miprimita.com

Las Vacaciones de Sandra (2)

en Orgías

Las Vacaciones de Sandra,

Parte 2

Kleizer

1

A la mañana siguiente, las tres chicas se daban un chapuzón matutino en las aguas caribeñas, mientras los hombres fumaban, se tomaban un ron y comentaban sus asuntos.

-Te ves distinta esta mañana, Sandrita –le dijo Viviana, pringándola con agua salada.

-¿No que muy mojigata la Sandrita? –se burlaba Erica también.

Sandra solamente se reía y les arrojaba agua a su vez. Su talante había mejorado bastante, ya no se le veía pensativa ni recelosa, sus mejillas estaban enrojecidas, llevas de vida nuevamente, y ahora mantenía una permanente y desvergonzada sonrisa.

Salieron del agua. Sandra llevaba puesto un traje de baño de dos piezas, color negro, muy atrevido, que se lo había prestado Erica, quien encontró los jirones del bikini de Sandra esa misma mañana. Viviana y Erica escucharon con sumo interés todos los detalles que Sandra quiso brindarles sobre lo sucedido entre ella y Walter la noche anterior.

Se sentaron sobre sus toallas, en la arena, oyendo a Sandra. Ninguna dejaba de reírse, las tres estaban muy contentas. Sandra les agradeció haberlas convencido de acompañarlas en ese viaje, pues gracias a ello pudo conocer a Walter.

Más tarde, Viviana fue a dar una vuelta con Gerardo, dejando solas a Erica y a Sandra.

-Me debes una, entonces, Sandrita –dijo Erica, con un tono picaresco que no dejó de inquietar a Sandra, que ahora se ruborizaba.

-¿A qué te refieres con eso? –quiso saber.

Erica se encogió de hombros y dijo, antes de levantarse:

-No lo sé, tal vez tenga algo que ver con lo que te confesé ayer –y se marchó, para reunirse con Efraín, quien parecía muy satisfecho esa mañana. Por un momento, Sandra imaginó lo que sería chupar una polla junto a sus dos amigas, y un extraño y repentino calor lujurioso se apoderó de ella… por unos pocos instantes.

2

Gerardo y Viviana fueron a conocer y tomar fotos de unos arrecifes coralinos, junto a un grupo de turistas de varias nacionalidades. Erica y Efraín fueron a la ciudad, a pasear. Sandra y Walter quedaron solos en el chalé.

-Ven, amor –la invitó él, sujetándola de la mano. Sandra se estremeció y se ruborizó cuando Walter la llamó así. Sandra no se resistió y fue llevada al mismo sofá sobre el cual comenzara su mágico e impetuoso idilio.

Sandra y Walter comenzaron a besarse apasionadamente. Sandra no puso –ni deseaba- impedimentos a las atrevidas y ávidas caricias de su novio, a quien le gustaba mucho manosearle sus divinos muslos y sus firmes y sinuosos glúteos. Sandra se deshizo de su diminuto traje de baño, quedando desnuda y a merced de su hambriento amante.

Walter se tendió en el sofá, y le indicó a Sandra hacer lo mismo, pero a la inversa. Sandra nunca había hecho un 69 pero de inmediato se colocó como Walter se lo pedía y sin más, empezó a mamarle el grueso órgano. Walter le aferró las nalgas y dio buena cuenta del anegado sexo de esa maravillosa hembra.

El sol matutino caía a través de los ventanales e iluminaba a la pareja, entregada en darse placer mutuamente. Los dedos de Walter seguían escrutando el apretado ano de Sandra, quien ya se había acostumbrado a ese tipo de caricias. Sandra a su vez, ya casi podía tragarse un poco más de la mitad de ese exquisito miembro y cada vez intentaba engullir más y más, en esa posición, su barbilla casi rozaba el vello púbico de Walter.

Poco después, Sandra yacía sobre cuatro patas, en medio de la sala, lloriqueando escandalosamente mientras Walter le comía el ano, ensalivándolo y preparándola para una muy merecida sodomía. Sandra le había contado durante la madrugada, su insatisfactoria y breve vida sexual con Saúl, y de la única vez que intentó penetrarla por detrás y de cómo lo hizo de manera muy brusca y dolorosa, por lo que Sandra se rehusó a seguir y quedó prejuiciada contra el sexo anal… pero en manos de Walter todo era diferente… y ahora su hábil boca le hacía maravillas y le causaba oleadas de inimaginable placer… si Walter se lo pidiera, así de excitada como la tenía, se la chuparía a todo un regimiento… y Sandra casi tiene un orgasmo pensando en cosas así… imaginándose rodeada de órganos masculinos enhiestos, turnándose para succionarlos uno tras otro… o para meterse varios a la boca…

Walter se arrodilló tras ella y con cuidado, presionó su verga contra el cálido recto de Sandra, quien se estremeció al sentir la no tan lenta entrada de su amante. Sandra gimió, de placer, y le gustó mucho la sensación que desde sus nalgas le recorría el cuerpo entero, cuando la carne de Walter chocaba contra la suya, cada vez más rápido.

