras cheerleaders, todas ellas muy sexys con sus trajes de dos piezas, un biker y un top, de color azul oscuro ambas prendas. Mis ojos rápidamente quedaron encadilados por los bamboleantes senos de Irene, mismos que ya había tenido el placer de chupar y acariciar hacía pocos días, cuando ella supo convencernos a mí y un compañero para que le hiciéramos una tarea…

-Hola, muñecas -les dije. Irene, Nicole y Alejandra se me acercaron- ¿Recuerdan su promesa?

-¿Cuál promesa? -replicó Nicole.

-La de visitarnos en los vestidores después del partido si ganábamos el campeonato.

Ellas se rieron.

-No, creo que mejor los veremos en la noche, en la fiesta -repuso Alejandra, llevándose a Nicole adonde las demás chicas.

-Vaya, qué malas son, cómo faltan a su palabra, ¿y tú, Irene?

Ella, con su bello rostro preocupado, me dijo:

-Bueno, pues… yo acepté porque supuestamente iban a ir ellas dos también… -me dijo, con su voz de niña.

-Mala onda, me van a querer linchar todos esos tíos -comenté, intentando darle lástima- Vamos, Irene, por favor… ya lo has hecho con cuatro chicos, ¿o me estabas mintiendo ese día?

-Sssshhh… no lo digas en voz alta -y me dio un golpecito en el brazo, riendo sonrojada-, pero cuatro no son ocho, eran mis primos y fueron uno después de otro… no fue como tú con Héctor… al mismo tiempo… -y agachó su cabecita, ruborizada.

-Ok, ok, ¿y por qué no vas y sólo nos das un bailecito? Yo no voy a dejar que te hagan nada, Gutiérrez tampoco, ya sabes cómo es él… creo que sólo Curtis se te va a querer tirar encima…

-¿Qué? ¿Curtis? -dijo ella, haciendo mueca de asco.

-No te preocupes, ¿quieres venir? Sólo un bailecito… te quitas el top… y nada más…

Irene se puso muy roja, pero sonrió.

-Si me garantizas que nadie me va a tocar, voy -contestó al fin.

-Descuida, nadie te va a tocar si tú no quieres -le dije, en tanto pensaba, "pobre, tan puta y tan ingenua, pero si los chicos no se ponen abusados, no voy a permitir que la hagan algo".

El vestidor retumbó con los silbidos de los muchachos cuando vieron entrar a la tetona de Irene tomada de mi mano. Esta se puso rojísima, sonriendo. Y casi de consuno, todos los chicos dejaron caer sus toallas, excepto José. Irene se llevó las manos a la cara, riéndose.

-¿Qué hacen? ¡Están locos! -exclamó, sin dejar de reírse.

-Calma, chicos, tengan quietos esos caballos, el plan no salió como queríamos, Nicole y Alejandra se nos dieron vuelta, Irene sólo nos iba a atender si aquellas dos venían, pero no fue así, por lo que nuestra pechugona favorita -e Irene mi miró boquiabierta, llevándose los brazos sobre sus perfectos senos- ha decidido darnos un bailecito nada más… peor es nada… y me ha prometido darnos una vista inolvidable de sus únicos y legendarios cocos…

Irene se carcajeó cuando dije eso, en tanto los chicos silbaron y agitaron las toallas sobre sus cabezas. Echamos llave a la puerta del vestidor y acomodamos una de las largas banquetas que hay en los vestidores. Gutiérrez se enrolló su toalla de nuevo, aunque no por eso se disimulaba menos su erección.

-Irene, ¿de verdad quieres hacer esto o ese pendejo te está presionando? -la interrogó, señalándome.

Irene se rió, luego dijo: Acepto bailarles, pero sin nada más -y ví que los ojos miel de Irene de cuando en cuando se dirigían al bulto de Gutiérrez, así como a alguna de las pollas que se movían, bamboleándose por todo el vestidor. Con muchísimo gusto, noté que sus apoteósicos pezones comenzaban a endurecerse. Sólo José permanecía tranquilo, demasiado… pensé "Este tío es muy religioso o…. juega para el otro equipo, como lo sospechaba…" pero no le dí más importancia por el momento, pensé que más bien por ser homosexual -si realmente lo era- bien podría ayudarme a calmar las cosas si se salían de control.

