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La Hija de mi ligue. 2

en Amor filial

   Hola amigos y lectores, continuo esta historia dos semanas después del punto en que acabó la anterior, es decir en mi siguiente viaje a Avila; he de reconocer que en el ínterin mi conciencia me había estado dando la lata, aduciendo falta de decencia y otras consideraciones morales, en mi defensa alegaba que la chica había cumplido la edad legal adulta unos días antes de mi primera visita, como me contó su madre por teléfono, aunque físicamente no lo aparentaba por su pequeña talla y tez aniñada, pero al parecer eso era normal en su familia, pues cuando la madre se quitaba los tacones se quedaba en metro sesenta y poco, además fue la joven Anita la que se metió en mi cama y que, a fin de cuentas, no había habido penetración sino solo caricias, frotamientos y ¡Eso sí! También una mamada bien hecha, entenderéis pues que al iniciar mi viaje para ver a Ana (madre) estaba algo confuso y preocupado, aunque en las conversaciones telefónicas nocturnas, esta no había dejado entrever que la joven hubiera confesado lo sucedido.

Ya sabía por dichas conversaciones telefónicas, que esta vez no tendríamos todo el fin de semana libre, ella debería trabajar la mañana del domingo y la del lunes, como compensación yo viajaba aquel viernes y había sacado el billete de vuelta para el mediodía del martes, lo cual me daba casi cinco días para disfrutar de la madre y la hija, son las ventajas de estar parado.

Naturalmente había sincronizado mi viaje para poder llegar al hospital a tiempo de recoger a Ana cuando finalizase su turno, ella era todo sonrisas y me presentó a varias compañeras, naturalmente tal actitud disipo mis dudas acerca de confesiones filiales y demás tonterías; ya más relajado anímicamente me deje guiar al aparcamiento y una vez en su coche nos besamos durante un buen rato antes de ir a comer a su casa.

Naturalmente allí estaba la joven Anita, su saludo y beso fueron alegres, pero en un momento en que su madre fue a la cocina la morenita se aproximó cuchicheando pícaramente:

-      No sabes cuánto te he echado de menos.

-      Y yo. –dije en voz baja- Pero deberíamos dejar esto así, sin más complicaciones.

-      ¡Ni hablar! –contestó levantando algo la voz- ¡Te necesito!

-      Estate tranquila, en estos días he meditado y seguiré con tu madre, es buena y amable además de cariñosa, no necesitare más… emm… digamos “alicientes”

-      ¡No seas ingrato! Ahora soy yo quien te necesito, desde aquella mañana no puedo parar, salgo a paja diaria.

-      Ya me hago cargo de tu situación, pero no puedo evitar tus tentaciones o sentimientos, guapetona.

-      ¡Si! Debes y me ayudaras, después de comer te acostaras con mi madre ¿a qué si?

-      Bueno si, ¡Supongo que habrá cachondeo y siesta!

-      Pues la siesta será solo para ella, en cuanto se duerma ven a mi lado.

-      ¡Estás loca! –dije asombrado- nos descubriría y montaría la de Dios.

-      No porque esta noche ha dormido poco, estuvo limpiando y ordenando cosas hasta tarde, después de comer y de que te la tires, se dormirá como una ceporra.

Afortunadamente Ana interrumpió la conversación viniendo al salón diciendo que pusiéramos la mesa, minutos después comíamos animadamente conversando, me gustaba estar entre dos mujeres y sentirme deseado por ambas, al acabar la comida Anita se ofreció a recoger la mesa, añadiendo pícaramente que los adultos deberíamos irnos a la habitación a charlar de cosas más personales.

El sexo con Ana fue rutinario, su ex marido como ya mencioné, había hecho un buen trabajo casi neutralizando su libido y haciéndola engordar, me llevaría mucho tiempo hacer de ella una hembra salvaje y ríos de sudor hacer que tuviera un cuerpazo en condiciones, noté además que aquella tarde la mujer parecía más… ¿cómo decirlo…? cansada o lenta que el fin de semana anterior, se la veía menos activa y solo me dio tiempo a comerla el chochete, apenas correrse se relajó de golpe y comenzó a roncar quedamente.

Estaba como en los viejos tiempos, es decir desnudo empalmado y sin pareja, pero no me apetecía metérsela a una tía dormida, tras unos minutos de duda acabe poniéndome el slip y una bata para ir al salón; Anita estaba allí viendo la televisión, se había cambiado de ropa, ahora llevaba una camiseta holgada de tirantitos de color lila y un pantaloncito deportivo rojo corto, delgado y ajustado, ella sonrió apartando la vista de la caja tonta y dijo mirándome:

-      Ya sabía yo que no tardarías mucho.

