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Martita llegaba tarde y... (V) cita y trio.

en Amor filial

14ª Parte. La cita forzada.

   Fermín quedo con la profesora para el sábado siguiente, la mujer se llamaba Ana, tenía 44 años y estaba bastante bien para su edad, cara angulosa pero atractiva, tras sus gafas de concha se escondían dos pequeños ojos negros, era morena con su pelo recogido en un apretado moño, era tal vez  demasiado delgada de cuerpo y con pechos pequeños, pero con culo aún alto y de tamaño medio, bueno sinceramente… lo más atractivo de ella era… la cantidad de dinero que había sacado en el divorcio y su Mercedes último modelo de color gris perla, por no mencionar que era la ahijada del director del instituto, resumiendo, la cita debería de ir bien y si la señora quería tirárselo, pues eso… si o si, ¡a elegir libremente!

La cita fue bien desde el principio, la mujer había abandonado su forma de vestir sobriamente formal, esa noche llevaba un escotado vestido corto de color malva, también había sustituido sus gafas por lentillas coloreadas, sus ojos ahora parecían verdes, además había liberado su pelo y ahora lucía una sedosa melenita hasta los omoplatos, el maquillaje resaltaba tanto sus facciones como sus labios, sinceramente parecía otra mujer mucho mas sensual.

El no era un bruto sin cultura y se esforzó en demostrarlo, acudió bien afeitado y peinado, llevaba un traje informal con camisa corbata y chaqueta, sus pantalones claros de otro tejido era lo único que podía desentonar del conjunto, al ver el cambio físico de su cita intentó compensarlo haciendo gala de buenos modales, al caminar por la acera la cedía el paso y siempre la situaba más cerca de la pared que de la calle, en el restaurante la hizo situarse ante la mesa y acerco la silla a sus bonitas posaderas, demostró que sabía lo que eran y para que servían tanto los cubiertos como las distintas copas, durante la cena fue un excelente conversador y un perfecto caballero, halago modestamente a la mujer sin propasarse, aunque sabía perfectamente que ella quería sexo, el escotado vestido se ajustaba a las curvas de Ana, saltaba a la vista que no llevaba sujetador pues los pezones se notaban claramente bajo la tela, sus ojos se encontraban a menudo y ella se lamia los labios frecuentemente.

Tras la cena vino un pequeño paseo con amena conversación incluida, de vuelta hacia el coche entraron en un local discreto a tomar una copa, ahí llegaron los primeros besos, la actitud de la mujer era inequívoca y Fermín deslizó audazmente una de sus manos entre los muslos de Ana, estaban en un ángulo de la sala, cualquiera podía ver las caras de ambos aunque la mesa ocultaba sus manos, una frase resonaba en la mente del hombre “Trata a la reina como una puta y a la puta como una reina” se dejó aconsejar por la sabiduría popular y sus manos parecieron cobrar vida propia.

La mano derecha pasó bajo el vestido, la fina tela de las bragas delataba una humedad incipiente, tras una ligera resistencia, fruto más del temor a ser observados que del deseo, la mujer abrió las piernas para facilitar el acceso mientras controlaba con la vista las mesas colindantes, nadie se fijaba en ellos pues cada cual estaba a su rollo, Fermín también había dado un vistazo alrededor antes de iniciar sus avances, ahora más tranquilo movió los dedos levantando un borde de la prenda íntima, el conejo de Ana tenía algo de pelo, no demasiado por lo que notaba, pero lo tenía y estaba húmedo, fue metiendo los dedos suavemente abriendo la grieta, su dueña se giró levemente en su asiento dándole un beso en la boca, el metió un poco la lengua y los dedos siguiendo su ejemplo entraron por abajo.

