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Mi hermana y la paja (relato 15) - Precuela 2

en Amor filial

- La verdad es que esta cena se merece un brindis – Dijo Juan levantando una copa de vino. – Hacia tiempo que no comía tan bien. Estoy que voy a reventar – Se dio unas palmadas en la barriga

- Naaa no seas exagerado que tampoco es nada del otro mundo – Le respondí

- Eso es porque su mujer no le cocina bien. Que yo he ido a comer a su casa y hay que echarle mucho kétchup a todo para que sea comestible – Saltó Jose

- Ahí te doy la razón – Le replicó Juan. Echo de menos las comidas que hacíamos en casa.

- Siempre que quieras puedes venir. Estamos relativamente cerca. Así que no tienes excusa

- Te tomo la palabra hermanita.

Juan hacía ya mucho que se había ido a vivir con su novia. Planeaban casarse en un futuro breve. Jose seguía en casa de los papás ya que según él no iba a encontrar nada mejor.

Pilar se fue a vivir con su novio un tiempo después. Y Hoy celebrábamos que me había independizado.

Era un piso cuco, de dos habitaciones. Relativamente barato y cerca de todo. Del trabajo, de casa de los papás y de casa de los hermanos.

En transporte público me podía plantar en cualquier lugar en poco tiempo.

Juan, que tenía una novia un poco mandona le hizo volver tras la cena. Jose que era un perro se fue con él para aprovechar el viaje y que le dejara en casa de los papás de camino.

Pilar decidió quedarse a pasar la noche. “noche de chicas” había dicho.

Ya nos habíamos puesto el pijama y estábamos las dos algo subiditas de tono debido al vino. Pero como nos dio por hablar se nos hizo muy tarde. Tampoco nos importaba no teníamos nada que hacer al día siguiente al tratarse de domingo.

- Aun te sigues viendo con estos? – Le pregunté a Pilar.

- Con Jose principalmente. Juan ahora está con la novia “barra” mujer que lo vigila por donde va y es difícil pillarlo. Al otro como siempre se dónde está pues siempre está disponible para un aquí te pillo y aquí te mato.

- Si, me pasa igual. Echo de menos a Juan. Me cogió el truquito y sabe dónde darme para hacerme correr rápido el cabrón. Lo que tendríamos que hacer es un día hacer una quedad los 4 y hacer lo que hacíamos antes. Echo de menos eso. – dije.

Recordé esas juergas que nos pegábamos los cuatro. Como probé ante la mirada de mis hermanos el chocho de mi hermana. Como las dos probamos las dobles penetraciones. O hacer juegos sexuales los cuatro a la vez. Eran tiempos ya pasados que anhelábamos volver a tenerlos como antes.

- Yo también la verdad. Bueno y tú que tal con los amoríos. ¿Ya te has sacado un novio oficial?

- Quita, ahora no estoy yo para ligarme a nada. Con lo bien que estoy. Sin ataduras. Libre como los pájaros….

- ¿Libre como los pájaros?

- El vino que me hace hablar fisssnamente.

- Pues el otro día Pedro me dijo que ya va siendo hora de tener críos.

- ¡Que me estas contando!!

- Lo que oyes.

- Y tu… ¿Quieres? -  Le pregunté

- Puuueees sí. La verdad es que me apetece. Pero ponerme y tener dos o tres del tirón, que sino luego si hay mucha separación de edad es un coñazo.

- Pues sí que vas lanzada. – Le respondí.

- Vaya, lo estamos intentando ya. Ahora cuando estoy en la época de ovulación pues lo hacemos casi sin sacarla. Todo el día estamos dale que te pego.

- Pues me alegro por ti. A ver si me haces tía pronto.

Nos fundimos en un abrazo. Nos besamos como buenas hermanas y hablamos de ellos un buen rato, hasta que la conversación cambió de rumbo.

- Y ahora que lo pienso. Tu seguirás, ya sabes… con nosotros ¿No?

- Claro! Una cosa no quita la otra. Pedro es un poco cerrado para ciertas cosas, y lo he tanteado varias veces, pero me hubiera gustado que se hubiera apuntado a la hermandad.

