miprimita.com

Compartiendo piso con mi sobrino X

en Bisexuales

 

Nota: Sigo publicando en la categoría de bisexuales para no marear a quienes sigan la saga, aunque la temática es practicamente gay actualmente. Espero que os guste.

 

COMPARTIENDO PISO CON MI SOBRINO X

Iñaki saltaba en mi polla con rabia, queriendo atravesarse el culo. Los dos estábamos empapados de sudor. Habían pasado diez años, y tenía algo de barriga, pero para mí seguía siendo igual de atractivo. Lo agarraba de la cintura y le daba golpes secos con mi cadera que le rompían el ritmo y le destrozaban su maltrecho culo.

-          Te he roto el culo, perro. – Dije jadeando después de ver su cara de dolor.

-          Lo sé… - Jadeaba Iñaki. – Me da igual, fóllame más duro.

-          Eres tan puta como decía Rubén. – Lo tiré a un lado, y cogiéndolo del cuello le apreté la cabeza contra el sofá, dejando su culo peludo elevado. Subí de cuclillas al sofá y le enchufe mi polla. Su ojete sangraba, pero nada grave.

-          Dios… como echaba esto de menos… me vas a romper… si, sigue por favor.

-          No me creo que lleves 10 años sin catar un rabo.

-          Es verdad, le lo juro. Tú eres mi amo.

-          Las cosas van a cambiar…

-          Haré lo que digas… quiero esto… quiero ser tu perro.

-          Lo serás… siempre lo has sido.

Lo tiré al suelo, con rabia. Lo puse a cuatro patas y la clavé muy profundo.

-          Fóllame, por favor… fóllame. – Yo no me movía, mi intención era otra. Sus ruegos pararon al sentir el cálido líquido saliendo de mi polla sin parar. – Dios… me estas meando…

-          Con lo cerrado que tienes el culo no se va a salir nada… te voy a llenar entero, perro.

Efectivamente el meo se quedó dentro, rellenando sus tripas, Iñaki jadeaba, gritando que se iba a correr. Se corrió sin tocarse, cayendo de cara contra el suelo, su culo tenía espasmos que aproveche para darme placer. Empecé a bombear con dureza, haciendo que Iñaki gritase de dolor, le di así durante más de diez minutos, llenándonos de meos los dos, y poniendo perdida la alfombra del salón. Me corrí bufando, como hacen los machos y caí desplomado sobre mi hermano. Los dos jadeamos, oliendo a meo, a sudor y a lefa. Cuando caí a un lado, buscando la frescura del suelo, Iñaki empezó a lamerme y olerme. Empezó por los sobacos, y no iba a parar hasta dejarme lleno de saliva. Lo conocía muy bien.

-          Llevo dos días sin ducharme.

-          Mejor. Es lo que más echaba de menos, tu olor. Lo reconocería en cualquier sitio. – Yo me dejaba hacer, mirándolo, seguía tan hermoso como siempre. Se le había quitado la tristeza y el cansancio de la mirada. Parecía que volvíamos a tener 20 años los dos, como cuando follábamos sin límites en el caserío.

-          Iñaki, sabes lo que esto significa.

-          Si. Jon ya lo sabe todo, y quiere que seamos felices. Yo solo puedo ser feliz a tu lado. Además, tú ya no estás con tu mujer.

-          Y tú qué vas a hacer con la tuya.

-          Nuestro matrimonio ya se acabó hace mucho. Cuando tú la rechazaste volvió a casa, pero por miedo a estar sola, y sobretodo por Jon. Hemos mantenido las formas mientras Jon vivía en casa. Pero hace un año que tiene una relación con su jefe, en breve firmaremos los papeles del divorcio.

Me asombraba con la naturalidad con que contaba su separación, mientras lamía hasta la última gota de sudor de mi cuerpo. Supongo que su matrimonio nunca tuvo importancia para él, era un requisito para estar conmigo. Y cuando me echó de su vida, todo perdió el sentido.

-          Jon no lo sabe?

-          Supongo que lo sospecha. Ya ves que no tiene ni un pelo de tonto. El último año empezó a venir de visita sin avisar, algo que nunca hacía. Y su madre casi nunca estaba. Por más excusas que ponía, la situación no era sostenible.