Mientras los dedos abrían aquellos labios húmedos introduciéndose levemente en Ana, esta respondía febrilmente al beso respondiendo afanosamente al tiempo que se abría mas de piernas, Fermín veía de reojo la tela del vestido tensándose bajo la incipiente tensión de los pezones que se erguían excitados, dio más velocidad a sus dedos, estos tras explorar la zona frotando el clítoris, se introducían metódicamente una y otra vez en la mojada vagina, Ana ajena a las miradas del resto de la sala únicamente percibía el placer entre sus piernas, aquella paja en público la llevaba rápidamente a una corrida tan deseada como urgente, tres minutos después su respiración se agitaba al compás que sus temblorosas caderas, gimió contra la boca del hombre y se tensó al alcanzar el orgasmo.

-      Uummmff, aaaggh, a sii,aah. –Gimió la mujer separando apenas la boca.

-      Si cariño, disfruta. –Dijo Fermín, sintiendo como el coño femenino se estremecía entre sus dedos empapándolos.

Tras un ligero temblor el cuerpo de Ana se relajó, quedando apoyada contra el hombro de Fermín dijo:

-      Vete a saber cuántos nos han visto.

-      ¿Qué más da? Yo no soy habitual de este sitio, -respondió el hombre- ¿tu si?

-      Nunca había venido antes, pero me da corte,

-      Pues pese al corte o la vergüenza te has corrido muy rápido, -contestó Fermín llevándose dos dedos a la boca y chupándolos saboreando el flujo, añadió- tienes buen sabor Anita, es intenso…

-      ¡No seas guarro! Sácate eso de la boca, -Dijo ella, con las mejillas encendidas.

-      El caso es que me gusta tu sabor, ¡quiero más!

Ana estaba algo confusa, había amenazado a Fermín para conseguir esta cita y tirárselo, le gustaba su cuerpo fuerte, ella desde la ventana de su despacho, había contemplado en múltiples ocasiones al jardinero trabajando, un día se sorprendió a si misma tocándose el coño hasta correrse mientras lo miraba, pero a partir de ahí se desató su deseo, se había hecho unas cuantas pajas viéndolo trabajar, llevaba meses sin follar y ahora este hombre al que deseaba, pero casi había obligado a aceptar la cita, la decía que la gustaba su flujo y que quería mas ¿a que obedecía aquel cambio? Se sintió valorada como hembra y decidió que la noche seria memorable para ambos.

Salieron del local y llegaron al coche, el hombre dijo que siempre había deseado conducir un Mercedes, ella había aceptado la propuesta de Fermín de ir a su casa y accediendo a su petición le había dicho que podía conducir su Mercedes gris, tras unos besos y toqueteos mutuos el vehículo se puso en marcha, Ana había palpado el bulto de los pantalones masculinos topándose con algo gordo, inclinándose bajó la cremallera y se admiró al ver aquel gran prepucio sobresaliendo del borde del slip ¿qué era eso? había supuesto algo más modesto dado su nombre, del tipo “Fermín el del pitín” pero se encontraba ante algo distinto “Fermón el del pollon” deberían llamarlo.

Ana sintió que la boca se la hacía agua y sus bragas se encharcaron de repente, tuvo una visión fugaz de si misma como adolescente, se recordó con coletas chupando su primera verga, la su tío Paco, que había sido su profesor de sexo doméstico y primer amante, recordó cómo este le había enseñado a mamar su polla y engullir toda la lefa sin hacer ascos, este la había adiestrado bien durante meses, convenciéndola firmemente de que aquella sustancia era la recompensa justa y evidente a su buen hacer oral.

De vuelta a la realidad Ana abrió los labios y recorrió el prepucio lentamente, sintió la voz de Fermín gemir y decir:

-      Deja eso pera la casa. Uuff… no quiero darme un golpe conduciendo tu coche.

-      ¡De eso nada! Pero iremos ambos más despacio, solo estate atento a la calle y déjame hacer. –respondió ella, añadiendo- Tengo que familiarizarme un poco con este pedazo de carne.

