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Mi sobrina (7).

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         MI SOBRINA (7ª parte).

 

 

 

         - Ha subido a darse una ducha y a cambiarse - expliqué a mi sobrina tras adentrarme en la cocina - No tardará mucho.

         - ¡Ufff, tía! - exclamó Baby - ¡Qué nerviosa estoy!

         - Tranquila, cariño - la dije acariciando su mejilla - Mamen sabrá apreciar tus encantos.

         - ¿Y si no le gustó? ¿Y si hago algo mal? - preguntó preocupada.

         - ¡Cómo no le vas a gustar! - exclamé negando tal posibilidad - ¡Mírate! ¡Estás peciosa!

         - No sé, tía Carol ... - dijo llena de dudas.

         - Sólo tienes que comportarte con el mismo entusiasmo que con los tres negrazos de anoche - expliqué tratando de aplacar sus nervios - Has decidido que quieres ser puta, ¿no?

         - Sí, ahora mismo es lo que más deseo. Quiero ser como tú y como Susi - reconoció, tomando aire profundamente para calmarse..

         - Pues ya está, cariño ... no te preocupes por nada. Todo saldrá bien.

         - ¿Seguro, tía Carol? - me peguntó con gesto de inocencia. Me dí cuenta de que aunque la hubiera vestido y maquillado como a una auténtica fulana, Baby aún era una niña. Era aún más joven que cuando yo empecé a prostituirme con 16 años; y no debía perder de vista esta circunstancia. Cualquier comentario sobre su inexperiencia podría lastimarla o desilusionarla. Sabía que lo más importante para que una adolescente se mantenga firme en su decisión de dedicar su vida a la prostitución es tener ilusión por dar y recibir placer. Debía tener cuidado para que no perdiese esa ilusión en ningún momento.

         - Claro, estoy convencida. Mira, - la expliqué - Mamen es una zorra muy exigente, eso hay que reconocerlo; pero sé lo que le gusta y te iré dando instrucciones para que vayas haciendo las cosas bien. Es más, ella misma te irá diciendo lo que quiere. Tú sólo debes hacer lo que te vayamos indicando. ¿Vale? - dije concluyendo la breve charla porque escuché el ruido de los tacones de Mamen sobre la escalera - Ya baja. ¿Preparada?

         - ¡Sí! - exclamó Baby cerrando los ojos y tomando aire para tranquilizarse y, al propio tiempo, concentrarse en lo que debía hacer.

         - ¡Carol! - exclamó Mamen bajando por la escalera - ¡Venga! ¡Vamos! Que estoy deseando ver a esa nueva putita ... - añadió impaciente.

 

         Le di un beso en los labios a Baby y tiré de la cadena que colgaba de su collar. Quería exhibir a Baby ante Mamen como la nueva mercancía de nuestro burdel familiar. Al traspasar la puerta se apareció ante nosotros la espectacular figura de Mamen. Ya he contado anteriormente que llevaba años machacándose a diario en el gimnasio, además de haber pasado por el quirófano en varias ocasiones para perfeccionar sus facciones y sus rotundas curvas. La talla 130 de sus pechos no pasaba inadvertida a nadie y, después de abandonar su anodino matrimonio, vivía para y por el sexo, convirtiéndose en una zorra viciosa, insaciable y adicta a todo tipo de fetichismos. Le encantaba follar a lo grande; con hombres y con mujeres; con todo tipo de instrumentos, juguetes y artilugios; adicta al porno extremo y a intentar llevar a cabo todo aquello que su mente calenturienta imaginaba.

 

         - ¿Estoy guapa? - preguntó dando un giro sobre sí misma para que pudiésemos contemplar su atuendo en toda su extensión. Un ceñido traje de latex negro marcaba su figura, apretando sus torneadas piernas y acentuando sus poderosas caderas. Una cremallera metálica cerraba el modelito desde el ombligo hasta el escote, marcando sus enormes tetas, cuyo volumen parecía que en cualquier momento podía hacer reventar la cremallera. Cuando se giró mostrando su trasero, se inclinó hacia adelante, de forma que pudiese verse que el traje tenía una abertura justo en su entepierna, dejando perfectamente accesible su coño y su agujero trasero. A juego, únicamente unos llamativos zapatos rojos de plataforma, con tacones de aguja de aproximadamente quince centímetros.

