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Buscando mi récord en un día (pollas 14 a 20).

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BUSCANDO MI RÉCORD DE POLLAS EN UN DÍA (POLLAS 14 A 20).

 

No tuve mucho tiempo de pensar en el casual encuentro que había tenido con un antiguo compañero del colegio. Es cierto que, después de llevar una vida entera prostituyéndome, poca gente quedaba que me recordara de mi época anterior. Este chico, Jaime, había vivido en primera persona mi transformación de adolescente ingenua a zorra ninfómana. En apenas unos días pasé de ser una niñata preocupada por los exámenes y las notas a una golfa que follaba con cualquiera que me soltase diez Euros. Fue un cambio tan grande que muchos no lo terminaron de asimilar.

 

 

 

Sumida en estas cavilaciones sobre mi etapa colegial y el citado Jaime, salí del metro en Nuevos Ministerios y caminé por la calle Orense hasta llegar al hotel. Ya eran las doce y podía entrar en la habitación. Lo comenté en recepción, dando el nombre del cliente. Ya me conocían de todos los Jueves, así que me entregaron la tarjeta-llave de la habitación sin mayores problemas, Dejé mi pesado bolso con mis cosas, tomando únicamente un pequeño bolso de mano con lo imprescindible: toallitas húmedas, unos pañuelos de papel, una cajita de maquillaje y unos cuantos condones. Se me ocurrió que podía ser buena idea darme una vuelta por las tiendas de la calle Orense a ver si por allí “pescaba” algún cliente, aun cuando fuese a plena luz del día de un Jueves por la mañana. Mi vestimenta ajustada, combinada con mi curvilínea figura y mi actitud descarada causó el mismo efecto que en mi corto recorrido por el metro. Hombres girándose a mi paso para contemplar mi contundente trasero y mujeres mirándome de reojo con gesto de “menuda fulana”. Entré en el Corte Inglés y fui directa a la planta de caballeros, con la esperanza de encontrar un buen número de hombres con los que flirtear.

 

 

 

Me di una vuelta por los diferentes stands de las firmas de ropa, ojeando alguna prenda y adoptando posturas provocativas al inclinarme para que mi redondo trasero se marcase al máximo bajo los ceñidos leggings. Sentí la mirada de varios dependientes, que me observaban con detenimiento.

 

 

 

- ¿En qué puedo ayudarla, señorita? – me sorprendió la voz de un hombre trajeado de mediana edad mientras ojeaba un polo Ralph Lauren. Me giré hacia él, me quité las gafas de sol, colocándolas sobre mi cabeza a modo de diadema que sujetase mi flequillo, y lo miré con actitud descarada.

 

- Gracias por el cumplido – le dije, mordiéndome seductoramente el labio inferior.

 

- ¿Cumplido? – preguntó confundido.

 

- Por lo de señorita, digo – le expliqué - ¿Acaso tengo pinta de ser una señorita?

 

- Eh … esto … verá … - balbució sorprendido por mi descaro – Sólo quería saber si puedo ayudarla en algo – dijo tratando de ser educado.

 

- Claro que puedes ayudarme – le dije sonriente mientras me acercaba a él, hasta que mis tetas tocaron en su pecho. Le acaricié el paquete con disimulo, mirando a derecha e izquierda – Te espero en la puerta de los aseos de esta planta en tres minutos, que te voy a explicar en qué me puedes ayudar – añadí, girándome de inmediato y encaminándome hacia la zona de los ascensores, donde se ubicaban los aseos. Sabía que aquel dependiente me estaría mirando el culo mientras me alejaba de él, así que ralenticé mis pasos y me giré para verlo. Efectivamente, me estaba mirando el trasero, casi hipnotizado por el vaivén de mis caderas. Sin dejar de alejarme de él, y caminando muy lentamente, le guiñé un ojo.

 

 

 

Si con aquel comportamiento no conseguía atraer a aquel tipo hacia los aseos, mala profesional sería. Sólo podía ponérselo más fácil escribiéndome en la frente “fóllame, que soy puta” en letras luminosas. Como supuse, apenas si había alcanzado el vestíbulo cuando pude ver a través de un espejo situado en una columna cómo él se encaminaba tras de mí con paso ágil.

 

 

 

- ¿Esto es en serio? – preguntó aún confundido, ya a solas junto a la puerta de los baños.

 

- ¿Te parece que estoy de broma? – le pregunté, al tiempo que me daba cuenta de que si quería maximizar clientes no podía andarme con demasiados rodeos y juegos de seducción. Debía ser aún más directa - Te como la polla ahora mismo ahí dentro por diez pavos y por veinte te dejo que me folles – dije con seguridad y decisión.

 

- Eh, estooo, … eh … - volvió a balbucir confuso.

 

- Date prisa, que la oferta está a punto de caducar – le animé - ¿Me estás diciendo que no vas a pagar veinte míseros Euros por follarte a una tía como yo? – le espeté, casi ofendida, al ver que seguía dudando.

 

- Sí … quiero decir … no … esto … que sí, que sí quiero – acertó finalmente a decir.

 

- Pues venga, que no tengo todo el día – añadí, dándole paso al servicio de minusválidos, más amplio que los demás.

 

- Quítate la chaqueta – le ordené, después de echar el pestillo. El tipo me obedeció – Dame la pasta por adelantado – le dije, mientras bajaba la tapa del retrete para poder chupársela sentada. Miré mi reloj para reflejar la duración del servicio en mis notas y poder contabilizarlo todo. Eran las 12:48 – Quiero ver la pasta, nene – le repetí.

 

- Sí, sí – repitió sin creerse aún lo que estaba sucediendo. Sacó un billete de 20 Euros del bolsillo y me lo entregó. Lo metí en mi bolso. Luego haría cuentas, al final del día, para contabilizar y reflejar en mis notas también las ganancias.

 

- ¡Ufff! ¡Qué buena estás! – exclamó rodeándome con los brazos para poner sus manos sobre mi culo. Apretó mis nalgas con fuerza. Sonreí, orgullosa del efecto que mi pandero siempre había causado en los hombres – ¡Qué bien te quedan estos leggings! – exclamó sin parar de magrearme el culo.

