miprimita.com

Compartiendo piso con mi sobrino V

en Bisexuales

COMPARTIENDO PISO CON MI SOBRINO V

Los chicos llegaron a la hora con cara de agotados tras mandarles un mensaje avisándoles que ya no había peligro de volver. Yo les esperaba sentado en el sofá en bolas con una botella de agua en la mano intentando volver a ser persona. Ben llegó y se puso a colocar la mesa del salón y a recoger mi ropa. Ya no había que decirle nada, aparte de que he descubierto con el tiempo que es bastante maniático con el orden. Jon se fue directo a la cocina a beber agua. Su cara si que era un poema, debía tener una resaca de cojones pero me pareció raro que no me preguntase que había pasado.

-          Jon, nos pegamos una ducha a ver si revivimos… no se qué coño bebéis ahora, me va a explotar la cabeza. Es como si tuviese un ratón con un martillo pilon reventándome por dentro.

-          Prefiero ducharme solo. – Contestó seco y se fue directo al baño tirando la ropa por el pasillo.

-          Que le pasa a Jon?

Ben me lanzó una mirada cargada de ironía y siguió a lo suyo.

-          Que es que no vas a hablarme tu tampoco?

-          Y que quieres que te diga… - Me contestó cortante y farfullando algo en ingles que no conseguí entender.

-          Mira niñato… tu no me contestas así. He intentado ser agradable con un puto perro como tú, pero si tengo que empezar a tratarte como lo que eres no me va a costar el mínimo esfuerzo. O sea que por tu bien contesta. – Ben me miro con cierto miedo, pero enseguida volvió a ser el chico callado y obediente de la última semana.

-          Jon está preocupado, casi no ha hablado desde que llegó el padre.

-          No ha dicho nada?

-          No, solo decía que vaya cagada, que su vida se iba a la mierda y cosas así. Después salió a hablar por teléfono, pero solo un minuto y cuando volvió casi ya no habló. Kevin se quedó con nosotros un rato, pero los desprecios de Jon hicieron que se fuera en cuanto termino lo que había pedido.

-          Dijo algo Kevin fuera de lugar.

-          No, que va es un tío muy majo. El y yo estábamos de risas recordando lo que había pasado anoche y la huida de Carmen, pero parece que algo le molesto a Jon. Sobretodo cuando me dio su teléfono y me pidió que te lo diese a ti también, Jon fue muy borde. – Ben me acercó un papel con el teléfono de Kevin.

La información que me daba Ben era muy interesante, sobretodo la parte de cómo ha tratado a Kevin. Tendría que hablar con él, no me gustaba que estuviera así conmigo y que estuviera tan preocupado. Sentí a Jon salir del baño e irse a la habitación directamente.

-          Ya he terminado de recoger esto.

-          Muy bien Ben, me alegro. – Se quedó enfrente mirándome como queriendo decir algo pero no se atrevía. – Que pasa Ben, quieres algo?

-          No bueno… es que…

-          Joder Ben arranca, que el que está de resaca soy yo.

-          Perdón… era por si quería que le de un masaje en los pies… o la espalda.

-          Jajaja, que vicioso eres. – Me levanté y sacudí su pelo pelirrojo como si fuera un cachorrillo. – Ahora no, me voy a la ducha. – Ben me miro irme sonriendo, se le veía feliz.

Tras una ducha reparadora con agua fría el ratón que me estaba destrozando la cabeza parecía que se empezaba a cansar de dar martillazos. Todavía mojado me fui a la habitación, creo que debería hablar con Jon y mejor cuanto antes.

-          No has abierto ni la ventana, aquí huele a tigre chaval. – Abrí la ventana y baje la persiana para que entrase menos luz. Jon seguía ignorándome espatarrado en la cama. – No vas a dejarme un hueco?

Jon se echó a un lado de mala gana haciéndose bola dándome la espalda. Yo me tumbé de lado mirándolo, me encantaba su olor tan particular aunque estuviera recién duchado.

