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El Virus VR (38)

en Grandes Series

Se recomienda la lectura de los episodios anteriores para una mejor comprensión de la historia, especialmente el 1º el 4º y el 9º pues explican el origen, la transmisión del virus y más datos importantes.

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   Diario de la infección, septiembre. 2ª quincena.

   Cuando regresamos a la base con los restos de Natalia, la población se mostro dolida y bastante afectada ya que la mujer caía muy bien a todo el mundo, enterramos sus restos en el cementerio al día siguiente con honores y nuestro cura/sanitario rezo un responso por ella.

Por lo demás, las primeras lluvias habían traído los primeros resfriados, nos reunimos los mandos con los médicos y decidimos acelerar el proceso de dispersar a la población de los bloques por las distintas casas del pueblo, no era oportuno tener todos los huevos en la misma cesta, pues una epidemia de gripe o cualquier otra cosa podía acabar con todos de golpe, así que se decidió una dispersión controlada.

Aparte de unas pocas casas que contaban con paneles de energía solar, disponíamos de pocos lugares adecuados para ser autosuficientes, después de revisar a fondo las ferreterías, almacenes y obras solo disponíamos de seis generadores en el pueblo, aparte del de los bloques y el del torreón, aunque las líneas de corriente funcionaban no podíamos abastecer a todas las casas, pues el consumo de combustible sería excesivo y muy por encima de nuestros medios.

Decidimos por tanto limitarnos a mejorar nuestros cuatro puntos de guardia en el perímetro del pueblo, las casas próximas a ellos fueron equipadas con los generadores, además dos de ellas disponían de paneles solares lo cual ayudaba bastante, decidimos que cada puesto contara con dos casas adyacentes donde situar algunos grupos de milicianos y familias de estos para su protección y defensa, suponiendo que de paso su moral de combate así como sus ganas de resistir se verían aumentadas.

Sabíamos de sobra que el pueblo quedaría aislado con las nieves, por lo cual nos dispusimos a preparar todo lo más rápidamente posible, la población se afanaba en mejorar los puntos de guardia y fortificarlos, se hicieron muros alrededor de las casas como si fueran posiciones aparte, se llevo comida y provisiones a estos lugares procedente de tiendas y almacenes que habíamos encontrado al limpiar el pueblo, así como ropa y mantas en abundancia.

Las casas tenían chimeneas así que nuestro siguiente paso fue buscar madera para ellas, se llevaron cargas de troncos buscadas en todo el lugar y por previsión se talaron varios árboles cercanos, cada “barrio de guardia” seria mandado por un cabo y tendría alrededor de 20 personas, a ser posible familias enteras o vecinos de la zona donde se asentaban, aprovechando así mejor el conocimiento del terreno circundante, aquellas 80 personas estarían enlazadas por radio y teléfonos con los bloques, cada día se les mandaría con un coche la comida que sería cocinada en dichos bloques donde tendríamos la despensa general y las cocinas, la reserva de comida de los puestos solo seria usada en caso de urgencia o aislamiento.

Entretanto se dispuso que una patrulla recorriese los accesos y el perímetro exterior de nuestro pueblo, entretanto otra patrulla formada por la cabo Mara, Lucy, Ernesto y Damián, saldrían a recorrer el cauce del rio para evitar que algún cadáver allí caído infectara nuestro suministro de agua corriente, esta patrulla remontaba el cauce dos veces a la semana y solo en su primer viaje retiraron dos cuerpos, uno de persona y el otro de un burro ambos medio comidos y en avanzado estado de descomposición, con lo que la medida resultó acertada.

En el torreón Cecilia seguía mejorando a ojos vista, sus agiles movimientos y afán de aprender cosas me asombraban, aparte de leer ayudaba en las tareas domesticas así como a preparar la comida y la ropa, tuvimos un pequeño cabreo cuando intento planchar y quemó una de sus faldas nuevas, decidí hacerme cargo de la plancha desde entonces, pues descubrí lo peligrosa que podía ser con aquello caliente en sus manos, seguía pinchándola y haciéndola las pruebas con los bastoncillos, estos me mostraban como su cuerpo mejoraba pues la saliva era cada vez menos distinta a la mía.

