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Las Vacaciones de Sandra (3)

en Orgías

Las Vacaciones de Sandra, Parte 3

Kleizer

1

-Todavía no puedo creer lo que acabo de hacer –dijo Sandra, riendo nerviosamente, dejando que el agua del grifo recorriera todo su espléndido y blanco cuerpo.

-Aún falta el resto de la semana, Sandrita –le avisó Erica, con quien compartía la ducha, ella aproximó su boca a la de Sandra, que vaciló un instante, pero luego se besaron de modo obsceno… poco a poco, Sandra se iba librando de sus ataduras morales.

-Lo que suceda en esta villa, se queda en esta villa, Sandrita –le dijo Viviana al oído, abrazándola por detrás.

Y las tres hermosas mujeres, se ducharon juntas y se besuquearon sin problemas, como si no hubiera un mañana. Viviana y Erica enjabonaron y acariciaron el monumental cuerpo de Sandra, quien solamente cerraba sus ojos y gemía suavemente, disfrutando las caricias de sus hasta entonces amigas.

2

Más tarde, como a las cinco de la tarde, ya cuando el firmamento iba tiñéndose de rojo, Sandra y Walter volvieron a dar un paseo por la playa. Ella solo vestía un diminuto traje de baño de dos piezas, color azul fuerte, y la toalla enrollada en su cintura. Iba de la mano con Walter.

-¿Qué opinas de lo que pasó hoy? –quiso saber Sandra, algo nerviosa y timorata.

Walter se encogió de hombros, sonriente, y le contestó:

-No tengo ningún problema con eso; esto es exactamente lo que todo el mundo hace en sus momentos íntimos, pienso que solo se vive una vez y hay que aprovechar esta vida al máximo…

-¿Ya habías tenido experiencias así antes?

-Una que otra, Sandra. Pero nada tan intenso como lo de hoy –y le sonrió, rodeándole la esbelta cintura con su brazo.

-¿No te pusiste celoso?

-Solo me interesa conocerte tal como eres y que te sientas bien… estas son tus vacaciones, y apenas nos venimos conociendo, no tienes que pedirme permiso para hacer las locuras que se te antojen, princesa…

Sandra le rodeó el cuello con sus delicados y níveos brazos. Se besaron en la playa, recortándose sus siluetas sombreadas ante el sol poniente. Sandra se iba relajando, sabía lo que se avecinaba, y ahora que sabía que Walter no iba a ponerse celoso, podría dar rienda suelta a sus deseos e instintos…

3

De vuelta en el chalé, Erica estaba excitadísima, pero Efraín le pidió que se refrenara por los momentos. Fueron a la ciudad a traer vituallas y muchas botellas. Las chicas bromeaban con sus novios, y fingieron estar muy celosas por las mal disimuladas ganas de ambos tipos por caerle encima de una vez por toda a la fenomenal Sandra.

Erica llevaba un bikini compuesto de una elaborada tira blanca con algunas argollas doradas en los sitios más estratégicos, que resaltaba las peligrosas curvas de su rutilante cuerpo. Viviana por su parte, vestía otro traje de baño color rojo, de dos piezas, que también resaltaba sus maravillosos atributos… no cabía duda, Dios hizo a las mujeres bonitas, pero el Diablo las hizo hermosas.

Eran como las siete de la noche cuando Sandra y Walter regresaron. Habían tomado varios tragos y venían algo achispados, Walter sabía que Sandra necesitaba eso para animarse a participar en los juegos que los aguardaban en la cabaña. Ya habían puesto una música suave y juguetona, y Erica y Viviana bailaban juntas, muertas de risa, a veces dándose ligeros besos de labio. Cuando vieron llegar a Sandra, la instaron a reunirse con ellas… al cabo de varios instantes, Sandra fue con ellas y danzaron un rato… les costó pero al fin consiguieron besarla, a veces dándose calientes besos triples, ante la extasiada mirada de sus hombres.

