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La hermanastra y su amiga Claudia

en Bisexuales

- ¡Tía! Me da igual el cirio que se monte en casa, pero yo me caso con mi hermanastro.

- Ni siquiera sabe que te mola y ya estás diciendo que te casas con él. ¡Encima con él! Lo flipas, nena.

Semidesnudas, vestidas solamente con pequeños tangas, Sandra y Claudia habían quedado en casa de esta última para pasar una “tarde de chicas”.

Compañeras de carrera, eran estudiantes de cuarto de derecho, pasaban el día juntas. Ambas eran inteligentes y maduras y, además de entenderse a la perfección, compartían muchas aficiones similares de las que no se acostumbran a conocer en público: desinhibidas, bisexuales, aficionadas a los cigarritos de la risa y a otros placeres mundanos como el tipo de música y la bebida.

Tenían puesta en el youtube una lista de reproducción de temas de Michael Kiske y Amanda Somerville, un tipo de heavy melódico con voces singulares que es canela fina: Música atrevida que engancha hasta a quien más miedo diga que le tiene al Heavy metal. Era el momento café después de comer. Habían visto las noticias y, ahora, llegaba la ocasión de relajarse y de tener un rato de esparcimiento antes de ponerse con cualquier otra obligación que pudieran tener.

Tampoco las tenían. No eran fechas de exámenes, ni tenían ningún tipo de cita u obligación para esa tarde y, encima, era sábado. Era el día perfecto para hacerlo especial y para convertirlo en una “tarde de chicas”: las contadas ocasiones en las que decidían soltarse la melena a lo loco en el plano sexual.

- Es un tío legal -continuo diciendo Sandra-. Solo nos llevamos diez años. Yo puedo parecer muy joven ahora, pero no olvides que, antes, tendremos que pasar un noviazgo. Dentro de tres años, con veinticinco, ya no seré tan jovenzuela a ojos de mi madre y mi edad no diferirá tanto con los treinta y cinco que tendrá Óscar. Solo tenemos que empezar y poner la rueda en marcha...

- ¿Y cómo piensas hacerlo? Porque la rueda tiene muchas vueltas que dar... Que le moles, que os liéis, con todo lo que eso conlleva, y, encima, que funcione y salga como tú crees.

- Cada cosa a su debido momento. Lo primero es liarnos, que lo veo, del resto ya nos ocuparemos cuando toque...

Se habían desnudado después de comer y de recoger la mesa, antes de quitar la tele y poner la música. Habían dejado la ropa tirada encima de una silla del salón y, mientras Claudia preparaba el café, Sandra, sentada casi en medio de la chaise longue de cuatro plazas, estaba echada hacia delante liándose un cigarro aliñado sobre la amplia mesa de té.

Claudia vivía sola en el amplio y luminoso piso familiar. Sus padres pasaban todo el año en el cortijo que tenían en una pueblo cercano, y al que ella iba a pasar los veranos, y sus hermanos mayores estaban casados. Era la pequeña de una familia acomodada, a la que tenían por una inteligencia inocente, capaz de desenvolverse perfectamente y con un caracter encantador.

En realidad, era una versión mejorada de la Claudia de hacía dos años atrás. Después de recuperarse de un accidente de coche que casi le cuesta la vida, y que traía de fondo una historia de desamor con la que había sido su última pareja, había reordenado sus prioridades y su actitud ante la vida. La rehabilitación la animó a seguir haciendo deporte, gracias a ello había esculpido un cuerpo escultural de líneas y curvas perfectas que se repartían armoniosamente por su más de metro setenta de estatura. Con culo de gimnasio y pecho generoso, una 90D, tan firme como su vientre.

Entró al salón con una bandeja en las manos. La luz del sol que entraba por la cristalera de la terraza, que se quedaba detrás y a un lado de la Chaise longue, de frente a la puerta del salón, hizo brillar la bandeja y deslumbró a Sandra que, automáticamente, parpadeo y esperó a que el resplandor pasara para mirar hacia su punto de origen.

- ¡Deslumbras! -protestó.

- Ya, ya sé que estoy muy buena -respondió Claudia bromeando.

Tras dejar la bandeja sobre la mesa, Claudia se sentó en el extremo izquierdo del sofá y Sandra se apartó un poco, echándose hacia la derecha, el lugar en el que estaba la chaise longue. Se escoraron para quedar de escorzo la una a la otra, ni totalmente de frente ni tampoco de lado. Sandra encendió el canuto y Claudia sirvió los cafés. Se recostaron sobre el respaldo del sofá y solo se incorporaban si tenían que usar algo de la mesa: las tazas, el cenicero, el tabaco...

- Óscar sí que está bueno -continuó diciendo Sandra después de la primera calada.

- ¿Tienes por ahí la foto que me enseñaste el otro día?

Sandra se incorporó para coger su móvil, que estaba sobre la mesa, y buscó una foto concreta de su hermanastro: una de una reciente comida familiar que se habían echado los dos y en la que, ambos, salían de cuerpo entero y bastante guapos. Cuando la encontró, le pasó el teléfono a su amiga.

