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Bilirrubina III. El amor

en Erotismo y Amor

Recordad que se agradecen tremendamente los comentarios, tanto si son buenos como negativos. Las valoraciones también pero sobre todo los comentarios.

Se recomienda leer la primera y segunda parte, claro si te gustaron y tienes intención de leer este tercer capítulo.

CAPÍTULO 3

El sol abrasador de medio día, castigaba implacable la enrojecida espalda de Mateo. El joven hacía esfuerzos por mantener bajo control su preocupación. Hacía más de 20 minutos que Alex se había marchado a pasear por la orilla del mar y a pesar de que era consciente de que su novia necesitaba su propio espacio y que se molestaba si la sobreprotegía, no podía quitarse de la cabeza lo agotador que resultaría para Alejandra su primer día de playa.

Un húmedo frescor recorrió la espalda del muchacho, un suave peso sobre el centro de su espalda y algo que erráticamente caminaba hacia su nuca. El salto del joven fue de atleta olímpico, comenzó a palmotear sobre su espalda intentando desembarazarse de aquello que habían dejado caer sobre su dorso.

De pie a un par de metros del saltarín muchacho, una espigada  y enrojecida Alejandra, se presionaba los abdominales, muerta de la risa.

–No tiene puñetera gracia –gritaba el muchacho mientras cada vez eran más los espectadores que le miraban sorprendidos.

–Ji, ji, ji, jiji, jijiji, no tendrá gracia para ti –la chica se reía abiertamente, intentando recuperar el cangrejo que había caído a la arena—pero si se ha asustado más el pobre bicho que tú.

Viendo el hostil semblante de Teo, la joven decidió salir corriendo en dirección al agua. El muchacho corrió tras la chica, más con la intención de jugar con ella, que de obtener venganza.

Mateo esperó a que su novia estuviera dentro del agua para abalanzarse sobre ella. Sabía que su peso dentro del agua no causaría el más mínimo daño a la chica. Alejandra insistía hasta el enfado, en que estaba perfectamente y que su novio no debía tener contemplaciones especiales con ella, pero a Teo le era imposible no ser delicado y cuidadoso con la cosa más bonita de este mundo.

–Ya eres mía –gritó el joven mientras hundía bajo el mar a la alta chica.

Alejandra en vez de huir, se dejó atrapar uniendo su espalda al pecho del joven, el cual con la ayuda de la densidad del agua salada y del escaso peso de la chica, pudo alzarla en vilo mientras realizaba una nefasta imitación de un ogro de las cavernas.

–Grrr, ya eres mía ¡Ríndete malvada!

–¿Y si no me rindo que me vas a hacer? –preguntaba entre carcajadas la joven.

–Te torturaré a cosquillas… grrr –Teo agarró las muñecas de Alex con una sola mano y con la mano libre torturó los costados de la chica, provocando la hilaridad de esta.

Estuvieron jugando poco tiempo, puesto que Alejandra comenzó a respirar sofocadamente y ambos de manera tácita decidieron retornar a las toallas.

–¿Me pones crema? –la media sonrisa de la chica invitaba a algo más que a poner protección solar asépticamente.

–¿Es que estás caliente? –en los tres últimos meses Mateo había aprendido a seguir el juego de su chica y en ocasiones incluso a anticiparse a este.

–Estoy ardiendo –continuó la broma la muchacha—el morenazo del bañador azul me tiene malita.

El chico volvió a atacar el flanco de Alex con sus eficaces cosquillas.

–¿Quién te tiene malita?

–El… ja, ja, ja chico… ji, ji, ji, del… ja, ja, ja, baña… ji, ji, ji dorrrr…. Tu, tu, tu… ja, ja, ja, tu, solo tu, pero paraaaaa…. –Como compensación a su derrota Alex recibió un tierno mordisco en la oreja.

–Que no me entere yo…

–Huís que se me pone celosón el enano –Alejandra disfrutaba de torturar a Teo con sus diferencias de altura—Noo…. Lo retiro….

Alejandra puso cara de niña arrepentida tras la socarrona mirada de Teo y se tumbó de cara a la toalla, emulando una sumisión que estaba lejos de sentir.

