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Vestuarios y Baños

en Gays

Antonio estuvo el resto del día muy nervioso. Intentaba evitar a Juan y se pasó la mayor parte del día en la obra haciendo que supervisaba unos trabajos, aunque era incapaz de concentrarse. Al medio día esperó a que Juan se fuera a comer con unos compañeros antes de irse al comedor. Allí comió solo mirándolo de reojo, intentando decidir si le decía algo, sabía que Amine no se traía nada bueno entre manos después de su enfrentamiento en el vestuario. Cuando terminó del comer se cruzó con Amine que llegaba con su hermano al comedor. Lo miró a ver si este le hablaba pero pasó a su lado como si nada. La sensación de desazón que le inundó le hizo decidirse, necesitaba recuperar a su Amo… aunque eso significase algo malo para su amigo.

Esa tarde Juan fue solo al gimnasio después de cenar. Esa hora solía ser a la que iba Lito, aunque desde su último encuentro éste le evitaba todavía con más ahínco. Entró y miró a ver si estaba, por desgracia no lo vio. Por lo que empezó a entrenar, la verdad es que algo bueno estaba sacando de esa pequeña obsesión con Lito. Sus abdominales volvían a notarse y sus brazos estaban más definidos y voluminosos que en mucho tiempo. La falta de sexo le hacía tener que gastar sus energías de otra manera y la verdad es que estaba quedándole un cuerpo de infarto. Incluso algún día se ponía a entrenar sin camiseta como hacían alguno de sus compañeros. Le gustaba exhibirse y ver como otros le miraban con envidia o signos de aprobación. Se puso a hacer press banca siguiendo la rutina que últimamente cumplía a rajatabla.

-          Que tal Juan? – Juan giró su cabeza y vio a Antonio con una camiseta de tirantes y un pantalón corto de runner que realzaba su culito.

-          Hola. – Siguió haciendo su ejercicio sin prestar atención a su compañero de cuarto.

-          No me vas a hablar? – Antonio le sonreía como cuando se conocieron, aunque algo nervioso. Juan dejó la barra y se sentó sobre la banca.

-          Qué coño quieres Antonio. – Dijo visiblemente contrariado.

-          Nada… bueno quería saber si podía entrenar contigo, necesito ganar volumen. – Dijo mientras marcaba bíceps como hacen los niños pequeños.

-          A ver Antonio, llevas dos semanas sin hablarme y ahora vienes con estas. Que jueguecito es este? – Juan se levantó y fue a por unas mancuernas.

-          Venga Juan, por favor perdóname. Sé que he sido un gilipollas… Venga si me perdonas haré lo que quieras.

-          Que no tío… piérdete, no me gustan estas tonterías. – Y siguió haciendo ejercicios de bíceps para calentar antes de coger más peso.

-          Venga porfa… no me iré hasta que me perdones. – Dicho esto Antonio se agarró a su pierna como hacen los niños pequeños cuando se ponen pesados.

-          Pero que coño haces… - Juan lo miraba flipando, mientras algún compañero los señalaba o se reía de la ocurrencia del pequeño y fibrado joven. – Te quieres soltar…- Le decía en bajo mientras agitaba su pierna. La situación resultaba muy cómica.

-          NO. – Decía Antonio que se hacía en enfurruñado. Tras unos segundos de situación subrealista Juan cedió, no podía resistirse a ese risueño adulto con pinta de quinceañero.

-          Venga vale, peros suéltate ya. Nos está mirando todo el mundo.

-          Te has puesto rojo, jajajaja

-          No te jode… estás como una cabra.

-          Pues si, pero me echabas de menos.

-          No voy a decir que no – Sonrió Juan revolviéndole el pelo.

-          Nunca entrenas con gayumbos?

-          Qué?

-          Nada que se notaba tu polla cuando te agarré… por cierto a ver si lavas mas los pantalones… huelen a pollón la de dios jajaja.

-          Serás capullo, baja la voz. No querías entrenar?

-          Si si… venga me callo.

El resto de las dos horas se les pasó volando, parecía que no se hubiesen enfadado nunca. Entrenaron y bromearon sobre lo buenorro que se estaba poniendo Juan y sobre como Antonio sacaba culo para cargar peso. Juan estaba muy contento de recuperar a su amigo, y Antonio también… aunque no sabía que iba a pasar esta noche.

-          Venga tio, vamos pa las duchas que ya estoy molido. Joder, son casi las 12.