-          No creo que tu mujer encaje en nuestro modo de vida. – Me miró con cara de placer, casi sin escuchar lo que decía con mi polla morcillona en la boca, relamiendo la lefa y los meos que la manchaban. Los dos nos empezamos a reír, como cuando éramos jóvenes. – Anda vamos a la ducha, que el suelo está muy duro y estoy chapoteando en meos.

-          Ni de coña, vete así a la cama, no quiero que pierdas ese olor. Yo voy a hora.

Lo vi levantarse e ir hacia la cocina. Seguía teniendo las piernas fuertes y peludas que tanta carrera por el monte habían forjado. Su culo era perfecto, carnoso, duro, peludo… ni Jon tenía un culo así. La lefa y algo de sangre se mezclaban con su vello empapado de sudor y meos. Lo miré un rato, como preparaba comida para recuperar energía.

-          Te quieres levantar y dejar de mirarme como un tonto. – Bromeó. Volvía a estar feliz. Como podía el sexo ser una solución tan sencilla a veces. Nos entendíamos follando, la entrega que nos teníamos el uno al otro no tenía mejor forma de expresión que la carnal. Me dirigí a la habitación que compartía con Jon.

-          Donde vas? Vete a nuestro cuarto.

-          Pero ahora duermo con Jon en la habitación de nuestros padres.

-          Me da igual, quiero que me follas donde me diste tanto placer, tantas veces. – Lo miré con vicio y entre en la ordenada habitación de Ben. Tampoco creo que le importase que le llenásemos el colchón de olor a sexo, meos y sudor.

Esa noche no dormimos casi. Follamos horas, el culo de Iñaki quedó muy dolorido, pero el aguantaba eso y mucho más. Que se lo pregunten a Rubén. No tuve compasión con él, como me había pedido el tío Juan hace años. También hubo tiempo para descansar y sentir el amor que nos teníamos, sentir nuestra respiración, mirarnos largos ratos sin hablar. Habíamos perdido tanto tiempo.

-          Buenos días tortolitos. – Me hizo gracia, que Jon usase la misma palabra que Rubén para llamar a Juan e Iñaki.

Nos desperezamos sonrientes, mi polla estaba dura en el culo de mi hermano, seguro que se la había clavado en cuanto noto la dureza durante mi sueño, como había hecho tantas noches. Al sacarla, Iñaki se quejó. Le dio vergüenza que su hijo lo viese así.

-          Veo que ya volvéis a hablaros… o al menos a follaros. – Dijo Jon sonriente. - Y por el grito que pegaste cuando te clavó ese pollón, tienes que tener el culo roto, papá.

-          Estabas escuchando? – Jon solo levantó las cejas de manera divertida.

-          Jon… esto me supera. Yo no puedo… necesito tiempo… - Dijo Iñaki levantándose como un rayo de la cama e intentando taparse su rabo morcillón con las mano. Jon lo cogió del cuello, pero con menos fuerza que el día anterior.

-          Mira papá, ayer te lanzaste a por mí rabo como un naufrago sediento. Llevas desde que tengo 15 años deseándolo. No me vengas con gilipolleces ahora. – El Jon cabrón había vuelto a tomar el control. - A partir de ahora haremos las cosas a mi manera, no voy a dejar que los celos de nuestros perros nos jodan una vida de felicidad. He aprendido de los errores de Juan, Rubén y Ángel. Y yo no voy a cometerlos.

-          Pero Jon, soy tu padre…

-          Y lo seguirás siendo, pero cuando mi polla tome el control, o la de cualquiera de los machos Ocaña tú serás nuestro perro. Lo entiendes? – Iñaki asintió, intimidado por la seguridad con la que hablaba su hijo. – Tío, ponle esto. Vamos a darles la primera lección a estos perros celosos.

Ben entró desnudo en la habitación portando unas barras de hierro con una especie de muñequeras. Venía cabizbajo, con el labio algo hinchado. Algo había pasado para que Jon se cabrease tanto como para pegarle. Ben se arrodilló, y Jon le ató los tobillos y las muñecas a la barra de hierro. Ben se quedó de rodillas inmovilizado. Le hice un gesto a Iñaki y obedeció, con la misma cara de incertidumbre que yo. Jon nos miraba divertido. Se desnudó dejando al aire un rabo muy duro que babeaba. Algo tenía pensado que le ponía muy cachondo, me fijé que Ben también se empalmó a pesar de estar atado.

