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Klonicus (02)

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                                                                                            Klonicus capítulo 2 

                     

   Como recordareis me llamo Tomás Díaz y tengo 68 años, continuo esta historia tras alistarme en el Ejército Planetario Terrano o más conocido por sus siglas (EPT)

   Recuerdo que durante la firma se me pidió autorización para acceder a todos mis datos personales, currículo, vida laboral, antecedentes penales, datos bancarios y médicos, etc. Luego se me pidió que leyera en voz alta el contrato y sus cláusulas, a fin de quedar bien enterado de mis obligaciones y derechos, así lo hice y tras pregúntame el oficial si tenía dudas o quejas procedió a aclararme un artículo, finalmente puse mi firma. Se me dijo que en un par de días tendría noticias; efectivamente así ocurrió y en la siguiente visita me informaron de que la admisión había sido aprobada y registrada, se me requería para presentarme en tres semanas en el aeropuerto de mi ciudad, desde allí un Jet-Solar nos llevaría a la base de instrucción, en caso de aprobar el curso no volvería al planeta Tierra jamás, pero en caso de suspender las pruebas finales, solo habrían pasado los tres meses de instrucción, acabados estos se me daba a elegir entre licenciamiento o entrar a formar parte del funcionariado militar auxiliar, un trabajo cómodo solo por las mañanas en algún centro de reclutamiento, hasta acabar mi contrato de 5 años, pero cobrando solo el salario base.

Seguidamente pase por la oficina de reclutamiento, debia recoger el billete de avión y seleccionar las modificaciones de mi clon, en una pantalla apareció una imagen del cuerpo humano con un menú de opciones a la izquierda, señalando con un bastoncillo óptico aumentabas o disminuías la zona a ver, seleccione músculos y me pegue algo más las orejas, modifique los pies pues los actuales son algo cabos, finalmente añadí un par de centímetros a la verga preguntando al oficial:

-      ¿Esto estará operativo?

-      Si claro, seleccione y revise el menú adicional, puede hacerlo más o menos grande o pequeño, e igual con la sensibilidad, si dura mucho o es precoz debería alterar los parámetros, pero si que funciona.

-      ¿Me lo garantiza?

-      Si, este es el momento que no tuvieron sus padres, pude escoger sexo y además asegurarse que todo será tan funcional como desee, si quiere cambiar solo seleccione mujer y lo será, solo es necesario variar un cromosoma.

-      Bien gracias, me quedare en hombre en esta reencarnación o como se diga eso de los clones.

Revisé los parámetros y altere un poco de aquí y allá, cuando me pereció que todo estaba a mi gusto di a guardar, cumplimente algunas formalidades y tras despedirme fui a mi domicilio. Las instrucciones especificaban que pusiera mis asuntos particulares al día, debía vender, abandonar o alquilar mi vivienda, enseres personales y ropas, hacer testamento etc; de inmediato me puse a organizarme a la vuelta a casa, ¿cómo meter los recuerdos de toda una vida en una maleta mediana? dicha maleta era todo lo que se nos permitiría llevarnos, el resto quedaría atrás.

El tiempo vuela cuando estas ocupado, ¡puedo garantizar que yo lo estuve! vendí casi todas mis pertenencias a buen precio, quede con la familia y les di una parte del dinero, el resto lo metí en la cuenta bancaria donde el ejército debía pagarme, el penúltimo dia quede con mi última ex pareja, comimos y pasamos la tarde juntos, sinceramente pensaba culminar la despedida con un polvo (por los viejos tiempos) pero ella no entró al trapo y quede algo frustrado; mi último día lo pase en un hotel, ya había repartido mí no muy extensa colección de adioses y lágrimas, por lo demás no me apetecía ir de putas así que me apalanqué en la barra de un bar hasta tarde, dedicándome al ejercicio de levantamiento de líquidos desde el mostrador a mi boca con ahínco, al día siguiente me presenté en el aeropuerto a la hora indicada (aunque algo perjudicado) mi vida civil había finalizado.

Un funcionario civil nos recogió hablándonos con extrema cortesía, nos informó que el idioma no sería un problema en el campamento, pues todos hablábamos el idioma universal (una mezcla de spanglish con algo de chino) todos asentimos éramos seis abuelitos y uno incluso usaba un andador, el Jet-Solar nos trasladó a una base remota, que a juzgar por la velocidad, tiempo de vuelo y dirección, debía estar por lo menos en Sudáfrica, lo primero que notamos al bajar era el clima seco y algo calido, no tardamos en ver un microbús aerodeslizador que venía a recogernos, para llevarnos al que sería nuestro hogar durante los meses siguientes.

