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El Virus VR (43)

en Grandes Series

   Se recomienda la lectura de los episodios anteriores para una mejor comprensión de la historia.

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   Yo pensaba rápidamente que podría hacer con Ana, el último trago cargado de drogas no tardaría en ser asimilado por su organismo, la hembra caliente que recuperaba la respiración derrengada en una silla, no tardaría en convertirse en un volcán en erupción, pero antes de follarla de nuevo quería que acabara su confesión, mis ojos no tardaron en dar con la solución, me separe de la morena y localice una cuerda no muy gruesa, con ella en la mano subí a la mesa y la pasé por una de las vigas del techo donde la até dejando un buen trozo colgando.

Baje de la mesa y la aparté a un lado, después solté los guantes de Ana ayudándola a levantarse y se los volví a sujetar esta vez por delante de su cuerpo, seguidamente la hice levantar los brazos y pese a su débil forcejeo, pase la cuerda por el enganche que los unía, me subí a la silla y tire de la cuerda hasta que la morena quedo casi de puntillas, hice un nudo fuerte sobre los guantes y salté de la silla para contemplar mi obra, de esa manera la mujer quedo de pie indefensa y accesible con los brazos en alto, ella me miraba embobada y se resistió un poco revolviéndose e insultándome pero la calmé diciéndola que era parte del juego, estaba medio borracha y drogada así que no esperaba resistencia por su parte.

Efectivamente Ana gimoteaba indefensa, pero mezclaba sus temores con deseos ocultos, naturalmente se dedico a insultarme y proferir amenazas:

-         ¡Puerco cabrón! suéltame enseguida, no sabes lo que te juegas con esto.

-         Anita cielo, dime ¿cuántas veces te has corrido hoy? Seis o siete me parece, no seas desconfiada pues solo estamos jugando.

-         Ya lo sé Toni pero no me fio, por favor suéltame y te hare lo que quieras, te lo prometo.

-         ¿Me chuparas hasta que me corra en tu boquita? O tal vez ¿me dejarías metértela por el culo?

-         ¡Hijo de mil padres! Así que eso es lo que buscas, me pides que sea tu puta y así no echaras de menos a la rubia, eres un cerdo sarnoso, como todos los tíos.

-         Pero mira que complicas las cosas amorcito, yo solo estoy jugando y dándote placer mientras me cuentas tus delirios de grandeza.

-         ¡No son delirios, son realidades, ya lo veras! Suéltame y hazme el amor como tú sabes, te perdonare y nos iremos muy lejos de todo esto.

-         Tal vez lo haga más tarde, ahora solo quiero acariciarte, así…

Mis dedos comenzaron a acariciar su piel, lo hacía suavemente con las dos manos a la vez, quería que me sintiera en todas partes, solo rompí brevemente el contacto para apagar la luz, pues noté que ella no estaba lo bastante receptiva, aquella oscuridad repentina la alarmó pero dije a su oído:

-         Calma mi amor, céntrate en las sensaciones y nota mis dedos en tu piel, ese será todo el contacto que vas a tener con la realidad, además claro está de mis besos en ciertos sitios.

-         Eres un malnacido por atarme y tratarme así, pero me pones caliente de nuevo…

-         Lo sé cielito ahora solo disfruta de esto…

Durante los siguientes cinco minutos Ana solo sintió dedos y labios por su piel, alcanzando rincones insospechados o muy poco usados hasta el momento, las axilas, la planta de los pies, toda su anatomía fue besada o tocada en aquellos minutos, Ana era todos suspiros de placer cuando con voz  suave la susurré:

-         Me falta algo para excitarme nena, echo de menos tus “Hazañas” cuéntame algo mas necesito tu bonita voz, dime que paso con “Doc”

-         ¿El médico chiflado ese? Ooooh… menudo tonto, creía poder ayudar en algo ooohh… intentamos convencerle, incluso me consta que aaoohh siii… le ofrecieron dinero y un sitio seguro, aaahh… donde retirarle, pero el iiimbee… imbécil no quería saber naaada, hasta me pidiero que le aaagg… sedujese si eso valia de algo, oooihh… nada de nada, el auhh que bien vas asiii.

Mientras lamia sus pechos suavemente la estaba dando pellizquitos en el clítoris con una mano, la otra la usaba para recorrer su espalda, ella seguía hablando:

-         El tonto solo hablaba uuaag… de su Juramento hipocrático, ayudar aahhh… la gente y curar a todos, así que me ¡joder que gusto me daaas! Sigue así en mi coñito siii maaas fuerte, me mandaron eliminarlo y… lo tire por aaagss… las escaleras del soootano, se hizo polvo pero uuff… no muriooo y se lo llevaron, ya se oohh… ocuparan de él en su casa.

-         Me pones como no te puedes ni imaginar nena, - Dije mientras pasaba por mi cabeza la idea de reventarla la cara a puñetazos- si supieras lo que desearía hacerte ahora mismo, alucinarías en colores.

-         Suéltame y métemela aaahhh… ¡me tienes ardiendo! vamos Toni se bueno ¡USAME!

-         ¿Así qué quieres mi rabo dentro? está bien te daré un anticipo.

Estaba ante ella y empalmado a tope, habría de ser de hielo para no excitarse con lo que la estaba haciendo, separe un poco sus piernas y coloque mi verga entre ellas, el prepucio rozo su rajita empapada y presiono contra el clítoris, ella casi gritaba de deseo:

-         Ahiii que bien se siente siii, está caliente y duro, métemela un poco por favor, aahh… métela te lo suplico.

