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Compartiendo piso con mi sobrino IX

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COMPARTIENDO PISO CON MI SOBRINO IX

Cuando me desperté esa mañana, Jon seguía encima de mi pecho, su polla como todas las mañanas estaba como una piedra. Miré a Ben, abrazado al pie de Jon, como si fuera su osito de peluche. No sé cómo no se calló de la cama durante la noche, le quedaban solo unos centímetros de espacio debido al metro noventa de Jon. Estuve mirando un rato a Jon, como respiraba… al rato se empezó a agitar, lo cual despertó a Ben. Este empezó a besar sus pies, y Jon se despertó agitado tirando de la cama al pobre irlandés. Se pegó una buena leche, Jon al despertarse solo vio la cabeza pelirroja mirarnos con gesto de dolor. Durante un segundo nos miramos, y empezamos a reírnos los tres a la vez. Tras poder calmarnos, Ben saltó sobre nosotros y besó a Jon. Yo le di un beso en la frente.

-          Anda Ben, vete a hacernos el desayuno, o acabaremos rompiéndote el culo del todo.

-          Y yo que voy a desayunar. – Dijo meloso mirando a Jon.

-          Pues aquí tengo…

-          En la cocina tienes desayuno… dejar de follar a todas horas que tú tienes curro, y tu universidad. – me miraron con cara de aguafiestas. Manda huevos que yo tuviera que poner la cordura en esa casa.

-          Vale, te libras porque tienes el culito reventado del pollón de mi tío.

Jon se  estiró a todo lo largo y se olió el sobacazo, y luego hizo lo propio con el mío.

-          Joder tío, hoy hueles peor que yo… o mejor, según gustos jejeje.

-          Anda tira para la ducha, que vas a llegar tarde.

Jon se levantó, rascándose el culo, sentí una gran meada y cuando volvía yo lo imité. Al volver a la habitación encontré a Jon tirado en la cama, devorando fruta y un café que Ben había traído en una bandeja.

-          Que haces todavía en bolas y sin duchar?, vas a llegar tarde.

-          No voy a ir a la uni. Vas a cortarme el resto de la historia. – Lo miré con cara de padre descontento, pero me ignoró.

-          Veo que no tengo otra opción.

Me senté junto a él, y terminamos el desayuno en un momento.

-          Bueno, y que quieres saber…

-          Pues como conseguiste lidiar con papá. Hasta que yo tuve 10 años os llevabais muy bien. Y según me contaste, la situación ya era casi insostenible cuando tú ibas a instituto.

-          Pues tuve que pedir refuerzos… Yo era un chaval todavía, acababa de descubrir el placer de follar a lo bestia, de dominar… pero todavía no era capaz de digerir todo aquello.  Recuerda que solo tenía 17 años.

-          Y a quien pediste ayuda?

-          Pues a la única persona que sabía cómo saciar a tu padre. – Jon me miró entre sorprendido e ilusionado. Tal como vivía la historia parecía que no tenía nada que ver con él. Yo que tenía miedo que le afectase.

-          Llamaste a Rubén?

-          Si – dije algo avergonzado.

-          Hostia, esto se pone interesante. – Jon se tocaba los huevos instintivamente.

Tal como contaba a mi sobrino, me vi tan superado que un día llamé a mi primo Rubén por teléfono. Le conté lo de situación de Iñaki, como el iba buscando polla como un loco sin saciarse nunca, las palizas de mi padre… Rubén me escuchó, sin decir casi nada. Me costó mucho contarle cómo había empezado a follarme a mi hermano mayor para evitar que mi padre le pegase más. Una vez solté las primeras palabras, parecía que había abierto el baúl en el que estaban todos mis secretos y angustias de los últimos meses, y fluían sin cesar. Le conté como lo viole, y que me gustó… y como follábamos como locos. Su obsesión conmigo, las amenazas a mis ligues… La respuesta de mi primo me sorprendió. Me dijo simplemente “venid el domingo” y colgó.

Le pedí el coche al hermano de un amigo, me debía unos cuantos favores. Y sin decir nada, desperté a Iñaki pronto, le dije que se vistiese sin gayumbos y que nos íbamos. Tenía que conducir él, con lo cual tuve que decirle donde íbamos. Su cara fue de pura felicidad. Notaba su gorda polla marcándose en el pantalón, lo que hacía que me pusiese más nervioso que cachondo. En realidad no sabía que iba a pasar, Rubén no me había dicho nada. No sabía cuál sería su reacción. Solo veía a Iñaki más feliz que nunca en mi vida.

