miprimita.com

Quince y Mari Lo

en Orgías

No puedes imaginar qué puente. Más me hubiera valido quedarme en casa estudiando, en lugar de irme cuatro días con la panda de la facultad. No debería haberme fiado de Nati, por buena chica que parezca, y bien que me engañó.

Resulta que llegamos en los cuatro coches al pabellón de caza del padre de Sergio, en la Sierra. Un sitio terrible. Una especie de nave enorme, con el techo altísimo, una chimenea descomunal, cómo para quemar el Maestrazgo entero, cuatro habitaciones diminutas con dos camas cada una, un bañito, un mueble bar, y cientos y cientos de escopetas y cabezas disecadas de toda clase de bichos con toda clase de cuernos sobre las paredes de ladrillo visto, y aquel techo de vigas negras.

Y llovía. Llovió desde el primer minuto, y en todos los cuatro días no dejó de hacerlo ni un minuto. Un cielo gris, encapotado y bajo, cómo si las nubes se hubieran empeñado en cercarnos. Sin paisaje. Solo nubes, y lluvia. Una lluvia incesante, persistente. Y frío. No sabes qué manera de hacer frío. Y todo mojado y helado. Inhóspito, desapacible, desagradable.

Casi tardaron la eternidad entera los chicos en conseguir prender el fuego, y el pabellón que estaba helado cómo el mundo entero, y se llenaba de humo con aquella leña empapada. Las muy tontas se reían, y preparaban café con coñac para todos. Carajillo, lo llamaban a aquello, mira tu qué ordinariez. No, claro, yo no lo probé, pero todos se pusieron a beber y al poco rato hasta los jerséis se quitaban. El caso es que lo encendieron, pero aquella nave enorme tardó media vida en calentarse.

Bueno, pues todos bobeando sin parar. Ya sabes cómo son los chicos. Bromitas procaces, copas y más copas, y venga tabaco, y hasta creo que debieron fumar algo de droga, por que algunos cigarros olían de raro, cómo dulzones. No, tampoco fumé.

La verdad es que lo vi venir enseguida, y te hubiera llamado para que vinieras a buscarme si hubiera tenido cobertura el móvil, pero ya sabes, cuando hacen falta nunca funcionan.

El caso es que allí nadie se acordaba de comer. Parecía que con beber y beber estaba todo resuelto, de manera que no se había hecho aún de noche, aunque bien podría parecerlo, por que allí no entraba luz por parte alguna, y los chicos estaban medio borrachos. Y ellas… ni te imaginas. Bebiendo también y fumando cómo pelanduscas, y dejándose hacer, coqueteando con unos y con otros. Una vergüenza.

Y Nati, con la cara de mosquita muerta, con sus gafitas de empollona, las coletas y la cara pecosa esa de no haber roto un plato en su vida, la más descocada de todas, dejándose besuquear por cualquiera y haciendo unos arrumacos de gata caliente que daba corte verla.

Dijeron de jugar al póquer. Pusieron una mesa en el centro y empezaron a darse cartas tres chicos y tres chicas, y los que perdían se iban quitando ropa. Ni te imaginas. Raquel, la de cuarto, esa rubia con pinta de vampiresa que yo creo que está medio tonta, perdía cómo una loca. Para mí que lo hacía a propósito. Bueno, te diré que cuando apenas acababan de empezar ya estaba ella en camiseta y sin pantalones. Y Enrique, que estaba sentado a su lado, le daba unas palmadas en los muslos que no se cómo se lo aguantaba.

Yo no sabía cómo irme de allí. Primero pensé en salir al porche cubierto, así que me puse el chaquetón y estuve fuera un rato, pero no sabes qué frío, y qué manera de llover. No debí aguantar ni quince minutos. Al final tuve que entrar helada a calentarme a la chimenea. Raquel andaba ya en bragas, y Mariajo, si, esa morena bajita con el pelo crespo que está un poco gordita, iba camino, solo le quedaban las bragas y el sostén. Asqueroso, verdaderamente asqueroso. A Raquel se le veían los pezones de punta. Debía andar salida cómo una mona, y a Mariajo se le asomaba la pelambrera por los lados de la braga.

Bueno, los chicos ni te puedes imaginar. A Pedro, que estaba en calzoncillos, se le marcaba el paquete que parecía que le iba a pegar un estallido el slip, y Enrique ni se enteraba de las cartas que tenía, sin quitarle los ojos de las tetazas a Catia, que le miraba que solo le faltaba gritarle que la follara, con unos ojos de putón insoportables.

