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Marcando el Territorio

en Gays

Los exilios pueden ser placenteros Cap. V

Marcando el territorio

-          FERNANDO JODER… QUE COÑO HA PASADO? – Carlos estaba sumamente cabreado, las noticias no eran buenas, tercer accidente en la obra en menos de dos semanas.

-          Hola Carlos, no lo sé… estoy intentado enterarme. – Carlos colgó el teléfono sin decir nada más.

-          Que ha pasado? Que quería Carlos? – Dijo Amine gimiendo, estaba de cuclillas encima de Fernando que se encontraba a cuatro patas clavándole la polla hasta los huevos con todas sus fuerzas.

-          Amine… aggghhh… dios me destrozas en esta postura… Para, tenemos que ir a ver qué ha pasado. –

-          Perro vas a venir a darme órdenes tu ahora. – Dijo Amine mientras tiraba de su pelo fuertemente haciendo que arquease su espalda y soltándole un lapo en toda la cara. – Tú sigue mamando. Y tú córrete rápido. – Olek clavó su gorda polla en la garganta de Fernando y empezó a follarsela a lo bestia, mirando con cara de vicio a Amine que lo tenía desde el incidente del vestuario con Juan y Antonio como compañero de sus juegos sexuales.

-          Ok jefe… ufff… como tú quieras.

Los dos aceleraron el ritmo de la follada con un Fernando que solo podía gemir y recibir polla, en esos momentos se sentía completo era para lo que había nacido. La imagen era impresionante, el fibrado árabe reventando el peludo culo del español con cuerpo de jugador de rugby y el musculoso polaco tatuado clavándole el pollón por la boca. Fernando gemía y contenía las arcadas que le provocaban esa follada tan bestia a pesar de su experiencia comiendo pollones. Ya se había corrido dos veces sin tocarse y esta iba a ser la tercera si seguían así. Amine llevaba dos semanas follándole a lo bestia y no respectaba ni sus horarios de trabajo. Esto molestaba mucho a Fernando para quien el trabajo era primordial, pero sabía cuál era su lugar y nunca se negaba. A parte los 25 centímetros y la manera en que lo follaba el árabe lo tenían loco de placer.

-          AGGGGGHHHHH… - La corrida de Olek y Amine fue casi a la vez… era la tercera en esas dos horas de sexo bestial al que estaban sometiendo al entregado Fernando, pero seguía siendo igual de placentera. Olek aprovechó el momento de éxtasis del bereber para morrearse con él y intercambiar su saliva. – Nos ha salido marica el polaco… joder que besucón estas últimamente. – Amine le apretó fuertemente la mandibula, y el abrió la boca en un gesto de dolor y placer a la espera de un salivazo que no tardó en llegar y que saboreó con gusto.

-          Bufff que follada… joder. – El polaco sentado en la cama jadeaba recuperándose del esfuerzo y el orgasmo. Desde que follaba con Amine sus orgasmos eran bestiales, le encantaba lamerle y cerdear con él aunque le costase reconocerlo. Y le ponía cerdísimo que lo mease mientras se follaban a cualquier perraco con ganas de rabo, de los que no faltaban en la obra.

-          Voy a ver qué coño ha pasado. – Dijo amine mientras se ponía el pantalón sin ropa interior. - Tú sácale la lefa del culo a Fernando que no quiero que si Carlos decide follarle se lo vea relleno como un pastel del crema jajaja. Luego cambia las sabanas que están llenas de leche de perro.

-          Se limpiar mi culo perfectamente solo. – Fernando se iba a levantar cuando el polaco lo agarro fuertemente de la muñeca.

-          NO has oído al jefe. Ponte en el filo de la cama y aprieta ese culo.

Fernando miró al polaco cabreado, iba a retrasarse más todavía y no le hacía ni puta gracia. El polaco solo tenía vicio en la mirada. Le recordó sus inicios hace 10 años, en los que solo pensaba en que lo usasen como una puta cualquiera y se volvió un estudiante patético. Hizo lo que le ordenaron y Olek se dispuso a limpiar a lametazos y comer toda la lefa de Amine mezclada con la suya. Amine no se había dado cuenta de que el últimamente el polaco solo se corría en los culos de los perros que se follaban a no ser que le ordenase preñarlo. Prefería sus bocas para que solo hubiese lefa del bereber en el culo de los perracos. El ya se encargaba de buscarlos y sacarles la lefa de Amine aunque no se lo ordenasen. Estaba tan salido tras limpiarles el culo que se los volvía a follar hasta esta vez llenarlos bien de su leche.