- ¿Con Pedro? – Pregunté extrañada

- Si, ¿porque no? A mí me hubiese gustado. Es mi pareja, vosotros mis hermanos ¿Por qué no compartir esto que tenemos tan bonito? Está claro que hemos bajado el ritmo, pero entre nosotros siempre seguirá y estará presenta esta relación tan especial que tenemos.

- Además, ojalá hubiese sido un poco diferente en este aspecto. Me hubiese gustado que fuera más como nosotros. Porque una de las cosas que me hubiese gustado es tener una familia unida al completo. NO solo de hermanos sabes… Ahora que ha salido el tema de los críos. Quién sabe si en un futuro…

- ¿En un futuro qué? – Pregunté esperando que siguiera con la conversación. La verdad es que me estaba intrigando mucho.

- Si Pedro fuera más “liberal” describámoslo así. Y aceptara el incesto como algo natural como hacemos nosotros. En un futuro, y con los críos ya más grandes a mí me gustaría SI LA COSA ES PROPICIA A ELLO, a que toda la familia, fuera una familia incestuosa.

- Ósea, follar padres, hijos y todo quisqui.

- Bueno, sí. Dicho así sí, pero es una familia nacida del amor. También con los tíos y tia. Todo lo que es familia en el saco.

- Osea, si tienes un hijo y ya mayorcito. ¿Te gustaría acostarte con él?

- Si claro.

- ¿En serio?

- SI! ¿Porque no?

- No se… siempre había pensado... bueno tiene su lógica ahora que lo planteas. Nosotros somos hermanos y mírate tú. Estamos unidísimos. Pero con los hijos.

- Tu porque te los imaginas siendo niños, pero un tío de 18 años, te puede dar caña. Y si es tu hijo más.

- O al revés – Puntualicé. – ¿Si tuberías una hija te gustaría que Pedro se la tirara?

-  Si – Respondió sin dudar.

- ¿En serio?

- Incluso yo, le enseñaría todo lo que se de sexo. Y si se anima y es propenso a que surja, todo sin obligar a nadie ehh nos acostaríamos toda la familia. Incluso vosotros si os animáis.

- Ostias Pilar no me había parado a pensar en esto nunca.

- Ya yo tampoco hasta que empezamos a buscar los críos. Es un choque de realidad. Si te gusta ¿Porque no? ¿Si ellos quieren? Yo seré su madre y les enseñare todo lo que yo sé, les educaré y les daré todo el amor que pueda. Y entre esa educación y amor, pues también les enseñaré (si me sale un chico) como tratar a las mujeres, y como son las mamadas, o como se debe follar. Y que lo haga conmigo.

- ¿Tú le harás una mamada a tu hijo?

- Por supuesto, y te aseguro que le pasará como a Juan. Como en casa no va a encontrar nada igual.

Esa noche fue otro de los cambios en mi mentalidad. Se me abrió un abanico de posibilidades que me harían reflexionar el resto de la vida.

Pero esperé a que termináramos la botella de vino.

Bebí el ultimo sorbo el vaso vacío. Anteriormente había un sido llenado varias veces de vino. Y en todas las ocasiones me las había bebido sin esperar mucho. Pilar la gran bebedora de la familia ya hacía rato que se había bebido su vaso.

- Si yo fuera tu hija – Le empecé a decir con una voz gangosa ebria a la vez que le señalaba con el dedo. – Siiiii yo fuera tu hija, la hija guapa por supuesto solo tienes más que mirarme, y te dijera de sopetón. ¡COMEME EL COÑO MAMÁ! ¿Me lo comerías? – y pegué mi cara con ojos de sospecho a la de Pilar invadiendo deliberadamente el espacio personal de cada uno.

- Si tu fueras mi hija – Dijo acercándose hasta casi besarme – Y me dijeras eso de sopetón – Me empujó lo suficiente para que me tumbara en el sofá – Te daría – Mi hermana se tumbó encima  – Unos cachetes bien fuertes – Arrimó su boca hasta casi rozar mis labios – En el culo – Lamió mi labio superior - Por ser – lamió el labio inferior – Una niña mala. – Y me besó metiendo la lengua en mi boca.

