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Orgía en la Casa Rural

en Orgías

Con la llegada de los primeros días de frio, mi marido y yo nos fuimos a pasar el fin de semana a una casa rural con otra pareja de amigos a los que también les encanta el campo. Preparamos los macutos y, a mediodía del sábado, abandonábamos Almería para, en apenas 70 km, estar en una casa rural a más de 800 metros de altitud. Puesto que éramos solamente cuatro personas, habíamos alquilado la casa más pequeña. La puerta daba directamente al saloncito, en el que se encontraba la cocina y las puertas de acceso a los dos dormitorios y al aseo. El salón tenía una chimenea en la esquina opuesta de la puerta de la calle y, mi marido y Paco (el chico de la otra pareja), se fueron a la leñera a por maderos una vez que hubimos dejado el equipaje en el salón.

Mientras Rafa y Paco cogían leña, Isa y yo (Sofía), colocamos la comida en la cocina y llevamos las mochilas a los dormitorios. El de Paco e Isa tenía una cama de matrimonio mientras que, en el nuestro, había una cama de matrimonio y una litera con dos camas más. La dueña ya había equipado la casa para las fechas en las que nos encontrábamos y había mantas como para diez o doce camas.

Una vez tuvimos la casa a punto nos pusimos el primer vaso de vino del país para ir entrando en calor y también me lié el primer joy de los muchos que caerían a lo largo de la tarde y de toda la noche. Conforme la casa se caldeó pudimos quitarnos alguna de la ropa que llevábamos puesta y pasé de llevar el chaquetón, un jersey de lana, una sudadera y una camiseta interior a quedarme solo con la sudadera. Isa se dejó puesto un forro polar de cremallera y los chicos se quedaron en camiseta de manga larga (aparte, claro está, de los pantalones y las botas que no nos faltaban a ninguno).

El vino, el joy y la candela empezaron a hacer efecto y, tras tres chatos, las risas y las coñas ya eran la tónica dominante. Como no podía ser de otra manera, los comentarios sobre temas sexuales también se habían producido ya y, antes de preparar la cena, ya teníamos bien claro que los chicos querían orgía y que nosotras no habíamos aceptado la propuesta. De hecho, yo ya había pensado en el polvo que iba a pegar por la noche con Rafa en la habitación, a solas.

Cuando llegó la hora de preparar la cena, Rafa y Paco tomaron el control de la cocina. Nosotras seguimos tiradas en el sofá (bastante desvencijado, por cierto, y cubierto con una jarapa que pedía ya un relevo) hasta que Isa se levantó para ir a su habitación. Me levanté y salí detrás de ella para seguir con nuestra charla trivial sin tener que levantar la voz. Una vez en la habitación me dijo:

-Estos quieren orgía y les hemos dicho que no pero yo tengo el cuerpo con ganas de fiesta y, la verdad, a lo mejor orgía no pero un buen rato de desinhibición sí que me daba yo esta noche -.

Me quedé mirándola algo sorprendida, creía conocer a Isa lo suficiente pero eso que acababa de decirme quedaba algo lejos del concepto que tenía de ella. Aún así, puesto que yo sí que soy más liberal, me pareció bien la idea.

-¿Tienes algún otro forro polar de cremallera? -le pregunté a sabiendas de que lo tenía.

-Sí, claro, el rojo de marlboro. ¿Te lo quieres poner? -.

Asentí y ella lo sacó de la mochila. Eché un poco la puerta de la habitación y me quité la sudadera para ponerme el forro polar. Pero antes me quité también el sujetador dejando mi pecho libre bajo la ropa. Isa se dio cuenta del detalle y, a continuación, bajó la cremallera de su forro para quitarse también el sujetador. Volvió a subir la cremallera y, como yo, la dejó un eslabón por encima de la posibilidad de que se nos viera el canalillo, prácticamente un par de dedos por debajo de donde cierran las clavículas. Salimos de la habitación y comenzamos a poner la mesa mientras que Rafa y Paco seguían preparando la cena. Servimos el enésimo chato de vino del país y lié otro joy.

