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Así comencé en el porno (2)

en Orgías

ASÍ COMENCÉ EN EL PORNO.

(Segunda parte)

Volví a mi cuarto para averiguar si la cámara en cuestión tenía la posibilidad de grabar vídeo además de sacar las consabidas fotografías digitales. Apenas si había prestado atención a este detalle antes, por lo que me alegró comprobar que disponía de esa opción. La encendí para comprobar el estado de la batería. "Full", podía leerse en el indicador correspondiente. Estaba cargada y lista para grabar. Ahora sólo quedaba convencer a mi madre y a los dos clientes para que me dejaran grabar algo de la inminente sesión de sexo que nos esperaba. Pensé en ponerme algún atuendo especial, del tipo que llevaban las actrices de las películas de mi hermana. Algo como unos zapatos de plataforma, un corpiño de cuero, lencería, … Sin embargo, caí en la cuenta de que ni tan siquiera me había maquillado convenientemente, como a mí me gusta. Sí me había limpiado el trasero, ya que mis rutinas de puta dispuesta a todo me obligaban a hacerlo cada día. Además, me gusta follar por el culo casi tanto como por el coño, razón por la que siempre lo llevo limpio y preparado para recibir pollas por detrás. Abrí el armario en busca de algo acorde con lo que pretendía hacer. El impacto visual de ciertos detalles, por lo que había podía ver en las escenas de mi hermana, era fundamental. Lamentablemente, no tuve tiempo para más porque escuché la voz de mi madre.

¡Carol, tenemos que bajar ya! – me dijo entrando en mi habitación - ¿Qué haces? – me preguntó al verme revolviendo en el armario.

Mamá … verás … es que me gustaría poder verme … ya sabes … - quise explicarme sin saber muy bien cómo.

Ya sé … ¿el qué? – preguntó extrañada.

Es por Alicia – dije – Me encantan esas escenas que hace en Estados Unidos. Y … verás … me gustaría poder grabarme en acción para ver si soy tan buena como ella … - expliqué con cierto temor a su respuesta.

¡Joder, nena! – exclamó enfadada – ¡Siempre tienes que imitarla en todo! ¿Qué necesidad tienes ahora de estas gilipolleces? – me preguntó abriendo las manos - ¿Qué será lo siguiente? ¿Irte también a América y dejarme aquí sola? Sabes que te necesito – me dijo muy seria.

Pero mamá … es tan bonito y tan excitante todo lo que hace … que quiero saber si yo también soy capaz – me justifiqué – Desde que vi el primer trailer, hace semanas, estoy obsesionada con ello. Y ahora que he podido ver alguna escena completa, me he dado cuenta de que necesito verme follando … y hacer las cosas que siempre hacemos con los clientes, pero verlas en pantalla – expliqué – Déjame intentarlo, por favor.

¿Es que no te basta con lo que tienes? ¿Es que no eres feliz? – me preguntó visiblemente contrariada, pero a punto de dar su brazo a torcer.

Mamá … a ella siempre le has permitido hacer todo lo que ha querido – dije forzando una fingida mueca de llanto – La dejaste trabajar contigo sin hacer la calle y a mí me tuviste un año entero en una rotonda, follando en los asientos traseros de los coches con borrachos y camioneros – la recordé – Y ella mientras … aquí … follando con tus clientes habituales … ¡a lo grande! – me quejé.

No es eso, Carol – dijo suavizando el tono – Sabes que aquello era necesario. Ella es un año mayor que tú y te llevaba mucha ventaja. En aquel momento tú aún eras menor de edad y ella ya había cumplido los 18. Ya te lo expliqué en su momento.

Y luego la dejaste meterse en el porno – seguí quejándome con mueca disgustada – Y encima para hacer esas cutreces españolas, que ni ganaba dinero ni las veía nadie. Y ahora no la has puesto muchas pegas cuando dijo que se marchaba a América – le reproché.

Es que no quiero perderte, Carolina – se justificó – Quiero tenerte aquí conmigo. Y no digas que no tienes libertad. Tienes tu propia clientela, vas al puticlub cuando quieres, sin horarios, sé que te anuncias en las páginas de contactos y que haces servicios a domicilio y en hoteles, … - enumeró - ¡Joder, si tienes una agenda más apretada que la mía! Te lo pasas en grande y ganas dinero de sobra como para comprarte lo que quieras. ¿A qué viene entonces todo esto? – me preguntó, incapaz de comprender mis necesidades y mis fantasías.

Te lo he dicho, mamá - dije elevando el tono como para querer zanjar la discusión – ¡Necesito verme follando! Y lo voy a hacer te guste o no – dije con decisión – Si hoy no me dejas hacer la prueba, ya me ocuparé de que algún cliente me lo permita. Si hace falta, follaré gratis a cambio de que me dejen grabarme – dije sabiendo lo mucho que le molestaba a mi madre que una puta no cobrara por su trabajo.

¡Está bien! – accedió finalmente – ¿Y qué quieres qué hagamos con esto? - me preguntó mientras cogía la cámara con una mano.

¿No puedes convencer a Pepe de que nos permita grabar algo de lo que hagamos esta noche? – pregunté – No sé … podrías grabarme mientras me follo a su sobrino.

Hablaré con él, pero no te prometo nada – respondió – Ya sabes que una de las virtudes de una buena puta es la discrección … y no creo que grabar mientras follas con los clientes sea muy discreto – me explicó – Le preguntaré. Pero si no quiere, zanjamos el tema, ¿vale?

De acuerdo, mami – dije mientras volvía a la tarea de encontrar algo de lencería para la ocasión.

¡Deja eso! – me ordenó – Ponte una bata y vamos para abajo … que no tenemos toda la noche.

Obedecí. Me puse un tanga y me arropé con una bata. Mi madre tampoco llevaba nada especial al tratarse Pepe de un cliente habitual de muchos años. Cogí la cámara y seguí a mi madre escaleras abajo.

¡Lola, guapísima! – exclamó Pepe, poniéndose en pié, mientras sujetaba un vaso de whisky que él mismo se debía haber servido un momento antes. Su sobrino también se puso en pié.

