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Los exilios pueden ser placenteros. Cap III

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LA OTRA VIDA DE ANTONIO

Ya eran las 9 de la noche y allí estábamos Antonio y yo intentando terminar el trabajo que me había pedido para hoy el cabrón de Fernando. Ese hijoputa me va a hacer la vida imposible, pero un día espero vengarme, ¿Por qué me tendrá tanto odio el jodio? El, yo y Antonio éramos lo únicos que quedábamos en la oficina. Por suerte Antonio era un ángel, yo solo no hubiese sabido ni por dónde empezar. Llevaba dos años sin currar y estaba más que oxidado. Estaba agotado y tenía la cabeza como un bombo.

-          Que pasa novato, no eres capaz a realizar tu solo el trabajo que te mando. – Fernando venía caminando hacia mi sitio y el de Antonio. – Antonio, no pierdas el tiempo con el nuevo, no va a durar aquí ni dos asaltos. Llego enchufado y se va a marchar electrocutado jajaja.

-          Eso ya lo veremos… - Susurré y seguí con lo mío. Antonio me miro con cara de cállate la boca jodeeeerrr…

-          Has dicho algo novato? – Fernando se había parado justo a mi lado. Joder que grande era el tío… la verdad es que me ponía algo burro, aunque lo mal que me trata hace que le tenga más asco que aprecio. A pesar de todo, no pude evitar coger una buena bocanada de aire por la nariz y oler a es macho… Pufff, olía bien el cabrón… A macho y a… hostia… olía a lefa a sexo. El típico olor que se tiene después de una buena follada que acabas lleno de leche de macho.

-          Nada… que estamos a punto de terminar. – Me quede pensando a quien coño se habría tirado esta bestia parda de Fernando. Aquí somos todos tíos… y está casado. Aunque bueno, muchos casados me he tirado durante mi vida… Me quede mirando cómo se iba, el tío andaba raro… no me había parecido que anduviese así por la mañana.

-          Venga espabila Juan, que estoy matao y nos van a cerrar el comedor.

-          Ok, perdona tío. Es que estoy agotado, no sé que hubiese hecho sin ti.

-          Nada hombre, otro día ya me ayudaras tu. No te preocupes. – Antonio no perdía la sonrisa era un tío cojonudo…

Acabamos de currar y fuimos directos a cenar. Eran casi las 10 y el resto de currantes estaban terminando de cenar y yéndose a sus habitaciones o a la sala de ocio. Antonio y yo casi ni hablamos, estábamos agotados. Era la primera vez que lo veía callado. Nos fuimos al cuarto directamente yo me quite la ropa y me tumbe en la cama en gayumbos. Antonio hizo lo mismo, la verdad es que hacía bastante calor y a mí no me gusta dormir con el aire acondicionado.

-          Joder vaya primer día, espero que el resto sean un poco más tranquilos. Aunque Fernando me tiene cruzado, me va tener así todo el puto año. – Yo miraba hacia el techo con los brazos detrás de la cabeza.

-          Será solo estos días para ponerte a prueba. Fernando es muy exigente, pero es un buen jefe. Es muy inteligente y siempre quiere ser el mejor en todo, y quiere que su equipo también lo sea.

-          Ya tío… no sé. No quiero cagarla… espero acostumbrarme al ritmo de trabajo y que el grandullón deje de tocarme los cojones un poco. ¿Te has dado cuenta que olía a lefa cuando se ha acercado a última hora? – No pude evitar preguntárselo aunque enseguida me di cuenta de la metedura de pata y me ruboricé un poco.

-          Que que??? Jajajaja – Antonio empezó a descojonarse. – Pues la verdad que no me fije, pero no sería el único. Tú tienes una buena lefada seca en el gayumbo, cerdete. Jajaja… Antonio se había puesto de rodillas y se descojonaba de mi señalándome los gayumbos lefados.

-          Otras… - Me levante y me miré los gayumbos. Todavía traía los gayumbos de Carlos, y con los restos de su lefa que ya estaban resecos.

-          Aprovechaste que te dejé solo anoche para hacerte un pajote? Jajaja, venga anda quitate eso cerdo. Encima te gusta dormir el bolas, no? – Antonio decía esto mientras se quitaba sus gayumbos. – DECLARO ESTA HABITACIÓN LIBRE DE GAYUMBOS!!!! - Gritaba mientras saltaba y daba vueltas con el brazo en alto al calzoncillo que se acababa de quitar.