         - Estás preciosa, Mamen. Como siempre - dije al tiempo que tiraba de la cadena que colgaba del cuello de mi sobrina, acercándola hacia Mamen para que pudiese verla desde cerca.

         - A ver, a ver ... - dijo con suspense acercándose - ¡qué tenemos aquí! - añadió observando a Baby de arriba a abajo. Baby permanecía seria; y pude notar su nerviosismo.

         - ¿A qué está para comérsela, Mamen? - pregunté para que se pronunciase sobre su físico.

         - No está nada mal - dijo con gesto lascivo - ¿De dónde la has sacado, Carol?

         - Ah, eso es secreto de sumario - dije en tono divertido. Mamen me miró con una sonrisa en la boca, al tiempo que alargaba sus dos manos hacia mi sobrina. Sin mediar palabra, palpó sus tetas sobre el brillante bikini que cubría sus jóvenes y casi vírgenes pezones. Apretó y magreó sus tetas durante unos segundos. Baby me miró, nerviosa. La guiñé un ojo, para que viese que todo iba bien y que sabía que la primera impresión que había causado en Mamen había sido buena.

         - Un buen par de tetas, sí señor - reconoció Mamen con gesto complaciente. De inmediato, soltó sus pechos y palpó las nalgas de Baby. Lo hizo con fuerza, apretando su trasero con ambas manos - ¡Y muy buen culo! - añadió.

         - Sabía que te gustaría - dije complacida por los halagos de Mamen – En cuanto la vi supe que es el tipo de zorra que te encanta – añadí.

         - Y es guapa, la cabrona - añadió fijándose en su rostro y acariciando suavemente una de sus mejillas - Pero ... dejémonos de piropos y vamos a lo que vamos. Me has dicho por teléfono que iba a estrenarla el culo, ¿no?

         - Claro, Mamen - asentí.

         - Pues venga, que estoy deseando ver qué sabe hacer esta zorrita - añadió.

 

         Sin más dilaciones, Mamen se despatarró sobre el sillón, apoyando las piernas sobre los brazos del butacón. Su depilado chumino apareció ante nosotras. Era un coño precioso. Rosado. Con un abultado clítoris y con los labios vaginales muy marcados. Al momento, se recostó hacia atrás, se colocó la melena y separó sus labios vaginales con ambas manos.

 

         - Veamos si lo que sabe hacer está a la altura de su físico – añadió, indicando con un gesto a Baby para que comenzase a hacer una demostración de sus habilidades orales.

         - ¡Vamos, nena! ¡De rodillas y a comer coño! - ordené a mi sobrina, al tiempo que tiraba de la cadena del collar para acercarla hacia la entrepierna de Mamen.

 

         Baby se arrodilló y, antes de que pudiese acercar su cara al conejo de Mamen, empujé su cabeza, aplastándola contra su coño.

 

         - ¡Come chocho, zorrita! - ordené. Baby, obediente y sumisa, comenzó a dar lametones en la abierta raja de Mamen - ¡Eso es, puta! ¡Lame el chochazo de Mamen!

         - ¡Ahhhh! - susurró Mamen al sentir la lengua de Baby recorriendo su abierta raja. Soltó sus labios vaginales y dirigió sus manos hacia la cabeza de mi sobrina, para apretarla contra ella - ¡Deja de lamerme los labios y fóllame con esa lengua de ramera que tienes! - ordenó.

         - ¡Hazlo, puta! - ordené también a Baby para que supiese que debía hacer todo aquello que a Mamen se le antojase. Baby comenzó el mete saca de su lengua en el abierto coño de Mamen - ¡Espera, zorra! - exclamé - Voy a enseñarte cómo le gusta a Mamen - Aparté a mi sobrina de la entrepierna de Mamen y tomé su sitió, arrodillándome frente a ella - ¡Mira y aprende! - exclamé.

 

         Acerqué mi cara al conejo de Mamen y le di un par de lametones de arriba a abajo, para capturar el sabor de su almeja. Después, abrí la boca y posé mis labios sobre su chumino, girando ligeramente la cabeza hacia un lado, y comencé a morrerarme con su coño. Mis labios apretaban los de su coño; y mi lengua se movía circularmente dentro de su cavidad, buscando el contacto con sus húmedas paredes.

