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Orgía en la calita (1: la pregunta de Natalia)

en Grandes Series

La Cala Blanca es un caprichoso desprendimiento en un acantilado costero de más de cien metros de altura a donde sólo se puede llegar por mar. Es una playa de apenas veinte metros de ancho por diez de fondo en forma ovalada protegida por la propia montaña que, como si fueran dos brazos, crea a su alrededor dos pequeñas escolleras que la protegen del viento. De manera que, en la cala, nunca hay oleaje y, en verano, el agua tiene una estupenda temperatura tanto de día como de noche.

Habíamos quedado con nuestros amigos en una población costera cercana la tarde del viernes para pasar en la cala el fin de semana. Mi mujer y yo conocíamos el lugar pero ninguna de las otras tres parejas que venían habían oído hablar de él. Así que embarcamos y, tras unos veinte minutos de singladura, la quilla de mi bote se clavaba por fin en la fina arena de la playa de Cala Blanca.

Nuestros amigos aún alucinaban con el lugar mientras montábamos las tiendas y el toldo que cubriría la "zona de estar" durante el día. Después de acomodarlo todo y de cenar llegó el momento de empezar con las copitas. Yo, Pepe, estaba sentado como si presidiera la mesa desde su extremo más cercano a las tiendas y, por mi derecha, estaban sentadas Natalia, que es mi mujer, Lucía y Estrella. Al fondo de la mesa estaba Toño, el novio de Estrella, que andaba entretenido haciendo labores con el tabaco y otras sustancias y, desde él hasta mí viniendo por mi izquierda, estaban sentados Jorge, que es el marido de Lucía, y Nacho y Aurora, que también son pareja.

Mi mujer, Natalia, acababa de proponer jugar a las preguntas para pasar un rato divertido. Es como si sólo jugáramos al "verdad" del conocido juego "verdad, atrevimiento o beso" que todos conocemos. Teníamos costumbre de jugar a alguna cosa de estas cada vez que nos juntábamos para pasar un fin de semana juntos y, en muchas ocasiones, se solía empezar con preguntas tontas para terminar, como pasa en toda reunión de amigos, con las preguntas más íntimas y/o morbosas que a alguien se le puedan ocurrir. Y, a cuenta de esto que os digo del morbo, Lucía y Natalia comenzaron a hablar.

-Te recuerdo Natalia –comenzó a decir Lucía –que la última vez que jugamos a las preguntas terminaste paseándote por mi casa en ropa interior-.

-Lo recuerdo perfectamente –respondió mi mujer –Pero aquella noche fue aquella noche y hoy es hoy ¿Por qué me lo recuerdas?-

-¿Eh? Ah! ¡No!... Por nada… Es solo que me ha venido a la cabeza esa imagen al pensar en jugar… -.

-Y, claro,… seguramente también te habrás acordado de lo que hicisteis después, cuando nosotros nos fuimos ¿No?… -

La sonrisa con que Natalia miró a Lucía desveló que aquellas palabras encerraban una historia con miga y propició la predisposición de todo el grupo a comenzar el juego haciendo preguntas de carácter morboso. Nacho y Aurora no habían estado esa noche en casa con los demás y, tal vez, quisieran conocer la historia completa pero es que, además, Toño y Estrella tampoco sabían qué había pasado después de que nos marcháramos de casa de Lucía y Jorge. Había un par de temas sobre la mesa y todos teníamos ganas de jugar. La primera pregunta fue para Natalia, mi mujer.

-¿Qué pasó para que te quedaras en ropa interior? –Comenzó a decir Aurora –Y me refiero a todo. Tanto a lo que pensabas como a lo que fuiste haciendo -.

-¡Joder! –Pensé –las preguntas comienzan fuertecitas… -.

-Pues, es una historia muy larga. A ver si soy capaz de sintetizarla –respondió.

-Pues no sintetices mucho, que quiero pelos y señales – Nos echamos a reír con la impaciencia de Aurora y Natalia comenzó a construir mentalmente las primeras frases de la historia que iba a relatar a continuación.

-Esa noche, como ahora, jugamos también a las preguntas y me tocó contar una experiencia sexual de las muchas que viví en mis años universitarios. ¡Y no me preguntes por la historia porque eso sería otra pregunta diferente! Bueno pues, resumiendo, Recordar y contar además aquella historia en voz alta me puso a tono y, desde ese momento, tenía un calentoncillo en el cuerpo que me estaba poniendo mala…

En una de esas, mientras seguíamos con el juego, me fui a la cocina con Lucía y le conté lo del calentón que llevaba encima. Ella, que me conoce muy bien, se encargó de ir soltando darditos cuando volvimos a la mesa y, al final, me atreví a ser de nuevo la chica universitaria a la que le encantaba provocar de la manera más descarada. Total, estaba en confianza con dos parejas de amigos y me sentía cómoda… Además de caliente como una estufa.

