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¿Qué haces tu en mi rincon del cibersexo?

en Sexo Virtual

Natalia y yo somos amigas desde la universidad. Nos conocimos en primero de carrera y, desde entonces, hemos compartido muchas cosas juntas. Parece mentira que ya hayan pasado veinte años desde que hablamos por primera vez. Hoy somos dos mujeres de treinta y ocho años que seguimos viéndonos a diario y que ya encarrilamos nuestras vidas. Yo soy funcionaria del ayuntamiento. Tuve un hijo antes de entrar a la universidad y conté con la suerte de que mi familia se volcó conmigo y me ayudaron para poder seguir estudiando y para cuidar de mi hijo. Natalia está divorciada y no tiene hijos. Por el contrario, lo que tiene es una tienda de decoración que funciona muy bien.

Nos vemos a diario, Natalia es mi confesora y yo la suya. Sabemos todo la una de la otra, toda nuestra vida, incluso los detalles más escabrosos y también los más morbosos. Sale desde hace tres meses con una chaval, Jesús, que tiene la edad de mi hijo. Al principio me sorprendió mucho pero estoy de acuerdo con ella en que tiene todo el derecho del mundo a salir con quien quiera, incluso con Jesús. Natalia no tuvo juventud pero por razones diferentes a las mías. Yo tenía un bebé y ella se centró tanto en estudiar que planeó hasta el último milímetro del día de mañana sacrificando para ello poder vivir el día a día. Decía que, con Jesús, estaba haciendo todas las locuras que no hizo con veinte años. La verdad es que estaba radiante, más guapa incluso que cuando era universitaria.

Descubrí mi sexualidad siendo muy joven. De ahí que, con diecisiete años y totalmente desinformada, me quedara embarazada. Sin embargo tener un hijo no me cerró las puertas del plano sexual. Aprendí muy rápido, no lo niego, pero también aproveché esa información para experimentar y conocer todas y cada una de las inquietudes que pude tener. A día de hoy soy una mujer bisexual que ha tenido varias relaciones y que ha vivido muchas experiencias. No me he casado porque no me ha hecho falta. Mi hijo ha crecido en un ambiente familiar completamente normal y yo aun no he encontrado a mi pareja ideal. Pero eso no significa que haya dejado de buscarlo. Sigo disfrutando de mi sexualidad con plenitud.

La otra tarde Natalia vino a casa, como siempre, y estuvo contándome los planes que tenía para esa noche. Había quedado con Jesús para cenar y salir de copas y que, lo pasara después, no estaba aún planeado pero no descartaba nada. Últimamente, cuando Natalia me contaba sus intimidades con Jesús, yo terminaba excitándome. Me había descrito tan bien al muchacho que yo podía imaginarme su cuerpo desnudo sin ningún problema. Y, cuando me contaba ciertos momentos y yo los imaginaba a los dos, me excitaba tanto de pensar en el cuerpo del chico como de imaginar a Natalia en acción. He visto a Natalia desnuda miles de veces, veinte años de amistad dan para mucho. Pero, como decía antes, ahora estaba radiante, más guapa que cuando era universitaria.

Me costaba creerlo pero Natalia me ponía. No se lo había dicho, posiblemente era el único secreto que le ocultaba a Natalia. Sabía que era algo que podíamos hablar, pero no encontraba ni el momento ni las palabras adecuadas. Estando en casa, tomándonos un café, charlábamos animadamente de miles de temas triviales hasta que la conversación fue cambiando de derroteros…

-Ale, empiezo a estar cansada de la gente. Conforme se corre el rumor de que salgo con Jesús cada vez es más la gente que me mira distinto. Estoy súper bien con él y me jode que digan o dejen de decir. Ni soy una asalta cunas ni él me chulea. ¿Tan difícil es entender que quiero estar con él simplemente porque me da lo que yo busco?-

-Natalia, el problema está en que los que hablan no os conocen realmente. Párate a pensar en qué opinamos tus amigos. Nosotros os apoyamos, estamos con vosotros…-

-Sí, lo sé. Pero sigue sacándome de quicio. Sobre todo cuando me tocan el plano sexual. ¿Tan difícil es de asimilar o de imaginar que un joven y una madurita tengan encuentros sexuales?-

-No, no lo es para nada. Yo soy capaz de imaginaros cada vez que me cuentas tus cosas. Y no lo veo nada anti natural.-

Desde luego que no. Cada vez que los imaginaba lo que hacía era ponerme cachonda. De hecho, conforme lo dije, no pude evitar pensar en ellos desnudos haciendo el amor. Me excité al hacerlo y, al parecer, se me notó en la cara.

