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Caroina y Susi: el reencuentro (2)

en Orgías

CAROLINA Y SUSI: EL REENCUENTRO (2)

Mamá había cogido la polla que segundos antes yo misma había estado mamando y, poniéndose en cuclillas, se la metió en la boca tragándosela por completo. Después, volvió a acercar el rabo a mi boca ofreciéndomelo nuevamente.

¡Vamos, hija! – me dijo con gesto vicioso - ¡Chupa esta polla como tú sabes! ¡Disfruta con un rabo en cada agujero, nena!

¡Arrrggghhh! – exclamé al engullir de nuevo aquel rabo. Acto seguido, mi madre se apartó unos metros para contemplar con lujuria cómo Susi y yo éramos triplemente ensartadas.

La primera reacción que generó la sorpresiva e inesperada entrada en escena de mi madre en aquellos seis machos hambrientos de hembra fue la relación materno-filial que ambas habíamos proclamado con nuestros comentarios. Era algo habitual, y comprensible, que siempre ocurría en orgías como esta cuando se sabía que éramos madre e hija.

¿Has dicho que es tu hija? – preguntó uno de ellos, extrañado.

Sí, lo es – confirmó mi madre – Y bien orgullosa que me siento de ella – añadió.

¡Madre e hija! – exclamó otro – ¡Qué morbo! ¡Qué suerte, eh! – les dijo sonriente al resto de sus amigos.

Y la morena, ¿qué es? ¿Tu sobrina? – exclamó entre risas otro.

Sin embargo, el entusiasmo demostrado por algunos ante la nueva situación no era compartido por todos los clientes. Un par de ellos, a buen seguro los más rácanos, debieron pensar que aquello significaría algún incremento en el precio ya pactado de antemano con Nati, nuestra madame, tal y como evidenciaban sus rostros llenos de desconfianza. Para atajar estas dudas decidí salir al quite:

Tranquilos, chicos – dije como pude, apartando de mi boca por un momento la polla que chupaba – Mi madre se une a la fiesta sin coste adicional alguno. ¡Os follaréis a tres por el precio dos! – exclamé – Y disfrutad de mi madre porque no encontrareis otra puta en la ciudad de más categoría.

Este comentario despejó las dudas de los chicos, quienes festejaron con risas y comentarios obscenos la suerte que tenían al poder disfrutar de una puta más en la orgía. Al instante, los dos tíos que se ocupaban de mi boca y de la de Susi se apartaron de ambas y se dirigieron hacia mi madre, comenzando a sobar sus enormes y redondas tetazas por encima del suéter.

¡Y cómo está la muy zorra! – exclamó sonriente uno de ellos al palpar los pechos de mi madre - ¡Vaya tetas que tiene!

¿Queréis comérmelas, nenes? – preguntó mamá con gesto vicioso. Acto seguido, apartó a los dos tíos que la magreaban y se quitó el suéter. Dos enormes melones aparecieron sujetos por un sostén de la talla 120, copa E – ¡Vamos, cabrones … aquí las tenéis!

¡Slurp, slurp! – exclamaban ambos mientras se entregaban a lamer y chupar los pezones de mi madre, sin dejar de sobarla por todo el cuerpo. La minifalda que vestía había cedido hasta situarse, arrugada, por encima de sus marcadas caderas, dejando a la vista un minúsculo tanga de cuero negro que apenas si cubría mínimamente su depilado pubis. Así, mientras mamaban los melones de mi madre, no dejaban de magrear a su antojo su carnoso culo y su húmeda entrepierna.

Ya os he contado en relatos anteriores que mi madre, pese a sobrepasar los 45 años, se conserva muy bien. Desde que llegó a Madrid, embarazada de mi hermana Alicia, se ha dedicado con entrega y devoción a lo único que realmente sabe hacer bien en esta vida: a prostituirse. Ello la ha obligado a cuidarse con especial atención para que el paso de los años no mermase su generosa clientela, además de poder competir con otras putas más jóvenes. Ha pasado varias veces por el quirófano para retocarse, con liposucciones, esas acumulaciones de grasa tan poco estéticas, gracias a lo cual posee una anatomía propia de una madurita espectacular y bien dotada. Una larga y cuidada melena rubia, como la mía, unos pechos descomunales (también operados varias veces), y una provocativa forma de vestir y comportarse hacen que todos los tíos se giren a su paso por la calle, deseando hincarla el diente. Todo ello además de ser una auténtica ninfómana, profesional del sexo durante décadas y toda una experta en manejar orgías gracias a su experiencia, su imaginación y su ilimitada capacidad para hacer toda suerte de guarradas al borde de la depravación.