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Dos horas más tarde Fernando entraba muy serió en el despacho de Carlos. El accidente había sido grave, aunque por suerte no tanto como podía haber sido.

-          Por fin, que ha pasado? – Carlos estaba muy serio, no le gustaban este tipo de incidentes y menos si eran evitables.

-          Se han roto dos eslingas mientras movían una carga y han herido a dos obreros. Están ahora camino del hospital uno con un brazo roto y el más grave con una pierna rota en varios puntos.

-          Como ha podido pasar, estaban las eslingas defectuosas?

-          Si

-          Y no se dio cuenta el supervisor!!!

-          No las revisó.

-          Como que no? Quien coño era?– Carlos cada vez estaba más cabreado.

-          Unai, el vasco. – Fernando no sabía dónde meterse, sabía que Carlos iba a enterarse de la verdad y prefería decírselo pero no le salían las palabras.

-          Y donde coño estaba. – Fernando miraba al suelo.

-          Se lo estaban follando dos tíos del personal de seguridad.

-          QUEEE??? No me jodas, que coño hacía follando en el lugar de trabajo. Todo dios sabe que está más que prohibido.

-          Le forzaron, últimamente sabes que si no está Mohamed son más difíciles de controlar son muchos meses aquí encerrados. Y últimamente Amine está distraído.

-          Como que está distraído, no sabe cuáles son sus funciones aquí. – Carlos caminaba de manera nerviosa por el despacho. – Es el tercer accidente, esto va a significar una inspección y retrasos. Sabes que al Sr. Corral no le va a hacer ni puta gracia. Qué coño le pasa a Amine?

-          Creo que le ha pasado algo con Antonio.

-          Sigue igual con su perro… Creía que Mohamed había arreglado eso hacía tiempo.

-          Pues algo ha pasado. Últimamente me tiene recibiendo polla todo el día con su nuevo juguete, el cocinero polaco. – Fernando se revolvió en la silla todavía escocido de la follada de hacía unas horas.

-          No te estaría follando durante el accidente?

-          No… - Fernando lo dijo en casi un susurro mirando al suelo.

-          Ven aquí. – La cara de Carlos era pura ira… Fernando no se atrevía a levantarse. - QUE VENGAS JODER. – Fernando se levanto. – Reclínate en la mesa. - Carlos le bajo los pantalones dejando el peludo culo de Fernando a la vista. Todavía tenía marcas de mordiscos de Olek en las nalgas y no le había dado tiempo a ducharse. Aunque le hubiese lamido la lefa a base de bien seguía oliendo a sexo y saliva de macho seca.

-          Lo siento Carlos, yo solo cumplo ordenes. – Carlos miraba el culo de Fernando, estaba enfadado pero no podía dejar de excitarse, y ya tenía dos dedos dentro del dilatado culo. Lo tenía muy irritado.

-          Te han dado pero bien, como tienes el culo. Voy a tener que ponerme serio con lo follar en horas de trabajo. Ese es uno de mis privilegios… - Dicho esto se sacó el pollón ya duro del pantalón y se la clavó hasta los huevos a Fernando que gimió de gusto. Aunque la polla de Amine era más larga y la polla de Olek era más gorda que la de Carlos, para el este pollón le daba un gusto que solo podía superar una que no probaba hacia tiempo, la del Sr. Corral el hermano de Juan.

-          Dioooos… que gusto.

-          Que perro eres. – Carlos cogió su móvil y llamo a Amine para que fuese a su despacho.

Amine estaba en la oficina de Mohamed, la cual solía usar cuando este se encontraba de viaje. Tenía a los dos hombres que estaban follando y casi violando al supervisor mecánico desnudos y de rodillas en el suelo. Les había dado más de un golpe, aunque estos duros hombres aguantaban estoicamente el castigo sabiendo que habían fallado a su superior. Sonó su teléfono… sabía perfectamente quien era.

-          De acuerdo señor, voy ahora mismo. – Amine colgó el teléfono. – Os habéis librado por ahora. Vosotros atarlos a los potros y darles 20 latigazos. Y sin tan salidos estáis que tenéis que ir violando a pobres supervisores, se os van a quitar las ganas de follar durante un tiempo… y de sentaros también jajaja. El resto del equipo tiene derecho a follarse a estos dos gilipollas, correr la voz. – Los compañeros sonrieron con cara de vicio. Llevaban dos semanas sin casi follar, Amine no les llevaba sus premios semanales y últimamente la boca de Antonio no les dejaba los huevos vacíos. Normal que estos dos hubiesen follado al pobre de Unai, tenía un culo tragón que más de uno de ellos conocía muy bien.