 

- Vamos al tema, nene – le ordené para que no se entretuviera demasiado con preámbulos innecesarios - ¡Polla fuera!

 

 

 

Me senté sobe la tapa del váter, le bajé los pantalones y los calzoncillos y me metí su verga en la boca. Aún no estaba del todo empalmada, de lo que me alegré porque así pude sentir su creciente potencia entre mis labios. No tuve que hacer mucho esfuerzo para conseguirlo y en apenas unos segundos su polla estaba completamente empalmada. Succioné y mamé el capullo durante uno momento, impregnándolo de saliva que facilitase la inminente penetración en mi coño. En menos de un minuto aquella primera polla de mi intento de récord estaba lista para follarme. Pero como soy una buena profesional y me gusta dar el máximo de mí a todos mis clientes, aun cuando paguen una tarifa muy por debajo de mi caché y de mi categoría, le regalé un par de minutos más de mamada, para demostrarle todo mi talento succionador. Le agarré por las nalgas y le empujé contra mí, para que su capullo alcanzase mi garganta. Una vez que mi nariz tocó su peludo pubis, mantuve la posición unos segundos, forzando mi garganta para albergar toda su polla dentro de mí. Respiré por la nariz, para no ahogarme, mientras el tipo resoplaba de gusto al tiempo que susurraba algo en voz baja que no pude entender.

 

 

 

- ¡Arrrrrrrghhhhhh! – exclamé al sacar de mi boca su polla, chorreante de saliva - ¡A follar, nene! – le ordené - ¡Siéntate en el váter, que te voy a montar!

 

- Vale, lo que tú digas – dijo con sumisión. Me quité una de las perneras de los leggings para poder abrirme de piernas bien y me senté sobre él, calzándome su rabo en el coño. Me subí la camiseta por encima de las tetas y se las puse en la cara. De inmediato, se lanzó sobre ellas, sobándolas y chupándolas con frenesí, mientras yo empezaba a cabalgar sobre él. Permanecimos en esa postura durante un par de minutos.

 

- ¿Me haces un favor? – le pregunté cuando empecé a notar que su orgasmo estaba cercano.

 

- ¡Uff, ufff, ufff! – gruñó con evidente expresión de placer – Claro, claro … lo que quieras …

 

- Seguro que tienes algún compañero al que le apetezca follarme … - insinué, frenando el ritmo de mis caderas sobre su polla para que prestara atención a lo que le estaba pidiendo.

 

- Seguro que sí – respondió – Pero no pares. ¡Sigue!

 

- ¡Atiéndeme! - le ordené cogiendo su rostro con mis manos - ¡Quiero que me folle todo el Corte Inglés! ¿Me entiendes?

 

- Sí, sí … vale … entiendo. ¿Qué quieres que haga?

 

- Quiero que cuando te corras, salgas y le cuentes a todos tus compañeros que voy a estar aquí un par de horas – le expliqué reanudando lentamente mi cabalgada sobre su polla – 20 pavos por cabeza. ¡Mándame todos los que puedas!

 

- Lo haré, lo haré – repitió con gesto de placer al sentir de nuevo cómo mi coño se deslizaba sobre su rabo.

 

- Eso es lo que quería oír, cabrón – le dije en mi habitual lenguaje obsceno que tanto me gusta utilizar cuando estoy en plena acción – Ahora quiero que te corras.

 

- Estoy a punto – confesó.

 

- ¿Te viene bien en mi boca? – pregunté aumentando el ritmo de mis caderas y apretando mi coño sobre su polla para acelerar su orgasmo.

 

- Donde tú digas … - acertó a susurrar. Rápidamente, deshice la postura. Me saqué su polla y me coloqué en cuclillas entre sus piernas.

 

- ¡Arrggg! – exclamé al volver a metérmela en la boca. Acaricié sus peludos huevos con mis largas uñas de porcelana mientras mis labios se aferraban a su rabo, esperando que estallase dentro de mi boca. Se la meneé unos segundos y, por fin, se corrió.

 

- ¡Ayyyy! ¡Uffff! ¡Ahí va mi leche! – exclamó, contrayendo todo su cuerpo por el orgasmo. Sentí el calor de su lefa en mi paladar, en mi garganta y en mi lengua, distribuido en varios y potentes chorros.

 

- ¡Gluuuurrrp! – me lo tragué y, como buena puta, seguí mamando su polla lentamente durante unos minutos para limpiarla de todos los restos de fluidos de la follada y de la mamada. Algo que mi madre me había enseñado desde muy joven y que ella consideraba el colofón a un buen servicio. Una vez limpia, se la volví a meter en los calzoncillos - ¡Hala, a currar! – le dije en tono simpático.

 

- Eres muy buena – dijo con tono de agradecimiento – Nunca había follado con alguien como tú …

 

- ¡Bla, bla, bla! – le dije con desdén – No necesito tus alabanzas. ¡Necesito que vengan aquí tus compañeros! ¿Entiendes? – dije con firmeza para zanjar el tema. No quería cháchara ni estaba allí para captar clientela para el futuro. Solo quería maximizar el número de pollas para mis estadísticas.

 

- Vale, vale … entiendo – dijo con sumisión, mientras salía del aseo – Hasta luego.

 

 

 

Miré mi reloj: las 12 y 54. En seis minutos me había “ventilado” al primer tío de la mañana, el noveno del día. “Seis minutos … son diez a la hora … tengo mi cita a las cinco … puedo estar aquí hasta las cuatro para tener tiempo de ducharme y prepararme … es casi la una … son más de tres horas … me salen 30 pollas” – pensé mientras me enjuagaba la boca con agua del grifo y tragaba los últimos restos de semen – “Demasiado optimista. Esto no es una peli de bukkake donde los tíos van saliendo de la nada a buscar a la actriz de turno. Si me hago cinco o seis de aquí a las cuatro de la tarde, me puedo dar un canto en los dientes”, concluí para mis adentros.