Así las cosas, con la entrada en escena de mi madre, la orgía tomaba un nuevo rumbo. Los tíos que nos taladraban a Susi y a mí por partida doble relajaron el ritmo de las folladas al querer visualizar lo que sus amigos hacían con mi madre. Era el momento de reorganizar la situación:

¡Cambiemos de postura, cabrones! – ordené. Los cuatro tíos sacaron sus rabos de nuestros coños y culos, poniéndose en pié sin dejar de menearse la polla ante tan excitante y morbosa situación.

¡Bien dicho, hija mía! – asintió mi madre – Creo que estos capullos quieren catar mis agujeros … ¿no es así? – preguntó en tono insinuante. Todos ellos respondieron al unísono con un estridente "sí", añadiendo a su afirmación piropos del estilo de "te vamos a reventar, zorra", "todos queremos follarte, furcia" y "qué puta estás hecha".

Así pues, y ante nuestra atenta mirada, mamá tomó las riendas de la situación con la destreza que sólo ella sabe:

Vosotras dos poneos a cuatro patas, con el ojete bien abierto para que os lo vayan follando por turnos – nos ordenó a Susi y a mí – Que otros dos os la metan en la boca. Mientras, yo se la chuparé a los dos restantes.

Como tú mandes, mami – acaté, al tiempo que adoptaba la postura que ella había sugerido. Susi me imitó - Vamos, nenes … ¡haced lo que mi madre os dice! ¡Queremos una polla en el culo y otra en la boca! – exclamé.

Sin embargo, y antes de que pudieran ensartarnos por detrás, mi madre exclamó:

¡Esperad! Antes de que taponéis sus ojetes … ¡quiero hacer algo! – exclamó, acercándose hacia el pandero de Susi, abierto de par en par, mientras los seis tipos contemplaban estupefactos la escena con deleite. Mamá tomó con fuerza las nalgas de Susi y metió su cara entre ellas.

¡Ahhhhh, sí! ¡Qué gusto! – gritó Susi con los ojos entreabiertos y mordiéndose ligeramente el labio inferior, en buena prueba de que las acometidas de mamá con su lengua la estaba haciendo ver las estrellas.

¡Qué culo tienes, zorrita! – exclamó mi madre dedicándome una mirada de complicidad. Sabía que una de mis fantasías durante años había sido el reencuentro con Susi, así como incorporarla a nuestro negocio de prostitución, rememorando así nuestra etapa colegial. La guiñé un ojo para confirmar que aquella orgía debía servir para convencer a Susi de que se quedara con nosotras y abandonara su triste, anodina y patética vida en Valladolid, como cajera de supermercado. Mamá pareció comprender mis intenciones y se dedicó a alabar los encantos de Susi – Este culo esta hecho para que lo follen. Sería una pena que lo desperdiciaras en otros menesteres, nena – añadió convincentemente mientras volvía a la tarea de lamer el ojete de mi amiga.

Los tíos, atónitos ante la actitud viciosa que mostraba mi madre, se impacientaron y uno de ellos me metió su tranca en la boca, mientras otro golpeaba con insistencia su polla contra la cara Susi, quien permanecía con los ojos entreabiertos por el placer que la lengua de mi madre le estaba provocando.

¡Chupa, zorra! – exclamó el tío, empujando su cipote hacia los labios de Susi. Ésta abrió la boca y engulló el rabo sin dejar de gemir por los lametones de mamá en su ano.

¡Eso es, Susi … cariño, chupa! – le gritó mi madre – Este culo ya está listo para que lo follen – añadió separando las nalgas de Susi y mostrando su abierto ojete al grupo de tíos que esperaban con ansias el momento de entrar en acción – ¡Tú! ¡Dala por culo como se merece! – ordenó a uno de ellos.

El tipo se arrodilló tras Susi, mientras mi madre cogía su polla y la dirigía hacía el ojete de mi amiga. Antes de introducirla en su interior, dio un último lametazo a su ano y, después, mamó durante unos segundos la polla cuyo destino inmediato eran los intestinos de Susi. Al instante, apuntó el capullo del tipo y empujó con energía en el culo de Susi hasta que la polla desapareció por completo en su interior. Ante este nuevo gesto de profesionalidad y lujuria de mi madre, los tipos reían y comentaban su maestría:

¡Qué zorrón está hecha, eh! – pude oír que decía uno, sin dejar de atender la polla que albergaba mi boca.

¡Pedazo de puta! – comentó otro.

¡Qué ganas de metértela, cerda! – exclamó otro.

