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Manual de Cortesanas (1)

en Textos educativos

Hace algunos años, en el transcurso de una de mis investigaciones sobre el Madrid de la segunda mitad del Siglo XIX, cayó en mis manos de manera casual el único ejemplar que tengo noticia de que se conserve de "El Método Solange", manual que, cómo he podido conocer posteriormente, sirvió cómo fundamento de enseñanza de la "Escuela de Cortesanas de Mme. Solange", que en su tiempo se situó en el que entonces era el Camino de Fuencarral, un arrabal periurbano pero suficientemente cercano al centro de la ciudad.

La Escuela de Cortesanas se ubicó en un caserón ya desaparecido de la que hoy es Calle Fuencarral, y fue derribado al urbanizarse la zona por encontrarse en lo que el planeamiento decidió que sería la entrada de la Calle de Feijoo, desapareciendo con ella el primer (y por lo que se hasta la fecha único) intento de dignificación del oficio de la prostitución en España.

Sobre su fundadora (originalmente bautizada como Dª Soledad Marquina de Lezama) acerca de cuya sorprendente biografía publicaremos próximamente un estudio aún incompleto, podemos anticipar que nació en 1845 en un caserío próximo a Lezama, donde se anclan hasta tiempos ancestrales las raíces de su casa, hija de una noble familia caída en desgracia, por lo que se vio obligada desde muy temprana edad a elegir entre el servicio doméstico, cuya práctica chocaba con los sólidos principios de clase de su educación, y la prostitución, que debió considerar un mal menor que la humillación que suponía el otro.

Mujer bellísima y de extraordinaria inteligencia y sólida formación, viajó por Europa desde niña en compañía de sus padres, aprendiendo los idiomas francés y alemán, que le permitieron comenzar el ejercicio de su actividad en el reputado y nobilísimo burdel de "Mme. Clochard", en París, para posteriormente fijar en Madrid su propio negocio.

No satisfecha con proporcionar a sus jóvenes pupilas un entorno de trabajo adecuado y amable, y consciente de la penuria de las condiciones en que lo practicaban muchas otras en la triste España de su tiempo, aquella dama ilustrada y generosa fundó una escuela de altísimo nivel, empeñada en dignificar el desempeño de su profesión y terminar con las lacras que aquellas pobres muchachas tenían que padecer, condenadas al desprecio y expuestas continuamente a la sífilis, gonorrea y blenorragia, que entonces campaban por sus respetos, conduciéndolas a una muerte prematura y lamentable, o, en el improbable caso de que lograran sobrevivir a su juventud, a una vejez solitaria, despreciadas por todos y empobrecidas, frecuentemente víctimas de enfermedades crónicas o de alcoholismo.

De su obra altruista y generosa nos ha quedado apenas una ajada copia del manual que elaboró para la enseñanza (del que no debieron imprimirse muchos ejemplares) que vamos a exponer al público conocimiento desde la convicción de que no debería caer en el olvido la que probablemente fue una de las mujeres más conscientes de los problemas sociales de su género en aquel momento histórico, y una activista convencida, empeñada en el logro de la mejora en las condiciones de vida de aquellas pobres desgraciadas.

En la presente edición hemos procurado mantener el formato y redacción originales de la obra, no alterando más que minimamente algunos párrafos cuando se utilizaban términos tan en desuso que podrían hacerlos incomprensibles, sacrificando así en la menor medida posible la lealtad al original a la divulgación del ejemplar trabajo de esta noble mujer, cuya reivindicación consideramos un deber ineludible.

Aclarados pues los términos que nos permitan comprender el contexto en que se produjo su publicación, y a la espera de que la investigación sobre la biografía de la Dama pueda ser ultimada y publicada a su vez, pasemos sin más preámbulos a la lectura de esta delicada obra, hija del higienismo y la moral ilustrada, que podría, de no haber chocado tan frontalmente con el puritanismo hipócrita de su época, haberse convertido en pilar fundamental de la dignificación de un colectivo que aún en nuestros días se encuentra marginado y sometido con frecuencia a condiciones de trabajo lamentables e insanas.

 

 

 

 

 

 

EL MÉTODO SOLANGE

Manual de las buenas artes del oficio

de la Escuela de Cortesanas de Mme. Solange

 

 

 

Introducción

De un tiempo a esta parte, queridas niñas, y habiendo podido observar las lamentables maneras de que hacen gala muchas de quienes ejercen nuestro oficio, carentes por completo de la mínima sutileza indispensable, de modo tal que no hacen si no degradar la nobleza de nuestras artes, vengo dándole vueltas a la idea de escribir un pequeño manual que me ayude a aleccionaros en las formas en que debéis practicarlo, evitando que incurráis en bajezas que desdoren vuestras mañas y caigáis de cortesanas en rabizas.

