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Compartiendo piso con mi primo II

en Bisexuales

CAPITULO II

Al amanecer el sol me despertó al darme en la cara. Mi sobrino dormía acurrucado contra mi pecho como cuando dormía conmigo de pequeño. Aunque ahora era todo un hombre de cerca de dos metros. Su aliento caliente sobre mi pecho me tranquilizaba. Le acaricié la cabeza y se revolvió contra mí en sueños, pude notar su polla que volvía a estar dura, benditos 20 años. Cerré los ojos y seguí durmiendo, no tenía nada que hacer hasta que mi abogado me llamase, con lo cual no tenía que madrugar.

El ruido por la habitación me despertó.

-          Buenos días sobrino. – Jon ya estaba vestido y buscaba unos calcetines entre el montón que había hecho de ropa sucia. Me hizo gracia ver cómo iba oliéndolos y desechando los que ya olían tan mal que hasta a el le daban asco.

-          Hola tío, perdona que te haya despertado.

-          No te preocupes.

-          ¿Has dormido bien?

-          Si claro… genial.

-          Ya te aviso que soy un poco sobón y en cuanto noto alguien en la cama suelo ir a acurrucarme con el. – Dijo algo avergonzado. Supongo que se despertó sobre mi pecho.

-          Tranquilo Jon. No es la primera vez que duermo contigo. - Dije estirándome y rascándome los huevos. – Hay confianza…

-          Me alegro… - Sonrió y tras encontrar por fin una pareja de calcetines aceptable se sentó en la cama para calzarse. – Y hoy ¿que vas a hacer?

-          Pues no lo sé… tengo que hablar con mi abogado a ver qué me dice.

-          Ok.

-          Por cierto, ¿vas a algún gimnasio?

-          Ahora no, solo a correr y hago pesas en casa. Pero Ben va a uno que está bastante bien y baratito. Fijo que puede conseguirte alguna invitación para que lo pruebes. Se lleva muy bien con uno de los monitores.

-          Ok, luego le pregunto, muchas gracias. – Jon se fue pitando cogiendo su mochila.

Yo me levanté con la polla morcillona de las ganas de mear. Sentí el agua de la ducha, Ben se estaba duchando, pero mis ganas de mear eran incontrolables. Decidí entrar… total estamos entre tios. Para mi sorpresa no había cortina de baño, por lo que pillé Ben otra vez en bolas. La realidad es que casi no había visto al pequeño irlandés vestido.

-          Hostia perdona… me meo y pensé que tendríais cortina.

-          No tranquilo, pasa… no hay problema. Jon y su novia se la cargaron la semana pasada y todavía no compró una nueva.

-          Jajaja… no jodas que se cayeron follando.

-          No se… supongo, no estaba en casa.

-          ¿Te importa que mee?

-          No claro… pasa.

Me puse a mear distraídamente, mientras Ben no apartaba la mirada de mi rabo. Tal era su embobamiento que levantó un brazo haciendo que el agua me cállese de lleno.

-          Hostia Ben, tengo intención de ducharme pero más tarde.

-          Perdona… - Me fije que su rabo estaba morcillón y al darse cuenta de mi mirada se giró. Tenía un culazo el chaval, duro sin pelo… Aunque fuera hetero siempre me había gustado jugar en una fina línea. Los prejuicios no eran lo mío.

Me fui sin sacudirme la polla, con lo que alguna gota cayó al suelo y otra en mi pierna. Preparé café y me puse en bolas a tomarlo apoyado en la ventana mirando hacia la puerta. Al rato apareció Ben con un montón de ropa sucia, que metió en la lavadora. Esta vez se había puesto un pantalón corto y una camiseta, aunque iba descalzo. Ben se sorprendió un poco al verme en bolas pero no dijo nada.

-          Quieres café?

-          No gracias, el café español es muy fuerte… estaría todo el día muy nervioso.

-          Jajaja, es verdad que el café irlandés es aguachirri. – me aproximé hacia el y me apoyé en la encimera. Mi pollón se quedó a pocos centímetros de su cara ya que estaba de cuclillas separando la ropa de color de la blanca. – Ya podía mi sobrino hacer alguna colada. No hay más que ropa sucia en la habitación.

-          Ya… Jon es un poco desordenado. – Ben se quedó mirando mi polla que en relajación se acortaba pero era de un tamaño considerable. Aunque el estaba concentrado en la última gota de meo que se negaba a desprenderse de mi capullo.

