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Orgía en la calita (4: la pregunta de Jorge)

en Grandes Series

Mi mujer no estaba sorprendida sino atenta. Parecía como si ella ya conociera también la historia. ¿Pero cuándo se había enterado? ¿Y por qué no me había contado nada? De repente todo dio un giro inesperado cuando me acordé de que la idea de venir aquí los ocho había sido suya, que ella fue quien planeó este fin de semana y se encargó de organizarlo todo. Entonces me hice otra pregunta. ¿Qué repentino interés tuvo Natalia en juntarnos precisamente a estas cuatro parejas justo después de enterarse de lo de Estrella? ¿Qué me estaba perdiendo?

-Tiempo al tiempo –me susurró mi mujer –De momento pinta bien, ¿A ti que te parece? -.

-Que, como sigan saliendo historias así, esto se puede poner muy caliente… -.

Natalia sonrió al escuchar mi respuesta y al comprobar que, bajo mi bañador, se adivinaba mi miembro en erección. A continuación volvió a acomodarse en su silla para seguir con el juego y, con un tono bastante lascivo, me susurró mientras lo hacía:

-A mí también me apetece que se siga calentando… -.

-¡¡Chicos!! Pregunta para Toño – Jorge volvía a meternos a todos de lleno en el juego -¿Alguna otra experiencia inconfesable que no nos hayas contado hasta ahora? ¿Cuál? -.

-¡¡Ya te vale!! –Protesté -¡Qué desperdicio de pregunta! -.

Todos reaccionamos igual. Jorge acababa de cagarla con la pregunta porque era evidente que no había ninguna otra historia oculta. Nos sabemos nuestras vidas al dedillo y esta historia se nos había escapado hasta ahora porque es relativamente reciente. Pero, ¿Ves?, ya había salido a la luz. De inmediato todos parecimos coincidir en que no merecía la pena intentar anular esa pregunta y hacer otra porque Toño comenzó a hablar y su respuesta nos pareció mucho más conveniente.

-Responderé a tu pregunta diciendo que no, no hay ninguna otra cosilla de este estilo que no sepáis. Pero, como ahora hay que hacerte la pregunta a ti, te la voy a hacer yo: ¿Qué hicisteis Lucía y tú cuando nos fuimos la noche en que Natalia se quedó en ropa interior? -.

Sin embargo, nos sorprendió gratamente lo metido que estaba Jorge en el juego. Tanto que, nervioso pero como si estuviera obligado a hacerlo, comenzó a responder atropelladamente y todo lo rápido que pudo a la pregunta.

-Le hice una sesión de fotos que comenzó en ropa interior y terminó muy subidita de tono –.

-¡¡Jorge!! –Exclamó Lucía -¿Y para que lo cuentes así de rápido me he jugado yo antes una prenda? -.

-¡¡Justo para eso!! –Intervino echándose a reír Natalia –Para que te vuelvas a quedar como si estuvieras en ropa interior… ¿Qué? ¿Saco la cámara a ver si te animo? -.

Hubo una carcajada generalizada que se fue calmando lentamente después de que Toño insistiera en que Jorge debía contarnos lo de aquella noche. Miró a su mujer con gesto de incertidumbre y Lucía también le respondió gesticulando. Todos adivinamos que le daba permiso para contar la historia. Jorge tomó aire, se pensó qué decir y, finalmente, encontró cómo empezar.

-Lucía tiene un conjunto de ropa interior que me gusta particularmente más que los demás. Es negro, de rejilla y encajitos, y se transparenta todo. Además le queda de vicio y siempre he querido hacerle fotos con él puesto pero nunca antes me había dejado. La cuestión es que, después de iros, mientras yo servía un par de copitas Lucía aprovechó para ir al dormitorio y me apareció en el salón con el conjunto puesto y con la cámara de fotos en la mano. No daba crédito a lo que estaba viendo y, con el calentón que ya traía yo desde que Natalia se había quitado la ropa, enseguida me pareció una idea genial lo de las fotos… ¿cómo fue lo que me dijiste, cielo? -.

