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Compartiendo piso con mi sobrino VI

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COMPARTIENDO PISO CON MI SOBRINO VI

Jon se encontraba serio sentado en la cama con las piernas cruzadas como si fuera un niño pequeño al que le fuera a contar una historia antes de dormir. Yo estaba en la tirado con una almohada haciendo de respaldo y un vaso de whisky en la mano. Por suerte unos días antes Kevin me había robado de mi casa un par de botellas reserva especial que le había pedido. Algo tendría que pagar por dejarle el harén libre. La preciosa sirvienta que había escogido personalmente y cuyo culito se adaptaba perfectamente a mi pollón era muy del agrado del joven jardinero, que además tenía que cumplir (con agrado) con las perversiones de mi mujer junto a Carmen y su hermano mellizo.

-          Seguro que no quieres una copa, te vendría bien.

-          No de verdad. Empieza ya y déjate de tanto preámbulo.

-          Hoy deberías dormir con Ben, esto puede esperar.

-          No quiero más excusas. Ben está bien, se lo he explicado y se ha tomado un calmante, ya está durmiendo.

-          Ok… como quieras. Muchas partes de la historia, sobretodo las que te voy a contar hoy es lo que me contaron tu padre, el abuelo y tu tío Juan.

-          El tío Juan, el del pueblo?

-          Si. Tú te llamas Jon por él.

-          Como voy a llevarlo por él si no se hablan desde antes de que yo naciese.

-          Hoy lo entenderás.

Empecé a relatar la historia de la vida de Iñaki y mía cuando éramos adolescentes…

Por aquel entonces Iñaki tenía 16 años y yo tenía 13. Vivíamos en una aldea de unos 200 habitantes cerca de Bilbao, a unos 20 km. El abuelo ya trabajaba en la ciudad pero la distancia era tan corta que seguíamos viviendo en la casa de los bisabuelos. Aunque teníamos que madrugar para que nos llevase al instituto y al colegio antes de trabajar, mis padres preferían la vida del campo. En el pueblo había bastantes chavales por lo que no nos aburríamos y allí teníamos una libertad difícil de imaginar en una ciudad.

Aunque te parezca mentira yo era muy ingenuo a mis trece años. Era un chaval desgarbado, casi de la altura de tu padre y con un ridículo bigote del que estaba extrañamente orgulloso a pesar de las burlas de los chavales mayores del pueblo que ya se afeitaban. Tu padre era el guaperas del pueblo, le gustaba mucho salir a correr por el campo con los perros y aunque delgado estaba muy fibrado, los ojos azules de la familia añadido a las facciones típicas vascas y su pelo azabache hacían el resto. A pesar de todo tu padre siempre fue muy humilde, a todo el mundo le caía bien y era un líder en la sombra del grupo, planeando trastadas y organizando los partidos de futbol y demás juegos de los chavales.

Todo cambió cuando tenía 16 años. Tu tío Juan vivía en un caserío dedicado a la ganadería principalmente, pero con su huerta como todo el mundo en aquella época. Claro que se caso el tío Juan… tu tío se casó joven y se quedó viudo mucho más joven, al nacer tu primo Rubén, antes de que se naciese tu padre. Yo creo que Rubén tiene un par de años más que tu padre.

-          Jon en serio… No podemos dejar esto para otro momento. Hoy ha sido un día muy difícil…

-          Tío…

-          Ok…no me mires así… Continuo.

Bueno, por aquél entonces cuando todos los chavales empezaron a salir con las chicas del pueblo tu padre empezó a ir a ver a diario al tío Juan. Al volver del instituto cogía a los perros y se iba corriendo campo a través para el caserío del tío. Lo ayudaba con las tareas del campo y también en la cocina. La abuela había enseñado a cocinar a Iñaki, al no tener hijas y yo ser un pillo que no paraba por casa, mi hermano era la compañía de mi madre en la casa.

Yo algún día lo acompañaba a casa del tío, aunque me aburría bastante y trabajábamos como negros limpiando las cuadras, dando de comer al ganado, ordeñando las ovejas… Aquello era un no parar, no sé cómo podían con todo aquello entre el tío Juan y el primo Rubén. Con el tiempo, Iñaki se quedaba algún día a dormir… cada vez con más asiduidad. Yo nunca iba porque había que levantarse media hora antes para llegar a casa y que nuestro padre nos llevase al colegio y siempre he sido un dormilón.

