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Compartiendo piso con mi sobrino. Cap. XI (Final)

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Capitulo XI (Final)

Compartiendo piso con mi sobrino

En primer lugar disculpas por el retraso, y gracias a los que habéis preguntado por el último capítulo. En ningún momento mi intención era que este capítulo se retrasase tanto. Es una historia compleja, y con muchos personajes, con lo que no es bueno un lapso de tiempo tan grande. Para ayudar y aunque quede un poco cutre, voy a resumir en dos palabras a los personajes principales (quien tenga muy buena memoria se lo puede saltar). Si tenéis tiempo y paciencia, podéis releer algún capitulo.

  • Ángel: el protagonista y narrador de la historia.
  • Jon: sobrino de Ángel.
  • Iñaki: El padre de Jon y hermano de Ángel.
  • Ben: el joven irlandés compañero de piso de Jon.
  • Kevin: el jardinero de Ángel, y ahora copropietario de su empresa.
  • Robert: el negrazo sudafricano, dueño del gimnasio.
  • Aitor: el jugador de rugby y compañero de universidad de Jon.
  • Rubén: el ganadero primo de Ángel y que a todos nos pone “verracos”.
  • Juan: padre de Rubén, el tío y gran amor de Iñaki.
  • Alex: el joven que Jon y Ángel conocieron en el parque. Y quien se encargará de representarles en el consejo de dirección de la empresa.

Espero que con esto sirva para que no os perdáis con tanto nombre (hasta yo me pierdo después de tanto tiempo). Puede haber incongruencias, y fallos en nombres… espero que lo entendáis y seáis comprensivos.

Por lo demás, este será mi último relato durante un tiempo. Espero que hayáis disfrutado aunque sea la mitad que yo escribiendo para vosotros. Me quiero centrar en otros retos, y no hay tiempo para todos. Supongo que extrañaré vuestros comentarios y volveré aunque sea de manera puntual. Mi gusto por los relatos con muchos personajes y tramas complejas lo hace un poco difícil, pero nunca se sabe… y quién sabe si algún día veis una novela mía en alguna librería (espero que la compréis, jajajaja).

Muchas gracias y felices pajas.

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Al llegar al piso Kevin y yo estábamos exultantes, incluso Robert tenía una media sonrisa de triunfo, aunque su personalidad conservadora y algo pesimista no le dejaba mostrar la alegría hasta ver que Ángela y el Sr. Aguirre firmasen el documento. Jon y Ben estaban sentados en el sofá, mientras Iñaki nos miraba con cara de preocupación. No les había contado los pormenores de la operación, solo tenían el encargo de hacer las maletas, ya que teníamos que estar unos días desaparecidos. Esta situación los tenía a todos intranquilos... bueno a todos menos a Jon. No sé si por su confianza en mí, o porque sabía más de lo que yo creía. Sentado en el sofá acariciaba a Ben en el lateral del pecho, tocándolo ligeramente con la yema de los dedos. A Ben solo le faltaba ronronear.

-          Bueno, veo que no ha ido mal la cosa. – Dijo un Jon sonriente.

-          Todavía falta lo más importante. – Contestó Robert, contenido como siempre.

-          Pues sí, falta lo más importante, pero ha ido mejor de lo esperado. – Dije, apretando a Kevin contar mí. – Veo que ya tenéis el equipaje hecho.

-          Ya sabes que Ben es eficiente en todo. – Ben miró al suelo tímido, como siempre que recibía un halago.

-          Si, está todo preparado. Nos podemos ir en cuanto digáis.

-          Pues no nos demoremos mucho, nos quitamos los trajes y nos vamos. Robert, ¿estás seguro de que no quieres venir?

-          Si, tranquilo. Me iré a casa de los padres de la Rubia, que hace mucho que no va, y me los quiere presentar. – La relación de Robert con su recepcionista parecía que empezaba a avanzar, una vez ella aceptó que Robert no era un hombre de una sola mujer. Aunque al incluir en sus vicios tríos con tiazos como Jon o un servidor, ella aceptó más fácilmente esas “infidelidades”. En realidad Robert era un hombre muy caliente, pero para nada machista. Ella también podía hacer lo que quisiera, aunque el prefería estar presente. – Además, no dormiría tranquilo con todos vosotros cerca con lo salidos que estáis. – Todos se rieron menos Kevin, que había caído en la cuenta de que no iba ninguna mujer al viaje.

-          Tranquilo, que tu culito está a salvo. - Le dije a Kevin para tranquilizarlo.

-          O no. – Dijo rápidamente Jon, riéndonos todos otra vez.

Kevin y Robert había follado al hermano mellizo de Carmen en varias ocasiones por orden de Ángela, aunque la mayoría de las veces, el estaba travestido. Aunque claramente el culo y la boca de ese chico delgado y goloso, que no superaba los 20 años, les había encantado, ellos no habían hablado nunca del tema. Para Robert era un tema tabú, ya que se definía como 100% heterosexual. Kevin, aunque era hetero, sentía una extraña admiración por macho como nosotros, especialmente por mí y veía con buenos ojos el sexo entre machos, aunque no le atraía nada más que mirar.

Salimos de las habitaciones con ropa cómoda para el viaje. Me hizo gracia que Robert salió con su traje colgado de una percha dispuesto a llevárselo con él. Yo no lo dije nada, seguro que era el mejor traje que había llevado en su vida.

-          Bueno, pues nos vamos. Jon, ¿nos vas a decir de una vez donde has planeado el escondite?

Jon se había encargado de preparar el lugar donde íbamos a desaparecer hasta la firma del contrato de fusión. No me quiso decir nada como venganza por no contarle nada del plan.

-          No  creo que tardes en descubrirlo. Por cierto, yo llevo el Mustang. – Dijo extendiendo la mano.

-          Que ganas le tenías. Vamos en dos coches por lo que veo.

-          Si, tú me sigues con Kevin y mi padre en el todoterreno.

-          Queréis intimidad Ben y tú?

-          Nunca he conducido un Mustang mientras me comen la polla. – Sonrió. – Aunque tendremos mirón, Aitor se ha enterado, y ya está abajo esperando.

-          Joder Jon. Te advertí que no debía saberlo nadie. – Dije cabreado, y la cara seria de Robert me secundo.

-          Ya sabes que se vuelve loco si no le doy rabo a diario. Encima estará con nosotros, y no sabe a dónde vamos.

-          Ok, está bien, pero yo me quedo con su móvil. – Intenté ser lo más precavido posible. Ángela es la mujer más competitiva y vengativa  que te puedes poner delante. Y estar en su contra era sumamente peligroso.

-          Como si se lo metes en el culo a pollazos. – Sonreí ante la burrada, pensando en que sería divertido hacerlo y llamarlo. La verdad es que estaba un poco paranoico.

Cuando llegamos abajo, un sonriente Aitor nos esperaba con una simple mochila como equipaje. Tras despedirnos de Robert, que iría a buscar a la Rubia al gym, nos montamos en los coches y empezamos el viaje. Iñaki estaba muy callado, y solo se relajo cuando mi mano le agarró fuerte el muslo, dejándola allí de manera relajada.

Sin salir de la ciudad, a Kevin le llego una videollamada de Aitor.

-          Hostia puta... qué bueno. - Dijo seguido de una sonora carcajada.

Nos paso el móvil donde vimos como Ben se tragaba el rabo de Jon. Al parar en un semáforo, Aitor enfocó a una vieja que miraba horrorizada la escena. Me sorprendió la reacción de Iñaki al ver aquello.

-          Jon, pero ¿qué coño haces? Dejad de hacer eso en plena ciudad ahora mismo. – Su tono dejaba claro que no había otra opción que obedecerle.

