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La Hija de mi ligue. (Version corregida)

en Amor filial

                 La hija de mi ligue. (Versión corregida)

   Mi vida no es la ideal, soy Javier, autor aficionado de relatos para adultos, madrileño, cincuentón, parado y sin pareja, sinceramente esto último tiene cosas buenas, ya que no tienes a alguien cerca recordándote lo inútil que debes de ser para que nadie te contrate; pero tras nueve meses sin meterle nada a nadie (salvo prisas en la fila del híper) ya estaba más que harto de fantasías onanistas y páginas web más o menos calentorras (todorrelatos) así que decidí meterme en una página de citas, comerme el miedo y usar el poco dinero disponible para conocer, o al menos tomarme algo y cenar con una chati con ganas de meneo íntimo.

Naturalmente no mencionare las páginas que visité, basta decir que en dos semanas me sentía como el semental del barrio y mi autoestima aumentaba, recibía mensajes de una docena de pibas de todo tipo de razas y colorines e incluso en español chapurreado en varios idiomas, naturalmente tenía que hacer una selección y como yo soy muy partidario del jamón ibérico, descarté a todas las de fuera dejándolas para una segunda vuelta, aquello redujo mi lista a dos nombres; la primera vivía en mi ciudad, pero dejaba intuir que su situación económica era peor que la mía, así que la deje en reserva momentánea o como amiga telefónica.

La otra era una cuarentona que trabajaba como auxiliar de enfermería, vivía en Ávila y tenía una hija de 18 añitos recién cumplidos, ambas se llamaban Ana, naturalmente la cuestión de la hija me repelía un poco por el tema de la intimidad, pero dada mi situación y edad no podría elegir demasiadas solteras o gente sin críos; la cara de aquella mujer era bonita aunque algo regordeta, en su descripción decía que estaba algo rellenita, aquellos indicios debieron hacerme meditar pero… supongo que ni cabeza inferior dominaba mis actos, así que quede con ella tras charlar varias veces por teléfono, la mujer me ofreció su casa por un fin de semana, para conocernos mejor.

Viajé en autobús a su ciudad, ella estaba encantada con la cita, tenía casa, trabajo, coche e hija; yo en cambio estaba en crisis, con mucho tiempo libre y algo nervioso, ¿habría quedado con una troll con cuerpo de botijo o con una mujer normal aunque un poco rellenita? Lo supe al llegar a la estación de autobuses de Ávila, era mediodía y yo había acertado en mi segunda suposición.

Ana era bajita pues media metro setenta con tacones, ojos castaños, morena de pelo corto, pechos medianos y algo ancha de caderas, sin ofender le daría un 7 en mi particular baremo de titis, hacía calor y ella llevaba un vestido multicolor con estampado de floripondios, yo vestía de sport no queriendo dar imagen de cutre ni de demasiado formal, mi equipaje se reducía a una maleta pequeña, conteniendo un polo y otro pantalón, dos recambios de ropa interior, los trastos del afeitado, la colonia y las gomas, (por si acaso) eso era todo.

La mujer era muy simpática, tras el natural corte inicial propio de dos desconocidos, me dio la impresión de que le gusté, charlamos ambos como loros y nos reímos bastante, la tensión se relajó por ambas partes mientras paseábamos tras dejar la maleta en su coche, me llevó a un restaurante y comimos animadamente, a media tarde pasamos por su piso a dejar mi equipaje, naturalmente su hija estaba allí y me la presentó apenas entrar.

Anita era una joven simpática y guapa (no aparentaba su edad) media metro cincuenta y poco, pelo suelto moreno y largo, vestía camiseta y pantalón corto de tonos claros, poseía un cuerpo delgado, pecho pequeño, culito estrecho y alto, cara bonita, ojazos verdes, nariz breve, boca amplia y muy dicharachera, era la clásica chavala que no puede estarse quieta, todas las preguntas que su madre no me hizo por cortesía, salieron de su joven boca atropelladamente, ¡Caramba! ¿Esa chica quería algunas respuestas o mi currículo completo? me sentí algo acosado, afortunadamente su madre intervino en plan de broma y calmo la situación, llevándoseme aparte para enseñarme la habitación de invitados.

-      El baño está en el pasillo, no olvides llamar antes de entrar en él. –dijo Ana sonriente- aquí solo vivimos chicas.

-      No lo olvidare guapetona, quédate tranquila.

-      Gracias por lo de guapetona, sé que no lo soy.

-      Entonces estamos a la par, yo tampoco soy guapo, pero me gustas.

