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Amistad 1: una relación sadomasoquista

en Sadomaso

AMISTAD 1

LA UNIVERSIDAD

Entraron en la universidad a estudiar la misma carrera: Finanzas… había que aprender a cuidar la fortuna familiar.

Allí conocieron a Alejandro, futuro esposo de Ana y a Armando, futuro esposo de Laura.

No fue que se enamoraron o les gustaran en exceso: Se habían puesto de acuerdo, mediante el lanzamiento de una moneda, acerca de cuál hombre sería para cada una de ellas.

Ambos eran de familias conocidas por sus padres y, a estos, les había parecido que una unión entre ellos sería perfecta para la preservación de los patrimonios, a buen recaudo, cuando ellos murieran.

A ellas, eso les tenía sin cuidado, lo que les llamó la atención de ellos, principalmente, era que Alejandro, tenía una novia muy bonita y Armando, una hermanita bellísima de más o menos diez y seis, que les hizo ojitos cuando las conoció y que eran perfectas para un propósito que tenían en mente.

Ambas, eran vírgenes de muy poco uso, de acuerdo a la información que pudieron sacarles a los hombres, pero primordialmente, eran unas pazguatas crédulas e inocentes que creían sabérselas todas.

Se propusieron conquistarlas para poner en ejecución el plan que desde hacía algún tiempo venían tramando… además, claro está, de apartar a la novia de Alejandro y apoderarse de él para complacer a sus padres que las adoraban y sólo querían velar por su seguridad futura… total, eran hijas únicas.

PRIMERO… UNA POR UNA.

La novia de Alejandro se llamaba Milagros y ellas la llamaban, “Mili”.

Era bella y pretenciosa. Tenía una cola exuberante y Ana y Laura desde que la vieron supieron que era perfecta para su primer propósito.

La hermana de Armando, Silvia, era una muchacha casquivana y, por las conclusiones que ellas habían sacado, no era virgen; le tenía pavor a su hermano y por ello, sería fácil de obligar a que se prestara a sus cometidos con cualquier pequeña extorsión. Quería experimentar el amor femenino, según sus propias palabras, y si hacían un buen trabajo la convertirían en su ratón de laboratorio para cumplir su segundo propósito, que era a largo plazo.

Escogieron, para empezar, a la petulante Mili porque  sería para un solo uso -o cuando mucho, dos- además de que deberían sacársela de encima lo más pronto posible para quitarle el novio, que era para Ana.

MILI.

Debido a su altanería, Laura le tenía ojeriza y quería  gozársela pues, estaba segura de que su dolor y su angustia la llevarían a estados inusitados de placer.

Ana estaba segura, por su parte,  que el placer de su amiga redundaría en un maravilloso paroxismo, pues ya sentía un poco de celos al pensar en Laura haciéndole sus cosas a otra; era la primera vez que experimentarían juntas con otro ser y además lo que pensaban hacerle no se lo habían hecho entre ellas pues no habían conseguido una manera cómoda y eficiente de que ambas, al mismo tiempo,  participaran con todos sus sentidos, incluida la vista, en un acto carnal anal.

El culo de la Mili era perfecto, sólo quedaba que el plan funcionara y la idiota se dejara…

Habían averiguado, con antelación, sus debilidades… la chica era ambiciosa y adoraba las prendas caras.

Al principio, pensaron en comprarle a Alejandro, ofreciéndole un buen precio por él… pero pensándolo mejor, también podrían comprarla a ella.

El sencillo plan para experimentar con su trasero y apartarla de su novio, era muy fácil de implementar.

Hablaron con ella.

No le explicaron detalladamente lo que querían hacer con ella, sólo le presentaron el asunto como un juego, como una manera de sacarse su belleza -que las tenía trastornadas- de sus cabecitas de lesbianas primerizas; como un experimento lésbico que, por la gran atracción que por ella sentían, se atrevían a proponerle, nada del otro mundo… sería sólo una manera de adorar su cuerpo de diosa, etc, etc, etc.