¡Y qué ganas tengo yo de que me folléis, cabrones! – respondió mamá ante sus múltiples halagos – Pero … tranquilos … todo a su tiempo. Ahora, ¡que alguien folle el culo de mi hija, que lo está deseando! – ordenó.

Apenas hubo terminado de decir esto, noté que una polla se abría camino en mi ojete, empezando a follármelo con ritmo y energía. Así, Susi y yo teníamos nuestros culos y nuestras bocas ocupadas, mientras mamá atendía a los tipos restantes. Haciendo un escorzo con mi cuerpo, pues mi madre se encontraba a mis espaldas, logré contemplar la forma en que satisfacía a dos pollas a la vez. Arrodilla frente a ambos, mamaba alternativamente cada uno de los dos rabos. De vez en cuando abría la boca de par en par para conseguir albergar ambos capullos en su interior.

¡Venga, zorra … queremos follarte ya! – gritó uno a los que mamá se la chupaba.

¡De acuerdo, cabrones! – exclamó mi madre con gesto vicioso – Pero antes quiero que las chicas cambien de postura – añadió.

Sí, mamá – dije – ¡quiero que me follen el coño y el culo a la vez! – exclamé.

Antes de que el cambio de postura tuviese lugar, sucedió algo que me hizo concebir, por primera vez, esperanzas reales de lograr mis propósitos de que Susi se quedase conmigo, en Madrid, tomando parte de nuestro negocio familiar de prostitución. De pronto, como enloquecida por volver a sentirse una puta, algo que desde hacía doce años no experimentaba, sacó las pollas que ocupaban su culo y su boca y se acercó a mi trasero, que aún seguía siendo follado por uno de los tíos, y exclamó:

¡Dame tu polla, cabrón! ¡Quiero saborear el culo de Carol en tu rabo! – exclamó, sacando la tranca que me daba por culo y llevándosela a la boca. Se la metió por completo y la mamó con glotonería, ante mi sorpresa por tal grado de de lujuria. Susi siempre se había mostrado algo pasiva. Sabía complacer tanto a hombres como mujeres, y lo había demostrado sobradamente en nuestra etapa de putas colegiales, pero nunca había sido su fuerte el tomar las riendas mostrando su vicio y ninfomanía.

¡Eso es, Susi! – exclamé al verla por fin más activa que nunca y contemplando cómo mamaba aquel rabo que unos segundos antes taponaba mi aparato digestivo por su puerta de atrás.

¡Qué rico, Carol! – dijo sacando la polla de su boca por un momento - ¡Me encanta el sabor de tu culo y por eso ahora voy a lamértelo! – exclamó dejando de lado el rabo recién salido de mi ojete y metiendo la cara entre mis nalgas.

¡Ohhhh, sí! ¡Cómeme el culo, perra! – exclamé al sentir el contacto de sus labios y su lengua en mi recién follado ano. De pronto, se apartó de mi ojete y lamió la parte interna de mis mulos, recogiendo el flujo vaginal que mi coño había ido soltando.

Tienes el chocho empapado, Carol. ¡Voy a comértelo! – anunció, antes de meter su lengua en mi chumino.

¡Ahhhhhh! ¡Qué gustazo! – grité al borde del orgasmo - ¡Para, Susi! ¡Para o me correré! Y quiero hacerlo con una polla en el culo y otra en el coño.

Mis indicaciones surtieron efecto y Susi dejó de comerme el coño. Mamá indicó a uno de los tipos a los que se la había estado chupando que se tumbara boca arriba para que yo lo montase metiendo su polla en mi coño. Así lo hice y, de inmediato, mis deseos de verme doblemente ensartada se vieron hechos realidad, pues el que había estado todo ese rato disfrutando de las habilidades orales de Susi, me metió su cipote por detrás. Susi imitó mi postura, y fue doblemente penetrada por otros dos de los chicos, quienes no dejaban de alabar nuestra magistral forma de follar. Mi madre se puso frente a mí, mientras los dos tipos restantes esperaban el momento de poder follársela por fin.

¡Goza, hija mía! – exclamó mamá a escaso centímetros de mi cara – ¡Disfruta como la puta hija de puta que eres!

Mamá … - la susurré al oído para que Susi no lograse oírnos - … hay que conseguir que Susi se quede con nosotras. ¡Dala mucha caña! ¡Que se sienta puta otra vez! – la dije. Mi madre me miró durante un segundo y sonrió. No hacían falta más palabras. Sabía que haría todo lo posible por complacerme.

Acto seguido, mamá se acercó a Susi, a quien se estaban follando por el coño y por el culo, y la dijo.