-          Vale, papá, joder que cortarollos. – Sonreí al ver que seguían teniendo una relación padre-hijo, a pesar de los últimos sucesos.

-          Vaya hijo que tienes. – Le dije mientras veía que colgaba, al ver que Jon se guardaba la polla, entre las quejas de Ben y las risas de Aitor.

-          Ni que lo digas. – respondió cabreado. Iñaki, excepto en sus escapadas de cruising, siempre había sido modélico en público.

-          ¿No me la vas a comer a mi entonces? – Bromeé apretando mi rabo morcillón.

-          Serás capullo – Dijo indignado, pero enseguida sonrió mi ocurrencia.

Nuestra cara cambió cuando Jon tomó un desvió a poco kilómetros de salir de la ciudad. Iñaki me miró indignado por la encerrona que pensaba habíamos planeado. Al ver mi cara de cabreo, comprendió que yo no tenía ni idea de aquello. Llamé a Jon varias veces por teléfono, pero no lo cogió sabiendo lo que iba a decirle. No me quedó más remedio que seguirlo.

Cuando cogimos aquel camino de tierra, volví a apretar el muslo de Iñaki que estaba visiblemente nervioso. Kevin, intentó preguntar qué pasaba, pero la mirada que le dedique a través del retrovisor le hizo saber que era mejor estar callado. Jon pito cuando llegamos, y lo vi bajar sonriendo. Observé que Ben miraba aquel viejo caserío y la cuadra adyacente con interés. Estaba claro que él no había estado allí antes. Ver a un dos cachorros de mastín correr como locos hacia un Jon exultante, me hizo entender varias cosas que me tenían preocupado desde hace tiempo.

En cuanto paré, fui directo a buscar a Jon, que acariciaba a los enormes cachorros.

-          ¿Qué coño significa esto? ¿Estás jugando conmigo? – le dije sumamente enfadado.

-          No seamos mal educados, primero habrá que saludar a los anfitriones. – Dijo con prepotencia.

Un silbido hizo que los perros fuesen corriendo hacia un hombre rubio de profusa barba. Aunque habían pasado 20 años, reconocí a Ruben al momento. Iba como siempre, con el mono anudado a la cintura mostrando su potente torso. Se secaba la frente con el brazo mientras caminaba hacia nosotros. Era un día caluroso y el abundante pelo de su pecho y brazos estaba empapado debido al sudor. Al que me costó reconocer fue al hombre que le seguía. Su altura y corpulencia, me hizo intuir que era Álvaro, mi antiguo amigo de la adolescencia al que Ruben destrozaba a pollazos el último día que estuve en aquel caserío. Tenía barba y el pelo rapado, y un cuerpo casi sin vello y totalmente cubierto de tatuajes. Un gran lobo enfurecido le cubría prácticamente el pecho y letras celtas cubrían sus brazos subiendo por su cuello. Cuando se acercaron más, pudo ver dos grandes aros que adornaban unos abultados pezones, debido al trabajo de Ruben en ellos supuse. Los perros se pusieron sumisamente al lado de Álvaro, que se colocó detrás de Rubén que se había detenido observándonos con el gesto serio que tenía normalmente. Sus ojos azules, casi gélidos, me recorrieron de arriba abajo y me pareció ver una tímida sonrisa de agrado en su boca.

Por último miré hacia la casa, allí estaba Juan, observando tímidamente desde la puerta de la casa. Traía un trapo en la mano, por lo que supuse que estaría cocinando para sus invitados, nosotros.

Jon se acercó a Rubén, se sonrieron y miraron unos segundos. Tenían un brillo especial en los ojos al mirarse. No se dieron la mano sino que se fundieron en un morreo intenso, lamiéndose las caras, mientras los demás mirábamos con cara de gilipollas (no había otra palabra para definir el gesto de cada uno de los que allí estábamos). Bueno, todos excepto Aitor, que se sobaba el paquete sonriendo viendo aquellos dos machos. Pero ahí no quedo mi sorpresa. Alvaro, a cuyo lado se habían sentado los dos cachorros de mastines que jadeaban y movían sus colas alegremente, se puso de rodillas. Se aproximo a los dos machos a cuatro patas, y empezó a meter la cabeza entre los paquetes de los dos machos, y se intentaba subir en su pecho. Se comportaba como un perro... pero como un animal, no como un sumiso. Jon se separó de un entregado Rubén, y empezó a acariciar y a pegar golpes en el “lomo” de un emocionado Álvaro.

-          Que pasa perrito, ¿me echabas de menos? Sí, claro que sí. ¿Me echabas de menos, verdad?

Mi cara de asombro, llego a niveles máximos, y solo se recompuso cuando un afable Juan nos pidió que pasásemos dentro.

Nos dirigimos todos a la casa en silencio. Rubén y Jon iban agarrados, y note como Ben se pegaba a mí, y pasé mi mano por su cabeza, aunque ni se inmutó concentrado en su amo y Rubén caminando agarrados y hablando tranquilamente del viaje. Rubén se sentó en un viejo sillón y Jon y yo nos sentamos en el sofá, ocupándolo por completo. Kevin y Aitor, se dieron por aludidos ante la tensa situación y subieron al piso de arriba a colocar el equipaje. Juan le pidió a Ben que le ayudase con la comida, alabando los progresos en la cocina que le había comentado Jon.

-          Iñaki, te importa dejarnos solos un rato, tengo que hablar con Jon y Rubén. – Le indiqué a Iñaki, el cual miró a Alvaro, que se encontraba de rodillas descalzando a su amo Rubén.

-          Álvaro es mi perro, se puede quedar. No va a molestar. – Dijo con sorna. Iñaki se fue a regañadientes a la cocina con Juan y Ben.

-          Bueno, me podéis explicar qué coño está pasando… este show de enamorados que acabamos de presenciar. – Rubén y Jon se miraron sonriendo como dos adolescentes… bueno Jon casi lo era.

-          Bueno… pues ya te puedes hacer una idea. Prácticamente fue provocado por ti, por lo que me contaste cuando empecé a tener dudas sobre mi comportamiento dominante. El porque disfrutaba tanto puteando a un macho sumiso… tu intentaste ayudarme. Pero a la vez me dijiste que en ti esa faceta no era natural, que yo era distinto, que era como Ruben. – Jon volvió a mirar y sonreír a aquel macho rubio, que escuchaba mientras su perro le quitaba el calzado y le lamia los pies. – Y un día le pedí el coche a un amigo y me presenté aquí. No fue difícil de encontrar, todo el mundo conoce a Ruben.

-          Si, supongo que serán la comidilla del pueblo. – Mirando con cierto desprecio la actitud de Álvaro, que no dejaba de comportarse como un perro que hacía labores de esclavo. – No te da vergüenza tratar así a un hombre… o lo que queda de él. – Álvaro ni se inmutó ante mi afirmación. Pero el gesto de Rubén cambió y se aseveró todavía más.

-          No te equivoques, no pienses que puedes hablarme en mi casa en ese tono, Alvaro se comportar como un perro por decisión propia. Te explicaré el comportamiento de Álvaro, pero no pienso justificar nada más de lo que pasa en esta casa.

Rubén relató como el comportamiento de Álvaro había empezado a cambiar. Se empezó a obsesionar con el tema de la sumisión y el mundo de los lobos y los perros. En esa posición podía ver como la espalda de Álvaro, adornada con otro maravilloso tatuaje de un lobo aullando a la Luna. Rubén, tras hablar con él, respetó su decisión de volverse su perro y su comportamiento empezó a exagerarse con el paso del tiempo.

