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En las montañas de la lujuria (3)

en Grandes Series

EN LAS MONTAÑAS DE LA LUJURIA

PARTE 3

A pesar del arrebato lujurioso reciente y de haberme quedado dormida en los brazos de Sasha, tuve una mala noche; soñé que deambulaba en medio de ciudades ciclópeas, cuyas torres parecían altísimas formaciones cilíndricas cuyas secciones aleatorias discoidales, esféricas, ora cuadradas o de delgados bastones se burlaban de todo lo que los seres humanos clasificamos como leyes de la física. Ví el cielo, las nubes se manifestaban inquietas, la atmósfera más cargada de gases y opacando más la tierra, debido a que su densidad obstaculizaba los rayos del Sol, que se entreveía joven entre las gaseosas nubes de matices naranja… ¿habrá sido un sueño clarividente de un remotísimo pasado de nuestro planeta, que no recoge ningún libro de texto? Entonces, recuerdo que me dio curiosidad por ver mis manos, me desperté justo cuando contemplé, por una fracción de segundo que en lugar de manos tenía una miríada de tentáculos rojizos y flexibles… como los de los ejemplares congelados a pocos metros de distancia…

No con poco pesar salí de mi tibio lecho y me desprendí de los cálidos brazos de mi amante. Cuando me duchaba -con agua caliente, claro- Sasha se metió al baño conmigo, nos besamos sin parar, enjabonándonos a un tiempo, ella me daba los mejores besos de mi vida, enamorándome más con cada caricia suya… pero había algo en ese lugar, en ese ambiente, que ni aún esos buenos momentos podían alejar de mi alma…

Desayunamos en el comedor común, donde Sasha, la Dra. Atwood y yo atrajimos todas las miradas. Eramos las únicas mujeres del complejo, pero no me preocupé mucho, ya que todos ellos eran estudiantes de carreras afines al proyecto: química, medicina, arqueología, antropología, historia universal, biología, etc., gente educada… al menos eso pensé en esos momentos, porque algunos presentaban un aspecto inquietante, de cierto salvajismo mal disimulado, en especial, los diez o quince jóvenes ayudantes del Dr. Joseph Curwen, que estaban con él antes de que llegáramos… no pocas manos se atrevieron a manosearme el trasero mientras buscaba un sitio para desayunar…

Comí rápido, sin dejar de notar la evidente cercanía entre la preciosa Dra. Atwood y el maduro Dr. Curwen. Sin esperar a Sasha, me levanté y fui a la cámara de los ejemplares. Necesitaba verlos para terminar de creer ese hallazgo, así como para concentrarme en mi trabajo y disipar por un rato tanta calentura reciente.

El Dr. Curwen me había dado, la noche anterior, la combinación del cerrojo de la portezuela metálica que abría la cámara subterránea, semejante a un submarino. El viento gélido por poco me arroja al suelo en mi camino, pero al fin, pude alcanzar mi destino y descendí por las escalerillas metálicas. Un extraño escalofrío recorrió mi espalda una vez a solas con esos cuerpos de animales nunca antes catalogados por el hombre. ¿Por qué los sobrevivientes de la expedición dirigida por mi antepasado, a principios del siglo anterior, nunca quisieron hablar al mundo sobre estas criaturas? ¿Qué razón habrán tenido para guardar tan sorprendente silencio? Esa razón no me presagiaba nada bueno.

En especial cuando reparé en que había seis mesas metálicas para los ejemplares cubiertos por mantas, y la sexta estaba vacía. Ayer hubiera jurado que todas las mesas contenían algo… o tal vez lo imaginé, quise explicarme, pero simplemente había algo en ese lugar que no paraba de provocarme escalofríos y de hacer rebullir en mí sentimientos reminiscentes que venían desde mis primeros ciclos de reencarnaciones. Pero mi asombro solamente creció cuando, en la mesa vacía, divisé una hoja de papel amarillento.