En cuanto me calenté un poco se me ocurrió meterme en uno de los cuartos. Si, ya me había hecho idea de que allí no habría ni cena ni nada, así que entré medio a oscuras y cerré la puerta pensando en acostarme. Pues nada, que ni por esas. Cuando conseguí encender la luz resultó que estaban en una cama Carmen y Paco. ¡¡¡Jodiendo, cómo te cuento!!!, y en la otra Cris arrodillada en el suelo metiéndose entera en la boca la polla de Carlos.

Me quedé helada. La guarra de Carmen tumbada boca abajo y despatarrada con el otro encima pegándole unos apretones que quitaban la respiración. Gimoteaba cómo una loca, con los ojos medio bizcos, y tenías que haber visto cómo levantaba el culo para que se la clavara más hondo. Una zorra de cuidado.

Ahora, que la Cris no se le quedaba corta. Chupaba con un ansia que parecía que le iba la vida en ello, y a la vez se la sacudía con la mano con un brío... Así que a Carlos le hacían chiribitas los ojos. Y no te creas que se paró. De repente pareció que se quedaba sin respiración, echando la cabeza para atrás y poniendo las piernas tiesas. La otra debió darse cuenta, por que apartó la boca y siguió dándole con la mano con una cara de loca terrible, hasta que empezó a correrse salpicándole las tetas y hasta la cara. Parecía que no se le acababa nunca, venga un chorretón detrás de otro, y la muy cochina riéndose y relamiéndose con una mano en el coño y la otra en el manubrio. Y Carmencita que no paraba de culear con el rabo del otro clavado hasta el corvejón.

Claro que me fui. Salí de allí escopeteada, y me metí en el baño para lavarme un poco la cara y despejarme. No se si sería el ambiente viciado por la chimenea, o el humo de los cigarros esos que fumaban, pero el caso es que andaba con la cabeza un poco espesa. Cómo lenta, no se si me entiendes.

Bueno, el caso es que pensé que lo mejor sería volver al pabellón, pero no sabes en qué mala hora. Los del póquer estaban ya pagándose con prendas, y por lo visto la que perdía era Catia, por que cuando entré andaba medio enterrada chupándosela y meneándosela a Enrique, a Pedro y a David, y Mariajo y Raquel le daban unos azotes en el culazo que se lo tenían rojo cómo un tomate. Y la muy puta lo meneaba cómo si le diera gusto.

Me senté en el sofá del rincón sin saber donde meterme. Aquello era cómo el infierno, y fuera ya se había hecho noche cerrada. Nati y Sole, las dos mosquitas muertas, que se habían quedado medio colgadas, andaban revolcándose encima de una alfombra enorme de piel de noséqué medio vestidas. No sabes. Asqueroso. Nati llevaba la falda esa de cuadritos, y unos leotardos de lana de color fucsia terribles, y la otra marrana se los tenía por las rodillas, junto con las bragas, y le metía mano en el coño cómo una posesa mientras le chupaba los pezones. A la muy guarra se le habían descolocado hasta las gafas, y tenía las coletas hechas unos zorros. Pero no te creas que se quedaba corta, no, que le daba unos besos en el cuello y unos apretones en las tetillas esas de nada que tiene que la otra debía ver las estrellas. Y el marrano de Jorge, mientras tanto, sentado en el sillón, justito al lado de ellas, con el pantalón bajado y una cara de pedo increíble, meneándosela cómo un mono.

No sabía donde mirar. En el otro lado, en la mesa, ya ni jugaban a las cartas. A Mariajo la habían atado las piernas a dos patas de la mesa y las muñecas a las otras dos y se turnaban para follársela. Hasta carmen y Paco habían salido del cuarto, y la estaban poniendo cómo una moto entre los siete. Catia se le había sentado en la cara y le restregaba el coño que no debía dejarla ni respirar, y los chicos iban uno detrás de otro follándosela, y cuando no tenía uno entre las piernas, se le ponían Catia o Raquel y se lo comían. Bueno, una cosa indecente. La muy zorra tenía el coño abierto cómo si estuviera en carne viva, y pringando de jugos y de esperma, y las otras dos guarras se lo chupaban cómo si aquello fuera la fuente de la eterna juventud, y temblaba y gritaba medio ahogada con el coño aquel en la boca que se medio ahogaba, y las tetazas le temblaban cómo flanes, con los pezones esos negros apuntando al cielo cómo dos pitones.

