Eras una loba en celo y un cuerpo que me pertenece
Luchamos desde lados distintos. Te ignoro completamente en el trabajo, donde nos vemos a diario. No te concedo ni una sonrisa. A veces te vas "casi" llorando a casa, y te sientes desconsiderada y relegada en tu vanidad de mujer. Tú te creías con derecho a todo, pero no te merecías mi cariño
Yo no soy quien esperabas y no obstante te sientes atraída hacía mí. No soy ni atento ni respetuoso. Carezco de romanticismo y con todo tu me miras. Me sonríes y tiemblas junto a mí. Tu rostro se ilumina y me examinas con temor y cautelosamente. ..
No quiero vivir contigo, no me basta que hables de dejar a tu marido, tienes tus hijos y solo te quiero ver desnuda, desesperada y angustiada por mi amor y a mis pies. Te quiero ver apoyada en tus rodillas, perdida la noción de la realidad.
Has intentado tener placer con tu marido o contigo misma y no consigues apenas nada, excepto experimentar una viva insatisfacción y un amargor de boca. Es una vivencia de desdicha. Y te imaginas entre mis brazos, como me has visto estar en los de otra. Has visto mi cara dichosa y he sonreído feliz para otra mujer.
Te miré, mientras "la otra" se apretaba a mi, mimosamente se daba "dentro de su vestido", en la barra del restaurante, estando yo sentado sobre el taburete. Ella, marcaba su cuerpo y estaba sintiendo mis caricias. ¡Te miró y se reía de ti, y al mismo tiempo experimentaba el placer entre sus piernas!
Mis manos, acariciaban esa cintura y los costados y le apretaban sus nalgas. Pero ella, esa impúdica se frotaba conmigo, de espalda y de frente. Se demostraba caliente y notaste como se le marcaban sus senos y las coronas de sus aureolas, con la cúspide cortante de sus pezones gemelos.
En tu vaso, la coca cola y luego el café con hielo. En tu mente y tu corazón los celos y los deseos de herirla y herirte a ti aun mas por ser tan anormalmente codiciosa de mis besos, y verlos en otra boca. Y otra vez, en tu rostro la mueca de ser dejada, de lado e ignorada No es tal, solo me ensaño teniendo un cuerpo de una "hembra perra", que no se me entrega absolutamente Por eso, yo la quisiera matar y la degrado una vez y mil, antes el público que nos rodea (y tu eres parte de el, no obstante la envidias).
No me importan tus hijos, tu marido, ni tu posición. No te quiero y no voy a darme a ti, si no compras mi cariño con lo mejor de ti, tu entrega absoluta. Te tienes que ofrecer y estar disponible a cualquier hora.
No importa que estés conviviendo con tu marido y tus hijos. Has de ser capaz de salir de esa casa, y venir a tenderte a los pies de mi cama. No, ni puedes pedir, ni exigir que te toque. Tan solo te concederé desvestirte y tumbarte sobre la alfombra y rozarte con el cuero de mis zapatos.
El deseo cada día es más fuerte y quieres sentirme dominarte. El venir hacia mía es tu perdición y la atracción que ejerzo en ti te atrapa. Últimamente vienes sin sujetador ni bragas, notas tu excitación pese a mis desprecios.
Tu humedad baja entre tu falda y en el hueco de tu vestido, sudas y humedeces tu piel con sudor enamorado y con ganas de que te pegue, te sujete y te tome. Estas atrapada en un embrujo, que te hace aumentar tu pulso Tu mirada se pierde, tu cuerpo arde e incendia tu espíritu abrasándote.
La presa de tu mente, deja que la pasión aumente incontenible. Y la lujuria aletea en cuanto me ves y notas mis músculos. Oyes mi voz y tiemblas. Vas al baño, te refrescas tu cara y tu cuello y te mojas tu entrepierna, te la lavas y te prohíbes tocarte, por ser incapaz de atraerme. Con todo tu sexo de mujer late, se serena al ser refrescado y empiezas a temblar al volver a verme.