-          Jajaja, estás loco Antonio. – Yo lo miraba divertido rascándome la cabeza.

-          Pero venga tío, quitate los gayumbos. – Antonio había bajado de la cama y forcejeaba por quitarme los calzoncillos de Carlos. Al final deje que me los quitase entre risas. – Joder tío, huelen a tigre y lefazo. – Se los llevo a la nariz y tras olerlos me los lanzo a la cara y se empezó a reir otra vez y se lanzo la cama boca abajo.

-          La verdad es que si que huelen, joder que vergüenza. – Los olí y todavía notaba el olor de Carlos, y se vino a la memoria la follada de boca y su lefa cubriéndome la cara.

-          Serás cerdaco, se te está poniendo la polla dura oliendo tu propia lefa, jajaja. Venga apaga la luz que estoy muerto. Si te haces otro pajote no hagas mucho ruido.

-          Ok, no te preocupes que si me hago una paja me limpio a los tuyos jajaja. – Antonio me miro y me saco la lengua. Luego giro la cabeza y se puso a dormir. Yo pude admirar unos segundos su cuerpo. Aunque era mi tipo por ser demasiado delgado y pequeño y sin nada de vello tenía un cuerpo muy bonito, fibrado, como de chaval desarrollándose… y un culito muy respingon, precioso la verdad, y con un pequeño tatuaje en arabe en la nalga derecha. Aunque yo soy más de un culo de macho peludete, Antonio tenía un culo muy blanco fijo que tenía un tacto muy suave, estoy seguro de que casi no tenía pelo en el ojete. – Oye Antonio, que significa el tatuaje que tienes en la nalga.

-          Nada… dejame dormir - Antonio contesto adormilado. Estaba claro que hoy me quedaba con la duda.

Después de mirarlo tranquilamente me di cuenta de que ya le tenía bastante cariño a este chaval que acababa de conocer. Me tumbe en la cama agotado, y con los gayumbos de Carlos en la mano como la noche anterior, algún día tendría que volver a los vestuarios de los jefes, aunque de momento debía centrarme en el trabajo por una vez en mi vida… Enseguida me dormí con la polla mas crecida de lo normal.

Los siguientes días fueron parecidos, mucho curro, Fernando seguía puteandome. Y pobre de Antonio ayudándome. La verdad es que la gente era muy agradable, mucha camaradería y el aislamiento y que no hubiese tías a las que impresionar hacía que no hubiese ese ambiente de machitos que me había imaginado antes de venir. La gente era más cercana y había más contacto que el que suele ser normal entre tíos. No me refiero a tema sexual, pero si veías dos compañero sentados muy juntos, o uno reposando la cabeza en las piernas del otro mientras veían una película, supongo que la gente necesita contacto físico en estas situaciones de aislamiento. Los baños eran un show… el cielo para un gay morboso como yo. Había pollas de todos los colores tamos y formas, sin circuncidar o con la cabeza descubierta… culazos peludos lampiños, gordos, delgados. Y se hacían mil bromas… típico amago de folleteo cuando alguno se agachaba a por el jabón, que solia acabar con dos tíos corriendo en bolas insultándose y riendo. Las típicas nalgadas, tocadas de huevos o guerras de toallas nunca faltaban tampoco. Me sorprendió que había más de un tío empalmado, que siempre era la mofa del resto. Debido a la falta de sexo por lo visto era normal. Yo encantado porque así disimulaba mi pollon morcillón.

En el vestuario me dedicaba a comprobar los mitos de las distintas razas. Alli había gente de todas las nacionalidades, aunque por supuesto primaban los de raza árabe que solían tener buenos rabos… aunque hay de todo, había 5 japoneses que tenía las pollas bastante pequeñas o normalitas, algún subsahariano que tenían la típica polla negra de carne larga y pesada, pero que no creía mucho más al empalmarse (ni falta que hacía en algún caso… vaya rabos), entre los alemanes y españoles el tamaño eran bastante estándar de todo un poco sin llamar la atención ninguno.

