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Buscando mi récord en un día (pollas 1 a 7).

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 BUSCANDO MI RÉCORD DE POLLAS EN UN DÍA (Pollas 1 a 7).

 

          Sabía que para poder alcanzar el número máximo de pollas en mis agujeros, debía estar las 24 horas del día muy activa, buscando rabos a todas horas y en cualquier sitio; ello siempre sin desatender mis citas previamente concertadas. Una vez decidida la fecha, le pedí a Nati (la madame que nos proporciona clientela) que me buscase algún grupo a partir de las 12 de la noche, para empezar el reto sumando tres o cuatro pollas como mínimo. Por suerte, pude dejar “cerrado” un servicio días antes para esa noche. Siete jóvenes de despedida de soltero de uno de ellos. El precio acordado con la agencia de Nati era de 200 Euros (ya descontada su comisión), lo que incluía follarme al novio, si él quería. En estos casos, lo normal es follarse sólo al novio y, como mucho, a alguno de sus amigos; pero esta vez intentaría por todos lo medios que fuera el número máximo. La pasta que les sacara luego a cada uno, ya era cosa mía.

 

         Tenía que dar el servicio en un hotel de una de las ciudades del extrarradio de la capital madrileña, en Getafe. Fui en taxi y tentada estuve de no pagar la carrera con dinero, sino en carne. ¡A cuántos taxistas les habré hecho una mamada! Era algo que me encantaba hacer, siempre que no tuviera prisa. Además, era muy raro que algún taxista rechazase una mamada por una carrera de quince o veinte Euros. Pero ese no era el momento. No podía entretenerme. Iba con el tiempo justo para poder estar preparada a la hora acordada para comenzar al servicio. Además, esa polla no entraría en el intento de récord que, como ya he explicado antes, comenzaría a las doce en punto.

 

          Llegué al hotel sobre las 23:30, para así poder cambiarme de ropa. El encargo pedía que fuera disfrazada de superheroína de cómic, algo relativamente común en este tipo de servicios; de manera que en mi fondo de armario siempre encuentro algo para la ocasión. Catwoman, Supergirl, Harley-Quinn (muy de moda últimamente), etc. Me decidí por el de Wonder Woman: corpiño dorado y rojo, culotte azul brillante con estampado de estrellitas y cremallera en la entrepierna para poder abrirla y dejar mi coño y mi culo disponible para el mete-saca sin necesidad de quitarme la prenda entera, botas rojas de caña alta con tacón de 15 centímetros, brazaletes dorados y cinta roja para el pelo. Me cambié en el aseo de la planta donde estaba ubicada la habitación y llamé a la puerta, una vez me hube cerciorado de que eran las 12 en punto. Empezaba así el intento de superar mi propio récord de pollas en un sólo día.

 

         La despedida en cuestión fue una de tantas, nada especial que no hubiera hecho en cientos de ocasiones. La habitación era grande y tenía dos estancias (pero sin puerta de separación), una con la cama y el baño, y otra con un salón que contaba con sofás y una mesa. Era como un pequeño apartamento, una suitte. Nada más entrar, varios de los chicos comenzaron a lanzarme piropos alabando mi aspecto. El novio estaba sentado en un sofá y sus amigos le habían vendado los ojos. Sin más dilaciones, comencé a besarlo sensualmente y a acariciarlo, acercándome lo suficiente como para que pudiera sentir mis tetas aprisionadas por el ceñido corpiño contra su pecho. Me senté sobre él, acariciando sus muslos y llevando sus manos hacia mi trasero, para que lo sobara.

- ¡No te cortes, nene! – le susurré al oído – Estoy aquí para hacerte feliz por última vez antes de que te cases – añadí mientras la mordía sensualmente el lóbulo de la oreja – Puedes hacerme lo que quieras … ¡Soy tuya!

          Mis palabras hicieron efecto deseado y noté cómo su polla estaba a punto de reventar dentro de sus pantalones. Mientras, sus amigos gritaban emocionados, silbando y elogiando mi actitud descarada. Lo habitual en estos casos es hacer un bailecito sensual, un strip-tease delante de todos ellos, dejar que te soben un poco y, después de un rato, centrarte en el novio para ver si quiere echar un polvo. Pero en esta ocasión, quería aprovechar el tiempo al máximo. Así que fui directa al grano.

- ¡Fóllatela! – gritó uno.

- ¡Sí, Paquito, fóllatela! – añadió otro – Que Sonia no se va enterar, ¿verdad, chicos? – preguntó al resto para convencer al tal Paquito.

- ¡Noooo! – gritaron.