…nada de hablarle de dolor y sangre…. Sería algo que ella también disfrutaría. A cambio, podía pedir lo que deseara… ellas pagarían primero.

La imbécil aceptó sin más ni más. El precio sería un collar que les mostró en la vidriera de una joyería, era costoso pero nada del otro mundo para los recursos de los que ellas disponían. Valía la pena: Laura le pidió -para estar segura de la calidad de lo que comprarían- que le mostrara las nalgas y se las dejara tocar. Ella accedió con más facilidad de lo esperado.

Esa noche, Ana sólo logró calmar a Laura y calmarse, después de varias sesiones de masturbación mutua.

Al día siguiente salieron a comprar lo que necesitaban.

La noche escogida para el asunto -selección hecha en base a la ausencia de sus padres- cuando Mili se presentó en casa de Ana, la recibieron sonrientes e inmediatamente le entregaron el bello collar en una cajita forrada de terciopelo.

Mili se emocionó profundamente, pues el objeto era muy costoso y en realidad siempre pensó que no estarían dispuestas a hacer esa inversión sólo para poder disfrutar un rato de su cuerpo: se llenó de vanidad y… se cegó… aún más.

A continuación la invitaron a pasar a la habitación de Ana.

Mili, inocentemente -a pesar de ser mayor que ellas y con alguna experiencia- pensaba que sólo sería una inocente sesión en la que ella se despojaría de sus ropas y las chicas la tocarían, la besarían y la lamerían… ya lo había hecho con una amiga y no era nada del otro mundo. No estaba excitada y sólo pensaba en terminar rápido e irse a ver en el espejo de su cuarto el flamante collar rodeando su cuello.

Pensaba mostrárselo al día siguiente a su novio, quien nunca se enteraría de que había sido un regalo de las carajitas que pretendían quitárselo, a cambio de algunas horas de regocijarse con su espléndido cuerpo que al parecer, las había enloquecido: Era natural que así sucediera. Su belleza y atractivo eran enloquecedores aún para las mujeres. Sonriente se dejó despojar de su ropa.

La tendieron boca abajo en la cama y comenzaron a acariciarla suavemente. Ella se relajó, cerró los ojos y dejó que la adoraran.

En cuestión de instantes -tan desprevenida estaba- las chicas habían hecho una rápida maniobra y sin darle tiempo a nada, pues incluso estaba adormilándose con sus caricias, se sintió atada a las bases de la cama por cuatro sólidas, brillantes y sonoras esposas.

-¡epa! Gritó, ¿qué les pasa? Esos no son juegos…

Como respuesta oyó sus risas. Se estaban desnudado y ella, volteando la cabeza lo más que pudo, vio que se estaban atando –ayudándose la una a la otra- unos correajes alrededor de sus cinturas que sustentaban, cada uno, unas monstruosas réplicas de penes humanos, más bien: inhumanos.

-¿qué van a hacer? Dijo tratando de desatarse infructuosamente, suéltenme para que hablemos… esto no es así…

No le respondieron pero notó que la sonrisa con la que la morena la miraba no presagiaba nada bueno, además de que su pene era el más grueso. Un sudor frio le brotó de entre los senos y un escalofrío se alojó entre sus nalgas.

La bella catirita, desapareció por unos momentos y reapareció con un trípode que sostenía una filmadora que se afanó en ubicar mientras la morena ya estaba acaballada sobre su trasero en posición de prueba como para que el encuadre de la escena resultara perfecto:

-acuérdate, le recordó la morena a la catirita, que no se vean las esposas… queremos que parezca que ella consintió en dejarse…

-sí, sí, ya sé… ¡listo!.... muévete para ver…

La morena hizo algunos movimientos pélvicos que arrastraron el gran pene entre  la raja del hermoso trasero de Mili.

-perfecto… mira tú a ver qué piensas…

-¡déjenme! Me están asustando…chillaba Mili, mientras zarandeaba las esposas para tratar de soltarse.