En el despacho de Carlos, Fernando seguía recibiendo polla de su jefe que le estaba follando de manera muy dura, sacándola y clavándola  hasta los huevos para desquitarse del cabreo que tenía. Amine entro tras llamar a la puerta, se sorprendió gratamente de lo que vió, y tras saludar empezó a desabrochar el cinturón para unirse a la fiesta.

-          Qué coño te crees que haces. - Amine se paró en seco al ver que se había confundido  las intenciones de su jefe. – Por culpa de que solo piensas con la polla y no controlas a tus hombres tenemos un buen lio. Eres un inútil sin tu hermano.

-          No ha sido mi culpa, ha sido un material defectuoso. – A Amine le dolieron las palabras de su jefe, sobretodo que dijese que era un inútil sin su hermano mayor. Aunque sabía que llevaba días distraído.

-          No me hagas reír Amine. – Carlos se dirigía con la polla tiesa y mojada hacia Amine que no pudo evitar mirar ese pollón. – Tú no te muevas. - Fernando había hecho el amago de levantarse, pero siguió sumisamente tumbado en el escritorio mirando a los dos machos que le había follado ese mismo día. – Tus hombres están descontrolados, y han causado que el supervisor no evitase el accidente.

-          Ya están siendo castigados. – Carlos lo miraba con esos ojos azul hielo que le traspasaban, sabía que con él no se podía jugar. Y que ni su hermano podía protegerlo de su ira.

-          Si no controlas a tu perro, vas a poder controlar a tus hombres… - Amine se crispó al oír eso y miró a Fernando que sonreía con sorna.

-          Si no protegieseis al españolito no tendría ningún problema con mi perro. – Al bereber le dolía tanto que se dudase de su poder como que Juan hubiese usado a su perro. Le dolía ver que su perro se había entregado tan fácil a otro macho sin ser por orden suya.

-          Mira Amine, si Juan se folla a tu perro te jodes, ya sabes que todavía no podemos tocarlo. Supera tus problemas con ese niñato que solo busca pollas y trátalo como un perro de verdad, joder. Demuestra que tu hermano tiene razón y que puedes ser un amo. – Carlos se había dirigido hacia el culo de Fernando otra vez, y tras esta última palabra le clavó el pollón que fue recibido con un suspiro y una sonrisa del grandullón.

-          Cuando se folle a Lito a ver si opinas lo mismo. – Amine soltó estas palabras con rabia y con una sonrisa. Sabía que había dado donde más dolía. Carlos fue como una fiera hacia él y lo empotro contra la pared cogiéndolo del cuello. Amine seguía sonriendo pese a lo brusco que estaba siendo Carlos, estaba más que acostumbrado a pelear con su hermano y esos golpes de su jefe no eran más que caricias en comparación.

-          Qué coño estás diciendo chaval, no juegues con fuego.

-          Últimamente están tonteando mucho, y el otro día les pille en el gimnasio muy acaramelados. Bueno aunque el acariciar el pollón de Juan, no es que fuese muy romántico. – Dijo esto agarrando la polla de su jefe que había aflojado su presa para dejarle hablar.

-          Es verdad esto Fernando, anda tonteando con Lito. – Fernando solo asintió ligeramente y bajó la mirada. Carlos soltó a Amine y empezó a dar vueltas por la sala. Su polla había bajado y se le veía cabreado pero con otra preocupación en la mirada pensando una solución al nuevo problema. – Ok, hay que ponerle fin a esto ya. Tú dile a tu perro que lleve a Juan a nuestro vestuario mañana por la noche a las 12. A ti te quiero allí media hora antes. Ahora vete.

-          De acuerdo. – Amine se fue con una sonrisa, sabía que Carlos solucionaba las cosas rápidamente. Y el volvería a tener a su perro, a su Antonio… estas dos semanas le habían vuelto loco y sabía que Carlos tenía razón en que su gente estaba descontrolado. Pero a partir de mañana todo volvería a su sitio.

Carlos se sentó en la silla, e indico a Fernando que se desnudase. Tenía que descargar tanta tensión y terminar de idear un plan para resolver este tinglado. Tendría que saltarse las órdenes del Sr. Corral mínimamente, pero no tenía elección. Nadie iba a tocar a Lito sin su permiso.

-          Fernando, has localizado a Mohamed?.

-          No he podido, no me coge el teléfono desde anoche. – Fernando estaba lamiendo los pies de su jefe que marcaba nuevamente su móvil.

-          Abdul, ¿Dónde está Mohamed?