- ¿No estaréis grabando con el móvil, cabrones? – preguntó, ya que seguía con los ojos vendados.

- ¡Nooo! – gritaron de nuevo, pese a que uno de ellos sí lo estaba grabando.

- Bueno, Paquito – le dije mientras le acariciaba el paquete - ¿quieres meterme esto? Porque yo estoy muy salida … tengo muchas ganas … - dije sensualmente meneando su polla por encima del pantalón.

- Joder, Paquito … - exclamó uno de ellos - ¡Fóllatela, que te lo está suplicando!

- ¡Quítale la venda! En cuanto vea lo buena que estás … - propuso otro.

         Obedecí a este último y le quité la venda de los ojos. El tipo parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la luz y me miró a la cara. Sonrío y, a continuación me contempló de arriba abajo, complacido. Era como si no  terminase de creerse la situación.

- ¡Qué cabrones sois! – exclamó dirigiéndose a sus amigos - ¡Cómo sabéis que me gustan los cómics!

- Lo de Wonder Woman es cosa suya – explicó uno de ellos.

- Pues … ¡me encanta! – exclamó el novio.

- Así que … ¿he acertado con el disfraz? – pregunté con tono inocente – Iba a venir de Harley Quinn porque es rubia como yo … pero no sé por qué pensé que te gustaría más Wonder Woman … - añadí sin dejar de acariciar su abultada entrepierna.

- Creo que Wonder Woman va a ser mi favorita a partir de ahora – concluyó con gesto complacido.

- Entonces, ¿pasamos a la habitación? – le pregunté poniéndome en pié y cogiéndolo de una mano para conducirlo hacia la cama – No os vayáis que tengo que hablar como vosotros – les dije a los amigos, que vitoreaban y aplaudían la decisión de su amigo de echarme un polvo. Tumbé al tipo en la cama, le dije que enseguida volvía y regresé al salón para hablar con el resto – Nenes, ahora tenéis que salir de la habitación. Voy a hacer lo que vuestro amigo me pida y está incluido en el precio que habéis pagado, pero … si después de atenderlo a él … alguno de vosotros tiene ganas, sólo tiene que decírmelo – les propuse - ¿Entendido?

- Sí, sí, sí … - asintieron varios.

- Yo voy a querer – se atrevió a decir uno de ellos.

- ¡Perfecto, machote! – le dije acariciando su paquete – Vete preparando esta polla que Wonder Woman viene hoy con muchas ganas de rabo. Veinte pavos el servicio completo; por diez más, podéis follarme el culo – recé mis tarifas - ¿Nadie más va a querer follarse a Wonder Woman?

- Yo tengo que ir al cajero, pero me apunto – dijo otro de ellos.

- Bueno … tomaos una copa, sacad pasta, pensaos si valgo el precio que os estoy ofreciendo … y cuando termine con vuestro amigo, soy toda vuestra. En media hora lo habré despachado – añadí guiñándoles uno ojo y abriendo la puerta para que fueran saliendo.

- Dame un adelanto … - me pidió el último de ellos que estaba a punto de abandonar la habitación, con la puerta entreabierta y sus amigos ya en el pasillo. Le miré fijamente, le cogí por la nuca con una mano y lo atraje hacia mis tetas, de forma que metió la cara en mi canalillo. Lo apreté contra mí.

- ¿Quieres esto, cabrón? – le pregunté mientras con la otra mano le apretaba el paquete - ¿Quieres esto? – le pregunté por segunda vez empujándolo para que se apartase de mí y saliese de la habitación.

- ¡Sí! – respondió.

- Pues ya sabes el precio … - añadí sensualmente mientras cerraba la puerta.

          Paquito estaba muy cachondo y el servicio fue bastante rápido. Tumbado sobre la cama le saqué la polla y comencé a chupársela mientras me contaba que le encantaban las películas de superhéroes, que era una especie de friqui de los cómics y que una de sus fantasías siempre había sido follarse a una superheroína como, por ejemplo, Wonder Woman. Mientras hablaba sobre los poderes de Wonder Woman y cómo salió de la isla en que se crió para ayudar a la humanidad en no sé qué peligro mundial, miré un reloj-despertdor que había sobre una de las mesillas de noche, con la idea de poder contabilizar el tiempo de cada servicio. Eran las 00:19.

Me subí a la cama girando mi cuerpo para adoptar la postura del 69. Sin soltar su polla, le puse la entrepierna en la cara. Pensé que si me comía el coño, dejaría de contarme esas aburrdidas historias sobre las hazañas de la chica maravilla.