Óscar era un tío alto, medía cerca de metro noventa y estaba delgado. No era musculoso, ni era tampoco de gimnasios, salir a andar por épocas era lo más que hacía de ejercicio. A pesar de no ser del todo guapo era muy atractivo. Sus rasgos eran notables: nariz grande, orejas grandes, pero sus facciones en conjunto dibujaban unos rasgos de masculinidad que no pasaban por alto, y no por feos precisamente.

Claudia amplió la foto y la fue examinando con detenimiento.

- Y tiene pinta de saber follar...

- ¿A que sí?

Centrando en la pantalla la foto ampliada para examinar el paquete que pudiera haber en el pantalón de Óscar, Claudia asintió con varios movimientos de cabeza que acompañó con un sonido vocal.

- Le pega al porno por Internet, así que, aparte de lo que ya sepa, seguramente siga aprendiendo.

- No creo que lo use para aprender, precisamente -replicó Claudia-, sino para pegarse sus buenas pajas como hacen todos... Por cierto, ¿Y cómo sabes que le pega?

- Le vi el ordenador hace un par de semanas; El sábado de la boda de tu primo, que te dije que, como no ibas a estar, seguramente no saldría. Pues acabé saliendo... Quedé con Silvia y las niñas de penal. Me recogí temprano y, cuando me iba a ir a casa, me entraron unas ganas locas de mear. Ya me había ido del “Nirvana” y no era plan de volver a entrar de nuevo y aguantar una cola interminable para el baño. Un baño que, encima, está guarro de más. Y, al desear un váter limpio, me acordé de que Óscar vive allí al lado. Así que no me lo pensé dos veces y, como no era tarde, tiré para su casa dando por hecho que estaría despierto. Le mandé un whatsapp avisándole, subí, meé y ya, de paso, nos quedamos un rato de casquina. Aprovechando una vez que él fue al baño, fue cuando le miré el ordenador.

- ¿Y por qué te dio por ahí?

- Cuando me abrió la puerta vi que llevaba la camiseta puesta del revés y que, bajo el pantalón de deporte que llevaba, parecía no haber ropa interior que contuviera aquella evidente erección que manifestaba. Como si le hubiera pillado desnudo y se hubiera vestido corriendo porque iba yo. ¿Solo en casa y desnudo? Eso tiraba a porno por Internet. Y tenía el ordenador encendido. Había que comprobarlo...

- Y lo era...

- ¡Vaya si lo era!

Sandra vibró al recordar y, casi, revivir todas las emociones que recorrieron su piel aquella noche al imaginarse escenas sexuales con su hermanastro, inspiradas en las fotos y vídeos que Óscar tenía abiertos en diferentes pestañas de su navegador de Internet. En aquella ocasión se puso muy cachonda; Mientras se lo contaba a Claudia, empezó a sentirse sexualmente predispuesta a dejarse llevar y se acomodó. Se retrasó hasta su esquina del sofá, subió las piernas al sofá, estirando la izquierda y, con la derecha, flexionada con la rodilla hacia el techo y sostenida por el talón del pie, que se apoyaba en el cojín de la chaise longue.

- Me puse de un burro...

- ¿Por qué? ¿Qué viste?

- Varias fotos amateur de parejas y tríos. Y, entre ellas, había una que me inspiró particularmente porque el pavo que salía se parecía a Óscar en el tipo. Me imaginé con él follando así y... ¡Un disparate, nena!

En la cara se le veía toda la ilusión de una mujer enamorada, estaba pilladísima por su hermanastro y el sexo que fantaseaba iba mucho más allá de un capricho juvenil y pasajero. También se le vio la frustración justo cuando empezó a pensar en los contras de esa relación, en el cabreo que se podía generar en su particular familia.

-¡Pero...! -se lamentó.

- Los peros ya los hablaremos luego -trató de animarla Claudia-. Ahora seguimos en ese ordenador. ¿Solo mira fotos? ¿Ni vídeos, ni webcams online?

- Tenía abierta una ventana de chat en el irc hispano. Andaba por varios canales de fotos...

- ¿Qué nick usaba?

- No me fijé. ¿Por qué? ¿No estarías pensando en buscarle ahora? No creo que esté...

- Tampoco perdemos nada por probar... Anda, cuéntame más detalles mientras cojo el ordenador...

Claudia se levantó del sofá y se acercó a la mesa de comedor sobre la que estaba el portátil. Aprovechó para conectarlo con la tele grande y se lo llevó a la mesita. Abrió una nueva ventana de su navegador y accedió al chat en busca de un lugar por el que empezar a indagar.

- Del ordenador, poco más puedo decirte -empezó a contarle Sandra-. Me llamó la atención que le molara el sexo casero más que las actrices porno. Me pareció más morboso e, incluso, algo más personal, menos desvirtuado. Yo que sé... una sensación muy rara pero muy morbosa. Y la foto que me puso burra era de un tío que estaba de pie observando a una tía masturbarse y con un rabo enorme. Me imaginé así con Óscar y... ¡Pufff!

