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La vida de Mohamed. Cap. III

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LA VIDA DE MOHAMED (Cap. III)

Los meses siguientes fueron un paraíso para Mohamed, la relación con su padre cada vez era más estrecha. Mohamed ya tenía 18 años y medio, se había desarrollado de manera antinatural, ya medía un par de centímetros más que su padre, aunque este seguía teniendo unas espaldas más anchas. El cuerpo de Mohamed era espectacular, la ancha espalda bajaba en uve hacia una todavía estrecha cintura que delataba que era todavía le quedaban unos años para desarrollar su cuerpo en plenitud. La que había crecido de manera desmedida era su polla, la actividad sexual debía haber adelantado su desarrollo. Ya medía unos 23 cm y el grosor era casi como el del padre. El joven del hamman sufría enormemente las dobles penetraciones que sus señores adoraban hacerle, dejándolo un par de días sin poder follar.

Mohamed fantaseaba con la idea de follarse a su padre, era casi una obsesión que divertía a su padre y en las peleas semanales le decía burradas cuando lo tenía agarrado por la espalda apoyando su abultada polla en el desnudo culo de su progenitor.

-          Si te venzo tu culo será mío… te lo voy a reventar - Mohamed respiraba agitadamente debido al esfuerzo, las luchas cada vez era más duras, dándolo todo ambos, luchando por demostrar su hombría.

-          Primero tendrás que vencerme… Aggghhh – El padre hizo un rápido movimiento y tiro al hijo al suelo que golpeó duramente en la ligera colchoneta. El adulto se lanzo sobre el joven y clavó su rodilla derecha en el cuello y la izquierda en su cadera dejándolo boca abaja. Y cogiendo su brazo izquierdo bajo su tronco y retorciéndolo de una manera muy dolorosa. – Ríndete o te rompo el brazo.

-          Noooo – Mohamed apretaba los dientes, odiaba seguir perdiendo cada semana con su padre, siendo el más joven y ágil.

-          Tienes más aprecio a mi culo que a tu brazo… - El padre disfrutaba jugando con su hijo y haciéndole ver que todavía no había llegado el momento de verse vencido por su primogénito.

-          Ok, tu ganas… - Su padre espero un par de segundo y le soltó. - Joder casi me rompes el brazo.

-          Tú te lo buscaste, jajaja. – Su hijo se dolía del hombro todavía tirado en el suelo, hasta su empalme había cedido y su gorda polla reposaba sobre su muslo casi lampiño.

-          El día que te venza serás mío. – Mohamed se levantó mirando desafiante a su padre.

-          No tan rápido hijo, si tu pones tu condición yo tendré derecho a poner la mía.

-          De acuerdo, como tú quieras. – El chico se irguió chulo, con 18 años uno piensa que es capaz de todo.

-          Mi condición es que antes de ser tuyo tendrás que doblegar a un macho y hacerlo tu perro, tu esclavo.

-          Jajaja, eso es fácil padre, ya tengo varios perros. – El chico sonrió orgulloso.

-          No, no hijo, eso son putitas que se mueren por tu vergón y que se dejan follar por cualquiera. – El padre agarró la polla de su hijo y empezó a tocarla, a jugar con su dedo gordo en el capullo. La polla reaccionó rápido y empezó a babear, su padre se acerco casi juntando sus caras y sus cuerpos sudados y calientes, sintiendo el aliento de su hijo cuya respiración se empezaba a agitar.

-          Y que quiere entonces padre… - Mohamed se acercó a su padre que ladeó la cabeza evitando el beso que este intentaba darle, quedando muy cerca de su oído.

-          Quiero que conviertas a un macho de verdad, que te hagas su amigo, que le demuestres lo macho que eres, que acabe deseando el placer que les das a los demás y que después de dárselo acabe respetándote y adorándote sin importarle nada más en el mundo. – Mohamed suspiraba excitadísimo, no sabía como su padre podía hacer eso con él en unos segundos, estaba al borde del orgasmo solo con unas palabras y el roce de mano en la polla. Su padre sutilmente le daba pistas de cómo dominar de verdad a otro hombre.