¡Hola, Pepe! ¡Muacckk, muacckk! –sonaron los dos besos en las mejillas.

Este es Toni, mi sobrino – explicó señalando al chico.

¡Hola, nene! - dijo mamá acercándose al tímido jovencito y dándole otro par de besos.

Ha roto con su novia y está deprimido - explicó – Le he traído aquí para que vea lo que son mujeres de verdad, de los pies a la cabeza.

¡Qué rico el chaval! – exclamó mi madre mientras le hacía una caricia en la barbilla – Esperad aquí los dos un momento – añadió dirigiéndose a Toni y a mí – Tengo que hablar con Pepe en privado. ¡Vamos a la cocina!

Pepe y mamá abandonaron el salón rumbo a la cocina. Supuse que mi madre trataría de explicarle el pequeño experimento de grabación que se me había antojado. En realidad, no era un antojo o un capricho, como ella pensaba; sino necesidad pura y dura por verme, por fin, después de 9 años dedicada a la prostitución y al sexo sin límites, en una grabación. Miré al sobrino de Pepe de arriba abajo y pensé que lo mejor que podía hacer para conseguir mis propósitos era camelarlo a la vieja usanza, es decir, usando mis mejores armas.

Así que te llamas Toni, ¿eh? – le dije acercándome a él - ¡Qué nombre tan bonito y … tan sexy! – insinué en tono pícaro. Me arrimé a él dejando que sintiera mis tetas sobre su pecho y deslicé una mano sobre su entrepierna, por encima de los pantalones vaqueros.

¡Uffff! – exclamó dando un respingo al sentir mi mano sobre su paquete.

¡Qué duro lo tienes, nene! – le dije con voz insinuante a escasos centímetros de su cara. Él sonrió sin decir palabra - ¿Dónde quieres meterme esto tan grande? – pregunté.

Eeeeh … esto … eeeeh … no sé … donde tú quieras … - dijo algo apocado por la situación.

¿Ves esta cámara? – le pregunté enseñándole el aparato, sin dejar de acariciar el bulto de sus pantalones con la otra mano. Él asintió – Quiero grabarme follando contigo … para luego verlo en mi ordenador y masturbarme recordando cómo me has hecho gozar – le expliqué - ¿Te importa?

No … no hay problema – dijo.

¡Perfecto! – exclamé sonriente – Entonces, ¿por dónde empezamos? – le pregunté con gesto vicioso - ¿Quieres comerme las tetas? – pregunté mientras me quitaba la bata dejándola caer sobre la alfombra y mostrando mis pechos con descaro - ¿O prefieres follarme directamente? – añadí mientras me quitaba el tanga y acariciaba mi depilada y suave entrepierna.

Me da igual … - dijo con los ojos como platos al ver mi cuerpo desnudo.

Entonces … ¡ven aquí! – exclamé sonriente, mientras le cogía por la nuca y atraía su cabeza hacia mis pechos - ¡Cómeme un poco las tetas antes de que empecemos a follar!

¡Sluuurp, sluuuurp! – exclamaba con uno de mis pezones metido en la boca, mientras me sobaba el otro.

No pierden el tiempo los chavales – interrumpió Pepe que, en compañía de mi madre, había regresado al salón – Toni, me comenta Lola que Carolina quiere hacer una pequeña grabación mientras estemos con ellas. Que no es para fines comerciales ni para subirlo a alguna página guarra de Internet … ni nada de eso. Que sólo es una fantasía que tiene – le explicó sin que Toni apartase la boca de mis tetas – Sé que Lola es discreta. Nos conocemos desde hace muchos años y confío plenamente en ella. ¿Algún problema con ello, Toni?

¡Sluuurp, sluuuurppp, gluuuuppp! ¿Eeeeeh? No, tío … por mi no hay problema – dijo sin prestar mucha atención y centrándose en mamarme los pezones.

Siéntate, Pepe – le dijo mamá – y charlemos un rato. Los dos se sentaron en el sofá, uno junto al otro - ¿Qué tal te va todo?

Bien … hoy he firmado una venta importante y ya he cobrado la comisión – le explicó mientras mamá metía la mano bajo sus pantalones en busca de su polla. Mientras explicaba con toda naturalidad en qué consistía la operación inmobiliaria que acababa de cerrar, se bajó los pantalones y los calzoncillos hasta los tobillos, mientras mi madre comenzaba a acariciarle y a menearle la picha.

El rabo de Pepe no era especialmente largo ni grueso. Una polla de tamaño ligeramente inferior a la media. Toni seguía comiéndome las tetas al tiempo que me sobaba el culo y, de vez en cuando, acariciaba mi depilado conejo. Como sabía que Pepe no daría mucho juego para mi grabación (solía bastar con una mamada, una cubana o una breve cabalgada sobre su picha para que descargara todo el semen que tuviera acumulado en sus peludos huevos), busqué la polla de Toni, soltando el botón de sus pantalones y bajando la bragueta. Por suerte, no estaba mal dotado … y ya estaba totalmente empalmado. Me dediqué a pajearle suavemente mientras pensaba en qué momento podría empezar a grabar todo aquello.

¡Ven, Carol! – me dijo mamá – Mientras Pepe me cuenta su exitosa venta, cómele un rato la polla.

Claro, mami. Como quieras – obedecí. Me arrodillé sobre el sofá, poniéndome a cuatro patas – Toni, antes de follarme, ¿por qué no me comes el coño mientras se la chupo a tu tío? ¡Aaaaaarrrrgg! – exclamé engullendo el rabo de Pepe. Su tamaño me permitía mantenerlo dentro de mi boca en su totalidad, de modo que aguardé un momento para conseguir que el calor de mi boca, y los movimientos de mi lengua, hiciesen que el rabo se empalmase totalmente. Después, deslicé mi boca por su tronco, humedeciéndolo y succionando el glande. Jugué con la punta de mi lengua sobre los pliegues de su prepucio, mientras le acariciaba los cojones. Toni comenzó a lamerme el coño con lengüetazos más ágiles que intensos.

Pues nada - continuó Pepe – como te iba diciendo, he vendido una finca muy cara y la comisión ha sido abultada. Me he llevado un pico, la verdad – le explicó a mi madre, mientras yo continuaba trabajando su minga con mi boca.