Se bañaba y paseaba sola cuando yo salía cada mañana al pueblo, ya no necesitaba a nadie para vigilarla aunque la pareja de guardianes siempre estaba atenta a sus evoluciones así como las de los tres “desinfectados” que teníamos en el cercado, con respecto a estos diré que tras lavarlos, raparlos y desinfectarlos a conciencia los dejamos a su aire, la pareja joven se divertía bastante entre si, mientras que el cincuentón resulto ser un onanista consumado y solo se conformaba mirando a los otros, un día le eche narices al asunto y tras una de sus sesiones de sexo, entré en el cercado armado con la porra eléctrica por si acaso, aproveché que estaban relajados y me senté ante ellos comenzando a charlar, enseguida los tres se sentaron ante mí y atendieron mis palabras, les dije mi nombre e intentaron imitar mis gestos, no sabía cómo se llamaban así que tras tomar sus huellas dactilares las envié por fax a la comandancia por si los podían identificar.

Con respecto a mi vida sexual con Cecilia debo decir que me estaba quedando sin preservativos, mi rubia era un volcán activo tanto en la cama como fuera de ella, solo paramos unos pocos días después de enterrar a Natalia, pues no me sentía con ánimos, ella fue paciente hasta que una noche vino hasta mí con un preservativo en la mano diciendo:

-         Ven Toni, tu muy triste ven conmigo.

-         Ceci nena, no estoy bien lo que he visto… no es agradable.

-         Ven, ven con Ceci, te necesito… Toni bueno si.

¿Qué decir? Nos encamamos, y ¡vaya si nos encamamos! mi rubia me deseaba tras días sin tocarla, me cogió de la mano llevándome a la habitación donde con manos agiles procedió a acariciarme, yo me deje caer en la cama dejándome hacer con los ojos cerrados y la mente ausente, pero mi rubia había aprendido muchas cosas en ese tiempo, incluso habíamos visto películas de adultos en la pantalla del ordenador, procedentes de un disco duro que hallé en la taquilla de uno de los agentes muertos.

Si bien es cierto que tardé un poco en reaccionar a las caricias, mi nena no se rindió y redobló sus esfuerzos para consolarme, se desnudó e hizo lo mismo conmigo diligentemente y sin apenas hablar, luego se tumbó a mi lado y se rozo con su cálido y deseable cuerpo contra el mío, iniciando un sinuoso vaivén donde nuestras pieles apenas se separaban mientras me susurraba al lado de las orejas, sus manos me acariciaban toda la zona genital y en breve consiguieron su objetivo de excitarme, notaba sus dedos rodeándome el miembro flojo y como lo recorría bajando el pellejo, abrí los ojos y vi a Cecilia deslizarse hacia mi entrepierna, luego sentí como mi polla aun floja era metida en su boca.

Al principio no sentí demasiado, pero la imagen era excitante y en breve me llegaron sonidos húmedos de chupeteo, recordé fugazmente que su saliva ya daba casi normal en los análisis, así que me concentre notando (por fin) sus labios apretándome el miembro y su lengua jugando con el prepucio, puse una de mis manos en su cabeza acariciándola el cabello y con la otra la acaricie el cuello y la espalda, dentro de la boca de Ceci el miembro tomaba consistencia y adquiría la erección que ella deseaba, entreabrí los ojos viéndola chuparme mientras se masturbaba suavemente con una de sus manos en su sexo, el aroma a hembra caliente me llego enseguida y lo olfatee con placer.