-          Haré lo que me pida… Quiero que sea mío, es lo que más deseo en este mundo. Puede escoger a quien quiera. – Mohamed estaba con los ojos cerrados relajado sin intención de aguantar ese orgasmo que se avecinaba rápido y placentero.

-          Muy bien, ya te diré a quien escojo. – De repente el padre se separo, soltó su polla y habló en un tono normal. Mohamed abrió los ojos, viendo que su orgasmo había sido interrumpido…

-          Pero padre… que estaba a punto.

-          Jajajaja, ya lo se jajaja. – Su padre se descojonaba de risa ante la cara de estupefacción de Mohamed que estaba con los ojos y brazos abiertos.

-          Ven aquí y termina lo que has empezado.

-          Eso será si me pillas… - el padre empezó a correr hacia el Hamman desnudo como se encontraba, dejando al hijo de pie indignado ante la actitud tan infantil de su padre.

Tras un relajante baño en el que descargaron sus tensiones en las bocas de los entregados jóvenes, padre e hijo se dirigían a su habitación cubiertos por las toallas. En la puerta se encontraba un vigilante como todos los días desde hace apenas un mes. Su padre al verle sonrió pensativo. El joven de seguridad se levantó al ver a los dueños de la casa. Era un ejemplar de macho enorme, dos metros de puro musculo, apenas tendría 25 años pero su masculinidad se mostraba en una cuadrada barbilla que se oscurecía por la incipiente barba a pesar de haberla afeitado ese mismo día. Sus ojos eran muy oscuros casi negros, y el pelo lo tenía rapado casi al cero.

-          Padre, porque tenemos gente de seguridad constantemente el cuarto? – Amine preguntó mientras se tiraba en la cama boca abajo igual de relajado que agotado.

-          Cosas de Alim. Ya sabes que es un paranoico con la seguridad. – La realidad es que los clanes rivales estaban últimamente revolucionados. La extraña relación que mantenía con su hijo no era vista con buenos ojos, y daban argumentos para las artimañas que su segunda esposa llevaba años intentando realizar para echarle del poder. Desde hacia tiempo Alim estaba muy preocupado, pero el padre de Mohamed se negó a cambiar la estupenda y satisfactoria relación con su hijo mayor.

-          No sé porque no me cuentas la verdad, si Amine está en peligro deberíamos estar más atentos. – Mohamed estaba preocupado por la seguridad de su querido hermano pequeño.

-          No te preocupes, está todo controlado, solo son medidas exageradas. Pero prefiero aguantarlas que soportar los reproches de Alim. Por cierto tengo que hablar con él.

A los pocos minutos apareció por la puerta el fuerte guerrero subsahariano, siempre con su uniforme militar.

-          Que quiere señor? – Mohamed se encontraba echado en la cama, con su padre sentado a horcajadas dándole un masaje en el hombro que había torturado hacia un par de horas.

-          Quien es el hombre que está en la puerta.

-          No empecemos de nuevo, no pienso bajar los niveles de seguridad. – No quiso dar más detalles ante la presencia del joven.

-          No es por eso, tranquilo. Ves lo que te decía. – Esto último lo dijo bajo para que solo el joven lo escuchase, el cual sonrió ante la relación que tenía su padre con el sufrido Alim, parecía su madre, más que su jefe de seguridad. – Solo quiero saber quien me vigila.

-          Se llama Youssef, es uno de mis mejores hombres a pesar de la juventud. Ya sabes que no confío tu seguridad a cualquiera.

-          Está casado?

-          Jajaja, que va… es un mujeriego, ninguna mujer sensata del pueblo lo quiere como marido. – Alim ya se había relajado ante las extrañas preguntas de su señor.

-          Ok, solo quería saber eso. Puedes irte. – Alim se fue levantando los hombros, su señor cada vez era más raro.

-          Que pasa padre, a que vienen esas preguntas.

-          Nada en especial… solamente que ya tienes presa. – El joven sonrió, le encantaban los retos… y este era un gran reto con una deliciosa recompensa.

