Estudiante de sumisión guapa, atada y simpática.
La edad de "aceptación" de una sumisión ideal, es entre los 25 y los 55 años. Antes hay demasiada inmadurez y pájaros en la cabeza. Después, el cuerpo no permite tantas cosas, salvo que se tenga suficiente experiencia o "una pasión fuera de baremos". Y ella, debe desear darse y necesitar ser tomada por su amo. Es vital que la sumisa tenga, una necesidad de ser tenida por su amo "constante y crecientemente".
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Me fui a trabajar, y retorné unas horas más tarde. Y no le di de comer, ni la saludé. Pero ella notó mis ruidos por las dependencias y notó que sus intentos por levantarse eran inverosímiles. Especialmente, por tener un fino cordón, que unía sus muñecas y los tobillos. Ello no era problema si no se incorporaba. Pero intentó hacerlo (en mi ausencia y al despertar con los ruidos de mi llegada). Pero volvió a caer, como manzana madura.
No os diré su nombre, simplemente es "mi sumisa", mi amada y una naturaleza entregada y deseosa de entregarse más. Sabe que puede abrir la puerta y que las llaves ahí están, pero precisamente así se entrega más a quien ama, a su amo Kharlo.
Me desvestí, me oyo que le canturreé y me imagino desnudo mientras me duche. Sin dejarla verme, pero si pudiendo oírme y sentir lo "muy deseable" de tomarse una ducha conmigo y sentir como repaso las marcas de las ataduras. Y enntoces sentí que ya no era tan perverso a sus ojos. Algo de mí, le estaba empezando a gustar. Era ella misma la que se pervierte "entregadamente" y necesita ser forzada en sus límites, para seguir en el camino "de placer y amor". Tomé un zumito, le humedecí los labios y ella bebió, un poco más.
En eso le señalé el cubo y me indicó que si con su cabeza, con su mirada y con todo su cuerpo. Le desaté el cordón vertical, que une sus muñecas y sus tobillos y ella ale se deshizo un poquito, de su posición "conformista".
La deje y visitaba cada rato dándole zumos, agua y líquidos minerales, refrescos varios. Y aunque aguanto, llego el momento en que empezó a soltar su cataratas de líquidos y vaya meada que hizo, sin pudor. Era como si fuéramos amigos de "meadas" de toda la vida. Si, porque la limpié y me puse a miccionar, delante de ella, con el pene flácido. Pero ahí quedó la cosa.
Le inculque, que empezara a tener ganas de estar sentada en una silla, solo con una braga o tanga puesta, con sus tetas atadas y con una cuerda más gruesa (comparándola con el cordón), metida en su coño. Eso la hizo calentarse, y le dije que sintiera un objeto metido en su coño.
Y ella, por si misma se puso a vivir la acción de un imaginario vibrador, accionándose por toda su rajita y eso la enloquecía mojándose y puso en marcha su deseo de mayor sumisión. Todo pasaba sin palabras, y ella lo interpretaba como deseo suyos y se calentaba más. Ya no había lugar para el rechazo.
La oí gemir sin parar, con el cacho de manga de blusa, de mi otra amiga. Sus ruidos, se silenciaban, pero traspasan la mordaza, la cual se puso a lamer. Y volvió, a moverse a lo largo del cordón, siguiendo la entrada de ese objeto, y asimilando el hecho a que era un vibrador y pensando, viviéndose sentada en la silla y deseando tenerme delante y viéndola retorcerse de excitación. Entre un momento, y deseé que todo su ser se concentrara en que nos besáramos. Se concentró tanto, que dijo en voz audible la palabra beso, se oyó decirla y repetirla. Y el beso le llegó, tras acercar una silla y sentarme sobre ella.
Todo esto, sin el más mínimo ruido, por mi parte. Le hice pensar, que todo esto había pasado un día y otro, que llevábamos meses así. Le hice sentir, que sus deseos por mí y sus ganas de complacerme la hicieron venir caminando, para encontrarme pasando con mi coche y llorando; es decir, fingiendo llorar por un novio que en realidad no le importaba.
Y tantos días, dieron lugar, a que un día la viese parase y la invitara a subir a mi coche. Y ella, se sintió comprendida y querida como ella misma, como en sus sueños (esos que recordaba, pero que mojaban sus bragas de dormida).