Se lo metió apenas forzando la boca, cabía justo entre sus labios, Ana estaba maravillada por aquel prepucio que la llenaba, pasaba la lengua por su piel caliente, sintió gotas de deseo en el paladar, ¡aquel sabor a macho! Tragó el líquido preseminal ansiosamente sintiéndose arder por dentro, agitó con sus manos la columna del rabo sin dejar de mover su boca y lengua por el glande masculino, los suspiros de Fermín se hacían más frecuentes, el ruido del motor y la sensación de movimiento del coche se hicieron algo más vertiginosos, le oyó decir:

-      Para loba, AAAHH… ¡Que nos matamos!

-      Pues ve más despacio, yo no voy a dejar mi caramelo hasta que me dé su relleno.

-      Aaah… Haz lo que quieras, pero se suave aahh… al llegar a casa ya te daré lo tuyo.

De vuelta a la mamada Ana rememoro su niñez, entonces su boca era más pequeña y por tanto, la verga de su tío Paco parecía tan grande como la que ahora chupaba con dedicación, recordaba aquella sensación cálida en su entrepierna, recordó que de joven se ponía tan caliente que normalmente se masturbaba mientras chupaba, la excitaban aquellos empujones pélvicos del macho impulsando la polla en su boca, movió velozmente la lengua alrededor de la corona y sobre la rajita de la uretra, oscilaba la cara sobre la pelvis del hombre, introduciéndose más aquella verga alojada entre sus labios; en su mente y gracias al recuerdo Ana se la estaba mamando a dos tíos simultáneamente, ahora volvía a recordar y anhelar las corridas de su tío Paco, recordaba sus chorretadas golpeando su paladar con fuerza, generalmente ella se corría al sentirlas, con sus propios dedos agitándose dentro y fuera de su coñito, con su boca llenándose de leche caliente y espesa, su lengua bañándose y removiendo la mezcla sin dejar de rozar el capullo, aquel esfuerzo por tragarlo todo sin abrir la boca, para no desperdiciar ni una gota de su adorado premio, mientras se estremecía de su propio orgasmo.

Aquella noche no se masturbaba en el coche, pero su boca hacía estragos en Fermín, este ya culeaba metiendo cuanto podía de polla entre las fauces de su mamona acompañante, ella le sentía temblar y a punto de correrse cuando el coche se detuvo con un frenazo y él dijo:

-      ¡Ya estamooos,! Para por lo que más quieras, hemos llegado a casa aaaggh…

-      ¿Ya hemos llegado?

-      Si para y estate quieta… ¡Oohh… te lleno de leche!

-      No me molesta si me das mi premio ahora. –dijo Ana sonriente.

-      Mejor espera un poco bonita, la noche es joven y no soy un crio.

Ella separo las manos y miró la oscilante y amoratada verga, el instrumento brillaba recubierto de saliva y de la uretra brotaba un goterón de semen. Comprendió que se habían detenido justo a tiempo para evitar la eyaculación, Ana se agacho de nuevo y frunció los labios dando un beso al capullo, saboreó como una experta aquella gota blanca en su boca, pero se contuvo de chupar más el rabo, el sabor de su premio la gustó y se prometió vaciar aquellos cojones lo antes posible.

15ª Parte, La trampa.

Recompusieron sus ropas y fueron a la casa, las luces estaban apagadas y todo en silencio, la mujer se sentó en el sofá mientras Fermín puso algo de beber, ella supuso que se sentaría a su lado, pero él dijo que iría a comprobar si Marta estaba dormida, fue a la habitación de su hija y apenas entrar esta le tomo de la chaqueta, sin dar tiempo a decir nada se encontró con sus labios cálidos dándole un fogoso beso en plena boca, un minuto después ella dijo:

-      Os he visto por la ventana, esa golfa te la estaba chupando.

-      No te preocupes cariño, solo ha sido un precalentamiento, lo bueno vendrá luego… contigo.

-      Vale papa ¿cómo ha ido la cita?

-      Está en el bote, la he hecho una paja y se ha corrido en un bar, toma, chupa mis dedos.

-      Uummff, saben fuertecillo, -dijo Marta sacándose los dedos paternos de la boca.