¡Ahora me vas a comer el coño antes de que estos dos cabrones me lo follen bien follado! ¿Entiendes, puta? – gritó cogiéndola con vigor por la cabeza y acercando su entrepierna a la cara de Susi. Sin tiempo para emitir palabra alguna, Susi comenzó a lamer el coño de mi madre, quien había colocado un muslo sobre la cabeza de mi amiga, con el fin de que su chochazo quedase bien abierto frente a ella.

Los dos tipos cuyas pollas no estaban en el interior de Susi y de mí, se acercaron impacientes a mi madre, para sobarla las tetas y el culo, al tiempo que contemplaban cómo Susi la comía le coño.

¡Vamos, puta … queremos follarte ya! – insistió uno.

Espera, cabrón … ¿no ves que la niña está hambrienta de conejo? Paciencia, que me vais a follar a vuestro antojo – añadió con gesto pícaro mientras, en su acrobática postura, conseguía atrapar con sus manos las pollas de ambos para menearlas – ¡Tú sigue, chupando … zorra! ¡Ohhhh, qué lengua tienes … putita! ¡Qué furcia eres, cariño! ¡Esa lengua es digna de los mejores burdeles de la ciudad! – exclamó alabando las artes orales de Susi, e intentando con ello poner su granito de arena para convencerla de que permaneciese junto a mí, volviendo al ejercicio del oficio más antiguo del mundo.

¿Te gusta el coño de mi madre, Susi? – la pregunté.

¡Slurp! ¡Slurp! ¡Me …me … slurp … slurp … me encanta!

¡Es delicioso! – logró balbucir en sus ansias por no apartarse del coño que me parió.

¡Vamos … para ya, perra hambrienta! ¡Es hora de que estos dos me follen! – exclamó mamá, deshaciendo la postura y recuperando la verticalidad.

Mamá indicó a uno de ellos que se sentara en el sofá para que ella, a su vez, se sentase sobre él, ante la mirada del resto de integrantes de la orgía. Se introdujo la polla en el culo sin ninguna dificultad, mientras se despatarraba ofreciendo su otro agujero al tipo que restaba.

¡Métemela en el coño y dadme caña de la buena! – ordenó, mientras recibía en su chumino el rabo en cuestión.

Durante los siguientes minutos, permanecimos en aquellas posiciones, la tres doblemente penetradas por el coño y por el culo. La excitante situación, las dos pollas que me follaban, la actitud dominante de mi madre con Susi y la cara de felicidad de ésta mientras la daban caña por sus dos agujeros, hizo que me corriese. Mis años como puta y actriz porno me han enseñado a dominar mis orgasmos. Sin embargo, tanta excitación pudo conmigo y perdí el control. Mis caderas enloquecieron moviéndose con tal frenesí que a los tipos que me follaban coño y culo les costaba mantener sus miembros en mi interior.

¡Me corro! ¡Qué gusto! – grité – ¡Me corrrrrrrroooo!

¡Yo también, Carol! – exclamó Susi - ¡No aguanto más! Voy a correrme!

¡Eso es, nenas! ¡Correos! ¡Gozad, putitas! – nos gritó mi madre.

Creo que Susi y yo alcanzamos el orgasmo al mismo tiempo porque nuestros gritos se unieron como si de una sola garganta salieran. Mi cuerpo se contrajo mientras un escalofrío de placer recorría mi columna vertebral hasta invadir todo mi ser. Tras el orgasmo, y mientras recuperaba mis insaciables ganas de sexo, los tipos que nos follaban a Susi y a mí sacaron sus pollas de nuestro interior. Algunos estaban ya tan sumamente cachondos que no aguantarían otro asalto más en nuestros agujeros. El rostro de Susi mostraba felicidad. Sonreía ligeramente, con los ojos entreabiertos y con el cuerpo sin fuerzas. A duras penas si logró ponerse en pie para cambiar de postura y volver a la carga. En cambio, yo en apenas unos segundos había recuperado mis ganas de seguir follando.

Estáis al límite, ¿verdad, nenes? – les pregunté a los tipos, dos de los cuales continuaban follándose a mi madre.

¡Sí! – exclamaron varios.

¿Quién tiene fuerzas para aguantar un rato más follándonos sin correrse? – pregunté, tratando de reorganizar lo mejor posible la situación. Dos de ellos indicaron tímidamente que podrían seguir dándonos caña un poco más - ¡Bien! Entonces, vosotros dos folladnos, mientras se la chupamos a los otros dos. ¿De acuerdo?