Llegamos pronto, estábamos a 20 minutos en coche del pueblo. Teniendo en cuenta el trabajo en la granja, mi tío y mi primo ya llevarían despiertos un par de horas. Cuando llegamos Iñaki se bajo y fue casi corriendo a la cuadra. Yo lo seguía unos metros detrás. Al llegar, vi a mi tío ordeñando a las vacas mientras Rubén les ponía hierba para que estuvieran tranquilas.  Mi primo Rubén iba con el mono atado a la cintura mostrando aquel pecho rubio muy peludo. Me sorprendió que el tío Juan solo se levantara, y miró a mi hermano Iñaki con ilusión, pero no se movió de su sitio. El que se acercó fue Rubén, con una sonrisa de medio lado que daba algo de miedo. Mi hermano iba a saludarlo, pero su “buenos días” quedó cortado por una hostia con la mano abierta que dejó a mi hermano de rodillas en el suelo. Yo me asuste e iba a ayudarle, pero mi tío me hizo un gesto para que me quedase quieto.

-          Eres tan puta que tu hermano ha tenido que follarte para que no te matasen a hostias. – Rubén lo cogió del pelo le escupió con desprecio. – Que coño haces todavía vestido, ya se te ha olvidado todo lo que te enseñé, perro.

Rubén le gritaba y le soltó otra hostia, que a mí me hubiese tumbado. Lo cogió del cuello con fuerza y lo levantó, besándolo con rabia, con pasión. Yo los miraba sorprendido. Me sacaron de mi ensimismamiento las manos de mi tío, desbrochando mi camisa.

-          Psss, tranquilo. A tu hermano le gusta. Yo también entendí que Iñaki necesitaba algo que yo no podía darle. Y tu primo resultó ser la solución.

Iñaki se desvestía como podía, mientras mi primo lo besaba y lo ahogaba con aquella mano inmensa. Con un solo brazo tenia de puntillas a mi padre, que se desvestía como podía. Al desabrochar su pantalón su polla saltó más dura que nunca. Como podía estar empalmado después de las hostias que le había dado Rubén, y encima lo estaba casi ahogado.

-          Vas sin bragas puta? Como le puede gustar a mi padre una zorra como tú. – Lo tiró literalmente al suelo. Iñaki se quitó la ropa como pudo y se puso a cuatro patas… Dándonos la espalda, mostrándonos su maravilloso culo.

-          Te has vuelto maricón, antes ya me hubieses empalado, cabrón. –Dijo Iñaki con cara de vicio, rojo por la falta de aire y las hostias.

-          Te vas a enterar zorra. – Rubén solo tuvo que desanudar las mangas del mono y su majestuoso rabo salió. Un hilo de precum empezó a caer al suelo. En eso también se parece a ti, Jon.

Mi tío ya estaba también desnudo, clavando su polla entre mis poderosas nalgas que empezaban a tener los primeros pelos. Yo levanté mis pies para sacarme el pantalón y quedarme también en pelotas. Mi tío miraba la escena con su barbilla apoyada en mi hombro.

-          Has visto lo zorra que es? No tengas compasión nunca. – Me agarró mi polla, que ya tenía las dimensiones actuales y se sorprendió. – Joder Rubén, es casi como la tuya. – La de Rubén era incluso más larga y gorda que mi pollón, era enorme.

Caminamos poniéndonos a su altura. Mi primo cogió mi rabo con vicio, y me pegó un morreo muy cerdo, con mucha saliva.

-          Joder con el primito, vaya pollón. Se nota que eres de la familia. A ver cómo te portas. – Sacó su pollón del culo enrojecido y abierto de mi hermano y se fue hacia su boca.

Yo empecé a bombear en aquel culo, que tanto conocía, mientras Rubén le destrozaba la boca. Mi hermano tuvo tantas arcadas que empezó a vomitar babas.

-          Has venido sin desayunar… muy bien zorra. Papá te toca. – El tío Juan le lamio la cara y empezó a follársela, mientras Rubén empezaba a currar los pezones de Iñaki y abría el culo para que yo le diese más profundo.

-          Así primito, joder vaya rabo que tienes. Ábrele bien que después se lo vamos a romper tu y yo a la vez. Para un momento, pero no la saques.

Hizo sentarse en el suelo al tío Juan, quedando con el culo subido, con mi polla clavada.

-          Ponte de cuclillas, así que patazas tienes con 17 años, vas a ser un machazo cabrón. – Yo me quedé en esa pose, encima de mi hermano, con mis piernas a los lados de su cuerpo. Mi polla seguía clavada, queriendo rasgar el culo que la obligaba a estar perpendicular a pesar del avance de mi cuerpo.

-          Hostia, bufff, parece que le voy a romper el culo.

-          Esa es la idea. – Los jadeos y gemidos de Iñaki se intensificaron por momentos, a pesar de que mi tío lo tenía bien clavado con su pollón en la garganta.

La posición cansaba mucho, y Rubén y yo nos turnábamos para poder descansar y estirar las piernas. Los muslos de mi primo doblaban los míos en aquella época. Encima eran muy peludos, todo el era una alfombra entre rubia y pelirroja. Me ponía más cachondo que nunca ver a ese macho cubierto de pelo, todo músculo y mala hostia. La sudada que teníamos era bestial. El tío Juan besaba, escupía y follaba la boca de Iñaki, que ponía los ojos en blanco de gusto. Cuando estábamos agotados y sedientos, Rubén le pegó una patada, más bien un empujón, y tiro al suelo a Iñaki, que reptó hasta buscar la boca de su querido tío.