Teo no pudo por más que mirar arrobadamente aquella huesuda espalda, el otrora amarillento de la piel se había tornado paulatinamente en un pálido bastante natural. Al finalizar aquella primera jornada de playa, la piel tendría un bonito color semejando un cangrejo, si no se protegía suficientemente bien. Pensar en el cangrejo hizo que el chico esbozara una tierna sonrisa, no había logrado que su chica dejara de meterse constantemente con el, si bien ahora Mateo disfrutaba casi más que ella de esas atenciones.

Delicadamente deslizó por los hombros los tirantes del bikini. El cosquilleo que sintió al rozar la cálida y tersa piel le envalentonó para intentar desabrochar el sujetador del conjunto.

Ayudándose de las dos manos abrió el cierre de la pieza haciendo que cada mitad reposara sobre la toalla, pudiendo observar por completo aquella preciosa espalda libre de cualquier tejido.

El joven mantuvo el aliento durante unos segundos, siempre que intentaba meterle mano por debajo de la camiseta, Alex se revolvía evitando las maniobras del muchacho. Respiró aliviado cuando vio que no había ninguna reacción hostil.

Vertió una buena cantidad de crema sobre una de sus manos y la frotó contra la otra mano. Con delicadeza posó ambas manos sobre los marcados omoplatos de la chica. Las señales de la Hepatitis, prácticamente eran inexistentes, incluso la joven lucía un bonito corte de pelo a lo chico, si bien, la estricta dieta carente de grasas la mantenía en los huesos.

Mientras masajeaba la espalda con las palmas, delineaba con los pulgares el contorno de los omoplatos. Ascendió por su columna hasta posar sus delicadas manos sobre la nuca de la chica. Con lentas pasadas de sus palmas, amasó desde la base de la cabeza hasta ambos hombros.

El joven no pudo reprimir una sonrisa cuando escuchó ronronear a su gatita, pues la puñetera tenía tanto carácter como un felino y las uñas tanto o más afiladas como ellos.

Una idea rondaba la cabeza de Mateo desde que comenzara el improvisado masaje ¿le dejaría acariciar su costado, si se acercaba peligrosamente al lateral de sus pechos?

Con la cautela instalada en su estómago, el muchacho posó sus dos manos en los riñones de la chica. Si bien no tenía unas manos demasiado grandes, la escueta cintura de la chica permitía que abarcase toda la zona lumbar con ambas manos.

Extendió la crema sobre la zona y ascendió abriendo ligeramente las manos hacia los costados. Intentando que resultara un movimiento casual, introdujo los dedos por los laterales de las costillas hasta rozar levemente la fina piel de los pechos de la chica.

Podía percibir perfectamente las profundas inspiraciones de la chica. Se mantuvo inmóvil, a la espera de alguna señal que no llegaba. Indeciso volvió a descender hasta posar las manos en la zona lumbar de Alejandra. Repitió la maniobra de ascensión, si bien esta vez desplazó más las manos hacia los laterales de la joven, en busca de sus pequeños pechos.

El calor que desprendía aquella fina piel, el olor a crema y mar y el sofoco que arraigaba en el corazón del muchacho hablaron sin su consentimiento.

–Alejandra…  te quiero.

Con las yemas de sus dedos sintió la respuesta de su chica, el pecho de Alejandra se hinchó con una profunda inspiración y el consiguiente suspiro. La joven se acodó alzando ligeramente el torso, lo suficiente para que las manos de su chico, pudieran acariciar sus delicados senos.

Teo tenía ante si la oportunidad que llevaba solicitando durante semanas, podría tocar a placer aquella maravilla de la anatomía de la chica más preciosa de este mundo.

El joven se inclinó depositando un casto beso sobre la espalda de Alejandra. Le apetecía abrazarla, besarla, comérsela de los pies a la cabeza.

–Pero mira que eres tontorrón, te pongo las tetas a tiro y te dedicas a darme besitos de niño en la espalda.

–Me tienes tan acostumbrado a que ahí no se toca, que casi ni me lo creo.

–Ains, pero mira que eres tonto –dijo la chica tras un profundo suspiro– ¿Qué me acabas de decir?