Si su padre pensaba que poniéndole un macho mujeriego como objetivo no conseguiría su propósito, estaba muy equivocado. Decidió que iba a matar dos pájaros de un tiro, pidió a Alim que designase a Youssef como su guardia personal, lo que implicaría que pasarían mucho tiempo junto y además lo utilizaría como compañero de entrenamiento. Alim se extraño, Mohamed era un chico muy independiente que requería de mucho espacio, ni siquiera Abdul su mejor amigo e hijo de Alim sabía todo lo que hacía Mohamed, el cual solía desaparecer sin avisar a nadie. De todas maneras, sin querer entender este inesperado interés por Youssef, decidió ceder a la petición del joven pensando en que sería lo mejor para su seguridad.

-          Buenas Youssef, parece que desde ahora vamos a pasar mucho tiempo junto. – Mohamed miraba de arriba abajo al hombre que tenía que convertir en su perro. Le gusto desde el primer momento que lo vio, era un tío muy serio, le sacaba algún centímetro de altura y tenía unas espaldas que muchos envidiarían.

-          Sí señor. – Youssef respondía serio, no le hacía ninguna gracia el cambio, una cosa era velar por la seguridad del patriarca y otra muy distinta era vigilar al hijo adolescente que tenía fama de rebelde. Este cambio de puesto se lo había tomado como una degradación y su humor era de perros.

-          Mal empezamos... Te voy a dejar un par de cosas claras, no quiero ni un chivato ni un tío muermo pegado a mí y reportando a mi padre y a Alim sobre mis… digamos asuntos privados. – Mohamed sonrió, ante la mirada expectante de Youssef que no se fiaba si lo estaba tanteando o le hablaba en serio.

-          De acuerdo. Pero tendré que informar de donde estamos en todo momento, son ordenes directas de mi superior.

-          Pues entonces estás despedido.

-          Qué? Tú no puedes despedirme niñato. – Mohamed había conseguido enseguida que Youssef saltase. Por lo que sabía era de carácter rudo e irritable, aunque un gran profesional. El único que lo controlaba era Alim y por eso trabajaba directamente para él. Pero el joven tenía un instinto especial para ver situaciones de peligro y en defensa personal era una verdadera bestia.

-          Jajajaja, esto cuadra más con lo que me habían contado de ti. – Mohamed le dio una palmada y empezó a caminar. – Prepara equipaje para dos días, nos vamos de fiesta a Marrakech. Y trae ropa normal, no quiero que la gente piense que voy con niñera. En media hora te recojo. – Youssef se quedó pasmado en medio del despacho en el que le había convocado.

-          Será hijo de puta. – No pudo contener sus palabras.

-          Te he oído… date prisa, me gusta la puntualidad. – Youssef sonrió, parece que este trabajo iba a ser mucho más divertido que sentarse en la puerta de un dormitorio escuchando como otros follaban como animales.

El fin de semana en Marrakech fue genial. Mohamed le quitó el móvil a su guarda espaldas, aunque este se las ingeniaba para tener informado a Alim. Bueno de casi todo, de la orgía que acababan de montarse con un grupo de amigas de Mohamed con las que habían coincidido en una famosa discoteca de Marrakech no se lo comentaría a su superior.

-          Joder lo flipo contigo tío, has podido tu solito con cuatro pivones y después de hacer que se corran dos veces las 4 las mandas a su casa. Yo hubiese dormido encantado con las dos que me dejaste. – Mohamed se rió de la ocurrencia. Había follado 3 horas con 6 chicas, varias de ellas ya habían pasado por su cama en las múltiples escapadas que hacía a Marrakech desde hacía unos meses.

-          Si se quedan a dormir se ponen celosas, encima aquí no entramos ochos. – El adolescente se estiró en la enorme cama de la suit poniendo una pierna encima de su nuevo compañero sexual.

-          Como puedes ser tan cabrón con solo 17 años jajaja.

-          Ehhh!!! un respeto, que soy tu jefe.

Los dos machos estaban desnudos tendido en la cama, contrastaban el cuerpo casi lampiño del más joven con el peludo veinteañero. Únicamente su espalda y los hombros no tenían pelo. Aunque se recortaba el pelo del pecho este cubría sus fuertes pectorales uniéndose casi con su espesa barba y parecía formar una hermosa alfombra sobre sus marcados abdominales. Solo los dos grandes y abultados pezones rosados sobresalían en su oscuro torso. Las piernas las tenía muy peludas e iba perdiendo fuerza según subían hacia su abultado culo. Este tenía una ligera pelusa y una buena mata de pelo en la hendidura de sus nalgas.