-         Claro que si amor te la meteré – dije mientras no dejaba de frotar el pene contra su rajita mojada- pero solo el prepucio, si quieres mas polla dentro tendrás que menearte tu solita y alzarte o dejarte caer, yo solo me quedare quieto y te besare y acariciare por todas partes.

-         Eres cruel conmigo aahh… te siento en mi rajaaa, mira como me tienes deseándote más dentro y see… sentir como me follas duro y fuuuerteee.

-         Y yo deseo hacerte feliz cariñín, hagamos una cosa ¡veras! Cuanto más me cuentes más me moveré dentro de ti, te follare de pie mientras me calientas con tu voz.

-         ¡Nooo no quiero suéltame imbécil!... quiero decir ooohh… que ya vale de jueguecitos quiero ¡FOLLAR! en serio, libérame cariño vamos a la cama por favor cielo.

No me gustaba su rebeldía, pero era consciente de que poco mas podría sacar de ella si se ponía cabezota, decidí humillarla un poco mas, antes de sodomizarla como tenía previsto hacer desde el principio, me arrodillé ante ella a oscuras como estábamos y me puse una de sus piernas sobre el hombro, el hueco de su rodilla no tardo en acoplarse a mi clavícula, metí tres dedos de mi mano derecha en su mojado chochete y comencé a masturbarlo, suave al principio pero aumentando rápidamente la velocidad, ella no tardo en jadear de placer sintiendo el rápido vaivén masturbatorio dentro de sí, yo procuraba estimular la uretra de la morena con mis dedos mientras la pajeaba insistentemente, su cuerpo se combaba de placer pero Ana no podía hacer nada, excepto jadear con los brazos sujetos del techo y solo una pierna en el suelo, no tardé en hacer que se corriera salvajemente mientras gritaba como una condenada, aquello me excito más de lo que nunca había supuesto, pero no me paré y seguí estimulándola el chochete y la uretra simultáneamente, no tarde en conseguir mi objetivo.

Ana se corrió de nuevo tres o cuatro minutos después, pero en esta ocasión a su orgasmo le siguió un caudal de orines, la mujer se estaba meando de gusto, me aparte del chorro que surgía de su sexo y caía formando un charco cerca de nuestros pies, sobre mi cabeza Ana casi aullaba de placer al descargarse en aquel orgasmo dorado.

Salí de debajo de Ana y encendí la luz, en el suelo de gres marrón claro había un charco de orina de mediano tamaño, coloque la silla y desaté las ligaduras de la morena, esta sin fuerzas cayó sobre el charco con los guantes aun sujetos entre sí por delante por lo que amortiguo la caída, yo bajé de la silla pero deje la cuerda tras deshacer el nudo colgando de la viga, me senté a contemplar el cuadro mientras hacia un nudo corredizo en uno de los dos cabos de esta, miraba a la mujer sobre sus propios orines intentando recuperar el aliento, tras un minuto de silencio por ambas partes dije:

-         ¿Quién es el cerdo ahora Anita?

-         Tu siempre… serás un cerdo, yo te… quería y mira como me tratas… ¡desgraciado! – decía mientras su mejilla brillaba de humedad y caían gotas de orina por su barbilla.

-         No me digas eso mi amor, ¡solo estamos jugando!

-         ¡Y una mierda jugando! me estas humillando, como mujer y como…

-         ¡Genocida! Dilo todo, como mujer y genocida que colabora matando gente, al menos eso me has contado hace unos momentos, ser mujer no te hace culpable de nada, más bien al contrario pues las mujeres dais amor y cariño, sois en general lo mejor del género humano, pero lo otro… eso es aparte, has colaborado en un genocidio atroz eso te convierte en criminal y yo soy ante todo un policía, es decir que cazo criminales como tú, por eso te he seducido y dejado hablar hasta que has confesado y ahora ¡vida mía! estas a punto de recibir un castigo ejemplar.

-         ¡No por favor! Toni deja esa cuerda ¡Por favor no me maltrates, -Gruesos lagrimones surcaban su rostro- te amo de verdad! Me gustaste desde el primer día que te vi, pero estabas con ¡esa perra enferma! entiende que no lo podía asumir cariño, a mi marido lo mordieron y mataron enfermos como esa tía, se bueno y ven conmigo, nos sacaran de aquí y seremos felices juntos, me darán mucho dinero y una buena posición entre los ricos y poderosos, por lo que les he ayudado.

-         Te comprendo pero eso no te excusa.

-         Lo compartiré todo contigo, por eso he venido a buscarte, ¡ven conmigo y tu vida cambiara!

-         Me tientas demasiado ¡pero no gracias! no me gustan tus ideas, además tienes demasiados tabús y normas para mi gusto Ana, si cambiases tal vez me lo pensaría, pero me temo que te quedas sin tiempo.

-         Haz lo que quieras, pídeme lo que quieras y te complaceré sin dudar pero no me maltrates , ¿quieres que te la chupe? espera…

Ana avanzo de rodillas entre lloros y sollozos sobre el charco hasta mi regazo, allí bajó la cabeza y comenzó a lamerme el prepucio, lo hacía suave y con esmero confiando aplacar mi furia, la verga recupero parte su pérdida erección y comencé a disfrutar de la esplendida dedicación de la morena, no las tenía todas conmigo y desconfiaba de sus dientes así que la tome del pelo separándola de mi y la pase la cuerda con el lazo corredizo por el cuello, diciendo:

-         Si me muerdes o intentas alguna jugarreta tirare de este otro extremo de la cuerda, ¿te apetece morir ahorcada? espero que no.