 

 

 

Me coloqué la camiseta y me volví a enfundar la pernera de los leggings, no sin antes darme un repaso al coño con una toallita húmeda, y me senté sobre el váter para anotar en mi móvil el polvo que acaba de echar.

 

 

 

“14º.- 12:48-12:54. Aseos de la planta de caballeros de “El corte Inglés de Castellana. Dependiente. Mamada, follada por el coño y corrida en la boca. 20 Euros. No me he corrido.”

 

 

 

Me quedé contemplando lo que acaba de escribir en las notas de mi Iphone. Cómo me recordaba aquello a mis inicios en la prostitución, cuando atendía a mis compañeros de clase en los servicios del patio del colegio. Así comenzó mi carrera, ahí experimenté con el sexo, así conocí a mi amada Susi, …

 

 

 

- ¡Toc, toc, toc! – el inconfundible sonido de unos nudillos golpeando la puerta me sacó de mi ensimismamiento.

 

- ¡Está ocupado! – exclamé, sin saber de quién se trataba.

 

- Sí … eh … perdón … es que me ha dicho un compañero que viniera por aquí …

 

- ¡Ah, sí! Te abro – dije mientras corría el cerrojo de la puerta.

 

- ¡Hola! – me dijo un tipo muy parecido al anterior. Trajeado. De unos cuarenta y tantos años. Estatura media. Del montón - ¿Eres tú la que me ha dicho Pepe que tenía algo que proponerme? – preguntó mirándome de arriba abajo.

 

- Si Pepe es el dependiente de Ralph Lauren que acaba de follarme por 20 pavos, sí … tengo algo que proponerte – respondí con picardía al tiempo que le facilitaba el acceso al aseo.

 

- ¡Encantado! – exclamó extendiendo su mano para saludarme. Cogí su mano atrayéndolo hacia mí bruscamente. Como con el tipo anterior, quería que sintiera mis tetas en su pecho. Este parecía más lanzado que el otro, porque nada más acercarlo hacia mí, me agarró el culo y apretó su abultado paquete contra mi vientre.

 

- ¿Te ha dicho que esto cuesta 20 Euros?

 

- ¡Sí! – exclamó sin soltar mis nalgas y metiendo la cabeza entre mis tetas para restregarse contra ellas, por encima de mi ceñida camiseta.

 

- ¡Eeeeeh! – exclamé empujándolo ligeramente hacia atrás – Antes de probar la mercancía hay que pagar. ¡La pasta por delante! – le exigí mientras me levantaba la camiseta hasta las axilas, para mostrarle mis redondos y turgentes pechos.

 

- ¡Toma! – dijo dándome un billete de 20 Euros, que sacó del bolsillo de su pantalón. Acto seguido, puso su manos sobre mis tetas y comenzó a sobármelas. Unos segundos después, se desabrochó el cinturón y se bajó los pantalones – Los 20 pavos incluyen una mamada, ¿no?

 

- Claro – dije sentándome nuevamente sobre el retrete - ¡Ven que te la coma! – le ordené. Se acercó hasta mí y se bajó los calzoncillos tipo boxer. Me metí su polla en la boca sin más dilaciones y comencé a mamarla, preparándola para que en breve me la metiese en el coño. Mientras chupaba su polla, miré el reloj para reflejarlo en mis estadísticas. Las 12:59.

 

- ¡Toc, toc, toc! – volvió a oírse en la puerta.

 

- ¡Está ocupado! – grité sacando por un momento la polla de mi boca.

 

- ¿Eres la chica que …? – preguntó una voz de hombre – Me ha dicho Pepe que pasase por aquí … y quería saber si eres tú – añadió la voz al otro lado de la puerta.

 

- Zí … zoy yo … - respondí como pude con media polla metida en la boca. Al final, el tal Pepe era un buen relaciones públicas. Se me acumulaba la clientela – ¡Espera! – grité – Oye, machote – le dije al que estaba atendiendo - ¿te importa si salgo un momento para decirle que espere mientras termino contigo?

 

- Como si quieres hacerlo pasar – me respondió con desdén – Es Paco, de la sección de Emidio Tucci.

 

- ¡Hola! – exclamé entreabriendo la puerta – Estoy atendiendo a alguien, pero si quieres pasar … - le invité.

 

- ¡Hola! ¿Con quién estás? – preguntó tratando de ver a través de la rendija de la puerta.

 

- ¡Pasa, cabrón, que soy yo! – gritó el otro desde dentro.

 

- ¿Edu? ¡Jajaja! – río escandalosamente el de fuera – Sí, déjame que pase – me confirmó.

 

 

 

Mientras los dos tipos se reían y hacían comentarios obscenos sobre mí, imaginé durante un segundo cómo los atendería a los dos. Mientras uno me follaba, se la chuparía al otro; y viceversa. Sin embargo, no dio tiempo a comenzar la faena porque alguien volvió a llamar a la puerta. Los dos tipos no podían parar de reír, eso sí, bien empalmados y deseando metérmela. Entreabrí la puerta para confirmar que quien llamaba era otro empleado de El Corte Inglés al que el tal Pepe había informado de mi presencia en los aseos.

 

 

 

- ¡Jorgito, únete a la fiesta! – exclamó uno de ellos al identificar la voz del que estaba fuera.

 

- ¡Jajaja! Esto va a ser como el camarote de los hermanos Marx –comentó el otro entre risas.

 

¡- Pasa! – le ordené al tal Jorgito, otro tipo de unos cuarenta y tantos años, como el resto - ¡Vamos, nenes … menos risas y más acción! – les espeté - ¡Poneos en fila con la minga fuera, que os la voy a mamar. Vosotros dos, la pasta … que son 20 pavos por cabeza.