-      Y tú a mí, pero no demuestras que te guste demasiado –dijo mirándome muy de cerca.

No respondí, aquel era el aviso, el banderazo de salida o la señal adecuada, llamadlo como queráis, la tomé de la cintura con una mano y bese sus labios, ella tras unos segundos colaboro en el beso, nuestras lenguas iniciaron un baile lento en su boca, sentí como me abrazaba pegándose a mi cuerpo, al separarnos sus mejillas estaban ruborizadas y jadeaba levemente, ambos sabíamos que era el momento de pasar a “algo más” pero saber que la joven estaba en el salón nos cortaba.

Tras dejar la maleta en mi habitación me enseñó el resto de la vivienda, tres dormitorios, amplia cocina, servicio con bañera y una terraza larga con multitud de plantas, volvimos al salón sentándonos junto a Anita que estaba viendo la tele, minutos después la madre fue a por unas bebidas a la cocina, en ese momento la joven tras darme una mirada intensa se arrimó apoyando la cabeza en mi hombro y dijo:

-      Perdóname si te he preguntado demasiado.

Sus ojazos estaban a cuatro dedos de los míos, sentí su aliento en mi boca, sus manos cálidas en el hombro y sus juveniles pezones en el brazo, tuve que tragar saliva antes de responder:

-      No… ehmm… no tiene importancia jovencita, tu curiosidad es normal.

-      Vale, no quiero caerte mal por ser preguntona, solo quería saber cosas de ti, mi madre me ha contado algo, pero entiende que soy curiosa.

-      A mí también me ha hablado de ti, por cierto felicidades por tu 18 cumpleaños, aunque algo tardías.

-      Gracias, bueno solo hace 12 días de eso, lo celebramos en un bar cercano con la familia y amigos.

-      ¿y cómo llevas lo de ser adulta?

-      Psee… ¡Es una sensación nueva! Nadie me echa los años, dicen que tengo aspecto… ¿aniñado? Si creo que esa es la palabra.

-      Bueno no te hagas malos rollos, ese aspecto se cura con el tiempo, tómatelo más bien como un piropo.

-      Vale así lo hare, pareces buen tío, ¿comprendes lo de mi curiosidad por saber cosas de ti?

-      Lo entiendo guapa, ya me iras conociendo, pero te anticipo que solo soy un tío muy normal.

Normal y cachondo (demasiada abstinencia) entre el beso de la madre y la tentación de la hija estaba más tieso que la pata de un burro, escuche los pasos de Ana trayendo las bebidas e intenté discretamente que no se me notara, la madre debería ser la versión femenina de rompetechos o de mister magoo si no veía mi erección, luego supe que se había fijado pero pensó que aún me duraba por lo del beso.

Un rato después charlábamos los tres, los temas eran diversos y lo pasamos bien, Anita fue a su habitación a cambiarse de ropa para salir con sus amigas, volvió con una falda azul cielo y una camisa clara cortita con un nudo sobre el ombligo, esta era algo escotada permitiendo adivinar sus pequeños y juveniles pechos, se había recogido el pelo y no pude evitar fijarme en su cuello grácil y suave, vino a nuestro lado antes de irse y me dio un beso en la cara y otro a su madre,

Al quedarnos solos Ana se arrimó más contra mí, deje de hacer el pardillo y pasamos un buen rato comiéndonos la boca, ambos teníamos hambre atrasada ¡saltaba a la vista! Nuestras manos se volvieron más audaces valorando la carne del otro, nos fuimos lanzando a un maremágnum de caricias mientras nos desnudábamos sin apenas darnos cuenta, recuerdo que acabamos en el suelo, ella suspirando y yo jadeando, sentí un gustazo tremendo al penetrarla, Ana estaba algo rellenita en efecto, sus pechos no eran los ideales para mi gusto, pues eran medianos y estaban algo caídos sin parecer dos huevos fritos, pero se meneaba de maravilla con una polla dentro, sus besos sabían a gloria, no tardamos ambos en corrernos, su orgasmo fue escandaloso, toda ella se agitaba y temblaba, incluso me dejó un chupetón en el cuello, el mío resulto algo más modesto al ser interrumpido para eyacular fuera de su chochete, pero en la calentura del momento había dejado los condones en la habitación.