-      ¿y eso?

-      Un calmante en polvo mezclado con su sopa, eso siempre funciona.

-      ¿Siempre? no te entiendo. –exclame asombrado sentándome a su lado en el sofá.

-      Mi madre lo pasó fatal hace tiempo durante su divorcio, por no mencionar de su decepción con aquel otro tío que conoció posteriormente, a veces sus lloros y preocupaciones nos tenían despiertas hasta las tantas, es ahí donde aprendí el truco, tras una comida o cena bien aderezada con calmantes se duerme y ya está feliz.

-      No me gustan ciertas cosas de ti jovencita. –me puse serio de golpe.

-      Pero otras si ¿verdad? –dijo mirándome intensamente con aquellos ojazos verdes.

-      Pues si… ¡tal vez demasiado! –dije devolviéndole la mirada- por eso debemos parar esto ahora.

-      Tu no quieres pararlo en serio… ni yo tampoco, ¡Aclárate Javi!

¡Aclárate Javi! La misma frese que había escuchado en boca de mi última ex antes de su portazo de salida de mi vida, ¿tienen las chavalas un vocabulario homologado para estos casos? supere la sorpresa al ser consciente de que la joven solo reaccionaba ante un rechazo, tenía que suavizarla un poco o ella echaría a perder la relación con su madre.

-      Escucha cielo, tú eres muy guapa y es cuestión de tiempo que te salga un noviete, ya debes tener amigos o admiradores.

-      ¿Eso que tiene que ver contigo? –su cara reflejaba sorpresa.

-      Pues que no quiero sentirme mal por verte con alguien, lo cual sería normal si estoy con tu madre; entiende que eso del otro día debe quedar como una travesura o un episodio aislado.

-      Te haces el duro pero me deseas. –Anita sonreía mientras se deslizaba por el sofá pegándoseme literalmente- tu bulto ha crecido.

Aquella jovencita era tentadora, vi deseo en sus ojos, sus manos volaron hacia el cinturón de la bata soltándolo al mismo tiempo que abría sus piernas todo lo posible, el monte de venus y la rajita se insinuaban bajo aquel pantaloncito elástico, por lo que supuse que no llevaba bragas; aparté sus manos algo molesto pero lógicamente interesado en lo que ella mostraba, ¿Qué carajo? mi charla no había surtido efecto y por lo menos lo había intentado, además ya le había comido el chichi a la madre ¿Por qué no a la hija?

Anita era muy inquieta y desde luego debía tener sus propios planes para la situación, más rápida que el pensamiento la joven se incorporó lo justo para girarse, a la vez que se sentaba en mi regazo dándome frente, sentí sus piernas por fuera de las mías, su monte de venus sobre mi slip ya que con el movimiento se me había abierto la bata, sentí su calor y presión sobre la polla medio erecta, la chica pego el resto de su cuerpo al mío besándome en los labios simultáneamente, sentí sus menudos pechos contra mi torso desnudo, supongo que simplemente me deje llevar devolviéndola el beso, esta vez con lengua, al mismo tiempo metí las manos bajo su camiseta e inicie una serie de caricias en sus costados y espalda, Anita gimió suavemente a la vez que meneaba las caderas, un minuto después yo estaba totalmente empalmado, el calor vaginal aumentaba así como la sensación de humedad contra mi abultado slip.

-      Ahh… espera y me quito la camiseta. –dijo ella apartándose un poco con lo que aprecie el rubor de sus mejillas.

-      No cielo solo levántala, lo prefiero así porque le da morbo a la situación.

La vi sonreír, entretanto nuestras caderas habían comenzado a agitarse, sentía calor en mis bajos, ella dio un tirón lateral al bajo de su pantaloncito corto y aquello fue la hostia, a estas alturas como es lógico mi rabo ya asomaba la cabeza por el borde del slip, el contacto de nuestras carnes fue inevitable y placentero, Anita estaba mojada y caliente, yo duro y ansioso, sentí el frote de su vagina sobre mi nabo ir y venir una y otra vez, la joven suspiraba abrazándome con fuerza, naturalmente aquellos sonidos junto a mi oreja animaban bastante, deseaba metérsela pero supe contenerme.