-          Si que eres un jefe follando, no te lo voy a negar. – Los dos se rieron, parecían colegas de hacia años a pesar de llevar apenas 36 horas juntos.

-          Jajaja, practica ya sabes… - Mohamed no pudo evitar acordase de su padre. Qué pena que por respeto a su fallecida madre no pudiesen disfrutar también del sexo con hermosas mujeres.

-          Si lo sé, no eres silencioso exactamente. Las vigilancias en la puerta de vuestro dormitorio no son fáciles de aguantar sin romper el pantalón jajaja.

-          Más de una paja te habrás hecho escuchando.

-          No voy a mentir, alguna criada acabó pagando la calentura que me provocasteis más de una vez. – Aunque Youssef era un heterosexual consumado, no podía negar que se excitaba al pensar en su señor y al hijo dando rabo a los dos jóvenes atractivos del hamman. Había aprendido desde hacía tiempo que juzgar a la gente por cómo se divertía era un error. Y sabía que el macho de Alim que le volvían loco las mujeres había catado esos culos sin fin y esas bocas hambrientas de pollas.

-          La verdad es que no se me da mal jajaja.

-          Normal con ese pollón, y yo que pensaba que la tenía grande. – Youssef se tocó sus veinte centímetros de su rabo, una polla morena circuncidada y de un grosor normal.

-          Jajaja, tranquilo que lo mío no es normal, tú tienes un buen rabo. – Y le puso un pie encima del rabo como si tal cosa, sobándoselo con la planta y dejando después la pierna apoyada en su entrepierna. A Youssef le ponía un poco nervioso ese contacto, pero después de haber estado en la mejor orgia de su vida y ver como follaba aquel chaval no dijo nada, no iba a quejarse. Miró al joven con admiración, al menos era un macho en la cama.

-          Tanta polla y sin pelo… como te siga creciendo hasta que te tengas pelo en el pecho vas a necesitar ponerle ruedas. – Los dos jóvenes rieron con ganas, la verdad es que se llevaban bien. – Te depilas?

-          Que va, soy así… toca. Coño tío toca… no se es maricón por tocar a otro tío. – Youssef se irguió sobre la cama y le empezó a tocar al joven que miraba orgulloso con los brazos detrás de su cabeza.

-          Joder que suave, yo a tu lado parezco un oso. – Youssef se quedó tocando unos segundos más de lo que hubiese sido normal. Y cuando se dio cuenta de que Mohamed lo miraba divertido se puso algo rojo. – Bueno, cual es mi habitación?

-          No tienes habitación. Eres mi guardaespaldas personal. Tienes dos opciones o coger una silla y sentarte ahí fuera o quedarte a dormir. – Mohamed cerró los ojos y se puso a dormir sin darle mayor importancia a lo que hiciese su compañero de cama. Este subió los hombros con indiferencia y acercó una almohada y se puso a dormir, con la pierna de Mohamed encima de su entrepierna, la cual no se atrevió a mover.

Las siguientes semanas fueron similares. Mohamed y Youssef pasaban todo el día juntos, hasta tal punto que el guardaespaldas tenía una habitación cerca de los aposentos del joven. Su admiración por Mohamed iba creciendo poco a poco, se asombraba la madurez con la que se tomaba las enseñanzas sobre los negocios familiares y como su padre ya empezaba a escuchar sus consejos en temas delicados. La ternura con la que trataba a su hermano pequeño Amine, el cual era todo dulzura y alegría, todo el mundo decía que hasta tenía el carácter de la madre.

Los entrenamientos era la parte preferida de ambos, cada día eran más duros y Mohamed pedía más a su maestro que no entendía las razones del joven, que parecía estar preparando las olimpiadas. Aunque las fuerzas de los dos hombres eran muy igualadas, Mohamed solía ganar, a pesar de tener algo menos de fuerza, su agilidad y rapidez eran superiores a las de Youssef. En un principio lo achacaba a la extraña costumbre de entrenar desnudos, con lo que sus agarrares no eran los usuales y tardó un par de semanas en adaptarse. Aun así, aunque algún día ganaba al joven pupilo de Alim, lo normal es que perdiese con el consiguiente cabreo por verse superado en su propio campo por un joven de solo 17 años. Los cabreos se le pasaban en los baños en los que junto a Mohamed, Alim y Abdul se relajaban y bromeaban, con la presencia de los jóvenes que solo recibían alguna palmada y mirada de vició de los machos que tenían que asear. El sexo lo reservaban para Mohamed y su padre.