Tras quitarnos las telarañas de los genitales, tuvimos un momento retozón, fumamos, bebimos y nos reímos, más tarde y tras asearnos salimos a cenar y bailar unas horas, después de divertirnos volvimos a casa y ella tras controlar a su hija y charlar un rato con ella vino a mi habitación; la noche paso entre otro polvo entusiasta, muchos abrazos y alguna conversación antes de dormirnos abrazados, aquella mujer me había devuelto la sonrisa con su sonrisa, su amistad y una buena dosis de sexo.

El sábado fue también movidito, ya que al parecer ambos teníamos hambre atrasada de sexo, naturalmente nos mostrábamos serios y reservados ante la hija, pero las manos se nos iban de vez en cuando; en el terreno sexual la mujer me decepcionaba un poco, no es que Ana fuera mala en la cama, su problema era que el marido la había echado a perder, me confesó que su hombre la usaba mucho en plan perrito y con prisas, en lo de mamar era moderadamente buena pero cortadita, supe que tendría que esmerarme con ella aunque solo fuera por pundonor.

El domingo la cosa mejoró un poco, pero Anita insistió en acompañarnos en la visita por la ciudad, así que tuve que reprimir los toqueteos a su madre, durante la siesta Ana y yo follamos durante una hora, luego me tocó hacer la maleta para la vuelta a casa; medité durante el regreso en Bus, Ana sin ser guapísima no estaba nada mal, su cuerpo me ponía y sus jadeos de placer me excitaban como pocas mujeres lo han conseguido, ¡Entendedme! Ana follando era algo sosa, pero una escandalosa de cuidado y ya sabéis lo que se agradece el trabajo bien hecho.

Seguimos hablando por teléfono, dos semanas después volví a verla, ella me echaba de menos y me lo demostró después de cenar en un restaurante, a la vuelta a su casa detuvo el coche en una placita poco iluminada, donde me hizo una mamada ansiosa, me costó Dios y ayuda no correrme en sus fauces, pero conseguí reservarme lo bastante para llegar a su hogar y tras comprobar que Anita dormía en su habitación, procedí a echarla un polvo como es debido, es decir, dejándome ganar por goleada intima, no sé si fueron 4 ó 5 corridas suyas por 2 mías, solo sé que acabé hecho polvo y ambos nos abrazamos durmiéndonos juntos.

Mi siguiente recuerdo fue algo más confuso, un teléfono… una conversación… una sacudida en el hombro, abrí los ojos viendo la cara de Ana a pocos centímetros diciendo:

-      He de irme, una compañera no puede ir al hospital y he de cubrir su puesto, ¿me oyes?

-      Humm… si… si te escucho.

-      Duerme tranquilo, volveré a la hora de comer y seguiremos donde lo hemos dejado.

-      De acuerdo guapa… ve tranquila.

-      Me fastidia pero ya sabes cómo va el trabajo y sus imprevistos.

Se fue a vestir y poco después salía de la casa, recuerdo que me volví a dormir casi enseguida; lo siguiente que recuerdo es que sentí caricias y una sensación de bienestar en mis bajos, abrí lentamente los ojos, había amanecido y la claridad del día entraba por la ventana, había otro cuerpo en la cama, eso lo notas enseguida por el roce y el calor corporal, mi mano acariciaba una espalda desnuda… entonces baje la vista y vi a Anita la hija de mi ligue, imaginad mi sobresalto, me había destapado y jugueteaba con mi verga, que entre sus manos se veía enorme, di un salto diciendo confuso:

-      ¿Pero qué coño…?

-      Ah… ¡Hola buenos días!

-      ¿Qué buenos días ni que niño muerto? ¡puñetas! ¿Qué haces en mi cama?

-      Jugando y conociéndote algo mejor, ¿Qué pasa?

-      ¡Ostias!... jugando dices… suéltame la polla.

-      ¿No te gusta…? –respondió sin soltarla sonriendo y mirándome con sus ojazos verdes.

-      ¿Pero tú estás chalada o qué? Soy un amiguete de tu madre y podría ser tu padre, hay cosas que no se deben hacer, deberías saberlo jovencita.

-      ¡Si, me he portado mal…! –añadió con expresión picara- ¿Tal vez deberías darme unos azotes…?

-      No debería tocarte ni con pinzas y… ¡Suéltame el rabo de una vez! –respondí dándola un manotazo para que me soltara la herramienta.

-      No seas violento y no me grites –repuso seria, si hay escándalo serás tu quien acabe en comisaria.

