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Librojuego - Melania - Capítulo 15

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Capítulo 15

A ver… resulta que ese chico va un curso más adelantado que nosotras y un día al entrar en la cafetería se choca conmigo, y claro me pone perdida de café. Yo le recrimino lo que ha hecho y ni se inmuta, me pide perdón, muy cortado y claro, tú ya me conoces nena, yo me vengo arriba y le empiezo a insultar. Que si es un tal que si es un cual y el pavo agacha la cabeza y ni se inmuta.

 

»Entonces se ofrece a lavarme la ropa y yo sigo con que si es un pervertido que solo quiere olerme las bragas y demás, y que si de verdad quiere ayudar que me ayude a hacer un trabajo de clase. Él claro, rojo de vergüenza no le queda otra que aceptar a ayudarme a hacer el trabajo.

 

»Total, que quedamos y esa primera tarde, intente que el trabajo lo hiciéramos los dos, pero poco a poco me fui sintiendo más cómoda y al final lo acabó haciendo el solo. Para redactar las conclusiones le dije que las acabará que yo me iba a dormir a mi casa.

 

» Durante las siguientes semanas, fui cogiendo más confianza, cuando tenía que hacer un trabajo urgente le llamaba, solo lo tenía para eso y ni siquiera se inmutaba. Algunas veces incluso era él el que se ponía en contacto con el profesor para entregarle los trabajos o para preguntarle dudas.

 

» Pronto se destapó todo. Le llamaba a horas intempestivas, le decía que me lavara la ropa y me hiciera las tareas de la casa. Iba a mi casa tres veces por semana para pasar el polvo y ordenarme la habitación. Algún día lo había dejado dormir en el balcón de la habitación porque se le había hecho muy tarde. Aquel día por la noche, la llamada de la naturaleza hizo acto de presencia y literalmente no tenías ganas de levantarme de la cama, así que le llame.

 

Perro — susurre de la forma que se hace cuando se quiere susurrar y hablar alto a la vez. La verdad es que nunca lo había llamado así, pero me salió sin más y el debió darse por aludido, porque acudió en seguida. — a mi coño que tengo ganas de mear y estoy muy a gusto en la cama.

 

Durante dos décimas de segundo, noté una duda en su cara, pero al momento siguiente estaba sorbiendo líquido de mi coño y es más, se había empalmado. Aquella situación harto humillante le excitaba sobremanera. Ni que decir tiene que aguanto mis burlas mientras me limpiaba con esmero y durante más de media hora. En ese rato su polla pasó por varios estados, primero dura como una piedra y luego tras las incesantes burlas y la corrida sin si quiera tocarse que humedeció el pantalón tras lo cual volví a burlarme de él y volvió a empalmarse.

 

» Desde aquel día lo llamo, cuando tengo ganas, ya sea de mear o de una comida de coño, puedo estar durmiendo, viendo la tele o estudiando, él llega y sabe que tiene que ponerse de rodillas y ponerse al lío. Realmente no lo hace muy bien que digamos, pero lo tengo horas y horas. A él la mayoría del tiempo lo tengo empalmado, aunque al principio era más reacio a correrse porque le obligo a lamer su corrida. Ahora ya ha aprendido y piensa más con su colgajo y se corre más.

 

Durante toda la historia la cara de Begoña se había ido transformando. Al principio la cara denotaba asombro, luego curiosidad, luego intenciones malévolas y con forme fui acabando la historia había empezado a apoyarse otrora en un pie otrora en otro demostrando impaciencia.

 

Bueno que me dices —Dijo Melania alzando suavemente una ceja. — ¿Quieres que lo llamemos?

 

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