-         ¡No! no te hare nada malo, solo intento que me perdones porque aun te deseo, dijiste que debíamos enterrar el hacha de guerra, hagámoslo yo aun te quiero, relájate y déjame hacer.

-         Vale te daré una oportunidad, sigue.

¡Vaya si siguió! Se notaba la dedicación que le ponía al tema, aun en su torpeza inicial resultaba excitante y su lengua y labios recorrieron todo el prepucio a conciencia, poco a poco se lo fue metiendo en la boca y la deje hacerme diabluras con la lengua notando como me presionaba a la vez el tallo con los labios, moví las caderas arriba y abajo para darla a entender que moviera la cabeza, al tener las manos en los guantes no podía hacerme una paja ni agarrarme el miembro, las mamadas sin manos son a mi entender las mejores, así que aproveche la oportunidad de disfrutar un poco.

-         Sigue cariño, lo haces muy bien me pones mucho con tu boquita de zorrita viciosa, tu marido era un gilipollas si te permitía que no se la mamases, Anita eres la hostia en esto cuando te pones.

Decía esto mientras la acariciaba el pelo y las orejas, al principio me rehuyó mientras chupaba pero ante mi insistencia algo violenta se dejó hacer, yo contaba con el efecto de las drogas y que su cuerpo volvía a responder a los estímulos, en efecto pocos minutos después la mujer me chupaba como si le fuera la vida en ello, (realmente así era) pero me estaba dando un gustazo tremendo con su boca, había ido cogiendo confianza y se tragaba casi toda mi verga en cada vaivén, al mismo tiempo se había abierto de piernas y se frotaba el chochete con los guantes de boxeo, yo disfrutaba de su ardor y sentía su jadeante aliento en las pelotas, la hice parar cuando note que estaba a punto de correrme, aunque disfruté con la idea de ver salir mi leche de su boca, supe controlarme pues aun me faltaba sodomizarla.

Me levante de la silla hurtándola mi verga, ella estaba febrilmente dedicada a darme gusto mientras se masturbaba como podía y no entendió mi proceder, la moví un poco apartándola del charco e hice que apoyara el pecho en la silla vacía, cuando me arrodillé detrás de ella admirando su pequeño pero bonito y firme culo, fue cuando se percató de mis intenciones, pero calme su mosqueo a base de acariciarla el chochete, lo tenía empapado y no me pare en preguntarme si aquello era por el flujo o el pis, simplemente asumí que era una mezcla de ambas cosas.

Recordé la frase “el sexo solo es bueno si es sucio” con ella en mente, me propuse dar a Ana una buena ración del mejor sexo anal que jamás hubiera probado, girándome cogí de la mesa la botella de vino, aun quedaba una cuarta parte y la use volcándola despacio en el culo de la morena, vi el liquido rojo caer entre las nalgas y frote la zona con la mano lavándola de restos de orina, naturalmente no me conformé con un lavado superficial, mis dedos se abrieron paso por los labios externos de su chochete, Ana se contoneaba estúpidamente alegando que la daba asco es olor a vino por su cuerpo, pero los matices de su voz y su respiración agitada me decían que aun seguía cachonda yo la contesté:

-         Tranquila amorcito, solo te lavo antes de metértela me gustas mucho más cuando dejas de ser cabezota, esa faceta tuya de sumisa me pone a cien, te ira mejor conmigo si cedes en lugar de ir de mandona.

-         ¿Quieres decir que me perdonas?

-         ¡Todo a su tiempo zorra! –Dije a la vez que con la mano extendida la soltaba un fuerte azote en el culo, añadí - aun estas a prueba.

-         Uuuhh ayyy, no me pegues mas por favor, seré buena para ti.

-         De acuerdo si eres buena no te pegare, como premio te daré ¡esto!

Metí el miembro en su vagina de golpe, conseguí que la entrase un buen trozo y comencé a follarla brutalmente desde atrás, no tarde en entrar hasta en ella hasta el fondo, mi vientre chocaba contra sus nalgas en cada rápida envestida, ella gemía de placer intentando sujetarse a la silla con sus guantes, yo miraba la escena pero me fijaba sobre todo en mi siguiente objetivo, su redondo y prieto ano parecía llamarme pues parecía totalmente virgen, mientras la metía la verga comencé a insinuar uno de mis dedos en su culo, ella jadeaba cerca de su siguiente corrida y aproveche para empujar el dedo dentro, pese a la resistencia inicial y alguna débil protesta que pase por alto, la morena parecía disfrutar bastante así que me dedique a  mover el dedo dentro y fuera de ella al compas del miembro en su coño.

Ana jadeaba con la cabeza contra el respaldo de la silla, se abrazaba a esta con sus brazos y debido a mis empellones mientras la jodía con ganas, sus tetas se frotaban contra el asiento cada vez más rápidamente, únase a esto el vaivén de mi polla dentro hasta la matriz de la mujer, mientras mi dedo agitándose en su culo dilataba el prieto esfínter, la mujer no aguantó demasiado y no tardó en gritar que se corría de nuevo, la deje alcanzar el orgasmo unos instantes y sin darla tiempo a nada, saque mi dedo índice de su culo a la vez que mi verga de su empapada vagina, el miembro parecía brillar empapado de flujo por la reciente corrida, no lo dude y apunté hacia el ano su cabeza presionando despacio pero decididamente.