Entonces comenzó el show. Gutiérrez ayudó a Irene a subir a la banqueta. Le escogimos la más sólida, porque las demás se tambaleaban mucho. Irene nos sonrió, bastante ruborizada. Curtis sacó una grabadorita que siempre tiene en su locker y puso música, creo que era American Badass de ese bastardo de Kid Rock que logró acapararse a Pamela Anderson. Entonces Irene respiró profundamente y me dejó con la boca abierta cuando sus redondas caderas han empezado a moverse cual péndulo suelto, danzando como toda una striper, de verdad que no me esperaba eso… creí que iba a bailar torpemente y a nosotros nos iba a bastar ver sus pechos agitados como gelatina. Me acerqué a ella para cuidar de sujetarla si se caía… en serio, no me vean así.

Mis amigos silbaban. José, con su toalla y sus brazos cruzados observaba todo, muy serio, me ponía nervioso. Creo que todos, excepto él, estábamos empalmados.

-¡Enséñanos los melones, ricura! -gritó Curtis. Irene sólo sonrió y siguió contoneándose. Hasta el austero Gutiérrez estaba zombificado por el espectáculo. La canción estaba a punto de terminar -la odiaba, hasta ese día- y Curtis se apresuró a cambiarla. La canción que puso le quedó salvaje, era Born to be my babe de Bon Jovi, no sé cómo, pero el flaco ese le atinó porque Irene se moría por la música ochentera de Bon Jovi.

En eso, ya más emocionada, se dio la vuelta y vimos, dejando todos de respirar, cómo su top iba subiendo por su espalda, poco a poco, hasta quitárselo por fin y agitarlo sobre su cabeza. Algunos hasta se pararon a aplaudir, desnudos, con sus penes tiesos. Irene se dio vuelta despacio, encarándonos de nuevo, cubriéndose sus senos con una mano, pero por el volumen de tales manjares, esa mano no cumplía muy bien su función. Los chicos estaban enloquecidos, aplaudiendo y gritándole cosas, pero ninguno daba muestras de querer pasar a más… por el momento.

Irene siguió agitando su top, como las stripers hacen con sus prendas, y acto seguido se la lanzó a Curtis. Irene sólo llevaba puesto su ajustado biker, que recortaba muy bien sus nalga, y luego sus botines, que la hacían ver muy sexy. Todavía no descubría sus senos.

-¡Vamos, preciosa, muéstranos esas tetotas! -gritó Saúl.

Irene sonrió y poco a poco fue deslizando ambas manos sobre sus divinos pechos, hasta cubrir sus pezones con sus dedos, creo que a todos nos faltó poco para que se nos salieran los ojos. Irene nos miró, picaresca y de un rápido movimiento se llevó sus manos a su nuca, danzando con más ímpetu.

El vestidor volvió a estremecerse con aplausos, silbidos y exclamaciones. José al menos ya movía la cabeza y mostraba una tenue sonrisa. Seguía siendo un enigma. Curtis hasta lloraba, diciendo que jamás había visto algo así. Los senos de Irene estaban allí, moviéndose, agitándose, chocando entre ellos, con sus pezones duros, la visión de todas aquellas pollas erectas por su culpa también la tenía humeando. De la nada habían aparecido unos tres o cuatro celulares, grabando la inmortal escena. Irene vio aquello… y siguió con su número, no le importó en absoluto. También noté que algunos de los chicos se estaban pajeando. En especial, Curtis, cuando ví que se estaba masturbando con el top de Irene enrollado en su pene.

-¡Quítate el biker, lindura! -gritó alguien.

Irene sonrió y simplemente indicó que no con su dedo, diciendo "lo siento" con sus labios. Pronto, la música se acabó e Irene se apoyó en mi hombro para bajarse de la banqueta. Aproveché para manosearle los senos. Ella sólo me guiñó un ojo, su sonrisa nunca despareció, realmente se divirtió con todo ese espectáculo.

Ahora se encontraba cubriendo sus senos y rodeada de machos ardiendo de deseo. Creo que Irene husmeó el peligro.