-          Como ves, mi plan de encontrar una pareja se trunco. Aunque tengo al más fiel de los compañeros. – Dijo cogiendo la cabeza de Álvaro con las dos manos, y acariciándolo mientras este intentaba lamerle la cara.

-          Joder, esto empieza a superarme. – Dije negando con la cabeza ante la extraña situación. – Y ¿cuánto lleváis viéndoos?

-          Poco tiempo, solo he podido venir tres veces, el resto ha sido contacto telefónico. Pero me quiero venir a vivir aquí cuando termines con tus negocios. – Dijo Jon seguro, mientras Rubén le cogía la mano y jugaban como ella. Contrastaban las gordas y callosas manos de maduro con las de Jon, que aunque grandes no conocían el duro trabajo del campo.

-          Eso ya lo veremos.

-          Eso lo decidirá Jon, no es un niño… Y me da igual que seas su tío, padre o lo que seas… - Dijo Rubén devolviéndole la puñalada.

-          Bueno tranquilidad. No quiero una guerra de machos. Tenemos unos cuantos días para hablar estos temas. Pero antes tenemos que saber qué es lo que te traes entre manos. – Me preguntó Jon.

Iñaki que estaba más atento a nuestra conversación que a la afable charla que tenían Ben y Juan en la cocina, entró en el salón. Me miró pidiendo permiso para quedarse. Es verdad que Iñaki era mi esclavo, pero también era el padre de Jon y todo esto le afectaba directamente. Le hice una seña y se sentó en mi muslo pasando el brazo sobre mi cabeza. Sentí su calor en mi rabo y una descarga hizo que se me erizase el pelo del cuerpo. Como podía ponerme tanto mi hermano. Los polvos salvajes de estos días habían hecho que volviese a tener el vigor de los 15 años, y en cuanto me rozaba me empalmaba. El notó la dureza de mi polla que había quedado aprisionada bajo su muslo, y sonrió.

Yo les conté mis planes, la formación de la sociedad, y sus porcentajes. Iñaki se preocupó, conocía bien a mi mujer. Jon en cambio se lanzó encima de mí y de su padre abrazándonos a los dos.

-          ¡Toma! Vamos a ser ricos. Es mucho dinero, ¿verdad tío? Sabía que podía confiar en ti.

-          Todavía no han firmado nada. Pero si, es mucho dinero. Más del que podremos gastar – Dije sonriendo ante el entusiasmo de mi sobrino.

-          Joder, has oído Ruben, vamos a ser muy ricos. No vas a tener que trabajar más en la granja.

-          Nada de ese dinero va a ser para Ruben. – Dije enseguida.

-          Cuando nos casemos sí. – Dijo Jon, nuestra cara fue un poema. – Tranquilos que es broma, vaya cara habéis puesto.

-          Además, yo no quiero dejar la granja. – Dijo Ruben serio.

-          Bueno, pero no has dicho que no a lo del matrimonio. – Dijo Jon mirando a Ruben, que se puso rojo como un tomate. – Bueno papá, no vas a agradecer a tu amo el generoso regalo. – Cambió de tema Jon.

Cogió a Iñaki del cuello y lo puso de rodillas entre mis piernas. Mi rabo se salía por una pernera del pantalón de deporte que llevaba, e Iñaki ya solo tenía ojos para el, mientras su propio hijo le acercaba lentamente a su rabo. Cuando estuvo cerca aspiró mi aroma y cerró los ojos disfrutando más de la sensación.

Mire a Rubén, y vi que se había bajado un poco el mono de trabajo liberando su enorme polla. Pisaba la cabeza de su perro que gemía lastimeramente, y daba pequeños lametazos a la planta del pie de su amo como queriendo pedir perdón. Lo más seguro es que Álvaro se lanzó a por el jugoso rabo de su amo, y la intención de Rubén de momento era ver como actuaba Jon, su nuevo juguete.

Iñaki se tragó mi polla y yo agarré su cabeza apretando muy fuerte. Mi polla se hinchó más si cabe encajando en la garganta de mi hermano, haciendo que se quedase si aire y se pusiese rojo. Yo miraba a Rubén a los ojos, sin soltar la cabeza de Iñaki, que tosía y se intentaba separar. Empezó a tener arcadas pese a su gran práctica, “estas desentrenado”, pensé. Ruben me miraba a los ojos con lujuria, acariciando su enorme polla, cogiendo el precum que caía por su polla y llevándolo al capullo donde jugaba con él. No vi celos, ni rencor, solo lujuria en esos ojos tan azules. Esos ojos enmarcados en un abanico de arrugas, pero que desprendían una energía que daba miedo y atraía de la misma manera. Ahora entendía algo a Álvaro, compartir el día a día con un macho así te hacía sentir inferior. A él le hizo sentir que no merecía ser un igual a su amo, merecía ser un ser inferior, un perro de verdad.

No dejé de mirarlo hasta que una gran arcada de Iñaki me hizo volver a la realidad. Mi hermano tosió mientras una gran cantidad de espesas babas caían por mi polla y mis huevos.

-          Perdona. – Dijo Iñaki mientras se recomponía.

-          Tranquilo perro, esto me será muy útil. – Dijo Jon a su padre, ya desnudo y con su polla babeando como siempre. Cogió las espesas babas con la mano y se untó la polla con ellas. Yo le había enseñado que era el mejor lubricante. Se puso detrás de su padre y le rompió el pantalón. – Serás zorra, no llevas gayumbos. – Dijo sonriendo.

-          Lo tiene prohibido por su amo, ¿verdad? – Dijo Rubén mientras caminaba ya  desnudo hacia el sofá. Lanzaba su polla hacia abajo, revotando con furia sobre su estomago para que viese la potencia de esa arma antinatural.

Rubén se sentó a mi lado, pasando su brazo por detrás de mi cabeza y me miro muy serio. Nos retamos un segundo, y me escupió a la cara. Fue como un detonante para que empezáramos a devorarnos la boca, que solo separábamos para escupirnos las babas que nos robábamos mutuamente. El gemido de gusto de Iñaki, al ser atravesado por el rabo de Jon nos hizo parar para mira la escena, la cual tenía un morbo increíble. Iñaki apretaba fuertes los ojos, mientras Jon le reventaba el culo con furia.

-          ¿Cuántos años llevas deseando que esto pasase? – Dijo Jon rompiendo el silencio.

-          Mucho… desde que empezaste la pubertad y te creció ese pollón.

-          ¿Y te gusta la polla de tu hijo?

-          Mucho Jon, mucho… sigue por favor, rómpeme el culo. Hazme daño.

-          Hijo de puta, te vas a arrepentir de pedir eso. Rubén, siéntate en el suelo.

Rubén sonrió, y se tumbó exhibiendo su tremenda polla. Jon cogió a su padre y lo sentó de golpe en es tótem de carne. El grito retumbó en todo el salón, haciendo que el resto de presentes de la casa bajasen a ver la follada que estaba ocurriendo en el salón. Jon empujó a su padre sobre el pecho de Rubén y lamió la polla y el culo de ambos. Apoyó la polla en el ojete de su padre y empezó a presionar.

-          Aitor mira, a ver si mi padre es más un perro de verdad y aguanta la doble como un macho.

-          Ni de coña con el rabo que tiene el rubiaco. – Dijo herido en su orgullo el jugador de rugby.

-          Mira y aprende chaval… - Dijo Iñaki entre gemidos. Rubén y yo nos miramos y sonreímos, recordando las folladas bestiales que le dábamos entre los dos.

