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Totem, tabú, eufemismo, y Salsa Rosa

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Vivimos tiempos difíciles para la inteligencia. La teoría de lo políticamente correcto nos coloca en una situación incierta en la que, ignoro por qué razón, determinados conceptos se transforman en tabú y su enumeración directa se convierte en una anomalía, viéndonos en la obligación de buscar complicadas figuras retóricas para referirnos a ellos sin nombrarlos, eufemismos exagerados. Así, los ciegos dejaron de ser ciegos, y pasaron a llamarse personas con deficiencia visual; los negros se convirtieron en personas de color; la invasión de una nación guerra preventiva; y pronto, los rellenitos, terminaran por exigir que se les llame personas de amplio perímetro abdominal.

Esta fiebre eufemística tan divertida resulta muy interesante si la analizamos siquiera someramente, más por lo que descubre que por lo que oculta, pues pone de manifiesto que quienes buscan un giro que les libere, por ejemplo, de llamar negro a quién lo es, en su fuero interno están considerando que la negritud del individuo en cuestión es un defecto del que conviene descargarle, o al menos tener la cortesía de no recordarle su condición. En cierta medida me recuerdan a cuando mi abuelita, en su ignorancia inocente y bondadosa, nos hablaba de "los negritos de África, pobrecitos".

Bueno, pues esta suerte de papanatismo contemporáneo tiene su traslado a revistas y programas de televisión perfectamente indecentes, y de gran éxito de audiencia, donde nos dedicamos a contemplar las vidas de la escoria de nuestras sociedades, pero teniendo la precaución de evitar la mención abierta de las brillantes características y hazañas de los individuos en cuestión.

Y aquí tenemos, junto con nuestros tabúes y sus correspondientes eufemismos, a nuestros tótemes actuales. Entronizamos, fundamentalmente, las características relacionadas con el sexo de una cuadrilla de parásitos cuya misión en la vida consiste en follar mucho, o parecerlo, y ser capaces de contárselo, sin contárselo, a una colección de periodistas que, sin serlo, les preguntan acerca de ello, sin preguntárselo. Y, cómo resultado, terminamos entronizando, sin mencionarlos, los gloriosos atributos genitales de, por poner un ejemplo, un atlético subnormal cubano (y conste que lo de cubano lo pongo por identificarle, que inútiles los hay de todas las nacionalidades), las dotes para la chulería de un exguardia civil ladrón convicto y condenado (español ;), o la capacidad de trasegarse futbolistas del Madrid de una chavalita cuyo nombre no recuerdo, pero que tiene al parecer una extraordinaria alegría pélvica que le permite ganarse la vida de una manera más honrada que robar, e igual de útil a la sociedad.

De modo que llega el sábado, decides que no quieres acostarte pronto, que verás la TV, y sintonizas en unas y otras cadenas programotes extraordinarios, incluso épicos, diría, de tres o cuatro horas de duración, donde se alcanza el cenit de la estupidez florística, y las drogas se llaman "sustancias", los polvos "relaciones", y las peleas de zorrones en disputa por su esquina "polémicas de actualidad."

La semiperiodista en cuestión, muy seria en su papel de mamporrera, sacude la cabeza espolvoreando a su alrededor una nube de laca seca, y sin inmutarse le pregunta al semental (ahora se dice "famoso")

- ¿Entonces es cierto que después de la famosa polémica con fulanita en la discopumby, ingerísteis algunas sustancias y acabasteis teniendo una relación?

[Cuando lo que quiere decir es: "¿O sea, chuletón, que casi os líais a ostias en la disco, os ponéis hasta el culo de coca y acabáis follando, no?]

Y el otro, el interfecto, responde muy serio, componiendo un gesto que al teleespectador menos avezado podría hacerle dudar acerca de su cociente intelectual (si, es cierto, no lo dude, carece por completo de cociente intelectual) y responde afectadamente:

- Bueno, en cierto modo, no podría precisarte, claro, pero enseguida nos pusimos de acuerdo, acercamos nuestras posturas y nos explicamos mejor…

[Que, evidentemente significa: "Ya sabes, una bronca de nada, pero en cuanto nos pusimos un par de rayas me fijé en el culo que tiene y pensé que lo mejor era follársela, y cómo ella andaba más salida que una mona y había periodistas por allí, nos dijimos: mira, vamos a echar un kiki y de paso si nos ven estos nos ganamos unas pelas en el Salsa Rosa"].

- Ya, ya, ya, pero lo que a España le importa de verdad es si tuvisteis o no tuvisteis relaciones. [Venga, no te enrolles, que si te la tiraste o no, campeón].

De manera que, finalmente, uno cualquiera de los mencionados tipejos, terminará contándonos con todo lujo de detalles (pero sin mencionar ni una vez de manera directa lo que nos quiere dar a entender) el glorioso moco que se pilló la otra noche, lo buena que está fulanita, cómo todo el mundo sabe (bueno, quizás todo el mundo sea exagerado, pero una parte importante de Madrid al menos si) lo bien que menea el coñito, y su extraordinaria capacidad oral (que no, Mamá, que no es eso, ya se que no habla muy bien), y cómo consecuencia de ello, su aura de "famoso" se irá acrecentando de manera paralela a la de la zorra en cuestión, y se convertirá en el ejemplo que todos nuestros hijos desean imitar, cómo prueban las cientos de miles de inscripciones para los castings de ese concurso que consiste en meterse en una casa cerrada con otros nosecuantos capitidisminuídos seleccionados en orden inverso a su estabilidad emocional, para que nos diviertan tirándose los tejos, echando polvos a escondidas, o montando batallas campales por vaya Usté a saber qué absurda memez que se les ocurra, a cambio de lo cual, la sociedad entera les premiará regalándoles una vida de ensueño: todo el día pedo, follando, y saliendo en la tele cada semana para ganarse unos duritos poniendo a parir a algún otro de su misma calidad.

Bueno, pues a mi me aburre. Yo, que soy de la opinión de que la prostitución es un oficio duro pero honrado (y la chulería una práctica despreciable y abusiva) no suelo despreciar a quién tiene que dedicarse a la primera, pero no acabo de comprender cual es el mérito que genera para que sus practicantes se conviertan en paradigma del éxito, ni comprendo por qué, si estamos de acuerdo en que los polvetes de tal o de cual constituyen un asunto de público interés, no podemos preguntarle directamente a la interfecta si el cubano la tiene tan grande cómo dice, si la mueve con tanta alegría, o hasta que altura salpica cuando se la meneas. Ya que nos ponemos, hagámoslo bien.

- Venga, Dinio, cuenta ¿folla o no folla?

- Bueno, tu no sabes, amor. Se la clava hasta en el culo, y traga leche cómo una desesperada.

- ¿Pero te la follaste solo o es verdad que también iba tu hermano?

- Bueno, mi hermano vino, pero ella dijo que de uno en uno, de manera que se quedó machacándosela mientras miraba y después, cómo se había puesto hasta los ojos de cubatas, se quedó dormido y ni folló ni nada.

- Bueno, queridos teleespectadores, pues ya saben ustedes todo lo que necesitan sobre tan trascendental acontecimiento.

Nos dejamos de bobadas y vamos al grano, y ya de paso, que prueben a presentarse a las elecciones, que lo mismo van y ganan, y podemos trasladar su extraordinario sentido de la vida a la totalidad de nuestra organización social.