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Así comencé en el porno (1)

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ASÍ COMENCÉ EN EL PORNO (I).

Mi hermana Alicia llevaba ya más de de año metida en el mundo del cine X, cuando me entró el "gusanillo" de seguir sus pasos y probar suerte dentro del negocio de la pornografía. Su carrera no había resultado tan productiva como ella pensaba en un principio. Un año después de su debut apenas si había rodado una decena de escenas, las cuales habían sido posteriormente incluidas en diversos DVD´s de escaso éxito y nulo reconocimiento. Según ella, el porno español era bastante pobre. No se invertía lo suficiente y tampoco se pagaba bien ni a las actrices ni a los actores. En los certámenes de cine X a los que había acudido a promocionar alguno de sus DVD´s, los directores y productores españoles se mostraban abatidos ante el dominio de la industria americana y la creciente pujanza, cada vez más fuerte e intensa, de los países del este de Europa. En definitiva, se hacía poco porno y se pagaba mal, razón por la cual mi hermana nunca abandonó del todo la prostitución. Según contaba, la mayoría de las actrices españolas no podían subsistir con la pornografía y utilizaban su fama como reclamo para anunciarse en Internet como chicas de compañía y prostitutas de alto standing. Algunas de ellas, en realidad, perseguían "cazar" a algún ricachón para casarse y así conseguir la vida desahogada y, en algunos casos, llena de lujos que siempre habían deseado.

Durante aquel año y medio, Alicia pasaba temporadas fuera de casa rodando y promocionando las películas y, después, volvía un par de meses para seguir con el negocio familiar que mi madre tenía montado en casa y en el que yo participaba activamente desde que mi hermana comenzó con su carrera como actriz porno. Había abandonado la prostitución callejera años atrás y al burdel en el que mi madre me había metido con 18 años sólo acudía un par de días a la semana. La ausencia de mi hermana en casa, exigía que la sustituyese durante largos períodos de tiempo.

En la Primavera de 2.002 Alicia había estado en Barcelona rodando varias escenas y extras para un nuevo DVD. Ya de regreso, entró en casa cargada de maletas, bolsas y paquetes; y mi madre y yo acudimos a abrazarla efusivamente.

  • ¿Qué tal por Barcelona? – pregunté.
  • ¡Muy bien! – exclamó Alicia sonriente – Tengo noticias que contaros – añadió haciendo una pausa de unos segundos, mientras la mirábamos expectantes – Me voy a Estados Unidos. Un director americano me ha contratado para varias películas.

No encajamos bien la noticia. Una cosa era estar en Barcelona, a menos de una hora de distancia en avión, y otra muy distinta cruzar el Atlántico para irse al otro lado del orbe. La decepción se hizo evidente en nuestros rostros.

    • Pero hija … ¿qué necesidad tienes de todo esto? Sabes de sobra que aquí no te van a faltar clientes, que ganarás mucho dinero … como has hecho siempre – explicó mi madre intentando disuadirla, mientras nos sentábamos en el sofá del comedor.
    • Claro, Alicia – intervine – Aquí nos lo pasamos en grande … las tres … ¡juntas! ¡No te vayas tan lejos!
    • Ya lo sé. Sabéis de sobra que me encanta atender a la clientela con vosotras. ¡Me lo paso en grande! – explicó – Pero necesito nuevos retos, perseguir nuevos horizontes, nuevas metas … vivir experiencias con gente distinta. ¡Y esta es una oportunidad única!
    • ¿Y quién es ese director que te ha contratado? – preguntó mi madre.
    • Es superfamoso en Estados Unidos y hace unas películas preciosas, cuidando todos los detalles – explicó – Dice que no ha visto una actriz europea con tanto talento como yo. Me ha contratado para tres películas. Todas de sexo anal. Dice que se ha enamorado de mi culo y de lo que soy capaz de hacer con él – explicó con gesto orgulloso – Quiere que haga una escena de doble anal.
    • ¡Joder, Alicia! – exclamó mamá – Sabes de sobra que no me gusta que te metan dos pollas por el culo al mismo tiempo – la regañó – Se te puede dilatar demasiado y luego una solo cipote ni lo sientes.
    • Mamá, son prácticas excepcionales – dijo explicándose – No soy tonta. No estoy todos los días follando por ahí con dos rabos en el trasero, por mucho que me apetezca … - dijo sonriendo con gesto pícaro.
    • ¡Jajaja! – exclamé espontáneamente ante el comentario - ¿Y cuánto tiempo estarás allí?
    • En principio rodaré esa escena que os he dicho y otras dos más – explicó – Me pagan 10.000 dólares por esas tres escenas y por acudir a dos festivales de cine X a promocionar los DVD´s y el nombre de la productora. Uno de esos certámenes me han confirmado que es en Las Vegas – dijo sonriente.
    • ¿Y dónde vivirás? – preguntó mamá – Allí la vida es muy cara.
    • Me pagan la estancia en un hotel de tres estrellas en California, cerca de Los Ángeles. No sé el tiempo que estaré sin poder venir a España, porque si tengo éxito haré más películas. Eso me ha dicho el director que me ha contratado – explicó muy ilusionada.
    • En fin … si es lo que quieres, te apoyaremos – concluyó mi madre para, al momento, fundirnos las tres en un abrazo, después del cual Alicia nos entregó varios regalos que sacó de las maletas.