-Qué culito más rico, princesa –susurró Walter, extasiado, sodomizando a aquella musa.

-Que bueno que te guste, papi, porque es todo tuyo… -logró articular Sandra, en medio de sus gemidos y lloriqueos, sus uñas clavadas y casi desgarrando la alfombra que aún olía a sexo de la noche anterior, que para ellos dos, nada tuvo de gélida o tenebrosa.

Walter sujetaba los dos redondos y blanquecinos glúteos de Sandra, penetrándola cada vez más profunda y rápidamente, su recto se adaptaba al pene de Walter, como si hubiera estado diseñado para recibirlo, y así, Sandra chillaba enloquecida, casi en un estado alterado de conciencia, aunque nada que ver con santidades… Walter se inclinó para travesearle su húmeda y palpitante vagina, y Sandra casi desfallece… los dos se corrieron casi al mismo tiempo… Sandra derramó lo suyo sobre la mano de Walter y sobre la alfombra, y Walter quemó sus entrañas, eyaculando en el fondo de su ser.

Permanecieron desnudos, abrazados y sudorosos, de nueva cuenta en el sofá, besándose ansiosamente como dos noviecitos de secundaria. El culo de Sandra aún vibraba después de aquella impactante sodomía. Al poco rato, el cipote de Walter estuvo en forma y acostó a Sandra sobre el sofá, apoyando sus dos largas y divinas piernas, blancas como la nieve, sobre sus curtidos hombros, y la penetró… Sandra sonrió al sentir una vez más la espada de su amanta desgarrando sus carnes, matándola con su calor y con el placer desmesurado que le proporcionaba… Walter comenzó a follarla cada vez más rápido, sus manos entrelazadas, mirándose y sonriéndose… Walter consiguió inclinarse, a pesar de las piernas de Sandra, hasta ella y besarla… y de nuevo, acabó dentro de ella, más tarde la ayudó a venirse con su boca, y Walter saboreó los salados jugos de Sandra.

Al cabo de unos minutos, se pusieron sus trajes de baño y decidieron ir a bañarse. Pero Sandra se duchó con agua dulce primero, porque le ardía el cuerpo…

3

Como a las dos de la tarde, los seis amigos almorzaban y departían en una mesa circular, sobre la plataforma de madera anexa a la lujosa villa. Viviana junto a Gerardo, Erica junto a Efraín y la sonriente Sandra junto a Walter, estos últimos dos se veían más cansados. Las chicas únicamente vestían sus minúsculos trajes de baño.

-Ustedes dos deberían calmarse más, de lo contrario no van a tener energías para el resto de la semana –dijo Efraín a Walter, en tono bromista, antes de tomar un trago de ron.

Walter se rió un poco, Sandra también aunque no pudo evitar ruborizarse. Erica se carcajeó.

-Comprende a Walter, Efraín –intervino Gerardo-, con esa mujer que tiene a su lado, habría que ser de madera para uno poder refrenarse…

Sandra sonrió, más ruborizada aún. Los demás se rieron, y Viviana dio un suave codazo al costado de su prometido. El alcohol comenzaba a hacer sentir sus efectos en todos ellos. A Sandra le sorprendía la manera tan liberal en que Erica besaba a Efraín, así como los cariños que Viviana y Gerardo se convidaban. A su vez, Walter ya tocaba las piernas de Sandra debajo de la mesa… y esta, para su mayor asombro, no oponía la menor resistencia, pues iba calentándose sin poder controlarlo.

-Erica recién me contaba lo mucho que le gusta estar con dos hombres al mismo tiempo… -dijo entonces, Efraín. Erica respingó por un instante, pero luego se rió.

-Oye, no se supone que digas esas cosas frente a los demás, cosito –replicó ella, por primera vez en ese viaje, algo sonrojada.

-Vamos, tesoro, estamos en medio de gente adulta, no hay niños por aquí, vinimos a relajarnos, a olvidarnos de la rutina –dijo Efraín.

-Bien dicho –lo apoyó Gerardo.

-Creo que los hombres somos más honestos cuando confesamos que nos gustaría estar con dos chicas al mismo tiempo, las mujeres casi no lo admiten… -siguió diciendo Efraín.