-          No estar disponible ahora señor. – Abdul era el hombre de confianza de Mohamed, no hablaba mucho pero era muy fiel. Era un subsahariano de piel negra azabache, mediría un metro noventa y era puro musculo. Siempre acompañaba a su jefe en sus viajes y odiaba incumplir sus ordenes, lo que solo hacía en ocasiones puntuales y por orden de Carlos o el propio Sr. Corral.

-          Me suda la polla que no esté disponible. Ponme con el ahora mismo.

-          Pero Sr Vega, el ordeno…

-          No me hagas enfadar Abdul. – Tras esto se dirigió hacia la habitación en la que se encontraba Mohamed en ese momento. Unos gemidos de mujer se escuchaban sin ningún tipo de intención de disimularlos. Tras picar a la puerta, abrió sin esperar respuesta.

-          Qué coño pasa? No entiendes las ordenes que te doy? – Abdul se excitó al instante al ver la imagen que se presentaba ante él. Una hermosa mujer gemía con los ojos cerrados recibiendo la enorme polla de su superior. Ambos cubiertos de sudor y totalmente desnudos. La ropa rota de la mujer se encontraban esparcidas por la habitación.

-          Es el Sr. Vega, algo importante ha pasado.

Mohamed era un ejemplar de macho impresionante, de piel oscura debido a la vida en el desierto y ojos verde claros como toda su familia… su belleza y masculinidad sobresalía allá donde iba. A pesar de tener poca barba que siempre llevaba rasurada, esto no le otorgaba ni un rasgo de suavidad, todo en el era rudeza. Su figura era imponente, cerca de dos metros y de anchas espaldas, sus bíceps eran como melones y en los hombros y pectorales se definía cada fibra de sus músculos con tensarse mínimamente. Las piernas eran columnas griegas y un potente culo las coronaba. No tenía prácticamente vello en el cuerpo, se depilaba el poco que tenía y solo mantenía pero muy recortado la mata de pelo que rodeaba su potente pollón. Su polla mediría unos 23 cm, y su grosor era bestial. La tenía circuncidada y unos huevos sin un solo vello colgaban varios centímetros debido su peso. De rodillas, se encontraba una hermosa mujer que recibía polla por su dilatado ano a un ritmo endiablado. Se encontraba con los ojos cerrados con la cabeza apoyada en la cama y gimiendo del placer que le estaba dando semejante macho. La mujer parecía que se iba a romper en cualquier momento, era de cintura estrecha y piel morena clara que contrastada con el tono de piel de Mohamed. Sus generosos pechos se movían al ritmo de las embestidas que recibía estoicamente, de los cuales Abdul no podía retirar la mirada. Ambos estaban cubiertos de sudor, Abdul llevaba esperando desde que llegaron anoche. Aunque alguna de las jóvenes criadas se había ofrecido a prepararle una cama o dejarle entrar en las suya propia él se mantenía en su puesto. Velando por la seguridad de su superior.

-          Que quieres Carlos, no puedes vivir sin mi? – Dijo Mohamed de manera socarrona.

-          No me toques lo cojones que hoy no estoy para bromas. Qué coño haces que no estás aquí?, tenías que haber llegado ayer. – Carlos escuchaba los gemidos y sonreía suponiendo donde se encontraba. Había dejado de follar fuerte a Fernando, aunque mantenía su pollón dentro y lo movía suavemente en círculos… lo que hacía que Fernando gimiese suavemente con los ojos cerrados sintiendo cada vena de ese blanco mástil.

-          Se alargaron mis negocios y todavía tenía el último tema pendiente jejeje. – Respiraba aceleradamente, mientras la mujer gemía y soltaba algún grito cuando le clavaba su enorme rabo de forma más brusca.

-          Ya sé yo tus temas pendientes, no ha engordado nada con el embarazo? Jajaja. – Fernando reaccionó y se crispo al oír esas palabras. Carlos puso firmemente una mano en su espalda haciéndole saber su lugar.

-          Jajaja… que va, solo tiene las tetas más grandes, a que si Abdul? – Mohamed levanto cogiendo de la larga melena morena  la mujer mostrando sus turgentes pechos que con el embarazo estaban notablemente más grandes. – Quieres verla Carlos, Abdul pon la videollamada. - Abdul lo hizo y enfocó a la mujer que se apoyaba en el sudado pecho del bereber casi desfallecida recibiendo las fuertes estocadas de su macho.

-          Pufff vaya tetas que se están poniendo a tu mujer Fernando. Voy a tener que hacerle una visita. – Fernando se revolvió y Carlos tuvo que apretar su cara contra el escritiorio y darle un par de pollazos fuertes para que se tranquilizase. – Tranquilo, Salma no se enterará de que tú también tienes un pollón en el culito jajaja.