Nunca se insistirá suficientemente en la importancia que una adecuada formación tiene para quienes abordan no ya este nuestro oficio, si no cualquier otro, pues es la que permite que el saber acumulado por generaciones anteriores de practicantes, ayude a las nuevas a no tener que descubrir las artes por sí mismas, evitándoles caer en el error, que en el caso de este "mester de cortesía" conduce inevitablemente al arroyo, a una vida de padecimientos que suele concluir en la enfermedad ominosa y la muerte entre miserias y sufrimientos atroces.

Es por ello que me he decidido por fin a fundar la institución en que ingresáis, que debe contribuir al ennoblecimiento del tan denostado oficio de cortesanas mediante la formación excelente de un grupo necesariamente reducido de señoritas, de quienes esperamos no solo el ejercicio honrado y cabal, si no también que, a modo de simiente, extiendan entre nuestras colegas sus saberes , contribuyendo así a salvar a muchas de nuestras jóvenes meretrices del triste destino al que tan inconscientemente se encaminan, y a elevar la práctica de nuestras artes hasta el merecido lugar de preeminencia del que una concepción mojigata y errónea de la moral en nuestro tiempo las ha desterrado, privándonos así de los honores que, cómo maestras en menesteres difíciles, de cuya función obtiene la sociedad innumerables beneficios, somos merecedoras.

Dicho esto, y partiendo de la seguridad de que entendéis -pues de la previa selección de aspirantes ha resultado con seguridad la formación de un grupo de muchachas inteligentes y formales- que el camino que iniciáis no estará exento de dificultades, sinsabores y quebrantos, pero convencida de la importancia que en vuestras vidas tendrá el don que vais a recibir, pasaré sin más preámbulos a enunciar someramente las primeras generalidades, aclaraciones referentes al método a seguir en vuestro aprendizaje, y aproximaciones fundamentales a los saberes básicos de nuestro oficio, bien entendido, que cada uno de ellos será desarrollado posteriormente, y ampliado a lo largo del curso, no siendo esta introducción si no eso: un primer acercamiento que nos permitirá entrar en materia y comprender el fundamento de nuestro método formativo.

A lo largo de las páginas que siguen vais a encontraros con un desarrollo sistemático y formal de las distintas artes que conforman el saber de nuestro arte, aunque procuraremos huir de la relación enciclopédica para hacer más ameno y accesible vuestro aprendizaje. Para ello, y pese a su descrédito académico, no vamos a renunciar al empleo del ejemplo, que se desarrollará frecuentemente en forma de diálogo inventado o recordado -siempre entendido cómo complemento pedagógico- a fin de clarificar la teoría, y nunca en sustitución de esta.

Por lo que respecta al orden, y partiendo de la base de que (no os ofendáis por esto, niñas, que no es reproche si no triste constatación de una realidad que pretendemos cambiar) generalmente no seréis personas educadas, procuraremos hacerlo ameno, alternando los temas más arduos con otros que puedan resultaros más entretenidos, aún a riesgo de romper la que podríamos llamar "jerarquía básica" de la disciplina, y consideraremos algunas materias de manera general, dividiéndolas en sus distintas variantes, de tal modo que, por ejemplo los diferentes tipos de clientes posibles de vuestros servicios, no aparecerán agrupados en un solo capítulo, si no que serán tratados a lo largo de todo el manual dependiendo de las artes que resulten más adecuadas a cada uno.

Evitaremos utilizar un lenguaje rebuscado, y llamaremos a las cosas por su nombre, aunque es importante que comprendáis que no es esa la manera en que debéis expresaros en la práctica de la profesión, si no, por decirlo de manera comprensible, nuestra particular jerga técnica, y en cualquier caso procuraremos desplegar a lo largo del curso un amplio bagaje de sinónimos y eufemismos adecuados a cada situación, que deberéis aprender y utilizar, pues la sutileza en la expresión ha de ser una de las principales mañas que os permitan alejaros de la chabacanería, tan dañina a nuestro arte. Así, diremos polla, y diremos coño, y tetas, y pezones, aunque aprenderemos al tiempo que no usaremos esos términos (cómo regla general, ya aprenderemos sus excepciones) en presencia de nuestros clientes, si no que diremos, por ejemplo, verga, mástil, flor, o seno, dependiendo de la naturaleza de quién nos escuche.

Y aprenderemos de manera práctica las diferentes artes concretas, sus mecanismos, trucos, y soluciones a las posibles dificultades con que nos encontraremos, para lo cual desarrollaremos lecciones prácticas, de modo tal que cualquiera de vosotras, al concluir sus estudios, sea capaz de satisfacer al más exigente, y conozca todas las posibles variantes de sus requerimientos, ya sea paja, sodomía, safismo, o cualquiera otra de las cientos, quizás miles de pequeñas perversiones que componen el infinito catálogo de las apetencias de nuestros clientes.