Algo me impulsó a tomarla, sintiendo, al mero tacto, que se trataba de un papel muy antiguo, casi a punto de desintegrarse, mis manos temblaban al desdoblarlo, y mi terror dio rienda suelta al reconocer aquella letra:

"El hombre que surgió de la nada me lo advirtió; de haberlo sabido, no hubiera menospreciado como falsos los Archivos Pnakóticos ni la lectura tan somera que hice del horrible Necronomicón escrito por el Arabe Loco, Abdul Alhazred. Es bueno que no hayamos traído mujeres, eso frustra las intenciones nada beneficiosas para la Humanidad de aquél que revivió de sus cenizas, aunque nuestras vidas ya estén condenadas. Como sea, ese funesto nigromante no sabe lo que acabo de realizar, algo importantísimo sobre las "sales esenciales" de que habla el alquimista Borellus… este ocultista se refiere únicamente -por tratarse de magia negra- a las "sales esenciales de la muerte", sin mencionar las "sales esenciales de la vida", de la cual hay mucha en este momento, pero sin el cáliz necesario, cualquier tipo de magia, y menos, la horripilante fusión y transposición de especies que el nigromante planea, es impracticable. Pienso llevarme ese secreto a la tumba.

Dr. Phillip Lake"

Creo que estuve un par de minutos en shock al reconocer ese manuscrito de mi antepasado, pero, ¿de qué rayos estaba hablando? Yo también he podido ojear esos famosos tomos de los Archivos Pnakóticos y el Necronomicón en la biblioteca de la Universidad de Miskatonic, pero jamás los había tomado en serio… pero ahora, la cabeza me dio vueltas al solo imaginar que todos aquellos horrores pudieran ser ciertos, el increíble peligro en que la raza humana ha estado desde su surgimiento, sin sospechar para nada la existencia de Aquéllos que anidan más allá… la temblorosa escritura de mi antepasado no daba lugar a dudas, él también se tomó muy en serio todo lo ocurrido…

Y lo más importante, era imposible que esta nota estuviera aquí desde principios del siglo anterior; alguien tenía que haberla colocado, sabiendo que yo vendría… ¿pero quién? Todos quedaron en el comedor… el nigromante… aquél que revivió de sus cenizas… creo que por poco me dio un ataque de pánico al caer en cuenta de lo que esas palabras implicaban… mi antepasado se refirió a alguien que ya estaba acá en la Antártica cuando ellos vinieron, alguien que terminó matándolos, ¿por qué? No entiendo nada, nunca, hasta estos mismísimos minutos he empezado a considerar que puede haber algo de verdad en todo eso de la teurgia, la alquimia… el Necronomicón, los Archivos Pnakóticos, los Mitos de Cthulhu, el tomo de la Oscuridad Eterna… oh, Dios, protégeme…

-Finalmente, el cáliz de la sales esenciales… -susurró una voz detrás de mí, casi un silbido fantasmagórico.

No pude voltearme porque de inmediato fui aprisionada por una miríada de tentáculos rojizos, delgados como serpientes, y un ser cilíndrico, uno de los ejemplares supuestamente muertos desde hace eones, se pegó a mi espalda.

-¡Oh, Dios mío, siguen vivos! -exclamé, y por unos instantes, mi mente, traidora, se llenó de horribles imágenes de películas de horror…

-Muerta no me sirves como cáliz, mujer… -dijo el ser, con una voz flemática, casi con un tono propio de… ¡un científico! Y con esas palabras, comprendí eso de "cáliz". Un descendiente de los dioses Antiguos o Primordiales iba a… embarazarme.

-¡No, suéltame, me niego a cargar algo tuyo en mi vientre! -renegué, cayendo de rodillas al piso, subyugada por la fuerza inusitada de esa criatura milenaria, ante la cual, mis forcejeos eran rayanos en lo inútil.