-          Sois unos hijos de puta. – Una hostia hizo callar al Fernando.

-          Espero que no te tenga que recordar más tu lugar. Encima lo disfrutas. – En el fondo a Fernando le gustaba que su mujer disfrutase, y sabía que esas pollas eran lo mejor que se podía encontrar. – Te importa que me haga una paja mientras te follas a esa putita… está preciosa con esas tetas tan hinchadas. – Carlos activo la televisión y la puso en moda teleconferenia pero con su cámara apagada para que no se viese a Fernando contener los gemidos- Fernando en verdad, y aunque no le doliese, no podía dejar de ver a su mujer recibiendo los envites de ese macho de raza árabe.

-          Eres un puto vicioso jajaja. – Abdul con lo cachondo que estaba se puso en plan director de cine y empezó a enfocar la bestial follada de culo que le estaba dando en primer plano. El culo estaba muy abierto y rezumaba leche de folladas anteriores.

-          Hostia como le tienes el culo cabrón… no se va a sentar en días jejeje.

-          Ya ves jajajaja… no quiero follarla por el coño no vaya a dejar a mi hijo tonto jajaja. – Dijo esto sacando su enorme rabo del culo de salma la cual calló rendida en la cama, con el culo palpitando. La giró a como a una muñeca de trapo y con una pierna en su hombro y otra rodeando su cintura empezó a follarsela a un ritmo endiablado mientras manoseaba la tetas de la mujer.

-          Tan seguro estas de que este saldrá de ojos verdes. Ya ves como tiene los ojos Carlitos. – Fernando miraba la cara de vicio que ponía Carlos, disfrutaba humillándolo delante de su mujer. Lo había puesto boca arriba y tenía las dos piernas del hombretón sobre sus hombros y lo follaba a buen ritmo.

-          Este seguro que es bereber. Me juego mi polla.

-          Jajaja, mucho arriesgas, más de uno querría tu pollón. Esta noche te quiero aquí o sea que vete terminando pronto. Y deja a Abdul divertirse un poco.

Abdul dejó la cámara en la mesita enfocando la escena digna de una peli porno. Se vio como se desnudaba como brillaba su piel azabache y una polla tiesa de buenas dimensiones que Salma engulló como la puta que era. Follaba como una diosa esa leona, pero era difícil aguantar el ritmo de Mohamed.

-          Anda ven, ya te he puteado bastante. -  Carlos se sentó en el sofá con la polla mirando al techo. Fernando agradecido se sentó en ella de espaldas a la televisión, ahora solo tenía que soportar escuchar los gemidos de su mujer ahogados por la polla negra de Abdul.

-          Algún día os diré que no… - Fernando tenía tristeza en la mirada en ese momento. Odiaba que jugasen así con su mujer y sus hijos.

-          Sabes que eso no va a pasar. – Carlos acerco la cabeza del grandullón a sus labios y empezó a morrearlo con pasión. Fernando no pudo resistirlo más y le devolvió el beso con la misma energía mientras empezaba a mover su culo para dar gusto a su macho.

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Esa misma noche Amine se encontraba en la cama, el polaco lo lamia después de una sesión de gimnasio en la que los dos habían sudado como cerdos. Estaba en una de sus partes preferidas, entre los muslos, donde se mezclaban miles de matices distintos. No sabe igual el sudor de las piernas, que el de los grandes y compactos huevos, que el del perineo o el ano… se podía pasar horas metiendo la nariz y la legua en todos esos recovecos. Amine estaba contento, mañana todo estaría arreglado y volvería a tener a Antonio bajo su control. Además le gustaba tener esa bestia blanca tirado en la cama a sus pies, metiendo la cabeza entre sus morenas piernas y disfrutando como nunca se había imaginado.

-          Vas a ser un buen perro al final. – Amine lo miraba divertido con su cara de niño travieso.

-          Ya te dije que yo no voy a ser tu perro. Eso lo dejo para putas como Antonio. – Dijo Olek con cierto desprecio.

-          Y quien te dijo que ibas a ser el perro de Amine? - El polaco levanto la cabeza sorprendido, primero miró a Amine que no podía casi contener su risa y luego miro hacia atrás. No le salieron las palabras al ver a Mohamed en la puerta de la habitación. Sus únicas prendas eran dos cintas de cuero en los brazos que resaltan su ya de por sí enormes bíceps y las botas militares que siempre llevaba y que Abdul se encargaba de que estuviesen impolutas.

Continuará…