Permanecí quieto unos instantes tras sentarme en la cama con la espalda apoyada en el cabecero, casi se podía oír la maquinaria de mi cerebro discurriendo, la chica llevaba su pelo moreno recogido en dos coletas con gomitas rojas, por lo demás apenas llevaba ropa, un ligero camisoncito fino y una braguita diminuta ambos de color blanco, me costó apartar los ojos de su cuerpo y retomar el hilo de mis preocupaciones, ¡Ella tenía razón! si había barullo y venia la pasma yo acabaría en un calabozo, bastaría que la joven me acusara de abusos o algo así, la edad no me preocupaba pero aunque me creyeran podía dar por finalizada la relación con su madre, ¡Estaba bien jodido! así que decidí mantener la calma y dialogar un poco, a ver qué había pasado por aquella perversa cabecita.

-      A ver Anita ¿Qué puñetas me propones?

-      Mira Javier, tú me caes muy bien y a mi madre le gustas, lo hemos hablado.

-      ¿y por eso te metes en la cama conmigo? –dije poniendo cara de asombro.

-      Es que me fastidia ver a mi madre pasarlo mal, ya es muy mayor… cuarenta y muchos… eso es casi una vieja.

-      Eso es madura, no vieja. –corregí.

-      Si vale, pero mira, ella… ya ha conocido a más gente por internet, -arrugó el ceño en mueca de desagrado- ¡Deberías haber visto a alguno! Puff… restos de desguace o chulitos y papanatas, luego tuvo un parón de varios meses porque se deprimió y ahora llegas tú, que nos has gustado a las dos, eres… ¿Cómo decirlo? ¡Normal! Y tienes cara de buen tío.

-      Pero… eso no es excusa para lo que haces guapa.

-      Déjame acabar, -trago saliva y siguió- solo se ha acostado con otro tío antes de ti, el venia solo a follar y punto, luego ni cogía el teléfono, de eso hace meses como ya dije y lo paso muy mal, yo la quiero mucho y no soportaba verla triste y amargada, por eso…

-      Sigue.

-      Por eso pensé en darte un… digamos, un aliciente para que sigas con ella.

-      Pero nena, ¡ponerle los cuernos a tu propia madre! eso no es lo que se dice hacerle un favor. –mi cara reflejaba una mezcla de asombro, enfado y desdén.

-      Yo no quiero follarte, no me malinterpretes, soy y quiero seguir virgen.

-      Pues hija, -dije asombrado- no lo parece cuando despiertas a alguien haciéndole una paja.

-      Solo eran toqueteos y sé que te han gustado por lo duro que estabas.

-      Estaba dormido... y… supuse que serias tu madre.

-      Pero ahora ya no lo estás y voy a repetirlos.

-      ¡Ni lo pienses!

-      Recuerda que no puedes dar escándalos, hare lo que quiera contigo.

-      Eres perversa, tu madre podría volver y…

-      Volverá a la hora de comer, estate tranquilo pues sé sus horarios.

Pensé que era una tontería discutir y ciertamente me podía perjudicar, así que la dejé hacer, a nadie le amarga un dulce y menos un pajote bien hecho, lo que yo no sabía era que la joven Anita era una ninfómana en ciernes y una calentona de mucho cuidado.

Mi cabeza volvió a los años 78-80, cuando la novia se dejaba hacer pero poquito, no fuera que perdiese la oposición para virgen del pueblo, ¡Recordad! Que si solo toqueteos, que si solo roces, que si solo la puntita, ¡Menudas pájaras! La mayoría están ahora divorciadas y algunas son putas aficionadas, digo yo que para recuperar el tiempo perdido con algún adicto al futbol televisado, los porros y las letrinas.

Pero Volvamos a Anita, la morenita había vuelto a coger mi herramienta y la dedicaba toda su atención, naturalmente tardé muy poco en volver a estar excitado viendo y sintiendo sus manos en mi verga, solo interrumpió aquel contacto el tiempo suficiente para arrodillarse en la cama y sacarse el camisón que tiró a un lado, contemplé sus pechos, dos peritas firmes coronadas de pequeños pezones con sus aureolas chiquitas y rosadas, la vi sonreír al sentirse observada, colocó el miembro entre ellas, sentí su carne cálida, la joven presiono ligeramente haciendo bascular arriba y abajo sus tetitas,  sin conseguir envolverme del todo el rabo, pero proporcionándome placer en el intento, le acaricie sus orejas y cuello, ella se detuvo diciendo:

-      No hace falta que…

-      Cállate cielo, no voy a reñir y seguirás virgen, pero jamás he dejado que una mujer me haga cariñitos sin tocarla y eso no admite discusión, yo cedo un poco y tu otro tanto, es lo justo.

-      Vale… sigue, pero no te pases.