-Podíamos echarnos un juego de las preguntas después de cenar -propuse.

Rafa se dio la vuelta entusiasmado, le encanta ese juego.

-Sí, me apunto. ¿Y ese forro? -.

-Tenía frio con la sudadera, y el jersey me iba a dar mucho calor. Isa me ha dejado el forro polar -.

Paco preguntó que cómo se jugaba a la par que Isa me miraba esperando también una explicación.

-Ahora os lo cuento, vamos a cenar primero. Pero no os preocupéis, que es un juego muy divertido -.

Los dos pusieron cara de parecerles bien y, con los vinitos y esas cosas, fueron pasando los minutos hasta que llegó el momento de cenarnos las papas fritas con huevo que habían preparado Rafa y Paco.

Después de la cena, en la que pude comprobar que Rafa me miraba con frecuencia el escote y con más frecuencia aún miraba el de Isa mientras que Paco no le andaba a la zaga y también oteó los dos escotes en varias ocasiones, recogimos la mesa y entré en la habitación a por folios y bolis, material que no me falta nunca cuando voy a la sierra porque suele ser muy recurrente. Me volví a sentar y comencé la explicación…

-Somos cuatro jugadores y vamos a numerarnos. Yo soy la uno, Isa la dos, Rafa el tres y tu, Paco, el cuatro. El juego consiste en hacernos preguntas por escrito para responderlas después. Como somos pocos voy a repartir seis trozos de papel para cada uno. De esta manera podremos hacer dos preguntas a cada jugador. Para tener claro a quién haces cada pregunta, una vez que la hayas escrito pliegas el papel dos veces y escribes el número de la persona. De manera que, por ejemplo, las preguntas que tú (refiriéndome a Paco) quieras hacerme a mí, tendrán el número uno escrito en el pliegue. ¿Me vais siguiendo? Es decir tú (refiriéndome a Paco de nuevo) escribirás dos preguntas para el número uno, que soy yo, otras dos para el número dos, que es Isa, y otras dos para Rafa que tiene el número tres… -.

-Pero, ¿Preguntas sobre qué? -Preguntó Paco.

-Sobre lo que quieras. Lo mismo puedes preguntar cosas en serio que puedes hacer preguntas de coña. Puedes preguntar sobre aficiones lo mismo que puedes preguntar sobre temores o fantasías. Puedes preguntar lo que quieras de lo que te dé la gana. Aunque te aviso de antemano que, conociendo a Rafa, sus preguntas fijo que son de temas sexuales. Pero, insisto, se puede preguntar sobre lo que quieras -.

Mientras daba esta explicación, repartía los trozos de papel y daba los bolígrafos, todos de color azul, a cada jugador. Comenzamos a escribir las preguntas y empezaron a escucharse las primeras risas. A Rafa ya se le había ocurrido alguna de las suyas y me podía esperar cualquier cosa. Una vez que cada jugador escribió sus seis preguntas, dos a cada jugador restante, y las numeró, continué con la explicación…

-Ahora cada uno coge los papeles que tengan su número. Yo, que soy la número uno cogeré todos los unos que haya sobre la mesa. Isa, tú cogerás los doses y Paco los cuatros. Cuando tengáis todas vuestras preguntas, que deben ser seis, abrís los papeles y las contestáis como os dé la gana. Podéis contestar en serio a lo que se os pregunta o responder de guasa. Una vez que hayáis contestado a todas las preguntas volvéis a plegar el papel y tacháis el número. De esta manera no se sabrá quien ha preguntado ni quién ha contestado -.

-Sí que se sabrá, porque yo sé lo que le he preguntado a cada uno -dijo Paco.

-Tienes razón. Tú conoces tus preguntas y, por tanto, lo que te ha respondido cada uno. Pero no sabrás lo que yo le he preguntado a Isa y a Rafa ni lo que ellos han contestado. Tampoco sabrás quién ha preguntado el resto de cosas que se lean ni quien las ha respondido. Y esa es la gracia del juego. Bueno, esa y escuchar las tonterías que hemos escrito, claro -.