-          Ok, vale… Por cierto vamos al vestuario de los jefes que el nuestro está jodido. – Dijo Antonio algo nervioso, esperando que Juan no lo notase.

-          Si?, no sabía nada… si esta mañana estaba bien. Pero no tengo toalla ni nada.

-          Tranquilo, allí tienen… no te preocupes.

-          Pero seguro que podemos usarlo? – Juan estaba reticente, no le apetecía cruzarse con Carlos o Fernando. Bueno, la verdad es que con Carlos no le importaría en absoluto.

-          Si, si… yo lo utilizo de vez en cuando. – Mintió a medias Antonio, había estado muchas veces pero duchándose prácticamente ninguna.

-          Bueno… si tu lo dices, venga vamos.

Se dirigieron al vestuario casi sin hablar, Antonio estaba muy nervioso. Al llegar a la puerta se escuchaban unos gemidos ahogados que pusieron alerta a Juan.

-          Tio, vámonos… creo que hay alguien en el vestuario follando.

-          Lo siento Juan. – Antonio bajo la mirada ante la sorpresa de Juan y se abrió la puerta entrando al mismo.

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Unos minutos antes Lito entraba en el vestuario. Mohamed y Amine se duchaban tranquilamente… bueno Amine algo más nervioso… se duchaba mirando a la puerta mientras su polla se encontraba prácticamente erecta. Lito entró y se quedó observando a esos dos machos, el mayor de espalda, mostrando su ancho cuerpo y donde resaltaba un culo que parecía de roca y unas piernas que muchos desearían tener. El joven a su lado parecía un niño a su lado si no fuera por su enorme polla, lo miraba con vicio empezando a sobarse los huevos.

-          Hombre, por fin llegas… - Al decir esto Amine, Mohamed se giró y apago la ducha.

-          Llegas tarde.

-          A qué viene tanto secretismo… Carlos no me ha dicho nada, solo que me presente aquí. ¿Dónde está el?

-          Eso no importa… te has preparado? - dijo el mayor de los bereber que solía llevar la voz cantante siempre. Se agarraba la polla, que Lito ya conocía bien, a pesar de ser algo más corta que la de Amine su grosor era bestial. Las sesiones con el siempre eran agotadoras y placenteras a partes iguales.

-          Si. – Dijo sabiendo a lo que se refería… para recibir esos enormes rabos sin “sorpresas” le tocaba tener una higiene estricta. Se puso algo rojo, al recibir una pregunta tan directa del magrebí.

-          No seas tímido, ven aquí y desnúdate. – El joven obedeció rápidamente mostrando su trabajado y blanco culo.

-          Pero si se te ve ansioso – Amine dio un golpe al duro miembro del español que gimió, y se excitó más ante la brusca bienvenida.

-          Buuuffff que suerte tiene Carlos, me encanta este culito. – Mohamed dio una fuerte nalgada que dejó su enorme mano marcada.

-          Donde está Carlos?

-          Tu amo se unirá más tarde a la fiesta… ahora ponte a mamar. – El joven obedeció y se trago con ganas la mitad de la morena polla del mayor de los hermanos, que empezaron a besarse con vicio.

-          Pufff… joder lo tiene bien enseñado. Es difícil encontrar putas así cuando estoy de viaje.

-          Deberíamos viajar con nuestros perros siempre… esto de recortar costes no me gusta.

-          No hablemos de trabajo anda… ahora disfruta. – Cogió la cabeza del Lito y empezó a follar con ella el rabaco de Amine que empezó a gemir. Lito aguantaba la tremenda follada como podía.

-          Sigue tú, que yo tengo ganas de culito. – Lito al escuchar esas palabras subió sumisamente el culo, empezó a tener arcadas debido a las posición ya que la polla golpeaba con peor ángulo la garganta.

-          Dios… que culito más blanco, me flipa lo rosita que tiene el ojete. Dios... huele a limpitio. No se como me gusta más… bufff.

-          Te gusta más preñado vicioso jajaja.

-          Serás capullo… pero tienes razón. – Mohamed daba nalgadas, amasaba ese culazo, olía el ojete… empezó a escupir y en el ojete y a meter su dura lengua. – Voy a abrirte un poco que llevas mucho sin recibir este trabuco. – La polla de Mohamed se movía de sola y expulsaba abundante precum de la excitación con la que lubricaba su enorme capullo.

-          Venga hermanito, ábrelo… que lo está deseando. – Amine aguantaba a Lito contra su pubis con todos sus 25 cm metidos en la boca, rojo al no poder respirar.