Y has venido a gastarte la comisión conmigo, ¿eh? – bromeó mi madre.

Ya sabes que no falto ni un Jueves – respondió Pepe con complicidad.

¿Cómo está tu esposa? – preguntó mi madre.

¡Méteme la lengua bien dentro! – le susurré entretanto a Toni, que seguía aferrado a mi chumino, lamiéndolo pero sin follarlo.

Bien … con sus cosas – respondió Pepe ajeno a la comida de coño que me estaba haciendo su sobrino – Ya sabes que hace tiempo que no nos llevamos bien. Nos soportamos … por rutina. Seguimos juntos por el qué dirán … pero ya ni hay amor, ni sexo, ni nada de nada – explicó – Nos hemos cansado el uno del otro – concluyó con resignación.

¡Gluuuurp, gluuuuurp! – se escuchaba al aumentar el ritmo de la mamada, mientras ellos seguían charlando.

¿Por fin averiguó que vienes por aquí todas las semanas? – inquirió mi madre.

Sí, creo que lo sabe – dijo Pepe – pero le da igual. Nunca me ha dicho nada al respecto. Ella se conforma con el sobre a fin de mes para administrar el dinero de la casa y con sacarla de vez en cuando al cine o al teatro.

¡Lalalalalala! – jugueteé con la lengua en su capullo.

¿Y tu hija la mayor? – preguntó – Hace tiempo que no la veo por aquí.

Está en América – explicó – Ha ido allí a hacer películas porno. Por eso le ha entrado la obsesión a Carol de grabarse. Siempre imitando a su hermana.

Tienes dos hijas maravillosas – nos elogió Pepe, al tiempo que deslizaba una mano sobre mi cabeza, apretándola ligeramente sobre su polla – Cada una tiene su estilo.

La verdad es que sí – reconoció mamá – Por cierto, Pepe … ¿qué tal te la está chupando? ¿Te gusta?

¡Sí! Ya sabes que me encantan sus mamadas. ¿Qué tal el coño de Carolina, Toni? – le preguntó recordando que su sobrino estaba trabajándome la entrepierna - ¿Te gusta?

¡Sí, tío! – exclamó – ¡Delicioso!

Perdonad que interrumpa la conversación – dije sin parar de menearle la polla a Pepe y con un hilillo de su líquido preseminal resbalando por la comisura de mis labios – pero quizás sea el momento de que conectemos la cámara – sugerí.

¿De verdad que no te importa, Pepe? – le preguntó mi madre con gesto sincero.

No hay problema. Grabad lo que queráis – respondió.

¿Por qué no me grabas comiéndole la polla a Pepe, mamá? – propuse – Me gustaría poder verme devorando un rabo.

¡Venga! ¡Dame la cámara! – dijo cogiéndola con la mano y accediendo a mis deseos – ¿Dónde tengo que apretar para que esto se ponga en marcha?

Ya está en modo vídeo, mamá – expliqué – Sólo tienes que darle a este botón – dije señalando con el dedo – Si está grabando saldrá en la pantalla la palabra "REC". ¿Ya le has dado? A ver … déjame que compruebe si está grabando ya – le pedí a mi madre. Me enseñó la pantalla y, efectivamente, estaba activada y filmando - ¡Eso es! ¡Ahora enfócame comiendo polla!

¡Sluuurppp, sluuuuurppp! – exclamé deslizando con vigor mis labios a lo largo de la polla de Pepe, mientras miraba de reojo la cámara que sostenía mi madre – Mami, intenta que salgamos los tres en pantalla, para que se vea que al mismo tiempo que chupo esta polla también me están comiendo el chocho por detrás – sugerí a mi madre que, obedeciendo, dio unos pasos hacia atrás buscando el ángulo idóneo para que en pantalla saliera el trío al completo.

Ya sale – dijo cuando hubo encontrado la posición adecuada.

Durante los siguientes minutos me dedique a mamar con toda la energía y devoción de que fui capaz. Quería que se captara todo mi talento en el arte de chupar pollas. Utilicé todos mis recursos, condensados en apenas un par de minutos. Chupé ágil y rápidamente mientras acariciaba los huevos; después, me centré en succionar el capullo al tiempo que meneaba la polla; al momento, me metí el cipote hasta la garganta, mostrando a cámara, con gesto orgulloso, cómo era capaz de engullir un rabo hasta los cojones; froté el capullo contra mis labios; lamí los cojones mientras no paraba de menearle la polla; restregué el glande contra mi nariz, presionándola contra mis fosas nasales y haciendo un gesto vicioso, como si tratase de esnifar su baboso líquido preseminal; y, en definitiva, traté de mostrar toda mi habilidad a la hora de mamar una polla. Todo ello sin dejar de acompañar con un pronunciado vaivén de caderas y de culo los lametones que Toni no paraba de darme por detrás.

¡Uffff, Lola! – deshizo el silencio Pepe - ¡Cómo me está poniendo tu hija!

¡Espera, Carol! – ordenó mi madre – Yo terminaré la faena – añadió cogiéndome por un brazo y separándome de la polla de Pepe. Antes de que pudiera deshacer la postura, mi madre colocó la cámara sobre la mesa del salón, a dos metros de distancia del sofá, y enfocada hacia donde estaba la acción. Se arrodilló entre las piernas de Pepe y, quitándose la bata que cubría su cuerpo, aprisionó su polla humedecida con mi saliva entre sus tetas, comenzando a pajearle con sus enormes melones siliconeados.

¡Vale! – exclamé al ver que mamá quería ocuparse de Pepe antes de que soltase su leche. Era comprensible. Al fin y al cabo, Pepe era su cliente, no el mío – Yo me ocuparé de Toni mientras tanto. ¡Vamos, chaval! Es hora de que tu polla pruebe mi boca de zorra – añadí mientras me sentaba y le indicaba a Toni que se situase de pié frente a mí para que pudiera mamársela con comodidad.