A mi rubia ya no le cabía mi polla en la boca, la chupaba con ganas a lo largo y en derredor sin dejar de empaparla de saliva, metiéndose el prepucio profundamente y haciéndome gozar sin parar con sus labios, tras varios minutos así la hice detenerse antes de que me hiciera eyacular, me puse el preservativo y la hice tumbarse en la cama colocándome sobre ella, cuando la penetré me recibió con un gemido suave y prolongado mientras me hundía en su cuerpo, su vagina untuosa y cálida se abrió a mi paso a la vez que comprimía mi falo en su interior, nuestros movimientos al principio suaves se fueron haciendo paulatinamente mas rápidos y febriles, ambos gemíamos de gusto arreciando nuestros vaivenes, entraba en mi chica mientras esta mecía vigorosamente las caderas contra mi cuerpo a fin de sentirme completamente dentro, nuestros susurros y gemidos aumentaron y sentí como se aupaba contra mi cuerpo abrazándome mientras se corría con mi falo incrustado dentro.

Yo no me había corrido pero estaba cerca, así me arrodille entre sus piernas metiéndola bien el rabo dentro de su chochete, había subido su culete sobre mis muslos mientras ella permanecía medio grogui por el orgasmo, lleve una de sus manos al clítoris mientras yo la tomaba por las caderas, disfruté de la visión de sus dedos acariciándose mientras la penetraba con ritmo creciente de nuevo, mi rubia se acariciaba los pechos con su mano libre mientras me miraba a los ojos y me lanzaba miradas de lujuria desde sus chispeantes ojos, de sus dulces labios salían largos maullidos de gusto, yo no podía apartar los ojos de su plano vientre que hendía vigorosamente cada vez a mayor ritmo, no tardamos en corrernos ambos casi simultáneamente entre grandes gritos de placer intenso, la rellene la vagina de esperma mientras ella me empapaba los genitales en un aluvión de flujo, tras casi un minuto de convulsiones y espasmos compartidos caí sobre su cuerpo, estábamos felices y satisfechos.

Recuerdo vagamente que paso mucho tiempo, hasta que nos levantamos y tras quitarme el condón usado fuimos al baño a ducharnos, volvimos a la cama e intentamos dormir pero no tardamos en enzarzarnos de nuevo en otra sesión de sexo, esta vez se la metí desde atrás en el chochete aprovechando la postura en la que estábamos colocados, sus nalgas contra mi vientre resultaron demasiado excitantes para mí y su suave piel me la puso dura en un minuto, como decía no tardamos en estar de nuevo entregados a la pasión, en esta ocasión no usamos preservativo por no romper el abrazo y la sensación por ambas partes fue mucho mejor, no tarde en rellenarla con mi segunda corrida de la noche, ella gimió repetidamente y sé que alcanzo a su vez un buen orgasmo al menos, tras aquel encuentro y usando nuestras últimas fuerzas pasamos nuevamente por la ducha y finalmente nos dormimos agotados.

Recuerdo que los dos días siguientes llovió bastante, yo bajaba diariamente a los bloques e inspeccionaba los puestos de guardia, el personal remontaba los ánimos lentamente pero la moral no estaba en su mejor punto, las patrullas no podían salir por la lluvia e incluso se paralizaron las obras, corrían malos augurios para bastantes de nosotros y la sensación de temor a los infectados se acrecentaba, nadie quería exponerse a formar parte de la siguiente patrulla atacada.

Finalmente a mediodía del tercer día dejo de llover, habían pasado unos diez días desde la muerte de Natalia y decidimos volver a la rutina normal, necesitaba que la milicia se pusiera en marcha de nuevo o el malestar y la falta de entusiasmo nos pasarían factura más adelante, las obras se reanudaron aquella tarde y las patrullas al día siguiente con los caminos algo más secos, pues deberían moverse por carreteras malas y trochas de tierra en bastantes tramos.

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Entretanto “soldado” no se divertía precisamente con los suyos, tras la emboscada y tras dar de comer aquella mujer a su jauría, su popularidad aumento e incluso volvió a tener sexo con su chica morena, pero en su mente las ideas se hacían más claras paulatinamente, le seguía doliendo la cabeza y sufría espasmos durante el sueño, en esas ocasiones le parecía ver escenas desenfocadas como de una mala película, se despertaba cada vez más frecuentemente aullando y empapado en sudor frio, el no se engañaba sabía que estaba cambiando pues ya había visto anteriormente eso en otra gente, comenzó a mirar a sus subordinados con fundadas sospechas, intentando descubrir cuál sería el primero en percatarse de su cambio y atacarle para asumir el mando de la manada.