Sin darme cuenta, mi ropa había desaparecido, y la ví caer, materializándose de la nada a pocos pasos de mí. Comprendí que los poderes de ese ser iban más allá de lo esperado.

-Imagina una raza que sea mezcla de ustedes y nosotros… -me dijo el ser, cuyos tentáculos ya recorrían mi cuerpo desnudo a su merced, introduciéndose en mi vagina y estimulando mis pezones, y mi cuerpo, a pesar de la irreal situación, a pesar de estar a punto de ser violada por un ente no humano con todas las intenciones de embarazarme, mi cuerpo… empezó a responder.

-Esto es lo que usted llamaría una violación, pero yo, con mi poder psíquico, estoy prendiendo todos sus nervios necesarios para facilitar el acoplamiento, su negativa al coito no será problema… es un verdadero placer jugar a mi antojo con un sistema nervioso tan complicado… -yo ya gemía, sudando a chorros, nunca había experimentado un conflicto tan acérrimo entre mi voluntad y mi carne, los tentáculos se movían de manera exquisita dentro de mi coño anegado, acariciaban mis pezones y apretaban mis senos duros, e incluso, algunos de esos miembros viscosos ya se internaban dentro de mi apretado culo.

-¡Ooooh, por favor, detente! -le supliqué, como pude, porque tenía tres miembros en mi boca, que los chupaba como si no fuera yo la dueña de esa quijada y de esos labios, ese ser realmente estaba usándome, redefiniendo para mí el concepto de violación sexual, no solo a un plano físico sino supramental.

-Soy el más fuerte y haré lo que se me antoje contigo, ¿no es eso lo que ustedes los humanos han hecho, a lo largo de su existencia, con el resto de las especies no racionales? Créeme, así es el Universo allá afuera, las razas fuertes invaden, conquistan y someten a las más débiles… eso ocurre todos los días en el espacio exterior, a nivel planetario y a nivel inter-dimensional, tal y como pretenden regresar los Antiguos para reclamar este planeta… Yog-Sothoth el Caos Que Merodea; Hastur, el Innombrable; Chatturgha, Ulyaoth, Xelota’th, Mantorok en su prisión de piedra en las selvas de Cambodia… hasta hoy has vivido en un mundo fantoche, te dejo entrever el mundo verdadero, donde ustedes los humanos no son más que basura…

Entonces, el ser movió su larguísima y gruesa cola, al lado de mi rostro, queriendo que yo lo viera. Sentí que los tentáculos abandonaron mi sexo y adiviné lo que me esperaba. La cola fue para atrás y… sentí cómo me penetraba, ese era su falo, grueso y muy largo, grité de dolor cuando esa virilidad inhumana traspasó el habitual límite alcanzado por mis previos amantes, ese pene sobrenatural no parecía acabarse…

-¡Para, por favor, vas a matarme! -imploré, con mi mente, porque en mi boca, abierta totalmente, había unos siete tentáculos que la inutilizaban, disputándose las caricias de una voraz lenguita que ya no me pertenecía.

-Descuida, mujer, ya te dije que muerta no me sirves, conozco tu límite, pienso darte una cogida que no olvidarás jamás, como premio por ser el cáliz de mi hijo… -respondió el ente, esta vez, telepáticamente.

Al menos, ese ser cumplió su palabra, y su cola/verga empezó un delicioso mete y saca, supurando un líquido a modo de lubricante, lo cual, casi de inmediato me causó un inefable placer que casi me hizo olvidar las verdaderas intenciones de ese monstruo en cuyo poder yo era, literalmente, una muñeca.

-¡Mmmmmpppggff! ¡Mmmmoooooyyyjjj! -eran todos los sonidos que podía proferir. Los tentáculos en mi recto aumentaron su ritmo, causándome espasmos de lujuria, pero con un último resquicio de sanidad mental, logré preguntarle:

-Si somos basura, ¿para qué quieres un híbrido?