Apenas llevaba unos segundos con la polla de Toni entre mis labios, cuando noté cómo Pepe, sentado junto a mí, se retorcía por el placer que le estaba dando mamá con sus tetas. Sin mediar palabra, y escuchándose sólo sus gemidos, se corrió en el pronunciado canalillo de mi madre. No puede verlo porque estaba ocupada mamando la polla de Toni, pero supe que el orgasmo había tenido lugar porque sentí cómo el ritmo que mi madre había utilizado en la cubana, con uno de sus brazos apoyados sobre mi muslo izquierdo, decrecía notablemente. Tan golosa como siempre, sólo pude pensar en ese momento en catar algo de la corrida de Pepe sobre las tetas de mi madre. Me saqué el cipote de Toni de la boca y, sin dejar de menearlo, acerqué mi cara a las tetas de mi madre. Efectivamente, el semen resbalaba por su canalillo y, arrimándose hacia mí para facilitar mis propósitos, me lo ofreció, conocedora de cuánto me gusta el sabor de la lefa caliente.

¡Dame, dame! – exclamé deseosa por lamer su canalillo – No desperdiciemos este néctar de dioses – añadí dando los primeros lametones entre sus tetas y saboreando con gusto la corrida de Pepe.

Claro, nena … ¡toma! – exclamó mamá, apretando tus tetazas contra mi cara.

Mientras limpiaba el canalillo de mamá del semen de Pepe, pensé que era una pena estar de espaldas a la cámara, que seguía grabando todo desde la mesa del salón. Nada de aquello se podría ver bien. Supuse que ese era otro de los múltiples detalles que no se dejaban al azar en una producción pornográfica profesional. A pesar del error cometido, me sentía ilusionada por poder verme después en acción, así que no le concedí mayor importancia. Una vez que hube lamido todos los regueros y gotas de lefa de las tetas de mi madre, pude ver cómo la recién exprimida polla de Pepe ya estaba flácida, colgando entre sus peludos muslos semiabiertos. Era el momento de follarme a su sobrino.

Mamá, grábame ahora follándome a Toni, por favor – le supliqué. Ella se puso en pié cogiendo la cámara.

Pepe, ¿te importa sostener la cámara un rato? – le preguntó mi madre – Ya sabes … la niña tiene el capricho de verse follando – dijo a modo de disculpa.

En absoluto, Lola – respondió al instante extendiendo el brazo para recoger la cámara – será un placer ayudar a cumplir las fantasías de tu hija.

Gracias, Pepe. Eres un sol – le dijo mamá mientras lo besaba en la mejilla, dejando en su rostro una llamativa marca de carmín rojo – ¡Venga, nena, súbete sobre Toni y cálzate su polla! – me propuso.

¡Ahora mismo! – exclamé ilusionada por la posibilidad de verme después en la pantalla de mi ordenador follando sobre aquel rabo y mostrando mis cualidades de experta ramera. Empujé a Toni sobre el butacón lateral del salón, con la idea de follármelo cabalgando sobre él. Además, así Pepe podría enfocar desde donde se encontraba sentado. De inmediato, me senté sobre la polla. Mi primer instinto fue metérmela en el coño, pero pensé que si me la metía en culo, podría aprovechar que mi madre ya había terminado con Pepe para que me diera algún que otro lametón en el chumino. Si conseguía que Pepe enfocara bien la cámara, y con el ángulo idóneo, podrían vérseme los dos agujeros ocupados: uno con una polla y el otro con la lengua de mamá – ¡Sí, mejor idea! – pensé. Deslicé el rabo en el interior de mi trasero hasta sentir los huevos en mis nalgas, coloqué los pies sobre las piernas de Toni y, echando el cuerpo hacía atrás y apoyando las manos sobre su pecho, comencé a cabalgar como una loca.

¡No tardaré mucho en correrme si sigues follándome así! – exclamó Toni.

¡Calla y disfruta, capullo! – exclamé para calentarle aún más – Seguro que tu novia no te follaba así – le solté con desdén.

Por eso le he traído aquí – intervino Pepe - Para que sepa lo que son un par de mujeres en condiciones y no la beata esa que tenía por novia.

Pepe, por favor, apunta bien con la cámara para que se vea cómo se desliza la polla por mi culo – le pedí. Pepe, se incorporó y acercó el objetivo a mi entrepierna.

Lo estoy intentando, Carolina – dijo – pero no soy un cámara profesional.

No importa, Pepe – interrumpió mi madre – Sólo es para que la niña se vea follando. Tiene ese capricho – volvió a disculparse, pensando que a ellos quizás les molestase el grabar todo aquello en vídeo

Mamá, ¿crees que si me comes el coño al mismo tiempo que follo por el culo se verá todo en cámara? – le pregunté – Pepe, ponte en este lado, por favor … y apunta bien que quiero que se vea todo – me anticipé antes de que mi madre pudiera decir nada.

No lo sé, cariño. Podemos intentarlo – dijo arrodillándose junto a mí y acercando la cara a mi chocho – ¡Allá vamos! – exclamó antes de dar el primer lametón.

¡Grábalo todo, por favor! – le dije a Pepe al sentir la lengua de mamá en mi entrepierna - ¡Necesito verme en acción!

Durante no más de un par de minutos permanecimos en aquella postura. Tuve que aminorar el ritmo de mis caderas por temor a que Toni explotara dentro de mi ojete y no pudiera grabarme tragándome su lefa, como era mi intención. Mamá daba lametones intermitentes en mi hambriento chumino procurando no entorpecer con su cabeza la visión de mi ano botando sobre el rabo de Toni. Pepe continuaba frente a mi, apuntando con la cámara hacia el lugar de la acción principal, es decir, mi entrepierna.

¡Cambiemos de postura! – ordené en la idea de que ya había quedado grabada esa escenita – Toni, espero que me aguantes un rato más porque aún quiero grabar otras posturas – le expliqué al tiempo que me ponía en pié sacando su polla de mi culo.

¡Uffff, no sé! – exclamó – Estoy al límite.

Ahora voy a chupar esa polla recién salida de mi puto trasero – dije mirando a la cámara mientras Pepe grabada de cerca mi rostro lleno de vicio y lujuria - ¡Quiero saborear mi propio ojete mientras mamo el rabo que me acaba de follar! – exclamé con gesto vicioso tratando de imitar las escenas que había visto de mi hermana en que las actrices miraban a la cámara y decían guarradas (aunque muchas no las entendía por culpa de mi limitado inglés).

