miprimita.com

MARÍA 1-Mi primer resbalón

en Grandes Series

MARÍA I-Mi primer resbalón.

-¿Cómo comenzó todo? siempre me lo he preguntado, como si no lo supiera. Fue el día que acepté venirme con Ricardo, a este bendito pueblo, y que, para descansar y mejorar de mis problemas nerviosos. Desde ese momento mi vida tomó otro rumbo; un rumbo que nunca me imaginé.

La perspectiva humana es tan trivial que nunca podremos considerar que el verdadero alcance de la más mísera decisión nuestra está fuera de nuestra comprensión hasta mucho tiempo después; pero mientras, nos quejamos amargamente de que las cosas no salieron de acuerdo a nuestros efímeros planecitos y nos enfurruñamos con los dioses porque no nos apoyaron en que las cosas salieran como queríamos.

Con esta corta, filosófica y necesaria introducción, comienzo mi historia. Me tienen que perdonar que sea un poco aburrida y narcisista al describirme, pero tengo que hacerlo. La historia es larga así que los que queden aun en la audiencia pónganse cómodos porque voy a empezar desde el principio.

Mi relato comienza en el momento que al fin parece que la vida me sonríe. Tengo una pareja que me ama, y yo… lo necesito. Vivimos confortablemente en la capital de un estado importante; él, es un estimado profesional de la ingeniería agronómica, factor importante en una empresa multinacional; yo, soy profesional en administración de empresas, pero no ejerzo, soy solo ama de casa. Mis nervios, ¡coño! mis nervios, siempre han sido mi problema. Mientras él culmina un trabajo de campo en la zona, nos hemos visto obligados a trasladarnos a esta pequeña ciudad llanera temporalmente. Él se oponía a que lo acompañara, pero yo me empeñé en venir, y que, para distraerme haciendo “turismo de aventura”, pero no había contado con que habrían largos periodos de separación y la soledad me afectaría.

Hacían tres semanas que Ricardo estaba fuera y yo desesperaba. Quería regresar a mi ciudad, me sentía triste quería llorar, para evitar el ataque de pánico que adivinaba, salí a caminar…

Pronto el calor me obligó a buscar refugio, mi piel blanca no estaba hecha para resistir esos solazos tropicales de las once de la mañana. Encontré la tasca que buscaba y entré en ella para protegerme.

Era la tercera vez que visitaba el sitio. Me gustaba por su ambiente folklórico en penumbra, y por su aire acondicionado. Mi cuerpo de formas abundantes pero venustas de forastera sin marido a la vista, visitando un bar al mediodía fue muy notorio para los comensales, todos varones. Pedí un trago y me propuse rechazar con los métodos que me había enseñado Deisy, mi siquiatra, la sensación de abatimiento que me abrumaba. El acaloramiento comenzaba a atenuarse.

Desde que entré percibí el extraño magnetismo que siempre sentía en su presencia como una premonición. Parecía permanecer al acecho de algo ignoto, sentado ante un trago con aire ausente. Era un tipo maduro, interesante, ya me había fijado en él otras veces desde mi llegada a la ciudad. Me había llamado la atención su manera enigmática de no-mostrar interés por mí, era indiferente hasta el insulto. A los demás, se les salían los ojos cuando me miraban, o, trataban de galantearme rudamente con ánimo abiertamente seductor; él no, él se mantenía alejado, con aires de suficiencia, pero, yo intuía que me tenía en la mira y al primer error mío, me iba a comer como lo hacen esas culebras que emboban a sus presas antes de atacarlas, para agarrarlas mansitas y luego, tragarlas poco a poco.

Me había enterado por medio de mi vecina Belkis –una vecina que me había brindado su apoyo desde mi llegada- de su condición de rico propietario de haciendas ganaderas. La había interrogado acerca del tipo, tratando de no mostrar el interés que el hombre había despertado en mi naturaleza femenina por su extraña manera de conducirse; más que interés era deseo de desquite, de demostrarle que yo era diferente a las mujercitas que acostumbraba enamorar y sus burdas maneras no funcionarían conmigo.