-          Venga Ángel, vamos a beber algo a casa. Tortolitos, que no tenga que venir a buscaros. – Dijo a mi tío y a Iñaki que se besaban devorándose.

Ángel me paso el brazo por los hombros y pegándome mucho a él, sintiendo toda la humedad y calor de su cuerpo, nos fuimos hacia la casa. Olía a macho, tu primo Rubén tiene algo que hace que salga tu lado más cerdo. Yo creo que es su olor. No me dijo nada en el camino, no es muy hablador, cuando llegamos a la casa lo tire en la cama y me lance directo a su sobaco. Él me miraba divertido, sin decir nada, yo me volvía loco, lamiendo su cuerpo, mordiendo sus pezones. Fue el primer macho con el que cerdeé de verdad. A Iñaki hasta entonces lo follaba, le soltaba algún lapo, pero no sabía que se podía sentir tanto placer con solo sudor, vello y sobretodo olores, como olía Rubén… joder, me voy a correr de recordarlo. Me dejó hacer, lamerle, hasta que me agarró por las muñecas y contraatacó. Me besó con rabia, mordiéndome, haciéndome sangrar por el labio inferior. No me importó, solo gemía. Me comió los sobacos, me escupió en la polla y la golpeó con fuerza haciéndome daño, pero mi polla reaccionaba poniéndose más dura y mirando al techo. Ese macho no iba a comérmela, por más que lo desease. Me comió los pies y mientras me retorcía, me dio la vuelta y me empezó a comer el culo. Fue mi primera comida de culo, y hasta esta noche nadie me lo había comido así.

Pensé que me iba a follar, yo creo que me hubiese dejado. Era un chaval lleno de lujuria y descubriendo un mundo totalmente nuevo y lleno de matices. Cuando trepo por mi espalda y mordió mi cuello y el lóbulo de la oreja, sintiendo su enorme rabo ocupando todo el largo de mis nalgas, desee que me clavara aquella polla enorme. Se paró y me habló al oído.

-          Un macho nunca debe dar su culo, entiendes primito? Puedes hacer lo que quieras, menos dejar que te desvirguen ese culito. Tu hermano solo se lo merece machos de verdad, como tú y yo.

Rubén, me había tomado como su alumno, o al menos yo lo veía como un maestro, alguien a quien imitar. Pero estaba claro, que yo no tenía ese instinto animal que él y tu tenéis. Mi tío lo entendió hacía tiempo, y yo lo comprendí ese día en el que Rubén podía haberme follado sin resistencia.

Cuando volví a la realidad, escuche los gemidos de Iñaki siendo follado por Juan a cuatro patas en la cama de al lado. No sabía cuánto tiempo llevaban allí, Rubén y yo nos levantamos y nos unimos a la follada. Estuvimos follando horas, Ie hicimos de todo, hasta que con la doble penetración le rompimos el culo. Iñaki acabó agotado durmiendo en el suelo, con el culo lleno de lefa y sangrando. El cabrón sonreía en sueños. Era la primera vez que lo veía saciado de sexo. Me alivió verlo así. Rubén se fue a terminar las actividades de la granja, no sé de dónde sacaba tanta energía. Yo me fui con mi tío a la balconada de la casa, el encendió un cigarrillo, no hablamos. Al poco yo rompí a llorar como el adolescente que todavía era. La tensión acumulada, y el peso de lidiar con el vicio desacerbado de mi hermano me habían hecho madurar antes de tiempo, pero seguía siendo un chaval. Mi tío me abrazó y estuvimos así un rato, hablamos de Iñaki sobretodo. Él era especial para nosotros, e íbamos a cuidarlo. Pero al menos ya no estaba solo.

Jon me abrazó, me vio emocionado al contar aquello. Me abrazo un rato en silencio, hasta que por fin habló.

-          En serió Rubén la tiene más grande que tú? – Yo lo mire incrédulo.

-          Con lo que te acabo de contar y solo te interesa eso. Lo tuyo es grave.

-          Es broma, era para quitar hierro al asunto. – Dijo riéndose. La verdad es que me había quedado abatido recordando esos momentos tan duros, aunque los hubiese disfrutado como nadie.

-          Y así solucionaste el vició de mi padre. Tres machos cabrones… joder, sí que es vicioso. – Me resultaba raro escuchar a Jon hablar así de su padre. No entendía porque no le afectaba más.

-          Por un tiempo. Íbamos una vez al mes, más o menos y le dábamos polla por todos lados. Iñaki estaba saciado de sexo y encima la relación con Juan volvía a colmar su lado sentimental.

-          Y que pasó para que se fuera todo al traste? Porque cuando yo nací ya no se hablaba con Juan y con Rubén – Adivinó Jon.