 En el campo sexual alucinaba con el vicio que tenía ese joven incansable. Los días en los que no estaba el padre, solían salir a tomar alguna cerveza y ver si ligaban con alguna joven. Todas las noches acababan con una o dos en la cama y si no se daba bien la cosa alguna criada solía hacerles compañía. Siempre follaban juntos en la misma habitación. Mohamed solo tuvo que insinuarlo un par de veces, y a partir de entonces Youssef se encargaba de convencer a su amante de tener sexo en la misma habitación que Mohamed y la otra chica. Algún día le salió rana y la chica se indignó, acabando haciendo tríos con su jefe y la joven que este había engatusado. Le excitaba de una manera inusual ver como follaba ese joven, y cuando ya no tenía más energía ni leche en sus huevos, se sentaba a mirar como esté seguía provocando orgasmos a la afortunada mujer hasta que esta no podía más o terminaba tan escocida que no quería ni tocar el enorme pollón del joven.

-          No por favor… ya no puedo más. Es muy grande. – La joven escapaba de un juguetón Mohamed, que todavía con la polla tiesa agarraba a la joven de un tobillo, mientras ella reptaba fuera de la cama.

-          No me dejes así… No ves como la tengo. – Amine agitaba su férrea polla que miraba al techo.

-          Que noooo, que te la menee tu amigo. – La joven mordió fuertemente la muñeca de Mohamed para que lo soltase, el cual sorprendido soltó a su presa.

-          Serás zorra. – La joven recogió la ropa esparcida por el suelo y se fue de la habitación desnuda casi corriendo.

-          Hostia que genio, jajajaja. – Youssef se reía mirando desde el sofá que había al fondo de la habitación con su polla ya tiesa de nuevo. Se había retirado agotado tras correrse tres veces, pero el espectáculo de ver al joven en acción le había vuelto a excitar.

-          De que te ríes, anda ven aquí, habrá que terminar solos. Estas criadas cada vez me aguantan menos. – Mohamed se sentó en un lado en la cama apoyado en el cabecero dejado espacio para su guardaespaldas.

-          Yo no creo que tenga más leche en los huevos tío… tres es mi límite. – Youssef se sentó a su lado, y Mohamed le pasó su gran brazo por detrás de su cabeza y empezó a jugar con el pelo de su pecho distraídamente.

-          No claro, se la has dejado toda en el culito, a mí ni me ha dejado acercarme. Yo todavía tengo leche de sobra – dijo agarrando sus grandes huevos que colgaban bastante.

-          Jajaja, con ese rabo sentirías su coño más apretado que yo su culito. – Ambos machos se meneaban el rabo distraídamente, haciendo que estos babeasen y lubricasen sus capullos. – Fijo que te huele todavía a coño.

-          Compruébalo. – Youssef miró a su ya amigo con cara de sorpresa, pero algo en su interior hizo que se acercase a unos centímetros de su polla y aspirase. El olor de la joven criada todavía se notaba sutilmente, pero muy superado por el olor a macho, a sudor, a lefa, al precum que destilaba esa gran polla en ese momento. – Huele a coñito joven?

-          Si tío, mucho… - mintió después de varios segundo aspirando, algo avergonzado al ver que su polla babeaba más todavía y pegaba pequeños botes a pesar de que la había soltado unos segundos.

-          Últimamente tengo que ligarme yo a las chavalitas, estás mayor. Mira ya tienes una cana en el pecho. – Youssef miro y vio que el joven se reía.

-          Serás capullo…

-          Capullazo es este, que tiene vida propia. – Dijo señalando con la barbilla su gran capullo. – Porque no acabas tú el trabajo…

-          Estás loco tío, que no tenemos 15 años.