Cuando estuvieron los dos atados, Jon cogió a Ben con un brazo como un saco de patatas. A mí me iba a costar llevar así a mi hermano. Cogí a Iñaki como pude y seguí a Jon por el pasillo camino del salón.

-          Jon, no sé que clase de juego estás pensando, pero  tengo que hablar contigo y darme una ducha. Llevo días sin ducharme…

-          Lo de la ducha ni de coña. – Me sorprendí al ver que las palabras las decía una mole de casi dos metros. Aquel armario empotrado, castaño con la barba pelirroja y peluda iba desnudo con un suspensorio, que tenía pinta de estar muy currado. Admiré sus piernas peludas y fuertes, inmensas. Nos esperaba con los brazos cruzados y sonriendo con cara de vicio. – Le meas a tu perro en el salón y ahora vienes con remilgos. – Todavía había un charco de meos donde había follado a Iñaki el día anterior.

Seguí a Jon que colocó a Ben de rodillas delante del sofá, e hice lo mismo con Iñaki.

-          Ayer tuvimos un pequeño problema de celos por compartir amo. Y esto no puede ser, o sea que aprovechando que vuestros culitos tienes que descansar, vamos a daros una lección de placer visual. – Dijo Jon acariciando a Ben e Iñaki como si fueran unos perros.

Jon se aproximo a mí, muy cariñoso y me beso tiernamente en los labios. Cogió mi brazo pasándolo por detrás de mi cabeza y me lamio mi sudado sobaco con gula.

-          Y tú querías ducharte, con lo bien que hueles? – Hizo un gesto a Iñaki para que se pusiese a mamar.

-          Joder Jon, no te creí cuando dijiste que era tan grande. Bufff es mucho mejor. - Aitor junto los capullos, sentí la humedad de la polla de Jon en la mía, e intentó sin resultado meterse los dos capullazos en la boca.

Jon seguía aspirando y lamiendo mi sobaco haciendo que me retorciese de gusto. Me miró a los ojos, muy sereno, y me dijo: “Tío, te juro que nunca más volverás a sentirte solo”. Nos besamos con pasión mientras Aitor engullía con dificultad nuestras pollas. Aunque para mí en ese instante solo existía Jon, mi querido sobrino. Tras un buen rato así, Jon me separó, tenía ganas de jugar más.

-          Quieres probar el coño del grandullón.

-          Claro – Dije sonriendo. Aitor se puso a 4 patas en el sofá mostrando su musculoso y peludo culo. Era verdad que era incluso más peludo que el mío. Se quitó el plug que tenía puesto para darme acceso total – Joder, se siente como un coño. – Dije mientras lo palpaba y notaba su humedad y calor.

-          Viene lubricado, o sea que no tengas cuidado. – Dijo Jon, que seguro que lo había preñado más de una vez.

Jon se arrodilló detrás de mi padre, mientras yo penetraba lentamente el culo, o mejor dicho, el coño de Aitor. Nunca había sentido algo tan caliente. Solo gimió cuando los últimos centímetros entraron en él. Aunque fue un gemido de puro placer. Debía tener un culo muy sensible a juzgar por el placer que le producía mi pollón.

-          Ves papá, ves como hace gozar a ese grandullón.

-          Si. – Dijo Iñaki, visiblemente cabreado por la situación.

-          No te gusta que disfrute tu amo?

-          Sí, pero quiero que disfrute conmigo. No hace falta que ningún gordo peludo venga a poner su coño.

-          Pues a tu polla parece que le gusta. – Iñaki miro su polla, dura y babeando, debido al espectáculo que ofrecía. – A Ben le pasa igual, se pone celoso pero le excita. No te creas que a mí no me gustan esos celos, me excitan, pero hay que controlarlos. Tu quieres que te rompa el culo, verdad? – Iñaki miro al suelo, y no contestó. Jon se colocó de tal manera que su polla rozaba el culo de su padre. Le cogió la cabeza y le hizo mirar mi follada, que tomaba cada vez más ritmo. – Contesta.

-          Sí, quiero que me destroces el culo. Lo llevo deseando años, por eso me distancié.