 

 

 

Los tipos me obedecieron, sin parar de hacer comentarios y chascarrillos sobre la situación. Una vez me dieron el dinero, me puse en cuclillas y comencé a mamársela en el orden en que había ido llegando. Ajena a sus risas, me centré en mamar las pollas de una en una. Las alterné pasados un par de minutos, para poder atenderlas todas. Uno de ellos se impacientó mientras esperaba su turno y me arrimó la polla mientras se la chupaba a otro, así que decidí atender a los tres a la vez como Dios manda. Me empeloté totalmente, dejándome puestos únicamente los zapatos; cosa que agradecieron al instante, rodeándome para sobarme las tetas, el culo y el coño, mientras yo meneaba sus pollas.

 

 

 

Acto seguido, me despatarré sobre el retrete y les pedí que me follasen. Uno de ellos me la enchufó en el coño y comenzó a follarme. Otro me acercó su polla a la boca, que comencé a mamar al instante. El restante, restregaba su minga contra mis tetas. A medida que se iban calentando más y más, sus comentarios pasaron a ser más obscenos, sobre todo cuando se dieron cuenta del tatuaje sobre mi pubis. Como ya sabéis, años atrás me tatué la palabra “PUTA” en letras mayúsculas para que todo el que me follase no albergase la más mínima duda de que estaba metiendo su polla dentro de una puta.

 

 

 

Como no podía ser de otra manera, el tatuaje les espoleó para decirme toda suerte de guarradas, mientras yo seguían atendiendo sus pollas. “Puta, guarra, zorra, perra, ramera”, eran los adjetivos que adornaban sus comentarios sobre mis habilidades sexuales. Les indiqué que, en la misma postura, todos ellos me fueran follando alternativamente durante unos minutos, mientras atendía las dos pollas restantes con la boca y con las manos.

 

 

 

Cuando los tres habían pasado por mi boca y por mi coño, les propuse que me follaran el culo. Cachondos perdidos como estaban, no dudaron en aceptar. Le pedí a uno de ellos su chaqueta para ponerla sobre las frías baldosas del aseo y arrodillarme sobre ella. A cuatro patas, subí el trasero y me separé las nalgas con las manos invitándoles a probar mi ano. Paco fue el primero en metérmela por el culo. Mientras él me lo follaba, los otros dos nos contemplaban tan atónitos como excitados por la escena, al tiempo que no paraban de menearse la polla.

 

- ¡El siguiente! – ordené tras un par de minutos con la polla de Paco en mi trasero – ¡Ahora tú, Edu! – dije señalándole, y repitiendo sobre mi culo la actuación de su amigo Paco - ¡Otro! ¡Ahora tú, Jorge! – le ordené al tercero – ¡No os corrías ninguno, cabrones, que la quiero en mi boca! – les pedí a los otros dos, que no dejaban de meneársela mientras Jorge me follaba por el culo.

 

Este último me follaba con más vigor e intensidad que los otros dos, de lo que deduje que su orgasmo estaba cercano; así que le ordené que, antes de correrse, me la sacase del culo y se pusiera en línea con sus otros dos compañeros. Me arrodillé frente a ellos y me dediqué a chupar y menear sus pollas hasta que uno a uno se fueron corriendo en mi boca y en mi cara. Como había hecho con el primer empleado del Corte Inglés, el tal Pepe, succioné sus capullos y limpié con esmero sus pollas de restos de lefa y flujos.

 

- Escuchad, os pido lo mismo que a Pepe: mandadme aquí todos los compañeros que podáis – les pedí.

 

- En esta planta ya no quedan muchos – explicó uno de ellos – Hay mucha dependienta.

 

- ¿En qué planta trabajan más hombres? – pregunté pensando en desplazar mi pequeña “oficina” a la planta donde más trabajo pudiera conseguir.

 

- En Informática y Electrónica – dijo otro ya con la puerta abierta para volver a su trabajo – Ahí son casi todos tíos.

 

- Lo tendré en cuenta, nenes – les despedí cerrando la puerta del aseo y quedándome a solas. Miré el reloj. Las 13:15. Me había despachado a los tres en 16 minutos.

 

 

 

Me lavé la cara, me enjuagué con agua del grifo y me repasé el coño y el culo con unas toallitas húmedas. Un poco de perfume, carmín en los labios y estaba lista para seguir follando. Me senté sobre el retrete y escribí la siguiente nota en mi móvil:

 

"15º, 16º y 17º: 12:59-13:15. Aseos de la planta de caballeros de “El corte Inglés” de Castellana. Tres dependientes. Mamadas, folladas por el coño, por el culo y corridas en la boca. 60 Euros. No me he corrido.”

 

 

 

Contemplé durante unos minutos las notas que había añadido esperando a que alguien más, enviado por alguno de los que ya me habían follado, llamase a la puerta del aseo. Pasaron más de diez minutos y comencé a impacientarme. “Quizás deba ir a la planta esa de Electrónica e Informática”, pensé. Me atusé el pelo ante el espejo, cogí mi bolso y me dispuse a buscar más pollas para mi récord de pollas en un solo día. Salí del baño. Enfrente estaban los ascensores y el directorio que indicaba que debía dirigirme a la planta baja, donde se ubicaba el departamento de informática-fotografía-electrónica. De pronto, se abrieron las puertas del ascensor y un joven de unos 30 años salió de él, dirigiéndose directamente hacia los aseos. Al pasar junto a mí, me miró de arriba abajo y, ya en la puerta de los baños, se giró nuevamente. Yo también me había girado, de forma que nuestras miradas se encontraron durante un segundo, justo antes de que él entrase en el aseo.

 

 

 

Estaba claro que se había fijado en mí y que le había gustado. Era una oportunidad que no podía desperdiciar. Además, el chico era bastante guapo. Conté hasta diez, para dar tiempo y poderle sorprender mientras orinaba. “Si tiene la polla fuera, tengo la mitad del trabajo hecho”, pensé dirigiéndome hacia los baños de caballeros. Entreabrí la puerta, para cerciorarme de que sólo estaba él. Me asomé lo justo para ver cómo estaba frente a uno de los urinarios, bajándose la bragueta. Era el momento perfecto para entrar y hacer mi numerito.