El campamento era enorme, treinta y cinco barracones, cinco naves industriales, un hospital mediano, vi más lejos algo así como una quincena de hangares de techo semicircular, torres y triple alambrada que imaginé rodeaban el perímetro, nuestro vehículo se detuvo en una calle ante un edificio, Compañía F, anunciaba un cartel en la puerta del barracón donde nos dejaron, allí un cabo nos tomó el nombre y nos asignó cama o litera, solo uno de nosotros fue enviado a otro lugar, el resto nos fuimos acomodando, resultaba evidente que nuestra ubicación había sido hecha dependiendo del historial médico de cada uno, resultaba bastante chocante el aspecto interior del edificio, a medio camino entre hospital geriátrico y cuartel, paredes color verde claro hasta un metro del suelo, de allí hasta el techo eran blancas, la pared frontal tenia cubículos y dormitorios pequeños para el personal, el frontal trasero presentaba una treintena de camas tipo hospital, el resto era espacio diáfano, exceptuando varias columnas a intervalos regulares, habia taquillas contra las paredes y el resto ocupado por literas de dos plazas, estas eran algo anchas para los estándares normales, pero en ese momento no le di mayor importancia, aquí viviríamos cien reclutas de ambos sexos, cuidados por dos médicos y ocho ATS del servicio de sanidad militar, estos fueron muy amables con nosotros, tras ubícanos se nos dijo que debíamos ir a la plaza central a las 18:00.

Cinco minutos antes de esa hora estábamos todos en la plaza, en el suelo había pintados unos grandes rectángulos, cada uno con una letra, la disposición general era una gigantesca letra C, en el hueco se levantaba una tribuna de tres metros de alto reservada para los instructores y el mando, todos los reclutas ocupamos el correspondiente rectángulo de nuestra compañía, mire a mi alrededor viendo a todo tipo de ancianos, los había de distintas constituciones físicas, razas y sexos, las ropas variaban de trajes de etiqueta a simples pareos de playa, esas personas serian mis camaradas, lucharíamos juntos y viajaríamos a lugares inimaginables.

A la hora en punto resonaron por los altavoces la orden de atención, todos los reclutas nos colocamos en posición más o menos erguida, entonces apareció en la tribuna un hombre vestido con el uniforme blanco de gala del ETP, aparentaba treinta años y su piel anaranjada delataba su condición de clon, tenía el físico de un Hércules, las facciones duras y mandíbula cuadrada, se colocó ante un micrófono y dijo:

-      Bienvenidos sean todos a este centro de instrucción de reclutas, yo soy el comandante Dieter Ruskof y ustedes componen la 83ª promoción de este centro, espero que sean tan buenos alumnos como lo fueron las anteriores, forman esta promoción 2800 personas, es decir 100 por cada compañía o letra del alfabeto, la gran mayoría de esta formación, es decir 2000 serán destinados a controladores de infantería, del resto 400 serán destinados a medios blindados o lanchas, los restantes 400 irán a las naves de la flota como navegantes, técnicos cualificados e incluso algún piloto, deben saber que algunos de sus destinos no estarán en naves de nueva creación, sino para cubrir bajas de combatientes.

Un rumor de voces se elevó de las filas, todos pensábamos que los controladores en órbita estaríamos a salvo, pero el comandante añadió:

-      El nivel actual de bajas está en un 5%, los oficiales de enganche ya se lo avisaron e incluso figura en los panfletos, de hecho todo está escrito en los contratos que todos firmaron, pero si alguno quiere irse que lo haga ahora ¡FUERA! este ejército no necesita cobardes ni presuntos objetores de conciencia, tienen un día para pensárselo, la otra opción es quedarse y exponerse al peligro, ya saben sus premios y remuneraciones, ¿ven mi cuerpo? Solo ha envejecido 12 años en los 20 que llevo ocupándolo, mi edad real es de 97 años, no desperdicien esta oportunidad de una nueva vida por miedo. Volviendo al tema, hare hincapié en el nombre de su instrucción ¡Básica! esto es importante y solo el comienzo de sus estudios, el motivo de que no se les dé una instrucción más avanzada, es porque sus cuerpos actuales no lo soportarían, créanme si digo que el 80% de ustedes morirían en el proceso…

La charla siguió un buen rato, se nos informó que la flotilla de Naves-cuna donde se gestaban nuestros clones ya había salido, si todo iba bien ocuparíamos nuestros nuevos cuerpos en una de las bases lunares al acabar la instrucción; al finalizar el discurso se nos mandó ir al almacén por compañías, allí nos dieron los uniformes, dos pantalones de chándal con sus correspondientes sudaderas de color caqui, dos camisetas verde oliva, tres juegos de ropa interior, un pijama ligero con pantalón corto, una gorra, un par de chancletas y otro par de deportivas marrones con cierre de velcro, indicándonos que a la mañana siguiente deberíamos usarlos a toque de diana.