Efraín destapó varias botellas y dio inicio la distribución de tragos. Erica y Viviana no perdieron tiempo de insistirle a Sandra que bebiera suficiente. Luego de dos vasos de whisky diluido en soda, Sandra dio poca importancia al papelito con el número 3 que le dieron. Entendió lo que sucedía cuando Erica llegó con una canastita con tres papelitos doblados, para que los hombres escogieran.

-Me tocó el uno –dijo Efraín, y Viviana sonriendo, fue a abrazarlo, ella era el número uno.

-A mí el dos –dijo Walter, y el número dos era Erica, que se apoderó de él sin chistar.

-Yo tengo el tres –anunció Gerardo, muy sonriente, le había tocado Sandra.

Gerardo se reunió con ella, frente al equipo de sonido, para bailar un rato con Sandra, sabía que tenía que llevarla con calma, mientras tanto, Walter ya estaba sentado en un sillón y Erica comenzaba a chuparle el pene y otro tanto hacía Viviana con Efraín, de pie y arrodillada aquella. Ese show calentó demasiado a Sandra, quien tomó valor para sonreír a Gerardo y rodearle su grueso cuello con sus esbeltos bracitos blancos y besarlo con inusitada pasión, como si fuera ella su prometida. Gerardo comenzó a acariciarla y manosearla, concentrándose más que todo en sus cinceladas posaderas. Sandra mugió a gusto y se apretujó contra el musculoso cuerpo del novio de su amiga. Los chupetones resonando por toda la cabaña la tenían a mil.

Gerardo desató el sostén de Sandra, sin hallar resistencia, y sujetándola de sus nalgas de estatua, la alzó en vilo para hundir su hambrienta cabeza entre los magníficos pechos de alabastro de aquella mujer. Sandra cerró sus ojos y se relamió los labios, jadeando de placer, sintiéndose demasiado mujer atrapada en esas varoniles zarpas.

Cuando Sandra invitó a Gerardo a tenderse sobre la mil veces usada alfombra, ella pudo ver a Erica, de espaldas a Walter, subiendo y bajando por la dura pija que Sandra ya había gozado en varias ocasiones. Los alocados aullidos de Erica solamente servían para excitar mucho más a Sandra. En el sofá, Efraín y Viviana follaban de lado, dándose calurosos besos de lengua y jadeando emocionados.

Estando Gerardo acostado en el piso, Sandra se desató la parte inferior de su bikini. Luego se hincó entre sus piernas para sacarle la calzoneta. La virilidad del coloso saltó a la vista, la más gruesa y venosa de las tres presentes. Sandra le quitó la calzoneta y sin pensarlo dos veces, antes de que su conciencia objetara algo, tomó esa torre de carne con su mano derecho, empezando a pajearla y casi al mismo tiempo le brindó sus lametones circulares en el ancho capullo, arrancando guturales gemidos a su amante de ébano.

El escándalo de Viviana y Erica tenía a Sandra casi demente, y poco a poco fue metiéndose ese tremendo gusano en la boca, devorando gustosa el hongo, succionándolo y disfrutando los temblores que causaba en su momentáneo marido. Por unos instantes, Sandra decidió degustar las enormes pelotas de Gerardo, quien jadeó agradecido… Sandra se las metía en la boca por turnos y finalmente volvió a comer verga, que ya lucía reluciente con su abundante saliva y líquidos preseminales.

Luego, Sandra apoyó su espléndido busto contra la entrepierna de Gerardo, y aprisionó el considerable cipote entre sus perfectos senos.

-¡Oh, sí! –exclamó él.

Sandra le sonrió y le lanzó un beso, y siguió moviéndose de atrás hacia delante, acariciando y estimulando el órgano viril de su amigo y amante. Gerardo le metió un dedo en la boca y ella lo chupó contenta.