-          No me vas a hablar? – Ben gruño sin dar una respuesta concreta. Decidí atacarle con cosquillas como hacía cuando era pequeño y se enfadaba conmigo.

-          Para… tío… para te digo. – Jon se revolvía riéndose. Al final termine encima de él con nuestras caras a pocos centímetros. Tras unos segundos en los que nos miramos a los ojos mi sobrino me apartó cabreado. – Quieres parar… ya no tengo 10 años.

-          Pues hablemos.

-          Que quieres hablar?

-          No se… tu eres el que está cabreado. Es por culpa mía, he hecho algo?

-          Pues si, venir a joderme la vida.

-          Yo, que he hecho?

-          No te hagas el tonto tío. Lo manipulas todo y jodes todo lo que hay alrededor.

-          Y que he jodido ahora?

-          Te parece poco lo que ha pasado en dos días. Hace una semana yo llevaba una vida tranquila y ahora mi novia y mi padre piensan que soy marica.

-          Y como sabes eso? No has hablado con tu padre.

-          Pero Naia sí. – Ya empezaba a cuadrarme su enfado.

-          Y eres marica?

-          Claro que no. – Contestó muy cabreado.

-          Entonces porque te preocupa lo que diga esa niñata.

-          Porque se lo dirá a todo el mundo… y yo la quería, estaba muy bien con ella.

-          No creo que la quisieses… ayer cuando nos pilló en el baño pajeándonos te la sudó.

-          Pensé que se podría arreglar, pero después de lo de esta mañana… y como me grito marica por teléfono y me colgó. Me odia.

-          Bueno Jon, hay gente que no entiende nuestra forma de ver la vida y el sexo.

-          Nuestra forma? Dirás tu forma… eres tu el que se empeñó en follarnos a una tía juntos.

-          Creo que no lo pasaste nada mal.

-          Estaba borracho.

-          Y que tiene que ver eso para que lo pasases bien. – Jon se quedó pensativo mirando al techo. – Que es lo que te pasa Jon?

-          No se…

-          Te preocupa que tienes nuevos deseos?

-          A que te refieres… a las pajas que nos hacemos? – Jon se ponía a la defensiva.

-          No Jon.

-          Por pegarte un morreo no soy maricón.

-          No me refiero a eso. Vi como mirabas el culo de Ben.

-          Que tonterías dices… Jon me volvió a darme la espalda. – Yo me acerqué a él.

-          Jon, a mi puedes contármelo… yo te entiendo perfectamente, no solo nos parecemos en el físico. – Cuando pensé que ya no iba a contestar empezó a hablar.

-          Ayer le hubiese destrozado el culo a Ben. No se que me pasó, pero cuando se puso a comer el culo de esa zorra y lo vi, no podía mirar otra cosa. Quería hacerlo mío… encima el puto sudaca todo el rato cogiéndole la mano para que le toque el pollón.

-          Y que más te da que Kevin haga lo que quiera con Ben.

-          Es mi colega, y no es marica, no quiero que se aprovechen de el.

-          No creo que sea eso.

-          A que te refieres.

-          A que quieres a Ben para ti.

-          Ya te he dicho que no somos maricones ninguno de los dos.

-          Que pesado estas con las putas etiquetas. Si la gente no se pusiese etiquetas y dejase de pensar en lo que dicen los demás serían mucho más feliz. Tienes que ser como quieres ser y enseñar a Ben lo que es.

-          Y que es lo que somos…

-          Ya lo sabes perfectamente, pero lleváis tiempo evitándolo. Yo solo he abierto un poco la puerta. Ahora sois vosotros los que tenéis que seguir solos ese camino. – Jon se quedó pensativo.

-          Te vas a ir?

-          Solo si tú me lo pides. – Jon se giró y me miro a los ojos.