Ella, se sentía feliz totalmente a mi merced. Quería sentirme entrándoles, viviendo conmigo y sabiéndome totalmente centrado en ella, tal como ella estaba loquita por mi. Tanto, que ha deseado estar atada y en posturas y maneras casi imposibles. Todo es poco, para tenerme, incluso pasar meses sin mover las muñecas o los tobillos un solo milímetro.
Al notar sus pensamientos, podía también sentirla y verla a ella tan a gusto conmigo, sintiéndose desnuda, e igualmente deseosa de darse aun más. Totalmente sometida, empecé a excitarme. Ella estaba ante mí, yo me había levantado y ella no paraba de frotarse los muslos.
Le llegaba la excitación y esta subía y bajaba, pero no llegaba el placer orgásmico. Aun con eso, estaba sintiéndose mala, loca de deseos y revivía cada segundo de esos (imaginados encuentros nuestros, en esos meses de calenturas y de escapadas, engañando a su novio). Mentalmente, ella vivía como reales esos momento, y su cuerpo también. Pensó, que el engaño de su novio, apenas le importaba, porque no lo quería y no sentía como conmigo.
Ella estaba muy excitada y le asustaba no gustarme, ser dejada por otro (como por la propietaria de la blusa). Sus necesidades sexuales, a mi lado se tornaban urgentes. Me deseaba sentir encima de ella, estando bien atada y notando mi culo en sus rodillas.
Quería notarme lamiendo sus pechos y mordisqueárselos; continuaba atada de manos y tobillos. Y quería, que le entrara dentro por una vez, notar como mi polla la penetraba y apercibirse de mis latidos de polla y derramarme dentro de ella. Quería restregarse su sexo, por todo mi cuerpo y especialmente en mi cara y contra el mío.
Con ese pensamiento, se puso a gemir y moverse, tanto como podía de sentada y se llego al punto del clímax, casi a punto de estallar y estallando. Pero, al segundo le hacía olvidar el goce y le hacía pensar que había sido otro día. Y que volvía a desear que eso pasase de nuevo.
Llegaba a alcanzar el máximo placer, pero le hacía que su memoria lo ubicase en otra fecha y que pensase que solo estaba a medias de su placer. Toda sudada, angustiada por tener un goce que le llegaba e inmediatamente se ubicaba en el pasado. Su cuerpo había disfrutado mucho y no obstante, por "mis golpes mentales", le era imposible estar relajada. Su cuerpo se restablecía, y volvía a pedir más, del mismo modo que se respira inspirando y expirando en un círculo sin fin, salvo la muerte (o cuidados asistidos).
Con las cuerdas manos y tobillos atados, le solté el cordón y la tumbé en la cama. Pero le hice sentir, que estaba sola en un cuarto oscuro, con ratas, con arañas, con serpientes, con cristales en el suelo, con polvo y con trampas. Y que solo, mi presencia podía eliminar eso, esta vez y todas y que si no, no podría ni dormir, ni apenas respirar. Y que se refugiara, en hacer de su vida, solo la existencia posible entre los 140 x 190 cm. del ancho de la cama, más allá el precipicio y lo indescriptible.
Sus manos a la espalda, podían ladearse, su cuerpo podía y debía buscar una postura y otra y desear, colocarse de las más variadas formas, para entrenarse, en mostrarse a mí. Y surgía la excitación, dormía y entraba yo. Cogía el caldero, le daba oportunidad de orinar y defecar. La limpiaba con papel, con esponja y con toalla. Le daba de comer pizzas, pastel, paella, frutas.
Pero, solo un tipo de alimento cada vez. Y no podía rechazarlo, aunque solo fueran sardinas o mejillones, sin pan. Y se sentía tan viva en la cama, que era dormitorio, mesa y lecho de amor.
A ratos me tumbaba a su lado, y ella se creía en el cielo o al borde del purgatorio, cuando me levantaba. Luego llegaba la soledad y el recordarlo todo. Pasaron días, semanas, meses y años por su mente. Y en el tiempo real fueron 5 días para que toda ella vibrara y dejará en el pasado la idea de disfrutar sin ataduras y sin cuerdas. Sencillo, no lo fue ¿verdad? Días de preparación, y de saber de los asuntos de su novio.