Decidí distraer mi mente afectada por la depresión con el personaje en cuestión, no corría más  riesgo que el que corre quien se acerca a una culebra contenida dentro de un frasco de vidrio- mientras el vidrio no se quiebre, no hay problema-.

Los primeros sorbos de mi trago y la respiración controlada me habían distendido, me dispuse a usar mi tiempo en observar al tipo con sigilo; mientras yo observaba, me sabía observada por él. El  jueguito se llamaba: sé que me deseas, pero estoy fuera de tu alcance. No quería jugar con fuego, porque mi verano ya iba para un mes y cualquier chispa…, apartando el hecho de que el tipo no me era desagradable y que su instinto ya le debería haber indicado que yo atravesaba un momento de debilidad y podría ser una presa fácil.

Mientras servían el siguiente trago decidí ir a refrescarme a la toilette. Escogí mentalmente el camino que seguiría por entre las mesas, para que no pudiera perderse nada del espectáculo de mi cuerpo. Me levante lentamente y camine entre el laberinto de sillas y mesas. Me sabía observada por todos, sentía sus miradas clavadas en mi espalda, bueno, más abajo.

 Me gusta vestir de blanco, pantalón ceñido a mis curvas y camisa con faralaos. Soy catira natural, llevo el cabello cortado a la altura de los hombros, mi naricilla es pequeña, se ve perdida entre un par de ojos marrones grandes y una boca de labios gruesos y pulposos. Mis senos son medianos y erguidos, cuerpo curvilíneo de gruesas proporciones, abdomen plano y una cola robusta y graciosa que es mi máximo orgullo. Piernas rotundas, pies enfundados en zapatillas de tacón alto para aumentar un poco mi estatura. “Un juguete para ricos”, dicen mis amigos que soy, pues y que, las mujeres como yo, a un pobre no le duran mucho. Mido uno sesenta y ocho y tenía para entonces treinta y dos años.

No sé si ya había averiguado mi edad, pero todo lo demás lo pudo observar con detalle durante mis desfiles de ida y regreso al reservado de damas. No note ningún cambio en su actitud aparentemente distraída y eso me hizo concluir que, con seguridad, no había dejado de pensar ni un minuto en mí, total yo tampoco, me dije con ánimo de reconvención. Lo mejor era irme, ya estaba relajada, solicitaría un taxi. Pedí la cuenta.

El repentino suceso de la puerta del lugar abriéndose a mis espaldas y la claridad solar invadiéndolo todo instantáneamente, no llamo tanto mi atención como el hecho de que él, le sonriera a quien había entrado junto con el resplandor -Bueno, de todas maneras la diversión se había terminado, pensé, ya llego la que esperaba.

La sorpresa de oír una voz masculina pronunciando mi nombre a mis espaldas, en ese recóndito lugar, donde creía preservado mi anonimato, detuvo mis preparativos para la retirada. Volteé expectante y le dediqué una estudiada sonrisa y una interrogante expresión, a un individuo que me pareció remotamente conocido. Mi cerebro rebuscó rápidamente en sus archivos con el fin de asignarle a la aparición un nombre y una razón a nuestro conocimiento mutuo. Me conmovió el descubrimiento de que lo datos que iban apareciendo en la pantalla de mi computador cerebral, coincidían con los de una persona de mi ciudad. Al reconocerle, alborozada alargué mi mano en su dirección sonriendo ahora con verdadero entusiasmo y tomándola entre las suyas, con leve inclinación él me la beso a la antigua, como acostumbrábamos hacerlo en la época de nuestros estudios en la universidad donde nos habíamos graduado en la misma promoción.