Durante el mes y medio siguiente, apenas si supimos de ella. Llamaba poco por teléfono y al Messenger nunca se conectaba. Cada semana entraba en la página web de la productora que la había contratado en busca de noticias sobre ella o sobre sus escenas. Pero nada, nunca había noticias suyas. En las escasas y breves conversaciones que mantuvimos durante ese tiempo por teléfono, se mostraba contenta, alegre e ilusionada. Decía que ya había rodado esas escenas, pero que no aparecían en ningún DVD porque exigían un tiempo de edición y postproducción … y que era habitual que no vieran la luz hasta meses después de su grabación. También nos decía que no sabía cuando regresaría a España porque la habían contratado para rodar más escenas. No daba muchos más detalles … y mi madre y yo empezamos a sospechar que, en realidad, no la iba tan bien como quería hacernos creer y que quizás estuviera fingiendo para no preocuparnos

No había transcurrido ni una semana desde su última y breve llamada, cuando sonó mi teléfono móvil. Eran las nueve y estaba maquillándome para recibir a un cliente habitual que me visitaba todos los miércoles por la noche, cuando vi su nombre en mi móvil. Me apresuré a responder:

    • ¿Diga?
    • Carol, soy Alicia.
    • ¿Qué tal, cariño? ¿Cómo va todo por ahí? – pregunté.
    • ¡Muy bien! Por eso te llamo – me explicó – Hoy han puesto a la venta los tres DVD´s para los que me contrataron. Han subido unos trailers a la página de la productora. Son cortitos, pero ya se me puede ver en acción.
    • ¡Qué bien! ¡Voy a verlos ahora mismo! – exclamé impaciente rumbo a mi ordenador.
    • Y ya he rodado otras cuatro escenas que se incluirán en DVD´s próximamente, pero aún no sé la fecha ni los títulos – me explicó.
    • Y dime, Alicia … ¿al final hay tanta diferencia entre el porno de allí y el de aquí? – la pregunté mientras encendía mi pc.
    • ¡Uffff! ¡Ya te digo! En seis semanas he rodado casi las mismas escenas que en más de un año en España – me dijo - ¡Y nada que ver! Para empezar, estudias la escena con el director el día antes del rodaje. Te indica posturas, gestos , comentarios que debes hacer, eliges la ropa, los zapatos, … ¡todo al detalle! Hay que llegar tres horas antes al rodaje de cada escena. Te maquillan, te dan el vestuario, vuelves a estudiar la escena con el director, las frases de entrada, conoces a los actores con los que vas a follar, se graba con un montón de cámaras y desde muchos ángulos, se para el rodaje un montón de veces para corregir las posturas y que se vea todo perfecto, hacen mil pruebas de cámara, de sonido … ¡todo muy estudiado y superprofesional! –me explicó.
    • Ya estoy dentro de la página, Alicia – dije ojeando las carátulas de los nuevos DVD´s - ¡Ya te veo!- exclamé al advertir su voluptuosa figura en la portada de uno de las películas que se promocionaban. Estaba guapísima, con un diminuto bikini negro, cuya parte de arriba apenas si cubría sus pezones, con unas medias de rejilla blancas hasta la mitad de los muslos y unos zapatos negros de plataforma con interminables taconazos. Su melena, más rubia que nunca, caía sobre sus descubiertos hombros y el gesto vicioso de su rostro me hizo sospechar que ese DVD sería comprado por miles de hombres ante la despampanante rubia que protagonizaba la portada. Mi inglés no daba para mucho, pero sí pude distinguir en la leyenda inferior de la carátula algo así como "the new spanish star" y "double anal action". Es decir, "la nueva estrella española" y "doble acción anal".
    • ¿A que estoy guapa? – me preguntó entre risas – El bikini lo elegí yo.
    • Estás preciosa, Alicia – reconocí – Te has aclarado el pelo, ¿eh? Te veo más rubia.
    • Sí, me lo pidió el director. Dice que así doy mejor en cámara – me explicó – Bueno, pincha en la carátula y te saldrá un reproductor con un trailer de cada escena. ¡Vamos, que estoy deseando que me veas en acción!

