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Orgía en la calita (11: Epilogo de Natalia)

en Grandes Series

Lo que pasó en Cala Blanca fue una de esas experiencias que ocurren porque se han dado todas las circunstancias favorables, incluso una perfecta alineación de planetas y un conjunto de estrellas dibujando la palabra "sexo" en el cielo si nos quisiéramos poner quisquillosas hasta los extremos más insospechados.

Es cierto que lo provoqué yo pero, si no se hubiesen dado todas las circunstancias, no habría pasado nada; Lo mismo que no ocurrió nada en su día en casa de Lucía, dónde no hubo narices de terminar de arrancar la orgía.

Siempre he sido algo desinhibida; Conocéis mis tiempos de universitaria (aunque sea por encima) y, tanto con esta historia como con mi respuesta a por qué me quedé en ropa interior en casa de Lucía y Jorge, os podéis hacer una idea de que una mojigata no soy precisamente. Pero también es cierto que soy pejiguera y que solo me dejo llevar hasta estos extremos si la cosa va surgiendo y, como decía al principio, se dan todas las circunstancias favorables.

Cuando Pepe y yo comenzamos a salir fuimos descubriendo nuestra sexualidad de muy diversas maneras. Los primeros polvos siempre eran espectaculares, ya sabéis cómo es el sexo de especial cuando empiezas a salir con alguien. Y aunque, al principio, ya tendíamos a desinhibirnos en la intimidad, ni de lejos hacíamos las cosas que hacemos ahora, después de tantos años juntos.

Aparte, obviamente, de tenerla con Pepe, también tengo esa complicidad con Lucía, a quien conozco desde mis años universitarios y con quien he compartido tantas experiencias que es más mi hermana o mi prima que una simple amiga. Lucía y yo ya habíamos experimentado lo del sexo entre mujeres en la intimidad de nuestra habitación de la residencia y, como dejé bien claro con mi pregunta en la playa, por aquel entonces, además, yo era de las que disfrutan provocando. Incluso fanfarroneé y terminé, en alguna ocasión, metiéndome en fregados de los que me habría gustado librarme. Dicen que por la boca muere el pez pero yo soy un pescado duro de matar. Así que, en más de una ocasión, participé en cosas que, al principio, igual no me hacían mucha gracia pero de las que siempre supe sacar el lado positivo.

Pero volvamos al día de hoy y a por qué narices me dio ese venate sexual en la cala… Después de la experiencia en casa de Lucía, en la que me quedé en ropa interior por un calentón entre amigos, tuve la sensación de que la gente era la apropiada pero, tal vez, el momento no. Como os podéis imaginar la tarde del domingo siguiente estuve hablando con Lucía por teléfono repasando la experiencia. Ella me contó lo que hizo con Jorge cuando nos fuimos y un detalle que, en el relato, se toca de manera superficial: ellos se hicieron las fotos pero yo fui el tema de conversación durante aquel momento. Jorge no paraba de hablar de mi sensualidad y, conforme se fueron calentando, hablaban en voz alta de un hipotético trío de ellos conmigo hasta que, finalmente, echaron un polvo en el que creo que disfrutaron más con la imaginación que con la piel. Esta charla sirvió para confirmarme que la complicidad entre Lucía y Jorge era excelente y que, además, Jorge fantaseaba conmigo.

El fin de semana siguiente ocurrió lo del ascensor de Estrella, Toño y Nacho. Yo me volví a enterar al día siguiente porque Estrella me llamó para contármelo. No daba crédito a lo que escuchaba y terminé quedando con ella para echar un café y que me lo contara todo con pelos y señales. Nacho y Aurora son los amigos más reciente de nuestro pequeño grupo y había información de ellos que no conocía. Descubrir este revelador dato del trío en el ascensor y, por lo tanto, de las sospechables aficiones de Aurora y de su novio en el plano sexual fue lo que me hizo pensar en Cala Blanca.

Os mentiría si no os contara que, durante las dos semanas que pasaron desde que se me ocurrió la idea hasta que se materializó, me masturbé en más de una ocasión imaginándome en una escena con Jorge, Lucía y Pepe e, incluso, con Toño y Estrella. Soy así y no puedo evitarlo. Ahora me corto mucho más que siendo adolescente a la hora de participar en una orgía porque siento el amor y el respeto hacia la pareja de otra manera. Pero eso no quita que una tenga sus fantasías y disfrute de una sexualidad plena estando acompañada, o a solas.