 

         - ¡Uffffff! - exclamó Mamen - ¡Cómo sabes lo que me gusta, Carol!

         - ¿Ves, putita? - Así es como le gusta a Mamen. Debes morrearte con su coño, como si fuera una boca. ¿Lo has entendido? - Baby asintió - Pues, ¡venga! ¡Continúa tú!

         - No te enfades con ella, Carol - dijo Mamen disculpando a mi sobrina - No podía saber cómo me gusta que me coman el chocho, pero seguro que ahora lo hará mejor.

         - Eso espero - dije - Es una zorrita con muchas posibilidades, pero tengo que pulirla aún mucho para que sea una buena puta - añadí, esperando que mis palabras, lejos de intimidar a mi sobrina, la incentivasen a sacar lo mejor de sí misma.

 

         Baby me miró con gesto serio. Le había molestado mi toque de atención, pero prefería hacerlo yo misma a que Mamen tuviese que reprenderla por no saber cómo comerla el coño. De inmediato, recuperó su posición original y, esta vez sí, se dedicó a morrear el coño de Mamen.

 

         - ¡Mucho mejor ahora! - exclamó Mamen. Una vez comprobé que Baby chupaba el coño de Mamen tal y como le había indicado momentos antes, la di una palmadita en el trasero para que supiera que ahora sí estaba haciendo un buen trabajo.

         - ¡Buena chica! ¡Sigue así! - exclamé- ¿Quieres comerme el coño mientras tanto, Mamen? - pregunté - ¿O prefieres otra cosa?

         - Sí, Carol, siéntate en mi cara mientras la nueva zorrita me pone a tono - dijo Mamen. Apoyé mi rodilla derecha sobre uno de los brazos del butacón y la plataforma de mi zapato izquierdo sobre el respaldo, al tiempo que me sujetaba de tan acrobática postura con los brazos también sobre el respaldo, de forma que mi entrepierna quedase a la altura de la cara de Mamen. Apartó el minúsculo tanga de latex blanco y comenzó a comerme el coño.

         - ¡Sluuuurp! ¡Sluuuuurp! - exclamaban las dos en su tarea de comer coños. Para facilitarle la tarea a Mamen, moví circularmente las caderas sobre su cara, para que sus labios pudiesen aferrarse mejor a mi chumino y su lengua penetrase en mi interior con más facilidad.

 

         Durante aproximadamente cinco minutos nos mantuvimos en aquella postura. Mi sobrina morreando el coño de Mamen y ésta follándome con su lengua. Giré la cabeza para ver cómo Baby hacía su trabajo. Mamaba aquel chochazo con devoción. Estaba entregada a aprenderlo todo, a cruzar todos lo límites para convertirse en una buena puta. Al contemplarla sentí más placer por verla estrenándose en el mundo de la prostitución que por la lengua de Mamen hurgando en mi coño. De pronto, Mamen sacó su lengua de mi chumino y preguntó:

 

         - ¿Y cómo has dicho que te llamas, putita?

         - Bárbara, pero todo el mundo me llama Baby - respondió de inmediato mi sobrina, sacando durante un momento su lengua del coño de Mamen.

         - ¿Baby? - preguntó con retranca Mamen buscando sus ojos con mi mirada. Nos había pillado. Sabía que tenía una sobrina que se llamaba así, y a la que apenas si veíamos un par de veces al año, coincidiendo con las fiestas de Verano y Navidad porque estaba en un internado fuera de Madrid. No sabía cómo podía reaccionar Mamen, ya que ella conocía perfectamente la edad de mi sobrina. Aunque teníamos mucha confianza, temía que pudiera poner algún reparo a mantener relaciones sexuales con una menor, aunque en realidad el sexo consentido a partir de los trece años no es delito. No obstante, aquello tampoco era una relación sexual "normal". Era prostitución ... y la posible reacción de Mamen me atemorizó durante un momento.

         - Luego te explico - le susurré a Mamen, sabedora de que se había dado cuenta de quién era la putita que en ese momento le estaba comiendo el coño.

         - No hay problema, Carol - me contestó, al tiempo que me guiñaba un ojo en señal de asentimiento y complicidad. Aquello me tranquilizó. Aunque no había pensado decirle a Mamen quién era en realidad Baby, tampoco había nada de malo en que lo supiese. Más tarde o más temprano lo habría averiguado.