-          Y es justo que a ti te follen varios machos y nosotros solo podamos follar tu culo? – Iñaki volvió a quedarse callado, me miraba disfrutar destrozando el culo del jugador de rugby que gemía como un toro rejoneado con cada embestida de mi enorme rabo. Jon apretó más su polla contra el culo de su padre para atraer su atención.

-          No, no es justo…  - Dijo resignado.

-          Van a cambiar muchas cosas perros, aquí mandamos nosotros a partir de ahora, y ya os podéis llevar bien o os quedáis fuera. – Ben miró con pavor a Jon al escuchar esas palabras. Y los dos perros miraron al suelo, arrepentidos por su egoísmo con sus amos. – Hoy os tocará solo mirar. Y se levantó y puso la polla a la altura de la golosa boca de Aitor que la engulló hasta la base debido a mis embestidas cada vez más duras.

Nos follamos a Aitor más de una hora. Incluso hicimos un intento de doble, que no soportó. No forzamos ya que no queríamos quedarnos sin el único culo sano, a pesar de que el jugador insistía herido en su orgullo. Hasta la más puta tienen un límite, y parecía que el grosor de nuestros pollones era el suyo. 

Jon desató a Ben y le ordenó preparar el desayuno. Todavía era pronto, eran las diez de la mañana, llevaba un par de días sin salir de casa, follando y durmiendo como única actividad. Yo estaba derrumbado en uno de los sillones con la polla flácida y muy irritada, llena de lefa mía y de Jon.  Aitor estaba tumbado ocupando cada centímetro cuadrado del sofá con su cuerpazo. Jon se acercó a su padre que seguía mirándonos empalmado. Su polla babeaba, y Jon le dio una patadita, manchándose con la babas. Jon lo desató, tenía las piernas entumecidas y el empezó a estirarse mirando a su hijo y su polla medio flácida con una gota de lefa en la punta que luchaba contra la gravedad.

-          No te vas a pajear? – Preguntó Jon a su padre.

-          Tu padre nunca se toca la polla, solo para mear, es un perro totalmente pasivo. No tuve ni que prohibírselo. – Él me miró y nos sonreímos con complicidad.

-          Eso me gusta, límpiame el pie. – Iñaki dudó y me miró. Asentí imperceptiblemente, y obedeció. Se entretuvo lamiendo los pies sudados de Jon, hasta que este se lo quitó.

-          Tienes hambre? – Jon tenía su polla morcillona, se excitaba viendo a su padre de rodillas cumpliendo sus órdenes. – Límpiame la polla. – Repetimos la escena anterior, Iñaki me miró y yo asentí. La cara de gusto de Iñaki al pegar el primer lametazo en el rabo sucio de su hijo es imposible de describir. El morbo y los celos me invadieron por partes iguales.

-          Ben! Ven a limpiarme el rabo. – Dije algo cabreado.

No solo nuestros perros estaban celosos. El protagonismo de Jon me llegaba a incomodar por momentos. Y en mi interior sabía que este protagonismo solo podía crecer y crecer.

Una vez nuestros perros terminaron sus “desaryunos”, los chicos se ducharon y se fueron a la universidad y al restaurante. Cuando se fueron, Iñaki y yo nos dimos una ducha, en la que él limpio mi cuerpo con devoción. No hablamos hasta estar tumbados en la cama, esta vez de la habitación donde dormía con Jon. Iñaki estaba tumbado encima de mí, boca arriba, entrelazando sus piernas con las mías, mezclando nuestros vellos provocándome ese cosquilleo intenso, que hace que te quieras rascar… pero no lo haces para que no termine.

-          Que tal estas?

-          Bien… muy bien. No se… todavía digiriendo todo, feliz, como en una nube. Hasta noto el olor de Jon en el cuarto. – Dijo Iñaki relajado y pensativo. Jugaba con los vellos de mis brazos que rodeaban su pecho. – ¿Tú crees que me guarda rencor por lo que le hice?

-          Jon tiene carácter, pero tiene un fondo de bondad que no he visto en nadie de nuestra familia. Ha cambiado mucho estos meses.