Al cabo de un delicioso rato de pajazo ruso, Gerardo la tomó de sus finas muñecas y la invitó a sentarse sobre él. Sandra aferró la durísima pija de chocolate y la apuntó hacia su concha que rezumaba tibios jugos, frotándola contra sus labios, Sandra chilló fuera de control y empezó a dejarse caer sobre Gerardo, lentamente, enterrándose poco a poco aquél impresionante instrumento, que no era más largo que el de Walter, pero sí más grueso y duro… Sandra gemía, pero continuó su mágico descenso hasta que su blanco vientre se apoyó sobre el velludo y oscuro vientre de Gerardo. Sandra permaneció unos instantes así, mientras su interior se adaptaba a las dimensiones de su amante, ella jadeaba y se relamía, muy enrojecida su cara. Sandra empezó a cabalgarlo lentamente y por mucho que quiso evitarlo, de su garganta brotaron aullidos de lujuria irrefrenable. Su último pensamiento consciente fue proponerle a Viviana que cambiaran de novio… Sandra gruñó y lloriqueo sin tapujos, solo existía ella montando esa tercera pierna de Gerardo, y las manos de éste, temblorosas, recorriendo el maravilloso físico de su alabastrina amante, en especial, sus bamboleantes pechos…

Un afilado estilete se restregó contra el bello rostro de Sandra, y ella, fuera de sí, solo alcanzó a separar sus sensuales labios y dar cabida en su boca a ese bienvenido intruso. De soslayo alcanzó a ver a Erica y Viviana chupando el miembro de un extasiado Walter… Efraín la tomó del cabello y Sandra se las arregló para cabalgar a Gerardo mientras se la chupaba de nuevo a Efraín, amortiguados sus alaridos por la carne de éste.

Efraín liberó su polla de las fauces de Sandra y se inclinó para besarla. Luego la separó de Gerardo, dejándola a cuatro patas. Sandra volvió a comerse el pene de Gerardo mientras saboreaba el divino instante en que Efraín se hincó tras ella y aferrándose de sus nalgas, la penetraba. Sandra comprendió entonces, lo gratificante y celestial que era para una mujer, ser poseída y gozada por dos hombres.

Mientras tanto, Walter se había tendido cerca de ellos, boca arriba, y Viviana lo cabalgaba como posesa, mientras Erica frotaba su ansioso sexo contra la cara de aquél y las dos emocionadísimas chicas ahogaban sus gemidos con ardientes besos entre ellas. Walter no se daba abasto para manosear los sudorosos y encantadores cuerpos de aquellas beldades.

En tanto, Sandra mugía como una auténtica hembra en celo cuando su garganta fue anegada por la cálida leche que Gerardo le brindó, la que rezumó por las comisuras de sus labios, deslizándose por la superficie de la erección que ella cenaba muy a su gusto. Mientras su aviesa lengua se esforzaba en no dejar rastros de semen en el pene y vientre de Gerardo, Efraín no dudó en quemarle su interior con una poderosa descarga, lo que desencadenó un sísmico orgasmo en Sandra.

Efraín y Gerardo se tendieron a ambos lados de la satisfecha Sandra, manoseándole cada curva de su cuerpazo y diciéndole lo excelente mujer que era. Tras ellos, Erica recibió la lefa candente de Walter en su boca, y luego trasladó lo que pudo directamente a la boca de Viviana, quien gateó en busca de Sandra, y las dos se besaron y esta última pudo beber un poco del semen de Walter.

4

Después de lo ocurrido, ninguno de los seis amigos se tomó la molestia de vestirse, la noche era calurosa, así que andar desnudo era lo más cómodo, y ya todos habían hecho de todo con todos, así que ya se tenían toda la confianza que podía tenerse.

Los seis comieron sentados sobre la alfombra, desnudos, Sandra apretujada con Walter, y las demás chicas con sus parejas. El momento fue especial; años después, Sandra recordaría que fue casi el único rato en que no estuvo rodeada de gente hipócrita… todos se estaban mostrando tal y como eran.

-Vaya que eres escandalosa, Sandrita –dijo Viviana.

-Yo también armé un jaleo así la primera vez que me subí en Gerardo –intervino Erica.

-Esta es mi primera experiencia de sexo en grupo… -admitió Sandra, ya más relajada, reconfortada con el calor de Walter, que la abrazaba y la tocaba sin pudor alguno.