Volvimos a ponernos a cuatro patas, para que nos follasen el agujero que más les apeteciese. A mí me la ensartaron por el coño, mientras que a Susi fue su orificio trasero el que taladraron. Los otros dos acercaron sus trancas a punto de estallar hacia nuestras bocas, que inmediatamente nos dedicamos a mamar con la glotonería propia de dos gatitas en celo sedientas de leche caliente.

El que follaba el coño a mamá, se la sacó y se la metió en la boca. Después de mamarla durante unos segundos exclamó.

¡Quiero dos pollas en uno sólo de mis agujeros! ¿Quién de vosotros está dispuesto a follarme como me merezco? – preguntó en tono desafiante. Los tipos se miraron entre sí. Era evidente que varios estaban a punto de descargar su semen y no estaban por la labor de hacer experimentos. Sin embargo, el que me follaba a mí (con mucho brío y energía, por cierto) se ofreció voluntario. Inmediatamente, al que se la chupaba mamá manifestó su intención por probarlo.

¡Todo sea por darte la caña que te mereces, guarra! – exclamó confirmando su disposición a intentar follar doblemente un mismo agujero de mi madre.

No era la primera vez que mamá hacía este "numerito". Ya la había visto otras veces meterse dos pollas a la vez tanto por el coño como por el culo. De hecho, yo siempre había querido imitarla, deseando saber qué se siente con dos barras de carne en un mismo orificio. En cambio, mi madre me lo había desaconsejado siempre. "No dilates demasiado tus agujeros", me había dicho. "Luego no disfrutarás igual con una sola polla". Por eso, y pese a haber estado tentada de probar este tipo de dobles penetraciones, nunca me había decidido a hacerlo, aunque no descarto probarlo algún día.

Para realizar la postura en cuestión, mamá se sacó del culo la polla sobre la que estaba sentada, ordenando que esa tranca fuese directamente a la boca de Susi.

¡Vamos, tio! ¡Sácala de mi culo y se la metes en la boca a esta puerca, que le encanta comer pollas recién salidas de ojetes! – exclamó. El tipo obedeció y acercó su rabo a la cara de Susi, quien se sacó de la boca la polla que mamaba y se introdujo la que acaba de abandonar el ano de mi madre. – ¡Eso es, nena! ¡Chupa! ¡Saborea mi culo en esa polla dura! – le dijo mamá, mientras indicaba con gestos cómo llevar a cabo la doble penetración de un solo agujero.

Uno de los tipos se tumbó en el suelo boca arriba, mientras mi madre se sentaba sobre su vientre. Yo seguía mamando una de las pollas que estaban a punto de soltar su leche, mientras contemplaba cómo mamá organizaba todo y Susi atendía a tres pollas, dos con la boca y otra con el culo.

¿Qué agujero preferís? ¿Coño o culo? – les ofreció mamá al tiempo que separaba sus piernas y mostraba la amplitud de ambos orificios.

¡El coño! – exclamó uno de ellos.

Como queráis – dijo mi madre, metiéndose la polla del que estaba tumbado en el suelo en el coño. La polla desapareció íntegramente en su raja – Te toca, nene. ¡Aprieta con fuerza tu rabo en mi chocho hasta que entre!

El tipo obedeció y apuntó su polla hacia el ya penetrado coño de mi madre. Lo hizo con mucho cuidado, como si no quisiera dañarla.

¡Así no, cabrón! Te he dicho con fuerza, hasta que la raja ceda – le explicó.

¡Te vas a enterar, puta! - exclamó algo molesto ante las indicaciones de mi madre. Y empujó con fuerza hasta que la polla entró en el interior del coño que me parió tres décadas antes.

¡Por fin! – exclamó mi madre con las dos pollas incrustadas en su coño - ¡Qué gusto! ¡Ahora dadme caña! ¡Folladme fuerte, cabrones!

¡Qué zorra! – dijo el que follaba por detrás a Susi.

¡Nunca había visto nada igual! – comentó otro entusiasmado ante lo que estaba viviendo - ¡Vaya pendón desorejado! ¡Pedazo de guarra!

¡Sí, nenes! – confirmó mi madre – No creo que encontréis por ahí a otra puta tan guarra como yo.

¡Y que lo digas! – acertó a decir uno de los que la follaba.

¡Y tú, guarra! – exclamó dirigiéndose a Susi - ¿Habías visto algo así alguna vez? Seguro que te mueres por saber qué se siente con dos pollas en el coño … ¡eh, putita! Eso es porque no eres más que una puta, una golfa de tres al cuarto … cuya única finalidad en la vida es gozar follando – le dijo mamá con la evidente intención de provocarla, de ponerla más cachonda aún, de vencer sus dudas y de que volviese a ser la puta que ya fue años atrás.

