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La vida de Mohamed. Cap. IV

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LA VIDA DE MOHAMED (Cap. IV)

Hacía ya un mes desde que Youssef había huido de la casa de Mohamed. No pensaba permitir que sensación de sentirse controlado por ese puto niñato siguiese creciendo. Lo mejor era olvidarse de su antigua vida y empezar de nuevo. Incluso había cambiado de móvil, para que Alim dejase de llamarle y ofrecerle volver. Llevaba un mes viviendo en Marrakech a todo tren, fiestas, mucho alcohol, drogas y sobretodo mucho sexo. Él nunca se había drogado, pero necesitaba escapar, y necesitaba funcionar en la cama como antes de conocer a Mohamed. Desde que se había ido ya no conseguía follar como antes, su polla se bajaba a mitad de polvo y sus conquistas se ponían condescendientes o se enfadaban pensando que eran ellas las culpables de la perdida de dureza de su miembro. No sabía cuál de las dos actitudes le jodía y mostrar su hombría se había transformado en una obsesión. Solía contratar prostitutas con las que follaba horas, se metía coca, g, y viagra para aguantar esas sesiones. Ya no disfrutaba del sexo como antes, pero tenía que hacerlo, tenía que olvidarse del niñato que le había jodido la vida.

La verdad es que ese estilo de vida le duró muy poco. Youssef casi no tenía ahorros, siempre le habían gustado la ropa y relojes caros… con lo que con ese ritmo de vida se quedó pronto sin dinero. Se planteó encontrar trabajo pero no consiguió trabajo en la seguridad privada, y no entendía porque, su expediente y preparación eran inmaculados. Siempre que pasaba alguna entrevista a los pocos días le decían que ya tenían a alguien o que ya no necesitaban el puesto. Al final cuando ya no tenía ni para comer decidió currar de segurata por cuatro duros en una de las discoteca cutre de Marrakech. Trabajaba muchos días, y algún día se pegaba una de sus fiestas. Lo bueno es que el puesto le permitía ligar con guiris lo suficientemente borrachas para no darse cuenta de su actual frustración en el sexo.

Un sábado estando en la discoteca aparecieron por allí Mohamed y su amigo Abdul. A Youssef se le cambio la cara, él nunca iba a esa discoteca por eso se había decidido por trabajar allí. Mohamed pasó a su lado y ni le dirigió la palabra. Claramente lo había visto porque Abdul pasó sin saludar pero muy incomodo, no sabiendo gestionar la situación… Youssef se dedicó toda la noche a espiar a su antiguo jefe, y ver como ligaba con una y con otra en su reservado, fardando de dinero y de físico. Claramente era el tío más atractivo de la discoteca a pesar de su corta edad. Al final se fue con un par de chicas alemanas espectaculares, Abdul también había ligado con una chica marroquí que lo más seguro sería prostituta aunque él no lo sospechase a juzgar por lo orgulloso que iba con la chica agarrada de su estrecha cintura. Era raro ver a chicas de origen árabe en las discotecas sin que no buscasen algo a cambio. Es algo que Abdul a sus 17 años todavía no sabia y se le veía todo orgulloso salir con su “conquista”. Youssef se quedó decepcionado, ni siquiera había hablado con él, ni había intentado que volviese… vamos es que ni lo había mirado… Ya no se acordaba de él. Su rabia crecía por dentro, le había jodido la vida y Mohamed seguía la suya como si tal cosa.

Youssef tras la visita y al cerrar la discoteca decidió llamar a una de las putas que últimamente se follaba y tener una sesión privada en casa. Se metió un par de rallas y se tomó un viagra con una buena cantidad de whisky.

-          Papi no es lo mejor tomar viagra con alcohol para que esto funcione…

-          Tú calla y chupa puta. – La chica le miró con desprecio, tenía clara su profesión pero no le gustaba que la tratasen de esa manera. La chica se esmeraba en la mamada pero no tenía ningún efecto.