Aquella mañana me desperté en la gran cama de mi primo. Aunque éramos tres grandes machos, tenia espacio de sobra ya que Jon dormía sobre el pecho de Rubén. Lo mire un rato, respirando profundo sobre el pecho de otro hombre. Me sentí extraño al ver esa imagen, no eran celos, sino una sensación de perder lo que acababa de recuperar. Me sobresalté ligeramente cuando descubrí los gélidos ojos de Rubén observándome, sentí que podía leer mis pensamientos. Una mueca de orgullo se dibujó en su cara cuando no pude mantenerle la mirada al verme descubierto, solo y débil en mi lado de la cama. En esos momentos, a pesar de poder casi rozar a mi sobrino, de poder oler perfectamente nuestro fuerte aroma a sudor y lefa que invadía el ambiente, me sentí muy lejos de él.

Me levanté rápido, y me fui desnudo de la habitación, vi a Ben durmiendo a los pies de la cama en una peluda alfombra y lo salté sin despertarlo. Rubén abrazó a mi sobrino que se revolvió y apretó contra él. Pude ver que el miembro de ese portento de macho volvía a tomar vida. Seguro que celebraría su victoria antes de levantarse. Al salir al pasillo me asomé a la otra habitación cuya puerta se encontraba entreabierta. Lo primero que vi fue el enorme cuerpo de Aitor, tumbado boca abajo ocupando completamente una de las pequeñas camas que había en el cuarto. El abundante vello de su fuerte culazo estaba pegado a su piel, debido a las múltiples lefadas que recibió la noche anterior. En la cama de al lado, Iñaki miraba a Juan dormir con sus caras casi pegadas, vi una lagrima caer por su cara y besarle tiernamente. No dije nada, solo bajé sin hacer ruido dispuesto a vaciar mi vejiga.

En el sofá se encontraba Kevin, durmiendo boca abajo, mostrando su pequeño culo, que mostraba todavía la marca de varias nalgadas, me acerqué a observar su ojete. Seguía virgen. Sonreí al pensar que no daba un duro por su virginidad cuando vi a Rubén llevárselo a la habitación a solas con Aitor. La orgía de ayer había durado varias horas, en las que solo parábamos a comer mientras otros seguían follando.

Antes de mear decidí ir a la cuadra. Como suponía me encontré a Álvaro ordeñando a las vacas. Me acerque a él desnudo, con la polla casi erecta por el típico empalme mañanero. Alvaro me ignoraba, haciendo su trabajo de manera eficiente.

-          ¿No vas a ordeñarme a mí, puto perro?. – Dije dándole con mi rabo en el hombro. – Venga perro, mama… lo estas deseando.

Le empecé a mear encima, ante su negativa a mamar mi rabo. El me miró y se acerco un poco para que el meo le cállese en la cabeza, aunque siguió con su tarea como si nada.

-          Puto perro… ¿te encanta que te mee un macho, verdad? – siguió ignorándome, aunque el mono totalmente empapado dejaba ver su polla erecta. – No vas a  hablar, ¿tanto te acojona el hijoputa de tu dueño?

-          Ya te he dicho que fue su decisión dejar de hablar. – Rubén estaba allí de pie con su mono atado a la cintura y dispuesto para el trabajo. Estaba claro que ni teniendo a Jon en su casa se podía permitir descuidar dos días al ganado. Esta vez fui yo el que ignoró sus palabras mientras mi abundante meada llegaba a su final.

Sentí su presencia a mi lado, mi rabo ya más relajado goteaba al lado de Álvaro que miraba a su amo de reojo. Rubén lo cogió fuerte del cuello, y este soltó un pequeño quejido canino.

-          ¿No tienes modales, perro? Límpiale la polla a mi primo.

Alvaro engulló mi polla con ansias hasta los huevos. Rubén cogió mi brazo y lo retorció detrás de mi cabeza y se agacho a aspirar mi sobaco. Yo solo pude gruñir y empalmarme como un cabrón. Alvaro tuvo que acomodarse ante la dureza que tomó mi polla.

-          Ufff joder como hueles, me recuerda tanto a Jon. Pero los años te sientan de maravilla cabrón, hueles incluso mejor. – Rubén seguía aspirando, rozando con su nariz los pelos de mi sobaco. – Eres un puto dios Ángel, cualquier hombre o mujer te querría.

-          ¿Qué pasaría si Jon te escuchase decir eso?

-          Nada, no digo ninguna mentira. Ya le he contado que pude tenerte y te deje ir.

-          ¿Cómo estás tan seguro que me hubiese quedado contigo?

-          Porque me deseabas más que yo a ti. ¿No me hubieses entregado el culo aquel día? – Dijo agarrándome fuertemente de la nalga. Posando su dedo índice en mi ano. Una descarga eléctrica recorrió mi cuerpo, y mi polla chocó con el paladar de Álvaro, recordándome que se encontraba allí mamando con ansia.

-          No- Dije recordando aquel adolescente cegado por el placer que hubiese hecho cualquier cosa que le pidiesen, rendido a los deseos un macho que no tenía comparación.

-          No mientas. – Me dijo y sentí su barba chocar con mi barbilla. No quería abrir los ojos, sabía que no tenía defensa contra su mirada. – Ángel, sabes que no vas a soportar mucho tiempo junto a nosotros.

-          ¿Quieres que me vaya? – Dije ya jadeando casi descontrolado.

-          Por supuesto que no. ¿Pero tú podrás quedarte? – Su dedo entró en mi culo con una facilidad que no pareció sorprenderle. Nunca nadie había penetrado esa parte de mi cuerpo y algo explotó… me corrí a lo bestia en la boca de Álvaro, que tragaba y se corría también sin tocarse.

-          Dios… como te atreves… - dije susurrando en un gemido. Rubén me sonrió acariciando a su perro como recompensa por un trabajo bien hecho.

-          Creo que te buscan… - Dijo Rubén mirando a la puerta de la cuadra, donde un Kevin boquiabierto y empalmado al ver aquella escena, sostenía mi móvil en la mano.

-          Ángel, te llama el padre de Carmen. – Le hice un gesto para que se aproximase. No tenía todavía fuerzas para moverme. Le di un golpe a Álvaro que seguía mamando mi polla ya relajada.

-          ¿Diga?

-          Joder… llevo 5 minutos al teléfono… ¿te gusta humillarnos? – Gruñó el Sr. Aguirre.

-          Buenos días a usted también. Sabe perfectamente que con usted no tengo ninguna intención de humillarle.

-          ¿Y por eso destrozan a mi familia?

-          Yo no quiero destrozar nada. Bueno, dejémonos de reproches y vayamos a los negocios. ¿Han decidido algo?

-          Firmaremos.

-          Me alegro, será su mejor decisión. Ángela le hubiese destrozado. Quiero oírselo decir a mi exmujer. – Se escuchó discutir al otro lado del teléfono.

-          ERES UN HIJO DE PUTA!!! – Fue lo único que escuche antes de un portazo.

-          ¿Debo tomarlo por un sí?

-          No te preocupes, te doy mi palabra. Y espero que nada se filtre a la prensa.

-          Mi palabra es el mejor de los contratos, aunque ahora mismo no lo crea. Mandaré a mi abogado para que acabe de arreglar los papeles de la fusión.

Colgué el teléfono, y llamé a Alex mientras caminaba hacia la casa. Rubén ya estaba trabajando, ignorándome. Al parecer se la sudaba de verdad los tejemanejes que nos traíamos entre manos, y nos iban a hacer ricos. Envidiaba en cierta manera su vida tranquila de hombre de campo. Aunque no creo que fuera para mí.

-          Alex, ya tienes trabajo.

-          Qué… - Dijo el somnoliento abogado.

-          Han dicho que si.

-          ¿Tan rápido? Todavía no he avisado a mi jefe ni nada.

-          Alex, no es el momento de acojonarse. Vas a ganar 10 veces más que ahora, y tendrás rabo cada vez que vengas a presentarme tus informes quincenales.