El que si llamaba la atención era el cocinero del complejo… un polaco fuerte y grande cubierto de tatuajes. Mediría casi dos metros, y estaba marcadísimo de gimnasio, se tenía que reventar a diario para estar así. Era rubio, pero rapado casi al cero, de rasgos duros, pero atractivos y unos ojos muy azules. El tío no sonreía nunca, y parpadeaba muy poco… lo que le daba un aspecto agresivo. A parte de un cuerpo espectacular tenía un samurái tatuado en la espalda, el cual luchaba con un dragón que empezaba en el muslo por cima de la rodilla y subía por su potente nalga hasta la espalda, una obra de arte la verdad. Ambos brazos los tenía tatuados enteros también con motivos orientales. Llevaba piercings en los pezones rectos y afilados con punta a ambos lados, y otra argolla bien gorda en su pollon… Si como no, un macho así tiene que tener un pollon. Ya se lo había visto empalmado, era un tio que no tenía que disimilar nada ya que nadie iba  decirle nada… y parecía que le gustaba pavonearse por el vestuario con la polla morcillona o mirando al techo orgullosa. Era extremadamente gorda, bastante más que al mía… aunque no largo normal, mediría unos 18 cm. Le daba un aspecto algo raro… yo nunca había visto nada parecido, además era blanquísima con un capullo rosa muy apetecible… y la argolla que llevaba era la guinda de aquel pastel polaco.

Como decía los días pasaban rápido, con mucho curro y poco descanso… Yo tenía algo abandonado el gimnasio y no tenía fuerzas ni para pensar en visitar el vestuario los jefes a ver si me volvía a cruzar con Carlos. De vez en cuando llamaba a Lito, con cualquier escusa sobre el ordenador. Yo notaba cierto tonteo entre nosotros, pero él era muy reservado. La verdad es que a mi me molaba mucho, era guapo, masculino y olía de puta madre. Por más que me insinuaba, solo pude invitarle a una cocacola que fue interrumpida a los 5 minutos por una inoportuna llamada de trabajo para Lito.

El poco tiempo libre que tenía lo pasaba con Antonio, en la sala de juegos tomando algo o en la habitación los dos en bolas hablando de cualquier cosa. Le hacía mucha gracia que yo me tocaba los huevos o jugaba con mi prepucio y luego me olía los dedos inconscientemente. Decía que era un cerdete (no le voy a quitar la razón), y con la confianza y el calentón teníamos un juego bastante cerdo entre manos. Yo algún día le lefaba los gayumbos que siempre tenía tirados por cualquier sitio de la habitación… y el no me decía nada. Aunque alguna vez los encontraba con una preñada fresca que tenía que ser de él jajajaja. La verdad es que me empezaba a poner algo cachondo el chaval. O igual era la falta de sexo, la verdad es que cada vez miraba más el culito de aquel chaval.

Me tenía mosqueado que ciertas noches se escapa sin hacer ruido mientras dormía o me ponía cualquier escusa y se iba de la habitación dos o tres horas. Yo no sabía que hacía, aunque suponía que iba a follar con alguien porque volvía oliendo sexo, y con marcas rojas en las nalgas que yo miraba haciéndome el dormido.

Todo cambio una noche de la segunda semana de mi estancia, Antonio llego de sus escapadas… era muy tarde… llevaba casi 4 horas. Llego, se desnudo y se echó en la cama. Ese día se tapo… lo cual era extraño por el calor que hacía y porque él no solía taparse. Yo estaba mirándolo a oscuras, con la poca claridad que entraba por la puerta. Al minuto empecé a escuchar que estaba sollozando.

-          Antonio… estás bien? Qué te pasa?

-          Nada Juan, estoy bien… no te preocupes. – Pero Antonio no podía retener las lágrimas y cada vez era más claro que estaba llorando.

-          Antonio cuéntamelo… por favor. – Yo me levante y estaba arrodillado al lado de su cama acariciándole el pelo. Olía a meados, sudor y semen…

-          Sniff…. Nada de verdad Juan…

-          Venga cuéntamelo y tranquilízate. – Yo me metí en su cama y le acerque a mi cuerpo. Aunque estuviésemos desnudos no tenía ninguna intención sexual. Cuando le rodee el pecho con mis brazos dio un respingo de dolor. – que te pasa Antonio… tienes alguna herida?

-          No, no… de verdad. – No le dio tiempo a decir nada más antes de que encendiese la luz a ver que le pasaba.