¡Bien pensado, nena! – dijo mamá, colaborando con la improvisada escena.

¡Aaaaarggg! – exclamé engullendo el rabo recién salido de mi culo, mientras me ponía en cuclillas entre las piernas de Toni, que continuaba recostado sobre el butacón. Tras unos primeros chupetones a la polla, y una vez que hube extraído todo el jugo de mi ano de aquella barra de carne, lamí el capullo con glotonería - ¡Riquísimo! ¡Me encanta el sabor de mi propio ojete recién follado! - exclamé mirando de reojo a la cámara, que Pepe había acercado hacia mi rostro para captar con todo detalle la mamada.

Oye … no creo que aguante mucho más si me sigues dando tanta caña … - susurró tímidamente Toni.

¡Tiene razón el chico! – exclamó mamá – Baja el ritmo o no te va durar ni medio minuto. ¿Por qué no dejas que se relaje un rato antes de hacer que se corra? – sugirió.

Es verdad – asentí mientras me incorporaba – Pero tú sigue grabando todo, ¿vale? – le dije a Pepe, casi entono de súplica.

Ven, Carol … hagamos algo para tu grabación que permita que el chico se recupere un poco. ¿Qué te parece si tú y yo nos montamos un sesenta y nueve sobre el sofá? – propuso.

¡Sí! – exclamé – Será lo mejor. Así en el vídeo podrá verse que no sólo me gustan las pollas, sino que le hago a todo – reconocí ante la buena idea de mamá – Además, tú y yo tenemos algo pendiente … que antes de que llegaran Pepe y Toni hemos dejado un asunto a medias … - dije en tono picarón, recordando lo que había ocurrido un rato antes en la cama de mi habitación, al tiempo que acariciaba la mejilla de mamá con una dulzura que contrastaba con mis modales de perra en celo que estaba manteniendo durante toda la noche.

Vamos, Carol … ¡siéntate en mi cara! – me ordenó mamá una vez que se hubo tumbado sobre el sofá. Con un pié apoyado sobre la alfombra y el otro, con la pierna flexionada, sobre los almohadones del sofá, acomodé mi entrepierna sobre la cara de mi madre. Sin solución de continuidad, me incliné buscando con mi boca su magnífico chochazo.

¡Diosssss, cómo me gusta el coño que me parió! – dije mirando a cámara tras depositar unos suaves besos en los labios vaginales. A continuación, y durante un par de minutos sólo se escucharon los leves gemidos que mamá y yo emitíamos al sentir nuestras lenguas jugando en el interior de nuestros respectivos conejos. Levanté la mirada buscando la cámara. Pepe nos grababa a ambas, desde un par de metros de distancia, de tal forma que supuse que se nos veía perfectamente entrelazadas la una con la otra, acompañando rítmicamente los lametones que nos dedicábamos mutuamente con un ligero movimiento de caderas - ¡Ven, Pepe! – le ordené – Acerca la cámara aquí, que se vea bien cómo le como el coño a mi madre.

Pepe obedeció y situó la cámara a escasos centímetros de la entrepierna de mi madre. En ese momento advertí un detalle que a buen seguro en las grabaciones profesionales en que actuaba mi hermana tenían muy en cuenta: mi larga melena casi con toda probabilidad había estado entorpeciendo el ángulo de visión de los primeros planos que quería que saliesen en la grabación. Por suerte, llevaba una goma para el pelo en mi muñeca y, rápidamente, me hice una coleta mientras pensaba el error de bulto que había cometido con el detalle del pelo. Sin más dilaciones, me lancé a mamar el coño de mamá, procurando que la coleta cayese siempre del lado opuesto al que la cámara se encontraba. Era el momento de sacar a relucir todas mis habilidades succionadoras, así que comencé lamiendo lentamente los labios vaginales de arriba abajo, centrándome en el abultado clítoris que presidía el coño de mi madre. Después, mordisqueé suavemente los labios mientras los frotaba ligeramente con mis dedos. A continuación, separé cuanto pude los muslos de mamá, que quedó totalmente despatarrada sobre el sofá, eso sí, sin dejar de atenderme los bajos fondos con su maestra lengua de furcia experimentada. Metí dos dedos de cada mano en su coño y los separé hacia fuera, mostrando la elasticidad de aquel imponente chumino. Miré a la cámara, tan sonriente como excitada, y me relamí con el gesto más vicioso que pude concebir en aquel momento, cachonda perdida no sólo por lo que estaba haciendo, sino por saber que luego, en la soledad de mi habitación, podría rememorar todos y cada uno de aquellos actos depravados visionándolos en la pantalla de mi ordenador personal. No sabía cómo daría en cámara, ni los múltiples errores que, por mi inexperiencia con las grabaciones, podría estar cometiendo comparada con las actrices que actuaban junto con mi hermana en la industria del cine americano para adultos. Pero me daba igual. Sólo quería verme. Saber si lo que yo era capaz de hacer era comparable a lo que había visto en aquellas producciones yankees. Necesitaba comprobar si estaba a ese nivel o si tan sólo era una puta más, una de entre tantas fulanas que se ganaban la vida vendiendo su cuerpo a cualquiera que pudiese pagar las tarifas establecidas. Ser puta me encantaba. Era toda mi vida. No sabía hacer otra cosa. Y era feliz prostituyéndome cada día. Pero necesitaba saber si era capaz de cruzar esa línea que diferencia a una fulana de una estrella del porno. Estaba obsesionada con poder trasmitir mis habilidades, mis sensaciones, mi ninfomanía, … más allá de las cuatro paredes que compartía con mis clientes. Necesitaba saber si alguien compraría un DVD por el hecho de que yo saliese en él; o si alguien se haría una paja mientras me veía en su ordenador.