La morena la desmontó y la catirita la montó:

-¿se lo meto? Preguntó la catira.

-ni te atrevas… ¡es mía! Perfecto enfoque… ¿qué hago?

-ya va, yo la pongo en automático… empieza con lo tuyo. Dijo Ana mientras descendía del pulposo potro.

Cambiaron de puesto: -¡bonito rabo que tiene la condenada!

Mili, al principio no se quejaba mucho porque aún no podía creer que todo no fuera más que un juego… pero, cuando vio la expresión de Laura y la sintió encima “definitivamente”, reaccionó:

-¡voy a gritar! Alguien me va a oír…

La respuesta fue un golpe en su cabeza y la inmersión de su cara en el colchón. Laura la sostenía fuertemente para ahogarla y domarla. Cuando la sintió casi desmayada, la tomó por el cogote con brusquedad y la obligó a voltear la cabeza:

-no me importa matarte… Me da lo mismo violarte viva que muerta… los muertos no gritan… y sería una nueva experiencia hacerlo con una difunta…

-está bien, contestó Mili recuperando apenas la respiración… ¿qué me van a hacer?

-ya verás. Quien respondió fue Ana, que se había instalado, cómodamente, recostada su espalda en la pared de la cabecera de la cama –lo hizo mientras Mili se ahogaba- y tenía sus piernas abiertas y sus rodillas dobladas, de forma que sus rosaditos agujeros y su periné ahora estaban situados bajo la boca de la graciosa Mili, cuya cabeza sostenía por el cabello.

Ana estaba en una posición perfecta para observar la cara de zorra sádica de Laura mientras estuviera violando el ano de Mili.

Comenzó la maniobra penetrativa:

-aunque sea escúpele, le dijo Ana.

Se oyó la cruel risa de Laura y Mili sintió un escupitajo que se escurría entre sus nalgas temblorosas: -tengan piedad… susurró Mili con desesperación. Ana le hundió la cara en su raja para que callara.

Su faz iluminada, delató el placer que esa respuesta le causó a Laura.

Su pene era de un material muy parecido a uno de verdad, pero sus dimensiones eran exorbitantes. Sobre todo el grosor.

-tengo ganas de hacer pupú, dijo Mili.

-¡cágate, si quieres! respondieron ambas al unísono. Esto les produjo un ataque de risa.

Era sólo un flato: largo y exquisito.

-huele divino, dijo Laura. Volvió a escupir la raja y miró a Ana:

-ahora sí, amiga… ahí va.

Ana en respuesta a las palabras de su compañera, acercó sus nalgas abiertas a la boca y nariz de Mili y agarrando sus orejas como manubrios, clausuró su boca y su nariz con su trasero para ahogar el grito de espanto que saldría de la boca de la violada.

Ana miraba extasiada la cara de Laura. Cuando la vio sonreír, no pudo resistir más y abandonó su puesto y se movió para colocarse al lado de su amiga y observar lo que estaba sucediendo.

Mili, tenía la cara enterrada en el colchón ahogando el espantoso grito de dolor que le salía por todos los poros.

Su ano estaba a punto de reventar, de hecho algo de sangre se notaba en la entrada, pero eso no detenía a Laura que estaba enloquecida. El primer orgasmo que la acometió de improviso le hizo perder el control de sus caderas y el negro falo entró más en el agujero:- ¡piedad! Gritaba Mili.

Laura sentía espasmos interminables que le cruzaban el cuerpo; Ana, le tomó sus senos con sus labios y comenzó a chupárselos, Laura con su mano libre le acariciaba la vulva. Los orgasmos iban y venían.

El trasto que Mili tenía enterrado en su culo, sólo había entrado en sus tres cuartas partes, pero ya no entraba más y ella no dejaba de gritar y pedir perdón… lo que enloquecía a Laura.

Ana sintió reverdecer sus celos y le levantó la cabeza de Mili halándola por el cabello y le gritó que se callara: no podía resistir que fuera otra la que le diera placer a su amiga… ¡cállate, maldita! Le gritó al oído.