Los abuelos estaban muy contentos… bueno ya era un trasto y estaba todo el día metido en líos. Nunca suspendí pero era un trasto y tenía una novia nueva cada semana, incluso alguna mayor que yo. Iñaki era el hijo modelo, buen estudiante y que se mataba a ayudar a su tío viudo y su primo. Tranquilo Jon,… hay que ponerse en situación, no creo que tu padre te haya contado nada de esto. Bueno continúo… Todo cambio por una tontería. Estábamos cenando y el abuelo se acordó de que el día siguiente tenía que ir media hora antes a trabajar para pasar el reconocimiento médico. Intentó llamar por teléfono unas cuantas veces pero nadie cogía el teléfono, hasta que la abuela le dijo que no fuera vago y se acercase a por Iñaki con la furgoneta.

Yo cometí el error de empeñarme en ir, a ver si el abuelo me dejaba llevar la furgoneta. Como siempre he sido muy cabezón al final me llevó por no aguantarme, yo iba todo feliz conduciendo y aguantando las mil correcciones del abuelo. Cuando llegamos al caserío no encontramos a nadie en la casa. El abuelo me mando ir a la cuadra ya que debían estar allí mientras el se bebía un vinito sin que la abuela se enterase. Yo fui a la cuadra corriendo para contarles a todos que había traído yo la furgoneta solo sin que el abuelo me ayudase. Lo que me encontré me dejó…

-          Jon… esto puedo arreglarlo yo, no hace falta revolver mierda pasada. – Dije mientras me levantaba a echarme otro vaso de whisky.

-          Joder tío… eres peor que las películas de A3. Te quieres sentar y seguir con la historia. Encima te has empalmado, o sea que tan desagradable no será. – Dijo Jon sonriendo viendo mi pollón casi empalmado.

-          Hostia… soy un puto degenerado. – Dije con resignación intentando olvidarme de mi rabo.

Cuando llegué a la cuadra me encontré una escena que como has visto no he podido olvidar. El tío Juan estaba reventando el culo a tu padre, y supuse que no era la primera vez ni siquiera del día, porque por sus piernas fibradas chorreaba leche en abundancia. Ruben, mi primo le daba rabazo por la boca, le escupía y le daba hostias llamándole de todo.

-          Hostia puta… no me extraña que te empalmes… sí que voy a necesitar un whisky. – Jon se levantó con el slip dado de sí a punto de la rotura del empalme que traía. Volvió al momento  sin gayumbos y con un vaso y se sirvió una copa después de pegar un lingotazo a morro. – Continua - me dijo sentándose en la misma posición en el pollón manchando de precum su ombligo.

Yo estuve un rato mirando, no sé el tiempo que pasaría… unos 10 minutos mínimo. En ese tiempo les dio tiempo a cambiarse culo y boca unas cuantas veces. El tío Juan lo follaba fuerte pero sin el desprecio del primo que era puro vicio. Se le veía la cara desencajada follando con rabia e insultando a tu padre constantemente, dándole fuertes nalgadas y hostias o retorciéndole los pezones. Tu padre?... tu padre era el que más disfrutaba de los tres si es que hubiese un rango para distinguirlo… lo recuerdo como si hubiese sido esta tarde. Me abstraje y empecé a contar con pelos (lefa, lapos) y señales lo que pasó a continuación…

-          Ven nene, siéntate aquí con el tío. – Mi tío se tendió en una manta sucia en el suelo que tendría más de una lefada… y quien sabe que más.

-          Claro… haré lo que digas. – Se sentó en su pollón con fuerza, queriendo hacerse daño para sentir cada centímetro en su abierto culo que rezumaba lefa a litros.

-          Bufff… joder Iñaki… nos has cambiado la vida, como te quiero nene. – El tío Juan e Iñaki se besaban con pasión y cariño. Se notaba que se querían.

-          Papa, puedo intentarlo otra vez? Hoy está muy abierta esta zorra… en breve le hacemos un coño.

-          Rubén, no seas bestia, las tenemos muy grandes y es un chaval. – Dijo Juan dejando de besar a su sobrino.

-          Claro, pobrecito… siempre estáis igual, como si fuerais novios. – Dijo Rubén cabreado y celoso.