-          Pero Antonio… que te han hecho… - Al levantar la sabana vi sus pezones muy hinchados… con marcas de dientes… Se los habían currado a base de bien. El pobre los tenía reventaditos.

-          No es nada… mañana estarán bien. – yo lo volvi a abrazar, me di cuenta de que el tenía el culo manchado… e instintivamente lleve mi mano a su culo… También se quejo…

-          Antonio… también tienes el culo muy irritado… - Yo le miraba ese culo de quinceañero respingon… muy blanco… tenía también marcas de nalgadas y el ojete muy rojo… y lleno de lefa. No se porqué… pero no pude contener las ganas de lamérselo, muy suavemente…

-          Juan, para… que haces.

-          Shssss, calla… esto te sentará bien.

Yo seguí lamiendo… tenía leche de macho algo seca cubriéndole las nalgas y más leche saliendo de su culito. El culo se abría con facilidad… aunque Antonio lo intentaba cerrar, y yo lamia con cuidado… entrando poco a poco con mi lengua y limpiando los restos de leche que encontraba. Estuvimos al menos 5 minutos así… mientras Antonio ya gemía de gusto.

-          Espera un segundo Juan… - Antonio estaba rojo de excitación y yo tenía mi barba llenas de mis propias babas y restos de lefa. – Túmbate boca arriba. –

-          No hace fal… – Poso un dedo en mis labios y me hizo callar con una sonrisa.

Yo le hice caso y él se sentó en mi pecho… dejando accesible su culito a mi hambrienta boca. En esa posición empezó a salir leche en gran cantidad de su culo… pufff joder que gusto, era mucha… de más de un macho seguro o más de una lefada de un cabro con huevos de toro, había mucha… pufff. Yo empecé a comer con gula. Metía mi lengua lo más profundo que podía, olia profundamente encajando mi nariz en su culo, restregaba mi barba por  su culo… Dios estaba poseído por el cerdeo. Para colmarme de gusto Antonio se trago mi pollon hasta los huevos. Dios que bien mama el cabrón. La tragaba muy profundo, aguantándola dentro, con mucha saliva que resbalaba por mis huevos. Yo seguía comiendo ese culito que estaba muy abierto. Ya casi no quedaba leche… aunque yo insistía, era deliciosa… y comer culos preñados era uno de mis mayores placeres. Con tanto estimulo no pude evitarlo y me corri a lo bestia en la boca de Antonio. Él lo trago todo, sin problemas y con sumo gusto… Se veía que él también disfrutaba. Se levanto me dio un pequeño pico, apago la luz y se acurrucó en mi pecho.

-          Muchas gracias Juan. – Yo lo abracé, no hacía falta decir más. A los cinco minutos se durmió y yo lo acompañe en su sueño instantes después.

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4 horas antes....

-          Buenas noches Amo. – Antonio había ido a la despensa tal como le había pedido su Amo, era un sitio raro para sus citas pero no se atrevió a preguntar, sabía que no debía hacerlo y para colmo llegaba un par de minutos tarde.

-          Todavía no has aprendido lo importante que es la puntualidad en este proyecto? – Amine lo miro cabreado. Se le notaba un poco inquieto y excitado a la vez, marcaba un buen paquete y se notaba que no llevaba ropa interior.

-          Lo siento Amo, es he tenido q…

-          Cállate joder, ya no sabes saludar como debes. Creo que tendremos que reforzar el aprendizaje. – Amine tenía razón, era un perro horrible, siempre la estaba cagando y haciendo o diciendo cosas que no debía. – El domingo te quiero en mi cuarto a la hora de siempre, y no hagas planes, te pegaras la noche en la jaula.

-          Lo siento Amo, me portaré bien. – Amine solo tuvo que encrespar un poco más su mirada para que Antonio se pusiese a lamer sus botas mientras se iba desnudando como podía. Antonio disfrutaba de servir a Amine, estaba enamorado de su Amo… y le daba igual como lo tratase. Es más, lo disfrutaba, él sabía que había nacido para ser un perro de un buen macho. Y su macho era Amine.

-          Te veo con ganas, me alegro, porque la noche va a ser larga. – Amine se tocaba el paquete, estaba muy excitado y se notaba una marca húmeda en la pernera de su uniforme.

-          Veo que has cumplido lo prometido. – dijo una voz grave desde la puerta.