-          Se te ve muy ansioso hermanito… tranquilo que son casi las 12 jajaja.

-          AGGGGHHHHH… - El pobre Lito recibió la estocada del enorme pollón y su chillido se oyó a pesar de estar casi ahogado con el rabo de Amine el cual retiró unos segundos la presión.

-          Dios… me vais a romper, joder…

-          Calla perro… o no te gusta. – La respuesta de Lito fue tragarse la húmeda polla de Amine, que miró al techo con gusto.

Los dos hermanos empezaron a follar duramente al blanco joven que estaba cubierto ya de marcas enrojecidas de los agarrones y nalgadas que le daban esos machos desbocados. Amine, que estaba atento a la puerta sonrió al ver como se abría. Por ella apareció solo Antonio cabizbajo, aunque lo sintió hablar con alguien al entrar por lo que una sonrisa apareció en su cara.

-          Por fin has llegado? – Antonio se empezó a desnudar ante un ligero gesto de su Amo. – Juan pasa, no seas tímido.

-          Que!!! - Lito miró con sorpresa al más joven de los hermanos que había soltado su cabeza y se había alejado unos centímetros de su mamón.

La puerta se abrió lentamente, Lito se agarraba a los muslos de Amine para no caerse ante las fuertes embestidas de su hermano. Intentaba ahogar los gemidos, pero con ese pollón perforando su culo era imposible. Miraba como la puerta se abría lentamente sin parpadear. No tenía ni idea de que se tramaban esos dos, pero no quería que el chico que le atraía desde el primer día que lo vio lo viese siendo usado como un puta cualquiera.

-          Antonio, que coño pasa aquí? Porque me has traído… aquí. – Juan se quedó de piedra al ver es espectáculo que había ante sus ojos. Los dos árabes lo miraban sonriendo, el mayor de ellos sudaba copiosamente aunque no mostraba gestos de cansancio. Taladraba el culo de Lito que sin ningún esfuerzo aparente tragaba esa enorme polla. Lito lo miraba rojo de vergüenza y gemía cada vez que era penetrado.

-          Bienvenido Juan. – Amine hizo un gesto a Antonio que miro hacia atrás un segundo.

-          Lo siento… tuve que hacerlo. – consiguió musitar, antes de arrodillarse e ir a besar los pies de Amine que le miraba retadoramente.

Juan no sabía que decir, estaba quieto… no entendía nada. Tampoco entendía por qué se había empalmado al ver al chico que le gustaba siendo follado de manera bestial por dos árabes con pollas enormes. De esa especie de sueño erótico de lo más retorcido le sacó un gesto en la cara de Lito que miraba tras él con la cara desencajada. No le dio tiempo a girarse cuando sintió el aliento de un hombre a escasos centimetros.

-          Que tal Juan? Te gusta cómo se follan a mi perro por lo que veo. Me habían dicho que te gusta follar perros ajenos sin pedir permiso.

-          Qué coño… - Juan no tuvo que girarse para reconocer la voz de Carlos que estaba desnudo y manchaba su mano con las babas de su dura polla.

-          No te sorprendas tanto y ven a disfrutar… tu polla lo está deseando. – Carlos agarró la dura polla de Juan y la sacó del pantalón de deporte masajeándola suavemente.

-          Yo no… - Juan no sabía que decir… estaba totalmente descolocado, quería despertar… huir de ese sueño o pesadilla… pero la excitación mandaba sobre él.

-          Venga, no lo niegues… no dejas de soñar en la follada de boca que te dí en tu primera noche. – Juan miró la reacción de Lito que no se sorprendió al oír aquello. – Tranquilo, Lito lo sabe… nos estuvo espiando… Bueno en verdad le quitaste su leche de antes de dormir. Verdad hijo?

-          Que… Lito es tu hijo… - La cara de gilipollas de Juan sorprendió a Carlos que se empezó a descojonar.

-          Jajajaa… no se nota el parecido. - La verdad es que los ojos de ambos machos eran igual del mismo azul casi blanco… aunque la frialdad de la mirada de Carlos contrastaba con la calidez que le trasmitía Lito al mirarlo. – Si, es mi hijo… aunque el no lo supo hasta hace un par de años. Verdad perro… - Carlos caminó hacia su hijo y le cogió del pelo subiéndolo hasta besarlo y soltarle un lapo en la boca que recibió sin rechistar. – Te unes o vas seguir mirando con la polla dura.

-          Estáis enfermos… - Dijo Juan con rabia.