-      Si cariño, -repuso Fermín sonriendo- esta como loca por que la echen un buen polvo.

-      Pues ¡hala! Ve y fóllate a tu amiga, yo esperare mi turno. –Marta se puso seria de repente- Recuerda que la webcam de tu habitación parece apagada pero no lo está, yo te veré por el ordenador, solo asegúrate de que a esa zorra no le dé por apagar la luz para follar.

-      Vamos cariño ya se lo de la luz y la cámara, solo tienes que mirar, darle a grabar y esperar un poco, luego cuando creas que ella esté a punto de correrse vienes a la cama y te unes a la fiesta, no se resistirá una vez que esté lanzada, pero recuerda que en principio solo has de dedicarte a ella, si comenzamos con el tema del incesto podría salir corriendo y fastidiarnos el plan, más adelante, cuando se haya despendolado ya podre metértela.

-      Tú y yo dedicándonos a ella, ¡menudo plan! –contestó Marta enfadada.

-      La posterior vergüenza por lo ocurrido la mantendrá al margen y por si no funciona, la grabación del trio la apartara definitivamente de esta casa, ya te lo expliqué.

-      Vale, anda vete con ella y acabemos con esto, seguiré esperando.

-      Pobrecita mía, -Fermín la acaricio un pecho por encima de la bata y preguntó- ¿Te has pajeado en mi ausencia?

-      ¡Dos veces papá! No querías que te hiciera nada antes de irte para conservar las fuerzas, pero yo estaba a tope y necesitaba relajarme.

-      En un rato podrás disfrutar, cielo mio, solo ve calentando el horno. –contestó Fermín dirigiendo una de las manos de Marta a su chochete, imaginar cómo te pajeas me excita más que desnudar a cualquier mujer.

-      ¡Pelota! Pero me gusta oírtelo decir.

-      ¡Pajillera! Te quiero.

Fermín volvió al salón donde Ana le esperaba algo inquieta por su tardanza, se sentó a su lado y tras darla un beso fugaz en los labios dijo:

-      Mi hija estaba medio dormida y algo preocupada, perdona la espera.

-      ¿Era por la cita? –Ana volvía sonreír.

-      En parte, pero lo peor es que hace una semana dejó su relación con un chico, anda inquieta desde entonces y me tiene preocupado.

-      Vaya ¡lo siento por ella! A todas nos ha pasado eso alguna vez, ¿quieres seguir la fiesta o te ha chafado los planes?

-      Seguiremos Ana, pero mejor en la habitación de matrimonio, la he dicho que se tome una pastilla y duerma, en un ratito podremos hacer todo el ruido que queramos.

Se pusieron en pie y fueron a la habitación, ambos se desvistieron mirándose mutuamente entre abrazos y besos cada vez más intensos, Fermín se excito viendo surgir del corto vestido malva aquel cuerpo femenino, la morena de pelo corto poseía una silueta delgada muy bien proporcionada y realmente atractiva, solo vestida con una pequeña braga de color negro y medias de rejilla a juego, ella devolvía la mirada al hombre, contemplaba su duros pectorales, así como sus firmes brazos y piernas donde se marcaban sus músculos, la última mirada recayó en su verga que recuperaba la erección por momentos, los ojos se encontraron y el hombre dijo:

-      Pareces una de esas modelos de lencería de las revistas.

-      Tu pareces estar muy en forma, ¡me gusta mirarte! Consigues excitarme mucho.

-      Y tú a mí, ¿te sacas la braga o te la quito a bocados?

-      Ummm… elijo bocados, -dijo ella sonriendo y acercándose al hombre.

Fermín dio en paso hacia atrás sentándose en el borde de la cama, la mujer se acercó quedando de pie entre las piernas varoniles, las manos de ambos recorrían el cuerpo del otro acariciando y valorando la piel y sensibilidad del contrario, sus bocas no tardaron en unirse y dejaron a sus lenguas actuar.

