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Prima Sonia, Tronko y yo

en Zoofilia

Venga, nos tomamos otra copa y ponemos una peli – prima Sonia se ríe cómo siempre y palmea cómo una niña alegre y juguetona –

Otra, otra! Si sigues dándome de beber tendrás que aguantarme pesada perdida contándote mis penas y llorando.

Hacía cinco años, desde que vine a Madrid al terminar la carrera, que no la veía. Ha cambiado desde entonces: ya no es la muchachita de pueblo que jugaba a quitarme los novios y se remangaba la falda para coger peces en el río.

No será tanto, mujer, que aún recuerdo que nos tumbabas a todas en la "disco" bebiendo cubatas de DYC.

Pero si hace siglos que ni salgo. Casi desde que te fuiste y me quedé sola a cargo del negocio no tengo tiempo de nada. A este paso me voy a quedar para vestir santos.

- Ya será menos, golfilla, que algún cartucho te guardarás en la recámara.

¡Cómo eres!

Pongo las copas mirándola de reojo. Está muy guapa, tan morena, y tan mujer. Le pido que escoja la película que quiera sonriendo para mis adentros, y me entretengo sacando el hielo de la neverita del mueble bar, cortando unas rodajas de limón… Se le han puesto unas tetas preciosas, y me corre un gusanillo por la espalda mientras cargo la suya un poco más, cómo hice con las tres anteriores.

¡Pero qué es esto, primita! – grita cumpliendo paso a paso el plan prefijado –

Ha encontrado las pelis porno entre los anaqueles y se ríe a carcajadas husmeando, con esa risa nerviosa que recuerdo tan bien de nuestra infancia, la que se le ponía cuando los chicos picardeaban con ella en la oscuridad de la disco, o en el teso las noches de luna del verano cuando salíamos a descubrirnos. En eso no ha cambiado –pienso- parece la misma putilla caliente de siempre.

¿Quieres que veamos una?

Vuelve a reír haciéndose la remolona, cómo si no quisiera, esperando que sea yo quién le convenza. No sabe vivir sin coquetear, y lo hace hasta conmigo, cómo un gesto automático.

¿Sabes que nunca he visto una?

No me lo puedo creer. Eso hay que remediarlo.

Me acerco, escojo una tremenda de Tracy Lords, una antigüedad llena de polvos memorables con escenas terribles de mujeres solas. Huele a Eau de Rochás, dulzona y sensual, cómo siempre.

Pero vamos a ponernos cómodas antes, así si nos emborrachamos podremos irnos a la cama sin dificultades.

Ríe de nuevo y aplaude mi decisión. Vamos juntas al único dormitorio del apartamento y comenzamos a desnudarnos. Hay que ver cómo ha cambiado. Tronko viene detrás nuestro moviendo la cola sin parar.

Vaya, nena, menudas tetazas se te han puesto. Si pareces otra.

Jajajajajaja!!! Debe ser la comida del pueblo, que me aprovecha bién, por que no es lo único que me ha crecido –y se señala las nalgas gordezuelas- Me estoy poniendo cómo una vaca.

No exageres, mujer, si da gusto verte.

Tiene la piel blanca como la leche, y limpia, muy limpia, sin un lunar, sin una mancha. Está llenita, pero no gorda, y resulta muy apetecible, carnal y abundante, redondeada, cumplidamente tierna, opulenta. Se quita el sostén tratando de darme la espalda cómo sin querer, y veo de reojo sus pezones sonrosados, tan claritos que apenas destacan sobre el color lechoso. Me excita verla así de tímida, escondiéndose, y me excitan las braguitas blancas de algodón con ositos estampados. Se cubre deprisa con un camisón cortito y vaporoso, muy discreto y elegante, sin apenas adornos cerrado en el pecho por una larga cinta entrecruzada que se ata bajo el cuello.

Vamos, gordita –medio grito riéndome mientras palmeo sus nalgas que son duras y abundantes- que se nos va a calentar el güisqui.

Y corremos bromeando hacia el sofá, ella con su camisón cortito, y yo con mi pijama de rayas azules y blancas cómo de hombre. Tronko nos sigue dando saltitos frente a ella. Le da miedo.

Vaya, ya se ha deshecho el hielo! Ve apagando las luces mientras pongo más.

Aprovecho para añadir un poco más de "carga" en su copa. Hoy va a ser, primita, no saldrás viva de esta fiesta.

Coloco el DVD, enciendo la pantalla enorme, y nos sentamos a oscuras frente a ella bromeando y bebiendo. Comentamos las escenas entre chistes y juego a cercarme cómo inocentemente, palmeándole los muslos entre risas, apretándome contra su cuerpo sin darle importancia.

¡Menuda tranca tiene el rubio! Me recuerda la de Paco – comento entre risas-

Es que tu se la has visto a Paco?

Jajajajajajajajajaja. Una noche estuve viendo cómo se la meneabas junto a las cercas del cementerio. No estaba mal calzado el mozo, no.