-Espérame, voy a saludar a mi hermano y regreso para que me pongas al día de tu vida, dijo con tono de disculpa. Se dirigió a la mesa de mi galán de juegos, quien sonreía, y lo abrazó con cariño e hizo ademan de invitarlo a la mía para que nos sentáramos juntos. Así fue. Se allegaron a mi mesa y fuimos presentados. El animalito indefenso ahora estaba al alcance de la serpiente. Se llamaba Lucas y visto de cerca, tenía mayor atractivo y olía a perfume sabroso.

Mostraba una sonrisa que parecía de satisfacción por algo que yo sospechaba tenía que ver conmigo, no pude dejar de notar como miraba discretamente la abertura de mi camisa por donde la unión de mis senos asomaba, como quien chequea la mercancía que solo ha visto de lejos. Desde ese momento no le quito la vista a ninguno de mis ademanes, parecía querer aprehenderme.

Ramón, mi ex compañero de estudios, estaba de paso y se había citado con su hermano para almorzar. La emoción que en mi infundía el hablar con alguien que me entendiera en esa soledad que me hallaba y paisano además, me hizo perder la cuenta de los tragos y descuidar mi vigilancia a las reacciones y actitudes de Lucas para que no me agarrara desprevenida. Realmente me sentía feliz, ya los nubarrones de la tormenta iban lejos, arrastrados por los vientos del whisky que libábamos y la compañía agradable.

El tiempo pasaba agradablemente y Ramón comenzó a hablar de despedirse, me dijo que me dejaba en las buenas manos de Lucas para que me llevara a casa; refuté-te agradezco el interés pero mejor, me voy como vine. –de ninguna manera, me contradijo, ya está anocheciendo, evitemos peligros, te llevamos y no se diga más.

Salimos a una ciudad sumida en el comienzo de un pintoresco atardecer. Estaba muy alegre y desprejuiciada, ¡que viva el whisky! Quería despedirme de Lucas y partir con Ramón pues había dos vehículos. El Hado no pensaba lo mismo. Ramón recibió una llamada, debía regresar de inmediato al lugar donde había estado realizando una auditoria que había dado por terminada y cuyos toques finales dejó en manos de  sus subalternos. Se despidió malhumorado y partió, dejando la promesa de llamarme.

-Pues no queda más remedio, yo llevo a la señora, me dijo sin mirarme. Subimos a su camioneta. Me sentía extrañamente habladora, efecto de la bebida, pues generalmente soy retraída y callada. El, estaba dicharachero y jovial. No se me escapaba que parecía liberado de una tensión: me tenía, al fin, al alcance de su mano.

Imprevistamente- como si fuéramos viejos amigos- me invitó a terminar de ver la puesta de sol en el parque a orillas del rio, -Claro, esto es mientras esperamos que sea más de noche para llevarla a su casa y evitar que los vecinos nos vean tan alegres, dijo sonriendo con complicidad. Acepté con un silencioso encogimiento de hombros, porque no me interesaba ya lo que pudieran pensar de mí, había tomado la resolución de regresar a mi ciudad cuanto antes.

De un compartimiento saco una botella de whisky y  comenzamos a beberlo puro en un vasito que compartimos. Yo creo que no se puede luchar contra las estrellas, las cartas están echadas desde antes de nacer, el destino no está en nuestras manos, y lo que está escrito, escrito esta. Sabía que deseaba lo que iba a pasar, porque uno sin percatarse de ello ama a su destino.

Llegamos al sitio, era de belleza exuberante. Nos sentamos en la parte trasera de la camioneta sobre una manta para evitar que la blancura de mi pantalón sufriera desmedro. Seguimos bebiendo en silencio, yo estaba embobada por la contemplación de tanta belleza, el cielo tenia colores imposibles de describir y el rio ronroneaba a mis pies. Me deje arrullar por tanta felicidad, mis sentidos y mi sensibilidad estaban al máximo de sus posibilidades.