-Yo sí te lo dije, amor –dijo Erica, y lo besó-. Además, los tríos de dos chicas y un hombre duran muy poquito… los hombres no aguantan, mientras que dos tipos sí que pueden estar por un buen rato dándole a una mujer –continuó su desvergonzada disertación. Erica y Viviana chocaron palmas y se rieron.

Walter estaba tranquilo, no así Sandra, que estaba sonrojada, tratando de parecer conforme con la situación.

-¿Y cuántos de esos has tenido? –quiso saber Gerardo, pero por el tono de su voz, a Sandra le pareció que era algo que ya sabía.

-¿No te pondrás celoso, cosito? –le preguntó Erica a Efraín.

-Más celosa te pondrás tú, ricura, si supieras de mis maldades… -respondió él, y todos rieron, excepto Sandra, muy ruborizada, que fingió una risita.

-Bueno, tuve un novio que compartía apartamento con un amigo, eso fue en la universidad… casi siempre íbamos a hacer el amor a su cuarto, y fue cuestión de tiempo que su amigo se nos metiera, y fue algo como de tres meses que al menos una vez por semana me tocaba atender a dos tipos… -confesó Erica, no sin denotar orgullo en esas palabras.

-Cómo te envidio, Erica –dijo Viviana, risueña.

-Tú no necesitas eso, bebita, tu negro vale por dos –replicó Gerardo, fingiendo sentirse agraviado. Erica, Efraín y Walter reían tranquilamente. Sandra empezaba a calentarse, y se decía que estaba entre amigas y entre gente adulta, como Efraín lo había recalcado, además… la última vez que se dejó llevar por Erica y Viviana logró conocer a Walter… podía confiar en ellas por segunda vez…

-De todos modos, los mejores tríos son los de tres chicas, ¿qué opinas de eso, Sandrita? –le preguntó Erica. La aludida se puso roja como tomate ante esta inesperada intervención.

A ninguno de los tres hombres allí reunidos les pasó desapercibido la dureza de los pezones de sus acompañantes, y ya las tocaban sin pudor, Viviana y Erica se habían tomado varios trago; Sandra era la que menos había bebido, aún así, le faltaba poco para perder el control, pues las manos de Walter la volvían loca.

-A ver, tengo aquí una botella de Jack Daniels, Gerardo, te la apuesto a que si tu novia te hace acabar más rápido, te la quedas, si mi Erica me hace acabar a mí antes, me la quedo yo… -propuso Efraín, audazmente.

Erica y Viviana pusieron cara de fingido atrevimiento, luego rompieron en risillas.

-¿Le entran ustedes? –les preguntó Gerardo a Sandra y a Walter. A Sandra le iba pareciendo que todo aquello era orquestado.

Walter le susurró algo en el oído a Sandra, y ella sonrió, decidió dejarse llevar y disfrutar el momento, al fin y al cabo su madre no estaba por ningún lado.

Las parejas se dirigieron a la sala, pues fuera de la terraza, a veces pasaban turistas, y no deseaban fotografías indiscretas. Sandra iba muy ruborizada, y Walter la animaba con caricias y palabras. Erica y Viviana no dejaban de ver de reojo a su amiga, a quien iban iniciando en el sexo liberal. Tampoco Efraín y Gerardo le quitaban ojo de encima a la escultural Sandra.

Gerardo y Viviana acercaron un sillón; mientras que Efraín trajo una silla de las de la terraza.

-Vamos, sabemos que el sofá es especial para ustedes –les dijo Erica, invitándolos a acomodarse en dicho mueble. Sandra parecía acabársele la sangre de tantos rubores, pero el calor en su sexo, el acelerado pulso, pudo más y finalmente las tres preciosas y curvilíneas chicas estaban de rodillas frente a sus hombres.

Casi simultáneamente, ellas liberaron los duros miembros de sus parejas. De alguna manera, todas se las arreglaron para ver de soslayo el instrumento de los demás, especialmente el de Walter, puesto que Erica y Viviana ya conocían las vergas de Efraín y de Gerardo, claro está.

Al sostener el sólido estilete de su amante en sus manos, la vergüenza de Sandra fue desvaneciéndose, y murió en su totalidad cuando su lengua aterciopelada empezó a trazar raudos círculos sobre el hinchado hongo de Walter. Erica y Vivian no comenzaron su faena sin ver cómo su amiga iba engullendo la verga de Walter. Luego, las tres chicas estaban dedicadas en cuerpo y alma tragando las pijas de sus excitadas parejas.