-          Jajaja, bueno casi. Venga tío, que yo me salté la fase de hacerme pajas con los colegas, quiero saber que se siente. Y tu fijo que no has tocado un pollón como este. – Mohamed mintió, claro que se había hecho pajas con Alim, y con su padre por supuesto, aunque las sesiones con su este nada tenían de la inocencia de una paja entre adolescentes.

-          No se tío. – Youssef dudaba pero no podía dejar de mirar esa polla apoyada en los abdominales del moreno bereber.

-          Venga tío, que más te da.

-          Venga… pero como un favor, no me vengas ahora con mariconadas. – Mohamed no se tomó mal las palabras de su colega, viéndolo totalmente concentrado en su polla. A Youssef ni se le pasó por la cabeza pedir que le devolviera el favor. Eso gusto al joven, viendo que su plan iba teniendo lentos avances, y su padre no se equivocaba al pensar que la mejor manera de convertir a un macho en su  perro era provocar primero la admiración del otro antes de pasar más pasos y asustarlo.

-          Ufff si tío, apriétala fuerte.

Youssef había cogido el rabo que admiraba desde hacía semanas, lo sopesaba acostumbrándose a su magnitud, pesaba mucho y despedía un calor exagerado. Estaba pringoso de flujos vaginales y sobretodo de precum y los restos lefa de las dos corridas que llevaba aquel macho, y que la joven no había limpiado adecuadamente. Empezó a moverla concentrado, miró a su colega que observaba sonriente con un brazo tras su cabeza mostrando su sobacazo sudado y el otro acariciándole el pecho. Empezó a mover la mano, y tuvo que ir a buscar con la otra mano la suya que cimbreaba nerviosa ante la falta de atención. Mohamed empezó a jugar con el pezón de su colega, que empezaba a gemir, y sus grandes pezones estaban muy duros. Según la paja aumentaba de velocidad, los dos gemían, Youssef se había tumbado ligeramente el pecho del otro macho para maniobrar mejor en su pollón y a la vez dejando que su colega llegase mejor a su pezón. Los tenía muy sensibles y este los pellizcaba fuertemente como hacía él en sus pajas a solas, aunque el placer de que te lo haga otra persona no tenía comparación.

Tras varios minutos ambos estaban a punto del orgasmo, Youssef hacía grandes esfuerzo por no correrse antes de su joven jefe. Mohamed se tensó ante el orgasmo que llegaba fuerte e irremediablemente, la actitud sumisa de ese gran macho lo excitaba como pocas cosas en el mundo. Lo apretó contra sí, y empezó a soltar chorros de espesa y blanca lefa, que cayeron sobre su pecho y el peludo brazo de su hasta el momento colega. Youssef se corrió casi al instante sobre su peludo pecho, en un orgasmo tan bestial como inesperado y con una cantidad de leche que no sabía de dónde había salido. Los dos jóvenes respiraban agitados, Mohamed con una sonrisa, su compañero de cama estaba recostado en su pecho pensativo, con la mirada ida, no entendiendo que le estaba pasando desde que había conocido a ese morboso adolescente.

-          Hostia… bufff ha sido bestial, verdad?

-          Si tío… la verdad es que ha molado. – Youssef seguía pensativo, ni se había movido para limpiarse la abundante lechada que tenía cubriendo su pecho y brazo. Ni siquiera había soltado la polla del joven que iba perdiendo fuerza poco a poco.

-          Habrá que dormir… quedan solo 3 horas para el entrenamiento.

-          Si claro. – Youssef no se movió.

-          Te vas a quedar aquí. – Mohamed miraba divertido al atractivo macho que tenía ya una visible barba pesar de afeitarse esa misma mañana.

-          Perdona, pensé… - El macho se había quedado tan extasiado después de la intensa experiencia que había dado por sentado que dormiría con el joven, como hacían a veces, aunque normalmente no en la casa familiar.

-          Es broma, quédate aquí. Se te ve muy relajado. – Mohamed cerró los ojos, dando por terminada la discusión y apretó a su futuro perro contra su pecho. Youssef se acomodó aspiro fuerte oliendo la mezcla de sudor y lefa que había en el ambiente y suspiró resignado ante unos deseos que empezaban a escapar de su control.