En breves minutos estaban ambos desnudos totalmente, la braga reposaba en el suelo y ellos estaban en la cama, Fermín se coló entre los muslos de Ana lamiendo su coño mientras ella le arañaba juguetona la espalda, el hombre podía valorar ahora sin tapujos la chirla femenina, su sabor era fuerte, sus labios algo colgantes y su clítoris bastante prominente, la humedad de la zona era cálida y algo excesiva, en su particular escala de coños este daba un 8, lamio toda la zona suavemente para ir paulatinamente insistiendo en determinadas zonas más sensibles, luego se centró en chupar el clítoris insistentemente, cuando Ana comenzaba a jadear la introdujo un dedo, torciéndolo en forma de gancho como si intentara tocarse la nariz a través de la carne femenina, el movimiento de su lengua unido a frotar del dedo contra la pared vaginal, hizo que la mujer arquease las caderas entre gritos de placer intenso.

Él sabía que si insistía es esa zona y presionaba en cierto punto, la mujer podía orinarse encima a la vez que se corría de placer, aquel orgasmo sin duda sería algo que jamás olvidaría, estaba a punto de conseguirlo cuando la puerta de la habitación se abrió despacio. Marta totalmente desnuda, entro sigilosa quedándose muy quieta en la entrada, mirando a la pareja.

Fermín había sentido algo de corriente y supuso que su hija estaría viendo la escena, aquello hizo que se esmerase en sus tareas orales y dactilares, la morena tenía los ojos cerrados y solo estaba atenta al placer, por lo tanto no se percató de que era observada, no tardó en llegar al orgasmo en la inquieta boca del hombre, corriéndose entre grandes jadeos y temblores.

16ª Parte. Mentiras y sexo.

   Ana se había quedado relajada, sintió al hombre trepar por su cuerpo lamiendo su carne trémula, notó también aquellas manos acariciando sus pequeños pero bien formados senos, por fin la cara masculina apareció ante sus ojos besando su cara, ambos se enzarzaron en un beso apasionado, el miembro masculino totalmente erecto se insinuaba contra la entrada de la empapada vagina, bastaron un par de empujones para que este entrase en la mujer, ella rompió el beso profiriendo un gemido al sentirlo dentro de si, Fermín se apoyó en los brazos, agito las caderas un poco hasta acomodar toda la verga bien adentro y dijo:

-      Resulta curioso, si esta situación hubiera ocurrido hace quince días, todo hubiera sido más simple.

-      No te entiendo, -Ana estaba placenteramente confusa- ¿Qué quieres decir?

-      Ahora lo entenderás guapa, -Fermín giro un poco la cabeza y dijo en voz más alta- ¡Marta ven!

-      Si papa, estoy aquí.

La rubia solo se había agachado un poco a los pies de la cama, su mano derecha había ayudado y guiado la verga paterna en la penetración de la profesora, ahora la rubia se incorporó y dando dos pasos se acercó a la cara de Ana. Esta tras un instante de asombro, no sabía si escapar o cubrirse, forcejeó pero sus intentos fueron contenidos por el cuerpo del hombre que la sujetaba los brazos sin dejar de menear las caderas.

-      Veras preciosa –dijo Fermín- mi hija tiene necesidades y tu deberás ayudarla a cubrirlas.

-      ¡Estás loco! –contesto la profesora forcejeando.

-      Es tu castigo guapa, me amenazaste con echarme cuando me negué a salir contigo, no te podía explicar por qué, pero mi niña te lo va a contar ahora mientras te follo.

-      ¡Par de guarros, soltadme! –gritó la morena.

Marta no permanecía ociosa, en aquel intervalo había tomado las pequeñas tetas de Ana y las masajeaba con ganas, amasándolas suavemente pero dando tironcitos a sus gruesos pezones, la joven acerco la cara a la oreja de la morena y susurró las palabras:

-      Mi papi tiene una buena polla, se la toco y se la chupo cuando quiero, me encanta sentir su piel y su leche caliente en mi cara y boca, ¿la has probado ya golfa? Supongo que no, así que no sabes lo que te pierdes putón.