         - Bueno - dije cambiando de tema y deshaciendo mi acrobática postura - creo que ya es hora de que empecemos a follar de verdad, ¿no crees, Mamen?

         - Sí, ya he comprobado que tu nueva puta sabe comer un coño - dijo mientras se ponía en pié - Veamos qué más sabe hacer.

         - ¡En pié, zorra! - ordené a Baby. Ella obedeció, muy sumisa, pero con un gesto en su rostro que denotaba que su confianza y seguridad en sí misma iban en aumento. Los halagos por la mamada de coño que había hecho le habían venido muy bien - Mamen, ¿quieres probar sus agujeros?

         - Estoy deseando - asintió.

         - Túmbate sobre el suelo y que Baby se siente sobre tu cara.

         - Ambas me obedecieron. Baby se puso en cuclillas sobre el rostro de Mamen. Ésta abrió la cremallera metálica de su culotte, para empezar a saborear su entrepierna.

         - ¡Oh! - exclamó - Bonito conejo.

         - Gracias - respondió mi sobrina con voz sumisa .

         - Mamen, separa las piernas mientras comes coño, que voy a follarte como a tí te gusta - indiqué.

       

      Mamen obedeció, al tiempo que pude ver cómo su lengua entraba en contacto con el chumino de mi sobrina. Con las manos sobre sus nalgas, empujaba el culo de Baby arriba y abajo, con la lengua metida en su coño, de forma que mi sobrina cabalgaba sobre la cara de Mamen, con su lengua siempre dentro del chocho. Antes de que empezase a trabajar los bajos de Mamen, puede ver como ésta separaba las nalgas de mi sobrina para que, cuando ésta descendía sobre su cara, no sólo la lengua quedase totalmente dentro de su coño, sino que su nariz se introdujese ligeramente en su agujero trasero. Mi sobrina, con los ojos entreabiertos por el placer que la lengua de Mamen le estaba dando, me miró. Mamen no podía ver su rostro, atrapada como estaba en la entrepierna de Baby, lo que está aprovechó para sonreírme complaciente y orgullosa por su estreno como puta. No pude evitar acercarme a ella y besarla.

 

         - ¿Y dices que esté culito es virgen, Carol? - preguntó Mamen, sacando por un instante la lengua del coño de Baby.

         - No te voy a engañar, Mamen: yo sí lo he catado - reconocí recordando como apenas unas horas antes había lamido el culo de Baby, tras ponerle un enema - Pero tú serás la primera cliente que lo va a probar.

         - Será todo un honor para mí - dijo para, al momento, meter su lengua en el ano de Baby.

         - ¡Ohhh! - exclamó mi sobrina al sentir la lengua de Mamen en su ojete.

         - Te gusta, ¿eh? - pregunté a Baby - ¿te gusta que te follen el culo con la lengua?

         - ¡Oh, sí ... me encanta! - exclamó mi sobrina.

         - Pues verás cuando te metamos un consolador por ahí y otro por el coño ... ahí sí que te vas a correr de gusto, putita - dije anunciando lo que en algún momento de la noche sabía que pasaría.

         - ¡Dejate de cháchara, Carol! - exclamó Mamen - Que me tienes abandonada. ¿No decías que ibas a follarme como a mi me gusta?

         - Pero ... ¡qué perra eres, Mamen! - dije tratándola como tanto la gustaba, como a una vulgar ramera viciosa - No puedes estar ni un segundo sin algo metido en el coño o en el culo, ¿eh? - dije al tiempo que separaba los labios de su coño para contemplar lo dilatado que la muy cerda tenía el conejo. Acaricié su clítoris y metí un par de dedos dentro - ¡Joder, no dejo de sorprenderme del pedazo de chocho que tienes! ¿Te meto el puño ya o prefieres que antes te coma un rato el ojete? - pregunté.

         - ¡Haz las dos cosas, Carol! - ordenó.

