Te siento mi amante pony girl.
El cuerpo tiene muchas posibilidades, y la cuerda y las ataduras, dan nuevas maneras. El bondage, atar, sujetar y apretar durante cierto tiempo tiene un notable efecto y es del gusto de varias parejas. A vosotras y vosotros amantes de BDSM, dedico este relato, especialmente a las sumisas. Es importante, saber atar y hacer nudos e inmovilizaciones
Me gusta estimularte, a ti a quien amo. Quiero tenerte para mí sin prisas, sabes que con mi cariño he conseguido irte acondicionando, según surge el deseo en el preciso momento. Noto el latir de tu corazón, que impulsa por tus venas todo el inmenso poder de tu sentir tan femenino. Extiendo mis manos, para abarcarte en todo tu sentir de animal y de mujer. La doble naturaleza, racional y animal deben mezclarse y aprovecharse, pues ahí están y han estado siempre
Me gusta estar contigo, hablarte al mirar la expresión de tu sonrisa y entender el deseo que se te da a nacer. Luego voy cultivando eso, cada uno de mis toque te mima una parte de ti, te enciendes desde dentro hacia afuera y tus ganas te hacen girarte hacia mí. Mi laboreo lo centro en una siembra de toques personales por sinuosidades de tu persona. Con mis acciones, voy haciendo nacer en ti , un sentimiento como de ahogo. Algo que va siendo ampliado, y que me pide que siga en mi quehacer de amor contigo.
Tu cuerpo se pone en celo y quieres que ejerza un mimo continuado e ir multiplicando las escaramuzas de atenciones por toda tu persona amada. Así me siento contigo, con sabor de ti en mis labios
Amistad y consentimiento nos brotan; se levantan, desde mí hacia ti, que eres la mujer a quien amo. Ya no me bastan las palabras Llegado a cierto nivel, se me viene la imperiosa necesidad del contacto contigo y en la intimidad. El contacto de nuestras mentes y corazones se hace un hecho con nuestras manos y cuerpos.
En mis brazos te sientes distinta, jamás antes sentiste ese dulce mareo, en el que te sientes por entero atraída hacia mí. Eres mía y de ningún otro, ni siquiera has sido así de tu marido o de tu padre. Conmigo se superan todas las barreras anteriores, y tudas las formas de cariño se desvanecen, para sentir algo nuevo.
Ahora estás en el suelo, con un collar en tu cuello llevas tus gafas nuevas puestas (para verme) y tu pelo está revuelto y extendido como una cortina. Tu cabeza se apoya, en las baldosas. Tu blusa esta desabotonada y abierta completamente por delante, con las los brazos estirados hacia atrás y están enfundados dentro de sus largas mangas.
Tus muñecas, atadas, por varias vueltas de una cuerda de escalar, se te han adormecido y no obstante sabes que están unidas a la pata de madera de la mesa de la cocina. Tú estás hacia arriba, tus brazos descansan en el suelo y tu espalda hace forma de tobogán, por tener tus pies doblados bajo ella. Tus talones te tocan tus lumbares y te sirven de apoyo.
Esa posición sería difícil de mantener, si no fuera por las ataduras, de tus muslos y pantorrillas. Estando dobladas tus piernas, plegadas (con tu aquiescencia), dejaste que las inmovilizara y les di tres vueltas, para luego dar unas pasadas entre la separación de los muslos y los gemelos. De ese modo, quedando sujeta a 1/3 de su largura te sientes plegada y convertida en una silla larga (chaise longue).
Una pierna, equilibra a la otra, y eso no nos basta; eso pues sería demasía sencillo, para nosotros. Para los otros queda la monotonía. He tomado una cuerda larga, bien larga; que la puse sobre tu cintura. Te rodeé con ella e hice que los dos extremos bajaran por entre tus nalgas y pasaran entre tus piernas.
Luego, subí la soga, la introduje por entre la cuerda que tenía a tu cintura y la tensé. Quedas amordazada, y consigo que con tu braga puesta tengas la sensación de tener unas riendas y un bocado de coño. Toda a la vez, pero bien administrado por mí, que puedo darte tirones o dejarte semi olvidada
Haces mucha gimnasia, eres muy elástica y adaptable; gracias a ello, y a tu constitución. Te sale un poco saliva de tu boca. Muestras tus dientes y tus ojos están bien abiertos. , siento que nuestros dos seres se pedirán y se aceptaran, en continua y renovada acción, como un canto que vibra por dentro y fuera nuestro. Nuestras naturalezas se buscan, por eso nuestras personas se alternar en estar una sobre la otra, montadas y montándose, cabalgándonos a ratos y por momento paciéndonos reposadamente.
Las miradas y las palabras, son un complemento de las caricias. El entendimiento se trenza entre nosotros, y estos momentos precede a las cópulas que van a seguir.
Te veo con tu sujetador bajado, que hace juego con tus lindas bragas y con tus medias largas. Las medias están sujetas a esa prenda portaligas que te he hecho poner, que combina con el resto de tu ropa interior. Las tirantas del portaligas sujetan doblemente a tus medias y puedo hacerlas estirar o aflojarse, con los pasadores que tienen. Eso, las chicas jóvenes lo desconocen, especialmente por empeñarse en llevar bragas y tangas mínimas, que no dan juego para eso.