La jadeante Ana aun perdida en un mar de sensaciones placenteras, se vio de repente sorprendida por aquel intruso en su culo, respigo confusa mientras el prepucio entraba en su cuerpo, yo agarre firmemente sus caderas con las manos y envestí con fuerza, la doctora gritó de dolor mientras me hundía en sus entrañas, intento debatirse y escapar, pero no se lo consentí sino que me vencí hacia ella con mi peso apretándola contra la silla, con la cabeza cerca de su oreja y mi rabo comenzando un suave vaivén en su interior la dije:

-         Ya cielito, ya esta y no te va a doler mas, solo relájate y déjate hacer veras como lo disfrutas.

-         Aahyyy, eres un cabrito y un maricón, ¡duueleee.

-         Así que maricón, cuida esa boca o ciérrala para siempre.

Yo no pensé lo que hacía, simplemente deje salir durante unos instantes al poli furioso que llevaba dentro, agarre el extremo colgante de la cuerda con una mano y jalé, con esto el nudo corredizo se tensó y vi como la cabeza de Ana se alzaba sujeta por la cuerda de su cuello, solo fue un instante pero la escuche gorgotear a la vez que su cara se ponía roja, enseguida solté la cuerda diciendo:

-         Esto es un aviso.

-         Aghh, duele mucho cabrito casi me ahogas, cof guuuag, -Dijo mientras recuperaba el resuello.

-         Me respetaras si o si, tú eliges ya sabes el castigo y basta de tonterías.

-         Vale lo entiendo pero es que duele mucho.

-         Solo al principio, espera y veras como se te pasa el dolor y lo disfrutaras.

Mientras decía esto, me incorporé un poco aflojando la cuerda y afianzado en la postura volví a meterla el rabo con ganas, sentía su apretado anillo rodeándome y apretando mi verga, parecía estirarse con ella cuando salía y entrar más al metérsela, la imagen me resultaba tan excitante que sin darme cuenta aumenté la velocidad, ella con los ojos inundados de lagrimas ya no gritaba sino que se mordía los labios, la presión de sus brazos hacia crujir las patas de la silla, sus pechos volvían a frotar contra la tapicería del asiento mientras la daba por el culo con toda mi hombría, sin pensarlo la di dos azotes simultáneos uno en cada cachete del culo eso pareció activarla, haciendo que comenzara a suspirar a la vez que empujaba contra mi diciendo:

-         Haaa agghh, sigueee damelaa, me gustaaa.

-         Ves como solo duele un poco nena.

-         Cállate y damee maaaas, cabrito sigueee asiii.

Yo no necesitaba nada para castigarla, pero he de reconocer que sus gemidos y ánimos me gustaron, perdí mis ganas de hablar y me dedique a disfrutar de mi enculada a la doctora, jodiendola a gusto y sin pausa centrándome en mi placer, acelere los vaivenes notando como ella intentaba cogerme el ritmo, la sensación de presión y placer era tremenda, su cuerpo se agitaba caliente de nuevo, la hembra ansiosa y drogada que tenia debajo reaccionaba al fin, sentía mi rabo absorbido y prietamente acogido por su ano ,el gustazo que me recorría por dentro me anuncio que no tardaría en rellenar a la mujer, refrene mis acometidas para no correrme demasiado rápido.

Pero entonces me di cuenta asombrado, de que ahora era ella la que aceleraba los empujones atrás y adelante, parecía buscarme y se diría que era ella la que me usaba a mí, volví a darla varios azotes para asentar mi autoridad y agarre con ganas su culo, manteniéndolo bien abierto pare poder ver como entraba y salía mi polla, estaba decidido a demostrarla quien mandaba allí, reanude el ritmo rápido de antes follándola sin compasión, ella jadeaba y escandalizaba sin parar, yo sentí como el orgasmo me venía rápidamente, desde los huevos recorriendo todo mi cuerpo hasta mi cabeza estallando en un fogonazo de placer, mi leche salió directa hasta sus intestinos rellenándola mientras ella se estremecía pegando sus nalgas a mi pelvis, debió de correrse al sentir el calor del esperma dentro pues su cuerpo se arqueó salvajemente, alzándose y pegando su espalda a mi pecho mientras gritaba que se venía a grito pelado.

Tras el demoledor orgasmo mutuo habíamos caído al suelo, estábamos pegados aun y algo groguis por la súbita y simultanea descarga, mi cabeza comenzaba a bullir pensando en la fiera que me estaba resultando en la cama, la puñetera doctora medio loca que se abrazaba despacio a mí, por un instante (debo confesarlo) pasó por mi mente la idea de pasar de todo e irme con ella, a fin de cuentas me había prometido un futuro entre los poderosos nuevos amos del mundo, además se notaba que ella sentía por mi algo más que un capricho repentino, por no mencionar como nos acoplábamos en la cama, una vez “pulida” de sus tabús podía ser la hostia en el catre.

Ella buscó mi boca y nos besamos mientras se acurrucaba contra mí, sus dedos me acariciaban el miembro ya flojo tras la última corrida y algo sucio, yo volví a la cordura y la quite la cuerda del cuello con lo que se tranquilizó, seguidamente la hice levantar del charco de vino y meados donde habíamos caído tras la corrida y pasamos al aseo, tras una ducha para limpiarnos nos secamos y fuimos a la cama, allí aún desnudos entre risas y caricias, ella acabo de contarme cosas mientras se apretaba cálida contra mi cuerpo, había notado mi cambio de actitud hacia ella y por eso se soltó, yo disimuladamente puse en marcha la grabadora que había ocultado tras la lámpara de la mesilla.