 

- Disculpa – exclamó al verme entrar – El baño de señoras es la otra puerta.

 

- No voy al baño de señoras – dije sin titubear y acercándome hacia él.

 

- Oye … perdona … pero estoy meando … - dijo sorprendido por la situación.

 

- ¿Y qué vas a hacer con ese pedazo de rabo cuando termines? – dije insinuándome y mirando desde arriba el interior del urinario – Se me ocurre que podríamos pasar un buen rato tú y yo – añadí con toda la picardía y sensualidad de la que fui capaz. El tipo se quedó callado, sorprendido. Sin más, le cogí la polla y se la meneé ligeramente para que las últimas gotitas de pis cayesen sobre el urinario.

 

- ¿Qué … qué … qué haces? – acertó a decir, pero sin poner oposición alguna a que le menease la polla. Le empujé para que se apartase del urinario, me coloqué en cuclillas y me metí su polla en la boca. No dijo nada. Se la chupé durante unos segundos, el tiempo justo para que se empalmase por completo. Era una buena polla, de más de veinte centímetros y con un grosor considerable.

 

- Tienes una polla deliciosa – le dije poniéndome en pié sin dejar de pajearle muy lentamente – Me apetece mucho que me folles – añadí en tono seductor.

 

- Pues … ¡vamos! – exclamó él, emocionado por la situación.

 

- ¿Te apetece? – le dije con voz sensual.

 

- ¡Claro! ¡Sí! – respondió sin dilación.

 

- A mí también – susurré – Quiero que me metas tu polla dentro y que hagas que me corra – añadí – Pero hay un problema.

 

- ¿Qué problema? – preguntó extrañado. Era normal, después de haberle seducido de forma tan directa.

 

- Que yo no follo gratis.

 

- ¿Cómo? – preguntó con gesto de no entender nada.

 

- ¡Que soy puta, joder! – exclamé – Que quiero que me folles, pero te costará 20 Euros – le expliqué, dejando de pajearle la polla para que tuviera claro que sin pasta no había jodienda.

 

- Eh … esto … vale – balbució, buscando en su bolsillos y sacando dos billetes de 10 Euros, que me apresuré a quitarle de la mano.

 

 

 

Le empujé hacia uno de los retretes hasta que quedó sentado y cerré la puerta. Le bajé los pantalones hasta los tobillos y comencé a chupársela. De las cinco pollas que había catado aquella mañana, esta era con diferencia la mejor, así que me esmeré especialmente en el arte de chupar hasta que estuvo totalmente empalmada y lubricada para sentarme sobre él a horcajadas e incrustarme en el coño su cipote. De inmediato, el tipo me subió la camiseta hasta los sobacos y empezó a sobarme y a chuparme las tetas. No llevaba ni dos minutos cabalgando sobre él cuando supe que aquella polla, junto con la excitación acumulada de las anteriores, me llevaría hasta el orgasmo.

 

Y así fue. No hizo falta mucho más. Estaba cachonda perdida, llevaba toda la mañana follando y aquella polla tenía las dimensiones necesarias para que con unos minutos cabalgando sobre ella, me corriese.

 

- ¡Vas a hacer que me corra, hijo de puta! – exclamé acelerando el vigor de la cabalgada y apretando su cabeza contra mis tetas. Sentí su aliento en mi canalillo y el empuje de su polla en mi interior acompañando el ritmo de mis caderas - ¡Córrete tú también! -exclamé aguantando el orgasmo para que él llegase al mismo tiempo. Sentí las contracciones de su polla dentro mi coño hasta que, segundos después, estalló dentro de mí.

 

- ¡Ahhhh! ¡Uffff! ¡Ahora! – exclamó

 

- ¡Sí, cabrón! – exclamé - ¡Yo también me corro! ¡Me corroooo, me corrooo! – le susurré al oído, mientras él resoplaba entre mis tetas por la excitación del folleteo. Unos segundos después, el tipo trató de quitarme de encima suya - ¡Espera! – le espeté – Antes de irte, deja que te limpie el cipote, que te he puesto perdido de flujos de mi coño – le propuse.

 

Sin mediar palabra, me arrodillé entre sus piernas y le mamé la polla que me acababa de llevar hasta el orgasmo. La limpié concienzudamente con mi lengua y succioné su capullo con entrega y devoción para exprimir hasta la última gota de semen, mezclado con mis propios flujos vaginales. Le metí la polla en los calzoncillos y se puso en pié para terminar de vestirse. Abrió la puerta, y sin decir nada, salió del aseo.

 

 

 

Recompuse mi atuendo y, apenas medio minuto después de él, salí de los baños encaminándome nuevamente hasta los ascensores. Las 13:37. “Me lo he follado en ocho minutos”, pensé mientras pulsaba el botón del ascensor para dirigirme a la planta baja, como me habían indicado un rato antes los tres dependientes que me habían follado. El ascensor se abrió y, para mi sorpresa, se apareció ante mí el tipo al que acababa de follarme. Junto a él, una mujer de mediana edad en avanzado estado de gestación y, además, empujando un carrito de bebé con un niño de apenas año y medio. Nos cruzamos frente con frente. Ambos se me quedaron mirando. Ella, con desdén, ante la indumentaria que vestía y que dejaba bastante claro mi condición, cuando menos, de buscota descarada. Él se ruborizó al verme y clavó la mirada en el suelo, mientras salían del ascensor. “¿Cuántos tíos le habrán puesto los cuernos a sus novias y esposas follando conmigo? Imposible saberlo”, pensé con resignación al tiempo que se cerraban las puertas del ascensor y perdía de vista a la pareja.

 

 

 

Bajé hasta la planta cero, mientras anotaba en mi móvil los detalles del servicio recién prestado:

 

"18º: 13:29-13:37. Aseos de la planta de caballeros de “El corte Inglés” de Castellana. Mamada, follada y corrida en el coño. 20 Euros. Me he corrido.”