–¿Que nunca me dejas que te toque los pechos?

–No bobo, lo de antes, lo de que me quie…

–Si, que te quiero –Mateo enrojeció visiblemente bajo la mirada de Alex.

–Vale, a ver si te explico la lección. Si nunca te dejo que me metas mano y tras decirme que me quieres, te pongo las tetas a huevo ¿que crees que significa?

–Pu… pues… que… tu… también…

–Si melón, que yo también te quiero –Alejandra se incorporó, sin importarle el espontáneo Top-less que ofreció a la concurrencia y besó cariñosamente a su chico, dándole un tierno y prolongado beso en los labios. Percibiendo que sus pechos estaban al aire la joven se cruzó de brazos intentando cubrir su parcial desnudez.

–Yo también te quiero, tarugo.

–Hay que ver que cosas mas bonitas me dices –replicó el joven tras el segundo beso.

–Pues ahora te quedas sin premio –dijo Alejandra mientras movía ligeramente sus pechos cubiertos por sus extendidas manos.

Mateo con toda la sensualidad de que era capaz, agarró a Alejandra de la cintura y acercó su boca a la de la chica, con el oscuro objetivo de ganarse su premio.

Alejandra estiró el cuello hacia atrás alejando sus labios de los de su novio, que ya se acercaban peligrosamente.

–No, no, no –canturreaba Alex tras mostrarle su larga y sonrosada lengua a Teo.

El joven se sabía ganador de aquella partida, presionando ligeramente hacia delante logró tumbar de espaldas a su novia, sobre la toalla. Alejandra no tubo más remedio que separar sus manos de sus propios senos, para llevarlas al pecho de su novio.

–Um, bonita vista –Mateo agachaba la cabeza oteando el hueco entre su pecho y aquellas dos preciosidades que apunto estaban de rozarse con su propia piel.

–¿Cariño? –susurró Alex al oído de su chico.

–Ajam, dime.

–¿No llevas el teléfono en el bañador, verdad?

–Umm, creo que eso no es el móvil –Teo puso su mejor voz de seductor.

–Pues ale, al agua a enfriar eso, que nos debe de estar mirando toda la playa.

La repentina consciencia de que estaban en un lugar público abarrotado de gente, hizo que ambos muchachos se ruborizaran hasta las orejas. Mateo alargó la mano en busca del bikini de la joven, esta relajó la presión que ejercía sobre el pectoral de su chico, lo cual aprovechó Teo para inclinar la cabeza y depositar un beso sobre uno de los pezones de la muchacha. Antes de que Alejandra reaccionara el joven ya había cubierto los senos de la chica con la escueta prenda.

–¡Capullo! –amonestó Alex con fingida indignación.

Teo se sentó llevándose las rodillas al pecho con la intención de que su erección quedase disimulada, mientras Alex se ponía de pie abrochándose el sujetador.

–Venga, al agua –Alex esbozaba su acostumbrada media sonrisa, de chica traviesa.

–Si claro, en mi estado.

–Va tampoco será para tanto, seguro que ni se enteran de que tu pajarito está de guardia.

–¡Oye! Perdona a mi anaconda no le llames pajarito.

–Mira chavalín, si de verdad tuvieras una anaconda se la ibas a meter a quien yo te diga, así, que más te vale que no sea más que un pajarito juguetón –Alex volvió a mostrar la lengua en toda su longitud y corrió hacia la orilla–, ¡venga píllame ahora!

Teo aún tuvo que estar un buen rato concentrándose en bajar su excitación, más aún tras las veladas insinuaciones de su novia. El joven ardía de deseos de tener a aquel terremoto de muchacha entre sus brazos, si hacer el amor era la mitad de especial de lo que la gente decía, con Alex sería como tocar el cielo.

Alex abrió la puerta de su casa, cerrando tras de si, consciente de que detrás a escasos pasos venía Mateo.

–Eh, que me das en las narices.

–Pues te estaría bien merecido ¡Capullo!

La joven se había cabreado tras la negativa de Mateo, a permanecer en la playa ni un minuto más allá de la hora y media, que ambos habían pactado al principio del verano, como tope de tiempo para permanecer al sol.

–así no me voy a poner morena en la vida.