¡Sí! – gritó por fin Susi, dejando de lado las dos pollas que mamaba con fruición y glotonería - ¡Soy una puta! ¡Siempre lo he sido! Y no quiero pasar ni un día de mi vida sin experimentar todo esto … ¡junto a vosotras! ¡Soy una cerda sin remedio! ¡Y me gusta serlo! ¡Me encanta, me encanta! – exclamó invadida por el vicio y la lujuria mientras sus gritos eran ahogados por las dos pollas que intentaban taparla la boca.

Frente a estos comentarios, sonreí feliz. Sabía que había logrado mis propósitos y que en adelante volvería a contar con mi compañera de aventuras y amiga del alma. Era esperanzador pensar en lo que nos depararía el futuro, cómo la introduciría en el mundo de la prostitución de alto standing, y cómo, en definitiva, la convertiría en la puta que siempre supe que era. De pronto, estas cavilaciones se vieron interrumpidas por los gritos de uno de los tipos a los que Susi se la chupaba. Anunciaba su inminente orgasmo.

¡Me voy a correr! ¡Me viene! – exclamó.

¡En su cara, cabrón! – ordenó mamá - ¡Córrete en su cara!

¡Sí! ¡Échame tu leche en mi puta cara! ¡Riégamela! – gritó Susi, sin dejar de menear el otro cipote, y ofreciendo su rostro para recibir su semen, mientras estimulaba con su otra mano los huevos.

¡Ahí va! ¡Ahhhhhhh! – gritó el tipo, entre espasmos de placer. Un potente chorro de lefa cruzó la cara de Susi, salpicando su abierta boca, sus mejillas, su barbilla y su nariz.

¡Cómo te gusta … eh, Susi! – exclamé al ver el gesto de felicidad de su rostro, al tiempo que se metió la polla en la boca para exprimir hasta la última gota de aquel sabroso néctar.

La corrida del aquel tipo fue el pistoletazo de salida para que todos los demás empezaran a correrse. Mi madre deshizo la postura de su doble penetración vaginal e indicó al que follaba por detrás a Susi que sacase su rabo de su culo.

¡Juntémonos, chicas! Y vosotros, ¡alrededor nuestro! – ordenó – ¡Rodeadnos con vuestras pollas y correos sobre nuestras caras!

¡Sí, ya tengo ganas de tragar un poco de leche caliente! – exclamé con gesto de complicidad hacia Susi y mamá. Colocadas de rodillas, con nuestras caras tocándose y abriendo la boca de par en para capturar todo el semen posible, los cinco tipos nos rodearon. El tipo restante, el que ya se había corrido, seguía allí, de pie, contemplando con detenimiento cómo terminaba todo - ¡Vamos, cabrones! ¡Dadnos vuestra leche!

Mientras los tíos se pajeaban antes nosotras, las tres estimulábamos sus huevos, acariciándolos y dedicándoles algunos lengüetazos. Aunque la lluvia de lefa no parecía que se fuese a retrasar mucho, no podía esperar más y viendo que el rostro de Susi tenía aún algunos restos de la corrida recién recibida, no pude contenerme y lamí su cara con glotonería y vicio, mientras ella sonreía al ver mi sed de leche de polla. Prácticamente al instante, todo ellos fueron anunciando sus respectivos orgasmos, de tal manera que cuatro de ellos se corrieron casi al mismo tiempo. Cerré los ojos y sentí en mi cara varios chorros fugaces e intermitentes que provenían desde distintos ángulos. No sabía a qué polla pertenecía cada uno de ellos, pero daba igual. Nos estaban regando, duchándonos literalmente con su cálido semen. Los tipos no dejaban de gemir y alabar nuestras habilidades, mientras las tres tratábamos por todos los medios de recoger todos los restos de lefa de nuestros rostros y llevárnoslos a la boca. Estábamos sedientas.

¡Ohhhh! ¡Qué rico! – exclamé - ¡Qué ducha más buena!

¡Me encanta, Carol! – dijo Susi – ¡Adoro que se corran en mi cara! –añadió mientras tragaba los últimos grumos que acertaba a llevarse a la boca.

¡Ven aquí, Susi! – la dije fundiendo mi boca con la suya y buscando con mi lengua cualquier resto de la deliciosa mezcla de su saliva y el semen recién recibido.

Nenas, aún queda una polla por exprimir – advirtió mamá ante el último de los tipos que permanecía pajeándose ante nosotras.