Todas estas cavilaciones pasaron por mi mente en apenas un segundo. Ese segundo de tiempo que transcurrió entre relamerme ante la cámara con gesto goloso mientras mostraba el chocho de mi madre abierto de par en par y lanzarme como una perra viciosa a follarlo con mi lengua. Durante medio minuto aproximadamente follé con ansia el coño de mamá, separando con mis manos los labios vaginales e introduciendo cuanto podía mi lengua en su interior. Mis acometidas eran rápidas y ágiles. Metía y sacaba la lengua con ritmo acompasado. Mi madre, que había dejado ya de lamerme el coño para usar su lengua en mi trasero, ayudaba al mete-saca acompañando con sus caderas.

¡Joder! – interrumpió Pepe, sin perder detalle, y cámara en mano – Creo que me estoy empalmando otra vez. ¡Me estáis poniendo cachondo perdido con tanto jueguecito entre madre e hija! Y el rollo este de grabarlo también es excitante.

¡Eso es bueno, Pepe! – exclamó mamá con la cabeza oculta entre mis nalgas - ¿Cuánto hacía que no echabas dos polvos en una misma noche?

Así podrás tomar el relevo de tu sobrino – apunté incorporándome lentamente y mirando a Toni - ¿Cómo vas, nene? – le pregunté, mientras permanecía sentado en el butacón contiguo acariciándose suavemente la polla, totalmente empalmada - ¿Te has tranquilizado lo suficiente como para aguantar un poco más de marcha?

Casi prefería haberme corrido antes – explicó Toni perdiendo parte de su timidez – Ahora ya estaría recuperado y podría rendir más.

No te falta razón – reconocí con gesto de decepción por no haber caído en la cuenta de ese detalle.

Pero el caso es que, recapacité, ya llevaba un buen rato de grabación haciendo cosas bastante excitantes y todavía nos quedaba lo mejor. Toni estaba a punto de estallar, eso estaba claro. Y sólo con metérnosla a mi madre o a mí, se correría en seguida. Por otro lado, Pepe se había repuesto y su polla comenzaba a recuperar cierto vigor, lo que me sugería que al menos para una buena follada sí aguantaría. Analicé las posibilidades que había, al objeto de encontrar la manera de aprovechar aquellas dos pollas al tiempo que mostraba todas mis habilidades en el vídeo. Como quiera que a Pepe tendríamos que utilizarlo en breve para follarnos, bien a mi madre o bien a mí, era preciso que Toni se corriese antes para que se ocupase de la cámara y así poder grabar el mayor tiempo posible. Se me ocurrió una solución, para maximizar los recursos de que disponía.

¡Cambiemos de postura! – exclamé incorporándome, mientras mamá hacía lo propio, al tiempo que se relamía de los abundantes flujos que mi coño había soltado por toda su cara – Toni, no durarás mucho, ¿no? – él asintió – Entonces, le vas a dar por culo a mi madre – le expliqué – Ella se pondrá a cuatro patas aquí – dije señalando una de las mesitas del salón – Creo que llegarás de pié para pode metérsela. Así te resultará más sencillo. Tú, Pepe … aguanta, por favor, hasta que tu sobrino se corra – le pedí – Intentaré que me lo eche en la boca. Y me gustaría que pudieras grabarlo, ¿vale?

Lo que tú me digas – dijo Pepe.

¡Pues venga! – exclamé, mientras mamá se ponía en posición y Toni se acercaba a ella por detrás – No te esmeres mucho, no la des mucha caña porque quiero poder chupártela al menos un par de veces – expliqué – Y tú, Pepe, grábalo todo lo más cerca posible.

¡Vamos, nene! – exclamó mamá separándose las nalgas y mostrando su redondo y apetecible agujero trasero – ¡Es hora de que me des por el culo!

Toni no tuvo que hacer grandes esfuerzos para introducir la polla en el interior del trasero de mi madre. Como había planeado, al subirse a la mesita el ano de mamá quedaba a la altura idónea, de forma que Toni sólo tuvo que arrimar su tiesa tranca para que se deslizase por el abierto ojete de mi madre. La muy cabrona tenía el ano más flexible que jamás había visto y las pollas se acoplaban a su agujero con más facilidad incluso que a su coño o a su boca. Toni, instintivamente, quiso empezar el mete-saca, cogiendo a mamá por la cintura y disponiéndose a follarla el culo con fuerza. Sin embargo, yo sabía que si hacía eso su joven e inexperta polla (y bastante se había contenido ya) explotaría sin darme la posibilidad de algún que otro "numerito" más para mi experimento de grabación improvisada.

¡No, Toni! – exclamé – ¡Despacio! No la folles fuerte o el culo de mi madre te exprimirá la polla como si apretase con fuerza un pettit-suisse de fresa. Métesela hasta el fondo y mantenla un rato dentro – le ordené – Quiero que tu polla se llene del sabor del culo de mi madre para poder chupártela y saborearlo directamente desde tu rabo – le expliqué - ¡Así, eso es! – dije al ver cómo me obedecía empujando su tranca hasta el fondo.

Pepe, cuando acabe con tu sobrino espero que me la metas tú … que hace mucho que no me das por el culo – dijo mi madre mientras movía el culo circularmente con la polla de Toni incrustada en sus intestinos.

La verdad es que me apetece –reconoció Pepe acercando la cámara a la enculada que protagonizaba su sobrino – Sabes que habitualmente con una mamada tuya o una buena cubana entre tus tetas me quedo satisfecho, pero hoy, entre tu hija y tú, me estáis poniendo a mil.

¡Venga, Pepe, acerca la cámara aquí que se la voy a empezar a chupar a tu sobrino! – exclamé arrodillada frente al culo de mi madre y contemplando a escasos centímetros la enculada. Tomé por la base de los huevos a Toni con una mano, mientras con la otra le empujaba hacía atrás. La polla se deslizó hacia el exterior, dejando un hilillo de líquido preseminal conectado entre el capullo y el ano de mi madre - ¡Uuuuuyyyy, qué líquido más rico! – exclamé dando un lametón al culo de mamá antes de disponerme a engullir la polla - ¡Arrrrgggg! ¡Gluuuup! ¡Aaaarrrrggg!

¿Está buena, Carol? – pregunto mi madre - ¿Sabe a mi culo?