-          No tío, no quiero que te vayas. Me dolió mucho cuando te fuiste hace diez años.

-          Lo siento sobrino, no tuve más remedio.

-          Que fue lo que pasó? Que hiciste a mis padres?

-          Solo hice lo que era necesario para salvar a la familia, pero eso trajo consecuencias.

-          A que te refieres.

-          Eso ya te lo contaré en otro momento. Vamos a dormir un poco que esta resaca nos va a matar. – Le di un tierno beso en sus carnosos labios y Jon se abrazó a mi muy fuerte, entrelazando nuestras piernas como queriendo que fuéramos uno.

Los siguientes días fueron bastante normales después de lo movida que habían sido los primeros días en el piso de mi sobrino. El que más contento estaba sin lugar a dudas era Ben, había pasado a ser un perfecto esclavo domestico. Limpiaba la casa, ponía la colada, planchaba y se estaba esforzando en cocinar cada día mejor estudiando nuevos platos por internet que después Jon y yo devorábamos. Jon lo estaba animando para que empezase un curso de cocina y se dedique a ello. Incluso le dejaba o mejor dicho le ordenaba hacer la cena los días que estaba cansado o había partido de futbol.

La relación entre Jon y Ben iba avanzando lentamente, yo como le dije me eché a un lado también propiciado porque Ben aprendía solo, lo llevaba en la sangre con lo que no tenía que corregirle prácticamente. Solo le corregía por tonterías, o le hacía quedarse en bolas cuando estábamos solos para que Jon se celase. Mi última aportación fue un paquetito que le dejé en la cama y que estrenaría esa misma tarde.

Yo y Jon habíamos quedado para ir a correr aquella tarde. Siempre íbamos a un parque que tenía una zona preparada para hacer algún ejercicio de musculación. Jon me llevó todo el tiempo con la lengua fuera, el cabrón estaba en forma, se notaba que salía a correr casi a diario. Cuando llegamos al parque se puso a hacer dominadas como un loco mientras yo recuperaba el aliento.

-          Se puede saber que te pasa? Quieres matar a tu tío de un infarto? – Dije todavía sin poder hilar dos frases seguidas.

-          Nada.

-          Venga Jon, no empecemos… otra vez estas cabreado conmigo.

-          No… no es por ti. Hoy he visto a Naia montando el espectáculo con capitán del equipo de rugby.

-          Todavía tienes a esa niñata en la cabeza?

-          Como para quitármela. La muy zorra está vengándose de mí pero bien. Le ha dicho a las cotillas de las amigas lo del baño y que somos maricas. Y ahora casi follando en medio de la cafetería de la uni. No veas como me miraba cuando entré. Al final me piré sin tomarme el café.

-          Todavía estas rallado con que lo de que eres marica. – El único tío del parque que hacía abdominales se giro al escuchar eso a pesar de llevar los cascos puestos.

-          Que no soy marica, joder. – Dijo alzando la voz y mirando de reojo al privilegiado espectador.

-          Yo lo tengo claro, el que parece no tenerlo tan claro eres tú. – Jon se descolgó de la barra y bajo a mi lado para poder hablar más bajo.

-          Y porque tengo ganas de reventarle el culo a Ben cada vez que anda en bolas por casa.

-          Porque eres un macho dominante y el es un sumiso. Os atraéis… es natural.

-          Que gilipollez es esa… tu has follado con tíos?

-          Sí, me he follado a un tío… muchas veces. Y no creo que eso me haga marica.

-          Joder… y como lo llamas tú.

-          No me gusta poner etiquetas, ya lo sabes. Surgió y no me arrepiento, igual que no me arrepiento de pasarlo bien con mi sobrino o de follarme a una zorra con otros tres colegas.

-          No se… para mí es muy raro.

-          Ya lo iras entendiendo.

-          No me creo eso de los machos dominantes… eso es una tontería para las pelis porno.