-Te revelaré algo que cambiará tu vida, y nunca más serás dichosa al ser consciente de esta amenaza… nuestros antiguos enemigos, los shogoths, preparan una incursión contra tu mundo, buscando reconquistar lo que una vez nos arrebataron… los shogoths, nuestros antiguos esclavos, sin forma precisa y voraces por la energía vital de sus víctimas… sin mencionar los ejércitos reunidos de los engendros de Cthulhu en sus fortalezas de las zonas abisales del Océano Pacífico, cerca de la ciudad sagrada donde reposa el espeluznante Cthulhu, ante el que el Diablo de tu infantil religión cristiana no es más que un payaso… -y mientras decía estas cosas, me transmitía fugaces imágenes de los shogoths, masas amorfas pero que podían asumir cualquier forma, incluso aumentar o disminuir su solidez… ví a los otros monstruos, la progenie de Cthulhu, con sus cabezas en forma de calamar, blandiendo y forjando tridentes y lanzas que tiraban rayos en sus ciudades en las simas de la Tierra, iluminadas por cristales…

El descomunal falo del ser rompiéndome el culo me trajo de nuevo a la realidad, o más bien, a esta realidad fachada en la que hasta entonces he vivido… esa cola estaba bien mojada de su líquido y de mis jugos vaginales, y entraba casi sin problema, y por vez primera, percibí ciertas pulsaciones proviniendo de ese miembro.

-Es en el canal de tu recto donde se incubará mi hijo, que luego se fusionará a ti y hará que evoluciones… ¡una nueva raza surgirá, capaz de enfrentar a los shogoths y los descendientes de Cthulhu! -me reveló el ser, por primera vez, olvidando su frialdad y dejando trascender cierta emoción racial, puyándome el culo como nunca creí que fuera posible…

-¡Mmmmmmmrrrr! -mugí, de dolor, cuando sentí en mi culo, cierto líquido, semen sin duda, pero más espeso y muy caliente, pero no por eso, mi coño dejó de chorrear ante el estímulo de esos tentáculos.

-Una de ustedes ya está evolucionando, el nigromante ha sido de enorme ayuda, todo este tiempo, valió la pena resucitarlo -siguió el ente, yo casi ni le hice caso, embobada con esos orgasmos y por las toneladas de revelaciones cruciales hechas a mi persona-. Pero, he revisado tu mente, y desconoces el uso de las sales esenciales de la vida, debes saber que Borellus era uno de nosotros, de la Gran Raza, encarnado en un hombre, su misión era investigar el uso de las sales esenciales para facilitar la fusión de las razas, pero algún humano imbécil debió descubrir sus planes y el alma de Borellus no pudo regresar para comunicarnos, espiritualmente, sus hallazgos, y el tomo que trata de las sales esenciales de la vida desapareció, quedando solamente el que todos los ocultistas conocen, pero nadie había caído en la cuenta que ese tomo solamente hablaba de las sales esenciales de la muerte… las cenizas de un ser quemado… a partir de las cuales, con la debida alquimia, ese ser puede renacer… tu antepasado lo descubrió pero apenas sus ojos se abrieron, antes de que pudiéramos violar su mente, se saltó la tapa de los sesos y su alma se escurrió velozmente por nuestras defensas y se hundió en la rueda de las reencarnaciones… nuestro desaliento fue total… pero ahora, con ustedes, estamos seguros que la Gran Raza resucitará…

Y el ser desapareció. Quedé desnuda y bañada en sudor, exhausta en ese piso helado, respirando con dificultad, todas esas revelaciones, la violación de mi cuerpo y de mi mente… me llevé una mano a mi culo, me costó meter un dedo, el ser contrajo mis nervios de modo que mi ojete quedó tan cerrado como el de un macho, pero aún así, su semen rezumaba de mi culo y pude untar mis dedos con él y apreciar así, ese semen viscoso y amarillo, que me recordó a la vainilla…

-Teresa, ¿qué demonios te pasó? -me preguntó una boquiabierta Sasha, al bajar las escalerillas metálicas. Corrió hacia mí, agachándose a mi lado.