-          Yo siempre pago mis deudas si se consigue lo que quiero, Olek. – El cocinero polaco de dos metros entraba por la puerta sin camiseta y descalzo, únicamente con el pantalón blanco de su uniforme, mostrando toda su masculinidad y marcando su gorda y potente polla. Antonio se giro con cara de terror al escuchar su voz y su nombre. Miró a su amo el cual ni se digno a mirarle, solo sonreía con soberbia.

-          El pedido de alcohol de este mes ha sido muy grande, me dejarás a tu perro más tiempo hoy… tengo cosas que enseñarle. – Olek dijo esto con una sonrisa de morbo en su cara, mirando el culo expuesto de Antonio que lo miraba con cara de pánico.

-          Perro, tu sigue lamiendo. – Amine le guiño un ojo para tranquilizar a su aterrado perro. – Pero hoy el trato es que yo me quedo mientras lo usas.

-          Jajaja… no te atreves a dejar a tu perro conmigo? Veo que tienes miedo de que te abandone por mí. – Olek decía esto mientras se acercaba dejando atrás su pantalón y mostrando sus portentosas piernas y con el pollón mirando al techo.

-          Eres muy gracioso Olek, no pienso dejar a mi perro solo contigo después de cómo lo encontré al última vez que hicimos negocios. Estuve tres meses sin poder usar su culo, y mis negocios se vieron resentidos con un perro lisiado. – Antonio escuchaba atento y cuando paraba de lamer una ligera patada en la cara le recordaba cual era la orden de su amo.

-          Tampoco fue para tanto, tu perro tiene un culo muy pequeño y yo un puño muy grande, jajajaja. – Decía esto levantando su puño ante la cara de Amine que le mantenía la mirada sin inmutarse.

-          No me jodas Olek… Sabes que a mi perro no se le fistea, y tu lo hiciste sin permiso y sin lubricación hasta que le rompiste el culo. – Amine se había cabreado de verdad al recordarlo. Había encontrado a Antonio inconsciente en el vestuario, sangrando por el culo. No se perdonaba haber fallado a su perro. – Y baja ahora mismo ese puño si no quieres que te recuerde otra vez quien manda aquí.

-          Tranquilo Amine… no te enfades. – A Olek todavía le dolía el orgullo que le costó pasarse de los límites con Amine. Subestimó al chaval delgado al que sacaba 20 cm de altura y 40 kilos de peso… pero que peleando era una máquina.

En cuando Amine encontró a Antonio fue directo a por Olek. Este estaba solo preparando la comida del día siguiente. Cuando lo vio sabía a qué venía, y estaba preparado. Desde pequeño había aprendido a pelear en la calle y sabía que el que pegaba primero tenía más opciones de ganar. En este caso su táctica no funciono, solo consiguió darle el primer puñetazo y de refilón, a partir de ahí encajó la primera paliza de su vida. Todavía recuerda las palabras que le dijo cuando lo dejó casi inconsciente en el suelo… “Si vuelves a sobrepasarte te hago mi perro a base de hostias.”

Olek se arrimó más a Amine y le empezó a quitar la camiseta. Amine sonrío a ver la cara de vicio del polaco al descubrir un arnés que llevaba puesto para la ocasión y que potenciaba la masculinidad innata del bereber. Se enfundaron en un morreo de dos machos dominantes y cabrones, con mucho vicio, mucha lengua y saliva. Amine le hizo un gesto a Antonio para que le quitase el pantalón. Antonio le quitó primero las botas que tanto le gustaba lamer a su perro, las traía sin calcetines… venía preparado para la ocasión. Luego le quitó los pantalones, dejando escapar ese pollón duro de 25 cm y un grosor nada despreciable.

-          Vuelve a poner las botas a tu amo, me da más morbo con ellas. – Olek olía y lamia los sobacos de Amine y luego se morreaba con él. – Me vas a dejar reventar el primero el culo de tu perro, es lo mínimo al tener que compartirlo.

-          Fóllalo lo fuerte que te dé la gana. Ya sabes que me gusta su culito preñado. Perro ven aquí. – Antonio hizo caso a su amo... con el allí se sentía seguro y sabía que iba a disfrutar aunque es sexo fuese duro como le gustaba a Olek. Se apoyó en unas cajas dejando su culo expuesto al polaco y pudiendo oler la polla y los huevos de Amine. Ese olor era el mejor popper que existía para Antonio. Amine le restregó la húmeda polla en la cara al acercarse y abrirle el culo para abrírselo para el polaco. Antonio enterró su cara en la ingle de Amine, lamiendo con gusto… y sabiendo que lo que venía iba a doler y mucho.