-          Quiero hacerlo… déjale que me destroce… - dijo Iñaki sonriendo a su tío.

-          Estas seguro nene? – El joven solo asintió.

-          De puta madre… te vas a enterar zorra. – Rubén se arrodilló y empujó bruscamente la espalda de Iñaki contra el pecho de su padre haciendo que el culo del joven Iñaki quedase más expuesto todavía.

-          Rubén, ten cuidado… Pufff… joder que caliente la tienes siempre. – Juan sentía la polla de su hijo ardiendo deslizarse poco a poco. Iñaki buscaba la boca de su tío pero no era capaz de besarle, solo jadeaba como un perro agotado.

-          Hostia Papá… hoy entra entera… ya casi está. – Ruben sonreía como si hubiese logrado subir el Everest.

-          QUE COÑO PASA AQUÍ!!!!.  – Mi padre estaba a mi lado y lanzo un chato de vino al suelo que estalló en mil pedazos devolviéndonos a todos a la realidad.

-          Tío… - Rubén se levantó sacando su pollón del culo de Iñaki de golpe al vernos, provocando un gran dolor en el culo del joven. Juan con los ojos abiertos como platos se quitó a su sobrino de encima y se puso delante para protegerlo del padre que ya venía corriendo rojo de ira.

-          Yo te mato hijo de puta…

Lo siguiente que pasó te lo puedes imaginar. Tu abuelo saltó encima de su hermano mayor Juan que una vez vio a Iñaki levantarse del suelo y taparse con la sucia manta que les hacía de lecho dejó de defenderse. El abuelo empezó a pegar a su hermano con rabia hasta que entre Rubén y yo lo conseguimos separar como pudimos. Iñaki fue a socorrer a Juan que sangraba profusamente por varias brechas.

-          Iñaki ven aquí… que vengas!!! – Iñaki lloraba y besaba las heridas de su tío que le hizo un gesto para que fuera con su padre. – Soltadme!! – dijo más tranquilo al ver venir a Iñaki hacia nosotros con la cabeza gacha.

-          Tío, tranquilízate. – Rubén soltó a mi padre con recelo por si volvía al ataque.

-          Tío? – Mi padre escupió al suelo  con desprecio. – Vosotros no sois mi familia, ni hombres… putos maricones. – Cogió a Iñaki por los hombros y se lo llevó. Yo los seguía sin saber qué hacer.

Una vez en la furgoneta mi padre me mando volver a por la ropa de Iñaki. Al llegar no hablé, observé como mi tío lloraba y Ruben con el pantalón puesto lo abrazaba. Rubén con miedo me preguntó si íbamos a decir algo, yo solo levanté los hombros buscando entre la ropa tirada por el suelo la que pertenecía a mi hermano.

En cuanto llegué a la furgoneta mi padre arrancó sin dejarme ni cerrar la puerta. Antes de entrar al pueblo aparcó en una cuneta.

-          Vístete y deja de llorar. Me dais asco… con tu tío y tu primo. Pero que se os pasa por la cabeza.

-          Yo lo quiero, papá.

-          Mira Iñaki, no vas a volver a verlo en tu vida. Tu tío ya no existe si no quieres que lo mate yo mismo. Me has entendido?

-          Si. – Iñaki no dejaba de llorar, ya vestido abrazaba la manta mal oliente como si fuera el mayor de los tesoros.

-          Suelta esa mierda, tírala por la ventanilla. – Mi hermano obedeció y empezó a contralar el llanto. – Cuando Iñaki se tranquilice vamos a ir a casa, dirás que estas malo y te vas directo a la cama, no quiero ni que veas a tu madre. La evitarás unos días, te conozco y sé que sabe lo que te pasa con solo miraros. Y tu ni palabra Ángel, esto no ha pasado. Monta alguna de las tuyas que es para lo único que sirves, así entretendremos a tu madre.

Esa noche la salvamos como pudimos.  La abuela tenía problemas del corazón desde que era joven incluso le había recomendado no tener hijos pero ella se negó y nos tuvo a tu padre y a mí. Igual hubiese sido mejor que no nos tuviese, seguro que hubiese vivido más y mejor. Al día siguiente nos fuimos muy pronto por el reconocimiento médico con lo que Iñaki pudo disimular la cara de llorar toda la noche que tenía. Por el camino el abuelo nos volvió a adoctrinar y en como debíamos ocultar todo a la abuela o la mataríamos.