La aparté

- Quiero ser tu hija, y quiero que me comas el coño ahora. – Le reí en la cara

- Qué fuerte me parece – Dijo fingiendo sorpresa – Que mal educada eres.

Pilar se reclinó, aun estando ella encima, bruscamente me giró en el sofá quedando boca abajo. Me levantó la falda y con tirones bruscos me bajó las bragas hasta las rodillas

- Eres na niña mala – Y me azotó en el culo.

- Ostas, pica. – Y me removí en el sofá.

- Niña – Azote – Mala – Azote. Pero algo más suaves.

Levanté el culo en señal de provocación.

- Pues vaya castigo más malo. Que no me ha quitado las ganas de que me comas el coño.

- Cuéntalos!

¡Zas!

- UNO – Jadeé. Antes de volver a respirar ya me había dado el segundo. – Dos. – Aguanté la respiración y esperé. – Tres – Hundí la cabeza en el cojín de sofá – quatro – Grité.

- Más fuerte, no te oigo

- ¡CUATRO!

- Así, si – Dijo a la vez que me azotaba otra vez.

- ¡CINCO!

Noté como un dedo se me metía en el chocho húmedo. Sin poder evitarlo saqué el culo hacia fuera y recibí otro azote.

- SEIS – Gemí. No era un azote muy fuerte. Si lo suficiente para saber que se me pondría rojo el culo. Pero era soportable.

- ¡SSSSSiete!

Empezó a sacar y a meter el dedo de mi chocho.

- ¡OCHO!

Incorporó un segundo dedo a mi chocho.

- ¡NUEVE, ayy! – Este último azote lo dio bastante fuerte, sintiendo que me picaba la nalga bastante

Un pulgar se posó en el agujero del culo

- ¡DIEZ! – Gemí con ganas

- Aun quieres que te coma el coño niña mala? – Preguntó Pilar fingiendo ser una madre mandona

- Si. Si. Si… - Repetí con ansia.

Entonces pilar me tiró de la cadera. Me puso a cuatro patas quedando con el culo en poma y las bravas por las rodillas. Me separó las nalgas y noté como su lengua empezaba en el clítoris, subiendo en vertical separándome los labios vaginales, recorriéndome todo el coño, pasando por el frontón y terminando en el ano.

Volvió a repetir la lamida.

Apretó con fuerza las dos nalgas.

- ¿Dónde tienes las cosas de esto en esta casa?

- Allí en mi cuarto, en el segundo cajón de mi mesita de noche.

Pilar se levantó a buscar el juguete que solíamos usar. No era la primera vez que lo hacíamos y no sería la última. Al poco apareció sin camiseta, con los pantalones y un arnés con un dildo de color rosa.

Yo seguía en la misma posición. Con el culo en pompa esperándola.

Se puso detrás de mí. Escupió en la punta del consolador y cuando estuvo lubricado por su saliva metió la punta.

- ¿Flojo, medio o duro? – Me preguntó.

Teníamos la costumbre de preguntarnos esto antes de usar el arnés. Era la intensidad que nos apetecía en ese momento y siempre lo elegía quien recibía.

 - Ahora mismo…. Todo lo duro que puedas, mamá. – Le dije mientras meneaba el culo hacia atrás y me insertaba el dildo en coño.

- Entonces espera. – Dijo Pilar. Sacó el dildo de dentro de mí. Levantó el bote de lubricante que no sé de dónde lo había sacado, embadurnó el dildo y extendió parte por mi ano.

Por el amor de dios pensé. Por el culo me la va meter. Que así sea. Noté como empezó a dilatarme el esfínter con sus dedos a la vez que iba rellenándome con lubricante.

La primera vez que te meten un dedo por el culo es algo raro. Es como la cerveza. Es un sabor raro. Pero luego a la gente le suele pasar dos cosas. O amas la cerveza o la odias. Pues con tu culo igual.