No sabía qué hacer, pero tenía ganas de hacer algo. Contaba a favor con que Pepe y Lucía iban a recibir de buen grado que yo empezara a calentar el ambiente pero, a pesar de que dudaba mucho de que Jorge y Toño se escandalizaran, tanto ellos como Estrella eran mis únicos peros. Pero, entonces, Estrella dijo la frase clave y, con su "…en tus tiempos de universidad me habría gustado conocerte a ti…", dio pie a que terminara por desinhibirme.

Pusimos el "one more time" de la Britney y empecé a bailar en medio del salón con la copa en la mano. Lo hacía seductoramente, con movimientos suaves acompañados de miradas lascivas. Sin dejar de bailar me acerqué a la mesa, entre Toño y Estrella, y eché el cuerpo exageradamente hacia adelante para que, por mi escote, Jorge, que se quedaba enfrente mía, pudiera verme perfectamente el sujetador aliviando el efecto de la gravedad en las tetas. Luego, aprovechando un compás de la canción, me puse de cuclillas entre las sillas de Estrella y Toño y, sacando pecho para enseñar canalillo, les pedí que me encendieran un cigarro. Toño me seguía el escote con la mirada mientras que me iba incorporando y Estrella, tras encender el pitillo, me lo pasó guiñándome un ojo y sonriendo.

Si hubiera sido posible, os prometo que en ese momento me habría montado una orgía con todos. La manera en que me mirabais me puso a cien. Por eso di el siguiente paso cuando regresé al centro del salón a seguir bailando.

Mis movimientos fueron cambiando de intención y sumé a la seducción inicial una importante dosis de provocación. Llevé las manos a los botones de la blusa y la desabroché por completo. Puse el brazo izquierdo en cabestrillo por delante del pecho y, con la mano derecha, descubrí el hombro contrario. Y en el siguiente compás hice exactamente lo mismo pero a la inversa. Finalmente estiré los brazos llevando las manos más atrás de mi espalda y, con el pecho firme al frente, la blusa se fue deslizando hasta caer al suelo.

Os tenía a todos cautivados con mis tetas y, como afortunadamente reconozco que sé bailar, no me costó mucho moverlas rítmica y morbosamente para que no dejarais de mirarlas. Estaba de subidón, como en la universidad, y seguí bailando calculando lo que quedaba para terminar la canción y acabarla como yo quería mientras seguía disfrutando de ese momento de excitación.

En los últimos compases de la canción, y después de haberme acercado a la mesa para que todos me vierais de cerca, me puse de espaldas a todos y empecé a deslizar el elástico de la falda ibicenca que llevaba para que superara mis caderas. Y la dejé caer al suelo al final de la canción.

En mis tiempos universitarios me gustaba pasear en ropa interior por la residencia, pero no recuerdo una ocasión en la que estuviera tan húmeda como estaba en ese momento. Dejé la ropa tirada en el suelo y regresé a la mesa. Me senté y cogí mi copa, brindé, y fui sorteando miradas y comentarios hasta que, muy a mi pesar, la situación volvió a una temperatura suavemente templada. Yo aún seguía con el calentón pero, al parecer, aquel no iba a ser el momento de que pasara nada… Y eso es lo que pasó. El resto de la noche lo pasé en ropa interior a ver si eso subía la temperatura pero no hubo suerte. Parecía que el sexo que tuviéramos esa noche iba a ser en la intimidad de cada pareja. Y, nada, terminé por vestirme cuando comprobé que, aun manteniendo un nivel suficiente de morbo en la velada, no había indicios de que pudiera subir de ninguna manera -.

-Así que te quedaste con las ganas, ¿No? –preguntó Nacho.

-Meeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeec!!! Esa es otra pregunta y yo ya he contestado a la mía. Ahora le toca a Lucía -.

Natalia tenía razón y, a pesar de que su historia había planteado muchas preguntas, estábamos jugando y era una pregunta por persona. La noche ya había caído del todo sobre la playa y era el momento de ponerse otra copita y fumarse otro chirifú mientras pensábamos qué preguntarle a Lucía.

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