Yo esa tarde busque pelea hasta que la armé para bien, tuve que meter mano a la hermana pequeña de los dos más brutos del pueblo. Me cayó una buena, pero te aseguro que fui el centro de atención de todo el pueblo durante un tiempo porque le rompí el brazo al hermano pequeño y el hermano mayor se rompió la mano contra mi caradura. Como consecuencia tus abuelos decidieron que tu hermano y yo ayudaríamos a la familia con las tareas de su granja. La cosa salió a las mil maravillas porque así había una excusa para que Iñaki no fuese a ayudar al tío Juan. Tristemente fue la primera vez que mi padre estaba orgulloso de mí. Yo también me llevé mi recompensa, porque aunque la hermana de esos dos cabrones  era una estrecha, su madre estaba muy necesitada.

-          Te follaste a la madre de esos dos? – Me dijo Jon sorprendido.

-          Si… fue mi primer coñito… me enseño mucho esa señora.

-          Bueno sigue, que nos desviamos. Y papa, como lo llevaba?

-          Iñaki era un alma en pena, nunca lo había visto tan triste.

-          Y no intentó ir a ver al tío Juan?

-          Tú no conociste al abuelo. La amenaza de matar a su hermano si volvía a acercarse a Iñaki no era una broma. Te aseguro que lo hubiese hecho y ambos lo sabían.

-          Y que paso?

-          Si no preguntases tanto ya lo sabrías. – Reprendí en broma a mi sobrino.

Al mes el abuelo nos sorprendió a todos, había buscado una casa en Bilbao, esta casa, y nos mudábamos. Yo me alegré, el pueblo se me hacía pequeño ahora que estaba más interesado en las tías que en corretear como un salvaje por el pueblo. Para la abuela e Iñaki fue un mazazo. Para la abuela la vida era el pueblo, las vecinas, la huerta… En la ciudad su vida se limitaba. Para Iñaki era alejarse del tío Juan definitivamente ya que si el abuelo no estaba dispuesto a hacer aquello, nunca les perdonaría lo que habían hecho. Esa noche Iñaki lloró como el día en que los descubrimos, no era capaz de consolarlo y solo se calmó cuando aparecí con la vieja manta que tiramos a la cuneta el día en que su vida cambió.

Nos mudamos y todo parecía mejorar: Iñaki se centró en sus estudios ya que ese año tenía el examen de acceso a la universidad y yo me centré en ligar con el máximo de tías posibles. Todo fue bien hasta que con el paso de los meses el abuelo empezó a sospechar de los paseos nocturnos que daba Iñaki de vez en cuando. Lo pilló haciendo cruising varias veces, pero a Iñaki le daba igual, el seguía escapándose en cuanto mi padre bajaba la guardia.

Tu abuelo le empezó a dar unas palizas tremendas a tu padre cada vez que lo pillaba o pensaba que se había escapado, siempre sin marcarle la cara, pero yo veía los moratones que cubrían su cuerpo cuando se ponía el pijama. Todos sabíamos lo que pasaba, excepto la abuela que sospechaba y se preocupaba por la depresión que tenía Iñaki, pero no decía nada.

-          Ángel, si sigues así papá te va a matar. – Dije un día que lo tuve que ayudar para ponerse el pijama. – Seguro que tienes las costillas rotas.

-          Me da igual.

-          Porque haces esto… por fastidiarle?

-          Jajaja… ufff joder. – Intentó reírse pero el dolor hizo que se arrepintiese. – No tienes ni idea hermanito. Echo mucho de menos al tio y al primo, sobretodo al tío.

-          Follar.

-          Follar, dormir, verlos trabajar…

-          Y que ganas con ir a que unos viejos te den de chupar sus pollas mal olientes.

-          Pues al menos me quito las ganas de follar. Aunque nunca se parece a lo que tenía.

-          Tantas ganas tienes de polla que prefieres que papá te de palizas?

-          Pues si…

-          No lo entiendo.

-          Es lo que hay. – Dijo mi hermano mirándome con melancolía. Como podían tener esa mirada unos ojos de 18 años.