-          Todo mío? – Pidió permiso Olek algo sorprendido. Pensaba que después de su último encuentro no iba a dejar ni tocarlo. Pero subestima el vicio que se encontraba detrás de ese macho de sonrisa amigable.

-          De golpe, y no pares hasta que lo preñes bien. – no hizo falta que dijese nada más.

-          Aaaaaaaaaagggggggggghhhhhhhhh – Antonio gritó ante el envite de aquel pollón del polaco del grosor de un bate de beisbol. Cerraba los ojos y apretaba los dientes para no gritar como un animal. Le estaban follando sin dilatar y la única lubricación que echaba el pollón del polaco… por suerte estaba muy excitado y su polla echaba precum a litros. Amine agarro del pelo a Antonio y se puso a mirar su cara de dolor… la disfrutaba, quería que su perro sufriese.

-          Te duele, verdad perro?

-          Siii… Amo… me duele mucho. – Antonio casi no podía hablar, las embestidas eran bestiales. Olek sacaba el pollón entero y lo volvía a clavar de golpe… hasta los huevos. Ponía una cara de vicio que mostraba lo que le estaba gustando, y como la actitud de macho de Amine puteando a su perro le encantaba.

-          Pero te gusta verdad, perro? – Antonio bajo la mirada, y un tirón de pelo hizo que mirase a su amo nuevamente.

-          Siii Amo… me gusta. – Antonio miraba a su amo con pena, el había nacido para eso y disfrutaba cuando un macho le destrozaba el culo. Y mucho más si su amo se lo había abierto para él. Amine lo miro con cara de vicio y se acerco a sus labios a milímetros… notando los gemidos que pegaba su perro al recibir las embestidas de aquel animal. La cara de Antonio se ilumino esperando recibir un beso de su amo.

-          Solo sirves para ser un perro y recibir pollas. – Amine se lo dije lentamente mirándole con desprecio, marcando cada sílaba. Y termino soltándole un lapo bien espeso en toda la cara. Se irguió y empezó a follarle la boca a lo bestia… - Te gusta compartir mi perro, polaco cabrón?

-          Si cabronazo… no sabía que eras tan bestia con este perraco. Si lo sé, no le hubiese roto el culo y lo hubiésemos compartido contigo antes. – Olek y Amine se morrearon con vicio mientras destrozaban a Antonio que no podía contener las arcadas de la bollada de boca de su amo.

Estuvieron así unos largos minutos… hasta que el polaco empezó a gemir y embestir más rápido. Empezó a gemir como un toro y se corrió a lo bestia dentro de culito de Antonio, que ya se había corrido hacia tiempo aunque ninguno de los dos machos de había dado cuenta. Tampoco les importaba.

-          Ahí lo tienes moraco… el culo de tu perro bien lleno de leche como me pediste.

-          Espero que lo hayas llenado bien y que te quede más leche… esto acaba de empezar. Dejame un hueco… y que este te limpie la polla. Perro date la vuelta. – Antonio casi no podía moverse pero se jiró y puso boca arriba. Amine le pillo las piernas y clavo su pollón en ese culo dilatado y lleno de lefa. – Ufff joder que calentito y como se acopla aunque le hallas metido esa bestialidad por el culo. – Amine no dejaba de asombrarse de cómo se acopabla ese culo a cualquier polla, apretándola y haciendo que el macho disfrutase.

-          Vaya pero si el perrito se ha corrido sin tocarse, jajajaja. – Olek cogió con el dedo y lamio los restos de lefa que Antonio tenía en su estomago. Se había corrido de gusto, como le pasaba constantemente siempre que Amine le llamaba para una de sus sesiones.

Amine empezó a embestir fuertemente a Antonio que lo miraba con vicio, ese arnés le hacía más macho todavía, y sus ojos verdes poseídos de vicio y sexo le ignotizaban. Su grata visión se vio interrumpida por la manaza del polaco que le cogió la cabeza para aproximarla a su polla que tenía restos de lefa y los jugos de su culo. Antonio lo trago con glotonería… Mientras el polaco lo miraba con lujuria. Le encantaba el cuerpo aniñado y blanco de Antonio, se marcaban enseguida cualquier nalgada, mordisco o pellizco.