-¿Qué? ¿Ya estás otra vez imaginándote el culo de Jesús?-

-Os estaba imaginando a los dos. Me he acordado de la escena que me contaste que os montasteis en el salón de tu casa…-

-¡¿La de mi strip tease?! Pero si lo que te conté con pelos y señales de aquella noche fue cómo me desnudé y cómo lo "envioleé" después. Si, cada vez que lo pienso, me avergüenzo de mi misma por lo sueltecita que estuve…-

Conformé dijo "desnudé" y "envioleé" dos muecas se dibujaron en mi cara. A cuál más transparente. Me sorprendí a mi misma excitándome de nuevo al pensar en Natalia en acción. Sólo esperaba que no se hubiera dado cuenta. Aunque, si tenemos en cuenta lo expresivas que somos las dos, era más que probable que me hubiera cazado de lleno.

-¿Te sigues conectando al skype para juguetear con la cam?-

Esa pregunta significaba algo pero no sabía qué. Natalia sabía que, de vez en cuando, entraba al msn para disfrutar del sexo. Tenía de todo. Si, simplemente, me apetecía hablar de sexo con total libertad, utilizando un lenguaje sucio y directo, el msn era un lugar ideal. En otras ocasiones encendía la web cam y jugueteaba con mi cuerpo para que mi interlocutora hiciera lo mismo o, directamente, me daba el momento sumiso y obedecía a todas las cosas que me pedían. Internet ofrece un abanico muy amplio de posibilidades para disfrutar del sexo manteniendo el más completo anonimato. Basta con no enseñar la cara por cam, si no apetece. Natalia sabía lo que yo pensaba de internet así que no acertaba a adivinar por qué me había hecho esa pregunta en ese preciso momento. ¿Me había visto la cara al hablar de su strip teasse y acababa de planear una idea para tomarme el pelo por mi afición al sexo? ¿Era otra cosa? ¿Qué?

-Sí. ¿Por?-

-Porque… Resulta que ya no eres la única. Yo también lo he probado ya.-

Aquella revelación me sorprendió. ¿Natalia practicando ciber sexo? Este momento prometía así que seguí escuchando lo que tenía que contarme.

–Jesús es joven, ha crecido con las nuevas tecnologías y, el otro día, me propuso probar la web cam. Yo no quería pero me convenció. Me dijo lo que tú siempre dices: que no tengo por qué enseñar la cara y que, en realidad, sólo somos desconocidos a lados diferentes de una pantalla. No hay sentimientos, solo instinto. Y tú ya sabes que, desde que estoy con Jesús, funciono más por el instinto que por la razón. Y me apeteció probar. Encontramos a otra pareja en el chat y nos dimos la dirección de msn para poder vernos. Al principio estábamos los cuatro vestidos y no mostrábamos las caras. Pero nos fuimos desnudando y sintiendo a gusto y al final, aunque nos las viéramos, no fueron las caras precisamente lo que más nos apetecía ver. Pegamos los cuatro un buen polvazo… La verdad es que sí. Mereció la pena probar.-

Estuve a punto de preguntarle que qué tenía eso que ver con la escena del strip teasse de la que habíamos hablado hacía unos minutos, pero no lo hice. Preferí entretenerme con ella en analizar las ventajas que tiene el sexo por internet cuando apetece disfrutar de él. Seguimos la conversación hasta que se desvió por otros derroteros intrascendentes y llegó el momento de que Natalia se fuera. Tenía aun que ducharse y arreglarse para su cita con Jesús.