- ¿Cómo? ¿Simplemente exhibiéndote?

- No es simplemente exhibirse, tía... A los tíos les pone que seamos golfas y desinhibidas y, al imaginarme enseñándole todo el sexo que llevo dentro mientras que, a la vez, venían a mi mente escenas muy putas que disfrutaría con él, el darme cuenta de todo lo golfa que soy me puso muy perra. Una especie de excitante retroalimentación que, combinada con la polla de Óscar, ya tiene que ser la hostia.

- Vamos, que te pone que te vea...

- No, me pone ver lo perra que soy cuando me pongo perra para que me vea.

- ¿Qué le dejarías hacerte?

- ¡Todo!

-Tía, concreta un poco... Yo que sé... ¿Sexo anal?

- Sí...

- ¿En grupo?

- También, si verme así se la pone dura.

- ¿En público?

- ¡Uffff!

Sandra cerró por primera vez los ojos y se mordió el labio al imaginarse una escena de sexo en público para saber qué responder a la pregunta. Se imaginó en una playa nudista, comiéndole la polla a Óscar a la vista de cualquiera y se gustó ahí. No pudo evitar llevarse la mano al coño y posarla cobre la tela del tanga. La zona se estaba poniendo húmeda.

- Hace de ti la puta amateur más famosa de Internet... -Claudia apostó aún más alto.

De repente, en la imaginación de Sandra se dibujaron mil pollas pajeándose en mil ordenadores diferentes, viendo una de las mil fotos en las que posaría para Óscar haciendo cualquier cosa que él quisiese. Y volvió a gustarse ahí. Entonces, se quitó el tanga, se acomodó en el sofá, abriéndose de piernas lo que le pedía el cuerpo, volvió a cerrar los ojos y empezó a masturbarse.

- Cuéntame cómo lo hace -le respondió.

- Es un día como cualquier otro, de los que pasáis en su casa. Hace tiempo que os habéis ido conociendo sexualmente y, hasta el momento, compartís gustos y aficiones. El sexo ha comenzado de manera casual, como ocurre siempre. Os habéis empezado a comer la boca, os habéis desnudado, cualquier lugar es bueno... Y vais al despacho... Te sienta frente a la pantalla del ordenador y te enseña una selección de las fotos que te ha ido haciendo. Desnuda y sola en una playa, sentada con las piernas cruzadas por delante del cuerpo, sin dejar ver nada que sea sexo pero con sexo en la mirada, otra que te hizo y en la que estás de rodillas, desnuda y sentada sobre tus talones, y coronada por cinco pollones negros que te rodean la cabeza... Escenas diversas de sexo con él, de sexo con él y más gente... Decenas de fotos, más de un centenar. Momentos que te vienen a la imaginación...

- Mmmm -Sandra gimió, levemente y por primera vez.

- ¿Qué foto has visto? -le preguntó Claudia.

- Desde la puerta del dormitorio de nuestros padres, ves la habitación en rombo. El vértice opuesto está frente a ti, en su pared de la derecha está la puerta de la terraza y, en la de la izquierda, la cama. Las paredes que pegan a ti tienen, a la derecha, a los pies de la cama, el tocador de mi madre y, la de la izquierda, un armario empotrado con puerta que da a su cuarto de baño. Es de día, la puerta de la terraza está abierta y una leve brisa mece los visillos blancos. Estoy desnuda sobre la cama, que está deshecha, sentada con la espalda contra el cabecero y las piernas abiertas pero flexionadas, con los talones hacia el culo. Los brazos me sostienen las tetas, que reposan sobre ellos, y me masturbo a dos manos. Mantengo la mirada fija en el objetivo, transmitiéndole todo el vicio que tengo en el cuerpo...

- ¿Cómo estaba Óscar al hacerte la foto?

- Empalmadísimo. Tiene la polla grande, gruesa y apetitosa -Sandra se relamió al decir esto último-. Y todo mi afán es que, de verme, se le ponga aún más dura. Así que me empleo a fondo...

- Se da cuenta de cómo te relames al ver la foto y le hace gracia. Le gusta ver que guardas un buen recuerdo de ese día.

Sandra volvió a relamerse. Con los ojos cerrados, estaba totalmente abstraída en la fantasía. Cachonda...

Claudia se quitó el tanga y se acomodó en su rincón del sofá para comenzar también a acariciarse. Solo que ella mantenía los ojos bien abiertos, excitándose con la escena de desinhibición que le estaba ofreciendo su amiga en la otra esquina.

- Entonces restaura una ventana de Internet en la que está abierta una sesión de fotos compartidas. Pincha sobre el botón de desplazamiento y va deslizando la página hacia abajo. Son decenas de fotos de sexo amateur; Fotos similares a las tuyas, pero protagonizadas por otras mujeres. Cuando llega al final de la página pulsa sobre un botón en el que pone “agregar imágenes”, selecciona la foto que tanto te gusta y deja el puntero del ratón sobre “aceptar”. “Son las esposas de la gran mayoría de los que andamos por aquí”, te dice. “Faltas tú”...Busca cruzar su mirada con la tuya y ocurre de inmediato. Quiere saber qué vas a responderle.