         - ¡Como quieras! - exclamé, levantando su culo ligeramente para poder lamer su ojete al mismo tiempo que comenzaba a meter el puño en su mojado chumino. Mi mano desapareció sin excesivas dificultades en su interior. Ya lo había hecho antes más veces y sabía que tenía la suficiente dilatación como para albergarlo hasta más allá de la muñeca. Incluso, una vez, le rogó a Susi que le metiera el brazo hasta el codo y, aunque no lo logró, sí consiguió meter más de medio antebrazo. Giré el puño en su interior para que lo sintiera en toda su extensión.

         - ¡Ahhhhhh! - exclamó de placer - ¡Qué gusto, por Dios!

         - Mira, Baby ... mira cómo disfruta con el puño dentro - dije a Baby para que prestase atención al penetrado coño de Mamen. Mi sobrina tenía los ojos cerrados y la mandíbula apretada, en señal del placer que Mamen la estaba dando en sus dos agujeros - Sujeta las piernas de Mamen para que pueda lamer su culo mientras la follo con el puño - sugerí a mi sobrina que, de inmediato, me obedeció, tomando las piernas de Mamen por los tobillos y colocándolos sobre sus hombros. Sin sacar la mano de su coño, incliné la cabeza y me adentré entre sus carnosas nalgas, buscando con mi lengua su agujero trasero.

         - ¡Joderrrrrr, Carol! - exclamó Mamen al notar el contacto de mi boca en su trasero - Vas a hacer que me corra.

 

         Durante los siguientes tres o cuatro minutos permanecimos en aquella postura. Mi sobrina sentada sobra la cara de Mamen, que lamía indistintamente su culo y su coño; mientras yo follaba a Mamen por el coño con mi puño y por el culo con mi lengua. Sabía que a Mamen le gustaba que le diera caña de la buena y que su dilatado y húmedo chochazo era capaz de soportar una follada con mucho más ritmo y vigor. Sin embargo, no quería precipitar las cosas. Quería tomarme mi tiempo en el adiestramiento de Baby y si empezábamos a corrernos como perras en celo a las primeras de cambio, la escena podría decaer en intensidad. Así pues, saque el puño del coño de Mamen. Sus flujos vaginales chorreaban por mi antebrazo. Ofrecí a mi sobrina la posibilidad de lamerlos, acercando mi mano a su cara.

 

         - ¿Quieres probar los jugos del coño de Mamen, Baby?

         - ¡Sí, por favor! - exclamó, presa de su creciente excitación - ¡Sluuuuurp, sluuuurp! - exclamó lamiendo mi puño y mi antebrazo y relamiéndose al saborear el flujo vaginal de Mamen - ¡Qué ricos ... sluuuuurp, sluuuuuurp, ... deliciosos!

         - ¿Qué tal por ahí abajo, Mamen? - aproveché a preguntar mientras Baby continuaba lamiendo mi mano - ¿Te gusta el coño de esta zorrita?

         - ¡Oh, sí! - respondió de inmediato - Tiene un chochito muy rico - añadió - Y está pidiendo a gritos que lo follen ...

         - Enseguida la vamos a meter un buen consolador por ahí - dije deshaciendo la postura y poniéndome en pié. Ambas me imitaron y se incorporaron. Sin mediar palabra, bajé la cremallera del ceñido traje de Mamen. Sus enormes tetazas siliconeadas se abrieron paso entre el latex negro y reluciente - ¡Mira qué montañas, Baby! ¡Cómeselas!

 

         Mi sobrina se lanzó a por las tetas de Mamen, metiendo su cabeza entre ambas para lamer el canalillo y apretarlas contra su cara. Entretanto, separé las piernas de Baby para que pusiese el culo en pompa y magreé sus nalgas por encima del culotte de latex que las apretaba cual morcillas de Burgos. A través de la abertura de su entrepierna, palpé su joven chochito. Estaba empapado gracias a la mamada que le había dedicado Mamen momentos antes. Sabía que si metía mis dedos en su coño no tardaría en correrse, así que, para evitar un orgasmo prematuro, contuve mis ansias de trabajar las partes bajas de mi sobrina y decidí centrarme en Mamen. Tomé uno de los consoladores que había preparado para la ocasión y me arrodillé tras sus torneadas piernas ceñidas bajo el latex negro. Antes de introducirlo en su ojete a través de la abertura estratégicamente situada en la entrepierna de su traje, volví a lamer su húmedo y chorreante conejo.