Cuando se cansaron de ella la dejaron ahí atada, y entonces los chicos se pusieron a darle candela a Raquel. Eso si que fue un escándalo. Primero se tumbo en el suelo Paco, y la tía que se le sienta encima y se la clava de un empujón. Debía estar bien salida, la muy puta, por que no te creas que le costó metérsela. Y Pedro que se le planta detrás, empieza a darle chupetones en el culo, y cuando menos se lo espera se la enchufa también. Tenías que oír cómo chillaba, cómo una cerda degollada. A Enrique también debía molestarle escucharla, por que le metió la suya en la boca hasta la garganta, y yo que casi se lo agradecía, por que me estaba poniendo negra, chillando con las dos pollas metidas hasta los huevos. Bueno, pues no te vayas a creer que salió corriendo a pedir ayuda, no, que en cuanto se repuso de la impresión había que verla mover el culo y chupar rabo cómo una desesperada. Y los otros tres venga empujón va y empujón viene.

Y la muy zorra de Mariajo mirándoles con los ojos que se le salían de las órbitas, atada a la mesa y gritando que la soltaran, que ella también quería. Un escándalo, pidiendo polla a gritos con el coño que todavía le chorreaba, y tirando de las cuerdas que parecía que se iba a cortar las manos.

Y mientras, las dos guarronas de Nati y Sole, que acababan de desnudarse y empiezan a meterse con David, que las miraba con unos ojos de carnero degollado que pena daba verle, y que si quieres que te la chupemos, que si qué te gustaría hacernos, que si esas manitas quietas, que si eso hay que ganárselo, que si primero tienes que hacértelo con Andrés y con Daniel… ¿Y Andrés y Daniel? Pues yo pensaba que estarían durmiendo, pero si si... Resulta que estaban juntos en otro de los cuartos, y las dos que empiezan a llamarles a grito limpio, y todos mirando para donde estábamos. Yo ya estaba muertecita de vergüenza, sin saber donde meterme, y los dos que salen desnudos con las pollas tiesas cómo velas, que por lo visto deben ser gays, y se lo estaban montando en la habitación. Y las dos sin parar de incitar al pobre chaval, que no sabía qué hacer para revolcarse con ellas: que si primero se la tienes que chupar a Daniel, que si mira Andrés qué ojitos te pone, y el muy guarro que se pone de rodillas y empieza a comérsela a los dos.

Y, a todo esto, Enrique, Pedro y Paco que se la sacan a Raquel, se ponen de pie rodeándola y se la empiezan a pelar. Y la muy cerda tumbada en el suelo metiéndose los dedos cómo una loca, sacándoles la lengua y dándose buenos pellizcos en los pezones mientras les decía que se lo dieran, y burradas así, y los tíos que empiezan a correrse uno detrás de otro poniéndola perdida, y ella retorciéndose en el suelo que ni la niña del exorcista.

Bueno, no sabía una a donde mirar. En la mesa Catia y Carmen dándose un magreo del demonio, con cara de brujas, y Mariajo atada llamándolas de todo: que si cabronas, que no me dejéis aquí, que cacho putas, que yo también quiero. Un escándalo. Y Carlos y Cris que salen del cuarto y se apuntan. El tio se le mete a Mariajo de un plumazo, y la otra besuqueándole por detrás, mordisqueándole el cuello, metiéndole los dedos en el culo, toqueteándole los pezones. Y a más guarradas le hacía, con más brío empujaba, y la muy puta de Mariajo que uno se le iba y otro se le venía, y las otras dos que solo les faltaba ya meterse los pies, chuperreteándole los pezones y pellizcándoselos sin que pudiera moverse. Pero no te creas que le importaba, no, que lo poco que podía bien que se movía al compás de los pollazos del cochino ese. Y Jorge que se acerca y se la mete a Cris por el culo en un descuído. ¡Bueno! Un totum revolutum que no había por donde cogerlo.

Pues, por si fuera poco, el bobo de David dejándose hacer de todo para podérselo montar con Nati y Sole. Daniel se sienta en el sofá y entre todos le lían para que se le ponga encima, y se la enchufa en el culo. Tenías que haberlo visto: tenía la suya tan tiesa que parecía que le había atravesado. Y Andrés que se la mete en la boca y él venga a chupar cómo un niño de teta. Y Nati que se pone a su lado abierta de piernas con Sole chupándole el coño a lo bestia. La frotaba con la mano cómo si le quisiera sacar brillo, y la muy zorra culeando que parecía que se iba a desarmar, agarrada al rabo de David y sin quitarles la vista de encima a los otros dos, que le estaban dando un repaso de los que hacen afición. No sabes los gritos que pegaba, la muy gorrina, animándoles cómo si estuviera en un combate de boxeo. Bueno, al otro no le debía ir mal, por que pegaba unos saltos con el rabo metido en el culo que parecía que llevara tomando toda la vida.