Pero que puta y qué mala eres, prima.

Parece nerviosa, y cada vez se lleva el vaso a los labios con más frecuencia y habla menos. Tiene los ojos clavados en la pantalla, donde dos tipos impresionantes están haciendo diabluras con Tracy, que se contonea con esa cadencia suya tan especial y se traga la polla de uno de ellos con esos labios de niña viciosa.

Venga, pongo otra copa y no bebemos más.

Me da el vaso casi sin mirarme. Está absorta en la pantalla, y cruza y descruza las piernas una y otra vez. Desde el mueble bar puedo ver cómo se lleva la mano al coño nerviosa, mirándome de reojo. Hago ruido al volver y la saca de inmediato. Está muy caliente mi primita, y un poquito borracha.

Sigo con mi juego de rozarla. A veces dejo la mano sobre el muslo al descuido, sin darle importancia, y noto cómo se retrae casi imperceptiblemente. Tiene la piel de gallina y pasa del silencio a la risa nerviosa y exagerada sin solución de continuidad.

Tronko huele la excitación en el ambiente. También él está nervioso. Sabe que va poder jugar esta noche, y anda husmeando entre nosotras, lamiéndonos las manos, moviendo la colita cómo un loco.

Una morena despampanante lame el coño de Tracy, que entorna los ojos, frunce los labios de putita y gime retorciéndose cómo una serpiente. Cuando separa la boca un hilillo de sus flujos cuelga de los labios, y podemos ver el coñito sonrosado y perfecto de la diva empapado. Sonia está casi ausente, hipnotizada, y Tronko comienza a hociquear entre mis piernas, empujando cómo si le fuera la vida en ello, cómo si quisiera atravesar la tela del pijama con su hocico.

Pero qué haces, cochino!!!

Finjo escandalizarme y juego a que le empujo sin conseguir dominarle, riéndome nerviosa. Estoy empapada, deseando que me lama hasta hacerme reventar de gusto, y él lo sabe, lo huele. Sonia nos mira entre extrañada y excitada. Ha perdido ya el pudor, o quizás un poco la conciencia, y el camisón se le arrebuja en la cintura ofreciéndome la visión de sus muslos carnales deliciosos, de su culito cubierto apenas por la braga de ositos con globitos, con cestos de flores. Quiero comérmela entera, pero sigo tensando la cuerda con cuidado.

Peleo con él, que se excita más y más con el juego. Veo que asoma la puntita encarnada de su polla entre la piel y me relamo. A veces dejo que gane, y me clava el hocico en el coño dándome lametones, apretándome con la naricilla helada. No puedo evitar que se me quiebre la voz al reprenderle sin ninguna convicción.

Quieto, quieto, Tronko! ¿Qué va a pensar mi prima?

Mi prima no piensa nada. Está funcionando, y casi yo también puedo olisquear su calentura. Está al borde de la histeria. Creo adivinar una mancha húmeda en su braga en una de las ocasiones en que descruza las piernas. Se que va a ser nuestra. Y finjo que me puede.

Hay! Haaaay!

Me dejo caer de espaldas en el sofá, con las piernas abiertas y tronco devorándome ya sin contemplaciones. Entornos los ojos, cojo la mano de Sonia con fuerza y gimo. Gimo exagerando el placer que me causa la lengua, el hocico duro que presiona mi coño empapado. Ella respira con fuerza, sin mirar ya a la pantalla, con esa falta de disimulo que propicia el alcohol, sin quitarnos la vista de encima, contemplándonos de un modo obsesivo con los ojos muy abiertos y los labios entornados, relamiéndose.

Paaaara, tronko, paaaaraaaaaa!!!

Escucho mi propia voz entrecortada, un hilo de voz temblorosa mientras se enerva más y más. Apenas suelto su mano un momento para quitarme los pantalones. Las cartas están sobre la mesa, primita, pienso, y ahora tendrás que apostar. No se mueve. La lengua caliente y blanda se desliza sobre mi coñito empapado, y me derrito levantando el culo cómo una loca, moviendo el coño arriba y abajo entusiasmada. Me lanzo y mi mano rebusca entre las piernas de Sonia, que se deja hacer tan sorprendida que es incapaz de ofrecer resistencia, tan caliente que mis dedos se deslizan en su sexo chapoteando bajo las bragas de ositos tan sensuales. Gime entre asombrada y excitada, loca de deseo.

Para, para Tronco, paraaaa!!!