-          Pues deberías, porque lo eres y yo también lo soy… te lo voy a demostrar para que lo entiendas.

Yo había visto bajar el volumen del móvil a nuestro espectador y la polla que había crecido sustancialmente me hacía ver que aquel tío que acababa de pasar la treintena estaba interesado en más cosas que la conversación.

-          Voy a mear.

Miré al tío e hice un ligero gesto con la cabeza y me dirigí detrás de unos setos que aunque no tapaban del todo disimulaban bastante. El tío apareció justo cuando un chorro potente de meo salía de mi polla contra la tierra haciendo ese característico sonido. El tío se puso a mi lado sin decir nada y se puso a mear aunque con muchas menos ganas. Terminamos de mear casi a la vez, yo seguí con los huevos y la polla fuera de cuyo pellejo goteaban las últimas gotas de meo. Me quité la camiseta mostrando mi velludo pecho sudado y los oblicuos que enmarcaban mi tremendo pollón ahora relajado. Mi acompañante de meada por fin se atrevió a mirarme, se le veía nervioso.

-          Me ayudas a sacudirla – Dije mientras me secaba los sobacos y el pecho con la camiseta. El sonrió y cogió mi rabo que empezó a crecer enseguida.

-          No me extraña que necesites ayuda. – Dijo sopesando mis huevazos y luego descapullando mi rabo. – Joder… que pollón.

-          Arrodíllate.

-          Solo busco unas pajas tío. – Decía mientras se quitaba la camiseta empapada de sudor dejando su cuerpo a la vista.

La verdad es que había tenido suerte porque estaba tremendo, se le veía totalmente fibrado, era bajito poco más de 1,70 pero muy guapo y masculino.

-          También puedes pajear de rodillas. – Dije mientras apoyaba mi mano en su hombro haciendo una ligera fuerza. No fue necesario insistir mucho y ya estaba de rodillas mirando de cerca mi pollón. – te gusta?

-          Si joder…

-          Cierra los ojos y huélela. – El tío cerró los ojos y pegó su nariz a mi capullo haciendo que la gota de precum mojase la parte superior de su labio. – A que huele?

-          A meo, a sudor… a macho. – El tío se meneaba su rabo como un mono mientras inhalaba profundamente el perfume de mi rabo.

-          Deja de pajearte. – Dijo Jon. El tío abrió los ojos asustado, se había olvidado de mi sobrino, que sin camiseta estaba a mi lado con el rabo tieso y babeando como siempre. Este chaval tenía un grifo en esa gorda polla. – Y la mía a que huele? – Con cara de vicio cogió el rabo de Jon e hizo lo mismo, pero esta vez manchándose la boca debido al hijo de precum que colgaba de su capullo.

-          Huele más fuerte verdad?

-          Si tío… joder que olor. A macho cabrón huele… pufff.

-          Tu crees que mi sobrino es un macho cabrón. – Cogí la barbilla del tío y con mi pulgar junté el precum de mi sobrino y se lo lleve a la boca. El tio la abrió y chupó con ansia.

-          He dicho que no te pajees. – Mi sobrino le dio una patada en el rabo y la mano, del tío que obedeció y agarró nuestras pollas.

-          Nunca te has comido una polla verdad? – Nuestro nuevo amigo solo negó mientras seguía chupando mi pulgar. – Y hoy te vas a comer dos pollones. – Al tenerlo cogido de la barbilla le hice asentir y el solo sonrió mirándome a la cara.