Yo soy de las primeras. Me gusta el sexo anal. Pilar lo sabía. Noté como sus dedos se movían dentro de mí, abriéndome el ojete. Dilatándomelo lo suficiente para que al meterme el dildo no me doliera.

Pilar se acomodó detrás de mi moviendo las rodillas hasta encontrar el sitio y posición adecuada. Apuntó con el dildo al agujero medio abierto y empujó suavemente. El dildo al ser completamente liso, al estar lubricado y al ser yo aficionada al sexo anal no hubo muchas complicaciones.

Se deslizó dentro de mi como un cuchillo caliente cortando mantequilla. El esfínter se abre, el recto se rellena y te derrites de felicidad. Cerré los ojos para sentir cada movimiento. Concentré toda mi atención a mi culo. Pilar tiró de mis caderas hacia las suyas y me sodomizó con todo el dildo.

Ese dildo era especial porque tenía el largo suficiente para rellenarme todo el recto hasta el final. Hace algún tiempo lo intentamos con algo más gordo, y la verdad es que en ese momento noté una apertura de culo como nunca lo había sentido.

Pero esta tenía la medida perfecta. De ancho y largo.

Pilar retrajo la pelvis sacándome el dildo del culo. Y empujó con algo de brusquedad hasta el final Hasta que su pelvis chocó contra mis nalgas.

Imaginé una cueva oscura, rugosa pero flexible, carnosa, y rojiza. Me imagine que estaba dentro de mi ano. Entonces vi el dildo gigante abrirse paso a través de él. La pared interior cedía a su paso. El rozaba por toda la cavidad y la única forma de entrar era empujar la pared hacia afuera. La pared carnosa cedía a su paso estirándose, haciendo saltar todas y cada una de las terminaciones nerviosas que había en ella. Vi en mi imaginación el segundo esfínter que tenemos al final del recto. Me lo imaginé a mi manera, como un portal cerrado, un ano interno. Y el dildo acercándose con velocidad, arrollándolo todo a su paso y deteniéndose justo de sopetón en la entrada de ese esfínter, empujándolos suavemente solo unos milímetros con la punta. Cuando la cueva estaba en su plenitud nerviosa, con todos los sistemas en alerta el dildo-tren se retiraba a la entrada relajando todo el interior de esta. Dejándola descansar lo suficiente hasta repetir la operación.

Así me imaginaba yo las cosas cuando me concentraba al cerrar los ojos. Que ni con las cachetadas en las nalgas que me impartía pilar conseguían sacar del trance.

Pilar conociéndome empezó a bombear más rápido. Con más fuerza, con más brusquedad.

Pam, Pam Pam, embestida tras embestida. Introduciéndome el dildo por el culo.

Yo al estar a cuatro patas y con la cabeza apoyada en el sofá tenía las manos libres. Aproveché una de ellas y la utilicé para masturbarme el coño. Muchas tienen orgasmos clitorianos. Mi estimulación es vaginal. Metí los dedos en mi chocho y a través de la fina pared podía notar como el didlo me petaba el recto.

Empecé a compaginar los dedos con las penetraciones de Pilar.

Yo seguía en la cueva anal en mi imaginación. El recto ya no podía dar más de si. La cueva ya no necesitaba ceder al paso del dilo. La carne estaba lisa, las terminaciones nerviosas siempre estaban activas, no llegaban a descansar con la retirada del dildo. El ano empezó a mandar señales al cerebro. Estamos saturados de sensibilidad. Es hora de pasar a un segundo nivel

Las señales del coño mandaban la misma señal. El cosquilleo se acrecentó. Me subió por la barriga. Mi culo y mi vagina estaba al 1000% de la sensibilidad. Y me vino el orgasmo esperado.

Enterré la cabeza en el cojín del sofá. Ahogue esa respiración entrecortada. Me retiré como pude de mi hermana pilar para que sacara el consolador del culo y así pude disfrutar de unos momentos placenteros.

Cuando pude, me giré besé a mi hermana con amor y le dije mirándola a los ojos que la amaba.