Volvió a su tarea masturbadora, ¡No te pases! Había dicho mientras me pajeaba con sus peritas, ¡Las tías son así de contradictorias! Aquellas tetitas eran suaves y tibias, la sensación agradable, sus ojazos verdes me devolvían la mirada con curiosidad y una pizca de vicio, entretanto sus dedos habían vuelto al ataque, los sentía acariciándome el prepucio y la corona, a estas alturas mi verga estaba totalmente erecta como comprenderéis.

-      Jo… es enorme. –dijo la joven.

-      Solo son 18 cm, soy de tamaño normal. –acerté a contestar entre dos suspiros de placer.

-      Si pero es gorda… esa cabezota tan coloradota y suave al tacto me encanta… parece reclamarme.

-      Ahh… te pide un beso –respondí- no seas tímida y dáselo.

Anita obedeció sin dejar de mirarme con picardía, acerco sus morritos al capullo y lo fue recorriendo sin prisas, dando besitos suaves aquí y allá en todo el prepucio, aquella experiencia placentera me hizo cerrar los ojos, la sensación era increíble, sentía el calor de sus manos en los huevos y la verga agitándose sin parar, mientras su boca repasaba el prepucio en múltiples lugares en una sucesión de besitos rápidos, aquello me hacía agitar las caderas incontrolablemente por el placer, de repente la joven se detuvo diciendo:

-      Te sale leche por la punta, eso es que te gusta demasiado. –dijo.

-      Ooohf… si cielo… eso es el placer que asoma –contesté entre dos jadeos, agradeciendo mentalmente que parase un instante, añadí:

-      Es el líquido pre seminal, te advierte que lo haces muy bien, ahora debes probarlo.

-      ¿Cómo dices, quieres decir que lama eso?

-      En efecto cielo, pon la boca sobre el capullo y ve metiéndote la verga en la boca suavemente, debes usar la lengua para recoger el líquido y saborearlo con tranquilidad, así te acostumbraras a su sabor.

Ella aprovecho esta conversación para acomodarse mejor, sin dejar de devolverme la mirada con aquellos ojazos verdes, poniéndose arrodillada a horcajadas sobre mi pierna derecha, sentí su vagina contra mi rodilla y aprecie en mi piel la humedad de la braguita, Anita me hizo caso bajando la cabeza para engullir lentamente el prepucio, sentí su lengua recogiendo el pre seminal, notaba sus labios abiertos resbalando por mi piel engullendo hasta por debajo de la corona, haciéndome disfrutar de aquella visión celestial y de las subsiguientes sensaciones de gozo.

-      Así cariñín, me haces disfrutar mucho… ahora sube y baja despacio la cabeza.

-      ¿humm… así? –dijo torpemente tras unas cuantas cabezadas.

-      Si Anita lo haces bien pero intenta hacer succión a la vez.

Ooh… la chica se esmeraba en el trabajito oral, tuve la tentación de cogerla de las coletas y presionar firmemente, hasta meterla toda la verga dentro para sentir sus labios en las pelotas, afortunadamente pude contenerme a tiempo, en su lugar decidí acariciar su cabeza y orejas, aquello la gustaba pues notaba el roce de su pubis contra la rodilla, la sensación de humedad de su braguita persistía, decidí meter una mano entre nuestros cuerpos para acariciar su pecho, no tarde en encontrar uno de sus pequeños pezones, estaba muy tieso y sensible, dedique mi otra mano a su espalda, acariciándola con leves movimientos circulares que la ponían el vello de punta y ayudaban a su placer.

A estas alturas Anita era una masa movediza y feladora, su cuerpo se agitaba de cintura para abajo al rozar su coñito contra mi rodilla, en el centro oscilaba de lado a lado disfrutando de las caricias en su espalda y al mismo tiempo de mi presión en sus pezones, añadid a esto que la joven había cogido el tranquillo a eso de mamar una polla y no cesaba de engullir, agitar, lamer y subir o bajar su cabeza una y otra vez, su ritmo y habilidad aumentaron lentamente por lo que la sensación de placer crecía sin parar, me tenía a punto de soltar la lechada en su boca, el placer era increíble así que decidí darla su premio y a la vez subir su autoestima.

-      Oooh joder… no es posible que tan rápido… ohh, vas a hacer que me corra. –exclame entre jadeos.

-      ¿Houmm…?

-      Si cielo… no puedo aguantar más… eres la mejor… oh… si trágalo cariño.