-"Para que siempre recuerdes que yo también sé provocar" –contestó Lucía.

-¡Eso! ¡Para que siempre!... Que no me salía. Así que, después de decirme eso, me dio la cámara y se fue a posar para la primera foto. Se colocó pegando la espalda a la pared y flexionando una pierna para apoyar también el tacón mientras que miraba a cámara con la boca entreabierta y con mirada lasciva. Luego bajó el pie y separó la espalda pero pegó el culo mientras que apoyaba las manos sobre sus muslos y, finalmente, se puso de cuclillas con las piernas bien abiertas y con todo el cuerpo mirando hacia la cámara. ¡Cómo me estaba poniendo!

A continuación se recostó en el sofá con las piernas estiradas y la espalda contra los cojines. No dejaba de tener esa mirada y me estaba poniendo como una moto. Resultaba facilísimo encontrar el encuadre perfecto y disparar porque, solo con su mirada, ya llenaba de expresión la foto. ¿Me miras como entonces para que me entiendan? -.

¡Y vaya si le entendimos! ¡En cuanto Lucía sonrió y cambió el gesto! Era increíble el morbo que podía despertar al transmitir tanto deseo y descaro con la mirada. Primero miró a Jorge, pero mantuvo esa mirada el tiempo suficiente como para que todos pudiéramos verla aunque no fuera de frente. E, incluso desde medio perfil como la veía yo, creo que a todos nos excitó rápidamente. ¡Qué manera de juguetear con la lengua por dentro del labio! ¡Qué caída de ojos!... ¡¡Qué tetas!! ¡Qué fácil me resultaba desnudarla con la imaginación y cómo me ponía al hacerlo!

-Pues eso, que estaba en el sofá mirándome así y, poco a poco, flexionó las piernas llevando sus talones hacia el culo y las fue abriendo en un ángulo de más de noventa grados. Una pierna en horizontal y la otra contra el respaldo del sofá. Posó sus manos sobre los muslos con los dedos totalmente extendidos y juntó los pulgares de ambas manos sobre su monte de Venus. Se quedaban escondidos bajo el encaje del tanga, pero dejaban ver toda la rajita por la rejilla.

Después se bajó del sofá y comenzó a gatear acercándose hacia mí lentamente. Arqueaba la espalda hacia abajo y sacaba el culo de una manera que… ¡¡pffffff!! En fin… Cuando estuvo lo suficientemente cerca, y aún de rodillas, se llevó las manos a la espalda y se soltó el sujetador. Se lo quitó y cruzó las manos por la espalda y sacó las tetas al frente posando para que le hiciera más fotos.

Yo no podía parar de hacerle fotos pero, como entenderéis, necesitaba desnudarme. Así que, tras hacerle la foto de rodillas, dejé la cámara, me desnudé y la volví a coger para seguir disfrutando de una experiencia que nos tenía a los dos muy excitados -.

-¡Espera! ¡Espera! –Le interrumpió su mujer -¿Es que vas a contarlo todo? -.

Todos miramos a Lucía con cara de "como le calles ahora, ¡Te mato!" y eso la hizo dudar, lo cual era buena señal. Si no hubiera querido bajo ningún concepto que conociéramos el resto de la historia habría callado a Jorge sin dudarlo pero, por el contrario, que se quedara callada y reflejara en la cara que la habíamos convencido, solo podía significar una cosa: Lucía estaba desinhibida. Y, claro, darme cuenta de eso me hizo que la empezara a mirar con más deseo si cabe. Es muy fácil empezar a fantasear con situaciones excitantes si sabes que los personajes que las protagonizan también están excitados. No cabía duda de que el consentimiento de Lucía había subido unos graditos la temperatura pero, además, Jorge iba a comenzar en cualquier momento a continuar con la parte más intima de su relato.