-          Pero veo que el resto de la casa está limpia, ¿tenéis limpiadora?

-          No… me gusta la casa limpia.

-          Ya veo, pues podías limpiar la ropa a Jon. – Ben me miró sorprendido ante la sugerencia. Yo me rasqué los huevos, de manera casual pero con la clara intención de enseñarle que el que tenía los huevos más grandes en esa casa era yo. – Total… ¿Qué más te da? ¿A ti te gusta limpiar?

-          Ya bueno… Pero no soy su criada. – Dijo mientras se levantaba y programaba la lavadora.

-          Jon estaría muy contento, se ve que necesita ayuda. – Le di una palmada en el culo y me fui al salón a ver las noticias.

A media mañana vi a Ben con una mochila de gym dispuesto a irse. Le pregunte donde iba al gym y me dijo que si me daba prisa me acompañaba y me presentaba al monitor. En un momento preparé una mochila con y me dispuse a ir con Ben. Por el camino me dijo que trabajaba de camarero y que hoy era su día libre. Que iría al gym y poco más. Yo había quedado con mi abogado a comer y luego iría a mi casa a por ropa. Cuando llegamos me presentó a la chica de la recepción. La típica chica tetuda que debía tener unos 20 años. Rubia de pelo largo muy maquillada para mi gusto. Luego tras dejar la mochila en el vestuario, los dos íbamos con ropa de entreno, salimos a la sala de maquinas del pequeño gym de barrio. Me presentó al encargado del gym un negrazo de dos metros que se llamaba Robert y era sudafricano. El tío era de mi quinta tenía unos 40 pero se conservaba de lujo. Iba en mallas marcando pollón y con una camiseta ajustada de tirantes que le marcaba los músculos a la perfección. Nunca he visto un tío tan negro en mi vida… la verdad que imponía.

Robert y yo congeniamos enseguida y se puso a entrenar con nosotros, le conté un poco mi problema con mi mujer y el tío se descojonaba. Decía que era lo que más extrañaba de su país. Allí mandaban los hombres y te podías follar a todas las tías que quisieses sin consecuencias. Ben nos escuchaba hablar sin decir casi nada, en un segundo plano.

-          Pues ya ves tío, voy a tener que irme a Sudáfrica. Porque yo este rabazo no puedo dejarlo desatendido. – Dije apretándome el paquete bajo el pantalón corto sin gayumbos.

-          Tú igual puedes, yo no vuelvo. Por mucho tiempo que pase sigue siendo un país de blancos. Encima aquí las tías se mueren por un rabazo negro jajaja.

-          ¿No estás casado tío?

-          Divorciado… dos veces… y con 4 hijos de tres mujeres.

-          Jajaja… hostia no me jodas.

-          Si pero ya asenté la cabeza. El pequeño tiene 16 años y el mayor 20. Aprendí que si seguía así me iba a arruinar.

-          Ya veo tío. Yo fui más listo, uno para atarla y ya está.

-          Tan listo no fuiste que te pillaron dando rabazo. – me dijo dándome un golpe en mis huevos colgones.

-          Tienes razón. Ya que lo dices voy a la ducha que quedé con mi abogado a comer.

-          Vaya, que pena tío. Hoy iba a comer con Ben, hace unas comidas riquísimas. – Dijo mirando al irlandés que se puso algo rojo al escuchar esa frase.

-          Ya me ha parecido… - Dije mirando al monitor con complicidad, aunque no me siguió el juego.

Me fui a la ducha y me vestí rápido ya que Toni, mi abogado me estaba llamando. Me despedí de Ben y Robert con un simple saludo mientras hablaba con Toni por teléfono. Quedamos en la puerta del gym por lo que me quedé fuera esperando, ya que me dijo que estaba muy cerca. A los dos minutos salieron Ben y Robert del gym sin ducharse a pesar de que los dos llevaban una buena sudada. Toni llegó al rato y me subí a su coche.

-          Que tal Ángel?, menuda liada tío.

-          Que ha pasado? Tienes novedades?

-          Si vamos a comer algo rápido que tengo prisa y te cuento.

Toni llevó a Álvaro a un restaurante pijo pero sin exagerar. Comieron un solo plato mientras le ponía al día de su situación.