-          Ya sabes que el dinero no es lo que más me importa. – Dijo con sorna, ante las quejas de su mujer que escuchaba atenta la conversación de su marido. – Cállate cariño… no vas a saber donde gastarte tanto dinero. Bueno cuéntame, ya estoy a solas.

-          Tienes que ir ahora a las oficinas de la empresa del Sr. Aguirre, compruebas que están todo correcto con Toni. En cuanto lo tengas me avisas, y te vienes a la ubicación que te mandaré. Dile a tu mujer que estarás un día fuera.

-          Pero… ¿donde tengo que ir? ¿Estáis en el extranjero?

-          Jajaja… no tranquilo, estamos cerca… pero aquí necesitamos ayuda para la celebración.

-          Serás cabrón…

-          Y lo que te gusta.

Colgué el teléfono. Alex había pasado a ser uno de mis perros, aunque mi sobrino se lo folla de vez en cuando, el era fiel a mi pollón a sus espaldas. Estaba claro que al joven abogado y economista le gustaba más un hombre maduro, que las perrerías y cerdadas que solía hacerle mi sobrino.

Cuando llegué a la casa, Juan preparaba un copioso desayuno en la cocina mientras Juan ponía la mesa en el salón. Juan se había puesto un calzoncillo abanderado, acorde con su edad, pero que le hacía extrañamente atractivo. Mi hermano estaba con el roto pantalón de deporte puesto. Al estirarse para colocar los cubiertos del otro lado de la cama su culazo se veía enrojecido.

-          Buenos días. – Dije pegándome a su culo. – Te veo de muy buen humor.

-          Buenos días. – Dijo restregando su culo suavemente con mi rabo. – Veo que también te has levantado contento.

-          Ya han firmado… - Le dije al oído, mientras mi polla entraba en su dilatado culo sin ninguna dificultad. Iñaki solo gimió, sonriendo.

-          No me lo puedo creer, ¿no tienes fin? – Dijo Kevin lanzándonos un cojín, y cayendo derrotado al sofá para seguir durmiendo otro rato más.

Mientras me follaba suavemente a mi hermano durante casi media hora sentado en el sillón, Juan siguió preparando el desayuno como si nada. Poco a poco fueron llegando todos al salón con cara somnolienta, pero sonrientes. Curiosamente el más vestido era Álvaro, que entro y se llevó su comida para comerla con los dos cachorros de mastín en el jardín de la casa. Rubén se había quitado el mono y las botas de trabajo para entrar en la casa, y mostraba su cuerpazo desnudo. Jon tuvo que pegarle una colleja a Aitor que babeaba mirándolo como si fuera el hombre más atractivo del mundo. Y la verdad es que dudé que no lo fuera, era un puto dios que había hecho que me corriese solo con un dedo. Su presencia era perturbadoramente lujuriosa e intimidatoria a partes iguales.

Cuando llegaron todos, Iñaki y yo seguíamos sentados en un sofá, él sobre mi rabo que se escurría perdiendo fuerza mientras me besaba tiernamente. Nos levantamos tras el carraspeo de Rubén, que debía tener hambre o estaba algo celoso. Viéndolo devorar el desayuno, deduje algo decepcionado que era la primera opción.

Tras contarles las buenas nuevas, (incluido a Robert al que llamé con manos libres). Decidimos hacer un gran banquete esa noche, en el que Ben sería nuestro cocinero. Se unirían Robert y su chica, tras jurarle que sería una fiesta sin sexo, y que la celebración no derivaría en una orgía como el día anterior. La realidad es que los culos de nuestros perros, aunque siempre dispuestos, estaban muy maltratados y nos les vendría mal un descanso.

Nos repartimos las tareas para los preparativos. Kevin, Jon y Aitor se encargarían de las bebidas. Juan y Ben se encargarían de las comida. Todos comerían en Bilbao, ya que era la mejor manera de tenerlo todo a tiempo. A Jon no le hizo mucha gracia que yo me quedase a esperar a Alex, y llegaría después de comer. La verdad es que podía haberme reunido con él y Toni en Bilbao de manera discreta. Pero algo en mi interior hizo que decidiese quedarme. Rubén lo convenció entre mimos, y mi sobrino se marchó con un empalme y un mosqueo de mil demonios.

Me arrepentí de la decisión al poco rato. Y no había forma de ponerle remedio, ya que se habían llevado los dos coches, y el de Rubén y Juan estaba en el taller. Podía haber ido con Rubén a ayudarle con sus tareas, pero tenía miedo a que algo pasase. Evitarlo era la opción más inteligente. Decidí ir a correr por los montes que recorría en mi juventud intentando seguir a mi hermano Iñaki. Aunque estaba agotado, los nervios me mantenían activo.

Cuando llegué de correr Alex esperaba sentado en el pequeño banco de la entrada, con la americana al lado, la camisa remangada y sin corbata. Tenía los ojos cerrados y sonreía. Era muy guapo el cabrón. Aunque yo intentaba ser bastante seco y duro en las folladas que le pegaba, me gustaba bastante. Durante un tiempo pensé que me atraía que no pudiese haber nada más entre nosotros, ya que el nunca abandonaría a su adorado hijo. Poco a poco caí en la cuenta, de que lo que más me gustaba de él es que me hubiese escogido a mí antes que a Jon. Pensareis que es triste tener envidia de tu sobrino, pero me hacía sentirme muy masculino, el macho Alpha que había forjado desde mi adolescencia. El me adoraba como a un dios. Y aunque follar con él, no era tan salvaje como con el resto de mis perros (le faltaba mucho entrenamiento)… era con el que mejor me sentía. Con el único que no me sentía vacío y abandonado después de follar.

Aquella mañana me había dado cuenta de algo. Yo no tenía a nadie que fuera mío, solo mío. Iñaki era mi perro, pero estaba enamorado de nuestro tío Juan desde la adolescencia. Jon, al que pensaba como mi aprendiz, estaba enamorado de Rubén. Incluso Rubén, que me deseaba de una manera enfermiza, me dejó escapar por no destruir a Iñaki. Y ahora me había cambiado por mi sobrino.

De mi familia mejor ni hablar. Mi mujer me odiaba, cosa lógica y que hasta agradecía. Pero extrañaba a mi hijo. Fui muy mal padre, lo ignoraba y cuando todavía era un niño me descubría mirándolo con desprecio por sus maneras suaves. Nunca entendí como había salido un niño tan sensible y frágil de esa zorra y de un cabrón como yo. Si no fuera la viva imagen de mi madre, hubiese puesto en duda mi paternidad. Por supuesto era mío, yo me había encargado de follar a Ángela en mil posturas hasta que la dejé embarazada, y asegurarme así mi futuro.

Alex abrió los ojos y me miró sorprendido. Su sonrisa me sacó de mis pensamientos. Me miró de arriba abajo todo sudado, con un escueto pantalón corto como prenda.

-          Por fin, pensé que me había equivocado de dirección. Aquí están todo: firmado y correcto. – Dijo dando un golpe a una cartera de cuero.

-          ¿Has comido? – Le dije cortante, sin siquiera saludar.

-          No…. ¿Por qué? – Dijo extrañado.

-          Mejor, vas a tener muchas arcadas. Y entre en la casa quitándome las pocas prendas que llevaba.