Por la mañana Youssef se despertó con su el joven abrazado a el por la espalda. Estaba muy a gusto, el joven desprendía un calor embriagador que le rodeaba y su respiración en la nuca lo tranquilizaba de una manera que nunca había sentido. Su mano fue instintivamente a su polla que estaba muy dura y empezó a excitarse al sentir la dormida polla del joven en sus nalgas. Al darse cuenta de lo que hacía se levantó bruscamente, despertando al joven que se quejó  y empezó a quejarse del mal despertar.

-          Joer tío… con lo agustito que estaba. – Youssef estaba todavía de pie al lado de la cama, su polla había bajado algo y decidió huir al baño.

-          Llegamos tarde al entreno. – dijo y fue desnudo al baño y se metió a la ducha.

-          No se para que te duchas si vamos a sudar como cabrones ahora mismo. – Mohamed hablaba mientras soltaba una potente meada. Youssef se estaba dando una ducha fría para bajar su excitación, no quería mirar a su colega. No tenía fuerzas en ese momento, y ni siquiera le contesto.

Esta situación divertía a Mohamed, que le encantaba ver al hombre que debía convertir en su perro turbado. Sabía que había mil cosas pasando por su cabeza, y estaba poco a poco cediendo ante su masculinidad. Esto iba más rápido de lo que él pensaba, y estaba encantado. El entreno fue duro, Youssef se empleó a fondo para descargar tensiones y no pensar. La desnudez del joven no le ayudaba, y no poder controlar su pensamiento y descubrir que estaba mirando al joven haciendo ejercicio, viendo sus musculos tensarse le hacía cabrearse consigo mismo. La pelea fue dura, Youssef golpeo más duro de lo normal a Mohamed que al final aprovechando de un descontrolado ataque del militar acabo haciéndole la zancadilla y tirándose encima de él agarrándole del cuello.

-          Qué te pasa… todavía tienes demasiada energía después de correrte cuatro veces. – Mohamed le susurraba al oído para que ni Alim ni Abdul lo escuchasen.

-          Cállate y lucha niñato. – Youssef había conseguido soltarse de la presa del joven ligeramente, lo que le permitía respirar con algo de libertad y darse la vuelta quedando con Youssef encima y rodeándole con sus piernas intentando defenderse y quitarlo de encima.

-          Veo que te has vuelto a empalmar, quieres hacerme otra paja? – Mohamed sonrió con superioridad, esto cabreo mucho a Youssef ver que ese niñato lo manejaba como quería, que no controlaba su excitación cuando estaba con él. Qué coño le había hecho…

-          Serás, cabrón. – En el descuido de Mohamed, le dio un cabezazo en toda la nariz al joven, que soltó a su presa y rodó por el suelo con las manos en la cara sangrando.

-          Serás hijoputa…. Agggg joder.

-          A vosotros que coño os pasa. – Alim fue a ver como estaba su pupilo. Mientras Youssef se levantó y se fue andando hacía el hamman.

-          Idos de aquí, quiero estar solo. – Los jóvenes miraron al macho fuera de sí y decidieron que lo mejor era cumplir órdenes inmediatamente. Este se metió en la pila de agua fría mirando su todavía dura polla y negando con la cabeza.

Alim entró en el hamman, por suerte no le había roto la nariz al joven. Mohamed no le había dicho nada de porque Youssef se había comportado así. Sabía que algo había pasado, pensó que serían líos de mujeres como solía pasar cada vez que Mohamed tenía una pelea.

-          Que ha pasado hay dentro? – Alim se metió en la pila junto a su subordinado.

-          Nada, está bien? – Youssef ni miraba a su jefe, jugaba distraídamente con la superficie del agua.

-          Si, no le has roto nada, aunque de milagro.

-          No quería hacerle tanto daño.

-          Ese golpe sucio no es propio de ti, y menos entrenando. No pienso admitir ese tipo de actitudes. Cuéntame que te ha pasado o estas despedido.

-          No te preocupes por eso, no es tu asunto. Y no tendrás que despedirme, dimito. – Youssef se levanto y salió del hamman por la puerta de servicio para no tener que atravesar el gimnasio y ver a Mohamed.