-          Si… la verdad es que ya no lo conozco, llevo tantos años evitándolo. Tú me entiendes, verdad? Se parecía tanto a ti, no podía estar cerca de él… Antes íbamos a nadar juntos, a correr por el monte. Estábamos muy unidos, pero un día… - Iñaki se fundió en sus pensamientos. – Era verano, hacía calor y ya sabes que siempre duerme desnudo. Fui a decirle algo, no recuerdo el qué… abría la puerta y pude ver como se masturbaba, sudado, marcando sus incipientes músculos… Fue como si un fantasma del pasado me invadiese. Algo que había conseguido retener dormido dentro de mí se despertó. Hubiese entrado a comerle la polla, a lamerlo, olerlo… Si no llega a llamarme mi mujer, hubiese entrado, Ángel. Soy un monstruo, me hubiese lanzado encima de mi hijo.

-          No eres un monstruo Iñaki, no te digas eso. – Intenté consolarlo.

-          No intentes justificarme. A los días empecé a buscar en su ropa interior restos de lefa, empezaba a oler a hombre. Jon iba a ser como tú, un puto calco tuyo. Cuando íbamos a la piscina lo miraba a escondidas en el vestuario, hasta que me pillaba y disimulaba con alguna broma estúpida, y él se reía. Empecé a tener sueños eróticos contigo, en los que me follabas duro… pero de repente era Jon el que me follaba. Al final me follabais los dos, pero tú seguías teniendo quince años en mis sueños. Por suerte ya no dormía con mi mujer, el matrimonio llevaba mucho tiempo muerto. Me despertaba empapado de lefa, y la comía con ganas, intentando recordar el sabor de la tuya. Cuando he limpiado la polla de Jon, mezclada con la tuya, ha sido como si esos sueños se hiciesen realidad. – La polla de mi hermano estaba dura otra vez.

-          Es un chico muy especial, lo entenderá. Incluso creo que ya lo ha entendido. Sigue extrañándome tanta madurez. No se… es como si lo que le contase no le afectase.

-          Tú crees que nos oculta algo?

-          En esta familia todos ocultamos cosas. – Dije resignado.

-          Yo creo que me quiere castigar. – Dijo con pena, recordándose atado y humillado por su propio hijo.

-          No. Jon te quiere educar. Él ha visto lo que nosotros no supimos ver, y que finalmente rompía el equilibrio de nuestras vidas. En realidad la culpa es mía. No supe entender lo que necesitabas, solo he ido poniendo parches a tu deseo. – Iñaki, giró la cabeza y me miró con ternura.

-          No digas eso, sin ti estaría muerto. Y lo sabes. – La sinceridad de sus ojos me reconfortó. Yo lo besé tiernamente.

-          Pero no supe hacerlo sin engaños. Tenía que haberte ofrecido mi ayuda para tener a Jon.

-          En realidad, que Jon sea tu hijo es el mejor regalo, lo adoro con todo mí ser. Igual que te quiero a ti.

-          Iñaki, quiero que volvamos a empezar, todos juntos.

-          A mi mujer le va a dar algo.

-          Ella no tiene porque saber cómo vivamos. Divórciate y olvídala. Ya no tiene sentido que estés con ella ni un día más.

-          Yo ya he firmado los papeles del divorcio con Ángela.

-          Tan rápido? – Dijo Iñaki sorprendido.

-          Sí, le he dado todo menos mi coche y el todoterreno. Tenías que haberle visto la cara de superioridad cuando firme los papeles totalmente abatido. – Me empecé a reír, recordando aquel momento.

-          Te has ido sin nada. Pero… estás loco.

-          Más de lo que crees. Ahora vete a casa y trae lo imprescindible. Te mudas aquí esta noche.

-          Pero Ángel, yo todavía no se si quiero esto. – Ni él mismo se creía sus propias palabras.

-          Tu opinión ha dejado de contar desde que ayer te destroce el culo. Ahora todo será distinto, y vivirás para darnos placer. – Iñaki solo sonrió.

Esa noche cenamos los cuatro, relajados y nos fuimos pronto a dormir. Dormimos en habitaciones separadas, Jon y Ben juntos y yo con Iñaki. Aunque me hubiese gustado poder dormir todos juntos. Al día siguiente me levanté pronto, sin despertar a nadie y me reuní con Toni, mi abogado.

-          Has podido hacer todo lo que te pedí? – Pregunté a Toni, que puso encima de la mesa dos archivadores llenos de documentos.

-          Para los acuerdos iniciales está todo listo. He tenido que pedir ayuda a unos amigos, sabes que este no es mi campo, por lo que los honorarios serán algo mayores de lo que te pedí.