Los días fueron pasando lentamente, levantarse desayunar en la compañía e ir a las aulas, comida y vuelta al aula, cena a las anochecer y luego a dormir, con solo un día libre a la semana pero sin salir de la base, ese día la mayoría lo usábamos para recuperar sueño, a no ser que tuvieses alguna tarea o castigo especifico, pero la rutina semanal era la siguiente: todos los días ejercicio, calistenia básica en respeto a los achaques de la edad, aulas estudio de teórica específica a nuestro cometido posterior. Por las tardes nos llevaban al hospital por turnos, para hacernos reconocimientos físicos y test psicomotrices, la mayoría teníamos que seguir algún tratamiento imprescindible, se nos obligaba a seguirlo al menos durante el tiempo que estuviésemos en el centro, ya que debíamos llegar vivos al encuentro con nuestros clones tres meses después.

Dos veces por semana hacíamos simulación “realista” en uno de los hangares, en estos se exigía el uso de chándal sin ropa interior inferior, en su lugar nos daban un pañal para adultos, luego nos poníamos un arnés en forma de X con una pequeña bolsa a la espalda, las patas de la letra iban a nuestras extremidades donde se conectaban unas botas y guantes especiales con sensores, un casco redondo con protección para las orejas y una pantalla frontal oblonga de 10 centímetros de ancho, pero solo medio de grueso, nos permitía ver el terreno simulado, completaba el equipo un fusil de luz inofensivo en la vida real, pero letal en nuestro campo de batalla virtual.

El hangar estaba vacío salvo en la parte frontal y trasera, su extensión era similar a un campo de futbol, el suelo era una buena imitación de césped sin obstáculos, las paredes estaban también recubiertas de algo parecido al corcho pero de color gris perla, aquello cambiaba totalmente al bajar el visor frontal y dar comienzo la simulación, entrabamos en pelotones de treinta soldados, estabas de pie y comenzabas a moverte, el campo de batalla era una ciudad en ruinas que se perdía a lo lejos, veías los  detalles con una nitidez absoluta, mis compañeros se movían a su vez  protegiéndose en las esquinas, veías (y casi sentías) las balas trazadoras rozándote, trincheras, cráteres de explosiones, un ruido infernal donde distinguías las detonaciones de los distintos tipos de arma y muchos más detalles que os agobiarían, las escenas de los compañeros caídos (virtuales) harían las delicias de cualquier aficionado al “gore” por el realismo y la crudeza de las heridas, cuando te daban (herido o muerto) caías al suelo y permanecías así el resto de la sesión, lo cual resultaba frustrante y humillante a la vez, pues se suponía que entrenábamos en el nivel fácil, con armas de las guerras del siglo XX, las sesiones fueron aumentando gradualmente, lo mismo que los gritos de nuestros instructores., las dos primeras semanas hicimos turnos de media hora, la dos segundas el turno aumentó a una hora y así progresó continuamente durante los tres meses de la instrucción básica, debimos andar en total más de mil kilómetros por aquella nave de solo cien metros; los pañales solo se retiraron limpios a mediados del segundo mes de combates.

Naturalmente nuestras acciones eran monitorizadas y grabadas, siempre teníamos instructores y médicos a poca distancia, algunos de nosotros se desmayaban o sufrían ataques de ansiedad, varios tuvieron que ser evacuados al hospital por ataques cardiacos, pero no murió nadie ya que los sanitarios eran expertos, los más afectados repetían los ejercicios en un nivel bajo hasta superarlo, algunos llegaron a graduarse y otros no, pues la básica era imprescindible para toda la promoción, tanto si ibas a ser piloto o navegante de astronaves, como tanquista o simple soldado raso. Respecto a estos especialistas citados, 400 para la flota y 400 para tanques y lanchas, estaban situados en mejores barracones y venían avalados por su experiencia profesional, algunos habían sido oficiales de submarinos, pilotos de aviación, conductores de tren o expertos en maquinarias pesadas, nosotros los de abajo les llamábamos jocosamente “la puta elite” y ellos a nosotros “jodidas lombrices” por nuestra tendencia a arrastrarnos y ocupar trincheras, sinceramente opino que les vino bien la experiencia, pues tras pasar por nuestro hangar de simulación se bajaron de su pedestal, ellos también se hicieron de todo encima por la impresión, dicho lugar nos igualaba drásticamente.