Paquito, hazme el favor de comerme el coño y cállate un rato – le  sugerí sin dejar de menear su rabo – ¡Abre la cremallera despacio y disfruta del coño de Wonder Woman! – le ordené. El tipo me obedeció y comenzó a lamerme el coño - ¡Eso es, nene! ¡Prepáramelo para tu polla!

          Permanecimos un par de minutos haciendo el 69. De inmediato, me coloqué a horcajadas sobre él y me calcé su polla en el coño. Me desabroché ligeramente el corpiño para que cediese y le permitiese meter la cara entre mis tetas. Cabalgué sobre él, del mismo modo que Wonder Woman hacía sobre un caballo cuando era una amazona. Esta vez, Paquito no podía casi ni hablar. Susurraba y gemía de placer, resoplando entre mis tetas. Se corrió dentro de mi coño, apenas pasados unos minutos. Mientras frenaba el ritmo de la cabalgada, sintiendo cómo la polla perdía vigor dentro de mí, miré el reloj. Las 00:27. Me lo había “ventilado” en ocho minutos.

          Tumbado en la cama junto a Paquito, me colmó de alabanzas. “Qué buenas estás, qué bien follas, qué coño más rico tienes, …”, y el resto de elogios a los que estoy acostumbrada. Le expliqué que alguno de sus amigos quería pasar un rato conmigo. Lo entendió perfectamente y me pidió unos segundos para asearse en el cuarto de baño y salir. Mientras lo hacía, comencé a escribir en la aplicación de notas de mi móvil

          "1º.- 00:19-00:27. Habitación hotel Ibis de Getafe. Novio de una despedida de soltero. Sesenta y nueve, mamada y follada por el coño. Corrida dentro del coño. 200 Euros por el precio de la despedida. No me he corrido.”

Ehh, … estoooo … ¿podría pedirte un favor? – me dijo al salir del baño.

Dime, cariño.

Me gustaría mucho hacerme una foto contigo, de recuerdo … - dijo con algo de vergüenza.

Claro, no hay problema – le dije – Haremos varias y luego tú eres libre de quedarte con las que quieras, ¿vale?

De acuerdo – me dijo complacido.

Tomó su móvil y nos hicimos un par de selfies inocentes. Después, me despatarré sobre la cama mostrando mi recién follado chumino.

Hazme una así, para que recuerdes mi coño – le dije. Me obedeció. Después, me puse de rodillas junto a él y le saqué la polla de los pantalones – Ahora hazme una con tu polla en mi boca, para que nunca olvides que Wonder Woman te la chupó – le expliqué en tono cómico, mientras posaba para él con su rabo flácido entre mis labios.

¡Perfecto! – exclamó mientras comprobaba cómo había salido la foto y al tiempo que le metía la polla otra vez dentro de los pantalones - ¡Han salido muy bien!

Ahora tengo que pedirte un favor yo a ti – le dije – Busca a tus amigos y diles que estoy esperándoles aquí. Seguro que están en el bar del hotel.

Lo haré – me dijo desde la puerta, un segundo antes de salir.

Aproveché que Paquito salió de la habitación para asearme un poco. Me quité el culotte de estrellitas estampadas y me senté sobre el vidé, dando un buen repaso de agua y jabón a mi entrepierna, y aplicando una de mis cremas íntimas (hidratante y espermicida). Después, salí del baño dispuesta a enfundarme de nuevo el pantaloncito para completar el atuendo de Wonder Woman. No me dio tiempo porque, nada más entrar en la habitación, pude observar cómo cinco de los seis amigos del novio estaban ya esperándome dentro.

¡Hola, nenes! – les saludé.

¡Hola! – me respondieron al unísono, claramente impacientes por empezar la faena.

No habéis venido todos – pregunté al advertir que faltaba uno de ellos. En mis cálculos contaba con hacer un pleno y follarme a los siete, para empezar con fuerza mi intento de récord y sumar así el máximo número de pollas.

Chechu se ha quedado con Paquito en el bar – me explicó uno de ellos – Para no dejarle sólo, pero también se apunta. Luego subirá, creo – concluyó.

¡Eso me gusta! – dije con picardía – Bueno … y … ¿cómo queréis hacerlo? – pregunté.

Tú eres la profesional … - se apresuró uno de ellos a insinuar, entre risas.

¡Perfecto! – exclamé complacida porque me dejaran organizar la orgía - ¡Todos en pelotas! – ordené. Me obedecieron, entre risas, mirándose unos a otros – Y ahora, antes de empezar, ¡quiero ver la pasta! – les dije con voz segura – Sobre la  mesilla. Ya sabéis: 20 chupar y follar; 30 si queréis darme por culo – volví a rezarles mis tarifas.