- Sí -respondió sin dudarlo Sandra, a pesar de que Claudia no esperaba respuesta alguna.

- Le miras la polla, esa es tu primera respuesta. La tiene igual de impresionante que el día que te hizo la foto. Y, cuando vuelves a mirarle a los ojos mientras piensas en cómo responderle, para terminar de provocarte, te dice: “Me la pone muy dura que las pongas muy duras”... Así que, como te apetece, te levantas de la silla y te arrodillas delante de su polla. Se la coges con una mano y, antes de metértela en la boca, le dices: “Cuando quieras y hasta dónde quieras. Pero no hables. Que me cuente esta si eso que dices es verdad”.

- Mmmmmmm -Sandra gimió por segunda vez. Y esta vez no ahogó el gemido sino que lo exhaló con convicción.

Se imaginó en aquella postura con la boca llena de polla. Un verdadero palo rígido y adictivo que no dejaba de chupar, metiéndoselo y sacándoselo, lubricándolo. La escena la disparó, comenzó a masturbarse sumida ya del todo en la fantasía. Imaginaba como notaba que, efectivamente, aquel palo era capaz de ponerse aún más duro, imaginaba el grosor que alcanzaba la vena que riega el miembro y cómo se deshacía sintiéndola con las terminaciones nerviosas de la lengua. Acababa de encontrar el rumbo al orgasmo.

Claudia se coló dos dedos en el coño mirando a su amiga y, mientras empezaba a estimularse el punto G, cogió el móvil con la otra mano y le hizo una foto.

- Ufff... -Al oír la cámara, Sandra aceleró a fondo.

Se imaginó la foto que desencadenó el orgasmo. Óscar acababa de decirle “saluda a los chicos” y, al mirarle, le había visto con el móvil en la mano. E imaginó que la polla se ponía todavía más dura. A continuación se imagino a los chicos felicitando a Óscar cuando este colgó esa foto en la que ella miraba a cámara, se la veía mamando y, sobre la mesa, en la pantalla del ordenador, se veía también la otra foto. Fantaseó con que, esta segunda, servía para demostrar que, realmente, era ella y se gustó viéndose en esa escena. Fantaseó luego con que la polla de su hermanastro alcanzaba un nivel de dureza que partía almendras, y con que se la comía como una posesa, y alcanzó el orgasmo cuando imaginó cómo Óscar se corría profusamente, llenándole la cavidad bucal de caliente liquido seminal que ella se tragaba encantada.

- Mmmmmm.... Sí..... Joder....

Volvió a escuchar la cámara y como Claudia empezaba a correrse a continuación, pero mantenía los ojos cerrados. Sonrió de felicidad mientras se recomponía, había sido una buena paja, la había disfrutado bien.

Abrió los ojos y volvió poco a poco a la realidad mientras que, frente a ella, Claudia, también, y todavía con los ojos cerrados, comenzaba a recuperarse. Se incorporó, se acercó a la mesita para coger su taza de café y volver a encender el canuto, que reposaba en el cenicero, cogió el móvil de Claudia del sofá, y le hizo también una foto a su amiga. Luego buscó en la galería para ver las dos fotos que ella le había hecho.

Se gustó en la foto que Claudia le había hecho mientras se corría, realmente conseguía transmitir toda la carga sexual que tenía en el cuerpo y, todo sea dicho, tampoco se veía gorda o desfavorecida. Y le gustó tener, por primera vez, una foto suya en esas lides. Realmente le gustaba que la fotografiaran y sus fotos le parecían excitantes. Se volvió a imaginar a Óscar haciéndole fotos y, sin darse cuenta, volvió a llevarse un dedo al coño.

- ¡Para! -se dijo-. Que tienes mucho peligro...

- ¡Vaya si lo tienes! -añadió Claudia-. Yo no enseño la cara en Internet ni loca... Y, mucho menos, cuelgo una foto a tiempo real. Eres muy puta...

Se rieron.

- No, en serio -continuó diciendo Claudia tras disfrutar del chiste-, ¿No te da miedo Internet? En cuanto alguien te reconozca, te haces viral entre tus conocidos. Y tú, encima, estás buena, eres carne de popularidad...

- Lo que me da miedo es perder la oportunidad de disfrutarlo.

- Pero, ¡tía!, que es tu intimidad.

- Y mi intimidad es mía y llega hasta dónde yo quiero, Claudia. Hago con ella lo que quiero y no tiene por qué ser la misma que la tuya, ni que la de nadie. ¡Es la mía! La disfruto como quiero y acepto las consecuencias que eso traiga porque la vida, no se trata de lo que pase, sino de cómo actúo yo frente a lo que me va pasando. Y, de momento, no veo problema al que no sea capaz de enfrentarme y seguir sonriendo.

- ¿Ninguno?