-Oigan, chicos, ya terminó todo, son un público excelente… -y aquí se cortaron sus palabras cuando Luis le sobó las nalgas.

Gutiérrez lo empujó y le dijo: Calma, no vamos a forzar a nadie…

-¿Dónde está mi top? -preguntó Irene, a lo que Curtis respondió apenado:

-Lo siento, Irene, hubo un accidente…

-¿Qué hiciste, Curtis? -preguntó Irene, quedándose muda al sostener su prenda y ver aquella tremenda mancha viscosa de la corrida de Curtis. De reojo me pareció ver que José se relamió y me dieron escalofríos…

Irene se rió de nuevo, aunque estaba empezando a ponerse nerviosa. Ella dijo: ¿Qué voy a ponerme ahora? No puedo andar topless por el colegio…

-A nosotros no nos molestaría en absoluto, muñeca -dijo Santiago.

-Sí, tienes los melones más sabrosos que he visto, lindura -le dijo Saúl.

-Gracias, chicos, pero, en serio, necesito ponerme algo, déjense de bromas, aquí tienen muchas camisetas… -en eso, Irene chilló, riéndose pero nerviosa, porque Luis la había puyado con su verga, y al apartarse, con su mano libre tocó sin querer el bulto de Gutiérrez, al que le cambió la expresión ante ese súbito contacto relampagueante.

Irene sabía que estaba en problemas, y nos decía, sonriendo de nerviosismo: Chicos, chicos, ya terminó todo, ustedes son muchos, no puede coger con ustedes, me van a matar…

-Pero ya lo hiciste con tus cuatro primos las vacaciones pasadas -aporté, e Irene me miró sorprendida, por haberla traicionado, a lo que los demás silbaron.

-De todos modos, José no cuenta porque es puñal -dijo Curtis. Me fijé en José en el fondo, apoyado en la pared, taciturno.

Entonces, debido al asedio de los chicos, alrededor de Irene, ésta, sin quererlo, había oprimido su prenda sucia contra sus pechos, luego cayó en la cuenta y con una exclamación de asombro se la apartó, enseñando sus deliciosas tetas relucientes de semen… creo que todos alcanzamos la siguiente evolución de la erección viril al ver eso…

Irene, muy nerviosa, pero no por eso menos excitada -como sus tiesos pezones nos lo indicaban- suspiró y dijo: Perfecto, ahora tengo que limpiarme, chicos, déjenme salir, necesito quitarme esto.

-Que Curtis te limpie, fue su culpa -dijo Gutiérrez, y Curtis jamás había cumplido de manera más rauda una orden del capitán como en esa ocasión, y no sé como, con esa agilidad que tiene, ya había hundido su cabeza entre los melones de Irene. Esta gritó, riéndose, rogando a Curtis que la soltara, pero segundos después su rostro enrojeció de manera distinta y sus brazos blanquísimos rodearon el cuello de nuestro compañero. Instantes después, Curtis apretó a Irene contra la pared y la estaba besando salvajemente, en tanto nosotros coreábamos la hazaña.

Irene se dejó llevar de la mano por Curtis, y se dejó tender sobre la misma banqueta donde nos bailó. Alguien le pasó un cubito con agua y Curtis comenzó a lavarle los senos de los restos de su semen, sin dejar de apretar esos pezones, también le pasaron jabón, lo que dio un brillo espeluznante -por lo morboso- a esos pechotes, y Curtis dejaba caer el agua por chorritos, incluso en la boca de la que pronto se iba a convertir en la novia de todo un equipo. Irene mantenía sus ojitos cerrados, gesticulando y jadeando, ya entregada totalmente a cualquier porquería que quisiéramos hacerle… cuando los chicos juzgaron que el semen de Curtis estaba bastante ausente de la superficie de esos morros, se abalanzaron a chuparlos y manosearlos…