Durante el día se alejaba meditando acerca de cómo escapar a los suyos, pero de paso espiando el pueblo y buscando lugares para un nuevo ataque a los coches, se había propuesto atacar uno de ellos y hacerse con todos los ocupantes, aprovechando así la comilona posterior podría huir de la manada sin ser perseguido por ellos; el día que comenzó a llover intensamente estaba casualmente en una curva cerca del rio y la idea le llego de golpe, en aquel punto el camino de tierra formaba una curva muy arbolada, a distinto nivel del rio y solo separada de este por una pronunciada pendiente de unos 30 metros de alto, se dio cuenta de que ellos podían romper el quitamiedos de madera y que el vehículo una vez tomada la curva iría cuesta abajo, con lo cual cogería mas velocidad en su recorrido, dedujo que un ataque repentino en esa zona haría desviarse el coche hacia el talud, si ponía bastante gente empujando lograrían tirarlo por la cuesta y una vez inmovilizado, sus ocupantes quedarían a su disposición.

Acabo de recorrer la zona, puliendo ideas de cómo conseguir su objetivo mientras la intensa lluvia le empapaba, después regreso a la compañía de su jauría en la vieja granja que ocupaban, no le extrañó que los infectados le recibiesen entre gruñidos malévolos, era consciente de que la lluvia había lavado su andrajoso uniforme y disipado bastante su olor, con cerca de 80 de los suyos hacinados en los dos edificios de la granja, no se hacía ilusiones de salir bien librado de un ataque de alguno de sus subjefes o súbditos, recorrió rápidamente las habitaciones y el sótano pero estaban atestadas, finalmente se abrió paso hasta la buhardilla donde forzó la puerta encontrando refugio, volvió a la cocina y tomo varias patatas de un saco, regresó a dicha buhardilla y una vez allí para que nadie le molestase apiló un viejo baúl, algunas cajas y un mueble contra la puerta, los restos de un colchón y un par de sacos le sirvieron de cama, se acostó escuchando como afuera llovía a cantaros.

El primer día se sintió fatal, la cabeza le dolía mas de lo habitual y sentía calambres continuos por las articulaciones, dormía a ratos y se despertaba sobresaltado oyendo las discusiones y gruñidos de los demás, aquella noche alguien golpeó su puerta insistentemente y derribó las cajas, “soldado” vio como la puerta cedía unos treinta centímetros y vislumbro una sombra, salto furioso hacia el dintel sacando su cuchillo y lo clavo furiosamente dos veces en el cuerpo que apenas distinguía, el apuñalado grito y se separó de la puerta velozmente, pero para aquél desgraciado su destino estaba sellado aunque intentó bajar por las escaleras y ponerse a salvo, efectivamente con una casa llena de infectados hambrientos, el pobre desdichado solo consiguió dar unos pocos pasos antes de caer al suelo y ser devorado vivo por el resto de la jauría, entretanto “soldado” colocaba de nuevo su improvisada barricada en la puerta, volviéndose al rincón donde se comió una patata cruda antes de volver a dormirse.

El segundo día fue aun peor pues los dolores se juntaron con espasmos y vómitos, “soldado” abrió la estrecha ventana con algo de esfuerzo, orinó a través de ella y dejo que el aire húmedo le diese en la cara, cada poco tiempo sacaba una vieja lata oxidada para recoger agua de lluvia que bebía ansiosamente, los dolores le acompañaron día y noche sin apenas pausas, el resto de su tropa estaba más tranquilo después de la cena de aquella noche pasada, nadie le molesto aunque se les escuchaba escandalizar abajo y de cuando en cuando acercarse furtivamente a la puerta.