Y mientras los de la mesa se cansan y vuelven a dejar atada a Mariajo y se apuntan al cuarteto de Raquel. Empezó Catia, que se plantó en el suelo con ella y se puso a chuperretearla limpiándole los lefarrones cómo si estuvieran dulces. Detrás se le fue Carmen, y los chicos alrededor mirándolas cómo extasiados, meneándosela a ver si se les ponía dura otra vez. Cris, que les ve, allá que se va en plan buena samaritana a ayudarles, y venga a chupar pollas y a menear pollas. Y las otras tres cada vez más cachondas dándose unos besos y unos restregones de muerte. Bueno, parecía que no podía ser más, pero va Carmen y se despatarra sentada en el medio, y Catia empieza a sobarle el coño mientras Raquel se le pone en la espalda de rodillas cómo un sillón con manos. Que si le mete un dedo, que si dos. Y la muy guarra con los ojos en blanco, y la otra abriéndole el coño cómo si se lo quisiera romper. Otro dedo, otro más. Tenías que haberla visto resoplar cuando pegó el empujón y se la coló hasta la muñeca. Le cogía el brazo con las manos, pero no te creas que se apartaba, no, que echaba el coño para adelante que parecía que quería que se le metiera entera. Los chicos no se lo podían creer. No les quitaban los ojos de encima, y las jaleaban de una manera asquerosa, cómo a los gallos de pelea. Catia y Raquel estaban como locas restregándose los coños, Carmen empalada que no se podía casi ni mover, y Cris sin dar abasto para atender a los cinco sementales, que lo mismo se montaba a uno, se la comía a otro y se la pelaba a otros dos, que se revolvía cómo si los barajasen y se daba una vuelta chupando todo lo que se le ponía a tiro. Se me revuelve la tripa acordándome de cómo trababa esperma, la muy guarra, y cómo ponía el coño y el culo para que se la follaran, que lo mismo le daba por detrás que por delante con tal de tener una envainada.

Bueno, pues David va y le coge el gusto a la cosa. Con decirte que a las chicas ya ni caso… Andrés y Daniel turnándose para tirársele. Lo mismo tenía clavada la de uno que la de otro, y hasta las dos en la boca le vi meterse a la vez. Y no te creas que se apartaba para que se corrieran, no, que se les bebía la leche sin un asco. Hasta en fila los tres se ponían cómo un trenecito dándose y pelándosela unos a otros sin parar.

Nati y Sole, que debieron aburrirse de mirarles, se fueron para la mesa y se encontraron a Mariajo, que todo se le volvía gritarnos a todos: cabrones, hijos de puta, me las vais a pagar… Así que debieron pensar en hacerla arrepentirse, y empezaron a chuparle el coño y las tetas por turnos. Al principio se reía, la muy puta, y gimoteaba cómo un cachorrito, pero cómo no paraban, y ya se había corrido ni se sabe cuantas veces, al final todo se le volvía gritar basta, y parad ya, que me vais a dejar seca. Pero no te creas que las otras la dejaban, no, que venga a reírse, y venga a restregarla y a chuparla. La tenían cómo en ascuas, y al final se corría medio lloriqueando con un hilillo de voz que ni se la oía. Hasta que se cansaron estuvieron así, sin parar. Debieron dejarle el coño cómo para darse mercromina.

Y ahí no termina todo, no, que queda lo peor. Los del suelo volvieron a correrse con la cerda de Cris que no les dejaba en paz. Uno a uno se los fue cargando a todos hasta que no daban más de si. Cuando se cansaron las chicas de follarse a Carmen, que menuda guarra está hecha, se pusieron de pie alrededor y la mearon. Bueno, tenías que haberlo visto: los cinco, Catia y Raquel regándola a chorro limpio, y ella que se lo restregaba por el cuerpo, que ponía el coño para que se lo empaparan, que se lo dejaba echar en la cara. No te imaginas cómo le corría el pis por todas partes, y la cara de gusto que ponía la muy cerda, que parecía que le estuvieran dando a beber ambrosía. Y todos venga a reirse…

En fin, que no aguanté más. Les dejé allí y me fui a un cuarto a encerrarme. Menos mal que había cerrojos, por que la panda de gorrinos esa no paraba de enredar, y si dejo abierto lo mismo me habían hecho algo. Si, por que también lo intentaron, que tuve que andar dando manotazos a los unos y a las otras, y con cuidadito de no separar las piernas, que allí te follaban en cuanto tenías un descuido.

Pero no te preocupes, Papá, que yo no me dejé y he vuelto enterita, igual que cuando me fui.

Pero… Papá… ¿Por qué me miras así?... Papá… ¡¡¡Papá!!! ¡No!, ¡¡¡Papá!!! ¿Qué haces? ¡¡¡Papá!!! ¡¡¡Las bragas no!!!...