Mientras tanto, José se acercó un poco y se sentó en una banqueta, como a dos metros del nudo humano. Mi asombro fue cuando Gutiérrez, siempre bien centrado, fue el que se sentó ante las piernas rollizas de Irene y empezó a sacarle el biker, y ella misma levantó sus caderas para facilitar el trabajo. Escuché un chupetón y ví que Luis ya tenía sepultado su miembro en la boca de Irene, que usaba su mano izquierda para sobarle el escroto, y con la derecha pajeaba a Curtis. Saúl y Santiago mamaban cada uno una teta de Irene. Rafael se mantenía de pie, esperando, acariciándose el miembro. Pronto, Irene cambió de pene y comenzó a succionar el de Curtis, quien casi se muere de gusto… sí que le gustaba mucho Irene. Gutiérrez, por su lado, se decidió a lamerle el coño. Esta arqueó su columna, soltando el cipote de Curtis, diciendo:

-¡Ay, sí, qué bien! -y chupó de nuevo la pija de Luis.

El espasmódico y sudoroso cuerpazo de Irene estaba a nuestra merced. Hubiera sido mejor una orgía con Nicole y Alejandra también, pero hay algo muy morbosamente excitante en ver a una sola mujer rodeada de tantos hombres. Mientras tanto, José había empezado a sobarse el órgano por encima de su toalla… me hice el desentendido.

Irene gimió de repente, cuando Gutiérrez empezó a penetrarla, y seguramente al percibir que no era ningún estrecho coño sin experiencia, le dio por follarla más rápido, metiéndosela toda… a Irene le costaba atender a Luis y a Curtis porque el capitán la tenía en las nubes, de nosotros, era el que más en forma estaba… Irene se quejaba mucho, aunque se esforzaba por tragarse las pollas de los precitados que mejor optaron por liberarla… al ver esto, Gutiérrez la tomó de los brazos y la obligó a sentarse sobre él, ambos a horcajadas sobre la banqueta y frente a frente. Irene abrazó al capitán y éste, sujetándola de su estrecho y encantador talle, comenzó a levantarla y bajarla, cada vez a mayor velocidad y fuerza, sacándole sonoros gemidos a la perra esa, y los chicos vitoreaban al capitán, que se la estuvo clavando como unos cinco minutos hasta estirar sus brazos hacia atrás apoyándolos en la madera y poder impulsar mejor sus caderas ya que su orgasmo estaba cerca. Irene hizo lo mismo, lloriqueando de un modo que yo no pude causarle, lo que me dio un poco de envidia… Gutiérrez rugió de gusto e Irene se quejó fuerte… el capitán volvió a abrazarla, besándole los senos…

Al cabo de unos segundos recordó que no era el único que deseaba mandarle los burros a la nena; cuando el capitán se apartó, Rafa la agarró y la hizo ponerse de pie y abrió su locker para que Irene pudiera apoyarse en los anaqueles metálicos, dándole la espalda inclinada, cuando Rafa la penetró, dijo:

-¡Dios, siempre quise agarrar así a una de estas perras!

-¡Date gusto, papi, date gusto! -replicó Irene, cerrando sus ojos de nuevo para dedicarse a bramar como animal mientras el segundo de nosotros se la surtía. A esto, José se alejó un poco, sentándose más atrás, mirando solamente.

Rafa le dio a Irene una follada como si lo fueran a meter preso al día siguiente. Si no la hubiera sujetado, estaría desvanecida en el piso húmedo. Por fin, Rafa se corrió, agarrándose de los cocos de la niña, hundiéndole mucho el rabo. Y en efecto, al sacársela, Irene cayó de rodillas, respirando pesadamente. Me acerqué para ayudarla pero la muy golfa creyó que quería tener sexo -en serio, quería ayudarla en ese momento, no se rían- y me agarró la polla para darme una monumental felación como sólo ella sabe hacerlo. Ahora fui yo el que tuvo que apoyar un brazo en los anaqueles del locker de Rafa… Irene tragaba y tragaba, me acordé que cuando me la cogí con el tal Héctor le dije, en medio del polvorón, que parecía la "conejita energizer"… qué dulzura, la misión que los dioses le dieron a esa mujer es complacer hombres… y qué bien lo hace.