- Ninguno... Claudia... Que no se trata de lo que piensen de mí, se trata de lo que pienso de mí y de cómo actúo frente al pensamiento de los demás. Se trata de quererme a mí antes que a nadie -guardó silencio un momento para dar énfasis a su axioma final-. Mi sexualidad solo es una cosa más de las que me definen: una más, no la única. Yo lo sé y no es problema mío que haya quien no lo sepa. Quien quiera quererme como soy, por entero, sabrá cómo hacerlo. Quien no quiera, es cosa suya, no mía.

- ¡Dame ese porro! ¡Quiero ser como tú!

Claudia admiraba la seguridad que Sandra tenía en sí misma. Imaginó qué sentiría si fueran sus fotos las que se hicieran populares; lo que pasaría si un amigo, un familiar, ¡sus padres!, las vieran. Cuántos sentimientos desafortunados provocaría: cosificación, degradación, decepción... Sin embargo, con su explicación, Sandra acababa de darle una perspectiva nueva.

- Aunque mis padres se sintieran decepcionados, me seguirían queriendo -pensó en voz alta.

- Y más te querrán cuando descubran que tu personalidad es fuerte y que eres valiente... Y más te querrán cuando, desde el amor, les enseñes a ver el mundo con tus ojos y empiecen a verlo. No verán a una hija desvergonzada, sino a la persona con valores superiores, más ambiciosos, abstractos y libres. Depende de ellos que quieran verlos, depende de ti que sepas enseñárselos. Si lo logras, será tu orgullo y el suyo, tu felicidad y la suya. ¿Y quién no quiere toda la felicidad posible para si y para el resto del mundo?

Claudia le dio una calada profunda al canuto.

- No lo busques ahí -le dijo Sandra-. El porro te desinhibe y da risa, pero el sentimiento y la convicción tiene que estar en ti.

- No lo estaba buscando. Me estaba desinhibiendo, ¡zopenca!

- ¿Más? ¡Anda! Que ya podías haberte traído unas galletas o algo para el café...

Volvieron a echarse a reír.

A Claudia también le dio el antojo y se levantó del sofá para ir a la cocina a por algo dulce de picoteo. Sandra, mientras tanto, se acomodó el ordenador portátil en la mesita y se puso a echarle un vistazo al chat que había abierto Claudia.

Se abrió un listado de canales y comenzó a leerlos por si, al verlos, le venía al recuerdo alguno en el que pudiera estar o haber estado Óscar. Encontró dos o tres que le llamaron la atención y, tranquilamente, se puso a leer los nicks de los usuarios que había en cada uno de ellos. Ninguno le sonaba.

Se cambió el nick. El servidor de chat le había asignado uno aleatorio y lo cambió por “usuaria discordante”. Tenía abierto un canal de fotos y, leyendo las publicaciones de los usuarios, el conjunto de las mismas describía los típicos estereotipos, tanto de tío como de tía, que imperan en la ciber sociedad sexual: Tíos pajeros que buscan mujeres tan desinhibidas como son capaces de fantasearlas y que no existen o que, caso de existir, como ella misma lo era, no perderían el tiempo con simples ciber pajeros. Su nick reflejaba esa paradoja: Ser la única mujer realmente desinhibida que estaba en un canal en el que se fantaseaba precisamente con mujeres como ella pero que no existían. Era la usuaria discordante perfecta... Le hizo gracia.

Empezaron a lloverle los privados y, el sonido de cada nueva ventana, retumbaba en el salón.

- ¿Qué haces? -le preguntó Claudia que entraba por la puerta con un paquete de galletas de chocolate en una mano y un cartón de leche en la otra.

- Chat...

Se sentó al lado y la observó mientras chateaba. Sandra respondía a todos los privados con la misma frase: “Como soy una mujer, también soy una persona. Y, como soy una persona, merezco el mismo respeto que pides para ti. Si me has entendido, no tendrás miedo al escribir tu siguiente frase...”. Respondía de inmediato con ella a cada nueva ventana que se abría y, luego, volvía a repasarlas desde el principio e iba descartando las que no le gustaban.

Era una criba fantástica.

- “Uuuuyyyy... Mira que interesante ella” -leyó en una-. ¡Fuera! Por prepotente -decía Sandra al cerrarla.

- “¿Y por qué iba a tener miedo?” -ponía en otra-. ¡Fuera! Por gallito.

- “Me parece una acertada declaración de intenciones como punto de partida. Yo pido tener la libertad de escribir con vocabulario vulgar cuando haya que usarlo y que también se respete” - ¡Este se queda!

A los que se quedaban les respondía con otra frase sencilla, generalmente con un “cuéntame” que utilizaba para ganar tiempo y continuar leyendo, descartando y cerrando los que no le interesaban. Al principio el ritmo fue un tanto frenético pero, conforme fue dando carpetazos, empezó a tener más tiempo para los que resistían. Y seguía cribándolos luego según le fueran pareciendo mas o menos interesantes.

Las dos comenzaron a participar de las conversaciones, a opinar, a meterse de verdad en el chat y divertirse... Mantuvieron un par de privados que les gustaban y, sin darse cuenta, se les fue pasando la tarde.