Emocionada por la ilusión e impaciencia que mostraba mi hermana, activé el trailer de su escena para, al momento deleitarme con ella en la pantalla de mi ordenador. En apenas 45 segundos, y más guapa y atractiva que nunca, la contemplé abierta de piernas en una tumbona junto a una lujosa piscina, metiéndose un enorme consolador por el coño. Después, chupando alternativamente dos pollas pertenecientes a dos musculosos y esculturales actores. De inmediato, a cuatro patas, con una polla metida hasta la garganta y otra bombeándola por detrás, mientras sus tetas se mecían al ritmo de las embestidas del que la follaba. A continuación, y durante unos segundos, el gran reclamo de la portada del DVD, es decir, un primer plano de su ano, diltado al máximo, con dos pollas metidas en su interior. Y para finalizar el breve anticipo del contenido de su escena, dos potentes chorros de semen alojándose con estrépito, pero con suma precisión, en el interior de su boca abierta de par en par. Todo ello aderezado con una música estridente y unos llamativos créditos en color rojo que aparecían describiendo las distintas prácticas que se sucedían en pantalla: "threesome", "double blowjob", "double anal", "facial", "cumswallowing" …

    • ¡Carol, Carol! – me gritaba Alicia al otro lado del auricular - ¿Lo estás viendo?
    • Sí, Alicia – contesté emocionada por lo que acaba de contemplar - ¡Ufffff! Menuda diferencia con esas pelis que rodabas aquí. ¡Vaya tralla te dan ese par de cabrones! ¡Y menudas pollas tienen los dos!
    • ¡Jajaja! – exclamó - ¡Sí! Ya te digo que no hay color. Esto es otro mundo. Y eso que no has visto la escena entera. Dura casi media hora … aunque grabamos durante casi dos – me explicó – La verdad es que estoy muy contenta de cómo ha quedado. ¿Has visto cómo al final me trago toda la lefa que me echan?
    • Sí, me he fijado – contesté mientras veía de nuevo el trailer – No debe ser fácil, ¿verdad? Cuando estás con un cliente y se corre en la boca no importa mucho si todo no te cae dentro.
    • Es más mérito de los actores que mío – me explicó – Son muy profesionales.
    • ¿Y te corriste? Porque tienes una cara de gusto que no veas … -pregunté intrigada al observar sus gestos llenos de lujuria y depravación durante todo el trailer.
    • ¡Uffff, ya te digo! – exclamó – Tuvimos que parar varias veces porque me corrí viva con ese par de pollas dentro. Luego eso lo editan y no sale – me explicó – Oye, Carol … tengo que dejarte porque viene a buscarme un coche para llevarme al rodaje de otra escena. ¡Y no quiero llegar tarde!
    • Claro, Alicia … no te entretengas.
    • Mira los otros dos trailers … y ya me contarás qué te parecen, ¿vale? Y enséñaselos a mamá. ¡Besitos! – dijo antes de colgar.