Irene sabía lo mucho que me excita escuchar esos chupetones de pelis porno y comenzó a hacerlo, sacándosela toda y tragando de nuevo, restañando sus labio cuando salía. No pude más y la puse de cuatro patas entre las banquetas. Santiago se hincó frente a ella, que sin chistar engulló el aparato de mi cuate, y yo comencé a regalarle su tercer polvo del día. Pero eso no fue todo, el depravado de Curtis -¿quién soy yo para decirle depravado a alguien?- se tendió en el suelo para "ordeñar" las tetas colgantes de Irene, que ciertamente era un crimen que no recibieran cariño masculino al estar desnudas… me agarré bien de su cintura y le dí duro, la muy ramera incluso se tomó la molestia de alzar una mano y levantar el pulgar con el puño cerrado.

-¡Esta mujer si es puta! -exclamó Luis al ver ese gesto.

-Se ve que le gusta el arroz con chancho -dijo Saúl, y los que no estaban ocupados se rieron.

Cuando terminé, fue Luis el que se arrodilló ante el espléndido trasero de Irene. En ese momento me di cuenta que Gutiérrez y Saúl estaban grabando todo el espectáculo con sus celulares. Luis pidió más agua y jabón, cosas que obtuvo de manera casi mágica, y entonces comprendí lo que deseaba, al verlo lubricando el culo de Irene, que tembló ante la sorpresa, mientras Santiago era el primero -en hacerlo directamente- de nosotros que eyaculaba en su boca, chorreando su semen por el mentón perfecto de Irene, que se tomó su tiempo para dejar bien limpio y reluciente el animal de Santiago.

Por sobre la banqueta saltó Saúl para ocupar velozmente el lugar de Santiago, a lo que Curtis no expresó ningún malestar, embobado como estaba con aquellas tetas adoradas. El padre de Saúl era negro, así que ya pueden imaginárselo, de piel oscura, fornido y bien dotado, aunque no más grueso que el de Gutiérrez -describo esto para detallar bien el relato, no vayan a pensar mal, desgraciados-. Irene mientras tanto, miraba sobre su hombro las faenas de Luis.

-Paciencia, cosita, ya te voy a clavar…

-Mi culito es tuyo, Luis, apúrate... -le dijo ella, con su voz infantil y meliflua. Entonces Saúl la tomó de su quijada y la guió a su pene, que Irene devoró sin contemplaciones.

José seguía sentado; lucía un poco nervioso cubriéndose la boca con una mano, creo que nadie más le había prestado atención, pronto le seguí la mirada y comprobé que estaba fija en el pene erecto apuntando al cielo de Curtis, que estaba tumbado ordeñando a la vaquita más seductora de todos los tiempos… "este tío realmente juega para el otro equipo" pensé, y me dio un escalofrío cuando me pareció que se relamía…

Saúl parecía virgen lloriqueando por la mamada de Irene, y Luis ya la estaba sodomizando, aferrándose de la cinturita de Irene, sin embargo, al igual que Saúl, era Luis el que suspiraba y gemía; Irene se estaba divirtiendo de lo lindo con esos dos novatos que gimoteaban uno en cada extremo suyo y ambos no tardaron en correrse profiriendo alaridos de actor porno, queriendo verse más hombres… pero la víbora de Saúl seguía viva y éste, tomando de los brazos a Irene, acostándose él en el piso, hizo que lo montara… Curtis saltó de inmediato, un poco afligido porque le arrebataron sus dulces melones, pero pronto compensó ese placer con otro, colocándose tras Irene y bombeándole el culo… Irene chilló de verdad, parece que a pesar de sus previas orgías jamás la habían penetrado simultáneamente, pero bueno, para todo hay una primera vez… los demás deseábamos sentir esa lenguita en nuestros miembros, pero por puro morbo tácito, la dejamos lloriquear como mujerzuela.

Irene me miró, desafiante, por un segundo y luego hizo gestos a José para que se acercara. Este pareció sorprendido, pero, luego de dudarlo, se paró y fue hacia Irene, quien le arrebató la toalla y en menos de un parpadeo había devorado hasta la mitad el pene de José, que se quejó e incluso intentó zafarse de Irene, pero luego sus manos comenzaron a acariciar su cabeza, y el rostro de éste se relajó con una expresión de "¿y qué importa ser bisexual?" Los chicos vitorearon de nuevo y Luis proclamó, subido en la banqueta donde bailó Irene:

-¡Saluden a la puta tan caliente que hace hombres a los chorizos!