Uno de ellos se acercó a la mesilla y depositó sobre ella un fajo de billetes. Los conté: 150 Euros, lo que significaba que todos querían metérmela en el culo. A continuación, les propuse que se dispersasen por la habitación y por el saloncito, para ir atendiéndolos tranquilamente. Uno de ellos se colocó sentado sobra la cama; otro se sentó sobre la cómoda, con los pies colgando; el tercero se recostó sobre un butacón del saloncito; el cuarto, sobre el sofá; y el quinto y último, sobre una mesita auxiliar en una esquina del saloncito. Me acerqué al primero y me puse de rodillas entre sus piernas para empezar a mamársela. Antes, observé la hora en el despertador de la mesilla: las 00:40.

¡Hola, nene! – le dije sonriente meneándole la polla antes de metérmela en la boca - ¡Arrrgggg! – exclamé metiéndola de un golpe seco todo lo dentro que pude. Forcé mi garganta para alcanzar con mi barbilla sus testículos. Cuando mi nariz topó con su pubis, el tipo gimió.

¡Cómo chupa Wonder Woman, chavales! – exclamó en tono divertido. El resto comenzó a silbar y a alabar mi talento succionador. Se la mamé durante un par de minutos, lubricándola con mi saliva. Tentada estuve de calzármela en el coño en ese momento, pero pensé que lo que pedía la situación era una primera ronda de mamadas a todos, para romper el hielo.

Enseguida vuelvo, nene – le dije poniéndome en pie y dirigiéndome hacia el segundo de ellos, sentado sobre la cómoda de la habitación, apenas a dos metros de distancia. Sin mediar palabra, y esta vez en cuclillas, comencé a chupársela utilizando el mismo método que con el primero: garganta profunda para empezar y un par de minutos de chupadas jugosas para lubricar el rabo en cuestión.

Hice lo propio con cada uno de los cinco tipos, chupando sus pollas con glotonería y devoción. Después, regresé al primero al que se la había chupado, el que estaba sobre la cama y me senté sobre él, metiéndome su rabo en el coño. Cabalgué sobre su polla durante un par de minutos, con su rostro entre mis tetas y sus manos aferradas a mi carnoso trasero; justo como un rato antes había hecho con Paquito, el novio de la despedida. De inmediato, seguí mi ronda, dirigiéndome hacia el que estaba sobre la cómoda. A este le pedí que me la enchufara en el coño, pero por detrás. Me puse a cuatro patas sobre la cama y el tipo hizo lo que le pedí, follándome con energía durante un par de minutos mientras me sujetaba por la cintura. Después, cabalgué sobre el del butacón. A continuación, me senté en el sofá y me abrí de piernas para que me follara el que se había ubicado allí. Por último, acudí a la mesita auxiliar del fondo de la estancia, sentándome sobre el quinto, esta vez de espaldas, para que pudiera rodearme con su brazos y sobarme las tetas. Alguno de ellos, no sé exactamente en qué momento ni quién, me había quitado el corpiño, de manera que estaba ataviada únicamente con las botas, los brazaletes y la cinta dorada del pelo.

En la tercera ronda, en la que tenía pensado que todos ellos me fuesen follando por el culo, comenzó el desconcierto. Los tipos estaban impacientes y no eran capaces de aguantar el estímulo de verme follando con sus amigos uno a uno sin acercar su polla a mi boca o sobarme las tetas. Entendí que era el momento del desenfreno.

¡Vamos! – les animé, mientras me ponía a cuatro patas sobre la cama - ¡Folladme a vuestro antojo! – les pedí, separándome las nalgas para que eligiesen agujero.

Los cinco se acercaron a mí, entre risas y expresiones soeces. Uno de ellos me la enchufó en el culo, alabando todos ellos la facilidad con la que mi agujero trasero había engullido su polla. El resto, me rodeó para que trabajase sus pollas con la boca y con las manos. Cuando chupaba una, el resto frotaba su glande contra mi cara, dándome pollazos donde les pillara: en las mejillas, en la frente, en las orejas, … Cada cierto tiempo, pedía un cambio en mi culo, de forma que el que me follaba dejaba paso a uno de sus amigos. Pensaba que se correrían antes, pero lo cierto es que parecían bastante expertos y me follaban con vigor y energía. Cuando me aseguré de que todos habían probado mi culo, les propuse algo que no entraba inicialmente en mis planes.

¡Cómo me estáis poniendo, nenes! – les alabé – Al final vais a hacer que me corra, cabrones - dije apretando los dientes con gesto de evidente excitación.

Yo me estoy aguantando, zorra – dijo uno – Pero estoy a punto.