Ana ya no forcejeaba tanto, el vaivén de la verga dentro de sí hacía estragos en su cuerpo, ya recalentado por su reciente orgasmo, añadiendo a eso las manos de la joven y el morbo de la voz susurrando obscenidades la estaban excitando de nuevo, sentía su vagina comprimiendo al invasor y su calentura aumentaba rápidamente, no lo confesaría pero deseaba íntimamente que aquella zorrita siguiera hablando.

-      ¿Sabes? ¡Me come el chichi! –Marta seguía susurrando en su oído- desde hace dos semanas me lo come todos los días, me hace correr dos o tres veces por noche, solo lamiéndome como ha hecho contigo, recuerda su lengua ¡Puta! Como yo la recuerdo, y sus dedos dentro removiéndose empapados en flujo hasta que me corro de puro vicio.

-      ¡AAAHH… aléjate de mí zorra aahh… me excitas demasiadoooo –jadeaba Ana.

-      Está a punto papa, se la nota en la cara que tus pollazos la encantan.

-      ¡Aprieta que no veas cariño! –contestó Fermín.

-      Se nota papi, dale a fondo.

Fermín soltó las muñecas de Ana, dejando al cuidado de su hija las reacciones de la madura, incorporándose un poco puso las manos en su cintura contemplando aquel ombligo tan atractivo, el suave vientre femenino le excitaba y creía ver su piel sedosa dilatarse e hincharse levemente al paso de su gran verga, inconscientemente el hombre aceleró sus movimientos.

Ana a estas alturas, estaba demasiado caliente para resistirse a nada, enredó sus piernas en los muslos masculinos para sentirse penetrada más a fondo, sentía su interior barrenado sin piedad, sus tetas eran amasadas sin pausa por aquella jovencita que no cesaba de susurrarle obscenidades en la oreja, su cuerpo oscilaba al vaivén de las estocadas y la madura se sentía en la gloria del placer, el orgasmo la llego repentinamente y fue tan intenso como un mazazo en la cabeza, su cuerpo  se tensó de repente, gritó de gusto durante un minuto, ni el hombre ni su hija dejaron de penetrarla ni acariciarla mientras ella gozaba, aquello parecía no tener fin pensó fugazmente antes de quedar desmadejada en la cama.

-      ¡Para! Para papá, se ha desmayado. –dijo Marta algo asustada.

-      De eso nada cariño, tiene los ojos abiertos y el corazón la va a mil, ¡quiero correrme! Ya van dos calentones con esta guarra.

-      ¡Pues yo no veas como estoy yo papi! sácasela y hazme sitio.

Fermín hizo caso a Marta y saco su polla de aquel coño chorreante, vio cómo su hija subía a la cama y se situó arrodillada y perniabierta en posición sobre la madura desvanecida, las tetas de ambas se juntaron igual que sus vientres, las piernas de la joven quedaron por fuera, el hombre tuvo una magnifica visión del proceso que le excito aún más si era posible, ante sus ojos quedó el firme culo de Marta, podía ver además aquellos dos coños uno sobre otro pero igualmente deseables.

Solo había pasado un minuto, la verga seguía tensa, amoratada y aun brillante de flujo, el hombre tomó con ambas manos el culo de su hija y guio su aparato hacia el coño filial, entrando en el lentamente para disfrutar de sus esponjosas y cálidas paredes, Marta gimió al ser ensartada por aquel trozo de carne, gimiendo de placer se abrazó al cuerpo de Ana frotándose contra ella, sus tetas se frotaban, los pezones ayudaban a la estimulación, sus vientres se unieron al compás de las estocadas paternas, sentía su coño lleno y procuró agitarse al compás del vaivén.