El treintañero empezó a pajearnos y lamer el precum de nuestras pollas. Se metía el capullo y aspiraba fuerte llegando a molestar un poco  pero le dejé hacer. Se le notaba su inexperiencia pero le ponía ganas. Jon me miró, se acerco y empezamos a comernos la boca como si no hubiese un mañana. Mientras el mamón hacia lo que podía superado por el tamaño de nuestros rabos, le escuche tener un par de arcadas al intentar abarcar más de lo que podía. Nosotros excitados por la situación y por nuestro primer morreo de verdad no tardamos muchos en soltar nuestro lefazo. Mi sobrino fue el primero y yo apropiándome de mi rabo en pocas pero fuertes sacudidas regué la cara del tío que estaba amorrado al capullo de mi sobrino tragando todo lo que podía. Nosotros ahogábamos nuestros gemidos juntando nuestras bocas. La cara de nuestro colega era un poema, el lado derecho lleno de lefa y un chorro cayendo por la comisura de los labios.

-          Joder como te hemos dejado. – Jon y yo nos reímos mientras el recogía lefa y la relamía. – Deja que te ayude. – Con mi pulgar le acercaba mi lefa hasta su golosa boca.

-          Puedo pajearme? - preguntó a Jon con cara de suplica.

-          No.

-          Joder tío. Ok, ok… - Jon no tuvo que repetir su negativa con la mirada que le echó. -Joder, que tarde es? Me tengo que ir. – El tio se levantó y se limpió la cara de los pocos restos de lefa que no se había comido.

-          No ha dado ni las gracias el cabrón.

-          Ya te digo con el banquete que se ha dado. – Los dos nos reímos de la ocurrencia y la situación.

-          Para decir que no crees en los machos dominantes, eres bien cabrón cuando estas cachondo.

-          Ya, no se… me dejo llevar y me pone muy cerdo putearles un poco.

-          No te avergüences sobrino… ya te dije que lo llevas en los genes. Anda guárdate el pollón y vamos para casa… pero más despacio.

-          No se si entrará en la malla… - Jon seguía con la polla dura a pesar de haber soltado un litro de lefa.

-          Joder Jon, lo tuyo no es normal.

Nos fuimos riendo mientras trotábamos hacia la salida del parque. En el semáforo estaba nuestro amigo dando un beso a una bonita mujer con un carricoche. Nos paramos justo al lado de ellos esperando que el muñequito cambiase de color.

-          A que te sabe la boca… otra vez andas tomando esos geles… saben muy amargos. – El tío se puso rojo como un tomate.

-          Si, son unos que he comprado nuevos.

-          Se los hemos dado nosotros para que probase. Yo me dedico a vender esas cosas a gente que hace running. – Dijo Jon con toda su cara. Aprendía rápido este cabrón. – Pero a ti te han gustado aunque esten un poco amargos, verdad?

-          Si… no están mal.

-          Dan mucha energía, si quieres más te puedo los conseguir a muy buen precio.

-          No, no hace falta… ya tengo en casa. – Dijo muy nervioso el joven.

-          Cariño, no seas tonto. Mira a ver si te gustan, los que compras ahora son carísimos. Estos dices que son mejores? – Preguntó la ingenua mujer.

-          Si, son la caña. Encima creo que te han gustado mucho, verdad?

-          Si, bueno… estaban bien… más que bien. – Dijo ya mas relajado el padre de familia.

-          Pues no se hable más, te doy mi móvil y cuando quieras vienes a por más.

-          Ok, por supuesto. – Apunto el número de Jon y nos fuimos corriendo mientras ellos cruzaban la calle.

-          Joder Jon, aprendes pronto.

-          Tengo el mejor maestro. Ahora me tendrás que contar como sabias que ese hetero con familia estaba deseando comerte el pollón.

-          Eso en la siguiente clase, jajaja.

Cuando llegamos a casa Ben estaba cocinando con el suspensorio que le había comprado. Era negro lo que resaltaba su fantástico culo tan blanco. Jon al verlo se quedó en la puerta de la cocina admirando a su colega mientras se quitaba la camiseta empapada y la tiraba al suelo. Desde hace días el desorden de Jon ya no se limitaba a su habitación, pero Ben ya se encargaba de recoger todo.