-          Por eso no te preocupes.

-          Claro que me preocupo, pero no por el dinero. Como coño vas a hacer que firmen este acuerdo? – Dijo casi susurrando agarrando mi antebrazo.

-          No es nada ilegal, bueno al menos no es muy ilegal. – Sonreí y cogiendo las dos carpetas, me dispuse a irme. – El otro favor que te pedí está dentro?

-          Si, aunque no entiendo nada. Tu sabrás Ángel.

-          Pronto tendrás noticias mías. – Le di una palmada en el hombro y me fui de la cafetería. – El café inclúyelo en la minuta.

-          Será cabrón… está loco. - Toni negó con la cabeza.

Cuando llegué a casa todos estaban desayunando. Era sábado y Ben descansaba, por lo que ni el ni Jon tenían prisa.

-          Hombre, ya pensábamos que te habías dado a la fuga. Papá estaba algo nervioso. – Dijo Jon entre risas. – No me podía creer que tú te hayas levantado el primero.

-          Ni yo. – Me rasqué la cabeza, de manera inconsciente. – Pero merecerá la pena. Ben, hazme un zumo y unas tostadas, café ya he tomado.

Ben era el perfecto sirviente, hacía todo con alegría y nosotros ya estábamos acostumbrados a darle órdenes. Cada uno iba ocupando su lugar de una manera natural.

Yo volví del cuarto solo con un pantalón corto y un documento en la mano, mientras Ben en suspensorio me servía el desayuno.

-          Habrá que comprarte más, te quedan genial. – Dije acariciando ese culito blanco y respingón. – Iñaki, estos son los papeles de tu divorcio. Quiero que tu mujer los firme hoy mismo si es posible. – Miré a Jon, que no había cambiado el gesto. – Si a Jon le parece bien, claro.

-          Si… bueno, la verdad es que no había pensado en eso. – Jon dudo un momento. – Bueno, la verdad es que tendrá que pasar antes o temprano, verdad? – Dijo mirando a su padre que asintió con una triste sonrisa dibujada en su cara.

Iñaki empezó a leer el acuerdo de divorcio que le había dado. Mientras tanto yo observaba a Jon, lo notaba pensativo. Igual tenía que haber consultado antes con él esa decisión. Pero los plazos se habían acelerado y no tenía margen ante la aparición de mi hermano.

-          Ángel, que coño es esto? Le doy todo: la casa, la mitad de mis ahorros, el coche… Me voy a quedar en la puta calle.

-          La idea es que firme sin pensarlo.

-          Y donde voy a vivir.

-          Aquí con nosotros. – Contesté muy sereno.

-          Tú lo ves todo muy fácil, y la universidad de Jon… no voy a renunciar a todo lo que he ganado con años de esfuerzo. – Yo comía mi desayuno tan tranquilo.

-          Tranquilo papá, el tío tiene algo preparado. – Dijo Jon con total tranquilidad.

-          Y de que se trata?

-          No me quiere decir nada, pero yo confío en él. Lo único que no me gusta es que tenga que firmarlo mi madre hoy. – Dijo Jon serio.

-          Perdona, igual tenía que haberlo consultado contigo antes.

-          No… no es por eso. Es que hace tan buen día, y Ben ha encontrado una playa nudista bastante cerca… - Iñaki y yo rompimos a reír a carcajada limpia.

-          Pero como puedes estar tan salido.

-          No sé, me pareció divertido. Nunca he ido a ninguna. – Dijo avergonzado el joven.

-          Pues tendrá que esperar. Encima Ben tiene que descansar… una semana sin sexo como  mínimo. – Los dos me miraron a la vez.

-          Bueno sin sexo anal… solamente, verdad? – Dijo el irlandés muy preocupado. Todos volvimos a reír, lo que hizo que Ben se pusiese rojo como el mantel que cubría la mesa.

Esa tarde, tras la comida los chicos se fueron a la playa a la que intentaron arrastrarnos de todas las maneras posibles. Iñaki hablo con su mujer y quedaron en verse. Y yo había quedado con Robert y Kevin para confirmar el plan. Nos reunimos en el paseo marítimo, los encontré sentados en un banco.

-          Buenas chicos. – dije sonriente.

-          Estas de muy buen humor. – Dijo Robert, visiblemente nervioso. O terminábamos pronto, o iba a darle algo.