Ni me moleste, en controlar la mente de el, bastante cabrón es "por si mismo". Sin mí, se cree que está sola en el mundo, inmovilizada, aisladas y sin posibilidad de ayuda. Es como una larga noche, sin saber si llegará el amanecer...
Un día entré, con una navaja multiusos, la abrí y con hoja de acero le rocé sus labios y le cambié las bragas, presionando con la hoja, y dándole picaditas con la puntita de esa navaja, convertida en instrumento de placer y dominación. Ni se levantó, se dejo masturbar, muy quieta con esa hoja cortante, rocé y piqué mínimamente. Le desperté su clítoris y la dejé gozar largamente, separarse y levantar sus piernas. Jugué con sus tetas y pezones. Y, no la até, sencillamente, se quedó y me mostró su deseo extendiendo las muñecas para dejarse atar.
Se quedó allí tumbada, enganchada a mí, necesitándome y llorando, le dije que era libre (oralmente). Y solo se levanto, para sentarse a mi lado, ahí sobre el sofá, nos quedamos mirando un programa de la TV. Primero eran necesarias mordazas, cuerdas. Ahora se da ella misma, que me besa y me abraza fuertemente me quiere con ella y así tiene "su espacio" creciendo conmigo "amorosamente entregada y dispuesta".
Su cuerpo es una oda, que se ondula y se mueve en armonía de entrega y su deseo se pronuncia: en su vientre, en sus muslos y en su espalda. Más tarde se concentra en su boca y ojos. Acaba por manifestarse el "fuerte deseo pasional" en sus pechos, coronados de unos pezones sensiblemente vivos y pronunciados hacia mi. La lubricación y los espasmos vaginales aumentan. Sus manos y pies se mueven, se roza. Sus dedos se abren y cierran arañando el aire e intentando cogerme, acariciarme y hacerme sentir su tacto y su existencia gozosa.
Pero con todo, su mirada y su respiración, son como palabras de amor. Y sus pronunciaciones, de unas breves sílabas son la conjunción de amor y entrega exponencialmente. Quiere más de mi, su amante y por eso la acaricio a veces con tanta suavidad, con mis manos y con mi cuerpo, pero otras veces con objetos, como un bolígrafo o un simple objeto "otrora anodino" y ahora perturba duramente. Está incitante, quiere pasearse con su cuerpo, por todo el mío. Por eso tomo algo mío y lo deslizo por ella (una cosa como una pulsera, mi reloj, mi colgante de cuello o me saco el pendiente de mi orejita para que sienta eso también y note como le afecta todo). Tras unos momentos, la beso y no la toco sexualmente, para que su deseo crezca y lo verbalice, con palabras cortas, claras y expresivas de deseo.
Y mucho después, estando ella desbordada de ganas. Así le llegarán las "nuevas" caricias sexuales y amorosas, renovadamente atentas con cada uno de los ángulos y superficies variadas en todas sus zonas íntimas. En ese punto, todo su cuerpo y hasta el mío, es una zona íntima de ella. Sí, el mío es una zona íntima suya, pues si me acaricio, le vienen descargas de sensualidad...Así, tendrá el placer más "animal" y mas "humano", siendo feliz con un roce y besos, y con el paso de mis dedos y lengua. Luego me dejare, estar sobre ella, un rato en silencio.
Poco a poco, se irá sumiendo una conversación, según la desligo y la dejo libre. Pero, desatada "físicamente" sigue sujeta a mí, magnetizada y adhiriéndose a mi cuerpo, reposando sobre el cuerpo que la ama y/o sintiéndome acostada en ella como mi almohada "femeninamente sumisa". Mi mano, se siente alomada (lomas de carne femenina y sedosa, tersa y cálida). Mis palmas, se sienten seguras sobre sus pechos. Respiro sus ganas locas, deseosa de notarme entrando en su "coñito", esa flor carne tiritante y blandamente abierta, ofrecida y en espera de mi entrada. Sonríe y se siente querida, y se sabe parte de mí muy íntimamente, inseparablemente filtrada de mis emanaciones pero está conmigo y yo con ella, una estrella y un sol, dándose de calor de amor, con la relajación posterior a la felicidad amorosa y sexual.
Nos miramos y nos dejamos dormir, cada uno sobre el cuerpo del otro