-          Me voy directo a  la ducha, te vienes? - dije ya en bolas en el pasillo rodeado de mi ropa sudada y mis zapas que atufaban a kilómetros y que ahora Ben guardaba en su habitación.  

-          No, me ducho después, voy a ayudar a Ben con la cena. – Ben sonrió y siguió a la suyo mientras Jon se ponía detrás de el muy pegado y cogía una cuchara probando la salsa que estaba preparando para la carne.

Yo me fui a la ducha que alargue un poco recordando el momento del parque y dejando tiempo a los jóvenes para que sigan conociéndose. Salí en bolas como siempre, no me gustaba secarme con la toalla, y fui a la cocina a por una cerveza. Jon y Ben seguían en la misma posición hablando tranquilamente.

-          Que rico huele?

-          A que si tío… Ben tienes que mirar lo de los cursos de cocina. En serio.

-          No digas tonterías, a mi me gusta cocinar para vosotros. Venga dúchate que la cena casi esta.

-          Ok. – Jon me siguió al salón y empezó a desatarse las zapas. – Yo le hice un gesto y lo entendió perfectamente. – Ben, puedes venir a ayudarme con las zapatillas de deporte.

-          Claro.

Ben llegó al salón en dos segundo y mi sobrino estiró las piernas. Ben le quitó la zapatilla casi con admiración y luego el calcetín totalmente empapado y sucio de varios usos. Se contuvo y no los olió, supongo que esa noche tendría entretenimiento ya que guardo los calcetines dentro de la zapatilla. Repitió la operación con el otro pie. Jon estaba con un empalme bestial, levanto el culo lo suficiente para sacarse los pantalones y su pollón revotó contra su ombligo. Se levantó sin decir nada casi dando un pollazo en la cara de Ben que estaba embobado mirándole, y se fue a la ducha.

Jon salió desnudo y mojado como solía hacer yo, y permaneció desnudo lo que no resultaba normal excepto para dormir. Y se sentó a la mesa del comedor.

-          Ben tengo mucha hambre, ya está la cena.

-          Si claro, sentaros que lo llevo.

Ben fue colocando los cubiertos enseñándonos aquel maravilloso culo. Jon y yo estábamos sentados uno en frente del otro el con el pollón totalmente duro y yo con el bastante morcillón. Viendo la cara de mi sobrino y la dureza de su polla algo más iba a pasar. La cena tenía una pinta fantástica, carne asada y puré de patata, aderezado por una fantástica salsa de higos y ciruelas pasas.

-      La salsa ha reducido demasiado pero creo que para vosotros dos hay.

-      No te preocupes Ben, está riquísimo, repártela entre los tres.

-      No, se que te ha gustado mucho. A mi no me importa, me lo como sin salsa. – Ben repartió la salsa entre los dos y se sirvió su plato sin salsa.

-      Ben no puede ser… Yo te puedo dar de mi salsa.

-      No hace falta… de verdad.

-      Me refiero a mi salsa…

Jon se levantó y empezó a pajearse su pollón que estaba muy duro y babeaba lefa. Se puso al lado de Ben apuntando al plato al cual le caía el hilo de precum característico en mi sobrino. Yo hubiese participado encantado pero solo presencie la escena totalmente empalmado acariciando mi rabo. Jon se hizo una paja rápida, no debía querer que la cena se enfriase y soltó una abundante lefada en el plato de Ben, cuya carne quedó totalmente cubierta de espesa y blanca “salsa”. Cogió lo que quedaba en su capullo con los dedos y se los acercó a Ben que abrió la boca mirándole a la cara y los limpio.

-          Está buena? – Ben solo asintió mientras relamía los dedos que Jon a retiraba de su boca.

Jon se sentó y la cena transcurrió como si tal cosa. Ben hablaba tan tranquilo mientras devoraba la carne llena de lefa. El momento en que rebaño lo que quedaba de lefa de Jon con pan y se lo comió mirándolo directamente me pareció morbo puro.