-          Pues he ido a tu empresa y me esperaba una jauría de abogados. Te tienen bien pillado por los huevos. He conseguido que te den una asignación al mes y que te quedes con tu coche. Pero nada más de momento.

-          Una asignación de cuánto?

-          600 euros al mes.

-          Que mierda es esa… con eso no tengo ni para empezar. Mi sueldo era de 5000 al mes limpios, más la tarjeta para gastos.

-          Pues es lo que hay tío. Toma esta tarjeta, las otras no funcionan y las cuentas a tu nombre las ha bloqueado. No ibas nunca por la oficina, tienen pruebas para un despido procedente y mucho más… no te joden y te dejan sin nada para que no les denunciemos por darte un sueldo por un trabajo ficticio.

-          Joder… Y que hago ahora?

-          Nada.

-          Como que nada… tendré que ir al trabajo o a por ropa a mi casa.

-          Ni te acerques a ninguno de los dos sitios. Tu mujer ha pedido una orden de alejamiento por lo que no puedes ir a tu casa ni al trabajo mientras esté ella.

-          Una orden por qué? – Estaba asombrado de lo que me contaba.

-          No lo sé, de eso voy a intentar enterarme ahora. Vamos que te llevo a casa de tu sobrino.

Toni me dejó en la casa, no había pasado ni una hora desde que me recogió. Mi cabreo era bestial y entré en casa pegando un portazo. Me sorprendí al ver a Ben vistiéndose  rápidamente y a Robert despatarrado en el sofá marcando pollón con las mallas y descalzo. Robert me miraba con una sonrisa mientras Ben salió corriendo a la cocina diciendo que iba a hacer café.

-          No ha ido bien la reunión con tu abogado?

-          Tú qué crees? – Dije todavía cabreado.

-          Tranquilo hombre… que yo no he hecho nada. – Me dijo echándose a un lado del sofá y dejándome sitio.

-          Perdona tío, está muy jodida la cosa. – Dije derrumbándome al lado de aquel negrazo.

-          Todo tiene solución tío… no te preocupes. – Me dijo apretándome fuerte el muslo con su manaza rozando prácticamente mi pollón con la mano. – Ben tráenos el cafelito que yo tengo que volver al gym.

-          Si claro. Está ya puesto. – Ben vino y se sentó en el suelo. Cogió las zapas de Robert y se las acercó. Me fijé que tenía húmedos los pies. Mi polla se puso morcillona recordando viejos tiempos.

-          Bueno tío, y que vas a hacer hoy? – Me preguntó Robert intentando romper aquel incomodo silencio.

-          Pues dormiré un siestón, que creo que me lo merezco.

-          Bueno, yo creo que me voy a ir. Es tarde, ya me tomaré un café de la maquina.

-          Ok, te acompaño a la puerta. Ben tu vete a echarme el café.

Acompañé al dueño del gym a la puerta, y una vez allí le pedí un favor antes de despedirme.

-          Oye, Robert. Ando muy jodido de pelas hasta que arregle los temas con mi mujer. Te puedo pedir un favor?

-          Si, dime. – Dijo algo serio al ver mi sonrisa.

-          Puedo ir a tu gimnasio gratis?

-          Bueno… - Dudó.

-          Lo decía porque ya que tú vienes por aquí y esta es la casa de mis padres, bueno la mía ya que han fallecido. Aunque sea Ben el que te haga las comidas… creo que me deberías devolver el favor. – Recalqué la palabra comidas igual que lo había hecho él antes en el gym.

-          Claro tío, lo mío es tuyo… sin problema. – Dijo con una sonrisa, sabiendo que lo tenía por los huevos e intuyendo que me daba morbo este juego. Nos dimos un fuerte apretón de manos y se fue. Me quedé mirando a ese macho bajar por la escalera.

Ben, estaba posando mi café en la mesa del salón.

-          Como te gusta?

-          Solo con un poco de azúcar. – Dije sentándome en el medio del sofá de dos plazas con las piernas bien abiertas para no dejarle hueco. Cogí el mando y puse algo de ciclismo que estaban echando. Al ver que no le dejaba hueco, se dirigió a la cocina.

-          Donde vas?

-          A fregar los platos.

-          Tranquilo hay tiempo, ya lo harás más tarde. Ven siéntate aquí. Te doy un masaje que hoy te has pegado una buena paliza haciendo espalda en el gym.

-          No hace falta. – Dijo tímido dirigiéndose a la cocina.