-          Vas a dejar de mirarle los pezones y currarselos de una vez? – Amine le estaba dando manga ancha para unos de los vicios del polazo… currar y morder las tetillas de un buen perro.

-          Pufff estaba esperando escuchar eso. – El polaco empezó a currar los pezones de Antonio que eran ya algo prominente de anteriories curradas similares a las que iba a recibir hoy. – para la próxima vez traigo mis pinzas y el resto de juguetitos jajaja.

-          Sabes que no me gusta la sangre Olek, no la cagues ahora. – Amine no dejaba de embestir a Antonio, cambiando el ritmo y la profundidad, folladas rápidas o lentas en la que dejaba el rabo fuera y veía el ojete de Antonio boquear y al chaval revolverse buscando polla. La polla de su amo. Los gemidos de Antonio eran ahogados por el pollón de Olek,  que estaba encantado a currando los pezones del perraco y se volvió a empalmar. Lo hacía duro, haciendo que Antonio se retorciese de dolor y de gusto.

-          Dios… que gustazo… mira como disfruta, que rojos se le ponen. – el polaco saco la polla de la boca de Amine, y se puso a lamer esos pezones hinchados por el trabajo de sus dedos.

-          AAAGGGGRRRRR. – Olek estaba mordiendo sus tetillas, Amine embestía con vicio y Antonio se retorcía de dolor.

-          Que pasa perro, no te gusta? – Olek cogió la cabeza del perro y le escupió y se rio. Volvio al ataque, lamiendo mordiendo retorciendo esos pezones que tanto le gustaban.

Así estuvieron más de veinte minutos, hasta que Amine empezó a gemir y a correrse como una fuente, le llenaba el culo muy profundo, queriendo dejarlo donde no se saliese. Antonio también se corrió, manchando la cara del polaco.

-          Serás cerdo… puto perro. – le cayó una buena hostia en la cara por su atrevimiento. - Joder encima tiene la cara llena de mis lapos. - El polaco se reía mientras sacudía la mano para librarse de sus propios lapos que habían cubierto la cara de Antonio.

-          Jajaja… tranquilo que esto lo arreglo yo en un rato. – dijo amine jadeando todavía del esfuerzo de la follada. Estaba cubierto de sudor igual que sus dos acompañantes. – Olek túmbate en el suelo… Y tu perro a cabalgar un rato esa polla. No vamos a hacer nosotros todo el trabajo.

Olek se tumbo y Antonio se dirigió con las piernas tambaleantes a sentarse sobre aquel pollón. Antonio instintivamente apretaba el culo para que la semilla de su amo no saliese de su culo… aunque lo había dejado tan profundo que no sería tan fácil. Antonio votaba sobre el polaco que alternaba el ayudarlo con las manos para que se clavase más fuerte con currarle los pezones. Amine les miraba mientras se tocaba su polla, que casi no había bajado su vigor. Miraba a los ojos a su perro que estaba en trance votando en ese pollón pero admirándolo a él como si no hubiese nada más en el mundo. Tenía la cara llena de lapos y los pezones rojos y con marcas de mordiscos. Esto le excitaba… verlo humillado le daba un placer especial, en parte venganza y en parte el morbo de ver como su perro disfrutaba cumpliendo sus órdenes.

Amine se levando de donde estaba apoyado y fue caminando lento hacia los dos folladores. El polaco lo miraba acercarse y como se puso delante de ellos con su cabeza entre las piernas. La verdad que la vista que tenía era espectacular.

-          Abre la boca. – Antonio enseguida abrió la boca expectante del oro líquido que de vez en cuando le regalaba su amo.

-          Serás cabrón, no iras a mearle conmigo debajo?

-          No decías que estaba sucio… habrá que limpiarlo, jajaja.

-          Serás cabrón…

-          Encima te estás poniendo más cachondo. Vas a resultar un poco perro tú también. – El polaco no contesto, solo sonrió y empezó a dar embestidas más fuertes al perraco. En el fondo el cabrón del moro tenía razón, nunca había estado tan cachondo como esa noche.