La mano que acariciaba su espalda quedo sobre su nuca ejerciendo presión, sentí oleadas de esperma saliendo de mi para acabar directamente en su boca y garganta, el placer era inmenso y no recuerdo el número de lechazos que solté, ella tragaba como podía aunque algo blanco surgió por la nariz y las comisuras de la boca, al notar que se paraba la obligue un poquito con la mano en la nuca para que siguiera cabeceando levemente.

Al fin libere su nuca, ella se incorporó tragando y respirando afanosamente, estaba guapa con aquellos ojazos verdes reflejando furia, iba a decir algo pero no la deje, en un rápido movimiento la tomé de las caderas alzándola para colocarla a horcajadas en mi regazo, aquello la sorprendió bastante, cuando quiso reaccionar ya tenía mi verga presionando contra su coñito aun protegido por aquellas braguitas empapadas, acalle sus protestas besándola en plena boca mientras sujetaba su cuerpo bien abrazado contra el mío.

En sus bragas se juntaban sus flujos con los restos de mi leche, aún conservaba una buena erección por lo que la joven debía sentir aquella dureza contra su clítoris y vagina, ella comenzaba a su vez a responder al beso con lengua y debo admitir que aun saboreando el regusto de mi propio esperma el besazo era de campeonato, pues Anita respondía con entusiasmo, sentía sus pezones contra el pecho y como ella comenzaba a agitar las caderas vigorosamente, en algún momento la verga halló un hueco por el que colarse entre tanto trajín, el resultado era un roce en su vagina y clítoris, ahora ya piel contra piel, sentir aquello disparó el placer por ambas partes.

Ella estaba casi tumbada sobre mi cuerpo, jadeándome en plena boca mientras nuestras cinturas se acoplaban como si estuviéramos follando, la única diferencia era que no había penetración pues notaba mi propia verga presionando contra mi vientre y agitada a su vez por su vagina empapada, pero la joven se meneaba arriba y abajo como una campeona, sentí como se aferraba a mi cuerpo arañándome en un hombro por su desbocada pasión mientras alcanzaba un orgasmo que la hizo temblar de la cabeza a los pies, entre grititos y jadeos que delataban su placentera entrega.

Quedo derrengada, derrotada sobre mi cuerpo, Anita en su estado normal era guapa, pero después de correrse era bellísima, su rostro relajado era una delicia, aun con semen reseco en su nariz y mentón, tenía los ojos cerrados y respiraba suavemente, yo no quería moverme para no romper el encanto del momento, su peso y calor resultaban más un aliciente que una molestia, supuse que mi vena romántica resurgía en esos instantes algo perversos.

¿Qué más puedo contaros de aquella primera vez? Conversamos mucho una vez vestidos hasta que llego Ana del trabajo, no hubo más tema con ella porque debía reservarme para su madre, pero si roces y algún escarceo furtivo, por si os lo preguntáis diré que ¡No! aquella vez no me permitió verla el coñito, dijo que porque le daba mucha vergüenza, me dijo que mi semen la gustaba, aunque la sorpresa no la había dejado disfrutarlo a gusto, pero la había encantado correrse con aquel sabor tan peculiar en la boca, más tarde la pregunte si tenía novio o amigos íntimos a lo que me contesto con desparpajo:

-      Eso Javi… ¡No es asunto tuyo!

-      Eso quiere decir que si hay alguien, -contesté.

-      Solo digo que no te importa, evita el tema por favor.

Bueno lejos de malos rollos o tonterías de celos me sirvió de lección, la tendría cada vez que visitara a su madre y punto, ya hallaríamos la ocasión propicia para ello, la única condición era respetar su virginidad vaginal, pues algo más tarde me enteré de que la anal la había perdido recientemente, por lo demás no había cortes ni restricciones y Anita acariciaba, pajeaba y mamaba como una profesional, en resumen entre la madre y la hija me dejaron seco aquel fin de semana, pues como es comprensible la madre ignorando los quehaceres de su nena reclamó mis mimos y atenciones al volver del trabajo así como otra vez por la noche.

Bien amigos ya contaré más visitas; entretanto hacedme un favor, este 2016 debéreis…

¡Ser muy felices!

Bueno, como veis he retirado el encabezamiento original y añadido algunas frases o alterado otras, espero que esta versión alternativa les parezca correcta a ciertas personas a las que por lo visto ofendí de alguna manera, el relato original se queda, pese a que fue quitado durante unas horas en la mañana del pasado viernes 15 de Enero.

Gracias Jubilado, como ves aprecio y sigo consejos si son buenos. 

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