-          Si necesitas polla, la mía es la envidia del instituto.

-          Tú estas tonto hermanito, anda échate a dormir. – Dijo mientras se sentaba en la cama. Yo no me moví y me quedé parado delante de él.

-          Hablo en serio hermano. – Me baje mi pantalón y mi gran polla, que de aquella ya rondaría los veinte centímetros en erección, colgó relajada.

-          Anda quitate – Y me empujó con poca fuerza debido a la paliza de aquella tarde.

-          Te lo digo en serio, aquí hay polla de sobra.

La cogí y le retiré el pellejo. Esa tarde había jugado a futbol y mi novieta del momento me había hecho una paja sin sacarme la polla del gayumbo. Nunca quería hacer nada más, como si ver mi polla fuera una tentación muy grande o si no veía lo que hacía no era pecado. El olor a polla inundó la habitación, y algo de requesón se acumulaba en la base de mi capullo. Mi hermano miraba mi polla sin poder apartar los ojos de ellos. La melancolía se fue de ellos empujada por el vicio. Y la mano de Iñaki se acercó lentamente… y empezó a jugar con el pellejo, la olió mientras mi polla de adolescente crecía en segundos. Nunca pensé hasta ese día en el sexo con hombres, pero deseaba más que nada en el mundo que mi hermano engullese mi rabo. Nadie me la había comido, ni la madre de los dos gamberros del pueblo, y eso que me la folle veces, decía que eso era de putas. Cuando tu padre se metió mi pollón hasta la base, desee que todas las mujeres del mundo fueran putas. Iñaki comía con ansias, casi sin arcadas… Rubén lo tenía bien enseñado. Que hijo de puta, como lo trataba… recordé esos 10 minutos que les había visto follar como leones… y cogí la cara de Iñaki y le solté un buen lapo en su boca abierta. El solo sonrió y fue a por mi polla con más ganas. Yo repetí la acción y le empecé a follar con más ganas, el se sacó su rabo, gordo y mucho más peludo que el mío de adolescente… me gustó verlo babeando, brillante. Mi follada de boca era bestial  y sus babas caían por su barbilla hasta el suelo. Tu padre se levantó y se corrió en mi polla, soltó lefa como no había visto en mi vida ni a mi ni a mis colegas. La lefa caía por mi rabo y mis huevos… no dejó que ni una gota tocase el suelo… comió como un loco y eso hizo que mi polla explotase, no sé como contuve el grito.

-          Hostias Jon… serás cerdo. Yo contándote esto y te corres encima de mí. – Jon estaba corriéndose como una fuente, tenía un par de chorrazos en el pecho y otro en la cara y mis piernas estaban bañadas.

-          Perdona tío… no pude contenerme, me dolían los huevos con tu historia. – Yo ni me había dado cuenta concentrado en el vaso de whisky para no mirarle a los ojos.

-          Ya veo que tampoco te ha impactado mucho que me folle a tu padre.

-          En serio tío, la historia es muy fuerte, pero lo suponía después de lo que me contó Ben esta tarde.

-          Ya bueno… así y todo. – Me callé algo enfadado por cómo se tomaba que yo le contase mis más oscuros secretos y el se pajease con mi historia.

-          En serio tio, perdona… pero es una historia muy morbosa y tengo mil preguntas… Pero es que hoy no había descargado. – Me abrazó lleno de lefa y me miró con cara de niño pequeño. – Me perdonas? Me perdonas?

-          Jajaja… contigo no hay quien se enfade - Y le cogí la cara simulando que le iba a dar un beso de abuela, aunque lo que hice fue limpiarle el lefazo de la cara que degusté con gusto.

-          Serás cerdo…

-          Estas tu para hablar – Dije mirando mi cuerpo cubierto de lefa.

-          Bueno, sigue con la historia. – Un ruido en la habitación de Ben lo puso alerta. – Mierda lo hemos despertado.

Jon salió corriendo de la habitación a ver si estaba bien su amigo. Los escuche hablar un rato y al poco una cabeza apareció por la rendija de la puerta.

-          Tío, te importa si seguimos mañana… Ben ha tenido una pesadilla…

-          Claro que si, vete… - Dije lanzándole una almohada.

El me sonrió y me sacó la lengua… parecía que esa noche me haría una paja solo recordando mi adolescencia.