Alex me siguió apresuradamente, cogiendo el maletín y la americana de manera torpe. Me encantaba que seguía poniéndose nervioso cuando estaba conmigo. Le hice lamerme todo el sudor, mientras el se desvestía de manera acelerada. No pude aguantar la risa cuando se cayó luchando contra su pantalón como si fuera una anaconda que lo tenía atrapado. Así no había quien se mantuviese en el papel de amo cabrón. Lo puse a comer polla, pero después de tanto trabajo el día anterior y las dos lefadas de la mañana, esta no tomaba el vigor del que tanto me enorgullecía. Alex se esforzaba, tenía arcadas y lo veía nervioso pensando que era culpa suya. Me agarró por las nalgas para tragar toda mi polla en el último intento de ponerme cachondo, ya que sabía que me encantaba ahogarle con mi polla. Y con ese gesto rozó ligeramente mi ojete. Y un flash con la imagen de Rubén, controlándome en la cuadra esa misma mañana llegó a mi mente y la inundó, arrasando con todo como un tsunami. Me giré y dije algo que había dicho muy pocas veces, y menos a mis perros.

-          Cómeme el culo. – Alex se quedó descolocado, nunca le había pedido eso. Y empezó a lamer torpemente mis sudadas nalgas.

-          No se refiere a eso, perro. – Dijo Rubén, desnudo desde la puerta. – Vete de aquí. – Le dijo a Alex, que me miró sin saber qué hacer. Solo asentí y el se fue, con el maletín y su ropa en un ovillo.

-          ¿Qué haces aquí? – Pregunté intentando mantener la compostura.

Rubén no contestó, solo sentí su áspera lengua llevándome al cielo de un lametazo. En ese momento confirmé que no era mi imaginación, y no era mi mente que me jugaba una mala pasada. Mi cuerpo cayó en la cama, y trepe por ella, como queriendo escapar de ese placer tan sublime, hasta que el cabecero me cortó la escapatoria, y sucumbí al placer.

Rubén subió lamiendo mi cuerpo, haciéndome tener espasmos. Sentí su polla muy dura mojar mis piernas, y acomodarse entre mis nalgas. Cogió fuerte mi cabeza, sin pelo del que asirse, y la retorció hasta que lo miré. Por un instante lo vi como hacía 20 años, joven y poderoso. Y me vi a mí, todavía adolescente, deseando entregarme a él para siempre.

-          No debemos… - Dije sin creérmelo.

-          ¿Por qué?

-          Por Jon, por Iñaki… - Mis jadeos al sentir el calor que desprendía su cuerpo, ese calor que no había olvidado.

-          Ellos no están.

-          Pero yo soy un macho… un macho nunca da su culo. Mis perros no me respetarán. – La risa de Rubén mientras devoraba mi oreja me hicieron ver la teatralidad de mis palabras. Sonaban ridículas, viéndome restregar el culo contra una polla de esas dimensiones.

-          No digas tonterías, tú sabes que no eres como nosotros. No eres como Jon y como yo. Jon ya me contó que te comió el culazo, y que boqueaba por su polla. ¿Te hubiese gustado que te follase, verdad? – Yo solo jadeaba, sus palabras me dolían, pero no tenía argumentos para rebatirlas.

-          Pero tú me dijiste…

-          Yo dije lo que era necesario en ese momento. Y ahora ya no es necesario. – Rubén bajó de nuevo a mi culo y lo devoró con ansia, haciendo que gritase de gusto.

Me lo comió con maestría, y mi culo respondía como si tuviese experiencia. Rubén se levantó hacia el lubricante de la mesita, pero yo negué, y el sonrió. Si me iba a desvirgar sería como un hombre. Siguió trabajando y yo retorciéndome de gusto mordiendo la almohada.

-          Fóllame de una puta vez.

-          Todavía no está…

-          Que me folles, joder. – Rubén sonrió. Pude ver como su cara cambiaba y el cabrón que tenía dentro tomaba el control. Aunque resulte extraño, no me asustó, me excito más incluso.

-          Tú lo has querido.

De un golpe, me clavó media polla haciendo que las lágrimas corriesen por mi cara mientras mordía la almohada.  Como retándole, levanté mi cuerpo y me clavé el resto de su polla, levantando nuestros cuerpos quedándome jadeando de rodillas, con el peso de aquella mole sobre mi espalda. Rubén se irguió agarrándome del pecho y arrastrándome con el. Allí arrodillados, pecho contra espalda, con su enorme rabo taladrándome. Se movía lento y profundo, y lamia mis lágrimas de la cara, girándome y enlazando nuestras lenguas en un morreo pasional. Por supuesto el dolor fue bestial, la pasión como siempre es mala amante, y el polvo por suerte no duró mucho.  Estábamos descontrolados y Rubén me llenó por fin, tras veinte años de espera.

Caímos rendidos, jadeando… la humedad bajo mi cuerpo me hizo entender que la polla que no se levantaba hacía unos minutos, había soltado una buena cantidad de leche, al mismo tiempo que Rubén me hacía suyo. Nunca entenderé como el dolor puede llegar a ser tan placentero. Rubén jadeaba junto a mi oído, sin sacar su miembro de dentro de mi. Sentía mi ojete palpitar, seguro que estaba desgarrado, y su polla seguía dura, enorme.

-          Esto no volverá a pasar. – Dije con una seguridad que me sorprendió, cuando recuperé la respiración.

Rubén saco de golpe la polla de mi culo, haciendo que me retorciese de dolor. Me giró y me miró serio durante unos segundos con su cara a solo centímetros de la mia.

-          Esa decisión no es tuya.

Se levantó sin mirarme, y lo vi alejarse, potente y poderoso como siempre. Arrancó la puerta de una patada y se fue. Yo me levanté y me duche. Alex apareció desnudo y se metió en la amplia ducha. Tomó la esponja y se puso a limpiar todo mi cuerpo, excepto ni dolorido culo, del cual brotaba un pequeño hilo de sangre.

-          Esto no debe salir de aquí. – Dije serio.

-          Tranquilo, no voy a poner en riesgo mi trabajo por irme de la lengua... mi mujer me mataría. – Y los dos empezamos a reírnos. Era otra facultad de Alex, sabía hacerme reír.

-          Después de lo que has visto, porque estoy seguro que has mirado por la mirilla, no podré ser más tu amo.– la carcajada de Alex me sorprendió.

-          Pero que tonterías dices – Alex se descojonaba de mi, que me sentía un poco tonto por mis palabras. – Tu y yo lo pasamos genial follando, a mi me gusta ser sumisete, y tu eres un puto dios. Joder deberías ser actor porno. Para mí es un juego. Y para ti también, pero llevas jugando tantos años que has llegado a pensar que es real.

-          Igual tienes razón. – Dije pensativo.

-          Me prometiste una celebración, ¿vas a follarme de una puta vez?

-          Te vas a enterar, perraco.

Alex ladró, y nos volvimos a reír mientras nos morreábamos. Lo cogí contra la pared y lo empotré con ganas. Tenía el culo preparado el cabrón, se había lubricado previniendo que mi rabo iba a seguir excitado de pensar en Rubén.

-          Joder… Así me gusta, bien dura. – Rubén me clavaba sus dedos en la espalda, mientras mi polla entraba en su estrecho culito.

-          Si supieses la de veces que me he corrido en 24 horas.

Me lo follé dos veces, una en la ducha y otra en la cama que todavía olía a Jon y Rubén. Su culo quedó dolorido, aunque no tanto como el mío.

La celebración fue bien. Por suerte, Alvaro consiguió hacer un apaño con la puerta que Rubén rompió de la patada, y Jon no se percató. Yo por mi parte, convencí a Juan para realizar la cena tipo buffet, con la excusa de poder hablar todos con todos sin las ataduras de las sillas. Por supuesto, la razón es que no podía ni pensar en sentarme sin sentir un dolor horrible. Al único que no le gustó la idea fue a Ben, que tuvo que cambiar casi todo el menú que había pensado.