 

         - Espero que vayas a metérmelo por el culo - dijo Mamen antes de que pudiese llevar a cabo mis intenciones - Si me lo metes en el coño después de habérmelo follado con el puño, creo que ni lo sentiré dentro - dijo en tono divertido para recalcar la extrema dilatación de su chumino.

         - Me has leído la mente, Mamen - respondí apuntando el consolador hacía su ano y metiendo la punta. Lo cierto es que su culo podía albergar también uno de mis puños, como ya habíamos probado en alguna ocasión, pero el control que poseía sobre su esfínter era mayor que el de su coño, de ahí que el destino de aquel consolador no muy grueso fuese su culo y no su coño. Sin apenas esfuerzo, la barra de plástico desapareció en su interior y comencé a deslizarlo dentro y fuera con creciente ritmo. Baby continuaba comiéndose las tetazas de Mamen y podía escucharse su aliento excitado sobre aquel par de montañas de carne y silicona.

         - Eso es, Carol. ¡Fóllame el culo así! - exclamó - ¡Dame fuerte por detrás mientras esta zorrita me come las tetas!

         - ¿Te gustan las tetas de Mamen, Baby? - pregunté sin parar el mete-saca en el culo de Mamen.

         - ¡Síiiii!! - exclamó como buenamente pudo, sin dejar de lamer y magrear aquel par de pechos inmensos. Mamen apretaba la cabeza de Baby contra sus tetas, al tiempo que acariciaba su melena recogida en una larga coleta.

         - ¡Bésame, zorra! - exigió Mamen, de repente. Sujetando con ambas manos la cabeza de Baby, la dirigió hacia su boca y comenzó a morrearse con ella. Rápidamente, saqué el consolador del culo de Mamen y, poniéndome en pié, lo acerqué a sus bocas.

         - ¡Chupadlo, putas! - ordené tratando de introducir el consolador entre los labios de alguna de ellas.

         - ¡Argggggg! - exclamó mi sobrina, adelantándose a Mamen en la tarea de comerse el consolador recién salido de su ojete - ¡Sluuuurp, sluuurp, sluuuurp!

         - ¡Chupa, nena! ¡Saborea mi culo en ese trozo de plástico! - exclamó Mamen, visiblemente excitada por las habilidades que estaba demostrando mi sobrina.

–     ¡Qué rico! - dijo Baby - ¡Qué bien sabe tu culo!

–     ¡Dame! - exigió Mamen, llevándose el consolador a su boca y metiéndoselo hasta la garganta, momento que aproveché para morrearme con Baby. Busqué con mi lengua en el interior de su boca para capturar la mezcla de sabores en la boca de mi sobrina - ¡Arrggghhh! - exclamó Mamen al sacar el consolador de su boca - ¡Venga, vamos a follarnos a esta putita, que lo está deseando!

–     ¡Vamos, Baby, túmbate en el sofá! - ordené a mi sobrina. Ella obedeció, apoyando la cabeza sobre uno de los brazos laterales del sofá. Al tumbarse, separó las piernas ofreciéndonos una deliciosa vista de su joven chochito.

–     ¡Es hora de follar, nena! - exclamó emocionada Mamen, sentándose entre las piernas de Baby y empuñando el mismo consolador que momentos antes había albergado en su ojete. Apenas si había introducido un par de centímetros, cuando el gesto de Baby anunció su orgasmo. Apretó las mandíbulas y cerró los ojos, al tiempo que resoplaba tratando de controlarse y retrasar lo inevitable.

–     Baby, si tienes que correrte, hazlo – la animé – Hay tiempo de sobra para que te recuperes y seguir follando a tope. Ya nos ocuparemos Mamen y yo de volver a ponerte a tono – concluí.

–     ¡Eso, zorra! - exclamó Mamen que, al escuchar mis palabras, se apresuró a introducir el consolador en su totalidad dentro del chumino de Bárbara – Esa es la finalidad del sexo:  corrernos de gusto – añadió, al tiempo que comenzaba a mover con energía el consolador en el interior de mi sobrina.

–     ¡Ah, ah, aaah! - exclamaba Baby, resoplando por la llegada del orgasmo - ¡Qué gusto! - Me acerqué a su rostro, para contemplar de cerca su gesto de placer, y comencé a besarla  en la cara, al tiempo que magreaba sus tetas. Quería que el orgasmo, aunque prematuro para una puta experta como yo o para una viciosa del calibre de Mamen, fuese lo más placentero posible.