¡Eso lo arreglo yo ahora mismo! – dije demostrando no haber perdido ni un ápice de mi sed de lefa - ¡Arrrggghhhh! – exclamé al engullir por completo la polla en cuestión. Sentí su glande en mi garganta y su pubis en mi nariz, esperando recibir la tan deseada descarga. Sin embargo, el tipo era duro de roer y mientras sus amigos se habían desplomando sobre el sofá y varias sillas de la estancia, éste seguía sin derramar su preciada leche.

¡Córrete ya, mamón! – exclamó mamá – ¡Queremos tu leche! Creo que nos la hemos ganado, ¿no? ¡Danos tu premio final, cabrón! ¡Vacía tus huevos para nosotras! – añadió con gesto vicioso mientras le acariciaba los cojones y yo no dejaba de mamar su cipote.

¡Ya, zorras! ¡Me corro! – exclamó – ¡Disfrutadla, putas sedientas! ¡Tragaos mi leche!

En lugar de sacar la polla a punto de estallar de mi boca, para compartir directamente la corrida con Susi y con mi madre, decidí que me llenase la boca con su leche. Y así fue. Apenas había anunciado su orgasmo, su polla se convulsionó entre mis labios. Me aferré a ella con fuerza, para no dejar escapar ni una sola gota. Fueron varias acometidas de sus caderas, a cual más violenta, las que recibí en mi cara, al tiempo que potentes chorros de semen chocaban con estrépito contra mi paladar. No tragué. Quería compartir aquella corrida con Susi y con mamá. Se lo habían ganado tanto como yo. Era el premio final. El colofón de la orgía. Así pues, mantuve la polla en mi boca durante unos instantes, hasta cerciorarme de que no saldría más semen de su interior. Después, empujé al tipo para que se apartase y me dejase espacio para compartir sin agobios aquel néctar de dioses.

No se la ha tragado, Susi – se dio cuenta mi madre – ¡Mete tu lengua en su boca y recupera toda la leche que puedas, zorrita!

¡Sí! – exclamó Susi, obedeciendo a mi madre. Abrí la boca, sin dejar escapar nada de su contenido y saqué con mi lengua toda la lefa que pude, ofreciéndosela a Susi. Inmediatamente, ella pegó su labios contra los míos e introdujo su lengua en mi boca. Durante unos segundos jugamos con nuestras lenguas y el semen mezclado con nuestra saliva. Después, pasé toda la corrida a su boca y me separé de ella.

¡Ahora traga, puta! – la ordené, mientras pellizcaba suavemente sus pezones - ¡Trágatela toda!

Susi obedeció y tragó toda la corrida. Con gesto vicioso y placentero agradecía mi generosidad, mientras mi madre se deleitaba con la escena, aprovechando para echar más leña al fuego que convenciese a Susi de que debía replantearse su futuro, lejos de su aburrida vida de chica formal.

¡Mira con qué gusto se lo traga la muy zorra! ¡Mira cómo goza! – exclamó guiñándome un ojo – Nena, tú has nacido para ser puta. Dedicarte a cualquier otra cosa sería desperdiciar tu talento – añadió mientras Susi la escuchaba con ese gesto típico bobalicón que la caracterizaba.

¡Tenéis razón! – asintió por fin – ¡Soy una puta y me encanta! Después de lo de hoy no podría volver a Valladolid, a mi trabajo de cajera de supermercado. No podría – reconoció.

En ese instante, uno de los tipos nos interrumpió. Excepto el último en correrse, todos estaban ya vestidos y dispuestos a marcharse:

Siento interrumpir vuestra charla, pero nosotros nos vamos – comentó.

Perdona – dijo mi madre – Es cierto. Nos habíamos despistado con tantas emociones – explicó mientras se ponía en pie - Os acompaño a la puerta.

El tipo que faltaba por vestirse, lo hizo en apenas unos segundos. Mientras, sus amigos estaban ya en el vestíbulo, acompañados por mi madre. Se puso en pié y se acercó a nosotras.

Sois la hostia, chicas. Ha sido el mejor polvo de mi vida – nos dijo con gesto complaciente – Tomad, esto para vosotras. De propina – añadió sacando de su cartera dos billetes de 50 Euros y dándonos uno a cada una – Y espero volver a veros.

Gracias – exclamamos al unísono Susi y yo – Me alegro de que te haya gustado. Concierta una cita por medio de Nati cuando quieras. De todos modos, mi madre te dará una tarjeta ahora … ¿vale, cariño? – añadí en tono de gratitud, sabedora de que a los clientes hay que tratarlos bien.

Unos segundos más tarde, mi madre regresó al salón. Los seis tipos ya habían salido y mi madre, sonriente, se dirigió a nosotras, que permanecíamos de rodillas, en el suelo, deleitándonos cada una en la otra, después de tanto tiempo separadas.