El tercer día apenas llovía cuando se despertó, pero estaba destrozado por el dolor y el cansancio, apenas se movió de su improvisada cama, bebía agua y comía sus patatas, a media tarde dejo de llover y sintió como los de abajo se movían y salían fuera de la casa, sabía que no se alejarían demasiado pues no tardaría mucho en oscurecer, se despreocupó de ellos y se dejó vencer por el sueño.

Al despertarse al día siguiente vio un día claro a través de la ventana, había dormido de un tirón el dolor había remitido durante la noche y se sentía más animado, los pensamientos se agolpaban en su mente como pugnando por salir, cuando se dirigía a la puerta su mirada se cruzó con un espejo roto dejado a un lado y se miro en el, supo que se estaba viendo allí parado, moreno alto y barbudo, su pelo enmarañado largo y mugriento enmarcaba su cara antaño atractiva, ahora estaba mas pálido y enflaquecido de lo que nunca había estado, su fuerte mandíbula mostraba la huella del mordisco que le transformo en infectado si bien la barba camuflaba la cicatriz, sus ojos castaños tenían una chispa de inteligencia que daba por desaparecida, su nariz partida hacia tiempo le daba ese aire de boxeador que había sido de joven, finalmente se fijo en su boca de labios finos y cuarteados con una calentura medio curada en el extremo del labio inferior, paso la lengua por los labios y dijo:

-         Mo… mov…

No recordaba cómo hacerlo, pero en su mente la idea era clara, ¡moverse! Debía moverse y reconocer la curva del rio, tenía que preparar la trampa para cazar a los sanos y capturarlos para alimentar a los suyos, solo entonces y mientras estuvieran ocupados cenando y durmiendo después de la orgia de sangre, podría separarse de la manada y huir sin dificultad, se alejó del espejo y recogió su cuchillo metiéndolo en la funda, quitó la barricada y bajo a la cocina pasando ante los infectados durmientes que en ese momento comenzaban a despertar, tomo una manta del cuerpo de uno de ellos y se la puso por encima sabiendo que aquello disimularía su olor, en la cocina tomo una patata y se la comió cruda mientras se ponía en marcha hacia la puerta de la granja.

Apenas salir al patio se detuvo a orinar contra un árbol, al hacerlo brincó de dolor pues el pito le escocía como un condenado, el pis era tan fuerte e intenso que le pareció expulsar acido ardiente contra el tronco, el acre aroma le inundo los pulmones e incluso le pareció que sus súbditos le miraban con atención; no los dio tiempo a pensar y tras acabar se dedicó a rugir ordenes, los tres grupos se dirigirían hacia la carretera que bordeaba el rio, el suyo por el centro y los otros flanqueándoles no muy alejados.

Al rato llegaron a su destino, vieron el pueblo a lo lejos rebosando actividad febril tras varios días sin moverse, “soldado dedujo que no tardaría en venir la patrulla que recorría el cauce del rio y se dispuso a preparar la trampa, estaban a casi dos kilómetros y le sobraba tiempo para ello, dirigió a su grupo hacia la curva sobre el rio, esta estaba ya medio seca pero con algunos grandes charcos, en cambio el camino de bajada presentaba bastante barro, puso a su gente a trabajar rompiendo el quitamiedos de madera y tirando ramas pequeñas y puñados de hojas sueltas en el camino, para que redujeran la tracción de los neumáticos sobre el barro, usando gorros y capuchas se subió agua a aquella zona del camino empapando de nuevo el barro para hacerlo más fluido, una vez conseguido escucharon el ruido del motor del monovolumen, su presa se acercaba.

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   Entretanto en el pueblo yo visitaba la consulta del médico, allí había una docena de personas con síntomas evidentes de constipados, me asombró de ver a Lucy pues su patrulla estaba saliendo a reconocer los márgenes del rio, me dirigí a ella diciendo:

-         Hola Lucy, ¿Qué te pasa?

-         Pues ya ves jefe –Dijo ella con voz nasal- un resfriado de lo más inoportuno.

-         Ya lo veo, pero deberías estar con la patrulla de Mara camino del rio.