Amine empezó a mear a Antonio, limpiándole la cara y jugando con su perro, que intentaba desesperado beber todo lo posible. Los restos de meada caían por su cuerpo hasta el cuerpazo del polaco, que lo embestía con unas ganas tremendas, queriendo atravesarle el culo. El chapoteo que se escuchaba era excitante para los tres.

-          Vamos a ver si le entran dos pollas. – dijo Amine mirando a su perro con cara de cabrón. Antonio le sorprendió echándose sobre el pecho del polaco exponiendo su culo.

-          Joder, que bien enseñado lo tienes cabrón. Pero si lo rompes no me eches la culpa.

Amine se coloco detrás de ellos… la sumisión de su perro había sido el colofón para ponerle la polla como un hierro ardiendo. Empezó a empujar, tuvo que hacer varios intentos y unos cuantos lapos para conseguir meterla. Antonio gemía, bufaba y se retorcía de dolor… Olek no le dejaba escapar, lo tenía bien agarrado y disfrutaba viendo la cara de dolor del chaval.

-          Joder como se siente tu rabo cabrón… está durísimo.

-          Y el tuyo… ufff y con esa argolla da más gusto el roce todavía.

Empezaron a moverse y ya los tres gemían mientras el culo de Antonio se acostumbraba como podía a recibir esas dos pollas… gracias a las folladas anteriores y a la cantidad de lefa que tenía en su culo podía soportar esas dos bestialidades de pollas a la vez.

-          Cómele la boca a mi perro. – Amine le dio la orden mirándole a los ojos con la cara llena de sudor. – Te he dicho que le comas la boca. Lo estas deseando cabrón. – Olek le mantuvo la mirada unos segundos más. Esos ojos verdes le taladraban, y leían su mente… llevaba tiempo queriendo probar los meos de ese moro cabrón que la cara  angelical de ese perro. No aguanto más esa mirada gélida y se lanzo como poseído a por la boca de Antonio. Empezó a besarle y lamerle la cara por todos lados. Antonio no podía responder al efusivo polaco… Solo gemía y gemía, ponía los ojos en blanco del gusto que estaba recibiendo. Así estuvieron hasta que se corrieron los tres a la vez entre grandes bufidos de gusto.

Se quedaron los tres en esa posición, las pollas no querían dejar ese agujero que tanto placer les había dado. El polaco aguantaba el peso de los dos respirando agitadamente. Estaba pensativo después de haber echado el mejor polvo de su vida y de hacer ciertas cosas que no se hubiese imaginado hasta hoy. El primero en moverse fue Amine, miro su reloj y empezó a sacar su pollón de ese culazo. Cogió un poco de la lefa que se escapo del culo de Antonio y puso sus dedos entre su perro y el polaco… Antonio empezó a lamer con gula… El polaco miraba deseoso pero sin atreverse… Cuando Amine se levando, se puso besar a Antonio intentando degustar la lefa de Amine. Antonio esta vez sí le correspondió, seguía muy excitado a pesar del agotamiento.

-          Venga perros, levantaros. Es tarde, llevamos más de tres horas follando – Olek al escuchar eso quito a Antonio a un lado y se puso de pie al lado de Amine.

-          No soy un perro como esto. – dijo dando una leve patada a Antonio que seguía en el suelo entre meos y lefa.

-          Todavía… - dijo Amine… se agacho, cogió del pelo a su perro y le dijo. – Tenía razón Mohamed, solo sirves para eso. Mírate…, te has corrido 3 veces follando con un tío que te dejó en el hospital una semana.

En las palabras de Amine había desprecio y tristeza. Aunque en su interior un sentimiento de orgullo, por tener un perro obediente empezaba a ganar terreno. Su próximo objetivo sería el polaco.

-          Perro, limpia esto y vete a dormir. Ni se te ocurra ducharte. Tú ven, vamos al vestuario a ducharnos, alguien tendrá que frotarme la espalda. – Olek intento resistirse pero no pudo evitar el morbo de seguir a aquel macho en arnés y botas a la ducha. No se dio cuenta pero no se puso al lado, y así lo siguió hasta las duchas.

Amine se puso a limpiar, cogió un rollo de papel y aprovecho para limpiarse un poco los restos a meados. La leche de su amo la quería dentro de él y no se la limpio. Pensó en el pasado y en las palabras de Amine y no pudo evitar empezar a llorar.