En el rato en que contestábamos a las preguntas reinaba el silencio en el salón de la casa, roto solamente por el crepitar de la leña en el fuego y por el ruido de los vasos de vino que estábamos apurando para ponernos la primera de las copas. Paco se reía, lo mismo que Isa.

Estaba claro que Rafa había vuelto a hacer de las suyas y que sus preguntas tenían miga. Rafa sabe cambiar muy bien el tipo de letra y me costó adivinar cuál de mis seis preguntas las había escrito él. Aunque podía suponerlo por la temática de las mismas en comparación con las otras cuatro. Pero no las tenía todas conmigo. Una vez que terminamos de escribir las respuestas y de tachar los números, echamos todos los papeles en un cuenco para, uno por uno, ir cogiendo un papel para leer en voz alta la pregunta y la respuesta. Estas son todas las preguntas que se hicieron y todas sus respuestas:

Pr.- ¿Quién me va a quitar el tanga luego?

Re.- ¿cuál llevas puesto? Si te has traído el de perlitas te lo quito yo con la boca. Si no, que te lo quite otro.

Pr.- ¿Por qué mirabas los dos canalillos?

Re.- Trataba de hacer un estudio acerca de la importancia de los pezones de punta en las casas rurales y su efecto en el calentamiento global del salón.

Pr.- ¿Te lo montarías con alguien que no es tu pareja?

Re.- Aún a riesgo de equivocarme, hoy me lo montaba hasta contigo.

Pr.- ¿Pero tú quieres fiesta esta noche o no?

Re.- Si, cuando se lea esta pregunta en voz alta, bajo un par de eslabones la cremallera del forro polar es que sí. Si no… también!!

Pr.- Aquel día en la piscina ¿querías meterme mano?

Re.- No sé nadar idiota!!

Pr.- Paco, ¿Me quieres?

Re.- Claro que sí, Rafa

Pr.- ¿Qué hay debajo del forro polar?

Re.- Puri y Loli. ¿No las conoces? Luego te las presento

Pr.- Si un tren sale a las seis de Valladolid dirección a Madrid a una velocidad de 70 Km/h y, por otro lado, a las siete sale un tren de Madrid dirección Valladolid a una velocidad de 100 Km/h: ¿Por qué el revisor no te ha picado el billete y a mí, además, me ha liado un joy con la mano derecha mientras que con la izquierda le tocaba el culo a la auxiliar?

Re.- Lo verdaderamente importante de esa pregunta es ¿De quiénes son los trenes? Yo esos no lo sé, pero los dos trenes que hay esta noche en el salón son como para despedir al revisor y a la auxiliar.

Pr.- Paco ¿Qué vas a hacerme esta noche?

Re.- Ostia!! ¿De quién es esta letra?

Pr.- ¿Cuál es tu fantasía más repetida? (sexual, claro)

Re.- Fantaseo mucho con que me espían mientras me masturbo o mantengo relaciones y luego se unen a la fiesta. Tanto si son chicos como si son chicas.

Pr.- ¿Te lo montarías con alguien delante de tu pareja?

Re.- No sé cómo le sentaría. Pero, ahora que lo pienso, si él quiere orgía imagino que ya habrá pensado en esa posibilidad. Y, francamente, ahora que lo dices, si él lo ha pensado y no le importa pues a mí tampoco. Puede estar bien. ¡O de vicio!

Pr.- Si es que de ti lo sé todo…

Re.- ¿Sí? Pues te prometo que lo de tu mujer fue sin mala intención.

Pr.- ¿quién te va a quitar el tanga a ti?

Re.- Si seguís haciéndome estas preguntas y me dais otra calá de joy, al final me lo termino quitando yo encima de la mesa.

Pr.- ¿Con quién te gustaría verme? ¿Con quién se sienta a mi izquierda o con quien se sienta a mi derecha?