Mi hijo también iba a salir así que me esperaba una noche de viernes sola en casa. La conversación con Natalia despertó mi apetito sexual y tenía un ordenador esperándome en la mesa. Así que, después de cenar y de servirme una copita, entré al msn. No hubo mucho movimiento entre mis contactos. Mantuve un par de conversaciones un poco subiditas de tono y poco más. Pero, alrededor de la una de la mañana, Natalia me sorprendió. Me sé de memoria su dirección de correo y no esperaba que me apareciera en el skype, en mi cuenta "liberal" y "secreta", un mensaje en el que Natalia solicitaba agregarme como contacto. Ya la tenía en mi cuenta habitual de msn pero ¿Qué hacía aquí? Acepté y la agregué. A los pocos segundos, Natalia me abría una ventana de conversación.

-¡Hola Ale! Sorpresa!-

-¿Qué haces aquí? Se supone que esta noche tenías un súper plan con Jesús.-

-Jesús tuvo que irse a casa a las once y media por un asunto familiar. Nada de lo que tengas que preocuparte. Y me ha dejado en lo mejor. Me he venido a casa y, como no tenía nada mejor que hacer, he encendido el ordenador. He estado dando vueltas, sin buscar nada en concreto, y al final he terminado entrando al chat para charlar un rato y seguir recordando cómo piensan los niños de veinte años y cómo se comportan cuando hablan con mujeres de nuestra edad. Luego me he imaginado que tú andarías por aquí y, por eso, te he agregado. Tenías la otra cuenta desconectada…-

-Vale pero… ¿Qué haces aquí?-

-Te lo acabo de decir. Jesús se ha ido cuando la cosa empezaba a ponerse muy bien…-

-¿Y terminas en el IRC chateando con muchachos? Me parece a mí que tú no tienes tan claro lo de Jesús. Parece que te gusta Jesús porque es joven, no porque sea Jesús. Y, ahora que él no está, sales corriendo a buscar a otro joven.-

-Ale, parece mentira que eso lo estés escribiendo tú. ¿No habíamos quedado en que en internet no hay sentimientos? Estoy pícara, juguetona. Y si termino haciendo algo delante del ordenador voy a estar yo sola, no le voy a ser infiel a nadie. Es lo que siempre has dicho. ¿Es que para mí no vale?-

Tenía toda la razón del mundo. A fin de cuentas Natalia estaba sola en casa y, cuando apagara el ordenador, lo seguiría estando. Si le apetecía juguetear por internet, estoy segura de que sabría muy bien dónde están los límites y que no los sobrepasaría. ¿Qué tenía de malo que se desnudara o que se masturbara delante de un desconocido? Al final del juego seguiría siendo el mismo desconocido, alguien a quien podría volver a ver o no. Alguien que, efectivamente, sólo estaba al otro lado de una pantalla y que no la reconocería si se cruzara algún día con ella por la calle.

-Tienes razón Natalia. Es simplemente que no esperaba encontrarte aquí. La loca siempre he sido yo, se me olvida que estás viviendo una "segunda juventud alocada". ¿Qué tal ha ido la noche?-

-Pues, como te iba a decir, ha habido de todo. Hemos cenado en el italiano que hay junto a la catedral y después, nos hemos bajado al "People´s" para tomarnos unas copillas. Estábamos con el tonteo y me estaba poniendo malísima. Pero ha tenido que llamar "mi suegra" y Jesús se ha marchado. Me he venido a casa con el calentón y me he acordado de la otra noche y de lo que siempre me has dicho acerca de internet. Así que me ha vuelto a picar la curiosidad y he encendido el ordenador. He estado hablando con un chaval y me ha caído bien. ¿Quieres que le agregue a esta conversación? Verás que majo es.-

No me dio tiempo a responderle. Casi inmediatamente aparecía un nuevo usuario, el "Señor X", que se unía a la conversación. Le agregué como contacto para poder ver su foto bajo la de Natalia y, cuando apareció, me dio un vuelco el corazón. La foto mostraba el torso desnudo de un hombre fuerte. Unos pectorales de película y una tableta de chocolate que no se encuentra ni en la más lujosa de las pastelerías. "Está bien bueno" pensé cuando vi la foto.