-          Tengo razones. Tienes el material preparado?

-          Si, claro. – Robert, le mostró un video en el móvil.

-          Genial, el sonido es magnífico. Cuanto hay grabado?

-          Más de 20 horas.

-          Vaya machotes, jajaja. Perfecto, ahora solo os queda firmar estos documentos.

-          Qué es? – Preguntó serio Robert, empezando a leer el documento.

-          Es la creación de una nueva sociedad, “CACHOPOYA S. L.”. Creo que nos define bien. – Dije agarrándome el pollón.

-          Serás cabrón. Estás fatal de la cabeza. – Dijo Robert sonriendo por primera vez.

-          Donde firmo? – Dijo Kevin nervioso.

-          No lo vas a leer?

-          Ya sabe que yo confío en usted Sr. Ocaña. Si usted está de acuerdo, yo también.

-          Te queda mucho que aprender. – Dijo Robert negando con la cabeza y continuando con la lectura. – Tu solo tienes un 11 % de la empresa? – Dijo Robert sorprendido.

-          Si, mi parte la he repartido entre Jon y mi hermano.

-          Tu hermano?

-          Si, nos volvemos a hablar. – Dije muy sonriente. Bueno, a hablar y muchas más cosas.

Tras esperar a que Robert leyese y me preguntase mil tecnicismos legales del contrato, por fin firmó apoyado en mi espalda.

-          Joder, por fin macho. – Dijo Kevin, que llevaba medía hora quejándose y pegando bufidos de aburrimiento.

-          Pues nada. Ya solo queda una cosa antes de la gran cita.

-          El qué? – Dijo el joven jardinero emocionado.

-          Comprarnos unos buenos trajes. – Les dije cogiéndolos por los hombros, y caminando hacia mi coche.

-          Vamos a tardar mucho? – Dijo Kevin preocupado.

-          No se… por?

-          Es que tengo a Carmen atada en la cama. Era mi sorpresa para celebrar la firma. Y a lo tonto debe llevar más de una hora. Tendrá la lefa del culito ya reseca. – Se rio chulito el joven.

-          Hostia… que bueno. – Dijo Robert. – El Corte Inglés abre los domingos. Vamos a por esa zorra.

A la semana siguiente llegamos en mi Mustang al despacho de abogados más importante de la ciudad. Ese mismo día se iba a firma la fusión entre las empresas de mi mujer y el padre de Carmen. Cuando entramos en la recepción el guarda de seguridad y las dos recepcionistas se quedaron asombrados. Íbamos en formación, caminando seguros y pasamos sin preguntar. Yo iba el primero con un elegante traje gris marengo y mi nuevo look con la cabeza rapada que tanto le gustaba a Jon, y me flanqueaban Robert y Kevin. Robert había escogido un traje claro, que contrastaba con su tono de piel azabache, y Kevin iba con un traje negro que tuvimos que arreglar para que le hiciese algo de cuerpo. Ese chico tenía un pollón, pero por más que se machacase en el gimnasio no subía de los sesenta kilos. La verdad es que parecía que le había robado el traje al padre, no le pegaba en absoluto, aunque él iba como si fuera el mismísimo James Bond.

El guardia de seguridad y las secretarias tardaron en reaccionar al ver aquella escena propia de una película de Tarantino, y nos seguían gritando que no podía entrar en el edificio sin autorización. Habíamos confirmado el lugar y la hora donde se iba a proceder a la firma del acuerdo de fusión, todo estaba perfectamente estudiado. Kevin y Robert abrieron la doble puerta, y yo irrumpí ante una decena de personas poniendo fin a la perfecta coreografía.

-          Buenos días señores. Ángela. – Incliné la cabeza con una gran sonrisa mirando a mi sorprendida exmujer, que miraba aterrada a su jardinero y su entrenador personal, trajeados y en mi compañía.

Un revuelo de preguntas e improperios siguió a nuestra interrupción.

-          Angela, Sr. Izaguirre creo que es mejor que sus abogados salgan para hablar con más “intimidad”.

-          Pero qué tipo de broma es esta? Ángela por favor, dile a tu exmarido que se marche y deja tus problemas domésticos fuera de todo este asunto. – Dijo el padre de Carmen, y dueño de la una de las empresas más poderosas del país.