Contemplé aquel trailer cinco veces seguidas. Emocionada. Excitada. Cachonda perdida. Había visto otras películas de mi hermana, pero nada comparable a aquello. No sólo era lo que hacía en pantalla, sino la iluminación, la textura de la imagen, la música, el maquillaje. Los detalles, en definitiva. El porno que había visto practicando a Alicia era tenue, triste, defectuoso. Jamás comprendí cómo mi hermana participaba en aquellas lúgubres películas españolas. Films rodados con escasos medios pero, sin embargo, con ínfulas de grandeza … pretendiendo argumentos enrevesados, con pésimos escenarios simulando castillos o palacios, con una iluminación que en muchas ocasiones casi impedía ver lo que estaban haciendo los actores y, para colmo, con intérpretes (tanto masculinos como femeninos) poco agraciados físicamente.

Después, busqué las otras dos películas que Alicia me había dicho que contenían trailers de sus escenas. En el primero, de apenas 30 segundos de duración, aparecía ataviada con un corpiño y un liguero de látex azul y unas botas hasta las rodillas de idéntico material y color, follando con un negro poseedor de una de las pollas más grandes que hasta ese momento había contemplado. En las breves secuencias que se sucedían en el trailer se podía ver a mi hermana con aquel pollón entre las tetas, haciendo una cubana y lamiendo el capullo con cada embestida; después, follando por el culo y por el coño en todas las posiciones imaginables, mientras profería intensos gemidos de placer; y como colofón, la sonriente cara de mi hermana, impecablemente maquillada, recibiendo el abundante y generoso semen de aquel negrazo imponente. ¡Precioso! ¡Espectacular!

    • Este porno sí me gusta – pensé – ¡A que me follen negrazos como este me apunto con los ojos cerrados! – exclamé. Era la primera vez que me imaginé a mí misma protagonizando alguna de aquellas escenas.

La siguiente escena pertenecía a una serie de DVD´s centrada en la práctica del "gangbang", es decir, una chica teniendo sexo con varios hombres a la vez. En esta ocasión, Alicia sí salía en la portada; pero junto con otras tres actrices, a cual más guapa y atractiva. La parte del trailer en que aparecía mi hermana era breve, pero podía contemplársela rodeada de tíos a quienes les devoraba la polla con el brío y la energía que siempre la había caracterizado; después, chupando y follando al mismo tiempo en diversas posiciones, incluidas un par dobles penetraciones frenéticas; y finalmente recibiendo la lefa de aquellos pollones en plena cara, con los ojos encendidos por la lujuria y el vicio, mientras se relamía de gusto.

En realidad, nada de aquello era algo que no viniéramos realizando ambas desde los 16 años, cuando empezamos a prostituirnos (aunque ella me llevaba un año de ventaja, correspondiente a la diferencia de edad que nos separaba), pero contemplarlo en pantalla impresionaba. Había visto cientos de veces a mi madre o a mi hermana chupando pollas y follando por todos los agujeros, pero me impactó la perfección de las escenas de aquellos DVD´s, cómo se mostraba cada pequeño detalle, cada gesto de la cara de mi hermana, su respiración entrecortada por la excitación y el placer, la dilatación de sus agujeros cuando eran penetrados por rabos de aquellas descomunales dimensiones. De pronto me invadió el deseo de participar en aquellas escenas, de mostrar al mundo entero lo zorra y descarada que era. Me di cuenta de que la prostitución se quedaba entre cuatro paredes y entre los clientes que me follaban. En cambio, aquello iba más lejos: podía mostrar mis habilidades a miles de personas. ¡A millones quizás! Y ese deseo se apoderó de mí con más fuerza aún que el día que, con tan sólo dieciséis años, decidí ser puta y dedicar mi vida entera a follar a cambio de dinero. ¡Tenía que hacer películas porno!