- ¿Vamos a salir esta noche? -preguntó Claudia con desgana.

- No, ¿No? -le respondió Sandra-. Me mola el puntito que tiene el día de hoy y, en el “Nirvana”, no podemos tenerlo.

Sonó un nuevo privado y, de no ser porque ya estaban sentadas, se habrían caído de culo al ver el nick que las llamaba: “SoyOscar”.

- “Me alegro de que seas persona. Hablar con bots es tan aburrido... ¡No aportan nada interesante! Yo también lo soy; Persona, digo: Óscar, encantado”.

- ¡Venga ya! -exclamaron las dos al unísono para volver a echarse a reír a continuación.

Al cabo del intercambio de varias frases, y de varias preguntas encubiertas, quedó meridianamente claro que, aquel Óscar, era Óscar: el hermanastro de Sandra.

- No, definitivamente esta noche no salimos ¿Pizza para cenar?

Continuaron la conversación y la cena les llegó al poco de haber empezado las noticias en la tele, que también la habían encendido. Era una charla amena y sincera sobre gustos y comportamientos sexuales. Una charla distendida e interesante que ponía muchas cosas sobre la mesa. Hasta el momento, Óscar había demostrado ser un tío inteligente y divertido, cosa que Sandra ya sabía pero que Claudia estaba comprobando de primera mano. Pero, además, también era un tío morboso que coincidía en el concepto del sexo que tenía Sandra y que manifestaba un profundo respeto y complicidad con la mujer que, como él, es persona.

- Lo que yo te diga... Es tan legal que es demasiado perfecto como para dejarlo escapar, no me digas que no... ¡Me pone muchísimo mi hermanastro!  

Con la pizza cayó una botella y media de vino espumoso de aguja y, después, se pusieron la primera copa y se liaron otro canuto. Aunque ellas eran dos, usuaria discordante era solo una, y así la mantenían aunque hiciera las mismas cosas que hacían ellas y pensara como ellas. Así que no tardó en llegar el momento en que le contó a Óscar que estaba desnuda en casa, con su copa y su porrito y eso contribuyó a que la conversación se pusiera un poquito más picantona.

- Yo estoy exactamente igual, salvo por lo del porrito -respondió Óscar-. Este plan mola mucho más que salir de pubs a dejarte un dineral. Y, de vez en cuando, esta bien permitírselo sin remordimientos.

- Yo no tengo remordimientos por esto. Mi sexo es mío y lo disfruto como quiero. Respeto las líneas rojas de los demás pero, las mías, me las paso por el coño... Nunca mejor dicho.

- Ponme ejemplos de tus líneas rojas -añadió Óscar.

- Si es que no tengo... Yo tengo una línea verde, mi placer, mi satisfacción. Todo lo que la produzca, es un reto: una experiencia que quiero vivir para ver hasta dónde me lleva. Yo qué sé... Ponme ejemplos de lo que tú considerarías que son las líneas rojas que yo, como mujer, debería tener...

- No sé, empecemos por algo sencillito... ¿Tríos?

- ¿Cómo lo prefieres? ¿HMH o MHM?

- Cualquiera vale.

- Sí a los tríos, al póker y al repóker... ¡Otra!

- Espacios abiertos...

- Sí, y con gente mirando. ¡Otra!

- Grabaciones...

- La cámara es un juguete sexual imprescindible. ¡Otra!

- Sumisión.

- Total y absoluta mientras yo me lleve lo mío...

- ¿Y qué es lo tuyo?

- Que la polla que ame esté dura como una roca, también por amor, y que, en cada polvo, esté totalmente a mi disposición en cuanto a mí me apetezca y como a mí me apetezca.

- Amor...

- En sentido amplio, además. Si nos mueve el amor, podemos hacerlo todo.

- Eres demasiado perfecta para ser verdad...

- Lo sé. Por eso no me vale cualquier persona. Y tú, por ahora, me caes cada vez mejor.

- ¡Vaya! ¡Gracias!-respondió Óscar-. Pero yo no valgo. Vale que cumplo con el requisito de que esté dura y a tu disposición, pero no la amas. No me conoces. Ni está dura ahora mismo por amor, tampoco te conozco hasta ese punto.

- ¡Es un puto amor! -le dijo Sandra a Claudia-. Tiene que conocerme esta misma noche... “Dame un minuto, llamada ineludible...” -escribió a continuación como usuaria discordante.

Separó las manos del teclado y se quedó pensativa unos segundos en los que buscó la mirada de su amiga. Frunció el ceño, miró hacia un lado, hacia otro... Por fin pareció tenerlo claro.

- Si me sale bien... ¿Pondrías la webcam para vernos tener sexo y que te viéramos, nosotros dos?

Claudia tardó en reaccionar hasta que la comprendió. Fuese lo que fuese lo que se le había ocurrido, terminaba con Sandra y Óscar juntos y follando y ella sola y con una webcam para verse.

- ¿Y si te sale mal?