Natalia había mantenido su foto de siempre, una en la que se la ve de cuerpo entero con un traje de fiesta rojo que le queda de escándalo. Y yo… yo también tenía una foto subidita de tono como el Señor X. Una en la que estoy de perfil, se me ve de cintura para arriba y estoy desnuda. No me importaba que el Señor X viera esa foto, ya sabéis lo que pienso del sexo por internet y de sus usuarios: siempre seremos unos perfectos desconocidos.

-Bueno… ya estamos los tres. Ale, ¿Ves la foto del Señor X? ¿A que promete? Conforme la he visto he pensado "Esto tengo que compartirlo con Alejandra" y, por eso, es por lo que estoy aquí. Y, ahora, ha llegado el momento de que el Señor X nos encienda su cam ¿No crees?-

¡Desde luego que sí! La foto me había alegrado la noche. Parecía que, al final, iba a terminar el viernes dándome un homenaje. Y, encima, Natalia se sumaba a la fiesta. Me picaba la curiosidad por saber cómo era ella delante de un ordenador, en la intimidad de su casa y jugando con el anonimato que proporciona internet. No sabía qué era capaz de hacer pero esa incertidumbre me provocaba aún más morbo si cabe.

El Señor X encendió la cam y se me erizaron los pezones cuando comencé a ver las imágenes. Si en la foto se veía un torso bien definido, la cam confirmaba que la foto era suya y que, además, tenía una muy buena polla. Estaba empalmado y ese miembro se veía bien proporcionado con el resto del cuerpo. Estaba dispuesta a escribir, a preguntar cuánto medía semejante aparato, cuando Natalia también conectó su cámara y comenzó a emitir imágenes.

La ventana mostraba una camiseta interior blanca de tirantas, ajustada, en la que se marcaban sus buenas tetas con los pezones de punta. Me estremecí al verlas. Ya conocía el cuerpo desnudo de Natalia pero, bajo esa camiseta, no solamente estaban sus tetas sino que también había una descarada llamada al deseo. Y me daba la impresión de que Natalia iba a satisfacer ese deseo con un chaval, ¡Y conmigo!

No lo dudé ni un segundo y también encendí mi cámara. Yo, acostumbrada ya a los juegos por internet, aparecí en sus pantallas con un camisón de tirantas con un exagerado escote por el que asomaba mi generoso canalillo; una talla 95 con copa D. …Poca espalda y mucho pecho.

-¿Qué me dices de esa polla? ¿A que está para jugar con ella?- Natalia no se andaba por las ramas.

Jamás pensé, y mira que habíamos hablado de sexo un millón de veces, que podía utilizar un lenguaje tan directo para llamar a las cosas. El sexo en sí mismo, se disfruta más cuando es sucio, cuando se utiliza la naturalidad y la cotidianeidad como modo de expresión, cuando una polla es una polla, unas tetas son unas tetas y al coño se le llama coño.

Tener ese miembro en mi pantalla y leer a Natalia siendo llana en sus palabras me hizo dar un trago a la copa. Mi mano remangó el camisón y comencé a acariciarme suavemente los muslos. El señor X no era muy hablador, aun no había escrito nada salvo un "hola" cuando se agregó a la conversación. Yo no hacía más que mirar la polla de aquel chaval, consciente de que tenía que responder a la pregunta de Natalia.

-Me la comería si pudiera- Acerté a contestar.

-¿Verdad que sí? Yo estaba pensando justo lo mismo. La miro y me dan escalofríos, se me endurecen los pezones tanto que me molesta hasta la camiseta.- Y, a continuación, se echó hacia atrás y se la quitó.

Al hacerlo pude comprobar que sólo se quedaba con el tanga puesto. Su tripa plana apareció en mi pantalla y, sobre ella, las firmes tetas que, hasta ese momento, se escondían bajo la camiseta. El Señor X se llevó una mano a la polla al verlas y comenzó a sobarla. Ella respondió a aquel gesto acariciándose una teta mientras que acercaba la otra mano al teclado para escribir de nuevo.