¡Uffff! ¡Deliciosa! – exclamé sacándomela de la boca – Ahora, Toni, ¡otra vez para adentro! – le ordené dirigiendo su rabo nuevamente hacia la cavidad trasera de mi madre - ¡Sin follarlo! ¡Solamente métesela hasta los cojones y aguanta un poco dentro!

¡Vale, vale! Como tú digas – acató dando un empujón con la pelvis hasta que sus huevos toparon con el mojado chumino de mi madre.

¡Otra vez fuera! – ordené al cabo de unos segundos, dirigiendo nuevamente su polla hacia mi boca y metiéndomela de un golpe seco hasta la garganta - ¡Gluuuuuurp!

¡Joder! ¡Ya no aguanto más! – exclamó Toni - ¡Me corro!

Apunta el chorro a mi boca, si puedes – sugerí al sacármela para que Pepe pudiese grabar la corrida y mientras se la meneaba, ahora sí, con ritmo ágil.

¡Diosssss! ¡Ahí va! – gritó entre espasmos. Noté cómo los conductos de su polla se contraían anunciado la lluvia de esperma.

¡Dámelo, cabrón! – exclamé con la boca entreabierta a menos de un palmo de su polla - ¡Dámelo que me lo merezco! ¡Riégame con tu leche! – dije de cara a la galería y mirando de reojo el objetivo de la cámara que sujetaba Pepe.

¡Eso es! – exclamé al sentir los potentes chorros de lefa calentita sobre mi lengua. Traté de capturarlo todo en el interior de mi boca, sin tragarlo, para mostrarlo luego a cámara, como había visto hacer en las escenas de mi hermana. No fue una corrida excesivamente abundante, pero lo suficiente como para que quedase grabado cómo, como la habilidad de una experta tragaleches, mezclaba el semen con mi propia saliva, enseñando el contenido a cámara para, al momento, tragármelo con la cara de vicio que me caracteriza. Aunque, debo reconocer, que en ese momento, presa de la excitación por pensar en verme después haciendo todo aquello en la pantalla de mi ordenador, sobreactué un poco.

¡Ven, Toni! – dijo mi madre – Acerca tu polla a mi boca, que mientras tu tío graba a Carol relamiéndose las gotas de lefa que haya por su cara, te voy a limpiar bien el rabo.

Durante los siguientes minutos, Pepe se dedicó a enfocar mi rostro de cerca mientras yo me relamía y decía las guarradas que imaginaba que decían las actrices que compartían escena con mi hermana en sus películas y que, por mi pobre inglés, apenas si podía entender. Expresiones del tipo de "me encanta una buena corrida en la boca", "me bebería un litro de esta leche caliente" o "me gusta más un chorro de lefa que a un tonto un lápiz". Expresiones que a buen seguro se decían en esas pelis para terminar de excitar a los espectadores. Entretanto, mi madre, que seguía a cuatro patas sobre la mesita, le mamaba la polla a Toni, la cual estaba empezando a perder vigor, limpiándole todo resto de semen o de flujos provenientes de nuestros coños y culos.

Aprovechando que mi madre continuaba a cuatro patas sobre la mesita, se me ocurrió que podía lamerle un rato el trasero antes de empezar a follar con Pepe. De esa manera, Toni podría coger la cámara y continuar grabándolo todo mientras dábamos buena cuenta de su tío.

Pepe, mientras tu sobrino recupera el aliento – le expliqué observando cómo Toni, extenuado de tanto folleteo, se dejaba caer sobre uno de los butacones de salón – grábame comiéndole el culo a mi madre. En seguida estamos contigo, de verdad, sólo espera a que Toni pueda sostener la cámara y grabarnos follando contigo, ¿vale?

Vale, pero rápido … que me habéis puesto como una moto y es difícil contenerse – dijo enfocando la cámara hacia el culo en pompa de mi madre

Además – añadí mirando a cámara, como si el comentario y la situación fueran de lo más normal entre una madre y su hija – antes le he mamado bien el coño a mi mamá, pero no me ha dado tiempo a hincarle el diente a su culo – dije con el tono de una niña caprichosa que nunca tiene bastante, que siempre quiere más.

Pues aquí lo tienes, nena – exclamó mamá separándose las nalgas y mostrándome tan suculento manjar – Y está recién folladito, como a ti te gusta.

¡Lalalalala! – se escuchó cuando mi lengua empezó a juguetear en su agujero trasero - ¡Uffff, qué culo! – exclamé mirando a la cámara al tiempo que acariciaba con las manos su redondo y carnoso pandero - ¡Me encanta comer un culo recién follado! Ahora te lo voy a follar yo … pero no con una polla, sino con la lengua – dije lanzándome al mete-saca durante unos segundos para, después, besar y succionar su rosado agujero.

Lola, en serio … si no me trabajáis la polla ya, me va a dar un paro cardíaco … – exclamó Pepe impaciente.

Venga, … dame la cámara que tu sobrino está aún fuera de juego – dijo mamá incorporándose y deshaciendo la postura – ¡Carol, vete chupándosela a Pepe!

¡Ohhh! ¡Qué boca tienes, zorra! – exclamó Pepe cuando me metí su tranca hasta la garganta, como siempre me gusta hacer cuando empiezo una mamada.

Grábalo todo bien, mamá … que le voy a hacer una mamada de campeonato – dije con orgullo al recibir el elogio de Pepe sobre mis habilidades succionadoras - ¡Cógeme por la cabeza y me follas la boca! – le ordené - ¡Sin miedo, con fuerza, como si me estuvieras follando el coño o el culo!

Hazlo, Pepe – dijo mi madre en gesto de asentimiento, cuando observó en él un atisbo de duda – La niña sabe lo que se hace.

Como quieras – respondió disponiéndose a comenzar la follada.

El hecho de que la polla de Pepe no era especialmente grande y que el tipo, un cincuentón entrado en carnes, y cuyo cuerpo había castigado desde joven con alcohol, grasas, tabaco, alguna que otra sustancia poco saludable y nada de ejercicio físico, no hicieron de aquella follada de boca algo memorable. Me la folló durante no más de un minuto. Al principio con cierta energía, pero en seguida perdió fuelle y, al poco, era yo la que tenía que hacer todo el trabajo moviendo la cabeza adelante y atrás para que su polla entrase y saliese de mi boca.