-          Esta situación duró solo un par de años. Yo aprendí mucho de Rubén, y disfruté como nunca del sexo más salvaje que he tenido. Todo termino por los celos de tu padre…

Un día llegamos muy pronto al caserío de mis tíos. Cuando llegamos solo mi tío estaba en la cuadra, haciendo las labores matutinas.

-          Donde está Rubén? – Dijo Iñaki tras dar un largo beso a Juan.

-          Está en la cama todavía. – Juan tenía una cara de preocupación que hizo que las alarmas de Iñaki se disparasen.

-          Está enfermo? – Juan solo miró al suelo.

Iñaki salió como un loco hacia la casa. Yo lo seguí, sin saber muy bien qué pasaba. Al entrar en la casa unos gritos desconocidos y los jadeos de Rubén me hicieron temer lo peor. Iñaki se quedó paralizado al ver a Rubén de espaldas, su fuerte culo bombeaba a un chaval joven y fibrado que estaba a 4 patas, con su cara hundida en el colchón gritando de dolor.

-          Hola Iñaki, hoy vas a conocer a mi nuevo cachorro. Espero que seáis buenos perritos y os llevéis bien. – Iñaki palideció. Pero no discutió a Rubén. Se giró y se fue. Yo me quedé de pie mirando al perro nuevo de mi primo.

-          Hola Ángel. – Al girar la cabeza vi a Álvaro, uno de los chavales de mi pandilla cuando vivía en el pueblo.

Álvaro había cambiado mucho, era alto y musculoso, moreno, de nariz prominente… Nos parecíamos mucho, excepto por sus ojos oscuros, casi negros. No podía creérmelo, era uno de los machitos del pueblo cuando yo vivía en el pueblo. Lo miré allí, cubierto de sudor, acariciándose su culo maltrecho con cara de agotado. Rubén vio mi cara, analizando el físico del chaval.

-          Veo que ya sabes porque lo escogí. Me costó, iba de heterito, pero tenía que ser mío. Desde que te comí el culo no he podido olvidarte. Pero tú eres un macho, eres el amo de Iñaki, hay ciertas reglas que tenemos que cumplir. – Todo lo decía con tranquilidad, muy cerca de mí. Yo lo olía y mi mano se fue instintivamente a su polla. Llena de lefa,  fijo que Alvaro tenía unas cuantas preñadas en el culo.

Los gritos de iñaki discutiendo con Juan, me sacaron del trance que mi primo producía en mí. Rubén siguió hablando, mientras yo solo escuchaba, desubicad, sin saber qué hacer. Esto daba un giro a la situación que no sabía si podría abordar.

-          Primito, te vuelves a quedar solo. Iñaki no va a aceptar esta situación. Lo siento por ti sobretodo, y un poco por mí… a este perro todavía le quedan kilómetros para acercarse un poco al nivel de tu hermano. Pero tenía que pasar, yo no me puedo conformar con las migajas de vuestras relaciones. No me malinterpretes, lo hacía con gusto. Pero tengo que seguir mi camino.

-          Gracias por todo. – Fue lo único que le dije.

Entendía que un macho como Rubén se merecía controlar el la situación. Lo necesitaba, estaba en su naturaleza. Hasta ahora solo había completado la relación de su padre e Iñaki. Sin el protagonismo que se merece un macho como el.

Cuando baje, Iñaki estaba de rodillas rogando a Juan que echase a Álvaro de casa. Juan intentaba convencerlo, sin éxito, recordándole que Rubén también se merecía tener a alguien. Pero Iñaki no entraba en razón. Se levantó y miró con rabia a Juan.

-          Si no lo echas, no me volverás a ver nunca más. – Vi la cara de determinación de mi hermano, y una lagrima caer por la mejilla de mi tío Juan.

Iñaki espero unos segundos y se rindió. Sabía que con Rubén no podía discutir, y que Juan no iba a hacer nada. Compartir a dos de sus machos no era algo que entrase en su cabeza. Tu padre es especial, muy posesivo y sigue siendo así como pudo comprobar el pobre de Ben.

Nos fuimos a casa, Iñaki lloró durante días, hasta follando conmigo rompía a llorar. Un día al entrar por la puerta de casa, mi madre vino corriendo a buscarme.

-          Ángel que me lo mata, que me lo mata! – Mi madre lloraba desconsolada. Yo escuchaba los gritos de mi padre y los lamentos de mi hermano con cada golpe.

Mi hermano había ido a un parque a hacer cruising, y tuvo la mala suerte de que lo pillasen infraganti y acabó en comisaría. Mi padre le estaba pegando una paliza de muerte, le pateaba el estomago una y otra vez. Cogí a mi padre y lo empuje con todas mis fuerzas. Se cayó de espaldas contra mi cama, quedándose en el suelo dolorido. Se fue a levantar, pero yo ya estaba de pie, con las piernas a cada lado de su cuerpo. Mi cuerpo ya estaba desarrollado, no era el niño que veía los moratones de su hermano y se callaba.