Me dijo que los “renacidos“ que pillamos en libertad, habían sido estudiados y casi todos reciclados, los más viejos estorbaban y fueron eliminados “accidentalmente” bajo la excusa de que sus cuerpos estaban debilitados y no soportaron el tratamiento; Los demasiado jóvenes fueron enviados a una sección aparte, ella apenas sabía nada de ellos pues los enviaban a otro país por vía aérea, pero la mayoría a partir de los 17 años y sin tener en cuenta su sexo habrían sido reeducados como soldados, pues su olfato los hacía únicos como exploradores para detectar infectados, de hecho se comenzaba a meter cuatro o cinco de ellos en cada pelotón de infantería y alguno más en los de operaciones especiales, por lo visto se les daba el “sistema educativo básico” y después pasaban directamente a la educación “militarizada” del tipo armas, táctica, lucha cuerpo a cuerpo, etc. Sus premios no eran medallas o ascensos pues jamás pasarían de soldados rasos, su premio era permitirles temporadas de sexo en burdeles de campaña, allí se destinaba al pequeño número de “Mamas reiniciadas” de más de 45 años, pues su reprogramación las hacia unas expertas en sexo, por lo visto eso y comer era lo único que motivaba bastante a los “renacidos” en general y por tanto su único punto débil, su objetivo era crear un ejército no muy numeroso pero extremadamente letal y sumamente barato, siempre al mando de gente fiel a sus nuevos jefes.

-         Y tu amor mío serás uno de esos jefes –Dijo Ana- has demostrado de sobra que sabes ganar una batalla.

No dije nada y seguí escuchándola, se metió con los inmigrantes, con los políticos, con la religión, con los escritores y artistas, odiaba especialmente el mestizaje y los homosexuales, afirmó que todos los supervivientes de este último grupo serian “reciclados” sin excepción, hasta que aceptaran su sexualidad “normal” según las normas tradicionales, ella no se daba cuenta de que contra mas hablaba menos me atraía.

Por suerte nos encontrábamos bastante cansados después de tanto sexo, el cansancio pudo con nosotros y finalmente nos dormimos, ella me abrazaba roncando suavemente, lo último que recuerdo antes de dormirme fue su cuerpo desnudo contra el mío bajo la manta.

Serian las tres de la madrugada cuando me despertó el sonido de la radio, me levante y atendí la llamada, era el sargento Guzmán, me dijo que había ocurrido algo grave y que debería bajar al botiquín, tenía que ver con Cecilia y parecía urgente, le dije que bajaría enseguida y colgué, me estaba vistiendo cuando Ana me llamó:

-         ¿Qué pasa… dónde vas? –Preguntó con voz soñolienta.

-         ¡No lo sé, me llaman de los bloques, sigue durmiendo no tardare.

Acabé de vestirme y me coloque la pistolera, una sensación más bien un presentimiento me vino a la mente, pase por el almacén allí abrí una caja y tome un cargador de pistola, lo cargue con las balas de dicha caja y lo metí en de un golpe seco en la empuñadura de una pistola “Heckler compact” de 9mm parabellum que tome del estante de armas cortas, con ella en la mano de dirigí al dormitorio y zarandee a Ana, moví la corredera del arma metiendo un cartucho en la recamara y se la dejé en la mesilla, la di un suave beso y dije:

-         Te dejo un arma cargada en la mesilla por si acaso, no creo que pase nada malo, pero si ocurre algo te podrás defender, no tardare.

-         Vuelve pronto nene, te esperare ansiosa.

Antes de abandonar la habitación vi como me tiraba un beso, no perdí más tiempo y salí del torreón con el todo terreno, deteniéndome lo justo para cerrar tras de mí el portón, conducía rápido en la oscuridad de la noche pensando en que podía pasar cuando me llamaban a esas horas, sin duda era algo importante o relacionado con Ceci, sin duda el sargento no quiso decir más por la radio al saber que no estaba solo y podían oírle.

Me esperaban en los bloques y nada más entrar en el parking, Artemio que estaba de guardia me dijo que subiera enseguida a la enfermería pues me esperaban, no tardé en llegar y me encontré con los dos ayudantes de la doctora atados y tirados en el suelo, alrededor de ellos estaban Julián, el sargento Guzmán, el doctor Mata y el seminarista Robles además de un par de milicianos y Lucy que en aquel momento pateaba la cabeza del más grande de los prisioneros.

-         ¡Atención! No se debe maltratar a prisioneros, -Dije con voz tensa- ¿Qué ha pasado?

Me lo empezó a explicar el sargento, pero enseguida interrumpió Robles el seminarista que fue quien intervino en todo el asunto, al parecer este había sorprendido al ayudante grandote, intentando inyectar algo de una jeringuilla en el brazo de Cecilia, mis hombres habían atendido la petición de mantener vigilados a los ayudantes con éxito, naturalmente habían impedido aquella inyección y tenido una buena trifulca, debido al escándalo el sargento con algunos hombres acudió en su ayuda reduciendo a los ayudantes de Ana, seguidamente intervino en la conversación el doctor, este me informó que tras un primer y rápido análisis, el contenido de la jeringuilla era un veneno lento pero letal con base de arsénico, habría matado a Ceci en un día y sus síntomas podían ser camuflados como parte de las reacciones, dolores y fiebres que la chica estaba pasando.