 

 

 

Enseguida detecté a varios clientes potenciales entre los dependientes de fotografía y televisión, al observar cómo me miraban mientras caminaba acentuando el vaivén de mis caderas. Como me había sucedido un rato antes en la planta de caballeros, un dependiente se abalanzó sobre mí.

 

 

 

- ¿Puedo ayudarte? – me tuteó.

 

- Sí – le dije, quitándome las gafas de sol para mostrarle mis ojos azules - ¿Conoces a Pepe, Edu, Jorge y Paco … de la planta de caballeros? – le pregunté, con idea de explicarle que acababa de follármelos y que cualquiera de sus compañeros podrían hacer lo mismo a razón de 20 Euros por cabeza. No hizo falta.

 

- Sí, por eso he venido a atenderte en cuanto te he visto – reconoció mirándome con descaro cómo se marcaban mis pezones bajo la apretada camiseta – Tenemos un grupo de wassap y ya me han comentado el … el “tema” – dijo haciendo con las manos el gesto de las comillas.

 

- ¡Perfecto! – exclamé al comprobar que aquellos cabrones me habían allanado el terreno en mi labor de ir sumando pollas sin perder demasiado tiempo en tener que captar clientes – Y de tus compañeros, ¿alguno quiere?

 

- Querían verte primero, pero … espera – dijo mirando su wassap – Están llegando mensajes – dijo leyendo rápidamente en su móvil.

 

- ¿Algún sitio con un poco de intimidad? – pregunté mirando a izquierda y a derecha.

 

- Tendrá que ser en el almacén – me explicó – Y de uno en uno, si no te importa. Aunque ya nos han dicho que se te da bastante bien el sexo en grupo – comentó – Pero no podemos desaparecer todos sin más con esto lleno de clientela – continuó, mientras me indicaba que le acompañase con gesto amable.

 

- Lo entiendo. No hay problema – dije siguiéndolo hacia un extremo de la planta.

 

 

 

Varios dependientes, incluso atendiendo a clientes, me observaron con detenimiento al pasar junto a ellos. Supuse que eran los que habían mostrado interés en pasar un rato conmigo. Repasé mentalmente las posibilidades de conseguir el récord: “llevo 18 … si ahora sumo por lo menos otros 3, serán 21. Aún me quedarían 4, pero de cinco a ocho de la tarde tengo que estar con Julián en el hotel. Ahí pierdo tres horas y sólo sumo una polla. Voy justa.”

 

Pasamos a través de varias puertas y, por fin, llegamos a una especie de pequeño despacho. La estancia no tendría más de diez metros cuadrados, un escritorio con un ordenador, varias estanterías y decenas de carpetas y cajas totalmente desordenadas.

 

- ¡Hemos llegado! – exclamó cerrando la puerta y aflojándose el cinturón. Mientras lo hacía se escucharon varios tonos de mensajes de wassap que le llegaban al móvil. Lo cogió y lo miró - ¡Otro que se apunta! – exclamó. Sentí curiosidad por ver qué decían sobre mí a mis espaldas. Le arrebaté el móvil para descubrirlo - ¿Qué haces?

 

- Deja que vea lo que decís de mí – le pedí – Vete sacando la polla que ahora te la chupo – le ordené. El tipo accedió y se bajó los pantalones. Mientras, retrocedí en el chat de wassap para tratar de ver la conversación desde el principio. Había muchos mensajes.

 

 

 

"12:40 Edu: “Atención al mujerón que hay en Ralph Lauren!!! Pedazo de culo!!!”

 

12:41 Paco: “Su puta madre, qué buena está!!!”

 

12.41 Edu: “Esta va pidiendo guerra … Mirad cómo se contonea, la muy zorra.”

 

12:41 Jorge: “No la veo”

 

12:42 Pepe: “Está en mi sección. Jodeos, cabrones!!!! Voy a atenderla”

 

12:42 Jorge: “Diossssss!!! Ya la veo. Impresionante!!!”

 

12:43 Paco: “Mirad a Pepe … Jajaja, se le cae la baba”

 

12:43 Edu: “Joderrrr, si parece que está tonteando con él. Es una calientapollas …”

 

12:43 Jorge: “Pues a mí me ha calentado … pero bien. Es que … ¡vaya culazo!”

 

12:44 Paco: “Y no anda mal de tetas. Fijáos cómo se le marcan los pezones. No lleva sujetador, la muy cerda”

 

12:44 Ramón: “Tan buena está?? Mandadla para aquí abajo. Jajaja”

 

12:44 Jorge:”Y una polla!!! Esta no sale de aquí sin que la intente vender algo, que la quiero ver de cerca.”

 

12:44 Toni: “Joderrr, mandad una foto”

 

12:44 Edu: ”Lleva unos leggings que le hacen un culo de flipar”

 

12:45 Paco: “Son imaginaciones mías o le acaba de tocar el paquete??”

 

12:45 Ramón: “Rubia o morena??”

 

12:45 Paco: “Rubiaza. Para ponerla a cuatro patas, tirarla de la melena … y ponerla fina”

 

12:46 Edu: “A dónde va este cabrón???”

 

12:46 Ramón:” Qué pasa?? Que nosotros no lo vemos en directo …”

 

12:46 Edu: “Que se está yendo ella para los baños y Pepe va detrás”

 

12:46 Toni: ”No jodas!!! Le ha tocado el paquete???”

 

12:46 Jorge: “Cómo menea el trasero, la muy cabrona”

 

12:47 Paco: “Sí, Toni … juraría que le ha tocado la polla”

 

12:47 Edu: “Pepé … qué haces??? Dinos algo”

 

12:47 Ramón: “Va en serio que se ha ido con ella a los baños??”

 

12:48 Paco: “Voy a salir a ver si están en el rellano o qué …”

 

12:49 Edu: “No me jodas que se la ha ligado el muy cabrón. Jajaja … no me lo puedo creer”

 

12:49 Paco: “Aquí no están. Se han metido en el baño de minusválidos”

 

12:50 Jorge: “Su puta madre, qué suerte!!!! No os imagináis qué pedazo de tía …”

 

12:51 Toni: “A ver qué dice este cabrón. Se la estará follando de verdad?”