No quiero ser el primero en correrme – comentó otro – que luego hay risas …

¡No tenéis huevos a hacerme una doble penetración! – les lancé en forma de reto. Varios se miraron desconcertados.

Es el puto sueño de mi vida – dijo uno de ellos – Yo estoy dispuesto.

¡Venga, cabrones! – les animé - ¡Folladme como me merezco! Una zorra como yo necesita sus agujeros bien follados al mismo tiempo – Sabía de sobra que este tipo de prácticas, aunque muy populares en el porno, era muy complicado hacerlas en la vida real. Los hombres pueden compartir a una zorra, pero siempre sin tocarse … y la doble penetración exigía un cierto contacto entre ellos.

¡Joderrrrr! – exclamó enfadado el que quería hacer la doble penetración – ¡No me jodáis la fantasía! Sabéis que siempre he querido hacerlo – explicó.

¡Vaaaaaaale! – exclamó uno ellos.

Deshicimos la postura, y le pedí al que tanta ilusión le hacía practicar una doble penetración, que se tumbara sobre la cama. Sabía de sobra, por experiencia, que el que más disfruta, haciendo menos esfuerzo, es el que se pone debajo, el que me la mete en el coño. Me obedeció y, a horcajadas sobre él, me enfundé su rabo en el chocho. Me eché hacia adelante, aplastando mis tetas contra su cara. Una vez que acomodé su polla hasta el fondo, le pedí al otro que me la metiera en el culo. El tipo, con cierto reparo por el inevitable roce entre él y su amigo, apuntó su capullo a mi ano.

¡Empuja, cabrón … métemela! – le grité. El tipo obedeció ante la atenta mirada de los otros tres - ¡Así! ¡Eso es! ¡Hasta el fondo! ¡Quiero sentir vuestras pollas follándome! – les dije. El tipo me la metió hasta el fondo, sintiendo la longitud de su rabo abriéndose camino en mi culo.

¡Ahhhh! – exclamó - ¿Y ahora qué?

Veo que nunca habéis hecho esto …

¡No! – dijeron a la vez.

¡Vale! Yo os guiaré – les dije con la destreza y seguridad que me caracteriza – El que lleva el control es el que me folla el culo – expliqué – Tú eres el que debes retroceder, pero sin sacármela, cuando tu amigo empuje en mi coño – le dije girándome para ver el rostro del que me la había metido por detrás – Tiene que ser un movimiento acompasado: cuando él retrocede, tú empujas … y viceversa – expliqué – Y vosotros, ¡venid aquí! Que os la voy a mamar mientras estos dos me follan.

¿Así? – dijo el que me follaba el culo una vez que repitieron el mete-saca varias veces.

¡Sí! Ahora, ¡aumentad el ritmo! – les ordené – Y antes de que os corráis, cambiamos - les dije mientras me metía una de las pollas en la boca y meneaba las dos restantes.

¡Joder con Wonder Woman! – exclamó uno de ellos, entre risas generalizadas.

¡Eres buena, cabrona! – me dijo uno justamente cuando se la estaba chupando.

 ¿Ta gafffta cama chapa? – dije como pude sin sacarme la polla de la boca, conocedora de que este tipo de cosas dan mucho juego mientras hago mamadas.

¡Sácatela de la boca para hablar, so guarra! – bromeó, seguido de las risas de sus amigotes. Era justo lo que quería provocar tratando de hablar con la boca llena de rabo.

Es que me gusta tanto chupar pollas que no puedo parar ni para hablar … - dije fingiendo voz de niña inocente, mientras volvía a la tarea de mamárselas - ¡Aaaaaarggggg! – exclamé engullendo otra hasta la garganta. Junté los tres capullos para poder lamerlos en línea, justo uno después de otro – ¡Sluuuurp, sluuuurp, sluuuuurp! – sonó al jugar con mi lengua en sus glandes.

Los de la doble penetración, pese a ser primerizos, lo hacían bastante bien. Habían entendido la mecánica básica de la postura y me estaban dando bastante gusto. Como no quería correrme (al menos de momento), les sugerí que intercambiaran sus posiciones. El tipo que me había estado dando por el culo se tumbó sobre la cama y, de inmediato, me coloqué a horcajadas sobre él, metiéndome su polla en el coño; y el que me había follado el coño (el que sugirió lo de la doble penetración), me la metió por el culo. Comenzaron el mete-saca de idéntico modo que un momento antes, mientras yo seguía atendiendo con mi boca las tres pollas restantes.

¿Nadie más se apunta a participar en la doble? – les pregunté a los que les chupaba la polla, tras un buen rato de actividad de sus dos amigos en dos agujeros.