Sin embargo, la vida que llevaba, siempre atendiendo clientes en casa, además de trabajar un par de noches a la semana en un puticlub, me impedía llevar a cabo aquel ferviente deseo que se había apoderado de mí. Carecía de tiempo material para ello … y no podía desatender mi apretada agenda. Durante aquellos días en que comprendí que debía aparecer en pantalla para deleitar al mundo con mi talento para el sexo y con mi desvergonzada e inconfundible actitud de perra viciosa, me sorprendí a mi misma en varias ocasiones, mientras follaba con clientes, imaginando cómo se me vería en pantalla. Imaginaba a miles de tíos pajeándose ante el monitor de sus ordenadores mientras me contemplaban chupando pollas, follando por todos mis agujeros, gozando como la golfa que soy, tragando semen y corriéndome de gusto después de follar con tipos tan bien dotados como los que había visto cepillándose a mi propia hermana.

Por otra parte, no sabía a quién dirigirme ni cómo contactar con productores americanos. Había visto anuncios en Internet de una conocida productora centroeuropea, solicitando nuevos talentos y realizando castings para actrices, y desde la que varias chicas del continente habían dado el salto a Estados Unidos. Sin embargo, no quería participar en ese tipo de producciones. Sólo me atraía el porno americano y sólo quería hacer películas como las que mi hermana estaba rodando. Quizás fuese necesario, como había ocurrido con mi hermana, una primera etapa en el cutre porno nacional para demostrar mi talento y poder dar el salto a las producciones norteamericanas. Pero con mi hermana dentro del negocio en Estados Unidos, pensé que tal vez podría evitar toda esa primera etapa y pasar directamente a protagonizar escenas como las que Alicia estaba rodando en aquellos momentos. Así pues, decidí esperar a poder hablar con mi hermana y que ella me aconsejara para poder introducirme en ese mundillo. Quería imitarla y seguir sus pasos, como años antes había hecho al sucederla como puta del colegio y, después, incorporándome al negocio familiar de prostitución que mi madre tenía en nuestra propia casa. Siempre había sido un espejo en el que mirarme, una especie de guía en mi vida. Bajo sus consejos y su atenta mirada no sólo perdí la virginidad sino que aprendí a chupar pollas, a apreciar su especial sabor, a follar por el coño y por el culo indistintamente y a tragar semen sin dejar escapar ni una sola gota. El primer coño que me comí fue el suyo y la primera doble penetración que recibí fue en mi propia habitación, con un par de sus amigos que solían follársela en el colegio, mientras me susurraba al oído consejos para conseguir que los dos rabos que me estaban taladrando el culo y el coño se deslizasen con mayor facilidad en mis agujeros. Mi madre me había enseñado muchas cosas, y otras las había aprendido por mi cuenta, pero quien me mostró el camino a seguir cuando tenía 16 años fue ella. Y ahora me enseñaba otro nuevo paso: la pornografía. Por eso, decidí no hacer nada hasta poder hablar con ella sobre la nueva vocación que se había despertado en mí.

Al cabo de unos días, volví a entrar en la web de la productora para la que trabajaba Alicia y comprobé que había un nuevo trailer de otro. Su imagen salía en la parte inferior, dentro de un rectángulo, en una portada que protagonizaba una morena espectacular de enormes tetas siliconeadas. En ese preciso instante recordé que no había enseñado a mamá los trabajos de Alicia y decidí ir en su busca para contemplarlos juntas.

    • ¡Mamá! – exclamé entrando en su habitación.
    • ¿Qué quieres, Carol? – me dijo sentada frente al espejo de su cómoda mientras se peinaba la melena.
    • No te he contado que el otro día llamó Alicia -expliqué- Por fin han salido a la venta los tres primeros DVD´s en los que ha trabajado.
    • ¡Qué bien! – exclamó - ¿Y podemos verlos ya?
    • De momento sólo unos tráilers … un pequeño anticipo. Ya he visto los tres primero, pero hoy han sacado otro más. ¿Los vemos juntas?
    • Claro, hija. ¡Ahora mismo! – dijo impaciente.