–Si yo pudiera tocarla no dudaría en juguetear primero con las manos. Acariciarle los huevos y subir hacia el glande. Apretarla para sentirla bien y, después, comérmela…-

Me imaginé a Natalia haciendo cada una de las cosas que acababa de relatar. Recordaba las experiencias sexuales que ya me había contado antes y me fui poniendo a tono con rapidez. Me gustaba lo que imaginaba… En mi mente Natalia aparecía desnuda, poniéndose de rodillas delante de esa polla y empezando a palparla tal y como había contado. Se la metía en la boca y empezaba a chuparla. Las curvas de Natalia me excitaban, el cuerpo del chico me ponía y la mamada me mojaba. Daría lo que fuera por poder verlo y transmití el mensaje.

-ffffffffffffffffffffffffff………… No sabes lo que daría yo por poder ver cómo lo haces-.

Se hizo el silencio. Durante un par de minutos nadie escribió nada. En las cámaras se nos veía totalmente estáticos y eso me hizo pensar. Me di cuenta de que había cometido un fallo al escribir exactamente esas palabras y no otras para expresarme. Revisé la conversación para confirmar el terrible error y empecé a hilar para encontrar una solución.

El error era el siguiente: Al escribir exactamente esas palabras y no otras, se pueden interpretar como que lo que realmente me excita es ver a Natalia comiéndose una polla, dejando a la polla en sí en un segundo plano. Es una declaración lésbica en toda regla. Al revisar la conversación confirmé que, en ningún momento, Natalia había dado por sentado que tuviera intención de terminar masturbándose por Cam ni nada parecido. Me dijo que quería compartir esa polla conmigo, pero eso puede entenderse como que quería que yo la viera, no que quisiera que nos dejáramos llevar. Y, cuando me dijo lo que haría con ella y se quitó la camiseta y se tocó la teta, ella lo hacía por la polla.

Ya nos habíamos visto desnudas y, en esta ocasión, que termináramos estándolo podría entenderse como algo normal entre nosotras pero de carácter sexual hacia la polla. Natalia no había dicho en ningún momento que sintiera algo sexual hacia mí, ni en este juego ni nunca, ni con palabras ni con hechos. Y escribir exactamente las palabras que acababa de escribir confesaba mis instintos sexuales hacia ella.

Este prolongado silencio me hizo pensar en que acababa de dejarla fuera de juego. No sabía que yo sentía hacia ella una atracción sexual, no se lo había dicho. ¡Por Dios! Natalia siempre ha sido hetero. Acababa de meter la pata hasta el fondo. No sabía cómo reaccionar, qué decir. Hasta que vi que Natalia llevaba las manos al teclado y comenzaba a escribir…

-…Ver cómo lo hago… Ale, cielo, te conozco tan bien que sé todo lo que estás pensando ahora. No me lo esperaba pero me halaga. Cómo lo hago… Sí, es morboso… Lo hago… Yo… Natalia… sigue pensando en ello o mira bien esa buena polla y disculpa, que voy un momento al aseo-.

¿Qué acababa de pasar? ¿Natalia descubría que me pone y me daba permiso para fantasear con ello? ¿Y le halagaba? ¡Sí! No había metido tanto la pata entonces. Miré al Señor X, estaba en la misma posición que le dejé antes de este lapsus: erecto y sobándose. Dejé caer una de las tirantas del camisón desnudando un pecho y mostrando bastante más del otro y continué mirando a la cam del Señor X para ver cómo reaccionaba. Entonces vi cómo su ordenador se movía como alejándose un poco de él. ¿Cómo lo había hecho? No se había movido del sitio y ahora el ordenador estaba en un lugar desde el que, con la cam, veía un plano más amplio.

Veía desde el suelo hasta un poco por encima del pecho del Señor X. De repente, entre el Señor X y su ordenador, se coló de espaldas el cuerpo desnudo de una mujer. Acercó el culo a la cámara y se quitó el tanga. Luego se dirigió hacia el Señor X y se puso de rodillas. Se giró para mirar al ordenador y me quedé blanca. ¡Natalia! En ese momento reconocí el sofá en el que estaba sentado el Señor X, era el de casa de Natalia. De manera que el Señor X debía ser Jesús.

Me habían tomado el pelo pero, a la vez, me dio un subidón. Desde el principio Natalia sabía lo que iba a pasar en cada momento, incluso que terminaría desnuda y follando por cam para que yo la viera. Una vez que terminó de mirar a cámara, se acercó al ordenador para escribir algo.

