miprimita.com

Estrenando Perro

en Gays

ESTRENANDO PERRO

Los exilios pueden ser placenteros Cap. VI

Esa misma noche Amine se encontraba en la cama, el polaco lo lamia después de una sesión de gimnasio en la que los dos habían sudado como cerdos. Estaba en una de sus partes preferidas, entre los muslos, donde se mezclaban miles de matices distintos. No sabe igual el sudor de las piernas, que el de los grandes y compactos huevos, que el del perineo o el ano… se podía pasar horas metiendo la nariz y la legua en todos esos recovecos. Amine estaba contento, mañana todo estaría arreglado y volvería a tener a Antonio bajo su control. Además le gustaba tener esa bestia blanca tirado en la cama a sus pies, metiendo la cabeza entre sus morenas piernas y disfrutando como nunca se había imaginado.

-          Vas a ser un buen perro al final. – Amine lo miraba divertido con su cara de niño travieso.

-          Ya te dije que yo no voy a ser tu perro. Eso lo dejo para putas como Antonio. – Dijo Olek con cierto desprecio.

-          Y quien te dijo que ibas a ser el perro de Amine? - El polaco levanto la cabeza sorprendido, primero miró a Amine que no podía casi contener su risa y luego miro hacia atrás. No le salieron las palabras al ver a Mohamed en la puerta de la habitación. Sus únicas prendas eran dos cintas de cuero en los brazos que resaltan su ya de por sí enormes bíceps y las botas militares que siempre llevaba y que Abdul se encargaba de que estuviesen impolutas.

Olek se puso de pie y se dispuso a irse, sabía que no podía resistirse a esas dos maquinas de matar a pesar de su tamaño. Si Amine le había dado una paliza, que podría hacerle este macho de dos metros de altura y más musculoso que él. Cuando pasó a su lado no pudo evitar aspirar el olor de ese macho. Esas ultimas semanas Amine le había descubierto el mundo de los olores, de los matices… a diferenciar un olor a macho y a perra en celo. Ese mundo había fascinado al polaco, que disfrutaba de lamer y oler al bereber hasta niveles que nunca podía haber imaginado. El olor de Mohamed era impresionante, nunca había olido algo igual. Era un olor muy fuerte penetrante que le excitó hasta un punto que le asustaba… En que se estaba transformando? Camino hacia la puerta lento intentando aparentar seguridad.

-          Dónde vas? No sabía que eran tan cobardes los perros polacos? – Mohamed sonreía… ni se había girado, sabiendo que el polaco era fácil de cabrear.

-          Qué coño me has llamado? – Olek se paró en seco.

-          Que eres un puto marica cobarde. – A pesar de saber que tenía todas las de perder Olek no permitía que nadie le hablase así. Se dirigió como una fiera hacía el enorme árabe que ni se había girado. Al menos intentaría sorprenderle, al ir descalzo no hacía prácticamente ruido. Mohamed esquivo el golpe en el último instante sin girarse siquiera, cogió la muñeca de polaco y la retorció.

-          No, no, no… atacando por la espalda. – Olek seguía de pie… con el brazo retorcido de una manera que no podía hacer nada, cuando intentaba agacharse para que el dolor del hombro bajase Mohamed hacía que se irguiese con una mínima presión.

-          Aaaagggg… - Olek contenía los gritos de dolor. Mohamed lo soltó. Y este se agarró el brazo con gestos de dolor que intento disimular.

-          Bueno… veo que no hemos empezado bien.- Mohamed se acercaba a Olek dando vueltas viendo el poderoso cuerpo del polaco. Su polla empezaba a crecer aunque con su gran peso todavía miraba al suelo haciendo que la primera gota de precum asomase de su gran capullo.

-          Que hermano, he tenido buen ojo? – Amine miraba tumbado en la cama jugando con su gran polla y babeando de ver a su hermano en acción.

-          Si, aunque creo que tu amigo es un poco mal educado. – Mohamed se paró y miró de frente a su futuro perro. Este mantenía la mirada, todavía tenía mucho que enseñarle. Y eso es lo que más excitaba al bereber. – Vamos a hacer una cosa… Como se que vas a mentir si te pregunto dejaremos que tu pollón hable por ti. Vas a olerme y si tu polla se pone dura te quedarás a jugar.

El polaco no dijo nada, mantenía la mirada de manera agresiva. Algo en su interior le pedía correr y huir de allí, pero su cuerpo no se movía. Vio como lentamente Mohamed levanto sus brazos y puso las manos tras su cabeza. Unos sobacos con algo de vello aparecieron ante él, y su olor inundó aun más la habitación. El polaco se mantenía inmóvil aunque el olor le iba inundando, su polla estaba ya mirando al techo y no sabía porque, no entendía como un hombre podía excitarle de ese modo que hasta hace unas semanas no conocía.