Para ello, queridas niñas, utilizaremos con frecuencia a empleados y empleadas de mi casa, e incluso a nosotras mismas. Debéis entender que no habrá vergüenza en ello pues, por una parte, no será (por más que en ocasiones resulte placentero) más que ejemplo didáctico lo que hagamos, y, por otra, deberéis familiarizaros cuanto antes con lo que va a constituir vuestra futura labor, de manera que aquellas que no deseéis tener en vuestras manos una polla palpitante, hacerla eyacular en vuestro culo, o lamer el coño de alguna de vuestras compañeras, haréis bien en abandonar ahora mismo nuestro curso y dejar la plaza libre a otra que esté mejor dispuesta.

Y, por último, y he querido reservarle este lugar no por su menor importancia, si no muy al contrario para que quede clara en vuestra memoria la idea, pues considero que es sin duda la vertiente esencial en nuestro arte, estudiaremos vuestra actitud ante el cliente, la que debéis adoptar para haceros más apetecibles, más dignas de deseo. Aprenderéis a mostraros sumisas cuando proceda, o lascivas, recatadas, tímidas, viciosas, dominantes, enamoradas … Arte esta del disimulo que os servirá sea cual sea la variante del ejercicio que decidáis adoptar: querida, prostituta de burdel, el servicio a domicilio, o (Dios no lo quiera) incluso si el infortunio os arrastrara a ejercer de rameras en la calle.

Dicho esto, queridas niñas, solo me queda indicaros la manera correcta de comparecer a las clases y, minimamente, el régimen del internado:

Llegaréis puntualmente, aseadas, vestidas con decencia o, en su defecto, de la manera en que se os haya indicado al finalizar la clase anterior.

Podréis observar ahora, cuando os enseñen las habitaciones que os han sido asignadas, que compartís una para cada tres, y que todas ellas se encuentran dotadas de útiles de aseo personal que deberéis emplear con regularidad diaria. Quienes no conozcáis el funcionamiento de alguno de ellos podéis consultar a vuestras propias compañeras, o bien al personal de servicio, acerca de su funcionamiento.

También disponéis de ungüentos y afeites destinados al mismo fin. Debéis usarlos, pues la limpieza y suavidad de vuestra piel, el perfume delicado, el brillo del cabello, o el correcto maquillaje de las mínimas imperfecciones que podáis padecer, constituirán el adorno necesario para convertiros en las más deseadas, las mujeres con quienes cualquiera quisiera yacer.

Igualmente, veréis que los cuartos han sido dotados con vestidores bien surtidos. Notaréis que en ellos hay ropajes que nunca habéis visto antes. No utilicéis estos últimos salvo que vuestros profesores os indiquen lo contrario, y procurad vestiros cada día con discreción y elegancia. No os preocupéis si al principio no sabéis elegir el vestido adecuado, es una más de las materias que iréis aprendiendo a lo largo del curso.

Por fin, ya solo me queda haceros una última recomendación: cuando salgáis a la calle, debéis estar preparadas para sentir la punzante mirada de desprecio con que se nos castiga. No os dejéis amilanar. Vosotras y yo sabemos que no hay nada reprobable en nuestro oficio; que quienes con mayor encono nos insultan son con frecuencia quienes con mayor fervor utilizan de nuestros servicios, y que muchas de las damas que nos desprecian no son si no pobres mujeres que, en lugar de alquilarse cómo nosotras, se han vendido a uno solo, que dispone de sus servicios a cambio de dinero y posición. No seáis altivas, pues con ello estimularíais el odio de quienes os acusan, pero tampoco permitáis que os humillen, pues no lo merecéis. Evitad el enfrentamiento y, solo si la presión se tornara insoportable, encomendad a nuestros empleados el empleo de métodos disuasorios para aligerarla, y no estéis nunca presentes cuando tal cosa suceda. Manteneos lejos del escándalo siempre que os sea posible, sin distinguiros ni llamar la atención, y no os dejéis cegar por el orgullo, pero tampoco por la vergüenza.

Vosotras seréis, queridas niñas, aquellas a quienes deseen con ardor los maridos de las "nobles damas" que os desprecien, en quienes verterán sus frustraciones, con quienes satisfarán sus fantasías, y es ese mismo reflejo de su incapacidad para motivar a sus hombres el que causará su enojo frustrado.

Id ahora a vuestras habitaciones, instalaos, empezad a conoceros, y no olvidéis mañana, a las 10 en punto de la mañana, volver al aula con vuestro manual, vuestro cuaderno y la pluma.