Jon para mi sorpresa después de una breve sobremesa decidió irse a dormir.

-          Tío no te vienes, contigo duermo mejor y estoy muy cansado.

-          Claro. – Contesté algo extrañado, mientras Ben nos miraba con pena y se iba a la habitación con las zapatillas de deporte de Jon.

Ya en la habitación y con Jon apoyado en mi pecho no pude aguantarme a preguntar.

-          A que juegas Jon, yo le hubiese reventado el culito… lo está deseando. Mira como estoy yo. – Mi polla llevaba mirando al techo desde la escena de la salsa.

-          No lo desea lo bastante.

-          Como que no, se muere por que lo hagas tuyo.

-          No lo creo, ni me ha tocado la polla y a Kevin bien que se la tocaba.

-          Estas celoso de Kevin?

-          Sabes que ahora entrena en vuestro gym?

-          Si, pero puedes estar tranquilo. Se lo ordené yo, y ya le dejé claro que Ben es tuyo.

-          En serio?

-          Si. – Ben se levanto y me dio un tierno beso.

-          Muchas gracias.

-          Pero ya puedes darte prisa porque con ese culito pidiendo guerra no se lo que aguantaré… encima yo tengo la “salsera” llena.

-          Ya veo… habrá que tomar esa salsa antes de que se pique.

-          Pues ya sabes.

Jon se puso a pajearme mientras nos morreábamos y después de vaciarme compartimos mi lefa y dormimos bien juntos y relajados los dos.

A la semana siguiente Ben volvía del mercado al que iba casi a diario. Yo me encontraba en el gym y Jon en la universidad. Se sorprendió al ver a mi hermano esperando en el portal.

-          Hola Sr. Ocaña, que tal?

-          Bien, estaba esperando a Jon.

-          Creo que vendrá a comer de la Uni, pero todavía tardará una hora y media. – Contestó Ben mientras abría la puerta del portal.

-          No importa puedo esperarle, no te molesta verdad?

-          No, claro que no.

Llegaron a la casa y Ben se puso a colocar las cosas de la compra y preparar lo que tenía que cocinar. Iñaki lo miraba desde la puerta de la cocina muy serio.

-          Ahora eres el cocinero de la casa?

-          Si, últimamente cocino yo. Se me da bastante bien. – Contesto el risueño irlandés.

-          Y no te pones el uniforme de zorra? – La cara de Iñaki había cambiado y Ben lo miro asustado.

-          A que se refiere? – Ben sabía perfectamente que se refería al suspensorio con el que últimamente hacia las labores del hogar.

-          Al suspensorio de zorra que llevas. No tenéis ni la vergüenza de correr las cortinas para que no os vean los vecinos. – Dijo mientras hacía lo propio.

-          No se de que habla de verdad.

-          No me trates de gilipollas, reconozco a las putas como tú a kilómetros. – Iñaki cogió fuerte del cuello y lo empujó contra la encimera.

-          Que hace, suélteme, me hace daño. – El pequeño irlandés se revolvía, pero Iñaki era mucho más fuerte.

-          No chilles y no te muevas. – Dijo cogiendo el cuchillo y amenazando al joven pelirrojo.

-          Pero que hace… - Ben empezó a llorar.

-          Que te calles joder!!! Hoy no llevas el uniforme, pues te haré uno nuevo para que vean todos lo zorra que eres. – Con el cuchillo rajó su pantalón y calzoncillo dejando el blanco culo a la vista. Iñaki empezó a sobarlo. – Ya veo porque Ángel te quiere de puta, te folla mucho este culito?

-          No… que dice…

-          Putos mentirosos y el diciendo que no se había follado a nadie más. Nunca fue de fiar.

-          De verdad, no me ha tocado…

-          Cállate mentiroso. Ahora te follaré yo por puta.