Consigo apartarle. Le agarro por el collar. Sonia ya no habla ni se ríe. Mueve las caderas automáticamente, sin conciencia, y me mira a los ojos incapaz de articular palabra. Me decido a incorporarme y me lanzo de rodillas frente a ella agarrándole las bragas. Quiero quitárselas, y hace además de querérmelo impedir sin convicción, con las manos blandas, sueltas. Llevo a Tronko hasta ella sujetándole por el collar y le empujo a enterrar el hocico entre sus piernas. Parece que va a derretirse cuando siente el contacto blando y empapado de su lengua. Intenta cubrirse con las manos y no puede. Desliza el hocico frío y duro, la lengua caliente y tierna en su coñito velludo y oscuro, y gimotea, se entrega a su lengua rendida jadeando. El perro está caliente, muy caliente, y deja asomar ya entera su polla enorme y roja que gotea mientras la lame casi con violencia, muy deprisa, empujando muy fuerte, cómo si quisiera atravesarla. Está enloquecida y gimotea, murmura palabras incomprensibles con la voz temblorosa. Acaricio sus tetas y muerdo sus labios. Se deja hacer, está enajenada, caliente cómo una perra en celo, como sin conciencia. Devuelve mis besos y chupo su lengua, dejo que respire honda y entrecortadamente en mi boca, respirando su excitación y su sorpresa. Tiene los pezones pequeñitos, contraídos y duros como garbancitos sonrosados, los pellizco muy fuerte y gimotea más aún.

De repente Tronco se levanta sobre sus cuartos traseros y trata de penetrarla. Está espantada, trata de resistirse, parece tener miedo y asco, pero ha perdido el control de la situación y la domino. La sujeto empujando su pecho con las manos, hablando en voz muy baja con los labios pegados a los suyos.

Quieta, primita, quieta, déjate hacer, zorrita, que vas a correrte cómo nunca te has corrido. Deja que te joda mi hombrecito peludo y vas a saber lo que es una polla de verdad. Quieta, primita.

Parece espantada, pero el sexo la domina, y de pronto se ablanda entera, se rinde con la polla enorme de mi setter clavada. Tronko culea a esa velocidad imposible que solo los perros pueden imprimir a sus embates, y mi prima chilla. Yo misma estoy loca viéndola. Le abraza con las piernas atrayéndole. Tronko Sabe que debe apartar la cara de la suya, y empuja más y más, más y más fuerte, más y más deprisa. Pellizco sus tetas, deslizo mi mano hasta la polla enorme que ya está dura, terriblemente dura, y comienza a formarse en ella la tremenda bola cavernosa. Le ayudo a deslizarla dentro y veo cómo se abren los ojos de mi primita al sentir cómo crece casi desgarrándola, cómo se inflama llenándola. Tronco ha debido ya empezar a disparar sus chorros interminables de esperma cristalina. Su coño chorrea y grita asombrada, corriéndose una y otra vez mientras mi perrito continua incansable empujándola hasta el agotamiento, hasta que ya no puede más y se queda quieta, cómo desmayada, con la polla terrible clavada y empujando todavía.

Bueno, primita, no seas egoísta.

Separo al animal de ella y me inclino yo misma entre sus piernas. Está chorreando empapada. Huele a deseo y a fatiga. Hundo mi cara en ella besándola, y siento el hocico de tronco olfateándome, sus uñas arañándome los costados, su polla tremenda que me penetra de un empujón violento y seco, el culear ansioso. Grito.

Vamos, perrito, fóllame, fóllame, perrito, no te pares, fóllame!!!

Mi prima me mira espantada. Sabe salada y dulce al mismo tiempo. Quiero comérmela entera y recorro los labios de su coño empapado, rendido con la lengua. Gime de nuevo y sujeta mi cabeza con las manos. Busco entre sus pliegues un extremo duro y me apodero de él entre los labios presionándolo. Chilla y se tensa cómo un arco. Tronko me destroza. Empuja y empuja y siento penetrar la bola enorme y dura. Sabe salada. Succiono y entierro mis dedos en su coño oscuro y cálido follándola con las manos. Balbucea. Se está corriendo a chorros en mi interior, me empapa y me lubrica mientras lamo, mientras beso loca de deseo, de placer. Se escapa, se escapa, no!!!

Vamos, cabrón, no pares ahora, fóllame!!!

Y de nuevo acierta, y siento que me clava la polla enorme y aguzada en el culo desgarrándome. Grito sin dejar de lamerla. Se retuerce, se convulsiona con los ojos muy abiertos. Me hace daño, me hace daño, me está partiendo en dos y no dejo de correrme, y Sonia se corre conmigo, se orina mojándome la cara entre convulsiones brutales y chillidos, se tensa y se contrae cómo un muelle de acero, disparándose a chorros sobre mi cara. Me cuesta sujetarla con las manos, impedir que rebote por la habitación y se me escape. Quiero seguir comiéndome su coño empapado. Y se corre en mi culo sin cesar, disparando sus chorritos inacabables y transparentes, y me corro una vez tras otra con la mano enterrada en mi coño, empapada en mis propios fluidos que chorrean entre mis piernas, bebiéndome a mi prima hasta el desmayo, hasta que ya no puede más y llora pidiéndome que pare. Y Yo misma quiero parar, y me lo quito de encima cómo puedo, y me tiro en el sofá casi arrastrando entre sus brazos, y nos dejamos invadir por el sopor en duermevela mientras el perro nos lame limpiándonos amorosamente, y nos besamos.

Mi perrita, mi perrita dulce