¡Joder! - dijo desplomándose sobre el sofá – No estoy ya para estos trotes – se disculpó – Lola, ya sabes que siempre me follas tú, que no me gusta hacer el trabajo a mí … - continuó disculpándose.

No pasa nada – salió en seguida al paso mi madre – para esos somos putas, para hacer el trabajo nosotras. Carol, creo que debemos apagar la cámara ya …

No – interrumpió – deja que la chica se divierta con eso de la grabación. A mí no me molesta, ya te lo dije antes. Venga … súbete encima y me follas tú a mí, ¿vale, Lola? – propuso – Y a tu hija, mientras me follas, puedo comerle las tetas o el coño, que también me apetece mucho.

Vale, Pepe … hagámoslo así - dijo mamá.

Mientras mi madre se subía sobre Pepe, el cual permanecía sentado en el sofá, y se ensartaba su rabo en el coño, le susurré a Toni que, por favor, sostuviera la cámara e intentase grabar lo que quedaba de sesión.

Si grabas el rato que queda hasta que tu tío se corra, puedes venir el día que quieras a follar conmigo … ¡gratis! – le propuse, mientras le daba algún que otro lametón en el lóbulo de la oreja y le acariciaba el pecho.

Vale – asintió sonriendo de oreja a oreja. Tomó la cámara y enfocó hacía mi madre, que ya estaba botando sobre la polla de su tío al tiempo que éste le comía las tetas.

¿No decías que querías comerme el coño, Pepe? - le insinué volviendo a entrar en escena.

¡Claro! – respondió con la respiración entrecortada.

Pues … ¡aquí lo tienes! - exclamé subiéndome al sofá, en una postura bastante acrobática, y acercando con un escorzo mi chumino a su cara - ¡Cómetelo! – ordené al tiempo que presionaba mi entrepierna sobre su rostro. Sentí su respiración acelerada cuando metió los morros entre los húmedos y rosados labios de mi coño. Mi madre continuaba sentada sobre el rabo de Pepe, botando rítmica y acompasadamente, deslizando la polla a lo largo de su conejo. Giré la cabeza para contemplarla, no sin cierta dificultad por la postura acrobática que mantenía, abierta de patas sobre el rostro de Pepe, y apoyándome como buenamente podía sobre el respaldo del sofá. Estaba a punto de perder el equilibrio, cuando mamá se sacó el rabo del coño y se puso en pié.

¡Ahora fóllate a mi hija! – ordenó cogiéndome por detrás y ensartándome la polla en el coño. Entró de un golpe seco hasta el fondo. Sentí sobre mi pelvis la abultada barriga cervecera de Pepe y apoyé mis manos sobre su peludo pecho. Era el momento de acelerar el ritmo, de follarlo con energía y vigor. Debía cabalgar como la mejor y más experta amazona, pero no sobre un caballo, sino sobre una polla.

¡Qué gusto, joderrrrr! – exclamé al sentir mi chocho lleno de carne de polla. Me estremecí de placer. Me di cuenta de que llevaba follando toda la noche pero que mi coño aún no había sido debidamente ensartado. Me habían dado por culo, me habían comido el coño y el ojete, había comido un par de pollas, se habían corrido sobre mi cara, me había tragado un chorro de lefa, le había comido el coño a mamá, había degustado el sabor de su culo recién follado, … pero no me habían metido un cipote en el chumino.

¡Qué chochazo tiene tu niña, Lola! – exclamó Pepe, mientras su sobrino acercaba la cámara a su cara, sudorosa por el esfuerzo y la excitación y con gesto de estar experimentando un placer que nunca había imaginado sentir. Aproveché el primer plano que Toni trataba de sacar del rostro de su tío para acercar mis tetas a su boca - ¡Muérdeme los pezones mientras te follo!

¡Me corro! – anunció Pepe con un grito ahogado de placer.

¡En mi boca, cabrón! – exclamé deshaciendo la cabalgada lo más rápido posible y arrodillándome entre su piernas para recibir en el rostro su leche. Apenas me dio tiempo a conseguirlo porque Pepe se corrió antes. Al estar recostado sobre el sofá, los breves y escasos regueros de lefa fueron a parar a su pubis y a su tripa cervecera. Sedienta de semen como estaba, no me importó lo más mínimo ese pequeño contratiempo y busqué con mi lengua los restos de la corrida sobre su cuerpo. Miré de reojo a la cámara, mientras lamía las últimas gotitas, para comprobar que había quedado grabado.

¡Joderrrrrr! – exclamó Pepe – Hacía mucho tiempo que no follaba así – añadió entre resoplidos.

¿Te pongo una copa? – preguntó mi madre, consciente de que la acción había concluido. Pepe asintió – Toni, ¿tú quieres algo?

No, señora. Muchas gracias – dijo educadamente mientras me entregaba la cámara y buscaba con la mirada su ropa desperdigada por todo el salón.

Bueno, caballeros – dije recogiendo mi tanga del suelo y poniéndome la bata – yo me retiro, que estoy impaciente por ver lo que se ha grabado.

Me acerqué a Pepe para besarlo en la mejilla, dándole las gracias por haberme hecho el favor de participar en mi pequeño experimento de grabación improvisada, sujetando la cámara y haciendo más o menos todo cuanto le había ido proponiendo. No podía quejarme. A pesar de que el tipo no estaba para muchos trotes y su polla no era gran cosa, se había corrido dos veces en apenas media hora. Había cumplido, sobre todo porque nada de aquello estaba preparado. Todo había surgido de forma inesperada e improvisada. Hice lo propio con Toni, recordándole al oído la promesa que le había hecho en el sentido de volver por allí cuando quisiera a echar un polvo gratis. Tomé la cámara y apreté el botón de parada de la grabación. Observé que el archivo que se había grabado tenía una duración de diecinueve minutos. Impaciente por verlo todo en mi ordenador, subí la escalera mientras la conversación entre mi madre y Pepe sobre el buen rato que habían pasado se perdía en la distancia.

Continuará …

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