-          Sr. Aguirre, creo que le interesa escuchar lo que tengo que decir. Y sobretodo le interesa a Ángela. He venido con mis socios, para que mi querida exmujer tenga claro que voy en serio.

-          Por favor, salgan todos. – Dijo una Ángela desencajada. Conteniendo la ira, pero viéndose acorralada.

Una vez nos quedamos a solas, Kevin se dispuso a entregar un contrato a cada uno. Sentado en la cabecera de la magnífica mesa ovalada miraba con superioridad a mis presas, disfrutando cada segundo.

-          Bueno, voy a ser conciso. Ese es un contrato en el cual se reformula el reparto de la nueva sociedad que vamos a crear.

-          Pero que estás diciendo, tú estás loco? – Grito Ángela, que ya no pudo contener sus nervios.

-          Querida, cállate de una puta vez y escucha. – Dije tajante.

-          Pero que dice, no entiendo nada… Que tiene usted que ofrecernos? – Dijo el Sr. Izaguirre.

-          Sr. Izaguirre, vaya a la página 5 del documento. Vera gratamente que el nuevo reparto será del 33 por cierto para cada una de las partes. Supongo que teniendo en cuenta los términos con los que negoció la arpía de mi exmujer su fusión, creo que el acuerdo es interesante para usted. Estará en igualdad de condiciones con esta arpía.

Como suponía al Sr. Izaguirre le interesaba el acuerdo. Mi mujer había chantajeado con hacer pública la relación incestuosa de su hija Carmen con su hermano mellizo. Lo que hubiera hundido la reputación de su ultraconservadora familia. Por lo que supuse, y por la cara del Sr. Aguirre acerté de pleno, que el reparto que iba a firmar hoy no sería equitativo ni justo teniendo en cuenta el capital de sus empresas.

-          Como ve, he intentado ser equitativo. A parte, les confirmo que mi sociedad “CACHOPOYA S.L.” no tiene intención de interferir en las decisiones de la empresa. – La cara del Sr. Izaguirre al escuchar el nombre de mi sociedad fue todo un poema. – Por supuesto, se incluirá un gestor por mi parte en el consejo de administración que vigilará el correcto reparto de beneficios.

-          Todavía no nos ha dicho porque ridícula razón tendría que firmar este documento. – Dijo el ya más tranquilo Sr. Aguirre.

-          Ángel, no sé qué tramas, pero no voy a permitir que… - Ángela intentó defenderse, pero decidí interrumpirla.

-          Robert por favor, dale a reproducir y pongamos las cartas sobre la mesa.

Mientras hablábamos, Robert había conectado nuestro ordenador portátil al sistema audiovisual de la sala. En la inmensa pantalla, donde anteriormente estaban tablas y graficas con los datos de la fusión, aparecieron imágenes en las que Ángela, vestida con un uniforme franquista muy sexy,  insultaba y pegaba con una fusta a Robert y Kevin mientras se follaban a Carmen y su hermano.

-          Quita eso ahora mismo. – Grito corriendo hacia el ordenar, siendo interceptada por Kevin.

-          Pero Ángela, si estas guapísima, te hicieron ese uniforme a medida… no lo niegues. Espera que ahora viene la parte en la que insultas a Robert “puto negro” mientras hacéis un trenecito con el hijo del Sr. Izaguirre. Me echas de menos, ¿verdad? Ese dildo con el que follas a los mellizos diría que es un molde mi pollón. – Ángela me insultaba, e intentaba escaparse del agarre del Kevin que empezaba a pasarlo mal para sujetarla. La mezcla de gritos y gemidos me divertía sobremanera.

-          Ángela, cállate. – El Sr. Izaguirre rojo de ira golpeó la mesa, y grito a mi exmujer que se cayó de inmediato. Robert, paro el video. – Ya he visto más que suficiente, no voy a pasar por esto otra vez.

-          Veo que tienen muchas cosas que hablar. Tienen 48 horas para firmar nuestra generosa oferta o estos videos se irán filtrando poco a poco a la prensa, y a internet. Después de cómo me ha tratado mi querida exmujer, espero que no duden ni un segundo en que lo haré sin ningún tipo de remordimiento. – Hice un gesto a Kevin que soltó a Ángela que cayó derrotada al suelo.

Salimos de aquella sala con la misma estudiada pose. Todo iba como habíamos planeado.