Es una chica guapa, simpática y buena estudiante 3.
Nadamos un poco, nos secamos al sol y nos vestimos. La vi con su pantaloncito ajustado y su camiseta de tirantes, con bastante escote. La sentía tan dentro de mí, como si la hubiera follado horas y horas. Y sentía sus miradas y su mano, de ambas forma iba ella. Se movía con suavidad y iba tomándome de la mía (mi mano) yo la presionaba de la cintura. Me la volvía a poner dura, mi polla aun vestido se me marcaba muy fuerte, bajo mis tejanos. Sus pezones estaban duros y ella estaba cada vez más entregada y más receptiva
Le dije que regresáramos y pensé que ella era mía y que seguramente le molestaría el tanga, seco pero salado. Y que se lo podría sacar, si no quería tener molestias. Y ella en plena marcha, mientras yo conducía me miraba una y otra vez y se puso a comentarme que sentía la sal en su coño. Lo dijo así, como caliente y miedica, pero excitándose con decirlo y hacerme sentir que seguía teniendo ganas de más.
Paré a un lado, le dije "mentalmente" que se aflojara el pantalón. Súbete la camiseta, y deja a la vista tus tetas. Ella, alucinaba haciendo cosas que la hacían sentirse una puta y sin poder dejar de hacerlo. Pídeme que te quite tu tanga.
Me lo dijo, con cierta vergüenza. Y yo, metí dos dedos y le rompí la cinturilla del tanga de un lado y del otro. Y le saque el tanga, ordenándole que se dejara bajado el pantalón, abierta su cremallera y sintiendo su coño al aire. Ella iba toda caliente, como embrujada y humedeciéndose. Le latía el vientre y el coño. Y su corazón y su mente era un laberinto de sensualidades mezcladas
La lleve a mi pequeña habitación, estaba dispuesto para ella. Llegamos de tarde, pues la paseé así, con su pantalón abierto. Me apetecía practicar mi fantasía con ella, con las cuerdas mis acciones íbamos a pasarlo de lo más entretenido. Le dije que se colocara boca abajo, solamente con la braguita nueva, que acabábamos de comprar, me gusta sentirla bella y solo con su ropa interior.
Vivía su entrega, dándose cuenta de su situación, de su necesidad de contentarme. Y pensaba así, hasta cuando se notó las muñecas y sujetas a la espalda. Tras un rato de gimoteo contenido y tentativas por soltarse, se dio cuenta de que esto era inútil. Le estiré las bragas y le até sus tobillos. Uniendo las dos ataduras, por un cordoncillo.
Y me decidí rasgar la manga de una blusa (de una amiga, que pasa algunos días conmigo, cuando pasa por Barcelona). La tela de la manga, mi mano se la puso a meter a modo de mordaza de su boca. Sin siquiera hablarle me limité a salir de la habitación y ella se quedó sola, maniatada y estirando las cuerdas de muñecas y tobillos (tan bien anudadas).
Me supo dispuesto a hacer con ella lo que quisiera. Le acaricié suavemente sus costados y su canalillo, la noté respirar y sudar. Y me puse a bajar y subir el sujetador, haciéndole notar el frotamiento del tejido y de mi mano. Extendí una manta y la dejé sobre el suelo y noté el abultamiento de su vulva y la separación de los labios, como de medio dedo meñique. Y era claro que estaba húmeda, mismamente por su mirada.
Sabía que no iba a regresar a casa, ellos la habían visto rara y ya había pasado otras veces. Se sentía desengañada de la gente y del mundo, y se creía una mierda, por no ser querida por ella misma. Y esta vez, se sentía deseada y deseosa, perdida y encontrada a la vez (por ella misma y encontrándome y tomándome a mi, como su guía amante "incondicionalmente").
Desea masturbarse, hacerse dedos para mí. Muévete, y notaras que si te colocas bien, el cordoncillo, puede meterse en el canal de tu culo y entrar en tu coño. Eso es vital, que se te meta dentro y lo mojes con tus labios. Quiero que pases tu coño abierto, empapando el cordón en toda la largura que den de sí tus movimientos. Desea tener libres las manos para tocarte para mí. Piensa en ir caminando conmigo, sin tanga ni braga, sin sujetador. Y deseando poder hacerte dedos o que te toque yo.
Pero no tienes voluntad, no puedes hacerlo, si mentalmente no te lo pido y me miras a los ojos como una corderita, como una niña que pide permiso para dejar de ser buena. Ya he notado tus miradas, furtivas en la facultad. Las he notado como no las notabas tu misma. Llevo tiempo, haciéndote ver lo insulso del sexo con tu novio. Y la gota es que además, no te sea fiel y se vaya con cualquiera. Tú quieres ser de alguien que te comprenda totalmente.
Y por los movimientos de sus muslos y pelvis, estos deseos "mentalmente se le anclaban" y le eran cada vez más sugerentes. Y sus pensamientos, se le tornaba deseo y se sentía vertiendo su líquido efervescente, que estaba manándole con los pensamientos y con los roces del cordón en la rajita.
Darse y dejarse estar pensando en mí, imaginarme con ella y notarme "inmaterialmente" poniéndome a lamerle los pezones. Se anticipaba, en goces largos, continuados y viviendo en si misma (como nunca antes, con nadie) el contacto de mi lengua, por todo su cuerpo y lamiéndole el cordoncito entre sus labios vaginales.
Pero no la toqué, más bruscamente. Le di de beber, y como rechazó comer, me evitó el deseo hacer de ella una cría, de un bebé mentalmente: deseando lamer y ser lamida, todo tacto y con los pensamientos de sexualidad acaparando todos los rincones de su mente, llenando su corazón y dejándola con ganas de sentirme en todas las maneras, en cada lugar de su cuerpo.
Entré, cinco horas más tarde, acondicioné el lugar y con la cortina puesta, levanté la persiana y ella se desperezó y noté el contagio de las ganas más anímicas. Al notar, el ruido de mi chorrito de orina, puesto de espaldas y cayendo en un caldero de metal.
Ni tan solo le sugerí, que podía hacerlo, la noté moverse. Pero, no la dejé hacer uso del servicio de un w.c. mínimo. Unas horas más tarde, 120 minutos después (de reloj), entré e hice lo mismo y noté que ella se había orinado. Le di un poco de agua. Bebía como una perrita y se estremecía y gemía guturalmente.
Bajo su mordaza, murmuraba temerosa y excitada. Y yo, montado en mi empecinamiento, voy y traigo una esponja y una toalla. Y le humedezco la cara, los brazos, el cuello y las piernas. Empapando en una palangana y dejándola en revista de bebes. Pero eso sí, con su braga mojada, su sujetador puesto y sin lavarle los dientes ni el pelo