En realidad, fue bien hasta el final, cuando ya un poco achispado me dio una nalgada a la vez que decía en voz en grito “¿Y qué has hecho toda la tarde aquí solito, machote?”. Mi gesto de dolor fue tal, que tanto Jon como Iñaki se dieron cuenta de lo que había pasado. Jon miró a Rubén, y llamó a los perros y dijo que se iba a dar una vuelta con ellos. Iñaki se fue a la casa, echó una furia. Juan fue detrás, mirando a Rubén con cara de cabreo, ante la cual su hijo ni se inmutó.

Tras un minuto incomodo, Alex se puso a llenar las copas de los que quedábamos allí, y empezó a alabar a la novia de Robert. Cuando ya todo el mundo hablaba normalmente, Rubén se acercó a mí.

-          Tranquilo, ya se les pasará.

-          Tú no conoces a mi hermano, no aceptará que follen a su amo, joder. – Yo estaba muy nervioso.

-          Tú ya no eres el amo de Iñaki. Tu hermano está enamorado de Juan. Y no le van a faltar rabos, ya no tienes que hacer más tu papel. – Recapacité y vi que tenía razón. Ya no le hacía falta a Iñaki, aunque sus celos seguían controlándole.

-          Y Jon… ya has visto como se ha puesto.

-          Tuvo su oportunidad y decidió que me correspondía a mí el regalo de estrenarte. Siempre has sido mío, y me correspondía.

-          Pues no parece que le haya hecho mucha gracia. ¿No crees? – Lo miré con ira, aunque el seguía sereno mirando al resto de los invitados hablar tranquilamente.

-          A veces es doloroso hacer ciertos regalos. Debe aprender a ceder, nosotros lo aprendimos pronto.

Nuestra conversación terminó ahí. Y al rato, la fiesta se fue terminando. Jon se fue con su padre y el tío Juan a la casa.  Iñaki me miró con ira antes de irme, no es de los que perdona tan fácilmente. Jon en cambio me dio un abrazo antes de irse.

-          Tu perro hoy es mío. – me dijo al oído con su mirada de pillo. Estaba claro que el rencor no tenía cabida en ese chico.

-          Todo tuyo. – Le dije dándole un tierno beso en la boca. No sé si entendió lo que significaban realmente esas palabras.

Esa noche, Robert, su chica, Alex y yo pasamos la noche en un hotel cercano. 

 

Los meses siguientes cambiaron la vida de todos, aunque no tanto como me esperaba. Es sorprendente como los hombres necesitamos rutinas y le cuesta aceptar los cambios. Aunque no os lo creáis, el único que dejó su trabajo fue Kevin. Aunque en realidad Kevin empezó a trabajar para mí. Aunque poseía un tercio de la fortuna que habíamos ganado, me pidió seguir a mi lado, y que yo asesora su parte. Decía que no tenía manos para los negocios, y que iba a perderlo en cuatro días. Por lo que Kevin y Alex se volvieron mis manos y mis consejeros. Aunque no tuviese estudios, Kevin tenía buenas ideas, y un gusto exquisito para la decoración tanto de exteriores como de interiores. Alex era un crack en los negocios y de total confianza, con lo que se volvió la mano derecha del señor Aguirre en el consejo directivo. Su coalición, hizo que Ángela perdiese totalmente el poder de la empresa, y sus horas en la empresa estaban contadas.

La relación con el señor Aguirre mejoró tanto que incluso aceptó que su hija Carmen fuese la novia de Kevin. En realidad su relación era a tres, y tenía una relación “poliamorosa” con los dos mellizos en la que Kevin ejercía de nexo. Kevin le cogió gusto al sexo bisexual, y se quitó los prejuicios de su educación católica en poco tiempo.

Robert se volcó en su el mundo que conocía perfectamente, su gimnasio. Pero con dinero, lo que implicó la apertura de sus primeros centros en Madrid y Barcelona. Y su novia, la choni de la recepción resultó ser una sorpresa. No era tan tonta como aparentaba, y volvió a estudiar y empezó a vestir y comportarse de manera más elegante. Como buen sudafricano, Robert la dejó embarazada en menos de un mes, ahora que tenía dinero para mantener a todos sus hijos, no había razón para no tener más.

Jon e Iñaki volvieron a vivir juntos en el piso de nuestros padres, y Ben continuó viviendo con ellos y siendo su criado personal. Iñaki, a pesar de mis intenciones, no quiso saber nada del dinero. Siguió trabajando y el único capricho que se dio fue comprarse un coche y una plaza de garaje. Me hizo prometer que Jon solo tocaría el dinero para sus estudios y que no tendría poder de decisión hasta terminar sus estudios. Jon acepto a regañadientes, aunque mis continuos regalos, incluido un todoterreno para ir a ver a Ruben al pueblo, hizo que aceptase la decisión.

Lo que no llevó también fue la prohibición de irse a vivir al caserío con Rubén. Iñaki se sacrificó y tampoco se fue a vivir con Juan, pero por supuesto su hijo siempre estaría por encima de todo. Por supuesto los fines de semana iban los dos como locos a ver a sus hombres. Y follaban como leones. Ruben cada vez estaba más unido a Jon, diría que era casi una adicción. Incluso algún día por semana, bajaba a Bilbao a dormir con el o a montar alguna orgía en un local de cruising. Por supuesto el negoció se revitalizó gracias a ellos, había tíos que solo iban a ver como follaban. Y la homosexualidad de Jon era ya reconocida por todo el mundo. Aunque no tenían ni idea de la relación incestuosa y dominante que tenía con su padre. Como Rubén empezó a descuidar la granja, tuvieron que buscar otro perro que ayudase a Alvaro en los trabajos diarios. No fue fácil, pero un anuncio en un famoso portal, y muchas pruebas infructuosas acabaron dando resultado. Tras un viaje a Berlín, volvieron con un macho mulato de dos metros que no decía ni una palabra. Tras alguna pelea con Álvaro, acabaron aceptándose, e incluso se volvió algo molesto verlos follar a todas horas como si fueran dos perros. Por lo que Jon decidió ponerles un cinturón de castidad, y evitar así los cabreos de Rubén que tenía muy poca paciencia.

Por lo demás, Rubén y Juan seguían con sus vidas. Aunque mucho más felices. Juan rejuveneció varios años y cada vez trabajaba menos en el campo. Su relación con Iñaki era perfecta. Por fin se sentían completos, y por supuesto Iñaki estaba saciado de sexo. Nunca intentaron recibir ni un duro del dinero de Jon e Iñaki, e incluso rechazaron los regalos que les hacían si consideraban que su precio era demasiado elevado.

Ben siguió sus estudios de cocina, y en el futuro todos teníamos claro que le pondríamos un restaurante. La verdad es que cocinaba de lujo, y toda la sumisión que tenía en la vida privada, se transformaba en orden y carácter en la cocina. Sería un gran chef. Aprendía rápido, como había comprobado.

Aitor se llegó a obsesionar con el sexo, y perdió un año follando y follando como un animal. Perdió su beca deportiva, y tuvimos que controlarlo un poco. Aunque en seguida recapacito. Una semana sin nuestras pollas puede ser muy persuasiva.

Y por ultimo quedaba yo, el artífice de aquella locura. Justamente fui el único damnificado por los giros que tomaron los hechos y que no supe controlar. La verdad es que trabajé por primera vez en mi vida. Aunque mi intención inicial era dejar todo en manos de Alex, resultó que el trabajo era gratificante. Me ayudaba a desconectar, y la verdad es que estar con Alex me agradaba mucho. Incluso su familia me había aceptado. Su mujer era realmente insoportable, y resultó ser una zorra, ya que se lió con entrenador personal. Lo que nunca supo fue que ese musculitos prefería el culo de su marido y mi pollón, a follar su coño ensanchado por el parto.