Ehh … no sé … no sé … - dijeron mirándose unos a otros. Como siempre, les daba reparo lo de tocarse entre ellos al realizar algún acto sexual. Decidí tomar una actitud más agresiva para convencerlos. Los aparté de mi boca, y miré al que tenía la polla metida en mi coño, cuya cara quedaba ahora frente a la mía.

¿Cómo vas, nene? – le pregunté acariciando sus mejillas - ¿Eres capaz de aguantar un rato más con tu polla dentro de mi, mientras tus amigos se turnan en mi culo?

¡Uffff … sí … sí! – exclamó, sudoroso y excitado – Creo que sí. Pero rápido, porque no sé cuánto podré aguantar.

¿Veis, chicos? – les dije a los otros tres – Aquí vuestro amigo se va a sacrificar para que todos podáis follarme el culo en esta posición. ¿Qué decís ahora?

Vale – dijo uno de ellos, mientras se meneaba la polla. Los otros dos asintieron, aunque con gestos de duda.

¡Pues venga! – exclamé - ¡Sácamela del culo! – le dije al que me lo estaba follando – ¡Que otro ocupe tu lugar y tú me la metes en la boca, que quiero saborear la follada de mi puto trasero! – les ordené.

Obedecieron. De inmediato, uno de ellos me la enchufó por detrás y comenzó el mete-saca lentamente. Les recordé que intentasen alternar las embestidas en el coño y en el culo para facilitar la follada doble y, ya de paso, para que el contacto entre ellos fuera el menor posible. Chupé con glotonería la polla recién salida de mi culo. Me encantaba esa mezcla de sabores … flujos vaginales, liquido preseminal, mi propia saliva y el regusto de mi ojete recién follado. Todo ello servido en una polla dura. “¡Uhmmmm, qué rico!”, exclamé interiormente. Este era el tipo de cosas que me hacían sentir tan guarra.

¡Otro! – grité, pidiendo que me follara el culo el siguiente. El tipo que me la sacó del ojete, me la metió en la boca y otro ocupó su lugar en la doble penetración, metiéndomela en el culo.

¡El siguiente! – ordené, después de unos minutos de follada. Volvieron a cambiar de postura, con la misma dinámica, de forma que ya todos habían participado en la doble penetración. A medida que aumentaba la excitación de aquellos tipos, las risas y chascarillos sobre Wonder Woman se tornaron en comentarios obscenos con un lenguaje directo y soez. 

¡Toma, zorra! – dijo el que en ese instante el que me follaba el culo.

¡Qué putón verbernero estás hecha! – exclamó otro.

¿Hacemos una segunda ronda? – pregunté con descaro sin dar importancia a sus comentarios.

¡Claro! – exclamaron de inmediato varios de ellos.

Yo no aguantaré mucho – dijo el que llevaba ya más de diez minutos con su polla dentro de mi coño.

¡Tú no te muevas ya! – le ordené – Que tus amigos vayan follándome el culo y tú sólo déjala metida dentro de mi coño. Así aguantarás un poco más … - expliqué.

Y así empezó la “segunda ronda” de dobles penetraciones, con idéntica mecánica que la primera, follándome el ojete uno a uno y pasando directamente de mi culo a mi boca. La excitación comenzó a apoderarse de mí. Con cada embestida en mi ojete un escalofrío recorría mi cuerpo. Cuando eso ocurría, sabía que llegaría al orgasmo a no mucho tardar. Mis caderas comenzaron a moverse descontroladamente. Ya  no seguían el ritmo pausado y constante que les había indicado para poder hacer bien la doble follada. Me aferré a una de las pollas, succionándola con vigor, para no gritar a los cuatro vientos que me corría. No era profesional correrse durante un servicio, salvo con aquellos clientes de confianza que se ponen más cachondos aún cuando me ver llegar al orgasmo. Y me corrí. Gemí y suspiré con una polla metida en mi boca, otra en mi coño y otra tercera follándome el culo. Traté de disimularlo en la medida de lo posible. No sé si lo advirtieron, pero no escuché ningún comentario distinto a los que estaban haciendo hasta el momento. En apenas unos segundos, y tras una breve parada del movimiento de mis caderas, volví a recuperar el ritmo pausado y constante que facilitase el mete-saca en mi culo. Cuando la segunda ronda en mi trasero finalizó (me habían follado el culo en aquella postura dos veces cada uno, excepto el que continuaba debajo de mí con su polla metida en mi coño), uno de ellos comenzó a gritar:

¡Bukkake, bukkake! – exclamó alzando el puño para que los demás se uniesen al grito.