–Pero si tienes un bronceado precioso –conciliador Teo intentaba que su novia entrara en razón—cuando te duches y vaya saliendo el sol de debajo de la piel ya verás como has ganado color, para ser tu cuarto día de playa tienes un tono precioso.

–Pues espero que me darás cremita tras la ducha –el enojo había desaparecido, volviendo la actitud juguetona de Alejandra.

–No se yo que opinará tu madre.

–Pues se lo preguntamos –Alex tomó aire para gritar a pleno pulmón–, ¡Mamá! ¿Dejas a Mateo que me embadurne sensualmente, todo el cuerpo de cremita?

–¡Alex! –Teo frustradamente intentaba que su novia callase, mientras esta reía a carcajadas.

–Que mi madre está en el curro, melón –la joven se acercó sensualmente al joven mordisqueando el labio inferior de este–, ¿me pondrás cremita?

Ante aquella pregunta, Teo solo acertó a asentir vigorosamente con la cabeza.

Media hora después, apareció Alejandra bajo el dintel de la puerta de su dormitorio. Teo tumbado sobre la cama jugaba con el móvil haciendo tiempo para que su novia se pudiera duchar.

–¡Estás… pre….cio…. sa…! –Teo boquiabierto miraba con ojos desorbitados el cuerpo desnudo de la chica.

–Esta cara me la guardo –dijo Alex tomando una fotografía de la sorprendida cara de Teo, con el teléfono que sostenía en su mano—ja, ja, ja, la mandíbula te va a llegar al suelo.

Era la primera vez que Mateo veía totalmente desnuda a la muchacha. Durante el verano ella le había permitido vislumbrar fugazmente alguna parte de su cuerpo, pero era la primera vez que la podía ver sin prisas, por completo.

Su grácil cuerpo se apoyaba sobre el marco de la puerta, mostrándole aquella media sonrisa que le traía loco.  Sus pálidos y pequeños pechos, eran contorneados por una piel broncínea, haciendo resaltar más si cabía los triángulos de blanca piel que eran sus senos. Sus Pálidos pezoncitos, que apenas había podido vislumbrar en otras ocasiones, se mostraban firmes y altaneros.

El joven continuó recorriendo el cuerpo de la muchacha con su mirada de adoración. Acarició con su vista aquel vientre plano, aquellas estrechas caderas, la rala mata de vello dorado que crecía entre sus muslos. Descendió observando sus largas y flacas piernas, sus estrechos tobillos para concluir con sus delicados pies.

–¿Qué, te gusta lo que ves? –Alejandra se sentía pletórica, simplemente con ver la cara de adoración y éxtasis de su novio. Si sentía ese nudo en la boca del estómago tan solo con darle aquel pequeño placer a su chico, como sería poder compartir algo más que besos con el—¿Me pones crema?

Alejandra se acercó a la cama en la que estaba tumbado Teo. Este al ver aproximarse a la joven, se levantó de un brinco, cediendo su espacio a la espigada muchacha.

–¿Te traigo pañuelos de papel? A ver si se te cae la baba en mi espalda –Alex no podía dejar de ser como era ni en los momentos de mayor romanticismo.

–Ja, ja, que graciosilla la niña –Teo se aplicó una generosa cantidad de crema sobre la mano y la extendió sobre la espalda de Alejandra, masajeando con delicadeza– ¿Te gusta así?

–Aja –Alex se estiraba como un gatito, llevando sus brazos debajo de su cabeza.

El joven recorrió cada centímetro de la piel de la muchacha, podía sentir a través de sus dedos el calor que desprendía aquel tapiz broncíneo. El olor de la deseada piel, olor a playa, a ducha fresca, a crema, olor a Alejandra.

Deslizó sus manos desde el cuello de la joven, pasando por sus omoplatos, sus costillas, sus lumbares, hasta llegar al final de su espalda.

El comienzo de aquellas blancas y redondas nalgas, prometía llevar a cotas inimaginables la erección que guardaba bajo su bañador. 

Se agachó y depositó un casto beso en su glúteo izquierdo, luego viendo la aceptación tácita, repitió la maniobra con la nalga derecha. Abrió los labios y en su segunda sesión de besos pudo saborear la fresca piel, que no había sido maltratada por el ardiente sol.