-Sasha, estoy bien, pasaron muchas cosas, pero necesito que traigas el visor térmico y el escáner láser, están en esa caja de la esquina, por favor, saca eso y lo armas -le conminé, buscando mi ropa-. Lee esto y dime qué opinas -y le tendí, con mi temblorosa mano, la nota de mi bisabuelo.

-¿Y esto quién lo escribió? Se ve viejo -dijo Sasha, que lo leyó de un tirón mientras yo me vestía.

-Mi antepasado, el Dr. Lake -le contesté.

-No puede ser, ¿y cómo lo hallaste?

-Estaba allí, en esa mesa que ahora está vacía. Escucha, Sasha, todo esto es una trampa, es horrible, tenemos que salir de aquí, pero necesito el visor térmico…

Sasha armó estas cosas en unos minutos, y pronto sostuvo en sus manos un artefacto similar a un ipod, pero más grande, con una cámara láser y una pantallita para ver lo que la cámara captaba.

-Ponlo en modalidad de rayos x y dirígela a mis caderas -le dije, resignada a la respuesta que mi amante iba a darme.

-¡Por todos los dioses, Teresa, hay algo dentro de ti, se mueve! -Sasha congeló la imagen y me la enseñó. Había una de esas cosas pero en miniatura alojada casi en la boca de mi intestino, y pude percibir sus tenues movimientos- ¿Cómo llegó eso ahí?

-Fui violada por el ejemplar que hace falta, son seres inteligentes, Sasha, y su poder psíquico es aterrador… -estaba al borde del llanto, no podía creer que fuera la protagonista de algo solo visto antes en películas como Alien.

-Teresa… ¿qué vas a hacer?

-No sé, estoy pensando -dije, casi desesperada, clavando mi vista en mis dedos untados de ese semen amarillento y muy pegajoso-, ¿y qué pasa allá arriba?

-El Dr. Curwen supervisó el ensamblaje del taladro de Black, le dio unas indicaciones y cavaron en cierto lugar, que dio paso a un pasillo, aparentemente de formación natural, pero resulta que condujo a un umbral de piedra tallada… hay mucha excitación arriba, quieren explorar de inmediato…

-Hay que tener cuidado, alguien los ayuda, ¿qué sabes del Dr. Joseph Curwen?

-Pues, a decir verdad, hasta hace unos meses nunca lo había notado, creo que en su expediente decía venir de Europa oriental, aunque, por otro lado, también leí que un antepasado suyo estuvo implicado en el caso de histeria por presuntas brujas obrando en Salem… pero, ¿no creerás que…?

-¿Cómo se llamaba ese antepasado? -pregunté, apoyándome en la gélida mesa limpia, intentando calmar mi respiración.

-Joseph Curwen -respondió, Sasha, titubeando- ¿No vas a creer que es el mismo, o sí?

-No sé qué creer, Sasha, acabo de ser violada y preñada por una criatura que lleva congelada desde antes que el primer hombre caminara sobre este planeta… no sé qué creer… las sales esenciales de la vida… eso es la clave…

-Teresa, hay que sacarte esa cosa, parece que los nervios de esa criatura se entrelazan con los tuyos…

La corté en seco con un gesto de mi mano limpia. Había entendido algo.

-Sasha, ¿recuerdas lo que me reprochas siempre, que limito mi creatividad por estar demasiado enmarcada en mi ámbito científico? Ese rollo de las sales esenciales… cuando alguien se mete en ese mundo de la alquimia, la magia… se mete en un marco espiritual, ¿entiendes? Karma, dharma, espíritus elementales, gnomos, hadas, dioses, meditación, etc. ¿Me captas? -la expresión de Sasha era como la de un burro en una canoa, pero le aliviaba verme alegre- Nadie se sale de ese marco de pureza y disciplina espiritual, por eso, no consideran útiles las cuestiones impuras… si las sales esenciales de la muerte son las cenizas de un ser quemado, entonces, ¿cuáles son las de la vida?