-         ¡Lo sé! Pero desde que la diste galones está muy exigente, me dijo que viniera al médico y me sustituyo por Concha la granjera, dijo que no la apetecía que contagiara el constipado a todos los del monovolumen.

-         Bueno me parece bien el cambio, solo dila cuando vuelva que lo debería haber comunicado a Julián para llevar un control.

-         Vale jefe se lo diré, ¿qué tal Ceci? espero que bien, os echo de menos a menudo.

-         Está bien le diré que estas malita y no te preocupes, ponte bien y te invitaremos a una cena intima en cuanto te recuperes, seguro que la encanta la idea.

-         Vale contad conmigo, me recuperare enseguida con ese aliciente.

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   Entre tanto dentro del monovolumen negro que había sido usado para el viaje a llo… y ahora repintado artesanalmente con colores de camuflaje, sucedían cosas…

Damián conducía con cuidado por el camino embarrado, no estaba muy acostumbrado a esos terrenos pues él era mas de carretera y ciudad que de campo, había pedido a Ernesto que le dejara conducir para irse acostumbrando a las trochas y el barro, el hombretón había consentido pero se sentó a su lado para orientarle en lo que pudiera, en la parte de atrás viajaban Concha y Mara esta ultima sentada junto al portón trasero, Concha sentada junto a la puerta lateral observaba el camino con la radio colocada en el regazo, las mujeres charlaban animadamente de sus cosas y de vez en cuando Ernesto intervenía en la charla, sin duda la conversación tuvo algo que ver en que no se diesen cuenta del peligro, ni de la emboscada en que se metían casi a ciegas.

Remontaron la cuesta, las mujeres observaban el rio en busca de cuerpos mientras charlaban, el vehículo comenzó a descender por el otro lado cuando sintieron que los neumáticos perdían tracción, en ese momento varias figuras saltaron golpeando la aleta delantera derecha a la vez que Damián asustado intentaba evitar el choque girando el volante bruscamente a la izquierda inconscientemente, este movimiento había dirigido las ruedas hacia la cuesta a la vez que más gente salía de la espesura empujando el vehículo desde atrás, el monovolumen se fue patinando hacia el talud y cayó por el sin remedio arrastrando a algún infectado en su recorrido, cayendo contra un árbol y rebotando contra él, la empinada pendiente hizo el resto y tras el primer choque el vehículo comenzó a rodar dando tres vueltas de campana sobre sí mismo a la vez que su portón trasero se abría de golpe.

Mara sintió miedo al ver las siluetas de los infectados, luego todo fue muy rápido golpes y gritos, escucho la voz de Concha gritando por la radio:

-         ¡Rio a base, nos atacan, socorro…!

Mara tuvo la intensa sensación del miedo atroz y un choque fuerte para a continuación sentirse redando dentro del coche y dolor por todas partes acompañado de gritos, el portón se abrió y sintió como la inercia la expulsaba del coche, sintió un dolor fuerte en las piernas y el hombro luego solo frio intenso y oscuridad.

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   “Soldado” estaba satisfecho, sonrió viendo a los suyos en acción cerca del vehículo destrozado, abriendo puertas y sacando a gente uniformada y sangrante, pasó ante ellos y vio heridas más o menos graves pero muchas extremidades fracturadas, incluso alguno de los suyos había caído arrastrado en la caída y había sido aplastado bajo el coche, dado que no sobrevivirían rugio ordenando rematarlos a todos y llevarse los cuerpos a la granja, sus súbditos mordieron gargantas rematando diligentemente tanto a uniformados como a los torpes que habían caído, dirigiéndose a continuación con los cuerpos hacia el lugar donde celebrarían el festín nocturno.

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   Recibí el informe por radio, rápidamente me hice cargo de la situación haciendo llamar al reten de guardia, en menos de cinco minutos tenía dos todo terrenos y una docena de hombres dispuestos para salir, rápidamente nos pusimos en marcha siguiendo la ruta de la patrulla del rio, el lugar de la emboscada distaba dos kilómetros del pueblo a vuelo de pájaro, pero por el camino era prácticamente el doble por la cantidad de curvas y revueltas que este daba, además el terreno en mal estado dificultaba y ralentizaba bastante la marcha, tardamos media hora en llegar al lugar de la emboscada, lo reconocimos enseguida por las huellas de pisadas y árboles caídos.