-Al Señor X y a mí nos gustaría mucho que te dejaras llevar y poder verte también… (Por cierto Ale, este es Jesús)-.

Ni corta ni perezosa me quité el camisón y me recosté de manera que pudiera ver su cam y que ellos me vieran a mí por completo. Natalia volvió a acercarse a Jesús y comenzó a acariciar su polla tal y como lo había descrito antes. Se la metió en la boca y empezó a chuparla. Mis manos empezaron a acariciar mi cuerpo. Un pezón, luego otro… Conforme mis dedos bajaban por mi tripa en busca del ombligo, las piernas se me abrieron dejando espacio a mi hinchada y excitada vulva. La mano llegó a mis labios y estuvo empapándose del jugo que emanaba de mi vagina. Luego los dedos se acercaron hacia el clítoris y comenzaron a acariciarlo provocándome las primeras sensaciones de placer. En la pantalla de mi ordenador Natalia continuaba comiéndose la polla de Jesús. Cuanto más rato miraba al ordenador, más rápido me acariciaba el clítoris.

Se movieron. Natalia se levantó del suelo y se sentó, con sus piernas abiertas sobre las de Jesús, de cara a la cámara. Se fue dejando caer poco a poco mientras situaba la polla para penetrarla. La escena era soberbia, súper excitante… Ellos comenzaron a follar mientras que yo me llevé las dos manos a la entrepierna. Con una le hacía el molinillo al clítoris cada vez con más ansia mientras que, con la otra, iba abriéndome el coño para meterme dos dedos. Me faltaban manos. Estaba tan cachonda que habría necesitado otra mano apretándome las tetas y una boca que me diera bocados por el cuello. Suplí su ausencia cerrando los ojos e imaginándolas.

La placentera sensación que me brindaba la masturbación se multiplicó por cien. Me miraba las manos como si con ello fuera a conseguir que me dieran más placer. Miré al ordenador de nuevo y me estremecí de gozo. Estaba disfrutando de mi sexo mientras tenía la oportunidad de aumentarlo con el morboso placer que me daba ver a Natalia follando. Mi fuego se multiplicó por cien. Comencé a intercalar jadeos con gemidos, siendo cada vez más frecuentes estos últimos. Tenía la vagina bien excitada y el clítoris a punto de estallar. Iba a correrme.

Volví a cerrar los ojos, todas mis sensaciones se concentraban en un único punto: mi sexo. Sentí como se acercaba… Primero unos espasmos en el interior del cuerpo. Luego fueron creciendo de intensidad hasta casi poder sentirlos en la piel y, finalmente, la inigualable explosión de energía que nace del clítoris. Gritaba de placer, me estremecía apoyando mis pies fuerte contra el colchón y moviendo convulsivamente la cadera. Me faltaba el aliento de tanto gemir y gozar… Acababa de tener uno de los mejores orgasmos de mi vida.

Mientras recuperaba el aliento y trataba de resituarme un poco en el colchón volví a mirar al ordenador. Natalia y Jesús seguían a lo suyo pero mirando a cámara. Resoplé al pensar en que me habían visto correrme y, a la vez, sentí como si mis espasmos de placer quisieran resucitar y un escalofrío muy agradable recorría todo mi cuerpo. Vi como Natalia se corría cabalgando sobre su chico y me quedé embobada con el movimiento de cada una de sus curvas. Luego descabalgó y se arrodilló de nuevo para volver a meterse la polla en la boca y chuparla hasta que Jesús se corriera, que pasó casi al momento. Les vi como se recomponían ellos también tras disfrutar de sus orgasmos y, poco después, Natalia se acercó al ordenador para seguir escribiendo.

-¡Ha estado genial! ¿No te lo ha parecido a ti?-.

Le contesté afirmativamente, había sido una experiencia inolvidable. A continuación me despedí de ella dejando pendiente una buena charla para la mañana siguiente cara a cara en el desayuno. La noche ya había estado bastante bien hasta ese momento y ya era hora de darse una buena ducha y marcharse a la cama. Era inevitable que terminara soñando con lo que acababa de vivir, pero no era algo que me preocupara precisamente. Había sido una noche increíble…

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