-          He dicho que ya habrá tiempo más tarde. – Dije bruscamente. – Doy muy buenos masajes.

-          Ok, gracias. Dijo sentándose en el borde del sofá entre mis piernas.

-          Ven acércate, que estamos entre machos. – Lo agarré arrimando su culito a mi rabazo algo morcillón. – A mi mujer le encantaban mis masajes cuando éramos novios. Incluso di algún curso. Qué tal? Estas bastante cargado.

-          Mmm, bien gracias señor Ocaña. – Susurró el irlandés ante mi masaje. La verdad es que los daba de puta madre.

-          Robert te da mucha caña, verdad?

-          Bueno, un poco. – Dijo algo incomodo ante lo que parecía una indirecta por mi parte.

-          Ya veo, te deja bien duro. – Mi polla también estaba poniéndose dura con la situación. Seguí un minuto más en silencio y noté como Ben cogía confianza y arrimaba su culito a mi rabo. – Bueno, ya está mejor. Levanta que si nos ve Jon va a pensar que somos maricas. – Le di una palmada y el se levantó. Me levanté y me fui a mi cuarto. – Friega los platos que yo voy a dormir la siesta. Y no hagas ruido. – Le ordené. Me fije que llevaba un empalme bestial. - Mi ropa del gym está en la mochila, lávala cuando pongas la tuya y ya me la dejas después en mi habitación.

 Entre la habitación y bajé la persiana dejando solo unas pequeñas rendijas que dejaban ver mínimamente. Me gustaba dormir en oscuridad total, pero la siesta siempre dejaba un poco abierta para no pegarme 5 horas durmiendo (de lo cual era capaz). Me desnudé y me puse a dormir boca arriba ocupando toda la cama sin taparme como me gusta. Siempre he sido muy caluroso y algo exhibicionista. Enseguida me dormí, ya que no había dormido tanto como solía.

Al rato sentí que alguien jugaba con mi polla bien dura. Pensé que sería Ben y yo seguí haciéndome el dormido sin abrir los ojos, me gustaba que me despertasen con un buen mamadón… y a quien no, jajaja. Se veía que tenía experiencia comiendo pollas bien gordas, aunque no podía tragar muy profundo. De repente la puerta se abrió dejando entrar la claridad.

-          Perdona tío, tengo que… JODER… María, que coño haces?

-          Jon… Quien eres tú? Joder… - Una hermosa joven sin camiseta de pelo corto moreno salió corriendo de la habitación apartando a mi sobrino de un empujón y sentí un portazo encerrándose en el baño.

-          Tío, que coño hacías? – Mi sobrino estaba flipando. Yo decidí hacerme el dormido. Por suerte siempre mentí muy bien.

-          Ummm que pasa sobrino… quien era esa chica.

-          No me jodas, te dejo aquí un día y te pones a follar con mi novia.

-          Jon… pero que dices… yo estaba durmiendo.

-          Si claro. – Se le veía muy cabreado. Subió la persiana y me lanzo un pantalón corto a la cara, que por cierto olía a tigre.

-          Enserio Jon, pregúntaselo a ella. Yo me vine a dormir la siesta y pensé que era un sueño.

-          Si un sueño de puta madre.- Jon se fue al baño y empezó a pegar hostias a la puerta muy cabreado. – Maria, abre.

-          Quién es ese tío? – Su novia estaba histérica, lo cual calmó a mi sobrino. La verdad es que yo pensaba que el que me la chupaba era Ben y ella pensaba que se la chupaba a su novio.

-          Pues mi tío Angel… ya te dije que se iba a quedar aquí unos días. Y tú qué coño hacías comiéndole la polla? – Yo seguía la conversación a gritos desde la puerta en bolas. No pensaba ponerme aquellos pantalones mal olientes. Ben abrió la puerta de su habitación asustado por los gritos. Tenía pinta de estar totalmente sobado.

-          Pues pensé que eras tú, joder.

-          Si claro… - Jon seguía cabreado.

-          Te lo juro. Dios, qué vergüenza. Vete a por mí camiseta! Joder me quiero morir. – Jon salió del baño y se dirigió a la habitación.

-          Ahora me crees.

-          Bueno… me juras que estabas despierto?

-          Que si joder… pero que te crees que soy un pervertido. – Su mirada fue bastante clara, mi fama me precedía.