–     ¡Córrete, goza! - la susurré al oído, notando su respiración acelerada por el orgasmo – Mamen, ¡no pares de follarla hasta que se corra!

–     ¡Ahhh, ahhh, ahhhh … yaaaaa! ¡Me corro! - susurró, contrayendo su cuerpo por el placer. Mamen no dejaba de taladrar su joven chochito con el consolador, a pesar de que Baby ya había tenido su orgasmo.

–     ¡Muy bien, Baby! - la susurré al oído - ¡Te has corrido como una campeona, con una puta hecha y derecha!

–     Te prometo que me recuperaré en seguida … - dijo algo avergonzada por haberse corrido tan pronto.

–     No te preocupes, nena – la tranquilicé, acariciando su larga melena– No pasa nada.  Mamen y yo vamos a seguir aquí dándonos caña mutuamente mientras tú te recuperas un poco para volver a la carga, ¿vale? - propuse.

–     Sí – asintió sumisa.

–     Mientras, hazme un favor: sube a la habitación de Susi. En el armario tiene varias cajas. En una hay varios cinturones y arneses con consoladores. Los vamos a necesitar para follarnos a Mamen como si fuéramos tíos – expliqué – Bájate esa caja, ¿vale?

 

         Baby asintió mientras Mamen sacaba el consolador que aún mantenía en el coño de mi sobrina y, sin mediar palabra, se lo metió en la boca para desgustar los flujos vaginales con que Baby lo había impregnado durante su orgasmo. Cuando mi sobrina abandonó el salón-comedor y pudimos escuchar sus tacones sobre las escaleras en dirección al piso de arriba, Mamen se sacó el consolador de la boca y dijo:

 

–     ¡Joder, Carol! - exclamó Mamen cuando Baby ya no podía oírnos - ¡Es tu sobrina!

–     Sí – asentí.

–      Pero ... ¿qué edad tiene?

Quince.

–     ¡¿Quince?! - exclamó escandalizada - ¡Es una cría!

–     ¡Tonterías! - dije restando importancia a su edad - Yo empecé con 16 y ojalá hubiera empezado antes …

–     Ya, pero ... ¿está segura de que quiere ser puta?

–     ¡Joder, Mamen! ¿Es que no has visto cómo folla? - dije - Antes de que pudiera responderme, añadí - Ayer era virgen y tuve que frenarla en medio de un servicio con tres negrazos porque no paraba de suplicarme que quería más, que quería que la rompieran el culo y que la follaran los tres a la vez. Ha nacido para ser puta, como su madre, su abuela y su tía. ¡Lo lleva en la sangre!

–     Vale, vale ... sólo preguntaba - dijo en tono de disculpa - A mí me parece genial, que conste. Está buenísima y se ha comportado como una puta hecha y derecha.

–     Se ha corrido demasiado pronto, hay que aguantar más – dije.

–     Pero, ¡qué dices! - discrepó - ¿Te recuerdo cómo me corrí yo la primera vez que te contraté? Me corrí como una colegiala a los dos minutos de que me metieras la lengua en el coño – dijo evocando nuestro primer encuentro años atrás – Si dices que ayer era virgen, ¿qué esperas? ¿Que tenga tu maestría y autocontrol, que llevas casi veinte años de puta? Es imposible, Carol.

–     Lo sé, lo sé – reconocí – Cualquier adolescente de su edad hubiera estallado a las primeras de cambio, pero después de su comportamiento de ayer con los tres negros, esperaba más – dije algo decepcionada.

–     Ya verás cómo ahora, que ya se ha corrido la primera vez, aguanta mucha más caña – me dijo.

–     Calla, que ya baja – advertí a Mamen para que Baby no escuchara nuestra charla. De momento prefería que mi sobrina pensase que Mamen no había descubierto nuestro pequeño secreto - ¡Vamos, Baby, date prisa! Necesitamos esos cinturones para follarnos a Mamen al mismo tiempo.

–     Ya voy - dijo entrando en el salón y portando en sus manos la caja que le habían encargado bajar.

 

 

      

 

         Continuará ...

 

 

 

 

 

 

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