-          Venga… anímate. Lo estas deseando. – Mohamed sonreía, ni había mirado la polla del polaco pero sabía que estaba bajo su influjo, que tenía un perro ante él al cual su hermano le había metido el gusanillo en el cuerpo de servir a un macho. Le daba pena no haber sido él quien lo hubiese conquistado, pero implicaba que su hermano iba avanzando en su proceso de volverse un Amo y eso le enorgullecía.

El polaco aspiraba lento, notando ese olor amargo de macho que te penetraba hasta lo más profundo de tu cerebro.

-          Cierra los ojos… acércate despacio… Shhhhsss despacio sin tocarme. – El polaco empezó a obedecer. Olía ese enorme sobaco, y su polla babeaba. No sabe el tiempo que estuvo así, solo abrió los ojos al notar algo húmedo golpeando su estómago. Abrió los ojos y vio esa enorme polla… gordísima y con la cabeza oscura y babeando.

-          Dios… - Miró a Mohamed que solo asintió. El polaco se arrodilló y cuando iba a agarrarla el bereber aparto su mano. Sabía que no podía tocar todavía.

-          Así, despacio. No hay prisa… Tenemos que conocernos. – Mohamed sabía que el olor en el sexo era el mayor de los sentidos, el que se quedaba en la memoria y no se olvidaba. Todo el mundo reconocía el olor a sexo, pero él sabía que había todo un mundo de matices y placeres en los olores que una persona cachonda desprendía. – Amine, déjanos solos…

-          Joder hermano, vas a hacer perderme esto después del tiempo que he dedicado a conseguirte un perro nuevo? – Amine sabía que Mohamed siempre iniciaba a solas a sus perros, pero le hubiese gustado estar en esta ocasión. Llevaba días aguantando las ganas de desvirgar al polaco, aunque sabía que con él hubiese sido a la fuerza.

-          Ya sabes que necesito intimidad para desvirgar un culo. – El gran macho sonrió y vio la cara de pánico del polaco que sin embargo no intentó levantarse. Mohamed se agachó a la altura del macho arrodillado mientras Amine salía de la habitación. – Vas a darme tu culo, verdad? Lo sabes… deseas dármelo y solo me conoces de 10 min.

-          No se lo que me está pasando. – El polaco miraba al suelo rojo de vergüenza como un niño de 11 años que se empalmaba por primera vez en unos vestuarios delante de otros hombres.

-          Te está pasando que tu naturaleza está saliendo a la luz. Cuando profundizas en una persona y le enseñas los placeres más prohibidos, a veces se descubre que uno tiene vacios que solo un macho superior puede llenar. Tú serás mío y lo sabes, ya te había observado, no te pienses que Amine descubrió que tú eras un perro debajo de todos esos músculos y testosterona. Solo los machos Alpha podemos detectar eso… saber quiénes son inferiores y han nacido para darnos placer.

Mohamed había levantado a Olek y le hablaba a centímetros de su cara, con sus pollas chocando contra sus cuerpos. Eran casi igual de altos, el moreno cuerpo de bereber con el blanco y tatuado cuerpo del polaco. Olek notaba el calor que desprendía el cuerpo del árabe aunque prácticamente no lo había tocado. Deseaba que lo besase, notar su sabor pero no se había ganado todavía ese placer. Lo giró y lo apretó contra su cuerpo… su piel ardía, no sabía como podía desprender tanto calor. La excitación del polaco era bestial, pensaba que hasta podría correrse solo con sentir el cuerpo de ese enorme macho, nunca se había sentido tan poca cosa. El siempre había sido el más grande, el más fuerte, el más macho… joder como podía sentir tanto placer al verse sometido por otro macho. El que siempre había disfrutado de torturar y destrozar a pasivos.

Mohamed empujó al polaco, que absorto en ese macho que aunque había visto muchas veces en el comedor nunca había cruzado una palabra con él, calló en la cama casi a plomo. El árabe agarró sus nalgas y las separó, respiraba muy agitado… excitado ante un culo virgen. Lo olió, ese olor a macho que nunca había sido penetrado ni por un dedo. Disfrutó varios minutos de su olor ante un sumiso y excitado macho que esperaba con impaciencia que llegase ese hecho que marcaría una nueva etapa en su vida. Mohamed fue subiendo por el cuerpo del polaco, que temblaba pero no se movía. Colocó la cabeza de su polla en el culo del polaco la mantuvo unos segundo, paladeando el placer de la sumisión total, de un macho rendido a su nuevo Amo. Y clavó su polla… costó mucho, era muy gorda para ese pequeño y poco flexible culo. El polaco gritaba, mordía la almohada pero se mantenía quieto. Mohamed sonreía, iba a ser un buen perro. Cuando su polla estuvo totalmente dentro la fiera se desbocó y empezó a follarlo a lo bestia, con fuertes y profundas penetraciones que el polaco no podía soportar… al final se desmayo. A pesar de notar su cuerpo inerte y que habían cesado los gritos ahogados en la almohada siguió follando hasta que descargó una enorme cantidad de su semilla en el interior del polaco. Ahora ya era suyo… sería suyo toda la vida.