- Si me sale mal le tienes a tu disposición a ese lado de la pantalla para lo que queráis y hasta donde tú quieras. Como ahora.

- Cuéntamelo -le dijo Claudia-. ¿Qué vas a hacer para que terminemos como quieres que terminemos?

- Presentarme en su casa y tentarle hasta donde aguante.

- ¿Cómo?

- Con la excusa de que me han echado algo en la copa y que estoy cachondísima. Voy a llegar como la hermana en apuros y así podré ver cómo, hasta dónde y por qué me respeta.

- Y te lo follas, a tu hermanastro. Y yo lo veo...

- Sí.

- Y te lo crees...

- ¡Qué sí, coño! Y va a ser un polvo que va a merecer la pena. Y se va a dar cuenta como yo de que merece la pena...

-Cuéntamelo...

- Mientras me visto.

- Mientras lo que te dé la gana. Pero empieza...

- He pillado en el chat a un tío que me gusta muchísimo -comenzó a relatar Sandra mientras se levantaba del sofá y empezaba a coger la ropa para vestirse- un tío que me ha confesado que le gusta mi forma de ser, que se la pone dura. Un tío al que, además, sé que físicamente le voy a gustar y que, cuando combine mi mente con mi cuerpo, va a tener unos deseos irrefrenables de imaginarnos follando. Pero es un tío que tiene una serie de impedimentos para dejarse llevar, el primero que no sabe que ha sido conmigo con quien ha estado hablando. Así que tengo que hacer que descubra mi mente y que supere el resto de obstáculos. Para lograrlo, mi mejor herramienta tengo que ser yo misma. Así que, como la mejor yo que conoce, es una mente gemela y excitante en un cuerpo irresistible, hay que aprovecharlo...

Claudia se había acomodado en el sofá, había cerrado los ojos, y había empezado a acariciarse en el momento en que Sandra empezó a relatar.

- Lo primero que voy a hacer es hacerle creer que me tiene completamente a su merced -continuó relatando Sandra, que ya se había puesto el tanga y los vaqueros y estaba colocándose el sujetador-. Un calientaburras es la mejor opción... Le diré que necesito su ayuda y que sé que, a pesar de estar caliente, sé que no debemos dejarnos llevar. Voy a empezar siguiéndole el juego, siendo la niña buena...

Se calló un momento, mientras se colocaba la camiseta y metía la cabeza por el cuello. Fue hacia el baño a mirarse en el espejo. Como sospechaba, tenía los ojos con las venillas marcadas por el efecto de los porros, podía colar como síntoma de cualquier otra cosa. Se dio una fina capa de maquillaje, descuidada, como si hubiera sido muy sencilla y ya llevara unas horas sobre la cara. Regresó al salón a calzarse.

- No cede, no se rinde tan fácilmente. Es el momento de calentarle un poco más y de que empiece a dejar de ver a quien ve para que empiece a ver a una mujer desinhibida... Que, teóricamente, sigue estando a su merced. Es el momento de invitarle a que me imagine desnuda aunque no lo vea pero, a la vez, me tenga más cerca que al otro lado de una pantalla. ¡Al otro lado de una pared es mucho más irresistible! Unos mensajitos de whatsapp desde habitaciones separadas pueden ser bastante interesantes...

Se acercó a Claudia y le besó la frente.

- Sigue tú, que yo ya me voy. Y hazme el favor de mantenerle caliente por el chat, me va a hacer falta. Cuando llegue a su portal, te mando un mensaje -y salió por el pasillo y se escuchó cerrarse la puerta de la calle.

Claudia recogió el rol que le había dejado Sandra y continuó la fantasía por su cuenta.

Se imaginó en casa de su amigo Toni, alguien que cumplía el rol de Óscar a la perfección solo que su impedimento para no follar, era que Toni estaba casado y era tremendamente fiel. Afortunadamente, en la fantasía, la fidelidad de Toni estaba a merced de la voluntad de Claudia.

Se puso en situación: “Oh! No! No podemos acostarnos, pero qué ganas tenemos los dos y estamos juntos en la misma casa; Juntos, solos y calientes”.

Él estaba en su dormitorio, desnudo y sentado frente al ordenador, de costado a la puerta que, además, estaba entornada para que no se viera el interior desde el pasillo. Ella estaba en el dormitorio de invitados. Se desnudó y decidió pasearse desnuda por la casa. Encendió la luz del pasillo y, al pasar por el dormitorio de su amigo, disimuló con un “voy a la cocina” pero pasó lo suficientemente despacio como para asegurarse que, si Toni miraba hacia la puerta, por el hueco le diera tiempo a verla desnuda. Se quedó unos segundos un par de metros más allá, esperando que la puerta se abriera, pero no se movió. Así que volvió a acercarse y, por la ranura que crean las bisagras, espió a su amigo.

Su intención era todo lo contrario. Sabía que, con el pasillo encendido, su cuerpo se interpondría a la luz, haría sombra y se notaría. Con un poco de suerte, la luz que hubiera dentro de la habitación sería la que iluminara la parte de su cuerpo que se viera a través de la ranura.

