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Que puta es la guerra (3) Yser.

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PRIMEROS DE DICIEMBRE DE 1914.               SUDOESTE DE BELGICA        BATALLA DE YSER.

 Jules Bonnier, soldado francés de 1,70 de altura, moreno de ojos vivarachos, en plena forma a sus 22 años, salió como el resto de los camaradas de su escuadra, del triste refugio en que dormitaban aquella noche, los disparos de la artillería alemana los despertaron abruptamente, unos minutos después el sargento Albért los mandó salir a la trinchera: - ¡Vamos muchachos salid! mas rápido, no os gustaría que una bomba cayera en el refugio, vamos lentos de las narices, a la trinchera y espaciaros, mantened la puñetera distancia. 

Estuvieron casi dos horas allí pegados a la pared de la trinchera, frente a ellos se veía el resplandor de los fogonazos de los cañones alemanes, los impactos de los proyectiles puntearon el terreno, primero frente a ellos destrozando las alambradas, luego llegaron los tiros más difíciles de soportar pues caían a un lado y otro de la trinchera, fue un buen rato de miedo y horror esperando el obús que los destrozase, pero tuvieron suerte y solo perdieron a cuatro camaradas aquella madrugada, Jules no los vio pues estaban más a la derecha en otro tramo de trinchera, pero el enlace del pelotón, paúl les dijo que había sido un impacto directo, nada que ver salvo algunas tajadas de carne y trozos de uniforme, ni se enteraron de que morían.

 

 Amanecía, eran las 06:30 se escuchaba barullo en las líneas “boches” algo estaban preparando aquellos granujas, el sargento Albert se paseaba por la trinchera tranquilizando a los hombres, un poco más allá se vio llegar al teniente Ménier con el resto del pelotón, los hombres que llegaban tomaron posición junto a sus compañeros rellenando huecos en la trinchera. En la posicion enemiga a 150 metros de ellos, tras de lo que quedaba de las alambradas y tierra revuelta salpicada de embudos de granada, aumento el murmullo de gente, el viento les traía aquel sonido amenazador.

 Varios silbatos sonaron casi simultáneamente, los alemanes surgieron de sus trincheras, eran una masa gris salpicada de pardo por el barro, avanzando ¡hacia ellos! No perdieron tiempo, el teniente ordeno: - ¡Fuego todos, matadlos!  La orden fue transmitida por el sargento y los hombres situaron contra la pared anterior de la trinchera, colocaron sus fusiles sobre los sacos del borde y abrieron fuego, la ametralladora Hotchiss del pelotón disparo a su vez, abatiendo entre todos a un buen numero de enemigos, apuntaban a bulto hacia la zona central de los cuerpos de los “boches” los impactos se producían en pecho y vientres de los atacantes que caían como bolos, algunos gruñían al ser alcanzados, otros solo gemían y se desplomaban, pero uno de ellos se llevó ambas manos a la zona genital y gritó, soltó un grito agudo y desgarrador antes de caer de bruces en el barro, el sargento Albert se rio diciendo: - Vale ya ha caído la nena, matad a los demás. La broma fue coreada por risas de los hombres mientras seguían disparando cruelmente sobre otros hombres de distinto uniforme.                      

 

 Los alemanes seguían llegando, frenada la primera oleada por el fuego francés, lanzaron una nueva oleada de tropas sobre ellos, los fusiles recalentados se encasquillaban más a menudo, eso era de todos sabido, el teniente ladro una orden: - ¡Cuando recarguéis, calad bayonetas, se nos van a echar encima! Seguid matando a esos cerdos. Lamentablemente el volumen de fuego fue menguando y los enemigos llegaron a las alambradas, devolvieron el fuego y algunos franceses cayeron, Louis el veterano de la sección recibió un tiro en la mejilla, en aquel momento Jules estaba recargando y vio como le daban, un chorro de sangre y trozos de algo le salió por la nuca, otros hombres más fueron cayendo con heridas en cabeza y hombros, devolvían el fuego contra los alemanes que se reagrupaban para asaltar la trinchera, se veían brillar sus bayonetas a la luz delamanecer.  

                                       

 El sargento Albért, exclamó: - ¡granadas, ahora que se han detenido para reagruparse, tiradles granadas! Algunos hombres dejaron sus fusiles y activaron sus granadas, las lanzaron por encima del parapeto hacia las alambradas,     Jules vio como caían entre los alemanes que se reorganizaban y estallaban entre ellos, detonaciones y fogonazos, hombres que caían y gritaban al ser sus cuerpos heridos por la metralla, algunos resultaron heridos, otros muertos atrozmente, a Jules le pareció ver como una granada caía junto a la cara de un “boche” tumbado en el suelo disparándoles, se produjo la explosión y solo distinguió un casco alemán cayendo del cielo con algo dentro salpicando a su alrededor, la ametralladora tableteaba furiosamente pero llegaban mas alemanes y supo que no podrían detenerlos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      

 Jules disparo sus cinco disparos y se agachó para recargar, vio de refilón su reloj quedándose asombrado pues solo habían pasado diez minutos, juraría que habían pasado horas disparando al enemigo, apenas le quedaba munición así que se acercó a un herido y le cogió la suya, escuchó un griterío ¡vienen, vienen a la carga! El tiroteo se recrudeció, los gritos, los disparos, le resonaban en la cabeza, el humo le molestaba en la nariz y le picaban los ojos, vio llegar a los “boches” a la trinchera, disparó desde la cadera y vio caer a uno, movió el cierre e introdujo otra bala en la recamara, mientras lo hacía vio como uno de los atacantes disparaba en el pecho al teniente y luego saltaba a la trinchera, cayendo con  ambos pies sobre el pecho del oficial caído.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                     