Al mismo tiempo, le metió la mano bajo su vientre y se apoderó de su clítoris, comenzó a masturbarla: sabía que la única razón que existía para que Laura la soltara y dejara de perforarla para causarle dolor, era que la viera gozando y no sufriendo.

No pudo reprimirse y gritó mirando a Laura: -¡estoy celosa!

Laura se carcajeó y siguió en el mete y saca del grueso objeto en el intestino de su víctima.

Laura parecía arrobada por el inmenso y bello culo de la otra…

-¡acaba, perra! Le decía Ana al oído… es lo único que te salva…

Aumentó el ritmo de la masturbación que hacía rato había empezado por debajo del abdomen de Mili. Quería hacerla acabar pronto para que cesara de darle placer a Laura. Las odiaba.

Mili fue acometida por un orgasmo que la puso a temblar como si estuviera enferma, se orinaba inconteniblemente y levantaba el culo como buscando más pene.

Laura, trató de meterlo más para que le doliera, pero los músculos de Mili se habían agarrotado impidiéndolo…

-¡métemelo más, maldita! Gritó Mili en su espasmo final y luego se entregó al orgasmo que la hizo patalear y convulsionar.

Laura ya no tenía fuerzas. Se lo desenchufó. Un flato con algo de contenido material, abandonó las tripas de la pobre. Ana le dio un pellizco en las nalgas:-bellas piezas de carne que tienes, maldita puta.

El ano estaba ensangrentado, abierto y con sus bordes mostrando señales de que las hemorroides habían sufrido tratando de salir… pero no estaba desgarrado.

La dejaron descansar.

-métemelo a mí, le dijo Laura a Mili sorpresivamente.

Mili apenas levantó la cabeza -¿qué?

-¡vamos! Véngate, le animó Laura.

Ana estaba estupefacta: ella ahora no era parte del juego.

Mili no contestaba. Laura le propinaba nalgadas fuertes y, a todas luces, dolorosas.

-no te voy a dar placer, respondió Mili de pronto, mátame si quieres… perra maldita… ahora que puedes.

-vas a tener que matarla, le dijo Ana a Laura.

-pero primero, házmelo tu a mí… vamos rápido… estoy que me muero. Le ordenó Laura a Ana.

-suéltenme, gritó Mili, quiero ver.

Laura y Ana se miraron. Laura le hizo una seña a Ana y esta, se levantó de la cama tomó el trípode con la  cámara y salió del cuarto. Había que poner las pruebas a buen recaudo.

Al regreso, desataron a Mili. Pero no se movió.

Laura se había quitado su correaje y se lo pasó a  Ana, quien a su vez se despojó del suyo (que soportaba un pene de tamaño normal) y lo puso sobre la cama. Mili en ese momento estaba tratando de incorporarse.

Cuando lo logró Ana ya habían amarrado sus correas… el extraordinario pene que ahora portaba, aún tenía señas de sangre y flujos de Mili.

No le hicieron más caso a Mili quien estaba sentada apoyando su espalda contra la pared de la cabecera de la cama observando lo que hacían. Aún estaba muy derrengada como para intervenir de alguna forma. Le dolía todo el culo: Por dentro y por fuera. Pero nunca les diría que el orgasmo había sido tan fuerte, que había perdido el conocimiento momentáneamente y cuando despertó del desvanecimiento sintió su cuerpo temblando y como electrizado por el inmenso placer.

-¿qué hago? Preguntó Ana decidida a no dejarse desposeer de Laura por una desconocida: por más buena que estuviera.

-ponte abajo… boca arriba estúpida, le gritó para corregirle la posición.

Se oyó una leve risa de Mili. Ana la miró con rabia.

Ana se puso boca arriba, Laura colocó su ano sobre su boca… Ana supo que tenía que ensalivar.

Laura al sentirse lubricada bajó su boca y lamió la fruta de Ana.