El licor recrecía las sensaciones exquisitas que recorrían los caminos de mis entrañas, realmente estaba excitada esperando saber a qué mundo desconocido me transportaría. Todo fluía espontáneamente, como saliendo de un sitio ignorado, perdido entre las brumas de la inconsciencia etílica. Iba a saber cómo era el amor de un ser rústico y natural.

-Tú eres lo que le faltaba a este paisaje para ser perfecto- me galanteo. Sonreída le apreté su mano en señal de agradecimiento por el piropo. La deje atrapada entre la suya. Mi cuerpo rebullía con un deseo que había surgido de pronto, exigente, avasallante. Estaba lista para ser engullida, comenzó a hacerlo. Beso levemente mis labios y lo deje hacer fascinada por el embrujo del momento y de sus labios que se apoderaron de los míos sin premuras pero con autoridad, eso era lo que yo deseaba, pertenecer totalmente, aunque fuera por un momento. Un calorcillo delicioso recorrió mi cuerpo y recalo en mi vientre después de pasar erizante por mis pezones.

Me sentía asediada por la necesidad de ser poseída, pero sabía que debería ser moderada en mi ansiedad para sacar todo lo que pudiera de este encuentro casi anónimo, que preveía como un último recuerdo de esta ciudad, que me llevaría en mis entrañas y pronto olvidaría. La serpiente enrollaba sus anillos alrededor de mis sentidos confirmándome su voluntad, seria suya, suya.

Me sentó entre sus piernas, mientras besaba mi cuello, mi espalda descansaba en su pecho y fui consciente de la dureza de su miembro que frotaba- sin recato- contra mis nalgas. Su boca mordisqueaba mis oreja, me sentí desfallecer, ese era mi punto más caliente. Ya no tenía voluntad perdí el control sobre mis emociones y deje de pensar, solo sentía el calor delectante que me recorría a oleadas. Ansiaba probar lo que me depararía ser engullida por su deseo. Por un momento un pensamiento de infidelidad atravesó veloz mi consciencia, pero lo aparte, ya no había nada que hacer que no fuera seguir hasta el final. No tenía salvación. Mañana vería.

Su lengua en mi cuello y orejas estaba haciendo estragos en mi voluntad de hacer durar aquello lo más posible, un orgasmo estaba a la puerta de mi cueva, ya no soportaba más, ya no tenía auto dominio. Para esconder mi orgasmo, busque su lengua, ésta entro como una ráfaga caliente y salvaje en mi boca, sus labios mordían los míos, los míos mordisqueaban los suyos. El deseo se había desbocado. Mi angustia había buscado su redención por el camino del placer prohibido.

Sus manos libertinas desabrocharon mi camisa, desabrocharon el brassiere y acogieron mis senos cálidos cuyos pezones parecían reventar de excitación. Yo me agarraba a sus piernas y con respiración entrecortada gemía de placer con los ojos cerrados. Estaba haciéndome gozar...mucho. Una de sus manos bajo a mi abdomen y desabrocho con pericia el pantalón sumiéndose inmediatamente en las delicias de mi cálida humedad, de allí, emergió  una sacudida eléctrica que recorrió mis extremidades y una queja húmeda afloro a mis labios. Con mis manos aferre su brazo y mi boca mordelona lo picoteo en medio de otro espasmo que no pude contener. Su boca me besaba y alternativamente lamia mis orejas, procurándome sensaciones que recalaban más abajo de mi clítoris, una mano hacia feliz a mis pezones y la otra satisfacía a mi húmeda alhaja. La serpiente me tenía rodeada con sus anillos de placer.

Mis  labios vaginales son grandes y voluminosos y en ellos se regodeaba con sus dedos que parecían querer amasarlos. El clítoris estaba sensibilísimo y mi vulva se reveló ante mi idea de alargar el próximo orgasmo y me lo entregó tan fuerte que hizo temblar todo mi cuerpo y él tuvo que sostenerme con fuerza para que no callera. Mi garganta profería una especie de ronquido continuo, mientras mis jugos mojaban sus dedos y mis uñas se clavaban en sus muslos. Mis palabras no cesaba de alentarlo y explicarle lo feliz que me hacía.