                                             

Entraban más enemigos, todos luchaban como podían en la estrecha trinchera, Jean-luc recibió un bayonetazo en los riñones mientras disparaba, vio como Dervál le daba un culatazo en el pecho a un kraut, Jules vio como se le echaba encima un tío de sucio uniforme gris, sin pensarlo le dio un bayonetazo en las tripas, el alemán cayó al suelo en cuanto el retiro el rifle, Jules recordó su instrucción en combate a la bayoneta, clavar-retirar-rematar, sin pensárselo dos veces asestó un culatazo en el cuello de aquel hombre, un golpe tan fuerte y seco que escuchó cómo se rompía la columna vertebral del caído, al incorporarse diviso a un sargento alemán, llevaba en la mano izquierda una lüger y en la derecha una pala de trinchera alemana, le disparo en el vientre al cabo Fuchól y cuando este se doblaba por el dolor le asesto un golpe en el cuello con el filo de la pala, que casi decapitó al pobre desgraciado, se lanzo sobre aquel malnacido en una carga casi suicida, le acertó cuando se volvía hacia él y le metió un palmo de acero en el pecho, el alemán rugió de dolor y le miro a la cara, Jules le grito: - ¡Muérete Hans, muérete cerdo! El otro se bamboleaba, había dejado caer sus armas y se cogía al fusil de Jules, este vio caer una granada de palo alemana activada a dos metros de ellos, sin perder tiempo metió el dedo en el gatillo y disparo, el tiro reventó el pecho del alemán permitiéndole sacar la bayoneta, le dio un empujón al hombre y le lanzo contra aquella granada a punto de estallar.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                        

  La explosión de la granada, destrozó al alemán repartiendo sus restos en un surtidor de sangre, jirones de ropa y tajadas de carne y huesos, paradójicamente fue un trozo de costilla del “boche” lo que se llevo la rodilla de Jules, este sintió un dolor tremendo en la pierna  izquierda y cayó al suelo, desde allí siguió viendo como los hombres se mataban salvajemente, el sargento albért levantó su revólver lo pego a la nuca a un alemán que intentaba rematar un francés herido y le pago un tiro, mas allá los hombres luchaban a puñetazos, patadas, culatazos y hasta mordiscos, los uniformes se mezclaban en un baile atroz de sangre y muerte mientras su vista se iba tornando borrosa y gritó: - ¡NO NO NO NOOO NOOOOOO AYUDAAA!                                                                                                                                                                                                                                                                                            

¡NOOO AAAYUUUDAAAAAA, NOOOO, NOOOOO! Todo estaba oscuro y silencioso, no podía ver nada, escucho la suave voz de mujer: - Tranquilo cariño, tranquilo. Sintió sus manos acariciándole la cara, no pasa nada cariño es otra vez ese sueño, el sentía su corazón acelerado, su piel empapada en sudor frio, le temblaba todo el cuerpo. La mujer encendió una luz, entonces el pudo verla, era su esposa Marie Joubert, estaba en su cama y esta era su casa, recupero sus recuerdos de golpe.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                

  Estaban en enero de 1919, la guerra había acabado hacia meses, aunque para el acabó en diciembre de 1914 cuando le tuvieron que amputar la pierna izquierda por encima de la rodilla dejándole tullido de por vida, su vida militar había durado tres meses, dos en el cuartel y uno en las trincheras, su experiencia de combate 15 minutos, se paso otros dos meses en el hospital y luego lo facturaron de regreso a su casa con una pata de madera y el agradecimiento de la republica francesa, si claro que le quedó una pensión, ¡de risa! Unos pocos francos y una medalla, pero pudo ser aun peor,muchos convecinos del pueblo fueron reclutados, solo volvieron otros dos, uno con los pulmones enfermos por el gas, el otro sin brazos y tuerto, el al menos volvió casi entero con su amada Marie.                                                                                                                                                                                                                                                                      

Ahora tenía 27 años, se mantenía bien de forma física pues a pesar de su “pata de palo” su granja funcionaba bien, no era gran cosa, unas pocas vacas, unas cepas para hacer buen vino y un huerto mediano, les daba para comer y sacaban dinero, nunca serian ricos pero tampoco pobres, además su mujer le adoraba, había sido su primera novia y nunca lo dejaron, solo habían estado lejos el uno del otro aquellos meses de guerra, ella fue fundamental en su recuperación cuando él se sentía tan mal, siendo su amor lo único que le impidió hacer una locura, se recupero gracias a la hermosa mujer que ahora venia contenta hacia él, se detuvo a su lado y le cogió de las manos diciendo: - Sabes mon cherie, ¡vamos a ser papas!                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      

 Efectivamente lo fueron, el niño se llamo Jules como papa y nació el 1 de septiembre de 1919, tuvo una infancia feliz, durante su pubertad tonteo con algunas chicas, luego se echó una guapa novia, nadie podía suponer que justo el día de su 20º cumpleaños, estallaría la 2ª guerra mundial, el conflicto que mató a millones de seres humanos en todo el mundo y comenzó la era atomica.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            

Pero eso es otra historia, tened cuidado el destino está ahí fuera ¡ESPERANDOOS! Cuidaros y sed felices….mientras podáis recordad lo que dicen del 2012, ya falta poco. 

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