 

12:51 Pablo: “Qué ha pasado??? Hacedme un resumen”

 

12:51 Paco: “El cabrón de Pepe, que se ha llevado a los baños a una tía de escándalo”

 

12:52: Jorge: “Pablo: culazo, tetazas, … ¡flipas qué pibón!”

 

12:52 Pablo: “No será para tanto. Si Pepe no liga ni pagando …”

 

12:52 Toni: “Jajaja”

 

12:52 Ramón: “Jajaja”

 

12:53 Paco: “Pues llevan cinco minutos en el baño”

 

12:53 Pablo: “Que no me lo creo, joder. Seguro que es un cayo malayo y no la habéis visto de cerca.”

 

12:53 Jorge: No, Pablo … hazme caso, que es una tía espectacular.

 

12:54 Edu: “Sí, sí … impresionante!!!”

 

12:55 Paco: “Ya vuelve. Pero ella no”

 

12:58 Pepe: “Me acabo de apretar a la tía mas buena que he visto en mi puta vida!!!!”

 

12:58 Pablo: “Anda, flipao!!! No te lo crees ni tú”

 

12:58 Pepe: “Atención: me pide que todo el que quiera follársela que vaya al baño de minusválidos de esta planta. Ya se lo he dicho a Paco, a Edu y a Jorge y han ido para allá los tres.”

 

12:59 Ramón: “Joderrrr, yo quiero … jajaja. No podemos irnos de nuestra planta. Mándala para aquí abajo!!!”

 

12:59 Pepe: “Pero cobra 20 pavos”

 

12:59: Pablo: “Es puta??? Jajaja … sabía que tú sólo ligabas pagando”

 

13:00 Toni: “Jajaja. Y han valido la pena los 20 pavos???”

 

13:01 Pepe: “Ya te digo!!!! Es que vosotros no la habéis visto. Mira estos tres qué rápido se han ido para el baño. UNA PUTA DIOSA!!!! Guapísima … la chupa de lujo!!!! Qué boca, qué culo!!! Bufffff, flipáis!!!”

 

13:02 Ramón: “Queremos detalles!!! Jajaja!!!!”

 

13:02 Pepe: “Se me ha puesto encima, con las tetas en la cara … a cabalgar sobre mí. Y luego me ha pedido que me corriese en su boca. Bueno … todo esto … diciéndome que se quiere follar a todo El Corte Inglés. Una puta ninfómana!!!!”

 

 

 

- ¡Vamos, nena! – me interrumpió el tipo de tan entretenida lectura, Mientras leía, seguían llegando mensajes que ya no pude leer. Me hubiera gustado ver cómo calificaban Paco, Edu y Jorge el polvo que me había echado, pero era hora de atender a un cliente y de ir acercándome a mi récord – Que no puedo estar aquí mucho rato, … tengo que salir a tienda …

 

- Vale, campeón – le dije recuperando mi actitud directa y descarada – Siéntate sobre el escritorio para que te la chupe un rato. Me obedeció y se sentó sobre el escritorio. La postura favorecía el que yo no tuviera que inclinarme tanto en mi labor succionadora. Comencé a mamársela, no sin antes mirar mi reloj para contabilizar el servicio con todo detalle: 13:55.

 

Se la chupé durante unos minutos, preparándola para, a continuación, metérmela en el coño. Seguían escuchándose el tono que anunciaba la entrada de mensajes en su móvil. El tipo gemía de placer, alabando mis habilidades succionadoras. Tenía curiosidad por saber quién de los participantes del chat era.

 

- ¡A follar, nene! – le ordené, sacándome la polla de la boca. Me bajé los leggings hasta los tobillos y me apoyé sobre la mesa, sacando el culo y ofreciéndoselo - ¿Te apetece esta postura? – le pregunté a sabiendas de que a todos mis clientes les encanta follarme así, con la imagen de mi culo meciéndose con cada embestida y pudiendo sobarme las tetas desde detrás.

 

- ¡Una postura ideal! – exclamó poniéndose tras de mi – Pero … estos cabrones han dicho en el chat que te han dado por el culo … - insinuó mostrando su interés por penetrarme el trasero.

 

- ¡Dame la pasta y elige agujero! – le ordené. Me dio los 20 Euros y apuntó su capullo hacia mi trasero. Permití su entrada, haciendo ceder mi ano con mi maestría habitual.

 

- ¡Joderrrrr! – exclamó - ¡Qué culo! – me alabó mientras comenzaba a deslizar dentro y fuera su rabo.

 

- ¡Empuja, cabrón, empuja! – le animé - ¡Fóllame bien!

 

- ¡Ahhh, ohhhh, uffff! – exclamó acelerado el ritmo de la follada.

 

- ¿Qué vas a decir de mí en el chat cuando salgas de aquí?

 

- Que eres muy guapa, … que tienes un cuerpo escultural … que eres perfecta … - dijo entre gemidos,

 

- ¡Venga ya! – le espeté – Acabo de leer el chat y ninguno habla así de mí. Decís guarradas, cabrón. Pero me encantan las guarradas – le expliqué .

 

- Bueno … lo siento … lo tíos hablamos así de las mujeres – se excusó sin parar de follar mi culo.

 

- ¡No te disculpes, so gilipollas! – le regañé – Ya te he dicho que me encanta que los tíos hablen así de mí – le confesé – Soy una puta. ¿Qué puedo esperar que los tíos digáis de mí … que se soy buena persona? – pregunté sarcásticamente - Así que … ¡dime qué vas a poner en el chat cuando termines de follarme!

 

- Que eres una puta Diosa, que follas como los ángeles, que me la has chupado como nunca, que no me he follado un culo así en mi puta vida … - dijo con voz entrecortada - ¡Ahhhh, ahhhh, … me corrooooo! – gimió entre espasmos que sentí en mi agujero trasero.