José le dirigió una mala seña (el dedo medio erguido con los demás replegados, lo explico porque sé que ustedes son inocentes y no lo saben) y continuó disfrutando su chupada. Saúl fue el primero en correrse, luego Curtis que con sus movimientos provocó el enésimo orgasmo de Irene, corriéndose los dos al mismo tiempo… finalmente José se aferró a la cabeza de la nena, a quien apenas se le escurrió un hilillo de semen por la comisura de su boquita.

Saúl y Curtis se incorporaron, y José ayudó a Irene a ponerse de pie… y le besó los senos. Irene, sudorosa y extenuada, sonrió y lo acarició a su vez. José la tendió en otra banqueta, justo como la agarramos al principio y empezó a comerle el coño, sospecho que para saborear el semen de todo el equipo chorreando de sendos orificios de aquella lindura. Como sea, Irene volvió a calentarse y a jadear…

-Es la conejita energizer -dije, en voz alta, y todos se rieron, incluso ella.

-La putita energizer más bien -aclaró Gutiérrez acercándose a ella e incrustándole su instrumento en la boca, mientras Rafa, se arrodilló para lamer y juguetear a sus anchas con ese espectacular busto. Pero fue José el que nos sorprendió a todos cuando, luego de darle un bonito orgasmo a la Irene, se irguió y le arrimó su rabo al coño, y la penetró…

Los chicos aclamaron el hecho, y Luis proclamó de nuevo: ¡Aquí todos somos hombres, señores, nadie es joto por acá, mujer que se mete a este vestidor pasas por todos, maldita sea!

José la follaba como un novato, pero nos había visto y me costaría creer que no hubiese visto cintas porno, pero pronto empezó a hallar su ritmo e Irene a quejarse, y le dijo, liberado su boca del gusano del capitán:

-¡Ay, mi amor, sabía que eras un macho como los que me gustan!

José aumentó su fuerza, suspendiendo las nalgas de Irene ante cada embestida, y ésta sonreía, plena de felicidad por esa cogida… después me daría cuenta de que todas las chicas pensaban que era una lástima de que José fuese gay, pero después se retorcieron de envidia cuando Irene se pavoneó afirmando haber sido la primer mujer del apuesto José.

José estaba cerca de su orgasmo, dijo: Rafa, hazte a un lado -y el aludido lo obedeció, José sacó su verga y parándose, la apuntó hacia los celestiales cocos de Irene, disparando su semen contra ellos.

-Qué buena idea has tenido -dijo el capitán, que sacó su pene de las fauces fogosas de Irene y también eyaculó en su busto, ejemplo seguido por todos los que no estaban agotados, algunos recibimos ayuda de la siempre dispuesta quijada de Irene.

Luego de unos minutos, el rostro y los senos de Irene estaban empapados y relucientes de semen, entonces, aprovechando que todos, excepto yo, habían ido a ducharse, José se inclinó sobre la agotadísima Irene y le dijo:

-Voy a limpiarte, muñequita -y le besó los labios untados de semen, para luego dedicarse a lamer y sorber ese semen, a veces chupando cierta cantidad y luego compartiéndola con Irene en asquerosos y terriblemente excitantes besos, tanto como mi pija ya había resucitado. Irene me hizo un gesto y me la empezó a chupar, pero recibió ayuda… de José, y entre los dos me regalaron una deliciosa mamada.

Luego me llevé a Irene a las duchas, para lavarla. Estuvimos un rato enjabonándonos y limpiándonos cuando José volvió a asomarse.

-¿Quieres más? -le pregunté, sujetando y alzando una de las esculturales piernas de Irene, incitándolo a su culo- ¿Quieres tirártela por el culo?

-Me gustaría, pero creo que Irene está muy cansada -dijo José, con su suave voz.

A lo que Irene respondió, sonriendo de nuevo:

-Josecito, cariño… yo soy la putita energizer -y se palmeó las nalgas.

 

¿Fin?

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