Sabía a tierna carne, a ducha reciente, a fresca tersura. Ascendió por un camino de lúbricos besos hasta la espalda de la joven. Saboreó allí, el sol, el sabor a mar, a crema, a aloe vera, el sabor inconfundible de una joven piel tostada por el sol.

Extasiado el joven se dejó caer sobre las largas piernas de la muchacha, apoyando su mejilla sobre el pálido glúteo que le hacía las veces de almohada. Inspiró profundamente permaneciendo en la más absoluta quietud por unos segundos.

–¡Que te me duermes! –rió bromista la muchacha.

–Donde mejor para dormir.

–No preferirías que te pusiera un poco de Aloe Vera, no quiero que mi niñito se me queme.

Mateo alzó la cara del trasero de Alex, miró a esta con una muda interrogación en la mirada. La joven le devolvió una sonrisa por toda respuesta.

Alex rodó sobre si misma dejando hueco suficiente para que Teo se pudiera tumbar a su lado. Al girar volvió a quedar de espaldas, mostrando sus blancos pechos y aquella sonrisa prometedora de emociones fuertes.

–¿Pero que haces tarugo? –La joven empujaba al recién tumbado muchacho, fuera de la cama– ¿Pero como te tumbas junto a un pibón como yo con el bañador puesto?

El ruborizado muchacho se aceleró intentando deshacerse de su bañador y su camiseta. Cuando su bañador hubo bajado por sus muslos, saltó cimbreante su endurecido miembro. El sonrojo de sus mejillas arreció, era la primera vez que se mostraba desnudo delante de una chica. ¿Y si no daba la talla? ¿Y si no le gustaba a Alex? ¿Y si se corría con un suspiro como estaba temiendo que ocurriría?

La muchacha palmeó el espacio vacío a su lado, Mateo no tardó en tumbarse mientras intentaba ocultar su excitación tras sus manos.

Alex se colocó de lado apoyada la cabeza sobre una mano. Miraba divertida la cara de apuro de su novio, mientras con su mano libre jugueteaba con los escasos vellos que circundaban los pezones del muchacho.

–¿Tienes miedo chiquitín? –la voz susurrante de la joven, era cálida y llena de afecto y ternura.

–Bueno… me gustaría hacerlo tan bien… darte tanto… que seguro que la cago.

–Ja, ja, ja, ja, pero serás tonto, si tenemos toda la vida para practicar y mejorar, lo de la primera vez es una tontería –la joven cubría la cara del muchacho de tiernos y amorosos besitos.

–¿Cómo fue tu primera vez? –preguntó Teo más por cambiar de tema que por obtener información.

–Ja, ja, pues una decepción, pero eso hoy no va a pasar, por que sabes una cosa… te quiero –la mirada directa, franca, sincera hizo que el estómago de Teo diera volteretas de alegría.

–Yo a ti más –el joven rodeó la cintura de la chica JUNTANDO ambos cuerpos en un cálido y sensual abrazo.

Los labios se buscaron y se encontraron, se humedecieron cada uno con la saliva del otro, se degustaron con dulzura, con ternura, con amor.

Alejandra se sentía relajada como no lo había estado en toda su vida. Estaba apunto de hacer el amor con su novio, pero no tenía la más mínima inquietud. Aquello era lo que deseaba, lo tenía claro, no había ninguna duda. Abrazó las caderas de Teo con una de sus largas piernas, notó en su ingle el calor y la dureza del sexo del joven, mientras sus ojos miraban el arrebolamiento del chico. No se podía estar mejor, su corazón vibraba, estremecido por los tiernos y cálidos besos, por aquella mirada dulce y sincera. Su bajo vientre se estremecía, rebullendo inquieto ante la proximidad de aquella carne dura y ardiente.

Teo deslizaba la palma de su mano desde la rodilla encogida de la chica, bordeando sus caderas, intuyendo el trasero bajo sus yemas, acariciando con ternura el escueto talle, abrazando el delgado cuello, para prolongar aquel delicioso beso.