-No sé, Teresa -me dijo, sin entenderme mucho.

-Vamos, Sasha, ¿de dónde surgió el río Nilo y la vida que implicaba, el mundo, según los egipcios?

-¡De un pajazo que se voló Osiris! -exclamó, captándome por fin, chocando sus palmas.

-El semen es la sal esencial de la vida, contiene la información genética de la vida. La sal esencial de la vida de otro ser humano es lo que necesito para cancelar la sal esencial de la vida que ese monstruo depositó en mí, tráeme gasolina para quemar estas cosas y a unos cuantos chicos… mi vida depende de un tren… -dije, no sin ruborizarme- y rehuye de Curwen, tan pronto como termine esto veremos cómo salir de aquí.

-¡De inmediato! Curwen ha penetrado el túnel junto a algunos de sus colaboradores, creo que Atwood se ha ido con él…

-Mierda, ella también tiene una de estas cosas, y el nigromante, asesino de mi bisabuelo y sus asistentes, es ese perro de Joseph Curwen, que viene expandiendo su vida de manera blasfema desde el incidente de Salem… ve por las cosas, Sasha…

En menos de unos diez minutos, Sasha había regresado con varios botes de gasolina y con algunos de nuestros jóvenes asistentes.

-Escúchenme bien, tengo que decirles algo muy importante. Tenemos que abandonar este campamento cuanto antes. Es una inmensa trampa. Antes de irnos vamos a quemar estos cadáveres, pero antes de eso necesito de ustedes un favor muy especial, pues de eso depende mi vida…

Los jóvenes me observaban fijamente, me creían loca, de seguro.

-Ya les dije que quieres una reverenda culeada, Teresa -me dijo Sasha-, adelante chicos, rómpanle el chiquito a su profesora.

Apenas terminó la Dra. Pabodie de decir esas palabras, yo ya estaba de espaldas, inclinada sobre la mesa, y pude sentir el aire frío ensañándose de nuevo con mis glúteos desnudos. El primero iba a ser uno de los que me manoseó en el avión, Arthur. Sasha se acercó y pude oír cómo le mamaba el pene.

Los demás chicos se emocionaron y rieron al ver esto.

-Tendremos que buscar armas, o algo que nos sirva como armas… -comenté, y entonces Arthur apoyó su glande contra mi ano, y presionó. El ser me dejó el culo como si lo tuviera virgen de nuevo, así que la potencia de ese chico, que tendría unos 20 o 21 años de inmediato me transportó a otros mundos donde no existía la razón.

-¡Oh, Dios bendito! -exclamé.

-Iré a buscar armas junto a algunos chicos, Teresa, pero tendrás que chupárselas a los que siguen, te dejo el visor térmico para que veas si tu plan tiene efecto… -me dijo Sasha, apenas le puse atención, con los ojos en blanco como me tenía ese joven a quien le importaban un bledo mis quejas.

Arthur me pegó terribles nalgadas y me dijo lo que quiso, yo hasta derramé lágrimas, aullando de dolor y placer, no sin temor por todo lo que ocurría a nuestro derredor.

-¡Sufre, perra, sufre! -me masculló, corriéndose finalmente dentro de mí.

-¡Oh, mi Arthur, qué bello eres! -exclamé a mi vez- Toma ese visor térmico y dime qué ves, apúntalo a mis caderas…

-¡Dios mío! ¿Qué es eso, doctora? Es como uno de esos animales, se retuerce como si estuviera sufriendo, parece que se desintegra… -me dijo el atónito muchacho.

-Bien, mi conclusión era acertada, ¡rápido, el siguiente!