Ya en mi habitación, nos sentamos sobre la cama y accioné el play del reproductor de su nuevo trailer. En él aparecía la espectacular morena de la portada, con un bikini de color dorado y, a continuación, Alicia ataviada con medias, liguero, braguitas y corpiño de cuero negro, todo a juego. Los planos y secuencias que se sucedieron en pantalla fueron las siguientes: mi hermana y la morena morreándose y sobándose las tetas, el culo y el coño; a continuación, podía vérselas a las dos haciendo un sesenta y nueve, con sus cabezas hundidas en la entrepierna de la otra; después, mi hermana frotaba una de sus tetas contra el chumino de la morena, intentando follarla con el pezón, apretando su pecho hacia el interior del coño; luego era la morena la que trabajaba el chocho de Alicia, introduciendo tres dedos en su mojado chochazo y dando lametones a su trasero; de pronto, aparecía una enorme polla negra en escena … las dos sonreían y se lanzaban a mamarla; durante un par de segundos se podía ver a la morena con la polla incrustada en su boca, casi sin respiración por el tamaño de la tranca, mientras mi hermana acariciaba los huevos pelados del negro y le comía las tetas a su compañera; a continuación, y en fugaces planos de apenas unos segundos cada uno, se veía al negro cambiando de postura varias veces para follarlas a ambas alternativamente; finalmente, el tipo se corría sobre las tetazas de la morena, de tal forma que la leche resbalaba sobre su pronunciado canalillo e iba a parar a la boca de Alicia, que capturaba cuanto podía y lo tragaba con un sonrisa en la boca.

    • ¡Dios mío! – exclamó mamá - ¡Qué bonito! ¡Qué guapa está tu hermana y qué bien lo hace todo! – me dijo mirándome orgullosa de Alicia – Si es que lo lleva en sangre la muy cabrona …
    • ¿Has visto qué pedazo de polla tenía el negro ese? – pregunté - ¡Qué envidia!
    • No, hija … no digas eso – me corrigió – Una buena puta debe saber disfrutar de todas las pollas, independientemente de su tamaño.
    • ¡Ya lo sé, mamá! Y yo lo hago. Nunca desprecio una polla, por pequeña que sea – la expliqué – Pero estarás de acuerdo que rabos así … ¡son un lujo!
    • ¡Jajaja! – sonrió mi madre al ver la cara de vicio que ponía cuando hablaba de aquella descomunal polla que habían "trabajado" entre Alicia y su compañera de reparto – Hay más vídeos de Alicia, ¿verdad?
    • Sí, ahora te los pongo – concluí mientras buscaba con el ratón la zona donde se contenían los otros trailers de las películas de mi hermana – En este se la follan dos tíos por todos los lados – dije mientras comenzábamos a visionar el trailer.

A continuación, vimos el resto de escenas en que aparecía Alicia, y que yo ya había visualizado días antes. Mi madre los contemplaba con suma atención, mientras intercalaba algunos comentarios del tipo de "¡qué puta está hecha!", "¡cómo se la follan ahí!", "¡con dos pollas en el culo! … como nos dijo", "¡mira cómo chupa pollas la muy cerda … se nota que ha nacido para mamar cipotes!", … todos para alabar sus habilidades, su belleza y su talento natural. Cuando terminamos de ver el último, me dijo:

    • Al principio dudé, pero viéndola ahora se nota que está feliz. Ha acertado marchándose allí, pero la echo tanto de menos …
    • Yo también, mamá – asentí con un poso de tristeza – Viéndola en estos vídeos me entran aún más ganas de tenerla cerca. Me encantaría que estuviera aquí, para contarnos en primera persona sus experiencias en América … y poder disfrutar de ella.
    • Sí, Carol … ahora mismo daría lo que fuera por tenerla en esta misma cama para hacer con ella lo que la morena esa del vídeo – dijo ensimismada - ¡Ayyyy, son ya muchas semanas sin ella! – exclamó soltando un suspiro y con la mirada perdida en la pantalla del ordenador.
    • Yo también me he puesto cachonda viéndola – asentí sabiendo que mi madre no podía vivir sin los chochitos de sus niñas. Acaricié su melena y la miré a los ojos, humedecidos por los recuerdos de su hija ausente, besándola en sus labios siliconeados – Alicia no está ahora, pero me tienes a mí, mamá. ¡Ven! Mata las ganas que tienes del coño de Alicia con el mío – la invité mientras me recostaba en la cama, me quitaba el albornoz y me abría de piernas. Mi madre se giró y fue directa a mi entrepierna, lamiéndome el coño con una suavidad que no recordaba en ella. Siempre que nos comíamos la raja la una a la otra lo hacíamos en medio de orgías con nuestros clientes, con muchas pollas de por medio, y nuestros lametones sólo contribuían a acelerar los orgasmos en medio del desenfreno. Hacía años que no nos lo montábamos las dos a solas, tranquilamente, sin prisas y sin clientes que copasen nuestra atención.
    • Gracias, hija mía – susurró mientras lamía la entrada de mi depilado chumino – No sabes lo mucho que me apetece disfrutar de una de mis niñas.
    • Calla, mamá … ¡y fóllame con tu lengua! – exclamé al tiempo que separaba los labios de mi conejo mostrando a mi madre el camino que debía seguir su lengua - ¡Eso es, mamá! ¡Métela bien dentro! – la animé cuando sentí la humedad de su aliento en mi interior.
    • Tu coño no tiene nada que envidiar al de tu hermana, Carol – dijo sacando la lengua de mi chocho - ¡A ver este culito, que hace tiempo que no me lo como! – exclamó dejando de lado las sensiblerías y dedicándose a hacer lo mejor que sabía.

Recogí las piernas y me eché hacia atrás, dejando ante su rostro mi agujero trasero. Al momento sentí la lengua de mamá jugueteando en mi ano, con movimientos circulares, intensos y ágiles. Cada poco segundos, metía la lengua dentro y la movía arriba y abajo, abriéndose camino en mi recto. Después, mamó ese pedacito de carne que separa la entrada de los dos agujeros, … mientras su nariz rozaba en mi clítoris.

    • ¡Qué bien lo haces, mamá! ¡Cómo sabes lo que me gusta! – exclamé entre gemidos.
    • Eres hija mía. Te gusta lo mismo que a mí – apostilló.
    • ¡Pues venga! – exclamé - ¡Sube aquí y ponme el coño en la cara, que también estoy deseando comértelo!
    • ¡Claro, mi niña! – dijo subiéndose sobre la cama, quitándose la bata y sentándose sobre mi rostro - ¡Come, hija, cómete el coño que te parió!

El chocho de mamá era un manjar digno de los mismísimos dioses del Olimpo. Siempre depilado a la perfección, con los labios muy marcados y de un color rosado que invitaba a perderse en él y olvidarse de todo. Lamí sus ingles y la parte interna de sus torneados muslos. Al instante, metí mis labios en su conejo al tiempo que acariciaba sus nalgas. Repasé el contorno de su raja, capturando por unos momentos su abultado clítoris. Mamé durante minutos aquel maravilloso chochazo del que 25 años antes había salido. El simple hecho de pensar en la cantidad de pollas que habrían penetrado aquel coño en casi 30 años de profesión, lo hacía especialmente atractivo. La entrada era grande. Se dilataba con suma facilidad. Y con cada lametón se contraía, abriéndose y dejando entrever su interior. Metí la lengua y hurgué con energía, intentando alcanzar lo más profundo de las entrañas que me engendraron. Para facilitarme la labor, mi madre apretaba con fuerza su entrepierna sobre mi rostro, al tiempo que separaba con las manos sus muslos, para abrir de par en par su mojado chumino.

    • ¡Come, nena, come! – me gritaba mamá, presa de la excitación.
    • ¡Glurp, glurp! – salía de mi garganta, sin poder pronunciar palabra.

En ese mismo instante, perdida en el coño que me parió, sonó el timbre de la puerta. Detuve mis lametones y mi madre se sentó sobre la cama, buscando la bata de la que momentos antes se había despojado.