-          No me seas cínico… que se quien te rompió el culo por primera vez. Jajajaja.-  Mohamed miró serio a Carlos que se había ido de la lengua solo por joder y vengarse del tío que había intentado follarse a su perro.

-          Vaya panda de locos. – Juan se giró y se fue hacia la puerta… se guardó la polla que seguía dura pidiendo atención y se dispuso a irse.

-          Gracias a tu hermano.- Juan miró al atractivo cincuentón con verdadero odio y salió rápidamente del vestuario camino a su habitación.

-          Te has pasado… Como se pire no quiero responsabilidades. – Mohamed negaba con la cabeza al ver la actitud de Carlos, pocas veces le había visto actuar de manera impulsiva y sobretodo tan irresponsable incumpliendo órdenes directas.

-          Tu tranquilo no irá a ningún lado, estamos encerrados recuérdalo. Y aquí tenemos a dos perritos muy malos que hay que castigar. – Antonio y Lito se miraron… Lito apenado… Antonio extrañamente feliz y aliviado.

Juan llegó muy alterado a la habitación, esta gente estaba loca no entendía cómo podían ser tan perversos y degenerados. El que no ponía límites al sexo se había visto superado por el ambiente de aquel complejo de sexo sin límites, de amos cabrones y perros muy sumisos, de incesto y violaciones… Lo que se supone que hubiera sido su paraíso de peli porno en la realidad era una pesadilla. Ver al chico del que empezaba a estar enamorado ser sodomizado a lo bestia por un gigantón árabe y descubrir que era el perro de su propio padre era superior a él. Encima la constante sombra de su hermano del que no sabía nada desde hacía años lo tenía descolocado.

De repente su respiración se empezó a descontrolar, su corazón parecía que iba a estallar de lo rápido que latía. Esa sensación de encierro que hasta ahora había logrado evitar y de la que tanto le habían hablado  le estaba invadiendo cada una de sus células. Tenía que salir de allí… si, no había otra opción. Huir. Juan cogió su bolsa de viaje y metió la ropa que tenía en el armario de cualquier manera, así como estaba con la ropa de deporte sudada salió en dirección al garaje. Por suerte el vigilante se había dormido, y pudo coger uno de los todoterreno sin que se enterase. Tuvo que tranquilizarse para pasar los controles con naturalidad. Uno de los vigilantes le extraño que se fuese tan tarde de la instalación y le preguntó con insistencia, pero la excusa de que tenía que tomar un avión a primera hora para ir a unas pruebas de unos equipos coló. Aunque se ponía rojo casi siempre, cuando era necesario sabía mentir muy bien.

Cogió la carretera a toda velocidad e intentó tranquilizarse y poner en blanco la mente… algo que no era tan fácil. Empezó a hablar en voz alta consigo mismo como un loco.

-          Joder Juan… que hago ahora. Qué coño pinta mi hermano en todo esto. – Pegaba golpes al volante e intentaba relajarse y conducir más despacio respirando hondo. La carretera no tenía nada de iluminación y no era nada cómodo conducir por ella de noche sin conocerla.

-          Joder, piensa piensa… Bueno, de momento volver a España y olvidarme de esta panda de locos. Sí, es lo que tengo que hacer. Directo al aeropuerto y tomo el primer vuelo a Madrid o donde sea. Que le den por culo a todos.

-          Y deja de hablar solo que parece que estás loco… - se rió de su propia ocurrencia.

Una vez aclaró las ideas se tranquilizó, puso música y siguió conduciendo… a las 3 horas solo había avanzado 200 km y le quedaban otros tantos. La radio marroquí era una mierda y eran las 3.30 de la madrugada. Un par de cabezazos le anunciaron que era momento de parar y tomarse un café en la siguiente estación de servicio.

Tuvo que esperar unos kilómetros a encontrar una estación abierta, debía ser la única a esas horas en muchos kilómetros ya que estaba llena de camiones y algún que otro coche. Le llamó la atención que uno de los coches era un mercedes de alta gama. Nunca le habían llamado la atención los coches, pero este debía costar un pastón. Entró en la cafetería y solo había unas 5 personas: el camarero, un par de camioneros en la barra, y dos hombres sentados en una mesa. Fue directo a la barra y pidió un café en su francés de andar por casa. Por suerte con “cafeolé”, con un toque patrio era fácil de entender hasta por el más cerrado de los marroquís.