Con estos datos en la mente, plantear la posibilidad de una orgía era algo factible aunque aún quedaban algunos flecos por conocer y, para ello, hacía falta estar todos juntos y ver cómo se iban desencadenando los hechos… El juego de la verdad fue, por tanto, una excusa para tantear el terreno y conocer esos flecos.

Éramos ocho personas que, de una u otra manera, ya teníamos experiencias de sexo en grupo. Pepe y Jorge eran los únicos que no habían consumado su participación en una orgía y mi marido y yo habíamos hablado muchas veces de mis experiencias anteriores. El sabía que Lucía y yo nos habíamos liado en la universidad y muchas veces me propuso organizar algo. Pero, como os he dicho antes, no supe qué pensaba Jorge de mí hasta la noche que le hizo las fotos a su novia, ni sabía tampoco si Lucía se daría a este tipo de circunstancias ahora que tenía novio formal. Estando en la playa, ya conocía sus posturas si el tema se caldeara. Sabía que fantaseaban conmigo…

Conforme comenzamos a responder preguntas me fui calentando… Salieron a la luz detalles íntimos que nos contarías a cualquiera y eso me fue encendiendo el piloto sexual. Interpreté el comportamiento de todos y, para terminar de conocer la opinión del grupo, fue por lo que pregunté a Nacho si tenía más experiencia en estas situaciones de sexo en grupo. Sólo me faltaba terminar de dibujar su personalidad y la de Aurora para saber si las ocho estábamos en la misma onda y, tras comprobar que así era, ya solo quedaba comenzar a calentar el ambiente para ver si a la gente le podía apetecer que la noche terminara en sexo tal y como terminó.

Elegir a Nacho para salir desnuda del agua a darle el bikini fue la primera prueba. A mí me apetecía follar con él y lo que estaba haciendo, al fin y al cabo, era decirle que me apuntaba a un polvo con ellos, puesto que eran los que más abiertamente habían confesado su "liberalismo". Cuando les dije que se metieran en el agua con nosotros el trasfondo era evidente: le comunicaba nuestras ganas de sexo en grupo y dejaba a su elección participar o no. Por eso cuando les vi meterse en el agua me puse como una moto y ya ni os cuento cuando sentí a Aurora acariciarme la entrepierna. Si, en ese momento, Toño no me hubiera llamado para pasarme el porro, habríamos follado los cuatro en el agua. Estoy convencida.

Pero Toño me llamó porque quería verme desnuda. Así que salí a que me viera. Tenía tal calentón que no me habría importado quitarle el bañador y empezar a comerle la polla allí mismo pero Estrella estaba detrás, mirando, y no terminaba de tener claro si lo vería de buen grado o no a pesar de haber sido ella quien nos había contado lo del ascensor y habernos manifestado su desinhibición con aquella confesión.

Afortunadamente, para poder abrir fuego en ese frente, también estaban allí Lucía y Jorge con la cámara de fotos y encontré un nuevo objetivo al que atacar. Me puse a hablar con ellos y comprobé que Jorge tenía una erección escandalosamente notoria. Ya sabía lo que pensaba de mí y lo que le gustaría follar conmigo así que, con la historia de mi complicidad con su novia, resultó muy fácil sumarlo al saco de los que follarían allí mismo si tuvieran oportunidad. Y a lucía ya sabéis lo poco que me costó convencerla. Un par de fotos, un semidesnudo y unos besos a los que nunca ha podido resistirse.

Encendí todas las mechas y la cosa salió bien. Me desinhibí hasta este punto porque me apetecía montármelo con todos mis amigos y porque me moría de ganas de poder compartir con mi marido una experiencia de este calibre. El resto de la historia, como habéis podido comprobar, ya forma parte de las decisiones del grupo que, finalmente, también se dejó llevar gracias a aquella maravillosa alineación de planetas...

No me arrepiento de Cala Blanca, fue una experiencia inolvidable que nos ha dejado más cosas buenas que malas tanto a nivel de parejas como a toda la pandilla como grupo. Desde entonces hasta ahora, solo me queda deciros que Jorge y Lucia han pasado ya más de dos noches en casa con nosotros y que no descartamos la posibilidad de que vuelva a ocurrir algo similar entre los ocho porque, sin ninguna duda, a todos nos pareció una experiencia fabulosa y digna de volver a repetirse… cuando surja y sin forzarlo.

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