Al recuperarme, sentí su masculinidad restregando mis nalgas. Me incorpore temblorosa aun pero sonriente, lo tome por una mano y a falta de un lugar más apropiado, abrí la puerta del vehículo, baje mis pantalones y pantaletas al máximo, e inclinando mi tórax sobre el asiento, dejé expuesto y sin defensa mi voluminoso trasero. Me abrí todo lo que pude por la limitación que me imponía el pantalón.

El espectáculo de la exhibición de mis nalgas era digno de admiración, la obscuridad que comenzaba a rodearnos no le permitió solazarse en esa visión, pero, sus manos escrutaron su tersura, su volumen y la temperatura acogedora que había entre mis nalgas. Estaba loca por ser penetrada por su colmillo, estaba lista para recibirlo a pesar de que -en ese momento lo pensé- nunca se lo había tocado ni visto. Sería una sorpresa su tamaño y grosor. Ya no aguantaba más.

Esperando su resolución en esa posición comprometida, pues no sabía cuál de los dos caminos decidiría tomar, sentí que bajaba su pantalón, una mano entreabrió mis nalgas y la otra dirigió su cabeza  hacia la entrada de la hendidura de mi humedecida vulva. ¡Ah! ¡Qué alivio! La penetro con lentitud disfrutando del calor que aumentaba con cada centímetro de perforación, yo la sentía avanzar indetenible, abriéndose  camino a través de mis calientes y expectantes entrañas dispuestas a devorar su falo grueso y robusto- así lo sentí-. Comenzó a moverse y yo a morder la tela del asiento donde apoyaba mi cara para ahogar mis frases que le rogaban mi penetración total y que se tardara en acabar todo lo que pudiera. Me apreso por las caderas con sus robustas manos callosas, lo metía y sacaba, lo rotaba, era rápido y a veces lento, disfrutaba al máximo de mi posesión y la hacía patente. Mi cuerpo no aguanto más y me regalo otro suculento orgasmo como siempre, entre murmullos, gruñidos y aspavientos que denotaban mi gozo supremo. Mis piernas temblorosas y desfallecientes ya no me sostenían, mis mugidos llenaron la cabina de la camioneta quedando ahogados allí. Movía mis nalgas sin control tratando de sacarle, a la carne que me tenía clavada, más placer que el que ya me daba. Sus movimientos se recrudecieron haciéndose más bruscos, su veneno estaba a punto de inundarme. Lo sentí salir caliente y lubricante de sus espasmos eyaculatorios. Los míos estaban fuera de mi control desde hacía rato, su barra me entró totalmente, inmisericorde, sacándome el último grito mientras me entregaba a su voluntad.

Nos calmamos lentamente. Su colmillo seguía aferrado a mi latiente humedad interior que continuaba fluyendo, ahora mansamente. No tenía fuerzas, ni ganas de levantarme aun. Quedó un rato acostado sobre mi espalda recuperando fuerzas. Me dijo que quería seguir. Le argumente que además de ser tarde, yo no podía más. Obedientemente se salió de mí, dejándome desfallecida y plena. Me limpio los restos de semen con su pañuelo. Arregle lo mejor que pude los destrozos de mi vestuario en medio de la oscuridad. Me senté extenuada en mi asiento.

Partimos rumbo a mi casa. Nos despedimos sin ninguna efusión, nos sentíamos observados por cien pares de ojos. Entré sin mirar a los lados y caminando lo más erguida posible sin mostrar la debilidad que aun sentía.