-          Anda vete de la habitación a ver si se tranquiliza un poco y  vístete joder. Todavía tienes el pollón duro. – Solo hice caso a la primera petición. Me dirigí desnudo a la habitación de Ben que todavía no entendía nada.

-          Anda Ben, déjame tu habitación y duerme en el sofá, que me han jodido la siesta. – El joven irlandés ni rechistó. Cogió unos pantalones cortos y se tiró en el sofá todavía con cara de sobado.

Yo me tumbé en la cama del irlandés, seguía empalmado. La novia de mi sobrino la chupaba bastante bien, aunque le faltaba práctica con las pollas gordas como la mía. Tras discutir otro poco en el baño, sentí como cerraban la puerta de la habitación, ni cinco minutos tardé en empezar a escuchar a mi sobrino gemir y susurrar cosas. Ahora era el quien recibía la mamada de la entregada joven. Yo cogí mi pollón y empecé a magrearlo… Mi sobrino tenía aguante, cuando perdió la vergüenza la joven empezó a gemir aunque intentaba disimularlo. Está claro que el pollón de mi sobrino no se lo permitía… yo le daba a la zambomba como cuando tenía 15 años… Me hizo gracia escuchar a María decir “por ahí no…”, mi sobrino debía estar intentando darle por el culito por enésima vez sin éxito. Me corrí como una bestia y seguí dándole hasta que me corrí con ellos por segunda vez. Joder… estaba cubierto de leche. Vi entre la penumbra un pantalón corto de Ben y lo cogí para limpiarme. Joder… ya estaba lefado. El cabrón se había quedado a gusto. La verdad es que me dio algo de morbo sentir su lefa en mi mano. Me limpié y lo tiré al suelo… estaba supercerdo el pobre pantalón.

A la hora me desperté, si seguía durmiendo la jaqueca estaría asegurada. Subí la persiana y busqué un pantalón corto de Ben para no salir en bolas. Me quedaba enano y sin gayumbos marcaba todo mi pollón a un lado. Miré el pantalón con el que me había limpiado… y sorpresa…era el que yo había usado esta mañana en el gym. El puto cerdako del irlandés se había hecho un pajote en mi honor y se había limpiado con mis pantalones. Este cabrón… habría que ponerle en su sitio.

Salí y los tres estaban en el sofá hablando. María y Jon visiblemente más desahogados. Ben al verme se puso un poco serio, seguro que pensando en que habría visto mis pantalones.

-          Buenas tardes chicos. Y perdona… Tú debes ser Maria, yo soy Angel. – Me acerqué a darle dos besos.

-          Si… bueno perdona tú también. No me di cuenta… estaba muy oscuro y os parecéis mucho… en todo. – Los tres nos empezamos a reír ante el apuro de la chica que no sabía dónde meterse. Al final acabó riéndose con nosotros.

Estuvimos un rato hablando tranquilamente hasta que Jon dijo de hacer la cena. A mi sobrino le gustaba cocinar como buen vasco.

-          Si, no es mala idea. Ben, porque no aprovechas tu a poner la colada? – todos me miraron un poco extrañados. – Es que me manchó los pantalones de… yogur. Y no he traído mucha ropa.

-          Si claro señor Ocaña, sin problema. – Ben se levantó rápidamente. Yo aproveché a irme a mear y lo intercepté antes de que saliese de la habitación. Olía mis pantalones llenos de lefa.

-          Ben, lámelos bien antes, no quiero que queden restos de… yogur. Te gustará, es casero. – El chico sonrió y empezó a lamer mi espesa lefa.

Yo fui al baño, tenía que vaciar las cervezas que habíamos bebido de charla. Cuando volví solo estaba María mirando su móvil. Seguía algo nerviosa en mi presencia. Algo normal debido a lo que paso. La mancha de meos de mi pantalón y lo apretado que me quedaba el pantalón de Ben no ayudaban a que se centrase. Yo disfrutaba de su turbación por lo que dejé que fuese ella la que empezase la conversación.

-          No sabía que Jon tenía un tío.

-          Bueno, llevamos mucho sin tener contacto. Ya sabes problemas familiares. Pero es mi sobrino preferido, lo pasábamos genial hasta que tuvo 10 años y… perdimos el contacto… bueno, hubo un problema con sus padres.

-          En todas las familias cuecen habas.

-          Y tanto.

-          Y que hace aquí?