-          Si vuelves a tocar a mi hermano te mato. Lo entiendes. – Mi padre se intentó mover, pero mi puño se tensó marcando todos los músculos de mi brazo, quitándosele la idea de su mente.

Esas fueron las últimas palabras que crucé con mi padre. Me giré hacia mi hermano, que sangrando seguía tendido en el suelo. Sentí la puerta cerrarse y después la de la calle. Mi hermano me miró agradecido. Mi respuesta fue reventarle el estomago con una patada. Me contrajo sobre su cuerpo, dolorido. Yo me agaché y lo cogí del pelo.

-          Como vuelvas a comerte una polla que no sea la mía, te mato yo. Lo entiendes. – Mi madre entró asustada a la habitación al sentir otro grito de dolor de mi hermano, y nos vio allí, con las cabezas casi juntas. – Llévalo al hospital.

Me levanté y me fui también de la casa. Mi hermano estuvo ingresado una semana en el hospital. Mi padre ni me miraba, yo comía solo en casa. Mi madre me evitaba cuando mi padre estaba en casa. Un día, mientras comía solo y mi padre se había ido a jugar la partida al bar se acercó a mí. Me miró con dulzura y me acarició el pelo y las mejillas.

-          Sé todo lo que haces por tu hermano. Sigue cuidándolo, pero tendrás que pensar en algo más. – Me besó la frente y se fue.

Mi madre, aquella mujer callada, que parecía no enterarse de nada lo sabía todo. Lo supe por su mirada, llena de agradecimiento y de pena. Yo terminé de comer pensando en sus palabras.

Esa misma tarde llamé a Rubén por teléfono. Le conté la situación y le pedí consejo para poder controlar los instintos destructivos de Iñaki cuando no conseguía lo que quería. Rubén fue conciso, como siempre.

-          Lo primero que tienes que hacer es amenazar con quitarle lo que más desea.

-          Pero eso sois vosotros, Juan y tú, y ya lo ha perdido.

-          Te equivocas primo, tu eres su amo, solo folla con nosotros cuando tu lo decidías. Cuando lo violaste aquella noche pasaste a ser su Amo. Pero no te comportas como tal, el sabe que te puede controlar, y eso es fatal en una relación con un perro posesivo como Iñaki. Ha jodido la vida a mi padre, no dejes que a ti te haga lo mismo. Lo siguiente que tienes que hacer es que haya algo más en su vida que no sea complacerte a ti. Algo más importante que su Amo, sino nunca llevarás una vida normal.

-          No lo entiendo Rubén, que es más importante para un sumiso que su Amo.

-          Lo mismo que para el resto del mundo, un hijo.

-          Pero que dices… - Rubén colgó.

El resto de la semana estuve recapacitando las palabras de Rubén. No fui a visitar a Iñaki ni un solo día al hospital, ni le preguntaba a mi madre si mejoraba. La casa era todo silencio, mi padre no me hablaba, para mi había dejado de ser mi padre. Y mi madre se pasaba el día en el hospital. El día que le dieron el alta médica, no llegue a casa hasta las doce de la noche. Cuando llegué me desnude y me senté en la cama, ante la atenta mirada de Iñaki. Lo miré y el se levantó, yo solo lo miraba serio. Vino hasta mí y se arrodillo con gestos de dolor. Yo seguía mirando al frente, sin préstale especial atención. El empezó  a besar mis pies y a llorar.

-          Ángel, perdóname, por favor, no lo volveré a hacer, perdóname.

-          Llámame Amo, no soy tu hermano cuando estamos a solas.

-          Si, Amo… por favor perdóname. – El seguía besándome los pies, con devoción.

-          Iñaki, para y mírame. – El se sentó sobre sus talones. Mirándome con lágrimas en los ojos. – Esto tiene que cambiar, si quieres ser mi perro todo tiene que cambiar.

-          Sí, claro que si Amo. Haré lo que pidas.

-          Lo primero, no podrás follar con nadie más que con tu Amo. Lo entiendes? Serás exclusivo para mí. Eres mío, y ya no te voy a compartir. – Iñaki asentía. – Si vuelves a tocar otra polla aunque sea sin querer no volveré a usarte en mi vida.

-          No, por favor. Seré solo tuyo, te lo juro. – Las palabras de Iñaki parecían sinceras, aquella semana sin mi presencia parecía que había sido una tortura para el.

-          Calla. Hay otra condición. Yo quiero una vida normal, me la merezco. Tendré pareja, me casaré y tendré hijos.

-          Pero, yo…

-          Que te calles. Tú eres mi perro, no te pienses que puedes ser otra cosa. – El miró al suelo, con tristeza. – Y para comprobar tu compromiso quiero que tú hagas lo mismo. Conoce a una chica y dame un sobrino.