Re.- Podrías empezar con quien se sienta a tu izquierda y luego vamos todos.

Pr.- ¿Cómo es tu pareja en la cama?

Re.- Le gusta hacer de todo

Pr.- Tía… Pues yo me pegaba una buena fiesta esta noche…

Re.- Pues, ¿sabes que te digo? Que yo creo que va a ser que no. Pero podría equivocarme.

Pr.- Algo que no harías en un acto sexual.

Re.- Si el acto lo estoy realizando con una mujer no hay límites. Ese es mi límite, solo seres humanos vivos, mayores de edad, guapos, ricos, que me compren joyas, me lleven a restaurantes caros y me dejen acostarme con sus mujeres. Jajaja.

Pr.- ¿Te la follarías?

Re.- ¿Me dejas hacerlo?

Pr.- Tu lo que quieres es que te coma el tigre…

Re.- Siempre. Pero hoy hay mucha gente para comer… Y entiéndelo como quieras.

Pr.- ¿Qué hay bajo el forro polar?

Re.- si te lo digo se termina el morbo que me da verte mirándonos el escote. ¿Qué crees que hay? Pues eso, que tu curiosidad siga trabajando…

Pr.- A ver si tú me lo dices… ¿Qué hay bajo el forro polar?

Re.- Sea lo que sea, quiero verlo!!

Pr.- ¿Alguna vez lo has hecho con dos tíos a la vez?

Re.- No. Hice un trío con otra chica y, las otras ocasiones, hemos sido dos y dos.

Pr.- ¿Te ha gustado la cena?

Re.- Sí, tanto que espero que el postre esté a la altura…

Pr.- ¿tú qué dices? ¿Qué sí o que no?

Re.- Pues mira… voy a responderte y, de paso respondo a una pregunta que os he hecho… Si debajo del forro polar sólo hay lo que creo que hay, es que sí. Si, por el contrario, no hay lo que creo que hay, entonces será que no.

Después de leer las preguntas y de reírnos conforme lo íbamos haciendo según las respuestas, caí en la cuenta de que se habían quedado muchas dudas en el aire pero que algo sí que había quedado muy claro: el ambiente estaba cargado de una gran tensión sexual. Yo creo que era normal. Con el vino, las copas y los joys estábamos tan a gusto que nos estábamos expresando libremente y, por fortuna, todos parecíamos tener una buena predisposición al sexo en grupo.

De los chicos no me cabía la menor duda. Llevaban con el temita desde que habíamos llegado a la casa. Isa me había comentado en la habitación que tal vez sí, pero no esperaba que hubiera dicho las cosas que acabábamos de leer; Las que yo creía que podían ser respuestas suyas, claro. Y, por mi parte, la verdad es que me fui desinhibiendo conforme fui leyendo las preguntas que me hacían y luego, sobre todo, cuando escuché todas las respuestas.

Así que después de haber manifestado que no soy novata en esto, de dejar claro que me gusta tanto la carne como el pescado, de leer que a mi marido le apetecía ver cómo me liaba primero con Isa y de que Isa estaba cogiendo tal calentón que era capaz de quitarse el tanga encima de la mesa (después de quitarme el mío con la boca porque ¡Oh sorpresa! Llevaba puesto el tanga de perlitas), no tuve más remedio que reconocer que me había equivocado al decir que me parecía a mí que iba a ser que no y que, efectivamente, estaba equivocada. Así que no lo dudé un segundo y disimulando, pero siendo a la vez tan descarada como para que todos se dieran cuenta y no quisieran decir nada, me llevé la mano a la cremallera del forro polar y lo bajé algo más de un par de eslabones.