¡Bukkakke, bukkake, bukkake! – exclamaron el resto imitando al primero.

¡Jajaja! – reí – La queréis en mi cara, ¿eh … cabrones? – dije con picardía, deshaciendo la postura. El tipo que estaba tumbado sobre la cama, el que había aguantado con su polla en mi coño mientras su amigos se turnaban en mi culo, tenía la polla, los huevos y el pubis chorreando de mis jugos vaginales y de su propio líquido preseminal, Bajé hasta su polla – Te has portado fenomenal, campeón – le alabé por haber aguantado tanto sin correrrse, justo antes de regalarle una breve mamada para limpiarle bien de la mezcla de fluidos.

¡Vamos, zorra! – se impacientó uno - ¡Acércate aquí para que nos corramos en tu carita de furcia!

Ya voy … no te pongas nervioso – le dije soltando la polla de su amigo y buscando algo con lo que proteger mis rodillas. Tomé una de las alfombritas de suave felpa que había junto a un lateral de la cama y la coloqué en medio del salincito. Me arrodillé - ¡Venid aquí, nenes!

Los cinco me rodearon con sus pollas, acercándolas a mi cara y comencé a trabajarlas. Chupé alternativamente cada una de ellas, al tiempo que las meneaba, usando ambas manos para ello. Junté las cinco para contemplarlas desde abajo, lamiendo sus glandes y deslizando mi lengua por sus cojones cargados de semen. La primera corrida llegó en apenas un par de minutos jugueteando con sus rabos. El tipo lo anunció a gritos. El resto, se apartó instintivamente para que su leche no les salpicara. Un primer chorro me cruzó la cara, desde la barbilla hasta la frente. Abrí la boca, tratando de que los siguientes espasmos se vaciaran dentro. Así fue. Los siguientes chorros, menos potentes y abundantes, se colaron con facilidad entre mis labios. Metí su capullo en mi boca y succioné para sacar toda la lefa que le quedara dentro. Los otros cuatro se menaban la polla, esperando su turno para poder correrse sobre mí.

¡Voy! – exclamó otro, acercando su polla a mi rostro. Solté la que chupaba y entregué mi cara para recibir la segunda corrida - ¡Ahhhhh, me corrooooo! – dijo soltando su leche sobre mi cara. Sus chorros se repartieron por todo mi rostro. Uno de ellos me cruzó desde la mejilla hasta la oreja contraria; otro golpeó con fuerza contra mi nariz; el resto, cayeron cerca de mi boca entreabierta.

¡Jajaja! – rió uno acercando su polla a mi cara para hacer lo mismo que sus amigos – ¡Tienes una cruz de lefa en la cara! – exclamó en tono divertido.

Te han cruzado la cara, nunca mejor dicho – apuntó otro mientras se la meneaba.

¡Dejáos de cháchara y soltad vuestra leche! – les animé, mientras dos de los tres restantes se pajeaban a escasos centímetros de mi cara. Acaricié sus huevos cargados de semen, suplicando por recibir cuanto antes su lefa en mi carita - ¡Vamos, vamos, vamos! – exclamé meneando una polla con cada mano.

¡Diosssss! ¡Vooooy! – grito el que estaba a mi derecha. Acerqué mi cara para recibir su corrida. Sin embargo, al mismo tiempo, el que estaba a mi izquierda estalló, regándome la cara desde mi oreja izquierda hasta mi pómulo derecho. Al tiempo, el de mi derecha hizo lo propio en sentido contrario.

¡Ohhh, cabrones! – les alabé - ¡Dos corridas al mismo tiempo! ¡Qué lujazo! – les dije entregándome de inmediato a la tarea de mamar sus pollas recién exprimidas para dejarlas limpias y relucientes. Según iban terminando, se desplomaban sobre el sofá, exhaustos, pero complacidos – Sólo quedas tú, nene – le dije al que aún no se había corrido.

¿Puedo metértela un rato antes de correrme? – me preguntó, acariciándose la polla.

¡Claro, campeón! – le dije con mi habitual predisposición para follar por cualquiera de mis agujeros. Me incliné hacia delante, apoyando mis brazos sobre los muslos de unos de los tipos desplomados sobre el sofá, arqueé mi cuerpo, sacando el culo para atrás - ¿Te viene bien así … es esta postura? – le pregunté con picardía. Asintió, se puso detrás de mi y me la metió en el coño mientras me agarraba fuertemente por la cintura para facilitar el mete-saca.

¡Ufffff, uffff, uffff! – gemía con cada embate en mi coño.