-          Pero yo…

-          Esas son las condiciones, esto no es una negociación. Dejarás de ser el perro caprichoso que eres, aquí mando yo, y necesito pruebas para saber que te comprometes con tu Amo.

Dicho eso, me tumbé en la cama e Iñaki siguió de rodillas mirando al suelo.

-          De acuerdo, lo haré. Haré todo lo que me pidas.

Le hice un gesto y se acurrucó tímido a mi lado, dándome la espalda. Al sentir mi mano en su cadera, se relajó y se pegó a mí, como queriendo sentir cada centímetro de mi piel. Lo abracé muy fuerte y aspiré su olor. Me empalmé al instante.

-          Amo, puedo pedirle una cosa.

-          Dime.

-          Quiero dormir con su polla dentro.

-          Claro perro.

Se la clavé de golpe, provocándonos dolor a los dos, que disfrutamos como nunca. Mi polla no se salió en toda la noche. Al despertarme lo folle con rabia hasta correrme dos veces sin sacarla. Después besó mi cuerpo entero, lo lamió y lo olió. Se tumbó a mis pies, dormimos una par de horas más.

-          Y tu amenaza funcionó? – Preguntó Jon.

-          Creo que tú eres la prueba de que funcionó, muy bien.

Sorprendentemente aquellos días en el hospital, y la amenaza de abandonarlo funcionó mejor de los esperado. Yo empecé a salir con chicas, y tu padre soportaba sus celos bastante bien. Eso sí, a cambio de un sexo cada vez más bestia. Las sesiones eran tan duras que empezamos a ir a correr juntos, y lo follaba en mitad del monte para poder insultarlo y soltarle hostias. El gritaba y gemía como un loco. Me repetía que nunca tendría ese sexo con las zorras de mis novias, y yo le daba polla con más rabia sabiendo que tenía razón.

A los pocos meses me sorprendió presentándome a una chica, guapa, inteligente… parecía que iban en serio. Esa noche, no lo follé con rabia, le hice el amor a tu padre por primera vez. Quería agradecerle todo el esfuerzo que estaba realizando para ser mi perro.

Si Jon, esa chica era tu madre. La cosa fue muy rápido y al año se casaron. Teniendo en cuenta la relación que tenía con mi padre, y tras los ruegos de Iñaki, me fui a vivir con ellos a los pocos meses. A tu madre no le hizo mucha gracia al principio, pero pronto cambio de opinión. Iñaki era mucho más feliz conmigo en la casa, por razones obvias, que ella desconocía. Pero su matrimonio iba viento en popa, y a los dos años naciste tú. Luego yo conocí a la zorra de tu tía, me case y tuvimos a tu primo.

Todo iba genial, yo iba mucho a verte y seguía muy cerca de Iñaki. Éramos felices, recordé con nostalgia.

-          Y que pasó cuando yo tenía 10 años? – Preguntó Jon serio, por primera vez desde que empecé a contarle la historia.

-          Tu padre se enteró de que me follaba a tu madre.

-          No me trates por gilipollas, tío. A papá le daba igual mi madre, me acabas de contar que tú le obligaste a buscar esposa y tenerme, como simples objetos para contener los deseos de papá.

-          No digas eso, tienes razón sobre tu madre. Era un matrimonio ficticio, pero tú… tú pasaste a ser lo más importante para tu padre. Por delante de mi incluso, por delante del sexo. Tú eres lo más importante en su vida.

-          A pesar de que no soy su hijo?

Yo me quedé blanco, como lo sabía… como puede decirlo con tanta naturalidad. En su mirada vi que lo sabía con certeza, era imposible negarlo.

-          Desde cuando lo sabes.

-          Supongo que desde niño, aunque lo quise ignorar hasta que tu viniste a vivir aquí.

-          Pero como… quien te lo ha dicho? – Yo no podía entenderlo. Solo sus padres y yo lo sabíamos.

-          Como dijiste, todos erais felices, mientras tú estabas equilibrando el matrimonio de mis padres. Pero fue irte, y todo se desmoronó. Los padres discuten, y mi madre era muy cruel con papá. Tuve que buscar en el diccionario la palabra “estéril” con solo 10 años, pero los niños no somos tontos.

Yo miraba al suelo, Jon andaba desnudo por la habitación, nervioso. Llevaba días esperando este momento.

-          Quiero que me cuentes lo que pasó,  “papá”. – Dijo con mucha ironía.

-          De acuerdo. Veo que sabes más de lo que me esperaba. - Ahora entendía porque no le afectaba la historia. Jon sabía mucho más de lo que yo creía. Tras una pausa empecé a hablar. - Tu padre y tu madre tenían un matrimonio normal, el cumplía perfectamente en la cama, incluso los escuchaba follar con asiduidad. Pero algo fallaba. Tu madre no se quedaba embarazada e Iñaki empezó a pasarlo mal. A pesar de vivir con ellos, el cada vez soportaba menos la presencia de tu madre en nuestras vidas. El la veía como un impedimento para nuestra relación. Y yo decidí que era necesario que tuviesen un hijo para unirlos, como había dicho Rubén.