Iñaki se sacó el gordo rabo, para lo que tuvo que soltar el cuchillo. Ben pensó en Jon, no podía dejar que otro le rompiese el culo por primera vez. El instinto de defender lo que era de Jon le hizo reaccionar, le dio un codazo en las costillas al padre de Jon y cogió el cuchillo. El padre al verlo se asustó y se separó.

-          Aléjate de mi!!! – Ben seguía llorando, pero cogía el cuchillo con rabia.

-          Tranquilo Ben, baja el cuchillo.

-          Nooo, lárguese o se lo clavo.

-          De acuerdo, tranquilo. Ya me voy. – Iñaki más tranquilo se guardó el rabo y se dispuso a irse. No antes sin soltar la última amenaza. – O te alejas de Ángel o la próxima vez te violaré con ese cuchillo.

Ben no se relajó hasta sentir la puerta de la casa cerrarse. Sin fuerzas fue cayendo al suelo y se hizo una bola, aunque no soltó el cuchillo.

Jon llegó a la hora contento, últimamente estaba de muy buen humor a pesar de lo que se hablaba de el en la universidad. Entró en casa y soltó la mochila en el sofá.

-          Ben,  ya estoy aquí. Que tenemos hoy para comer? – Al entrar en la cocina se encontró a Ben con la ropa destrozada y llorando mientras cocinaba. – Que ha pasado Ben?

-          Nada… - Dijo el irlandés sorbiéndose los mocos.

-          Como que nada, Ben, que ha pasado? – Jon extendió sus brazos y el irlandés se abrazó llorando como un niño.

Estuvieron un rato así, Jon lo envolvía con sus grandes brazos y le daba tiernos besos en la cabeza. Cuando Ben se tranquilizó le conto lo sucedido, ante el asombro de Ben.

-          Y estás seguro que te dijo que no te acercases a mi tío.

-          Si, dijo Ángel, y dijo que era un mentiroso que me estaba follando.

-          Bueno, tu tranquilízate yo me encargo de esto. Tendrán que contarme la verdad de una vez.

-          No me ha dado tiempo a hacer la comida. – Ben volvió a romper a llorar.

-          Que más da la comida. Vamos a la cama, necesitas descansar.

Jon lo desnudo como si fuera un niño pequeño y hizo lo propio quedándose en gayumbos, se tumbaron abrazados y Ben al fin se tranquilizó y se durmió.

Al rato llegué yo del gimnasio. Jon se levantó cuidadosamente y tapó a Ben con una manta. Yo estaba en la cocina revolviendo entre los cacharros en los que había comida a medio preparar.

-          Porque no está la comida echa? – Dije al ver entrar a mi sobrino en gayumbos a la cocina.

-          Shhhh, habla bajo Ben está durmiendo.

-          Está enfermo?

-          No – Contestó seco mientras retomaba las labores de cocina a medio terminar.

Jon me relató lo que le había contado el pobre Ben. No pensé que las cosas se iban a descontrolar tanto. Mi hermano era celoso, pero llevaba 10 años sin saber de el. E intentar violar a Ben, esto ya era demasiado.

-          Joder, no pensé que fuera capaz de eso.

-          De eso… Mi padre casi viola a mí… a Ben. – Dijo Jon muy serio. – Si no fuera mi padre ese tío ya estaría muerto, pero no puedo darle una paliza a mi padre aunque sea lo que más me apetece del mundo.

-          Tranquilo Jon. Yo me encargaré- Dije serio.

-          No, nos encargaremos, no me voy a quedar fuera de esto. Y lo primero que vas a hacer es contarme porque te fuiste hace 10 años sin decir nada.

-          Todo esto empezó antes de que tú nacieses Jon. De verdad quieres saber toda la verdad de la familia?

-          Si.

-          Puede tener consecuencias graves.

-          Me da igual, prefiero saber toda la verdad aunque sea duro.

Esa noche en la cama empecé a contarle a Jon la historia de nuestra familia.