Erica, Sandra y Viviana mugían encantadas… la sala del chalé resonaba con chupetones y succiones salivosas, así como de los gemidos de los afortunados hombres que recibían esas espectaculares mamadas. Efraín y Gerardo, en la medida que podían, observaban la dedicación de Sandra, que acariciaba los testículos de Walter y gustaba de tragar mucha verga, para luego sacársela de la boca, rezumando abundante saliva como si fuera un grifo, para lamer y besar el glande.

Al parecer, por el hecho de estar las otras dos parejas pendientes de Walter y Sandra, fue que aquél de repente cruzó la bella cara de la auxiliar jurídico con furiosos chorros de lefa… Sandra, fuera de sí, con sus ojos cerrados, limpió con su lengua el órgano de su hombre… y Walter embadurnó su pene con el semen que se deslizaba por el rostro de Sandra para que ella lo consumiera, como si fuera una película para adultos, en un acto tan cochino como excitante, ni la misma Sandra podría creer lo que fue capaz de hacer cuando pensara después en lo sucedido… la misión en ese momento era dar todo el placer oral del que fuera capaz, misión que llevó a cabo superando las expectativas de todos los presentes… que la veían relamiéndose el tibio semen del afortunado Walter. Erica y Viviana se calentaron de sobremanera al atestiguar aquella concupiscente escena…

-Parece que tu chica es la mejor mamadora de este salón –dijo Gerardo. Sandra se relamía y sonrió, orgullosa de su faena, con la misma expresión con que Erica había narrado sus lujuriosas experiencias algunos minutos antes.

-Nosotros necesitaremos ayuda, al parecer… -dijo Efraín, y como si estuviera ensayado, Erica se dio la vuelta y gateó hacia Gerardo, mientras que Viviana hizo otro tanto, gateando hacia Efraín…

Es indescriptible la manera tan violenta en que Sandra se excitó al ver aquello. Ella nunca lo olvidaría… cuando la negra y robusta polla de Gerardo desapareció en las fauces de la rubia Erica, así como el momento en que los gruesos y sensuales labios de Viviana comenzaron a rozar el trémulo pincho de Efraín… Sandra se sintió cambiar, sus dos amigas le arrancaron algo de su inocencia que nunca iba a recobrar… y Sandra se calentó como la peor puta, sin dejar de pajear la semi fláccida virilidad de Walter, que también observaba el espectáculo.

La lujuria que se apoderó de Sandra, el calor infernal que invadió su cuerpo, fue algo inefable… cuando vio el semen de aquellos hombres escurriéndose entre los labios de sus amigas… Sandra tuvo hambre de sexo.

Erica y Viviana fueron al encuentro el uno de la otra, para darse un obsceno beso, mezclando el semen de sus amantes… e invitaron a Sandra con la mirada, quien sin pedir permiso a Walter, gateó hacia ellas y se fundieron en un triple beso, y Sandra paladeó las bocas de sus dos amigas junto al aún tibio semen de dos hombres más.

Pronto, Sandra yacía indefensa sobre la alfombra, testigo mudo de este bacanal, y Erica había hundido su bella cara entre las níveas piernas de su amiga, mientras que Viviana la besaba con lésbico ardor y las dos le acariciaban los pechos… Sandra estaba demasiado caliente para oponerse, y gemía y mugía junto a ellas, y al poco rato, cuando tuvo confianza, empezó a acariciar los fantásticos cuerpazos de sus colegas.

Mientras tanto, los tres hombres se pajeaban y contemplaban en silencio la maravillosa escena que se desarrollaba frente a ellos… tres hermosas diosas entregadas a la total lujuria. Un ángel rubio, una diablesa de ébano y una princesa de piel blanca como la leche… ellas tres temblando y jadeando de pecaminoso placer.

Erica le metió dos delgados dedos en el trasero a Sandra, que se estremeció, sin dejar de hurgar con su sedosa lengua las interioridades de la dulce vagina de Sandra. Viviana continuaba besándola, chupándose sus lenguas por turnos, y le decía a Sandra lo puta que realmente era.

Antes de que Sandra lograra correrse, Viviana se montó sobre ella, apoyando su concha contra la de Sandra, y empezó a cabalgarla despacio, frotando sus sexos… Sandra cerró sus ojos y su último pensamiento lúcido por ese rato fue preguntarse cuántas clases de sabroso placer existirían en el mundo… ahora fue el turno de Erica para besarla… Viviana gemía como posesa, y los aullidos de Sandra se veían amortiguados por los apasionados besos de la esbelta Erica.