 

- ¡Eso es lo que quería escuchar, joder! – le dije. Se quedó arqueado sobre mí, con la polla metida en mi culo y sus manos aferradas a mis tetas – Anda, cabrón … sácamela del culo y dile a otro de tus compañeros que pase.

 

- Sí, sí … - dijo con la cara sudorosa por el esfuerzo del mete-saca. Antes de que pudiera subirse los pantalones, me giré con rapidez y me metí su polla flácida en la boca - ¡Ohhhhh! – exclamó dando un respingo.

 

- ¡Sluuuuuurp, sluurrrrrrp, sluuuuup! – mamé y lamí para dejarle la polla reluciente – Oye, no hace falta que tus compañeros pasen de uno en uno – le expliqué dando los último lametones a su glande – Puedo atender a todos lo que quieran pasar juntos.

 

- Vale, vale … lo pondré en el chat y se lo comentaré a los que quieran – asintió subiéndose los pantalones – Espera aquí..

 

- Ok, campeón – le dije guiñándole un ojo y buscando una toallita en mi bolso para limpiar la lefa que me había echado en el culo. Supuse que todos ahora querrían follarme por detrás, una vez que los tres de la planta de caballeros (Paco, Edu y Jorge) lo habían hecho y lo habrían publicado en el chat, amén de otras guarradas sobre mí que, sobra decirlo, me encantaba leer. Las 14:02, leí en mi reloj.

 

- ¡Hola! – exclamó al momento otro tipo desde la puerta – Vengo a …

 

- ¡A follarme, no te jode! – exclamé en tono de broma – Como si no lo supiera … ¡Vamos, sácate la minga!

 

 

 

El tipo era feo y delgaducho, pero una buena puta como yo nunca desprecia a un cliente por su aspecto. Eso sí, hice lo posible por que se corriese lo más rápido, pensando en mi intento de récord. Me dio los 20 Euros y comencé a chuparle la polla durante unos minutos. Después, le ofrecí mis agujeros.

 

- ¿Coño o culo? – le dije despatarrada sobre el escritorio. Antes de que entrase, me había quitado los leggings para facilitar el cambio de postura y abrirme bien de piernas si alguno quería follarme en la postura del misionero.

 

- ¡Coño! – exclamó con la polla embadurnada de mi saliva.

 

- Pues venga, ¡métemela! – le animé al tiempo que se inclinaba sobre mi apuntando su capullo hacia mi vagina - ¡Eso es! – le dije, cuando me hubo penetrado – Ahora fóllame y cuando te vayas a correr me avisas, ¿vale? Si no te importa, quiero que lo hagas en mi boca – le expliqué – Tu compañero se acaba de correr en mi culo y me apetece un buen trago de leche caliente – le dije usando mi lenguaje más soez para calentarlo a tope y que la follada fuese lo más rápida posible.

 

- ¡Sí, sí … uffff! – balbució acelerando la follada. Le ayudé, acompasando el mete-saca con mis caderas, de forma que cuando empujase dentro de mí, sus testículos golpeasen en mi pandero - ¡Ayyyy, que me corro ya! – exclamó. No me había follado ni un minuto. Traté de deshacer la postura y llegar con mi boca a tiempo de que el estallido de semen fuera a parar a mi garganta, pero el tipo no pudo contenerse y me lo echó todo en la camiseta. Me di cuenta en ese momento, de que el polvo había sido tan rápido que ni siquiera me había tocado las tetas, cubiertas por la camiseta.

 

- No te has aguantado, eh – dije con picardía, comenzando a mamar su polla para dejarla bien limpita, como las buenas putas hacemos siempre. El tipo, casi sin mediar palabra, salió escopetado de aquel despacho, apenas si le hube metido la polla dentro de los calzoncillos - ¡Oye! – le grité - ¿Hay más o tú eras el último?

 

 

 

No hubo respuesta. Esperaba que sí, dado mi creciente éxito en el chat de los empleados. Me quité la camiseta. Estaba empapada y pringosa de la corrida del último empleado. Estaba sudando y tenía la entrepierna mojad de flujos vaginales, líquido preseminal y la lefa del que se había corrido dentro de mi culo y que, justo antes, apenas si me había dado tiempo a limpiar concienzudamente. Me limpié con una toallita y cogí mi móvil para apuntar las dos últimas folladas.

 

"19º: 13:55-14:02. Almacén de la planta de electrónica de “El corte Inglés” de Castellana con un empleado. Mamada y follada por el culo con corrida dentro de culo. 20 Euros. No me he corrido.”

 

"20º: 14:03-14:08. Almacén de la planta de electrónica de “El corte Inglés” de Castellana con un empleado. Mamada y follada por el coño con corrida sobre mi camiseta. 20 Euros. No me he corrido.”

 

 

 

Estaba a cinco pollas de igualar mi récord de 25 en un solo día; pero eran ya más de las dos de la tarde y tenía tres horas reservadas en el servicio vespertino del hotel, que no podía desatender. Si sumaba ese polvo, me restarían aún cinco pollas si quería superar el récord. “Cinco pollas en 5 horas. Si ahora me cepillo a otros dos o tres de El Corte Inglés, creo que lo lograré sin problemas. A las malas, en cuanto anochezca me pongo a parar coches en Capitán Haya”, me dije para mis adentros, convencida de tener suficientes recursos como para terminar del día cerca de la treintena.

 

 

 

Esperé durante casi diez minutos, pero allí no llegaba nadie. Así que, decidí vestirme y salir de allí. La camiseta estaba pringosa y arrugada … y no me la hubiera vuelto a poner de no ser porque no podía salir de allí con las tetas al aire. Cuando el último tipo se había corrido encima de la camiseta, pensé en pedirle que me trajera alguna de la sección juvenil, para salir del paso; pero se había marchado tan rápido que no me había dado tiempo a pedirle nada. Así pues, volví a ponerme la camiseta, arrugada y pringosa, y decidí subir a la planta de jóvenes a comprar otra para poder ponerme algo limpio.

 

 

 

 

 

Continuará …

 

 

 

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