Señoritas, creo que tenemos que mantener una charla – dijo, mientras las tres tomábamos asiento en el sofá.

¡Sí, mamá! – asentí - Debemos decidir cómo organizaremos ahora todo el negocio. Hay que dar a conocer a Susi a la clientela – expliqué – En cuanto la conozcan, querrán contratarla. Y podría apuntarse a la agencia de Nati. Ella seguro que la encontraría mucho trabajo

Carol, sabes de sobra que Nati sólo trabaja con putas de reconocida trayectoria – explicó.

Trabajaré gratis – interrumpió Susi, con expresión desesperada – Me basta con tener comida y alojamiento. Lo único que quiero es quedarme con Carol … y disfrutar de todo esto – añadió en tono de súplica

¡No, Susi! Las putas trabajamos por dinero … por mucho que nos guste nuestro trabajo – la regañé, recordando que ya antes, en nuestra etapa como putas colegiales, habíamos hablado sobre ello.

Debo reconocer, Susi, que tienes muchas cualidades para este trabajo. Eso es innegable – explicó – Eres guapa y posees un buen par de tetas y un trasero espectacular – la dijo dirigiéndose a ella directamente – Chupas bien, tanto pollas como coños. Y follas bien por todos tus agujeros – reconoció – Pero por lo que sé de ti, llevas muchos años apartada de este mundo. De hecho, según me ha dicho Carol, sólo te has prostituido durante un par de meses, en el colegio donde estudiabais. Y de eso hace mucho tiempo.

Sí, mamá – reconocí – Pero Susi es buena. La has visto en acción. Si hasta uno de ellos la ha dado 50 Euros de propina por su talento – la expliqué haciendo un gesto a Susi para que enseñara el billete.

Te estoy diciendo que tiene madera de puta, Carol. Pero llevamos muchos años labrándonos un nombre en este mundillo … y no podemos arriesgarnos a que alguien descubra su falta de experiencia – explicó. Antes de trabajar con nosotras o de proponer su incorporación a la agencia de Nati, debe curtirse … como tú hiciste en su día. O como yo hice hace décadas, Carol – me explicó.

¿Qué propones? – pregunté antes las explicaciones, muy lógicas y coherentes, de mi madre.

Donde más se aprende es en la calle – sentenció – Tú lo sabes muy bien, Carol.

Es cierto, Susi – la dije dando la razón a mi madre – Yo estuve meses haciendo la calle, prostituyéndome en polígonos industriales y carreteras secundarias. Follando y chupando pollas por cuatro duros, en el asiento trasero de un coche o en la cabina de un camión – expliqué recordando la época en que alternaba días en un puticlub de las afueras de la ciudad con noches enteras parando coches en alguna apartada rotonda de mala muerte.

¡No me importa! – exclamó Susi – Haré lo que sea con tal que no volver a Valladolid … con tal que quedarme aquí contigo, Carol.

Entonces, no se hable más: harás la calle durante unos meses y me entregarás la mitad de lo que ganes para pagar tu alojamiento y manutención – concluyó mi madre – Mientras tanto, te iremos introduciendo poco a poco en el negocio. Y si en unos meses vemos que has cogido las tablas y la experiencia necesaria, le hablaremos de ti a Nati. ¿De acuerdo, Susi?

Me parece perfecto – exclamó sonriente.

Bueno ... ¿qué os apetece cenar, nenas? – dijo mamá mientras se levantaba del sofá y se dirigía a la cocina, abandonando el salón instantes después.

¡Oh, Carol … muchas gracias! – exclamó Susi. Seguía siendo tan simple como cuando la conocí. Había intentado por todos los medios de convencerla para que se uniera a nosotras y al final estaba suplicando que la permitiéramos prostituirse.

No me des las gracias, Susi. La primera que quería que te quedaras con aquí era yo – la expliqué – Y ahora vamos a mi habitación. Tenemos que pensar qué te pondrás mañana para empezar a hacer la calle. Tengo ropa que te quedará genial – la dije – Y tenemos que pensar en los precios que cobrarás – añadí con sonrisa pícara – Los primeros días te acompañaré, para que no te sientas sola y aprendas lo básico, ¿vale? Ya verás, Susi … vas a ser una puta estupenda. Va a ser genial.

¿Crees que pararán muchos coches? – pregunto llena de ingenuidad.

Van a hacer cola para follar contigo – dije con seguridad – Ya lo verás.

¡Qué ilusión! – exclamó Susi - ¡Voy a ser una puta callejera!

FIN

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