-          Y te follaste a mi madre.

-          Sí.

-          Así de fácil. Tu solucionando la vida de la gente, el hombre altruista, que va al rescate de los demás.

-          Jon, no te pongas así… No vi otra solución, yo no quería que las cosas fueran así.

-          Y porque se enteró mi padre?

-          Cometí un fallo. Tu padre quería darte una hermana, pero pasaba el tiempo y no llegaba. Tu madre se callaba, no sabía quién era el padre, aunque cada vez sospechaba más que fue nuestra pequeña aventura la que origino que vinieras al mundo. Y tu padre fue a una clínica de fertilidad para ver si él era el problema. Lo hizo sin avisar a nadie.

-          Y resulto ser estéril.

-          Sí. La paliza de tu abuelo que lo dejó en el hospital produjeron daños que hacía muy improbable que tuviera un hijo de manera natural.

-          Ok, no quiero escuchar más de momento. Me voy a dar una ducha.

-          Jon, por favor. Perdóname.

Jon se fue sin mirarme siquiera, dejándome solo con mi culpa. Sentí la ducha y yo caí derrumbado en la cama. Lloré como no había llorado nunca. Cuando a los pocos minutos sonó el timbre, el agua de la ducha seguía sonando. Tras el tercer timbrazo, me sequé las lágrimas y tras ponerme un pantalón corto fui a abrir con bastante mala hostia. Como fuera la vieja cotilla de al lado la iba a matar allí mismo. Abrí la puerta de muy mala hostia y me encontré a quien menos esperaba en ese momento.

-          Iñaki.

-          Hola, donde está Jon. - Dijo empujándome sin mirarme, dirigiéndose al salón.

-          Está en la ducha. – Dije intentando recomponerme. Iñaki estaba desmejorado, con grandes ojeras, no debía ser un buen momento para él. No había caído en la cuenta que el sería quien peor lo estaría pasando desde mi reaparición en la vida de Jon.

-          Me ha escrito diciendo que teníamos que hablar cosas muy importantes. Que es lo que ha pasado?

-          Nada. – No supe que decir, evitaba su mirada. En ese momento Iñaki se fijó en mis ojos, llorosos y lo supo.

-          Se lo has dicho? – Yo no contesté, solo lo rehuí. – No me jodas, como te atreves?

-          Ya lo sabía.

-          Mentira!, no sabía nada hasta que viniste a destrozar nuestras vidas. – Iñaki gritaba fuera de sí. – Porque me haces esto… porque me odias tanto. Jon no lo sabía, y no debía saberlo nunca. Fue lo último que te pedí, eso y que te fueras de nuestras vidas, y no has cumplido ninguna de las dos.

-          Ya lo sabía, papá. – Jon apareció por el pasillo, desnudo, secándose con una tranquilidad que no entendía. Hace 10 minutos me odiaba… Lo tenía preparado?, estaba actuando? - Lo sé desde hace mucho, aunque solo cuando vi mi extraordinario parecido con Ángel, y como me trataba a pesar de no haberme visto en 10 años, no terminé de confirmarlo.

-          Pero porque lo sabías…

-          Por dios papá, mamá no le gustaba discutir en susurros exactamente… y las paredes de casa no son herméticas. Te crees que no os oía discutir, que no escuchaba como te llamaba “medio hombre”, “estéril”…

-          Esa zorra… - Iñaki apretaba las manos con fuerza.

-          Quiero que me contéis todo. - Dijo Jon muy sereno sentándose desnudo en el sofá. Notaba que la presencia de su hijo desnudo incomodaba a Iñaki, y Jon parecía disfrutar con ello.

-          Que le has contado de nosotros Ángel… Lo sabe todo? – Yo asentí. Iñaki negaba con la cabeza y paseaba nervioso por el salón.

-          Le he contado porque te casaste, nuestra relación… Hasta el día que te enteraste que no eras el padre biológico de Jon.

-          Pues ya lo sabes… Este cabrón hizo que tuviese una familia, para luego arrebatármela. Eso es lo que habías planeado desde siempre, castigarme así. – Iñaki no entraba en razón.

-          Yo no quise quitarte nada, solo darte algo que hiciese que tuvieses una vida completa. – Intenté defenderme.

-          Si claro, por eso te follaste a mi mujer. Es fantástico que el día que te enteras que tu hijo no es tu hijo, tu mujer decida fugarse con tu hermano. – Dijo Iñaki cargado de ironía.

-          Mamá se intentó fugar con el tío? – Jon me miró pidiéndome explicaciones. Parecía que había parte de la historia que no sabía.

-          Tu madre se presentó en casa ese día. Me dijo que estaba enamorada de mi, que no podía olvidar las noches que pasamos juntos. Yo ya tenía mi familia y nunca quise nada con tu madre. Le dije claramente que solo me acosté con ella para que tu padre tuviese el hijo que tanto deseaba.