-Lucía se puso de pie delante de mí y se llevó las manos en jarra a la cintura. Estuvo acariciándose suavemente moviendo solo los dedos hasta que coló los pulgares por debajo del elástico del tanga. Luego empezó a juguetear con él, estirándolo un poco primero de un lado, luego del otro y continuó así mientras se giraba para ir dándome la espalda -.

-momento culazo –pensé para mis adentros.

-Lucía fue bajando el tanga hasta que superó las caderas y se quedó sujeto solamente por los cachetes del culo. Y ahí lo dejó hasta que el fogonazo del flash le confirmó que la foto estaba hecha. Luego, tirando desde delante, hizo que cayera al suelo y volvió a caminar de espaldas a mí en busca de un nuevo lugar en el que poder posar.

Cogió una de las sillas del comedor y la plantó en medio del salón. Ya sabéis como son esas sillas y el respaldo tan original que tienen, labrado de riñones hacia arriba y hueco de riñones hacia abajo... Pues se sentó en ella con el respaldo entre las piernas y apoyando los brazos sobre el cabecero. ¡Qué subidón me dio cuando vi su coñito abierto y húmedo frente a mí! Ya os podéis imaginar la foto…

Se agarró del cabecero con una mano y, abriendo y pegando las piernas todo lo que pudo contra el cabecero, se dejó caer hacia atrás y se llevó la otra mano a la entrepierna para, sugerentemente, dejarla caer muy cerquita de sus labios. Luego comenzó a acariciarlos pausadamente y, de las caricias, fue pasando poco a poco a la masturbación.

Se abrió los labios con los dedos índice y anular para, con el corazón, empezar a frotarse el clítoris. Y, conforme se fue terminando de encender, comenzó a arquear también la espalda y a morderse el labio. Y todo esto tratando de mirarme constantemente a través del objetivo. Me tenía que estaba como una moto, imagino que no hace falta que os lo jure.

Ella también estaba disparadísima. Se levantó de la silla y se fue al dormitorio a tirarse boca arriba en la cama para seguir dándose placer. Ya no estaba pendiente de la cámara, aunque yo seguía haciéndole fotos, ahora solo tenía interés en disfrutar del sexo.

Tumbada en la cama, se agarraba fuertemente una teta intentando acercársela a la boca para lamerse el pezón mientras que, entre sus piernas, el frenético ritmo que estaba alcanzando su dedo le hacía despegar el culo del colchón casi de forma permanente. Luego soltó la teta y aprovechó esa mano para meterse un par de dedos. Estaba tan húmeda que no necesitó lamerlos antes y, como una exhalación, se colaron enseguida hasta el fondo de su rajita.

Solté la cámara. En esos momentos había algo mucho más interesante que hacer. Y echamos un polvazo que apenas duró dos minutos pero que, que os lo diga Lucía, nos hizo llegar a unos orgasmos de tal calibre que no mentimos si decimos que han sido los mejores hasta el día de hoy…

Y eso es todo. Ya sabéis, ¡Por fin! Qué puñetas hicimos -.

Sonreímos con cara de complacencia. Todos parecíamos estar conformes con ese punto y final a la historia. Yo, personalmente, no había dejado de recrear mentalmente la escena y tenía un calentón en lo alto que no había más que ver el bulto que tenía en el bañador para comprobarlo. Además me había permitido el lujo de fantasear mientras Jorge hablaba y me había imaginado a Lucía y Natalia juntas en tales menesteres. ¡Madre mía que morbazo!

Después de que Jorge terminara, y mientras parecíamos estar en nuestros pensamientos dándonos un respiro para coger la copa o picotear algo y pensar en la siguiente pregunta, Natalia cogió la cámara de fotos y apuntó hacia Lucia. Irónicamente se negó durante unos segundos pero luego sacó tetas y miró al objetivo sacando la lengua para que mi mujer le hiciese la foto. Acto seguido Natalia le dio la cámara a Lucia y se repitió la foto pero a la inversa, dando pie a que se hicieran algunas fotos más del grupo a esas alturas de la noche.

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