Luego, la acaballó de frente. Comenzó a enterrarse el pene que antes había violado a Mili, mirando fijamente a esta.

Se quejaba, sufría… el bicho era grande, muy grande… gozaba.

Ana con su cadera le empujaba con fuerza, estaba furiosa: ¿por qué seguía mirando a la extraña y no la miraba a ella? Laura estaba lacrimosa y el espasmo de dolor se le marcaba en la faz.

Ana empujó más. Laura gritó. Mili se levantó de su sitio. Ana la vio gateando hacia ellas sin dejar de mirar a Laura. Empujó con ira y el bicho entró casi todo, un grito desgarrador salió de la garganta de Laura. Ana se asustó pues vio sangre en la superficie que ahora entraba y salía de su amiga. Laura la miró y llorando de dolor le sonrió:- es divino.

Mili estaba a su lado, del intestino de Laura apenas sobresalía un pedacito de pene. Mili, se le vino encima y le mordió la boca, Laura ahora berreaba y retemblaba pero de placer, Mili le apretaba los pezones  al mismo tiempo que se masturbaba frenéticamente. Laura la tenía asida por el cuello y la ahogaba. Ya la sangre corría por sus labios. Reventaron al mismo tiempo gritando, berreando obscenidades y lanzándose cachetadas.

Quedaron un rato abrazadas mientras se recuperaban, con sus pieles frotándose y sus bocas rotas.

Mili se recuperó primero y miró a Ana. Se le fue encima y colocó su vulva sobre su boca para intentar ahogarla entre sus grandes nalgas.

Laura le dio un golpe tan fuerte que la sacó de su posición: -no te metas con ella…

Ana sintió que los jugos de un atronador orgasmo la dejaban sin respiración… Laura estaba luchando por ella.

-me gusta la catira y…gritó Mili.

Un golpe cayó sobre su boca rota. Laura se había sacado el pene y estaba al lado de Ana. Se lanzó sobre Mili, y  con el envión, cayeron de la cama. Ana se asomó a ver. Luchaban a brazo partido, golpeándose y mordiéndose. Si Mili ganaba tendría que sometérsele… Pero la fortaleza de Laura prevaleció y la dominó:

-rápido Ana, métele el pene, que yo te la sostengo.

Mili trataba de liberarse de la llave de judo que Laura le aplicaba. Ana obedeció, cuando recibió la orden de Laura, respecto al pene, ya se lo había quitado y tratando de volver a amarrárselo, se enredó. Bajo de la cama con él en la mano y sin pensarlo dos veces se lo enterró en el culo ya desfondado de Mili.

Extrañamente Ana la vio sonreír cuando sintió que la estupraban nuevamente.

Laura comenzó a masturbarse y Mili a gritar rabiosa, pero Ana se había dado cuenta de su juego… entonces siguió y siguió enterrando completamente su artefacto entre sus nalgas…con saña.

Laura no pudo resistir el sufrimiento que Mili manifestaba y dejó salir su placer junto con flatos y meados.

Ana le puso su cuca en la boca de Mili y esta se la mordió…

-¡me está mordiendo! Gritó.

Laura salió de su quietud post orgásmica sólo para patear en un costado a Mili:

-¡déjala! te dije.

Mili dejó de morder.

Ana se orinó sobre la cara de Mili y también sobre esta cayó el aroma de su flor colmada.

Tardaron mucho en recuperarse.

Después de ese día…

Siguieron siendo "amigas", y no volvieron a comentar el asunto. Mili quería portarse bien para que le devolvieran la película y para evitar problemas, pues sabía que las muchachas eran peligrosas.

Terminó con su novio para facilitarle las maniobras a Ana, al fin esta se lo apropió.

-¡pobre tipo! Se dijo… con esas locas…

De todas maneras ya no quería casarse con él, por más dinero que tuviera… era preferible la vida.

Y…Quería experimentar el aroma de su nueva sexualidad con otras… que no fueran tan salvajes.

…CONTINÚA…

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