Intervino Julián, informándome que entre sus hombres y Lucy habían “persuadido” a los dos ayudantes inculpados a confesar, al parecer la orden vino de la doctora Ana que estaba usando la excusa de la cena conmigo como coartada, mas tarde cuando los efectos del veneno hicieran su efecto ella haría lo posible por ayudar a mi chica, sin duda infructuosamente y luego se dedicaría a consolarme ya sin disimulos, aquello era ruín pero previsible en mi cabeza, por las expresiones de mis hombres supe que deseaban la orden de acabar con aquellos malnacidos, pero yo sabía que la única culpable estaba en el torreón y más concretamente en mi cama.

Pase a ver a Cecilia pues con aquel escándalo se había despertado y se la veía temerosa, la tranquilice y la bese sentándome a su lado y charlando un poco con ella, la explique que uno de los hombres había querido hacerla daño por que no entendía cómo podíamos cuidar a una “infectada” aunque fuera buena y amable como ella, Ceci se aferraba a mis ropas y lloraba al sentirse marginada y odiada por aquel imbécil, me costó calmarla pero finalmente lo conseguí y ayudado por Robles la pusimos un tranquilizante para que durmiera de nuevo.

Di órdenes a mis hombres para mantener a los prisioneros encerrados y sin malos tratos, me despedí de Julián diciéndole que debía resolver el asunto definitivamente, el me pidió que fuese prudente y me deseó suerte pues pensaba que la doctora podía prepárame una jugarreta si su plan fallaba, decidí hacerle caso y me puse de nuevo en marcha al torreón.

Cuando llegue las luces seguían apagadas, deje el coche fuera de los muros para no escandalizar con el ruido del portón, entré abriendo las puertas lo justo para ser casi silencioso y subí encontrándola en el salón, encendí la luz para verla mejor, ella estaba vestida sentada en el tresillo y de cara a la escalera, el abrigo estaba doblado en el asiento al lado suyo, mi cara debía mostrar furia y preocupación pues ella preguntó:

-         ¡Vaya expresión! ¿Qué pasa, algo grave?

-         Ya sabes lo que pasa Ana, tus chicos han hablado al ser sorprendidos. –Dije mientras me abría el chaquetón.

-         ¿De qué me hablas? Yo estoy aquí preocupada por ti y me dices que mis chicos…

-         ¡Déjate de jueguecitos conmigo Ana! estoy cabreado, cansado y preocupado por Ceci, no juegues con mi paciencia, tus chicos han inyectado algo a Ceci. (decidí fingir que lo habían conseguido)

-         ¡Tú debes dejar de jugar, no yo! te quiero y quiero que vengas conmigo, en serio no debes atarte ni aferrarte a la rubia, eso se acabó esta noche.

-         Debes detener esto, debes darla un antídoto de lo que la han inyectado.

-         No hay antídoto machote, tu ex chica pasara el día sufriendo como la golfa que es, mañana a estas horas morirá entre gritos de dolor y agonía, ¿sabes que lo que la han puesto es extremadamente desagradable? en sus últimas horas, se debatirá tan fuerte por el dolor que hasta se podría romper la espalda, así de fuertes son las contracciones que produce una pequeña dosis de ese compuesto.

-         ¿Cómo puedes ser tan cruel con quien no te ha hecho daño alguno?

-         Es solo cuestión de práctica, ¡no me jodas! bastante he aguantado durante estos meses, imaginándome al hombre que quiero montando a esa guarra, por fin se acabó y vas a ser solo mío, te he demostrado como puedo ceder por amor en la cama, no la echaras de menos te lo aseguro.

-         Se acabó Ana vas a venir conmigo a los bloques y volverás a la base esposada, acusada de asesinato premeditado, no por tus fantasías respecto a genocidios sino por matar a Cecilia.

Solo había dado un paso cuando ella movió la mano derecha, rápidamente sacó de debajo del abrigo una pistola y me apuntó al pecho, diciendo:

-         De eso nada Toni, no vas a detenerme ni nada parecido.

-         Mira bien le que haces mujer, si me disparas no te detendré, te matare directamente aunque sea lo último que haga.

Solo me había parado un instante, reconocí la pistola “Heckler compact” y avance hasta Ana, su cara reflejaba temor, sus planes de estar conmigo y ser parte de la elite mundial se desmoronaban, la morena no se levanto sino que pareció encogerse temerosa, cuando quiso reaccionar yo estaba a un metro de ella.

El disparo resonó en el silencio de la habitación, sentí un golpe en el pecho y caí hacia adelante arrollándola, recuerdo la sensación de dolor en el pecho mientras Ana pataleaba, intentando salir de debajo de mi cuerpo hasta que lo consiguió, fue un minuto de dolor intenso el que sufrí mientras ella se incorporaba temblorosa, permanecí quieto sintiendo el pecho arder mientras ella dejaba caer la pistola y se agachaba a mi lado sollozando, sentí su voz junto a mi oído:

-         ¡Idiota, gran bruto y torpe animal, te quiero! No te me mueras, ¡no otra vez no! primero mi Juan y ahora tu, por favor vive y saldremos de aquí, déjame que te vea tal vez no sea grave.

Me acariciaba la cabeza y sentí sus lágrimas, intentó levantarme pero no podía, por fin el dolor del pecho remitió y pude respirar mejor, ¡maldita loca! fue mi primer pensamiento seguidamente levante la cabeza y la vi allí parada con cara de desesperada y empapada en lagrimas, la aparte un poco con violencia a la vez que me levantaba del tresillo, ella me miraba incrédula sus lloros pararon de golpe y abrió la boca asombrada.