Te sientes como una yegua purasangre, quieres correr montada por mí. Quieres que sea tu jinete y que te clave fuerte, que te fustigue y te tenga por unas horas entre mis manos. Cuanto más me deseas, menos caso te hago. Debes abandonar, todo lazo familiar. En mí, todo sentimiento de culpa debe ser nimio. Arrincona en tus prejuicios y te veo venir a mí.
Eres una hembra salida, un cuerpo con fiebre de amor y sexo. Estás callada en los rincones y me sigues. Camino y veo que eres como un animal perdido y abandonado. Se que pasas por delante de mi casa. Tomas un café en la granja de mi portal y sabes que se que ahí estás.
Has perdido tu pundonor y ya no sientes nada, sino estás conmigo. Has escrito una carta y me la vas a dar, en ellas dices que me quieres y que te ofreces a mí. Llevas dos semanas sin apenas dormir, pensando en estar conmigo: desnuda y ajena a todo, menos a tenerme cerca y olerme, tocar mis ropas, asearlas, doblarlas y tenderlas. Y extenderte tú, para mí.
Tú eres como una de esas ropas, que me pondré tantas veces como quiera y a lo mejor ni te tomo sexualmente. Con todo, tu desvarío te hace venir a mí, abandonándolo todo y ahí vengo (A esa conducta. Tú ahora tiemblas, sacas tu mano del vestido y dices: lee esto y déjame estar contigo, ya no me importa nada.
En la carta me cuentas que has dejado otra carta para tu madre, una anciana de 79 años y que le dices que has decido dejar a tu marido y a tus niños y que estas enamorada de alguien irremediablemente. Le cuentas, como me dices a mí, que tienes dos opciones, dejarlo todo o anularte arruinando tu vida, cosa que vas a hacer si te desprecio. No quieres vivir, ni ser tu misma solo quieres de ser parte de mí.
Sentados en la mesa de mármol leo la carta y veo como tus lágrimas caen por tu cara, por tu cuello y por tus brazos, y motean tu vestido. No sabes ni que hacer, no quieres reconocer que necesitas sentirte la perra de tu amo.
Te tomo de la mano y te digo que: ¡ante mí no debes tener cubierta tu piel así, que te desabotona tu vestido o sal y vete de aquí! Lo valoras y haces, soltarse cada botón de tu vestido; este se va abriendo y la chica de la barra nos mira.
Tu piel se aterciopela y un viento suave entra, en esta mañana de martes. La granja esta sin otro público que nosotros. Me miras y te digo, que puedes subir a casa. Nos levantamos y pago, la chica nos mira y su boca se le abre. Abono la consumición, son 190 euros, el precio de dos cafés...
Llevo el gusto del café y tú también. Te miro abatida y anulada, ahí mismo y eres toda para mí, te voy a comer el alma y el corazón. Te haré sentir el regusto de la hiel, y luego unas gotas de la dulzura de un melón. Vas a vivir dentro de las paredes de mi casa y nunca más vas a salir a la luz del día, solo de noche, para que tu piel sea más blanca, serás mi "dama de la noche"
Iras sin ropas, sin nada y estarás sola para mí. Te pasearé de noche, desnuda, cuando tu cuerpo se acostumbre a ir sin ropas, notándose natural así. Puedes ponerte aceites corporales y lociones y arreglarte tu cuerpo, con fricciones y hasta hacer ademanes, si no son exagerados. Puedes depilarte y cortarte el cabello, pero sin ayuda de nadie, no la tendrás ni siquiera de mí. Ese es el precio.
Pero entrarás dentro de las sábanas de mi cama y sentirás a mis manos que te acarician. Notaras las sacudidas de tu vientre frotándose a conmigo. Sin esperanzas de que haga lo que te gusta. Solo has de vivir para mí.
Pasearemos en coche, de noche, con la ventana abierta como algo que muestro en un estuche. Serás una sombra, tras lo visillos de mi casa y siempre a las ventanas expectante, para recibirme y verme venir Esclava de tu amo Y ajena a tu antigua familia y a todo el universo...