Sin pedirle permiso, Erica se subió a horcajadas sobre Sandra y ésta, de inmediato, empezó a comerse la primer raja de su vida… las tres chicas aullaban de lujuria, con sus ojos cerrados… y Erica y Viviana se daban alocados besos de lengua mientras gozaban encima de Sandra, quien se corrió primero, escandalosamente, luego la siguió Viviana, cuyo néctar se fundió con el de Sandra… a Erica tuvieron que lamerle el coño entre las dos para que consiguiera correrse, no menos silenciosa que Sandra.

Mientras tanto, los tres hombres ya estaban duros como piedras de nuevo, y esta vez, Walter tuvo dos sedosas lenguas deslizándose sobre su agradecida palanca… Viviana y Erica se la chupaban frenéticamente, besándose a veces, cubriendo su glande con las dos aviesas boquitas hasta hacerlo vomitar una vez más, su blanco y cálido elixir, que las dos chicas saborearon…

En tanto, Sandra, muy caliente, hincada entre Gerardo y Efraín, les sujetaba las duras y gruesas pollas, y chupó primero la del gigante negro, para luego dirigirse a la de Efraín… los sabores de los dos le gustaron, y no dejaba de pajearlos con sus manos, Sandra mugía, excitadísima, comiéndose esos manjares… hasta que se le ocurrió meterse –en la medida de lo posible- los dos capullos en la boca… esa escena, junto a los gemidos de Sandra… hizo que Gerardo y Efraín eyacularan fuertemente en el escultural rostro de Sandra y sobre sus perfectos pechos de escultura griega.

Eran las dos de la tarde y las chicas fueron a ducharse, dejando tras ellas a tres exhaustos pero satisfechos hombres.

Continuará….

Mas de Kleizer

Maya y Narcisa.

Liz, la Motosierra (no deja palo parado)

La Zorra 2

Marijke y los Sátiros. El costo del peaje (1/2)

Un trío el sábado por la noche.

Irene 2

La zorra

Julia, Diplomática Ardiente

Camino a las nuevas vacaciones de Sandra :) (3/6)

Camino a las nuevas vacaciones de Sandra :) (2/6)

Camino a las nuevas vacaciones de Sandra :) (1/6)

Navidad con magdalena

Magdalena, su padre y los demás. Parte 6.

Magdalena, su padre y los demás. Parte 5.

Mayra: especial día de brujas

Magdalena, su padre y los demás. Parte 4.

Magdalena, su padre y los demás. Parte 3

Samara 12

Mayra: Episodio Cinco

Voluntaria en el Asilo de Vagabundos

Mayra: Episodio Cuatro

Mayra: Episodio Tres

Mayra: Episodio Dos

Mayra

Samara 11

Samara 10

Samara 9

Magdalena, su Padre y los demás. Parte 2

Magdalena, su padre y los demás. Parte 1

Magdalena, su Padre y los demás. Prólogo

Las Vacaciones de Sandra, última parte

Las Vacaciones de Sandra (3)

Las Vacaciones de Sandra (4)

Las Vacaciones de Sandra

Julia, Embajadora del Sexo

Excavando a la Arqueóloga

Historia de una Monja

Samara (8)

Samara (7)

Chúpamela en todos los idiomas que sabes, perra 3

Soy la puta de mi abuelo (7.1)

Samara (6)

Samara (5)

Chúpamela en todos los idiomas que sabes, perra 2

Samara (4)

Samara (3)

Yessenia

Samara (2)

Samara

Chúpamela en todos los idiomas que sabes, perra

Soy la puta de mi abuelo (6)

Horas Extra Cero: Desfloración

Horas Extra Cero: Eleanor Rising

Soy la puta de mi abuelo (5)

La Torre de la Hechicería 3: El Angel Mancillado

Soy la puta de mi abuelo (4)

Soy la puta de mi abuelo (3)

Soy la puta de mi abuelo (2)

La Torre de la Hechicería 2: Los Anillos Mágicos

La Torre de la Hechicería 1: El Obsequio del Gnomo

Latvia y los 5 Enanos

Horas Extra (5: Un Tren de Regalo)

Relato de Terror: Proserpina

NOIR: Historias Inéditas

Soy la puta de mi abuelo

En las montañas de la lujuria (3)

Horas Extra (4.5: Interludio #1)

El Pasajero

Horas Extra (4: Soy una ninfómana... ¿y qué?)

Esclavizada (2)

Horas Extra (3: Sexo en Exceso)

Desde Alemania, con amor...

Slam Dunk... con Irene

Horas Extra (2: Almorzando carne... por el culo)

Vanessa

Horas Extra

Esclavizada (1)

En las montañas de la lujuria (2)

En las montañas de la lujuria (1)

Emboscando a Daniela