-          Qué te pasa hombretón… no te pongo caliente? – Dijo la puta de manera coqueta. Youssef esa noche no era capaz a concentrarse, su polla reposaba en su vientre medio morcillona pero sin pillar dureza.

-          No… ya te han usado tanto que no eres novedad.

-          Serás gilipollas… Ya no pagas tanto como para tener que aguantar esto. – La chica se levantó y se fue de la casa de Youssef recogiendo su pequeño vestido y sus zapatos. Se vistió en dos segundos y se marcho.

-          Serás pUTAAAA… - Youssef estaba cabreado y sobretodo frustrado. Encima se había tomado un viagra y la zorra se había pirado. Decidió que no era su noche y desechó llamar a otra prostituta. Esa noche terminaría con un triste cinco contra uno.

Youssef empezó a acariciarse, hacía mucho que no se masturbaba le recordaba a la paja que le hizo a Mohamed. No quería tener ningún tipo de excitación pensando en un hombre, ni siquiera excitándose con su cuerpo. Hasta entonces eran comunes sus pajas delante del espejo, tocándose su velludo pecho y currándose sus grandes pezones hasta hacerse daño… lo que le excitaba sobremanera.

Esa noche se empezó a tocar suavemente, acariciándose el pecho los pezones, subió un brazo para olerse el sobaco. Su polla reaccionó a ese olor a macho poniéndose muy dura… como hacía tiempo que no se ponía. Tiraba de ella hacía abajo y golpeaba fuertemente sus duros abdominales. Estaba encantado por ver su polla otra vez dura, otra vez soltando líquido aunque fuera una simple paja. Decidió currarse los pezones mirando su polla votar… palpitaba cuando se hacía daño, gritaba, bufaba… una triste paja estaba siendo el mejor polvo en mucho tiempo. No lo entendía pero se dejó llevar, el placer que sentía merecía dejar sus ralladas mentales aunque fuera unos minutos. Una mano fue bajando por su pecho y sus abdominales mientras la otra se alternaba en retorcer y pellizcar sus pezones. Se tocó la polla, la apretó pero vio que si la estimulaba se correría enseguida, decidió jugar con sus peludos huevos… empezó a apretarlos a tirar de ellos hasta provocarse algo de dolor que retrasase ligeramente su inminente orgasmo… sin querer rozó su perineo. Esto le dio un mucho placer, un grumo de lefa asomó en su polla y se agarró fuertemente los huevos para parar el orgasmo. No sabe muy bien porqué pero un su mano empezó a jugar con su perineo mientra la otra tiraba fuertemente de sus huevos. Sus gritos eran bestiales, una vecina harta de sus sesiones empezó a dar golpes a la pared. Youssef ni lo escuchaba concentrándose en un orgasmo bestial, fue apretar su cerrado y peludo ojete y el orgasmo se desbocó. Empezó a gritar y a soltar chorros de lefa, el primero le cruzo la cara, dejándole manchada la mejilla derecha y la barbilla, la siguientes fueron a su pecho y cuello más espesos y con un poco menos de potencia. No pudo evitar recoger la lefada de su cara y llevarla a su boca… la degustó con ansia pensando en la leche de Mohamed, en como sabría la espesa leche de ese cabrón.

El día que lo pajeó se quedó con la ganas de probarla. Lo había pensado cuando estaba cubierto de lefa del joven y recostado sobre su pecho sintiendo su acelerada respiración, sudados y excitados como nunca. Mientras se recuperaba del mejor orgasmo en muchos días siguió pensando en el joven, en como estaría destrozando a esas dos golfas a pollazos. Agitó la cabeza para intentar quitarse esos pensamientos, su polla seguía dura, no sabía si por efecto de la viagra o de pensar en el hercúleo bereber. Cogió la botella de whisky y empezó a beber a morro hasta que cayó vencido por el alcohol. Como podía ser tan desgraciado con lo bien que iba su vida hasta entonces.

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-          Jajaja…. O sea que sabías que era una puta y no me lo dijiste. – Abdul estaba en gayumbos en la habitación de hotel de su colega. Cuando la tía le pidió dinero se indigno, un hombre como el no necesitaba pagar por follar y echó a la chica. Que se fue insultándole y montando un escándalo que hizo salir a Mohamed de su habitación.