¡Qué cabrones! – exclamó alguien desde la puerta. Nadie había advertido que el último integrante de la despedida había entrado en la estancia - ¡No me habéis esperado!

Aún estás a tiempo – le dije - ¡Sácate el rabo y prepárate para follarme que este está a punto de correrse!

¡En tu cara! – exigió acelerando el ritmo de las embestidas. Me la sacó y fue directo a mi cara. Se la ofrecí, echándome la melena para atrás. En ese instante me di cuenta de que ya no llevaba la cinta del pelo del disfraz de Wonder Woman - ¡Ahhhhh! – gritó al explotar sobre mi cara, que literalmente chorreaba de lefa. Se la mamé unos segundos, mientras el recién llegado se bajaba los pantalones y ocupaba el lugar de su amigo tras de mi. De un fuerte golpe, me la metió en el coño y comenzó a follarme.

¿Teniáis preparado esto del bukkake? – les pregunté mientras recogía la lefa esparcida por mi cara y la llevaba a mi boca para degustarla con glotonería.

Hemos hablado muchas veces de corrernos todos en la cara de una puta – me explicó uno de ellos – En plan fantasía. Y … cuando se ha presentado la ocasión, creo que todos hemos pensado lo mismo.

Era … ¡ahora o nunca! – apuntó otro.

Y me habéis dejado al margen, ¡cabrones! – protestó el que seguía follándome.

Tardabas mucho, Chechu – se excusó otro – Yo pensaba que ya no venías.

Joderr, era por no dejar a Paquito solo – dijo aumentando el ritmo de la follada.

¿Y qué has hecho con él?

Nos hemos tomado una copa en el bar – explicó – He subido en cuanto he podido. Se ha puesto a hablar con una camarera … y me he venido para acá.

Por cierto, no me has pagado – dije.

¡Joder, qué puta calculadora! – protestó sin parar de follarme – Con la pasta que te vas a ganar esta noche, bien podías hacernos un descuento.

¡Un descuento! – exclamé ofendida – ¿Te parezco cara? Tú no sabes lo que he llegado a cobrar yo por un polvo … ¡Cinco mil pavos por un fin de semana me han pagado más de una vez! – le dije, orgullosa – ¡No vais a follar con una tia como yo por tan poco dinero en vuestra puta vida!

Vale, vale … - se resignó el tipo que seguía follándome sin parar – En cuanto me corra, te pago. No te preocupes … - añadió visiblemente excitado.

¿Quieres cambiar de postura? – le ofrecí, volviendo a mi papel de puta servicial, tras la breve discusión por mi caché. El tipo asintió, sudoroso por el esfuerzo de las embestidas mi coño - ¡Siéntate, que te voy a follar yo! – le ordené - ¡Dejadle sitio! – es pedí a sus amigos, que copaban el sofá. Uno de ellos se levantó, con la polla flácida, buscando sus pantalones. Ocupó su lugar y me senté sobre él, metiéndomela en el culo.

¡Ufff, qué bien entra en tu culo! – exclamó sorprendido, al tiempo que me sobaba las tetas.

Tus amigos me lo han abierto bien, ¿sabes? – le dije con picardía comenzando a botar sobre su polla. El tipo me contemplaba sonriente y ensimismado, con una mano sobre cada una de mis tetas. No necesité cabalgar mucho sobre él para hacer que se corriese. Sentí sus empujones ágiles y la creciente tensión de su polla en mi agujero trasero y deshice la postura para buscar su leche con mi boca. Metí la cara entre sus rodillas y me metí su polla en la boca. Apenas si hube deslizado mis labios por su tranca un par de veces, cuando estalló dentro. Sentí su corrida en mi paladar y en mi garganta y apreté su polla entre mis labios para exprimirla bien.

¡Oh, uf, ahhh! – gemía, mientras tragaba su leche caliente y frotaba circularmente mi lengua contra su glande.

Los otros cinco tipos se habían ido vistiendo poco a poco mientras yo atendía al último en llegar. Entre alabanzas por mi talento y mi buena labor, se fueron despidiendo y saliendo de la habitación. Les había pedido un rato en el baño para asearme antes de marcharme. No había problema, me dijeron. Incluso me invitaron a tomar una copa con ellos en el bar del hotel, donde les esperaba Paquito, el novio homenajeado, para continuar con la fiesta de despedida. Miré el reloj: las 02:15. Decliné la invitación. No podía entretenerme, ya que estaba en juego el récord que buscaba con ahínco y, aunque ya había sumado 7 pollas para empezar con fuerza el intento, no debía desperdiciar ni un segundo si quería batirlo.

Continuará ...

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