A mí me adoraban, los había vuelto ricos. Y yo me sentía cómodo en su compañía. La verdad es que me sentía fuera de lugar constantemente y volcarme en el trabajo fue mi escapatoria. Quien lo iba a decir. El otro gran reto fue construir una gran mansión, con la idea de que fuera la casa de todos. Kevin fue el que se ocupaba de esa parte, aunque siempre consultando conmigo y la preciosa arquitecta que habíamos contratado. No os penséis que la escogimos por sus tetas, era realmente buena. Eso sí, Kevin le prometió doblarle el sueldo si podía tragar enteras nuestras pollas. Sus honorarios fueron realmente abusivos, aunque mereció la pena.

Justo al año, y todavía con un poco de olor a pintura fresca, celebramos el aniversario de nuestras nuevas vidas con una gran fiesta en nuestra nueva casa. Incluso Robert, que vivía entre Madrid y Barcelona tenía su propia casita de invitados. No reparamos en gastos, y el terreno era maravilloso. En lo alto de una colina, rodeado de bosques, era totalmente inaccesible para los curiosos, por lo que todas las paredes estaban plagadas de cristaleras. Una gran piscina climatizada y unos jardines impresionantes la rodeaban.

Mi cuarto y el de Kevin estaban unidos y la pared de cristal opaca decepcionó un poco al menudo peruano. Cuando descubrió que con solo apretar un botón, esa pared se volvía totalmente transparente, una gran sonrisa iluminó su rostro.

El cuarto de Jon hizo que este saltase como un loco, y que hasta Rubén sonriese. Primero se decepcionó un poco cuando vio un cuarto bastante estándar, con su cama, escritorio y un pequeño saloncito con un centro audiovisual como único lujo. El baño era moderno, pero también funcional, nada especial. Su cara cambió cuando le indiqué que mirase el “vestidor”. Al abrir la puerta una luz tenue y rojiza iluminó la estancia. Una gran cama redonda rodeada de espejos, dominaban la estancia. Un sling, una cruz, una jaula y un potro con cadenas era el resto de la decoración. El resto de cosas se las tendrían que comprar ellos, aunque viendo la mirada de lujuria que se dedicaron Jon y Ruben, ya tenían bastantes ideas.

En el ático estaba el cuarto de Iñaki y Juan, un elegante cuarto que tenía unas vistas impresionantes. Era la zona más tranquila e intima de la casa.

Ben tenía una cama, en lo que denominamos “la perrera” y que comunicaba con una escalera de caracol, perfectamente disimulada con una trampilla al “cuarto del vicio” de Jon y Rubén. Aunque Ben solo tuvo ojos para la cocina y el gran salón comedor, que poco tenía que envidiar a un restaurante con estrellas Michelin.

Los únicos que no tenían cuartos eran Alex y Aitor, aunque todos teníamos claro que no eran necesarios.

Al mes de vivir allí, un día me desperté solo en la cama. La noche anterior había sido una locura, una gran orgía nos había entretenido durante toda la tarde y parte de la noche. Yo estuve muy entretenido, pero a la hora de irme a descansar preferí estar solo. La sensación de no encontrar mi sitio llevaba un tiempo creciendo en mi interior. Tras la vorágine inicial, ahora tenía más tiempo, y la convivencia con Juan e Iñaki era dura para mí. Parecían un matrimonio, y me hacía muy feliz ver por fin a mi hermano sereno y alegre, pero había perdido otra vez lo que más quería.

Por suerte, Rubén no se quiso mudar, aunque dormía varios días a la semana con nosotros. Era incansable, trabajando todo el día en el campo y follando como una bestia. Ni Jon podía seguir su ritmo. El y yo casi ni hablábamos, por suerte el era muy parco en palabras y la situación tampoco era muy cantosa. Nunca intentó follarme, aunque yo había vuelto a mi gusto por las mujeres y dedicaba mucho más tiempo a follar con mis conquistas femeninas o con mi querido Alex.

La relación con Jon se normalizó, y volvió a tratarme como su tío. Aunque cuando no venía Ruben a dormir, y después de follar con alguno de sus perros se venía a dormir sobre mi pecho. Decía que era donde mejor descansaba.

Aquella mañana en la soledad de mi enorme, me sentí muy solo. Vi a Kevin durmiendo plácidamente con los mellizos y una angustia creció en mí. Alex estaba con su familia, Rubén y Jon estarían durmiendo abrazados, al igual que Juan e Iñaki. Ya no tenía nada mío, nada que fuera solamente mío. Una aprensión en mi pecho empezó a crecer. Me levanté rápido y fui a darme una larga ducha hasta que esa sensación pasó. Cogí una pequeña bolsa de mano y guarde algo de ropa. Tenía la boca seca y me dirigí a la cocina. Mientras me bebía un litro de zumo del trago, sentí una presencia detrás de mí. Más bien la olí, su olor era inconfundible.

-          Buenos días Rubén.  – Dije sin girarme.

-          ¿Ha llegado el día?  - Rubén desnudo, me miraba serio.

-          Tú mejor que nadie sabes que mi sitio no está aquí.

-          Tu sitio está aquí conmigo, lo que pasa es que no quieres aceptarlo.

-          Yo no puedo ser lo que tú quieres Rubén. Y menos si tienes una relación con Jon.

-          Sabes que lo dejaría.

-          Y tú que no lo voy a permitir.

-          ¿No puedo hacerte cambiar de opinión?

Sin responder pase a su lado, sin mirarle. Solo aspire el olor a sudor, a macho, que no olvidaría nunca.

-          No te vas a despedir de Jon.

-          Explícale que no tuve fuerzas.

Rubén sonrió. Sabía que eso significaba que algún día volvería.

Me dirigí a la cochera, y me encontré a Kevin sentado en el morro de mi Mustang, con una bolsa de viaje como la mía.

-          ¿Qué haces aquí?

-          No te pensarás que te ibas a librar de mí tan fácilmente. – Lo abracé y bese su cabezota, más dura que la mía.

-          Gracias. – Fue lo único que dije.

Al poco salir del complejo, Kevin me dijo que tenía que recoger una cosa muy importante. Había quedado con una amiga en un parque en las afueras de la ciudad. Nos dirigimos hacia allí y al llegar una preciosa chica esperaba de espaldas, tranquila mirando el horizonte. No presté mucha atención hasta que Kevin se sentó en la parte de atrás del coche, y vi subir a aquella chica de largas piernas.

-          Hola papá. – Esa palabra me hizo mirarle a la cara con interés. Su pelo tapaba la cara que miraba a sus manos apoyadas tímidamente en sus rodillas.

-          ¿Hijo? – Levante su cara hacia mí suavemente, y vi el rostro de mi hijo. Dulcificado por el maquillaje y aquella melena que caía hasta sus hombros. Era realmente atractivo, y mi polla creció rápidamente lo que hizo revolverme en el asiento.

-          ¿Puedo irme con vosotros? – Preguntó tímidamente.

-          Claro hija. - Dije dándole un beso en la frente. Ella sonrió, cuando la llamé hija. – Por fin algo solo mío. – Musité.

Miré a Kevin a través de espejo y lo vi sonreír. No dije nada, pero pudo leer mi agradecimiento en la mirada.

FIN

 

Muchas gracias a los que me han escrito, siento no haber contestado a todos los mails. Me da pena terminarla, han sido muy buenos ratos y me agrada ver la acogida que ha tenido. Gracias tambien por los comentarios, los buenos y los malos (no se puede contentar a todo el mundo). Supongo que volveré de alguna manera.

P.D.: Si hay algún editor entre mis lectores y le gusta como escribo, que contacte conmigo jajaja.