-          Claro tío, que pensabas que hacía una chica como esa sola en esa discoteca. – Mohamed se desocojonaba de la risa, viendo la cara de cabreo de su colega que seguía con la polla mirando al techo.

-          Y las dos guiris donde están? Pensé que estarías follándotelas a saco. Y que me prestarías una para bajar esto - dijo tirando de su polla hacía abajo lo cual hizo que cimbrease dentro de su gayumbo.

-          Na tio, no me molaban, muy remilgadas… se asustaron a ver mi polla y encima no tengo muchas ganas hoy. – La polla de Mohamed descansaba dentro de unos boxer blancos ajustados, usaba este tipo de calzoncillo pq con los otros le colgaba la polla por debajo de la tela en cuanto se excitaba un poco o le entraban ganas de mear.

-          No tiene nada que ver Youssef?

-          No joder… él se lo pierde. Ya es agua pasada.

-          Lo he visto un poco desmejorado, y al verte se ha quedao blanco… Qué coño hará trabajando de portero de discoteca? Era el mejor escolta del grupo, podría estar currando con cualquiera si el quisiese.

-          No se tío… Igual no quiere trabajar más por ese rollo militar que os traéis. – Mohamed se quedó pensativo unos segundos, él era el que había dado orden de que no lo contratasen en ningún sitio decente. Quería putearle un poco por huir y no entender lo que era y que su vida tenía que ser con él, que debía ser su perro… que había nacido para eso. – Bueno que… ponemos una porno y nos hacemos un pajote antes de dormir. – Quiso cambiar de tema de conversación.

-          Venga vale. – Dijo alegremente Abdul quitándose el gayumbo y liberando a su negra polla que seguía igual de dura.

A la mañana siguiente… bueno más bien tarde, Youssef se levantó con una resaca horrible. La casa estaba hecha un desastre, el olía a lefazo que le recordó la impresionante paja de la noche anterior y no pudo evitar pensar en Mohamed. Rápidamente decidió que tenía que hacer algo para no pensar en ese jodio niñato, se dio una ducha rápida para quitarse los restos de lefa del pecho, cogió su bolsa del gimnasio y decidió ir a sudar el alcohol que todavía debía estar en sus venas. Al abrir la puerta había una prenda blanca de ropa en el pomo de la puerta. Supuso que sería algo que se habría caído al tender y alguien lo pondría allí pensando que era de él.

-          Pero qué coño… - Al cogerlo notó algo húmedo y viscoso. Lo miró mejor y el olor era inconfundible, lo hubiese reconocido aunque hubiesen pasado mil años… eran los gayumbos de Mohamed y solo él podía soltar tal cantidad de lefa.

No pudo evitar olerlos y esta vez sí que decidió probar la lefa. Era gilipollas por hacerlo, pero no podía evitarlo, era algo superior a él. La lefa sabía mejor de lo que nunca hubiese pensado… se quedó unos segundos degustándola y recordando el olor de ese gran macho. Cerró la puerta otra vez, su polla estaba muy dura y no podía ir así al gimnasio. Al acercarse a olerlos vio que tenían algo escrito… una fecha.

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Abdul se despertó al sentir a Mohamed entrar en la habitación cargado con un kilo de shebaquia, un dulce típico marroquí.

-          Joder que madrugador, se te ve de buen humor. – A parte de feliz a Mohamed se le marcaba el pollón en el pantalón, por lo que las palabras de Abdul tenían un doble sentido. – Tío no te puedes poner gayumbos, con ese rabazo asustarás a los niños.

-          Jajajaja, así voy más cómodo.

-          Tío enserio, que te pasa? Ayer se te veía apagadete y hoy estas con un buen humor que no veía en mucho tiempo.

-          He comprendido que en la vida no hay que darse por vencido. – Mohamed lo dijo con una sonrisa mostrando su blanca y perfecta dentadura. Hoy sus ojos verdes tenían un brillo especial.