-          Bueno, esta es la casa de mis padres. Y yo he tenido un problema con mi mujer.

-          Vaya… parece que tuvo que ser gordo.

-          Muy gordo. – Dije acomodándome la polla. La joven sonrió y miró al suelo.

Jon apareció en el salón con la cena para los cuatro. Como el día anterior la cena fue muy agradable, eran unos chicos fantásticos. Y yo digamos que a pesar de mi edad encajaba muy bien. La verdad es que yo vivía como un chico de 20 años, malcriado y que hacía lo que quería. Debía ser el más inmaduro de todos. Después de cenar Ben se ofreció a recoger y fregar, a lo que ninguno se negó. Únicamente Jon hizo un amago, pero al haber cocinado lo convencí rápido de que no era necesario.

María se fue al rato, ya eran casi las doce. Y al no haber nada interesante en la tele mi sobrino y yo nos fuimos a dormir mientras Ben tendía la lavadora que había puesto. Al entrar en la habitación me di cuenta de que el montón de ropa sucia de Jon había menguado bastante. Sonreí sabiendo que Ben había cumplido mi velada orden. Como la noche anterior, nos quedamos en bolas y nos tiramos en la cama. Mi sobrino seguía con el rabo casi duro.

-          Joder sobrino, no se te baja nunca.

-          Jajaja, es que ha sido un día intenso.

-          Ya os he escuchado cabrón. Le has dado cañita.

-          Buff hoy estaba muy zorra, se ve que venía caliente. Tío en serio, seguro que no estabas despierto?

-          De verdad sobrino… Fíate de mi, estaba durmiendo… Eso si el gustito lo sentía jajaja.

-          Serás cabrón.

-          Bueno, no te quejes que vaya polvazo le has echado. Aunque no te dio el culito jajaja.

-          Joder, nos estuviste escuchando?

-          Como para no escucharlo, gemíais como en una peli porno. Me hice un buen pajote en vuestro honor. – La polla de Jon estaba totalmente dura ya… y la mía casi. Su capullo empezaba a salir y la habitación se inundó de un olor a sexo.

-          Te pone cachondo que me la haya chupado tu novia? Jajaja. – Le di un golpe en su gordo rabo que rebotó contra su ombligo.

-          Jajaja, un poco la verdad. Cuando me la estaba follando María me decía que le extraño que mi pollón era más grande de lo normal cuando te la empezó a chupar.

-          Jajaja… tampoco hay tanta diferencia. – Dije cogiéndole su polla. Parecía que se iba a volver costumbre eso de las pajas tío sobrino antes de dormir. – No te has limpiado el rabo después de follar cerdo… pufff fijo que huele a coño.

-          Huélelo… - dijo mi sobrino con cara de cabrón. Pase mi dedo por su baboso capullo con lefa seca y precum de lo cachondo que estaba y lo llevé a mi nariz. – No, así no… huélelo de cerca.

-          Serás cabrón. – El solo sonrió y se puso de rodillas acercando su pollón a mi cara.

-          Huele a coño?

-          Ufff un poco Jon… aunque tu olorazo a lefa seca lo supera. – Yo me masturbaba muy fuerte. Tenía la polla muy hinchada.

-          Te gusta como huele el coño de mi novia, verdad? – el se empezó a pajear como una bestia. Aquello no iba a durar mucho. Le cogí el culazo metiendo mi mano en su raja peluda y apretando con mi dedo gordo en el perineo. – Hostia tío… que me haces pufff me voy a correr.

-          Córrete en mi pecho.

-          AAAAGGGGRRRR… - Los dos nos corrimos en mi pecho con lefa menos espesa de la noche anterior, pero abundante a pesar de las descargas vespertinas.

-          Hostia tío… que gustazo. – Jon se tumbó de lado y empezó a embadurnarme la lefa por el pecho. - Donde me has tocado… me corrí casi al momento?

-          Jajajaja… te queda mucho por aprender.

-          Ben ha tenido que escucharnos.

-          Por Ben no te preocupes. Venga a dormir, que mañana madrugas. – Jon se giró  dándome la espalda. - Donde vas?

Yo había extendido el brazo ofreciéndole mi pecho, Jon sonrió algo tímido y se acomodó como cuando era niño, jugó un poco con la lefa que había en abundancia en mi pecho y enseguida sentí su respiración profunda… yo tardé muy poco en caer también en los brazos de morfeo.