-         Joder que daño, -Dije pasándome las manos por el pecho, en mi camisa se veía claramente una quemadura de casi un palmo de ancha, añadí- algún día debo recordar que las balas de fogueo, solo funcionan bien en las películas y a distancias de más de metro y medio, si te acercas mas te queman por la combustión de la pólvora.

-         ¡Estás vivo maldito embustero cabrón! Te voy a…

No la deje terminar, la sacudí un derechazo en el plexo solar y de remate un gancho según caía que la alcanzo en la mandíbula, aquello la envió al mundo de los sueños de forma fulminante.

-         Lo siento cariño –Dije mirando su cuerpo tendido- me duele demasiado el pecho como para ser caballeroso contigo, así que jódete y descansa un rato.

Pensé en pegarla un tiro y acabar de una vez, saque mi arma de la pistolera y la apunte a la cabeza, intente matarla lo prometo, pero debí hacer mas gestos que el tipo aquel de “La chaqueta metálica” antes de matar a la vietnamita, yo no pude hacerlo aunque lo deseaba en serio, aquella tía me quería de verdad en su locura, para más inri ella estaba ahora inconsciente y aunque había querido matarme, se desmoronó emocionalmente después de disparar, Ana no necesitaba una bala sino un loquero, el recuerdo de la jeringuilla cuyo destino era Ceci y su manera de regodearse describiendo la muerte que tendría mi chica, la hacían acreedora de una muerte cruel pero no podía hacerlo a sangre fría, descarté ahorcarla de la viga aunque la cuerda estaba aun puesta, cuando comenzó a dar muestras de movimiento fui a la habitación y recogí la porra eléctrica, al volver al salón la di una sacudida en la nuca y la dormí de nuevo.

Una cosa es matar en caliente en una pelea o un combate, otra muy distinta es como estaba descubriendo, matar a sangre fría a alguien por quien sientes algo, aunque sea flojito pero sabes que ella te quiere de verdad (aunque este algo chalada) asumí que no podía cargármela y mi plan se había ido al garete, así que decidí fastidiar su futuro mientras se me ocurría algo, es decir un puñetero plan B.

Registré su bolso hasta encontrar la vacuna ya mencionada, estaba en uno de esos frasquitos pequeños con tapón de goma, bien cerrado a fin de que el aire no estropease el producto este era un liquido ambarino, yo sabía que podía meter por allí una aguja y poner en la jeringuilla una cierta cantidad de liquido dejando el resto, eso hice tras buscar en la nevera las muestras de Ceci y llevarlas al salón, primero miré la cantidad de liquido que había, Ana había dicho que era una dosis para uno y que si la tomaba la podía matar o neutralizar la vacuna que llevaba dentro de su cuerpo, así que pinché y solo metí una pequeña parte en la jeringa algo así como un 20 por ciento del total de la dosis, seguidamente se la inyecté en una pierna y apreté el embolo.

A continuación tome una muestra de la semana pasada de sangre de mi chica, repetí la operación de cargar la jeringa y se la inyecté al frasco de la vacuna, agitándolo a continuación y comprobando que el liquido ambarino era un poco más oscuro pero no se notaba nada mas, aquello esperaba que dejara inútil aquella dosis, seguidamente deje la pequeña probeta con la sangre de Ceci bajo la otra rodilla de Ana, la di un pisotón y escuche como se rompía el envase apareciendo sangre en la rodilla de la doctora, la gire un poco y con las pinzas extraje un par de fragmentos de cristal que se la habían clavado, ahora Ceci y Ana si tenían algo en común, el mismo virus.

De repente aparecía la idea en mi mente, el plan B tomaba forma inesperada y posiblemente cruel, tal vez sería mejor para la morena que la matara pero ¡debía intentarlo, era un plan tan a la desesperada que podía funcionar! Recogí las grabadoras y las metí en los bolsillos, tapé la herida de la rodilla de Ana con esparadrapo y la puse su abrigo y los zapatos, disolví un tranquilizante en agua y se lo hice tragar, así me aseguraba de que la mujer dormiría unas horas, guarde la pistola usada y me guarde el casquillo para “perderlo” por el camino, mire el reloj, eran casi las 6 de la madrugada, tenía casi dos horas para alcanzar mi objetivo antes de que el UAV diera su pasada habitual, yo sabía de sobra donde estaba el único grupo de infectados de la zona y no me cruzaría con ellos, llame por radio a los bloques y pedí que se pusiera Julián.

-         Capo llamando a tiroloco, ¿Qué pasa ahora? ¡menuda nochecita!

-         Tiroloco a capo, la doctora ha desaparecido, al llegar a casa he visto un frasco de pruebas con sangre de Ceci roto en el suelo y un charco de pis, supongo que la doctora se ha cortado y a escapado asustada, salgo en su busca con el todo terreno en dirección norte, haz que salgan tres coches más en distintas direcciones, ¡hay que localizarla.

-         ¿Dónde habrá ido en medio de la noche y sin conocer el terreno esa loca? vale los envío, pero ten cuidado.

-         Recibido capo, gracias por el aviso de esta mañana ¿me entiendes?

-         Recibido y entendido… de nada, corto.

Salí del torreón con Ana y su bolso en brazos y la metí en el coche, rápidamente me puse en camino hacia mi destino, conduje a poca velocidad hasta un desvío que apenas conocía, pues solo había tomado aquella carreterita una vez, continúe dirección noroeste y afortunadamente solo tuve que apearme cuatro veces en aquellos 20 kilómetros, para retirar obstáculos rodeado de bosques frondosos, así que  hora y pico después veía mi destino en forma de monte con un monasterio en su cima, rodee el acantilado que formaba una de sus paredes y llegue al camino principal de acceso a la cumbre.