Así que se colocó de manera que se adivinara una teta y la cadera de un cuerpo desnudo de mujer y así se mantuvo hasta que comprobó que Toni miraba de reojo con mucha frecuencia a la ranura pero seguía sin moverse del ordenador.

Por fin le vio cogerse la polla y sobársela mirando a la puerta de reojo y le excitó el jueguecito. Así que regresó al dormitorio y cogió el móvil.

- ¿De verdad no vas a venir a follarme sabiendo que estoy desnuda, tirada en la cama y con la puerta del dormitorio abierta?

- Ojos que no ven...

- Que vean... -respondió Claudia.

Encendió la luz del dormitorio, apoyó el teléfono en la mesita, le puso el temporizador a la cámara y se hizo una foto de cuerpo entero abierta de piernas y tocándose sobre la cama. Se la envió.

Claudia empezó a imaginarse lo que haría Toni al ver la foto y se excitó. Le imaginaba sentado en el sillón frente al ordenador, con el móvil en una mano y la polla en la otra; Una polla erecta y dura que deseaba sentir con su propio tacto.

Empezó a masturbarse con avidez sobre su sofá, imaginando en lo que haría Toni a continuación. Se levantaría del sillón, saldría de su dormitorio sin hacer ruido y se iría acercando hasta el de Claudia por el pasillo. Y ella apagaría de nuevo la luz del dormitorio y encendería la linterna del móvil para apuntarse al coño mientras se acariciaba porque sabía que Toni estaba de camino.

Le imaginaba a oscuras, en la puerta del dormitorio, de pie y sobándose la polla mientras la observaba. Y ella lo sabía. Esperaba que él dijera algo.

- Vengo antes de que se te ocurra enviarle la foto a Elena.

Entonces ella encendía la luz, se levantaba de la cama y se dirigía hacia él.

- Sé cuánto amas a tu mujer, yo también la quiero mucho. Si se enterara de esto se moriría, no se lo haría ni loca. Pero otra cosa es lo que voy a hacer contigo. Somos sexo y tenemos derecho a ser sexo. Es otra forma de amor... y tú y yo lo sabemos...

Justo en ese momento llegaría a su altura y le cogería la polla con una mano mientras seguía acercándose para juntar boca con boca.

- Hazme lo que te dé la gana. Pero, sobre todo, hazme gozar como una posesa...

Toni, en ese momento, la cogería en peso, la penetraría estando de pie y, acto seguido, la apoyaría contra la pared para empezar a follarla mientras se besaban apasionadamente.

Empezó a gemir descontrolada. Tirada sobre el sofá, Claudia se había abandonado a los brazos del orgasmo mientras seguían imaginando la escena de sexo con Toni. En el aire y con la espalda contra la pared, luego con los pies en el suelo, y en posición de cacheo, también follarían un rato... Luego la tiraría sobre la cama, le abriría las piernas, suspendidas en el aire y, de rodillas ante ella, volvería a penetrarla para follar así hasta que ambos se corrieran.

Y Claudia estuvo viendo todo eso con extremo placer hasta que se corrió...

Se dejó respirar en paz casi un par de minutos sobre el sofá. Luego abrió los ojos y se reincorporó con tranquilidad. Cogió su copa, le dio un trago y la pantalla del ordenador le llamó la atención. Volvió a la realidad.

Óscar seguía allí y había que mantenerle caliente para que la noche de sexo no finalizara aún. Estaba por venir un fin de fiestas que podía ser inolvidable. De momento, ya era lo suficientemente atractivo como para querer llevarlo a cabo.

Repasó las últimas líneas de la conversación. Se había quedado en un punto crítico, justo después de que usuaria discordante hubiera revelado como propia la desinhibición sexual de Sandra, su complicidad con Óscar, la respuesta de este siendo tan simpático como morboso y la interrupción inmediata con la excusa de la llamada telefónica.

- Ya estoy de vuelta. ¿Sigues por aquí o no has soportado mi ausencia? Ha sido más tiempo del que pensaba, disculpa...

- No pasa nada, ¡Faltaría más! -respondió casi de inmediato Óscar desde el otro lado de la pantalla-. Lo importante es que has vuelto. Va a ser verdad que te caigo cada vez mejor...

- Y mejor aún que nos podemos llevar. Todo es cuestión de seguir conociéndose...

Óscar nunca se podía haber imaginado cómo de proféticas eran aquellas palabras pero se dejó llevar por ellas para reiniciar una charla tan morbosa como se desea en una noche de sexo frente al ordenador. Una charla que duraba ya cerca de media hora y nunca perdía el interés... Claudia estaba en la misma situación que él, disfrutando, solo que ella sabía que no pasaría de ahí, de un ordenador, mientras que, a la vez, estaba formando parte de un plan en el que, Óscar, sí que podría terminar follando. ¡Y con quien menos se podría imaginar!

- Ya he llegado. Voy a tocarle al porterillo. Te mantengo informada.

Sandra estaba lista para presentarse en casa de su hermanastro.

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