Se puso a mirar a los presentes en el bar. Los de la mesa eran claramente los dueños del Mercedes. Eran dos hombres de traje, ambos corpulentos pero uno con un aire de guardaespaldas que no se lo podía quitar de encima ni vistiéndose de monja, nariz rota de boxeador, un tatuaje que le asomaba por el cuello de la camisa y unos brazos que iba a reventar la americana. El otro hombre tenía buena pinta, un físico prometedor aunque no le veía casi la cara. Debía tener sobre 45 años, aunque una barba canosa y bastante frondosa podría engañarle. El pelo al contrario lo tenía totalmente negro, aunque no parecía teñido. Tenía una espalda ancha y unos pies grandes enfundados en unos zapatos que parecían muy caros. No le importaría que le ese ricachón le pusiese un pisito y le solucionase la vida.

Luego se centró en los camioneros y el camarero. El camarero era el típico marroquí poco cuidado de 55 o 60 años, algo de tripa, mala dentadura y con una pinta de llevar muchos años amargado en aquel bar. El camionero que tenía de espaldas también era un hombre normal, tirando a gordo y que olía algo mal ya a dos metros de distancia. Era más interesante el otro camionero. Tendría 40 años y aunque no era especialmente guapo tenía su punto, cara bruto, barba de varios días y un buen brazo. No podía verle mucho más ya que tenía al otro camionero delante. Después de hacerle el repaso se dio cuenta de que éste se había dado cuenta. Qué manía tenemos los gays de no disimular mientras repasamos a otros machos, como si fuéramos invisibles.

Tras la cagada y ponerse algo rojo, su polla empezó a pensar por él. Iba todavía en pantalón de deporte y sin gayumbos y se le notaba bastante el rabo. Decidió sobársela un poco a ver cómo reaccionaba el camionero que no perdía detalle aunque disimulase. Al ver que se sobaba la polla sonrió, y parece que se colocó la suya, aunque Juan no podía verlo bien. Entonces su calentón acumulado decidió que debía ir al baño a ver si había suerte. Hacer cruising en una cutre estación de servicio de Marruecos… te estás superando Juan, pensó para el mismo.

Se puso a mear con la polla morcillona, la verdad es que tenía bastantes ganas. El meadero era el típico corrido sin separaciones y olia a hostias, si el tío entraba no tendría problemas en ver si tenía buen rabo. No tardó ni 30 segundos en entrar el camionero mirando hacia atrás algo nervioso. Se puso a su lado y sacó un buen rabo de unos 19 cm ya duro y que no descapullaba del todo. Nunca le había gustado las pollas con fimosis y menos la de un camionero que tenia aspecto de llevar varios dias sin duchar. Era muy cerdo con los olores pero tenía sus límites. Así y todo, descartada la mamada que era su primera opción decidió no dejar pasar la oportunidad. Se acercó a él mientras terminaba de mear y le agarró la polla. Estaba muy dura y el tío suspiró, fijo que tenía una buena lefada acumulada en sus huevazos.

-          Buena polla cabrón. – El Juan más cerdo estaba apareciendo y aunque no le apetecía mamar ese rabo le entraron ganas de que le preñase el culazo a lo bestia. Como le estaban haciendo a Lito hace unas horas.

-          No entender… - El moro lo miro, y agarró la cabeza de Juan intentando que bajase a mamar.

-          No, no… de mamar nada. – El camionero puso cara de no entender porque… y Juan le sonrió con vicio. – Tranquilo, que te daré algo mejor.

Juan se separó del tío que lo miro con cara de “me vas a dejar así”… Pero sonrió cuando vió a Juan dirigirse a una cabina de los baños mientras se bajaba el pantalón y dejando al aire su blanco culo. El tío lo siguió y empezó a jugar con su culo de manera muy brusca, se le veía tan excitado como nervioso. Juan no quería ni mirarlo, aquello iba a doler pero lo necesitaba. Se apoyó contra la pared, sacó culo, cerró los ojos y esperó a que lo envistiese a lo bruto. Estaba muy excitado. Sintió los pantalones del tío caer al suelo, como agarraba sus caderas y acomodaba la polla en su ojete… Y PLAFFF… un estruendo lo sacó del trance.

-          Pero qué coño… - Joder que susto le había pegado, al girarse vio al tío en el suelo con los pantalones bajados. El tío de traje le gritaba en árabe, y el pobre camionero se levantó como pudo cogiéndose los pantalones y se piró como alma que lleva el diablo. – Pero tio, quien coño te crees que eres?

-          Que pasa hermanito, ahora te folla el culo el primero que pasa por delante?

Continuará…