Ahora no quedaba lugar a dudas. Con la cremallera a la altura que se había quedado era más que evidente que no llevaba sujetador. Se me veía el canalillo perfectamente pero el forro aún cerraba lo suficiente como para que mis tetas no asomaran totalmente. Rafa me miró al escote y luego a los ojos, le sonreí. Paco también me miró y luego miro a Isa. Seguí su mirada y me sorprendí al ver como Isa hacía exactamente lo mismo que había hecho yo y, mirando a Paco, se bajaba la cremallera del forro polar hasta dejarla en el sitio exacto para dejar ver lo mismo que yo enseñaba. Luego, sorprendentemente, se acercó a mí y me bajó la cremallera un eslabón más. Se seguía viendo lo mismo pero dejaba ver otras muchas cosas como, por ejemplo, las increíbles ganas de fiesta que tenía Isa. No pude contenerme, llevé mi mano hacia el pantalón y tiré del tanga para que Isa viera que era el de perlitas. Se echó a reír y chasqueó los dientes.

Rafa se levantó de la mesa para rellenar las copas. Paco aprovechó el momento para avivar la candela de la chimenea y yo me levanté para ir a mi habitación un momento mientras que Isa se quedaba en la mesa volviendo a ojear los papeles para, imagino, tratar de adivinar quiénes eran los autores de las preguntas y quienes habían respondido. Entré en la habitación para provocar que la situación continuara. Así que me quité los pantalones y cogí una manta. Me la eché sobre los hombros para que cayera por mi espalda y la sujeté pinzándola con la mano desde dentro de manera que se siguiera viendo bien el forro polar y su escote y que, al andar, todos se dieran cuenta de que asomaban mis piernas desnudas bajo la manta.

-¿Y eso? -Me preguntó Rafa conforme asomaba por la puerta de la habitación.

Y, dirigiéndome hacia mi silla y sentándome de manera que la manta separara mi piel desnuda del frio esparto, le contesté:

-Es que alguien ha dicho antes que me va a quitar el tanga con la boca y le estoy facilitando el trabajo -.

Me encantó la reacción de los tres. A Rafa le vi el sexo en la cara y Paco puso, como se suele decir, "los ojos de bolilla" al darse cuenta de que esa noche iba a vivir una experiencia sexual fuera de lo habitual. Pero la mejor fue Isa que, ni corta ni perezosa, se subió a la mesa a bailar mientras que se quitaba los pantalones. Luego, poniéndose de espaldas a los chicos, sacó el culo para quitarse el tanga. Se giró de cuclillas para quedar frente a Rafa y Paco y paseó el húmedo tanga por la cara de los dos. Bajó de la mesa y me levantó de la silla. Me situó cerca de la chimenea, de frente a los chicos, y volvió a ponerse de cuclillas para, tal y como había prometido, quitarme el tanga con la boca mientras me acariciaba los muslos, el culo y las caderas.

Paco y Rafa se levantaron de la mesa y la empujaron hacia la cocina dejando un poco más de amplitud entre el sofá y la chimenea. Paco rellenó su copa y Rafa sacó la cámara para empezar a fotografiarnos. Posamos en posiciones lésbicas para las tres o cuatro primeras fotos pero, cuando le metí la lengua en la boca a Isa, se terminaron las poses y nos dejamos llevar.

Apretábamos fuertemente nuestras bocas al besarnos. Mis manos acariciaban el culo de Isa y subían por su espalda remangándole el forro. Ella, por su parte, había colado una de sus manos por mi escote y me acariciaba el pecho, pellizcándome los pezones de vez en cuando. La apretaba contra mí de manera que nuestros desnudos muslos se rozaran obligatoriamente. Sentí su vello púbico rozando con el mío y, entonces, lancé mis dedos por la raja de su culo para acariciar el ano de camino a comprobar cómo estaba de húmeda.

Rafa seguía haciéndonos fotos desde el sofá mientras que Paco, que estaba sentado a su lado, ya se había quitado los pantalones y se había sacado la polla para masturbarse mirándonos. Quité la mano del culo de Isa y, deslizándola por su cadera hacia delante, la metí directamente entre los labios de su coño para subirla suavemente hacia arriba y, con la yema de mis dedos, acariciar su ya hinchado clítoris. Sintió un buen escalofrío de placer.