-De coger como conejos –aclaró Efraín, siempre audaz. Todos rieron, incluso Sandra, ya liberada totalmente.

-¿Qué se sintió recibir las atenciones de dos hombres, Sandra? –quiso saber Erica, con tono picaresco.

Sandra se ruborizó, y luego dijo: Me gustó mucho, se siente bien…

-Pero te falta lo más importante, Sandrita –dijo Viviana-, que te la metan al mismo tiempo…

-Doble penetración… -aclaró Erica.

-¿Cómo? –se sobresaltó Sandra, no sin dejar de calentarse- ¿Ustedes ya lo han hecho?

Erica y Viviana se intercambiaron miradas cómplices. Sandra se impresionó mucho, pero pensó que no debía sorprenderle tal cosa, después de la avalancha de secretos que iba descubriendo de sus dos compañeras de trabajo.

-Es algo riquísimo, Sandra, ya tendrás chance de sentirlo… -le dijo Viviana, acurrucándose en su fornido prometido.

Más tarde, las chicas decidieron complacer una pequeña fantasía a cada uno de los hombres que las acompañaban. Primero a Efraín, le comieron la verga entre las tres, disputándosela con sus ávidas boquitas, succionándolo por turnos, chupándole los testículos… Efraín descargó su semen sobre el rostro de Sandra y las otras dos lo lamieron… luego siguió Walter, que eyaculó sobre Viviana y terminaron con Gerardo, quien volvió a bendecir a Sandra, embadurnando sus bellos pechos con semen, haciendo que Erica y Viviana se los lamieran y chuparan para limpiarlos.

Poco después, las chicas se colocaron sobre la alfombra, en cuatro patas. Esta vez, Efraín decidió gozar a Sandra, mientras que Walter se arrodilló tras la caliente Viviana y Gerardo se aprestaba para usar a Erica. Efraín comenzó a lamer el ano de Sandra, quien se estremeció jubilosa. Gerardo empleó un lubricante en el culo de Erica y al rato la aferraba de sus dorados glúteos, empujándole la verga en el recto, arrancándole lastimeros chillidos. Walter penetró sin mucha resistencia el dilatado ano de Viviana, pero la longitud de su cipote le permitió alcanzar simas a las que Gerardo no había llegado, lo que provocó en la belleza de canela violentas oleadas de inesperado placer.

Cuando Efraín vio desaparecer su lanza en el apretado asterisco de Sandra, las tres chicas se quejaban escandalosamente, sus manos se entrelazaron, pues estaban cercas. Las tres sudaban y disfrutaban ser enculadas al unísono, sus sodomitas gruñían satisfechos tras ellas, poseyendo aquellos redondos y celestiales traseros.

-¡Más duro, por favor! –rogó Sandra, y Efraín no se hizo esperar. Sandra comenzó a gritar como si la estuvieran exorcizando, y es que la derretía la sensación que de sus nalgas emanaba cuando chocaba la carne de Efraín contra la suya.

Las chicas apoyaban sus atribulados rostros sobre la alfombra, a veces mirándose, encantándoles esa manera de gozar juntas. Erica era la que estaba en mayores problemas, con ese robusto pene atragantado en su tenso culito. Sandra pensó que tarde o temprano le iba a tocar comérselo por detrás y casi se desmaya al experimentar su orgasmo, mientras Efraín la sujetaba de su esbelta cintura y la quemaba con su semen muy adentro de ella.

Segundos después, las chicas estaban derrotadas, con sus culos parados y dilatados, rezumando semen caliente. Se turnaron para lamerse sus culos entre ellas. Sandra se sorprendió de ver cuán dilatado estaba el ano de Erica.

Más tarde, cada pareja fue a su habitación. Walter y Sandra se echaron varios polvos durante la noche. Walter le confesó lo mucho que le excitaba esta situación, también que lo calentaba demasiado viéndola comportarse como una puta complaciendo a otros hombres. Amanecieron abrazados.

Continuará…

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