Desmontamos dispersándonos, viendo al fondo del talud y medio sumergido en rio los restos del vehículo, tres hombres bajaron e informaron de muchas manchas de sangre alrededor pero ningún cuerpo a la vista, les ordené permanecer junto a los todo terrenos y recoger todo lo aprovechable del vehículo siniestrado, yo entretanto con el sargento Guzmán, el cabo Ortiz, Carlos el viudo de Natalia y cinco hombres más, nos metimos en el bosque a pie armas en mano siguiendo los rastros de sangre.

El terreno no nos favorecía y la tensión era palpable, un viento cargado de humedad y malos presagios nos azotaba la cara según avanzábamos, casi enseguida nuestros uniformes se pegaron a nuestros cuerpos por la mezcla de sudor frio y humedad ambiental, todos nos movíamos en línea tensos con los fusiles dispuestos y el dedo en el gatillo, la visibilidad en el bosque tupido y goteante no era de más de 30 metros las ramas nos azotaban frecuentemente rostro y hombros, no teníamos ninguna dificultad en seguir las numerosas pisadas en las que encontraban huellas de sangre de vez en cuando, los infectados no habían tratado de ocultar o camuflar el rastro, durante una hora a paso lento perseguimos a los atacantes, pero llegó un momento en que el sonido de carreras y movimientos nos llego de un lado y por detrás, supimos entonces que estábamos pasando de cazadores a presas, pues los infectados conocerían aquella zona y esta debía estar cerca de su lugar de reunión.

Minutos después un hombre al extremo derecho de la línea, hizo varios disparos siendo imitado por el más cercano, los sonidos de pisadas y carreras aumentaron alrededor del grupo, el cabo Ortiz y otro hombre hicieron lo mismo en el extremo izquierdo pero esta vez en tiro a ráfaga, se oyeron gemidos en la espesura confirmando que al menos habían cazado a alguien, pero la situación no podía durar mucho así que ordené que se juntaran para una protección más eficaz, dirigiéndome al sargento Guzmán pregunté:

-         ¿Qué opinas sargento, seguimos?

-         Sinceramente me parece una mala idea Toni, ya saben que estamos aquí y los tiros atraerán a más.

-         Si lo sé, pero han cogido a cuatro de los nuestros, ya van dos emboscadas y han de pagar por ello.

-         Estoy de acuerdo teniente, -Repuso Guzmán- pero son ochenta contra nueve, y en este bosque no tenemos muchas posibilidades, además creo que a los nuestros se los cargaron antes de irse del coche, había demasiada sangre.

-         ¡Estoy de acuerdo! –Añadió Carlos- por mucho que me guste liquidar a los ¡hijos de perra! que se cargaron a mi mujer, no me parece prudente morir por nada.

Ortiz y los demás estuvieron conformes y tomamos la decisión de retirarnos hacia el camino, sentimos los pasos de los infectados siguiéndonos un buen trecho por la espesura, a juzgar por ellos debían ser unas veinte más o menos pero al final se cansaron y nos dejaron en paz, finalmente regresamos a los coches y con estos dimos la vuelta regresando al pueblo, yo maquiné mi venganza durante todo el camino de regreso, tenía un humor de perros y la sensación de haber sido vencido.

CONTINUARA…

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   Bien amigos, espero que los cambios de personaje no os hayan parecido confusos, anuncie bajas y novedades así como algo más de acción, asimismo intento meter algo de sexo en cada capítulo, una vez más pido disculpas por la demora pero la vida pasa y al autor también le suceden cosas.

¿Qué venganza habrá maquinado Toni?

¿Conseguirá “soldado” escapar a los suyos?

Esto y más lo leeréis en el siguiente capítulo de la saga, entretanto cuidaos y como siempre…

¡Sed felices!

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