Me detuve allí pensando en lo que estaba haciendo, ¿sería buena o mala idea poner a Ana en manos de esta gente? La idea de meter cizaña en el enemigo era demasiado atrayente, además la frase “El fuego se combate con el fuego” martilleaba mi cabeza, pondría un mal bicho en manos de otro igual o peor, podrían unirse o destruirse entre si ya se vería con el tiempo, entretanto mi pasajera ajena a su destino seguía dormida en los asientos traseros.

Comencé a subir la cuesta y toque el claxon un par de veces, en la segunda curva dos hombres armados y vestidos con chubasqueros me salieron al paso dándome el alto, me detuve a la luz del amanecer me identifique y pedí hablar urgentemente con “El hombre lobo” los hombres se miraron entre sí asombrados e indecisos acerca de avisar a su jefe o correrme a tiros, afortunadamente para mi decidieron hacerme caso y usaron un walkie para informar de mi llegada y mi petición.

Pasó un cuarto de hora hasta que vi bajar por la carretera el Nissan de la guardia civil, momentos después el cabo salto del vehículo seguido por “el hombre lobo” y uno de sus hijos, el hombretón se acercó desafiante a mí, yo aguardaba fuera de mi coche y le tendí la mano para saludar, el ignoró mi gesto y dijo:

-         Espero que el motivo de hacerme madrugar sea importante o serás el desayuno de mis perros, ¡madero!

-         Todo depende que como sea usted en realidad Iker, le traigo a alguien y le voy a proponer un trato, pero pase a mi coche pues lo que le voy a contar debe quedar entre usted y yo.

-         Deja la pistola y tal vez hablemos no me fio de los policías, nunca lo he hecho y me ha ido bien.

-         Está bien, -Me quite la pistorera entregándosela al guardia civil renegado, después mirando al hombretón barbudo de pelo grisáceo dije- por favor pase a mi coche y charlemos.

El “hombre lobo” aceptó y entramos en el coche, le conté los planes de Ana y de sus jefes, el no se lo creyó hasta que le puse las cintas con la declaración de la doctora, eso le calentó por un lado y le mosqueo por otro, en la segunda cinta (la de la mesilla) ya daba botes de impaciencia por dar una paliza a la morena que ajena a su destino seguía durmiendo.

Concluida la audición de las pruebas le propuse el trato, a cambio de quedarse con Ana me comprometía a no volver por sus dominios en todo el invierno, podría hacer lo que quisiera con ella pero si quería pegarla solo debería hacerlo en la cabeza, con el fin de anular lo antes posible su memoria pues era lo más peligroso de la mujer, el plan de genocidio estaba en ella y cuanto antes lo olvidase mejor para todos. El hombretón después de echar una ojeada al cuerpo de Ana dijo que se lo pasarían bien con aquella hembra, yo le avise de que era peligrosa y me abrí el chaquetón enseñándole la camisa medio quemada por el disparo de fogueo, le dije que también era una lianta y manipuladora de órdago, además de muy sosa en tema de sexo y que tendría que ser domada antes, eso le hizo reír bastante y de forma desagradable, se comprometió a adiestrarla a capones y solo darla a beber lácteos de cosecha familiar durante un mes, ya se vería si aprendía unas cosas y olvidaba otras.

Nos despedimos tras trazar un plan, Ana debía ser “rescatada” de la carretera por sus hombres, así en caso de volver a la civilización mi coartada de que se cortó y huyo andando se sostendría, me aleje del lugar llevándome a la morena con el Nissan siguiéndonos no muy cerca para prevenir emboscadas, cuatro kilómetros más allá Ana fue depositada en el arcén de la carreterita y se me devolvió mi pistolera con mi pistola Glock pero sin munición, (debían andar cortos de balas) tras despedirme de Iker y dar un beso en los labios a la mujer aun dormida me fui de vuelta al pueblo, (por mi parte olvidé mencionarles el coctel de vacuna y virus que había puesto a la doctora) el plan para ellos era vigilarla y cuando se despertara dejarla deambular durante al menos una o dos horas antes de acudir en su “socorro” ella sin duda se alegraría de ver el vehículo de la guardia civil, ajena a lo que la suerte la deparaba, deseaba que todos los hijos del “Hombre lobo” y este mismo lo pasaran bien  educando a Ana, sabía también que el destino de esta seria atroz, pero sinceramente pensé que se lo había currado a fondo.

Continuara…

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Bueno lectores y amigos, espero que este largo episodio os guste, no quería prolongar más el destino de Ana cortando el relato en dos, pues ya habéis esperado bastante el desenlace de la venganza.

Tendremos noticias de ella más tarde, a ver cómo le fue pero de eso aún faltan capítulos, yo no confiaría en verla sino en que me contaran como acabó, esta parte está pensada haciendo caso a vuestros comentarios, pues la mayoría no queríais perder este personaje.

Muchos olvidasteis al “Hombre lobo” recordad que está en el capítulo 31 de la serie, ahí podréis leer más cosas de él y de sus medios de castigo, mas adelante nos internaremos mas en este malvado personaje.

En el siguiente capítulo tendremos la recuperación de Cecilia y echaremos un vistazo a Mara, llegaran las primeras nieves y tendremos algo de paz y sexo.

De momento nada más, espero como siempre vuestras opiniones y comentarios, entretanto…

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