Durante las horas libres o el día de asueto nadie nos pedía cuentas, al menos dentro de la disciplina normal, ese día era para relajarnos sin trabas, paseábamos o íbamos a una de las cinco cantinas a comer, beber o jugar  a los juegos disponibles, mus, petanca, billar, ordenadores, etc. Otros se conocían mejor y surgieron amistades o romances, dado que éramos 1400 hombres y otras tantas mujeres, no era de extrañar que por las noches algunos compartieran cama o litera, unos lo hicieron seguido y otros jugaban al cambio frecuente, el único impedimento era cambiar de barracón por las noches, sexualmente hablando el asunto moral entre ancianos era bastante relajado y el mando lo consentía dentro de un orden.

Yo al principio no ligué, tenía la cabeza dedicada a otros asuntos, pero un día charlando con Erik un compañero recapacité, este presumía de a cuantas veteranas se había tirado desde que llegó:

-      …y aquella es Yoli una argentina –decía señalando a una morena-  lo tiene todo arrugado como una pasa, pero cuando se quita los dientes postizos alucinas tío, ¡es la hostia mamando!

-      ¡Tú estas enfermo chaval! –dije mirando hacia la mujer y meneando la cabeza repetidamente.

-      Ahh mira, ahí va Zarka, esa es de Zaire, si te molan las negritas te la puedo presentar.

-      No está mal a sus 70 años, gorda con las tetas por la cintura, no gracias –respondí tras darla un vistazo- ¿oye porque esa obsesión con follar?

-      ¡Es por si la diñamos! Imagina que hay algún fallo y durante la transferencia al clon la palmas –Erik se expresaba con elocuentes gestos de las manos- tal vez ese cuerpo nuevo no tenga tanta sensibilidad en la piel, o imagínate que salimos frígidos y no nos empalmásemos ni a tiros, ¡Coño! ese cuerpo está diseñado para luchar no para follar, hay que aprovechar ahora que podemos.

-      ¡Vaya! No lo había pensado, cuando vi las opciones solo pedí algunos músculos y un par de centímetros de más allí abajo, para completar lo que ya tengo, ¡me lo garantizaron! supuse que al ser nuevo el cuerpo haría el resto.

-      Ya, suponer es gratis, ¿y si en la cama no funcionas crees que te darán de baja o te devolverán tu cuerpo?

-      No lo sé, te soy sincero.

-      ¡Mira Tomás! Aprovecha para una última cabalgada, suda contra una tía mientras puedas, ¡nunca se sabe!

-      Puede que tengas razón, humm… me lo pensaré.

Aquella noche al volver al barracón dedique unos minutos a buscar a una mujer que me gustaba, se llamaba Claire y era inglesa, la vi charlando con otras dos cerca de su litera, era rubia y de mi edad poco más o menos, su cuerpo no estaba nada mal, por lo que recordaba de las duchas comunales cuando dejábamos el hangar de simulación, recordaba haber visto hacia una semana como un tío saltaba de su litera al amanecer, ese era lo malo del gran espacio diáfano del barracón, salvo por las literas dobles, las filas de taquillas para la ropa y las camas del fondo, no había obstáculos para ver que ocurría a tu alrededor, la gente aprovechaba la oscuridad de la noche para sus folleteos nocturnos sin apenas intimidad, decididamente y tras armarme de valor me acerque situándome tras ella y le di un golpecito en el hombro, se giró y me quede mirando aquellos ojos azules.

-      Ah hola Tomás ¿qué tal?

-      Hola Claire, me preguntaba si querrías cenar conmigo o… algo así.

-      Pensé que nunca me lo pedirías –dijo ella con una amplia sonrisa alejándose un poco de sus amigas.

-      ¿Me esperabas? –dije asombrado acompañándola.

-      Digamos que te tenia echado el ojo –pego su boca a mi oreja y dijo- eres uno de los diez buenorros atontados del barracón.

-      ¿Buenorro atontado? –repetí asombrado.

-      ¡Si! que estáis buenos pero dormís solos.

-      Ah… ummm… -mi cara debía esta roja de vergüenza- ya entiendo, debo parecer algo ridículo.

-      Hombre no es para tanto, yo también suelo dormir sola, ¿me propones algo?

-      Bueno pongo mi litera a tu disposición, si no tienes inconveniente u otros planes.

-      Prefiero que vengas tú a la mía, ¿esta noche te va bien?

-      Si claro ¡vale! iré al apagar las luces.

-      Espero un semental –dijo guiñándome un ojo- no me defraudes o no repetirás.

Continuara...

Bien amigos esta serie continuara en breve, agradezco el apoyo recibido por parte de los lectores asiduos y los amantes de la SF, procurare no defraudaros.

¡Sed felices!

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