En lugar de eso dedique una de las manos a sujetarla contra mi cuerpo, sentía sus pechos en mi torso y me excitaba notar aquellos pezones erizados, usé la otra mano hacia  atrás y abajo metiéndola bajo el elástico de sus pantalones rojos, allí mis dedos siguieron el surco de las nalgas hasta detenerme en su ano el cual presioné con mi dedo medio, ella dejo de agitar su chochete contra mi prepucio al instante y separándose un poco dijo:

-      No quiero…

-      Ya sé lo que vas a decir, -la interrumpí- no entrare, solo quiero que lo sientas y te ayude a correrte, confía en mí.

-      Vale pero… ten cuidado.

A estas alturas la humedad y el roce habían bajado el borde del slip, por tanto sus labios vaginales envolvían mi tronco y su clítoris estaba hinchado por el frotamiento; ambos retomamos el vaivén de caderas con entusiasmo, Anita se meneaba con rapidez comenzando a jadear casi enseguida, la presión de mi dedo en su culito aumentó y eso pareció animarla aún más, la joven parecía un torbellino agitándose y corcoveando contra mi verga, por mi parte estaba de lo más excitado con aquella chavala pero aún lejos de correrme, no me sorprendió demasiado cuando ella pasados un par de minutos profirió un gemido y se tensó en pleno goce, su orgasmo debía ser fuerte pues me abrazaba con fuerza, manteniendo los ojos cerrados y la boca entreabierta jadeando.

Supuse que ella pensaba que ya estaba, que con la corrida había acabado y se podía relajar, pero yo tenía otros planes así que rápidamente me levante un poco arrojándola al sofá, mientras Anita intentaba comprender y reaccionar, yo me las apañé para meter la cabeza entre sus piernas.

-      ¡No espera! –acertó a decir en tono algo alto.

-      Chiist… o despertaras a tu madre, ahora eres tú la que debes callar y ceder un poco.

Anita con las piernas abiertas y el pantaloncito movido a un lado mostraba su coñito, mis manos sujetaban las suyas impidiéndola ocultarlo a mi vista, lo tenía a pocos centímetros de mi cara, había pelo… poco y moreno, la carne de aquellos labios estaba rojiza por el frotamiento, pero aprecie el color salmón de la vagina, su olor a hembra caliente era claramente perceptible, no me pude resistir a lamer, pase la lengua por aquellos labios recorriéndolos lentamente, escuche un gemido de su dueña animándome, por lo que redoble mis lametazos en la zona, un minuto después fui consciente de que podía dejar las manos femeninas sueltas sin temor mientras continuaba mi labor.

Usé mis manos para abrir bien aquel coñito y contemplarlo un instante, era bonito y sonrosado, un chochete saludable, recogidito, pulcro y terso, mojado y con un aroma maravilloso, volví a mi trabajo de lamer toda la zona sin olvidar el clítoris pequeño y rojizo, que me aguardaba ansioso medio escondido en su fundita, un rápido titileo con la lengua hizo jadear a su dueña, por fin me decidí a meter la yema de un dedo en su vagina, la joven se tensó pero no protesto pues la sensación de placer podía más que el miedo en aquel momento, o eso o es que me cogía confianza, sea como fuere decidí darla una buena mamada agitando el dedo solo un poquito, lo justo para que sintiese el vaivén de la penetración, a estas alturas Anita tenía una mano en mi cabeza presionándomela y la otra sobre su propia boca, sin duda para acallar los grititos de gusto que se la escapaban, yo por mi parte había cogido el ritmo de boca y dedo trabajando coordinados, con lo que instantes después sentí su corrida en la boca por el sabor del flujo, y en las mejillas por el frenético vaivén de las caderas golpeándome, allá arriba se escuchaban ahogados grititos y poco después un uahhh… mientras su cuerpo se tensaba unos instantes.

Me senté mirando a la joven, estaba muy guapa recuperándose del orgasmo, yo conservaba media erección, tras haberle comido el coño a las dos hembras de la casa y recibido un frotis de la más joven, un total de 3 corridas a 0 a su favor, era hora de ser un poco egoísta.

Continuara

Hola amigos, sé que el anterior relato tuvo alguna controversia, por eso en el presente he puesto las cosas claras desde los primeros párrafos, deseo evitar polémicas acerca de tallas y medidas femeninas, a fin de cuentas las chavalas adultas pero en formato mini (bajitas) también tienen derecho a divertirse, además son más ligeras y manejables a la hora de hacer posturitas inverosímiles.

Estimados lectores yo debo ceñirme a las normas de la página, pero vosotros tenéis todo el derecho del mundo a imaginar a la protagonista como deseéis ¡Recordadlo!

¡Por cierto! El anterior relato ha desbancado a “La gemela” como mi relato mas leído, Gracias a todos.

Sed felices. 

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