Las bocas se abrieron ávidas de humedad, hambrientas de pasión, embriagadas de lujuria. Los sofocos de la joven pareja se incrementaban a medida que la intensidad del beso crecía. Las bocas se mordían con dentelladas de pasión, mientras las pelvis se frotaban anhelantes de ternura.

Amor y pasión, ternura y lujuria, cariño y excitación, iban y venían de la mano, recorriendo los lugares más recónditos del alma y los corazones de los muchachos.

Las bocas se separaban para buscar orejas, cuellos, pechos, todo fue saboreado en su justa medida y con extrema dedicación. La lengua más experimentada de Alejandra, besó pezones, succionó cuellos, imprimiendo la marca de la pasión, lamió orejas, mordió y descendió vientre abajo.

Dibujaba caminos de humedad en la salada piel, degustaba el sabor a mar, a sol, a fina arena de playa. Describía caminos tortuosos para el muchacho, que disfrutaba del camino presente, añoraba el recorrido dejado atrás y temía los nuevos objetivos de aquella juguetona lengua.

La lengua se escondió para posar los labios en el rizado pubis del muchacho, emergió para saborear el marinado miembro. Ascendió con tortuosa lentitud, desde la base, junto a aquella oscura mata de pelo, hasta la enrojecida cabeza. No hubo piel que retirar, el glande circuncidado, se mostraba orgulloso, anhelante, sabroso.

Los labios y la lengua limpiaron de marina sal la piel, lubricaron de húmeda saliva el objeto de sus atenciones, caldearon de hálitos de pasión el ardiente mástil.

Teo en trance, observaba como su miembro desaparecía entre las hambrientas fauces de la pasión. Miraba anonadado como el rubor de las apretadas mejillas, embellecía más aún si era posible, el rostro de su amada.

Alex con los ojos cerrados se deleitaba del sabor del cariño, de la satisfacción personal del trabajo bien hecho, se sentía poderosa, deseada, consciente del placer que proporcionaba sentía crecer un sentimiento en su interior que la llevaba al borde de las lágrimas. Con su boca y su amor, haría que Teo explotara de gusto, de placer, era el mayor regalo que podía darle por todo su cariño, su dedicación, su amor incondicional.

Notaba palpitar el corazón de Teo a través de su polla, bom-bom, bom-bom, sentía los dedos del chico juguetear con su pelo y sus orejas. Escuchaba atenta los tiernos suspiros y jadeos del muchacho.

Retiró la boca a tiempo de sentir la calidez de la esencia de Teo, bañando su mejilla. Vació al muchacho, con su suave mano, mientras reposaba plácida y contenta sobre el rizado pubis.

 Besó con la punta de los labios la densa y cálida sustancia, frunció estos, saboreando la minúscula porción atrapada en su interior.

Abrió los ojos fijándolos de inmediato en el ruborizado rostro de su tontorrón particular. Estaba encantador con aquella sonrisa bobalicona, con aquella mirada turbia, con aquellas arreboladas mejillas.

–¿Te ha gustado?—preguntó Alex con autosuficiencia y una pizca de timidez.

Por respuesta Teo, amplió su bobalicona sonrisa, dando a Alejandra la estampa más bonita que podía esperar. El joven silenciosamente, dibujó las sílabas de un “Te amo” con sus enrojecidos labios.

La joven llevada por la emoción mordió la cadera de su novio, para ocultar su propia sonrisa bobalicona.

–Yo a ti más –confesó Alex a la ingle del muchacho, sabiéndose incapaz de aguantar el reguero de lágrimas si lo miraba a los ojos.

Notas: Creo que está todo bastante claro.

Bibliografía: Pues no hay más que mi azucarada cabeza.

Agradecimientos:   Puesto que en el encabezado he escrito que se agradecen los comentarios, creo que debo ser consecuente, agradezco por tanto a:

HombreFX

El Aura

Torefan

Jota

Sandokan

 

Especialmente a los bienvenidos:

trejo

FrancesCopablanca

raymundo

 

Muy especialmente a:

mar

Para que sigamos debatiendo mucho tiempo sobre mermeladas y confituras.

Fantasy

Por que cada comentario suyo es música para mis oídos, por ruborizado que me ponga.