Bajo ella la madura se recobraba del desmayo, contemplando la cara en éxtasis de la joven putita, sin pensar lo que hacía puso una mano en la nuca de la rubia y la atrajo hacia su boca, el beso sorprendió a todos, aquella mujer besaba a boca llena, su lengua penetro en la de la joven que tras un instante de duda colaboro activamente en el beso, Fermín aumento la velocidad de las embestidas, el cuadro estaba resultando de lo más excitante, sintió como su prepucio entraba una y otra vez en el útero femenino, supo que no tardaría en rellenarlo de semen.

-      Me voy aahh… correr nena.

Su hija no podía contestar, ambas mujeres se besaban con pasión y no dejaban de frotarse, el disfrutaba del cuadro, con ambas manos agarrando el culo filial, solo atinó a mojarse el dedo pulgar con saliva e insertarlo bruscamente en el ano de Marta, pocos movimientos después de polla y dedo fueron suficientes, sintió como su deseada corrida llegaba, el orgasmo se abrió paso por su cuerpo a la vez que chorros de esperma abandonaban su cuerpo llenando por completo el chochete de la joven Marta desbordándolo.

Fermín paró un instante disfrutando del placer, las chicas seguían morreándose sin pausa aunque su nena se estremecía como si se hubiera corrido a la vez, el siguió penetrándola más lentamente pues aún conservaba una buena erección, aquellos movimientos hacían salir el semen que caía en gruesos goterones sobre el chochete de Ana, aquello animó al hombre a cambiar de gruta, de un rápido movimiento saco la verga del chocho joven y de una estocada entro en la mujer madura.

Esta gritó por la violenta penetración, superada la sorpresa inicial Ana agitó las caderas y dejo de besar a Marta para suspirar con ganas, aquella polla la volvía loca, sentía todo su volumen dentro de sí y saber que estaba rebozada de semen la ponía aún más caliente, la mujer tras un buen rato de ser follada volvió a correrse como la zorra que realmente era, una que por fin resurgía de su máscara de dignidad.

La noche fue larga y placentera, durmieron juntos, tarde y agotados, a la mañana siguiente las mujeres hicieron un 69 mientras Fermín follaba alternativamente el culo de su hija y el coño de Ana, a esta no le gustaba el tema anal y menos con semejante calibre, el hombre supo que debería domesticar a la mujer pero lo dejó para más adelante, el domingo pasó rápidamente entre polvos en grupo, al acabar ambas había bebido su esperma y el sus flujos, saboreando sus distintos sabores como si fueran unos vinos de calidad.

17ª Parte. Conclusión.

Actualmente meses después, la vida de todos ha mejorado bastante, Marta no tiene novio oficial y nadie sabe que disfruta de su padre casi cada noche, la escena del servicio se ha repetido en más de una ocasión, ¡por cierto! la pintada de rotulador se borró hace tiempo de sus nalgas, aunque de vez en cuando la joven se escribe algo en su bajo vientre e ingles (a bolígrafo) y pide a su papá que se lo borre a lametazos.

Ana visita a menudo a la pareja sobre todo los fines de semana, las fiestas que se montan entre los tres serian la envidia de muchas personas, para evitar comentarios y cotilleos la maestra ha comenzado a aparentar un noviazgo con Fermín, Ana reconoce que el sexo a tres es estupendo, pero ella le pilla de vez en cuando en su despacho o en el cuarto de mantenimiento, en esas ocasiones le hace una mamada o echan un polvo rápido sobre la mesa.

Fermín es muy feliz, disfruta de dos mujeres estupendas y no hay noche (o dia) en que no tenga sexo, lo cual le mantiene alegre y en forma, tiene planes para que Ana use sus influencias y den una beca a Marta, para que pueda estudiar en su instituto caro de niños ricos, el sigue de jardinero y aunque no sabe cómo acabara todo, se limita a disfrutar de lo que va pasando en su vida.

                                                           FIN

 

Bien amigos, siento el retraso por esta entrega, confieso que se me da mal acabar historias como ya sabéis mis lectores habituales, además la inspiración tomó otros vericuetos y tengo otras dos historias distintas a medias, ya las leeréis en breve, entretanto…

¡Sed felices!

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