Tome una ducha cálida, era una mujer satisfecha, mi cuerpo me lo agradecía. Estaba tan radiante que por primera vez en mucho tiempo me puse a cantar. Me sentía ecuánime, pues mi decisión de regresar a mi ciudad inmediatamente, me refrescaba el ánimo. Me acosté desnuda y abierta e inmediatamente me dormí.

Desperté bruscamente por el ruido de unos golpes en la puerta, el sol ya estaba alto, llamaban a la puerta con empeño desde hacía rato, lo sabía porque estaba soñando con una puerta que gritaba mi nombre. Me despabilé y poniéndome una bata atendí al llamado. Era un chico con un ramo de flores. El obsequio era enviado por mi marido ¡?! (Según la tarjeta que pendía del lazo), pero, en un sobre cerrado había otra esquela: “Para mí eres La Inolvidable” no tenía firma. Pensé en Lucas inmediatamente.

Arrobada por el recuerdo magnífico de lo que había sentido la noche anterior, coloque las flores sobre la mesa del comedor y allí las olvide. Boté la tarjeta de despistar y guarde el sobre con la esquela de Lucas en mi cartera con ilusión propia de quinceañera enamorada. Me acosté nuevamente, el recuerdo me estaba excitando. Comencé a masturbarme suavemente. Hoy era otro día.

No habría imaginado nunca en ese momento, que mis peripecias por el mundo de la voluptuosidad acababan de comenzar.

FIN DE LA PRIMERA PARTE MARIA 1.

Mas de leroyal

Primero. todo empezó como una venganza

Tercero. amor dolor sufrimiento: gozo

Segundo. acepto la proposición

Amistad 1: una relación sadomasoquista

Amistad: una relación sadomasoquista

La historia de malena 14- sexo con felipe

Malena 12-el hombre de las feromonas.

Malena 11

Malena 10-

Malena es un regalo de cumpleaños

Malena y el profe

Malena y drácula

Malena y el gringo

La historia de Malena 6; Nuevos Comienzos 3

La historia de Malena 7; Nuevos Comienzos 4

La historia de malena 5; trato hecho y pierína

La historia de Malena; Nuevos Comienzos1: el profe

La historia de Malena; Primeros Tiempos: 3° trozo.

La historia de Malena: Primeros Tiempos: 2°trozo.

La historia de Malena: Primeros Tiempos: 1er trozo

La historia de malena: la catira y el vendedor.

¡que dios te perdone!

Desfloración anal

La estrella del porno.

La nueva.

La gordita

Vecinas.

Que dios nos perdone.

Marta, carmela y ámbar 5

Marta y carmela 4

Marta y carmela 3

Marta y carmela 2

Marta y carmela 1

LA SEÑORA SOLITARIA:Jorge

Antonio y yo.

María 7- yo soy la apuesta

María 9- las milk y una

María 8- el jeque

María 5-el debut

MARIA 3-Amigas Ïntimas

MARÍA 4-El evangelio segun Lucas

María 2- me descubrieron

Maria 6-gaetano

El preñador de cabritas.

Mi nuevo empleo.

Mi suculenta mamacita

Vecinas. nina cuenta su parte (1: karen)

VECINAS. Nina cuenta su parte(2da. parte: Zoráida)

Vecinas y ...2

Vecinas

Vecinos

FIN DE SEMANA DE SEXO EXTREMO.El Domingo.

Fin de semana de sexo extremo. el sábado.

Un fin de semana de sexo extremo.El viernes.

La catira. primera parte-Me lo tire.

Putito 7: la despedida

Alegre historia de una flaca abandonada.3:violadas

Putito 6. el burdel2.¿si o no?

La alegre historia de una flaca abandonada.2parte

La vida es asi.1. Camaron que se duerme...

PUTITO.El burdel.Primera parte.

La alegre historia de una flaca abandonada.

PUTITO.La transicion.

PUTITO.A trabajar.

PUTITO:Ego te absolvo.

PUTITO.Comienza la historia.