-          Por eso te odia tanto mamá?

-          Digamos que no fui especialmente delicado.

-          Que hijo de puta… Ahora vas de altruista por el mundo… Pobrecito Ángel, que tuvo que joderse la vida por el vicioso de su hermano.

-          Cállate papá. Tú no tienes derecho de recriminar nada a nadie. – Jon habló con tal autoridad que su padre se quedó sorprendido. Su hijo nunca he había hablado así nunca, además notaba algo en su actitud, su chulería, sentado desnudo como si tal cosa.

-          A que te refieres? – Dijo Iñaki nervioso.

-          ¿Por qué no me miras, papá? Desde que he empezado a saber tu historia con el tío, he empezado a comprender muchas cosas. Y empecé a comprender porque te fuiste alejando de mí.

-          No sé a qué te refieres. – Yo observaba a mi hermano, más nervioso que nunca.

-          Lo sabes perfectamente. Cuando empezó mi pubertad y empecé a ser un reflejo de Ángel, no podías estar conmigo a solas. Dejaste de venir a la piscina, trancabas la puerta del baño al ducharte, me reñías por dormir desnudo, algo que siempre te dio igual. Me parecía demasiado a Ángel, verdad? Al Ángel adolescente que te violó cuando tenía 15 años.

-          No sigas Jon, por favor. – Rogó Iñaki.

-          Ahora vas a escuchar tú. Sabes que es para un hijo que su padre lo rechace? He sido el chico modélico que todo padre desea, y tú me ignorabas. La de veces que he intentado hacerme visible para ti, y nunca me veías. No podías, verdad?

-          Era demasiado para mi… yo te quiero más que a nada, pero mi deseo era incontrolable Jon.  Tuve que distanciarme a mi pesar. – Iñaki cayó de rodillas al suelo, destrozado. Jon se levantó y se puso a su lado desnudo.

-          Sigues cumpliendo la promesa que le hiciste a tu Amo, verdad?

-          Si – Dijo de manera casi inaudible Iñaki. Lo que me sorprendió sobremanera, e hizo sentirme extrañamente orgulloso.

-          Mírame… Que me mires! – Grito Jon.

Jon estaba imponente, en su plenitud, joven pero totalmente desarrollado, desnudo delante de su padre hundido en el suelo. Parecía un gigante, un dios al que había que adorar. Y es lo que vio Iñaki al levantar la mirada. Jon no era el chiquillo que me imaginé, el cual escuchaba la historia de su familia como si fuera un relato erótico. Escuchaba y analizaba todo lo que decía, iba cosiendo los retales de vida para completar su propia historia. Y ahora la tenía completa, y sabía quién era y porqué.

Al erguir la cabeza para mirarle, la polla de Jon quedó a la altura de la cara de su padre. Lo miró, todopoderoso, vio al hombre y no al hijo. Y el deseo que llevaba años adormecido en su cuerpo, contenido, se desbocó y no pudo contenerlo… olió a su hijo, pura masculinidad a pesar de haberse duchado hacía unos minutos. Reconoció el olor que solo tienes los Alpha y se lanzó a su polla con hambre. Jon lo empujó y le dio una hostia con el dorso de la mano que le rompió el labio tirándolo al suelo. Yo quería levantarme pero me quedé congelado, como cuando Rubén le pegó en la cuadra del viejo caserío. Se agachó y le cogió del cuello muy fuerte, clavando su rodilla en el duro miembro de su padre.

-          Eres tan puta como me han contado. Debió ser muy duro contenerte tantos años. No respetas a tu Amo ni estando el delante?

Jon se levantó y se fue al cuarto. Permanecimos allí sin movernos hasta que apareció vestido con ropa de verano y unas chanclas.

-          Me voy, volveré mañana. Hablad y arreglad lo que tengáis pendiente. No pienso perder a las dos personas más importantes de mi vida.

Cuando sentí la puerta cerrarse me levanté del sofá. Y fui a por Iñaki que seguía inmóvil en el suelo. Lo agarre del cuello, como había hecho mi sobrino minutos antes.

-          Ya no respetas a tu Amo. – Iñaki asintió sin poder hablar por la presión de mi mano. – O sea que llevas diez años sin probar una polla. – Iñaki volvió a asentir, cada vez más rojo. – Nunca te ha gustado jugar solo con tu culito, con lo que sabré si mientes. Debe estar muy cerrado. – Dije con una sonrisa depravada.

Liberé mi polla más dura que nunca, lo giré y baje su pantalón, lo justo para darme acceso a lo que más deseaba en ese momento. Apretaba la cabeza de Iñaki con fuerza contra el suelo a pesar de su pasividad. Se la clavé provocando que mi pollón ardiese y su culo se rasgase a mi paso. El grito de Iñaki se escuchó en todo el edificio.

Jon escuchó el grito de su padre al otro lado de la puerta, sonrió y por fin salió en busca de Aitor y de Ben.