Me separe de ella, fui a apagar la luz para dejar el salón iluminado solamente con la lumbre de la chimenea y me arrodillé delante de Paco abriendo mis piernas lo necesario para dejar su polla a la altura de mi cremallera abierta. Metí la mano por debajo del forro y la saqué por el escote para cogerle el miembro y apretármelo contra las tetas. Luego, puse un dedo de mi otra mano entre su polla y la cremallera y tiré de ella hacia abajo para que la sintiera vibrar en el pene. Me desabroché totalmente y el forro se abrió hacia los lados mostrando mis buenas tetas a Paco. Me quité el forro polar mientras volvía a incorporarme para acercarme a Isa y, a continuación, la situé de pie delante de Rafa.

Me coloqué detrás de ella y empecé a sobarle las tetas por encima del forro. Éste se arrugaba hacia arriba de manera que dejaba ver perfectamente el coño, bien cuidado, de Isa y su perfecta tripa. Manteniendo el forro en esa posición bajé una de mis manos a acariciarle la vulva y empapé mis dedos en su jugo para llevarlos hasta su boca. Isa los chupaba con ansia; Momento que aproveché para, mirando a Rafa a los ojos, desabrochar la cremallera de Isa y quitarle el forro dejándola totalmente desnuda delante de mi chico.

La luz del fuego daba un tono bronce a nuestros cuerpos desnudos que resultaba altamente excitante. Los chicos se desnudaron totalmente y volvieron a acomodarse en el sofá. Isa se arrodilló poniendo el culo en pompa y empezó a comerse la polla de Rafa. Cogí la cámara y les hice unas buenas fotos. Luego le di la cámara a Paco y tiré la manta en el suelo para sentarme cerca de la chimenea. Me acomodé en el suelo frente a Paco con las piernas abiertas y empecé a masturbarme. Paco fotografió mi lado más desinhibido, el más vicioso, y yo disfrutaba viéndole como reflejaba el sexo en su mirada.

Paco se levantó del sofá y vino hacia mí. Se recostó entre mis piernas y comenzó a comerme el coño. Arqueé mi espalda dejando caer mi cabeza atrás de placer. Luego volví a levantarla para mirarle. Quería verle como me comía y quería mirar a Rafa para ver qué hacía. Rafa nos miraba mientras Isa seguía comiéndole la polla. Giró la cabeza y vio que Paco había dejado la cámara en el sofá antes de venir conmigo. La cogió y nos fotografió junto a la chimenea. Las fotos tenían que ser espectaculares porque, su ya marcada cara de placer por la mamada de Isa, se acentuaba aún más cuando veía en el visor las instantáneas capturadas. Me excitaba al ver su cara, me excitaba al verle gozar mirándome a mí gozar con otro delante suya. Me levanté del suelo y me puse de culo apoyando mis brazos en el respaldo de la silla para que Paco me penetrara.

Isa se levantó y se sentó sobre Rafa dándole la espalda y metiéndose su polla en el coño. Fue entonces cuando nos vio follando a Paco y a mí y, al hacerlo, se mordió el labio. Arqueó su espalda hacia delante, sacando pecho, y se abrió de piernas todo lo que pudo para que nosotros disfrutáramos también de esa escena. Paco aceleró el ritmo de sus penetraciones y yo solté algún que otro gemido de placer.

Las manos de Rafa se apretaban en las caderas de Isa que restregaba en movimientos circulares su culo contra el cuerpo de mi chico. Luego se levantó para sentarse en la silla, en la que yo estaba apoyada, con el respaldo entre las piernas y comenzó a besarme a la par que llevaba una de sus manos hacia su clítoris. Rafa volvió a tomar la cámara y disparó unas cuantas fotos antes de levantarse del sofá.

Una vez de pie, vino hacia nosotras y nos acercó la polla a la boca. Las dos empezamos a besarla y a lamerla mientras que él continuaba sacando las pocas fotos que ya le permitía su elevado estado sexual. A continuación, se apartó de nosotras y se tumbó boca arriba debajo mía disfrutando del campaneo de mis tetas al ritmo que les marcaban los pollazos de Paco.