    • Joder, Carol … estaba punto de correrme – me dijo mientras se ponía en pié.
    • Pero, mamá … ¿quién es a estas horas? – pregunté buscando con la mirada la hora que marcaba el despertador digital sobre la mesilla, y comprobando que eran las cinco de la tarde.
    • Pepe, el de los Jueves por la noche … que no vino el otro día porque era su aniversario de boda y tuvo que sacar a la parienta al cine – me explicó – Me llamó para cambiar la cita para las cinco de hoy.
    • ¡Joder, qué inoportuno! – exclamé con decepción.
    • Ve a abrir, nena … por favor – me dijo – Ponle un whisky y que se lo vaya tomando mientras me arreglo un poco – concluyó saliendo de la habitación.
    • Vale, mamá – dije al tiempo que me ponía el albornoz y buscaba bajo la cama mis chanclas de andar por casa.

Bajé las escaleras y abrí la puerta. Pepe, un cincuentón de barriga cervecera y pelo canoso apareció ante mí, con una sonrisa de oreja a oreja y un puro humeante en la boca. Era un viejo cliente de mi madre, con quien se veía todos los Jueves por la noche en casa durante un par de horas. No era el típico que venía a echar un polvo rápido y se marchaba a toda prisa en cuanto había descargado, sino que le gustaba tomarse una copa mientras charlaba con mamá antes de entrar en faena. En un par de ocasiones mi madre me había pedido que lo atendiera yo, por lo que conocía a la perfección sus gustos y preferencias. En esta ocasión no venía sólo. Un joven de no más de 20 años, con cara de tímido, le acompañaba.

    • ¡Pepe … cuánto tiempo sin verte! – exclamé fingiendo emoción. Este tipo de cosas les encantan a muchos clientes – Dame dos besos – le dije chocando mejilla con mejilla en el umbral de la puerta, al tiempo que les invitaba a pasar.
    • Carol, este es mi sobrino Gabi – me explicó presentándome al joven.
    • Es un placer, Gabi – le dije dándole un par de besos – Mi madre está arriba arreglándose. En seguida bajará – expliqué – Sentaos y os pongo algo de beber.
    • Ven, Carolina – me dijo Pepe cogiéndome por el brazo y apartándome unos metros de su sobrino para que no pudiera escucharnos – A mi sobrino acaba de dejarle le novia y está pasando una mala racha … ¡mal de amores! – me explico – Y me lo he traído aquí para ver si podéis animarlo un poco.
    • Entiendo … - dije mirando a su sobrino de arriba abajo – Voy a buscar a mamá a ver cómo podemos complacerle – añadí guiñándole un ojo a Pepe – ¡Sentaos y poneos algo de beber!

Mientras subía las escaleras en busca de mi madre, se me ocurrió una idea relacionada con ese repentino, pero irrefrenable, deseo de hacer porno y de contemplarme a mí misma en acción, imitando las escenas que había visto protagonizando a mi hermana. Me dí cuenta de que, después de casi 9 años en el mundo de la prostitución, nunca me había visto a mí misma follando. Y ardía en deseos de contemplarme y comprobar si mi belleza y mi talento eran suficientes como para emular a Alicia y marcharme a Estados Unidos a probar suerte en el cine para adultos. Entré en mi habitación y busqué en uno de los cajones del armario una cámara fotográfica digital que un cliente me había regalado meses atrás y que apenas había utilizado en un par de ocasiones, en los cumpleaños de mi hermana y de mi madre.

    • ¡Mamá! – exclamé a través de la puerta del cuarto de baño - ¡Pepe ha traído a su sobrino y quiere que me ocupe yo de él!
    • ¡Vale, hija! – respondió - ¡Vete arreglándote y ahora bajamos a atenderlos!

 

Continuará …

Mas de agosto10

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Carolina y Susi: el reencuentro (1)

Carolina, la nueva puta del colegio (7 y epílogo)

Carolina, la nueva puta del colegio (6)

Orgía de Carolina con los lectores de todorelatos

Carolina, la nueva puta del colegio (5)

Carolina, la nueva puta del colegio (4)

Carolina, la nueva puta del colegio (3)

Carolina, la nueva puta del colegio (1)

Carolina, la nueva puta del colegio (2)

Tres putas en casa (6)

Tres putas en casa (5)

Tres putas en casa (4)

Tres putas en casa (3)

Tres putas en casa (2)

Tres putas en casa (1)