Pero los muy cabrones, olvidando que mi vida pendía de un hilo, me hincaron y me hicieron tragar tres pollas, turnándome, claro, hasta que uno de ellos, Smith, un gigantón de esos que llegan a la Universidad becados por deportistas, decidió que era su turno en mi culo.

-¡Oh, Dios mío! -grité cuando su ciclópea verga empezó a abrirse paso en mi adolorido recto- Ay, Smith, tienes que correrte dentro de mí, ¿entiendes?

-Uf, qué lástima, yo quería echarle mi semen en la cara, siempre he soñado con eso -me confesó ese canalla.

-Si salimos de ésta podrás venirte en mi cara, tesoro, te lo prometo…

-Yo también, quiero -dijo otro, y los demás se sumaron a ese deseo, y así, le prometí a seis muchachos que, si escapábamos, habría una orgía con mi rostro como receptáculo obligatorio de todo ese semen… la idea no me pareció mala…

Seguí chupando esas dos vergas jóvenes y duras, como pude, porque tenía un verdadero gigante sodomizándome, creo que moví mis caderas para facilitar la cogida, y en pocos instantes, Smith derramó su leche en mi interior:

-¡Ah, qué buen culo tienes, esto es culo, amigos! -farfulló Smith, con su tez enrojecida por el esfuerzo, haciéndome sentir un poco vanidosa por su halago en medio del grito de casi quince segundos que proferí.

Smith usó el visor térmico y comprobó que el ser en mi interior estaba casi partido por la mitad.

-Creo que uno más bastará -dije.

-No sabía que el semen podía ser tan letal para algo -dijo Smith, asombrado.

Fue el turno de Lowell, y para no defraudar a los que se quedarían sin mi culito hambriento, fui forzada a chupar tres vergas mientras el chico me culeaba… para ser sincera, me estaba divirtiendo mucho, Lowell la tenía más delgada, y sentí rico desde que me la metió, quise que durara un poco.

Los otros tres cuyas pijas devoraba con frenesí empezaron a correrse uno tras otro, en mi boca y cara, el tercero apuntó a mis senos que se asomaba tras mi camisa a medio abotonar. Lowell eyaculó en mi interior, y pude captar cómo el "hijo" de ese ente se retorcía, hasta quedarse quieto…

Lowell comprobó que el monstruo se había resquebrajado en varios pedazos y que sus enlaces nerviosos con mi organismo se habían roto.

-Perfecto, me salvé -dije, y finalmente, tomé un purgante, de un botiquín que providencialmente había en ese lugar y el inodoro fue la tumba de ese ser mitad-vegetal mitad-animal que por poco se apodera de mí.

Los muchachos me ayudaron a caminar durante este rato, fueron mis muletas, sin dejar de manosearme pechos y nalgas cuando podían. Mientras "defecaba" a esa cosa, Sasha volvió, con buenas y malas noticias, aliviada en extremo al comprobar que esa criatura estaba fuera de mí.

-Dime las buenas primero -le dije, sentada en el inodoro, sin reparar en que varios hombres me observaban en tan comprometedora posición.

-Hallamos algunas hachas, rifles, cuchillos, tubos, y varias medicinas… -me informó Simon Black, sin dejar de ver mi cuerpo semi-desnudo.

-¿Y las malas? -pregunté.

-Algunos de los asistentes del Dr. Curwen, cuando se dieron cuenta que estábamos organizando una contraofensiva nos han atacado sin chistar, hirieron a Richard, pero ya lo vendé… -me informó Sasha, consternada.

-Es suficiente, salgamos de aquí. Que rocíen esos cuerpos con combustible y que dejen un sendero de gas hasta la escalerilla, para poder lanzar un fósforo encendido desde la superficie, si el viento lo permite -dije, verificando que a pesar de mi tren a Sodoma, todos, tácitamente, me reconocían como la líder de esa inesperada y terrorífica situación.