Me incorporé, sacando a Paco de mi vagina, y me agaché de cuclillas dejando a la polla de Rafa el lugar que hasta ese momento había disfrutado Paco. Puse mis manos en su pecho y comencé a cabalgar sobre él. Paco también se agachó un poco y, tras chuparse los dedos, comenzó a excitarme el ano con maravillosos movimientos circulares. Con el esfínter tan excitado no es de extrañar que, en apenas unos segundos, uno de los dedos de Paco ya me hubiera penetrado analmente aumentando mi placer de manera exponencial.

Isa se levantó de la silla y la quitó de en medio. A continuación se arrodilló abierta de piernas sobre la cara de Rafa dejándole el coño a la altura de la boca y de cara a mí. Comenzamos a besarnos de nuevo mientras que yo me movía para dejar de estar de cuclillas y ponerme también de rodillas sin dejar que la polla de Rafa saliera del interior de mi coño.

Isa se echó hacia atrás, dejándome sus tetas cerca de la boca. Instintivamente las intenté alcanzar con la lengua con lo que me iba poniendo cada vez más de culo. Entonces Paco sustituyó el dedo directamente por su polla y me penetró analmente. Esa doble penetración me disparó de placer y, entre gemidos, empecé a morder apasionadamente los pezones de Isa.

Al echarse hacia atrás, Isa alejaba su coño de la boca de rafa y lo sustituía por el ano que estaba perfectamente lubricado por los jugos que le chorreaban desde el coño. Rafa le dio un prolongado beso negro y se movió para liberarse de entre las piernas de Isa. Con su movimiento provocó que todos tuviéramos que movernos igualmente, de manera que se adivinaba que una nueva postura estaba a punto de realizarse.

Paco y Rafa se tumbaron delante de la chimenea, con la cabeza cerca del fuego lo suficiente como para sentir su calor sin peligro de quemarse. Nosotras nos situamos sobre ellos y, cada una con su pareja, volvimos a colar sus pollas en nuestro interior. Sentíamos el calor de la chimenea en nuestros pechos y el del sexo por todo el cuerpo. Gemíamos a la par que cabalgábamos y, victimas del placer, fuimos acelerando el ritmo del acto.

Los chicos repartían sus manos como podían entre nuestras piernas y nuestras tetas, follando con una mientras sobaban a las dos. Isa comenzó a gemir con fuerza, se corría. Estalló en un chillido de placer que nos aceleró a los demás. Rafa me apretaba el culo con fuerza con una mano mientras acariciaba la teta de Isa con la otra. Ella, tratando de mantener la verticalidad del cuerpo tras el orgasmo que acababa de tener, apoyó su boca contra mi hombro y, apretándome la teta con una mano y el otro hombro con la otra, resopló mientras gozaba de los últimos espasmos.

Al sentir su aliento contra mi piel y sus manos apretándome, terminé de dispararme y también empecé a sentir la proximidad de un orgasmo. Me restregaba con ansia sobre el cuerpo de Rafa hasta que, al final, volví a romper el semi silencio de la noche con varios gemidos que exhalaba conforme los espasmos del orgasmo recorrían todas y cada una de mis terminaciones nerviosas.

Más que satisfechas por el polvazo que acabábamos de echar, Isa y yo nos levantamos para que los chicos salieran de nuestro interior. A continuación ambas empezamos a besar la polla de Paco y a masturbarla hasta hacer que se corriera y, posteriormente, le hicimos lo mismo a Rafa. Una vez que los cuatro nos habíamos corrido, y tras relajarnos poco a poco, volvimos a incorporarnos. Nos pusimos algo de ropa encima y volvimos a acomodarnos ante la mesa. Rafa, dirigiéndose hacia la zona de la cocina, preguntó

-¿Quién quiere una copita? -.

La noche, al parecer, aún no había terminado. Nos faltaban las fuerzas pero aún quedaban más ganas. Miré el reloj y apenas eran las doce de la noche. ¡Qué bien!...

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