Por cierto se te ha salido un zapato y el otro lo tienes aun colocado. Son zapatos flexibles, que me recuerdan a los de ballet, pero son de vestir. Mueves tu cabeza a los lados y puedo dejar atada la cuerda, cual si riendas de una yegua fuesen. Y puedo acariciarte y cepillarte. Puedo pasarte la esponja y hacerte sentir mi pony girl amante.
Tu ropa interior es de color rosa pálido, tu blusa blanca, tus zapatos son de un color bermellón, matiz tierra, y el cuero de tu collar es ancho y negro y tiene una anilla, para sujetarte a lugares, haciendo pasar por ella una cuerda.
Antes de conocerme, me dices no sentiste nada, comparado con esto. Antes de conocerme, hacías lo que llegó a ser una monotonía. Antes solo follabas, mejor dicho te tomaban, desconsideradamente. Ahora hacemos diversas prácticas y juegos, que nos llenas el día entero y el fin de semana también.
Sujeta en esa posición, mi pony girl, mi mujer caballo. Te hago sentir mi mano, en nuevas partes de tu cuerpo, que quedan expuestas de formas distintas, en relación a las acostumbradas. Sientes que renaces, desde el olvido, al que te confinaron por más de una década.
Palpo y froto, por encima y por dentro del tejido. Tus ropas, pueden arrugarse un tanto, más que importancia tiene eso ante el legítimo placer. Tu previsora tienes recambio, o bien arrostras todo con orgullo y entereza.
En esa aparente incomodidad puedes sentirte cabalgar, y sentir que tu jinete desmontado te da un trato exquisito. No, es irresistible el momento y tu cabeza se agita, tu cuerpo suda y mi mano te recorre, y noto diferentemente tus pulsiones, tus movimientos y tu recolocación.
Tras un rato de acciones de doma, te orientas y mueves mínimamente, como debe ser. No precisas aspavientos y recibes con orgullo la acción de tu jinete, tu jockey
Y luego, te dejare libre, para desperezarte y recuperar toda tu agilidad. Y sentiré como empieza tu acción. Vendrás a ponerte sobre mí. Y nos veremos abrazados, el desasosiego renacerá.
El mutuo deseo, dejándote libre hace que tu cuerpo venga sobre mí. Y te encueras, te quedas libre de toda prenda, eres como una yegua que se columpia a piel, sobre mí.
Me siento querido, de quien es "toda" manos y "deseos" de dar y recibir amor. Me besas, te siento todo tu cuerpo puesto sobre el mío. Los corazones se nos intranquilizan.
Noto tus ancas y tus muslos, veo las expresiones de tu cara y lamo tu cuello, acaricio tus pechos. Rodamos y entramos en el desvarío del placer. Tras iniciar el cabalgar, hinco mi sexo dentro de ti, te espoleo y tú te aferras a mí y asimos cada uno el propio orgasmo, viendo el del otro. Y escalamos nuevas y sucesivas cumbres de nuestra mutua pasión.
Nos deseamos tanto, con manos y los brazos, que nos sentimos liándonos y enraizándonos. Nuestros seres se quieren tanto que no cesan darse y tomarse hasta que no podemos más.
Es una vivencia de una pulsión eternidad, en que podríamos hacernos múltiples caminos sobre cada una de nuestras pieles, es decir por todo nuestro cuerpo. Vamos entrando en todas la cavidades, ascendiendo los salientes y haciéndonos uno del otro por horas y horas. Recalamos un poco, nos damos besos, nuestras lenguas culebrean y se saludan, se giran y entran y salen, incansables.
Los juegos amorosos son otro modo hablarnos, que nuestro buen entender acondiciona. Es mutua la necesidad de entrega y recepción de cuerpo y el sentir del ser amado. Cada cual, prepara al otro, y se dispone para darse a él. La receptividad, actividad es acrecentada por gemidos, y unas pocas palabras; juntamente con las miradas tan expresivas, en la cara de la persona amada.
Viéndote desnuda y teniéndote para mi, extendida exhausta o inquietándome con tus ganas y maneras. Incluso de dormidos, nos sentimos abrazaos y removiendo un cuerpo con el otro. En este punto, pony girl (mujer yegua), tu cuerpo y el mío se acostumbran a hablarse sin palabras.
Ya ha habido y habrá mucho tiempo para hablar, pero en el amor, la vista, olfato, gusto y tacto son importantes. El sonido también, pero la palabra en la sexualidad es algo que suele anteceder y posponerse. La pasión, es corporal y la boca suele estar ocupada
Estando tú, por mis sentidos, constato la adecuada lubricación de tu intimidad. Tu amor y entrega me hacen aumentar la erección. Y la calentura, licua el semen hierve y que aunque aguanto dentro de mí, en cierto momento se te vierte sobre ti entre sacudidas.
Veo placer en tus ojos, y en tu cara y noto como me aferrar, hacia ti. Si, de toda tu, surge la petición de ser llenada y salpicada de mi esencia. Somos dos cuerpos enfiebrados, dichosos con el ser amado. Siento que me haces muy feliz, y noto entre mis labios sabor el deseo, de tu boca y de tu sexo.
Y, si es así, como no complacerte y hacerte sentir rociada, y dejar que notes en tu vulva, en tu vientre y entre tus labios, el sabor a mí. Por eso dejo que se brote, y que te apreses conmigo, gozándome como tú deseas. Yo soy feliz contigo, mi amor.
Eres mi amante y mi pony girl