A mí, la verdad, la culeada me tenía eufórica, un poco, y creo que por eso pude pensar un rato con más claridad. Salimos con cuidado. Jimmy, uno de los chicos cuyo semen tragué, "caballerosamente" me empujó de mi trasero para impulsarme a subir la escalerilla metálica. Smith encendió una cerilla y la arrojó al interior de la cámara, que pronto se iluminó de matices rojizos.

Afuera, el viento estaba tranquilo. Pero, la calma fue breve, porque a nuestras espaldas algo explotó y vimos con inusitado horror, que uno de los ejemplares había despertado y atravesado el techo de acero, ¡qué fuerza podían alcanzar esos miembros de la Gran Raza!

Sin embargo, ese ente estaba dañado por el fuego, sus alas parecían frágiles y se mostraban maltrechas. Los chicos que tenían los rifles dispararon de inmediato, pero el ente optó por alejarse del sitio.

-¡Rápido, busquemos refugio dentro de las barracas, tenemos que apoderarnos del cuarto de comunicaciones y del de energía, y si hay resistencia tenemos que superarla! -ordené, y corrimos hacia la base, divisando a algunos de aquellos jóvenes subordinados del Dr. Curwen, apareciendo del túnel recién abierto, con miradas casi diabólicas, algunos de ellos armados.

Yo, por razones obvias, no podía correr, pero el joven fortachón, Smith, me cargó sobre su espalda y pronto logramos llegar al interior de la base. Los chicos, pronto se apoderaron del cuarto de comunicaciones, y en el de energía encontraron una horrorosa pero breve resistencia.

-¿Qué pasó? -pregunté al llegar, ayudada, claro.

-Este tipo, el encargado de mantenimiento por el Sr. Curwen -explicó Lowell-, se llamaba Howard, le dimos un tubazo porque quiso inutilizar el poder con esa hacha, y cuando lo golpée, su cuerpo estalló y esa criatura emergió -y me señaló un infernal ente de poco más de un metro de altura, rojizo y muy delgado, con su cabeza aplastada-, me entró un ataque de pánico y la emprendí a tubazos contra esa cosa, nunca había visto algo así.

-Es bueno que lo hayas matado, ¿quién es nuestro ingeniero en comunicaciones? -indagué.

-Es James, ya está en el cuarto de comunicaciones intentando captar cualquier frecuencia para avisar nuestra situación -me explicó otro joven.

-Tenemos que llegar al avión -dijo Black-, pero se dañó en el aterrizaje, o eso dijeron.

Al volver al primer piso, sin perder tiempo, como en esas películas de muertos vivientes, trabamos las puertas y bloqueamos las ventanas con el material disponible, viendo a través de las mismas, a los subordinados de Curwen, rodeando la base.

-Esto se va a poner feo -comentó Jamal, un estudiante de piel negra.

-Así es, sólo hay dos opciones, contactar con alguien afuera o arriesgarnos e intentar llegar al avión -dijo Sasha, abrazándose a mí de un modo que no pasó desapercibido para los varones.

Entre los tablones que cerraban una ventana, atestigué, con inefable espanto, el fenómeno antes relatado por Lowell, ví algunos de esos hombres estallar, o más bien, a esas criaturas abandonar sus conchas de carne, disfraces de hombre… ¿qué estaba pasando en ese lugar?

-Curwen debe ser detenido, si huimos lo dejaremos tranquilo haciendo lo que sea que esté haciendo -dije, en voz alta-, además, el monstruo que escapó de la cámara seguramente vio la verdadera función de las sales esenciales de la vida… es nuestro deber impedir que Curwen y la Gran Raza se salgan con la suya, y de paso intentar rescatar a Jenny Atwood, si eso es posible a estas alturas del juego…

Todos me observaron, creo que la mayoría se mostraron de acuerdo conmigo. Black asintió, y algunos de esos chicos, los más temerarios, se mostraban casi impacientes de enfrentar ese peligro hasta entonces desconocido…

Continuará…

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