Cuando sacó la polla del pálido culo del inerte Olek esta tenía restos de leche y de sangre. Miró a su nuevo perro orgulloso, con su polla mirando al techo la cual no bajaba ni un ápice su dureza.

-          Yo pensé que este aguantaría. – Mohamed se giró a ver al hombre que entraba por la puerta. Un enorme y peludo macho más alto que él y que solo vestía un arnés de y un collar de cuero que llevaba con orgullo y que tenía el nombre de su amo grabado.

-          Que tal Youssef? Ya ves que no todos tienen tu aguante. – Miraba a su perro favorito con orgullo, no podía evitar excitarse al ver a ese macho que había sido su primera conquista de verdad, su transformación en un Amo. Su polla dio varios votes al verlo a pesar de haberse corrido unos segundos antes.

-          Ya sabe que yo hago todo por mi Amo. – Youssef se agacho y empezó a besar los pies de un imponente Mohamed que tras desvirgar al polaco parecía más enorme si cabe.

-          Me has echado de menos?

-          Cada segundo.

-          Límpiame la polla que todavía tengo mucha leche que dar, y yo también te he echado de menos. – Mohamed de agachó a acariciar la cabeza del macho arrodillado, que lo miró con orgullo de saber que su amo lo tenía en estima.

Tras varias horas inconsciente Olek se despertó algo desubicado. No tenía claro si había soñado todo o había pasado en realidad. El dolor de su culo le dio la respuesta rápidamente y el calor de otro cuerpo lo tranquilizó. Mohamed lo abrazaba desde atrás sentía su gran polla apoyada en sus nalgas y un hombre grande y peludo que trabajaba en el cuerpo de seguridad dormía a los pies de la cama con una gran sonrisa. Olek intentó levantarse pero el abrazo de Mohamed se lo impidió.

-          Tranquilo, mañana te curaremos ese culito. – Mohamed le hablaba muy suave al oído, como medio dormido. – Ya sabes lo que eres, te falta rendirte a mí totalmente, pero lo haremos juntos. Ahora descansa. - No sabía que hacía ese macho en su poder de decisión, pero Olek solo pudo aspirar el olor de Mohamed y cerrar los ojos. Se sentía a gusto y seguro con el hombre que le había destrozado el culo unas horas antes.

---------------------------------

Antonio se levantó pronto y sin hacer ruido. Miró a Juan que dormía desnudo, roncaba ligeramente al estar boca arriba y su polla estaba dura como todas las mañanas mirando al techo. Estuvo tentado a engullirla o sentarse encima de ella. Pero volvió a la realidad, le entraron ganas de pegarse. Como era tan puta… por culpa de eso había perdido a su Amo. Amine no le hablaba desde hacía dos semanas, por más que él había rogado que le castigase… que le perdonase. No sabía si podría estar así mucho más tiempo, se odiaba a sí mismo. Su debilidad ante cualquier macho le había costado un alto precio, primero su gran amor y ahora a su Amo. Se vistió y fue a desayunar. Lo hizo solo a pesar de encontrarse allí varios de sus amigos, como hacía desde que Amine lo rechazó. Absorto en sus pensamientos noto a alguien sentarse a su lado. Su alegría fue mayúscula al encontrar a su Amo sentado al lado, aunque ni lo mirase. No se atrevió a hablar, solo esperó.

-          Que tal perro? – Antonio sonrió como un niño al escuchar esas palabras, era lo mejor que podía pasar, su Amo lo volvía a llamar perro. – No te pienses que te he perdonado, todavía queda mucho para eso. Pero si quieres que empiece a planteármelo ven esta noche al vestuario de los mandos a las 12 de la noche. Y trae a Juan.

-          A Juan?... a Juan porqué? – Antonio hablaba en un hilo de voz estaba tan contento pero la petición de llevar a Juan lo tenía desconcertado.

-          No aprendes nunca. – Amine lo miro por primera vez con ira en su ojos. Todavía tenía un gran rencor hacia su perro.

-          Perdón Amo, allí estaré. – Antonio bajo la cabeza como muestra de sumisión.

-          ESTAREIS. Si no traes a Juan ya puedes ir haciendo las maletas. – Amine se levantó y salió del comedor. Cuando quedó fuera de la vista de Antonio no pudo evitar sonreír y tocarse su duro miembro. Estaba impaciente por volver a abrazar a su perro.

************

Tras un tiempo sin poder escribir continuo mi saga con un pequeño capitulo... espero que os guste y se agradecen los comentarios y criticas.