ESCLAVO SEXUAL II
Por: Horny
CONTINUACIÓN DEL RELATO ESCLAVO SEXUAL I
Recogí la hoja del piso haciéndome la seria y retiré mi mirada de la suya, quería dominar la situación en todo momento. Continué comentándole acerca de los lineamientos de la empresa e incluso le enseñé una presentación de la firma con el fin que supiera para qué tipo de personas iba a trabajar. Esto para cualquier otro empleado habría sido demasiado pero quería que Alex estuviera a mi lado un rato mas aunque fuera con esa tonta excusa.
Le pedí entonces que me llevara al centro de la ciudad a una cita que no había podido eludir, por mí me hubiera quedado un rato mas en mi escritorio junto a mi nueva adquisición disfrutando de su olor, de su nerviosismo, pero primero lo primero.
Sentados en el carro por el rabillo del ojo pude ver como Alex me miraba por el espejo retrovisor de rato en rato, especialmente en los cruces semaforizados. Confirmé con sus miradas furtivas que no le era indiferente y más porque ese día estaba especialmente sexy con mi vestido tipo sastre color gris de dos piezas una de las cuales era una falda por encima de la rodilla que se subía un poco mas al cruzar las piernas. Completaba el atuendo una blusa rosada, de botones, la cual podía apuntar o desapuntar fácilmente según la situación
Al bajarme del carro abrí un poco mis piernas a propósito haciéndome la descuidada; hubiera dado cualquier cosa por ver su cara pero no podía mirarlo para que no notara la premeditación de mis movimientos. Luego para completar mi "faena" estando de pie junto a la puerta me agaché dentro del carro a buscar mi bolso y mi maletín para regalarle de nuevo la vista de mi escote.
Al cerrar la puerta me acerqué a la ventana delantera contraria a donde el estaba sentado y le pedí que buscara donde estacionarse y me recogiera exactamente en media hora. Entonces si pude observar su bello rostro moreno el cual era una mezcla de confusión, ansiedad y respeto.
Di media vuelta con toda la feminidad de la cual era capaz, caminando lentamente alejándome de el hacia el edificio no se movió de su lugar hasta que yo entré.
En la reunión estuve bastante desconcentrada, lo último que quería hacer aquella mañana era trabajar, todos mis pensamientos estaban concentrados en mi potrillo, como había decidido llamarlo cariñosamente, pensaba en su piel dorada, en sus ojos negros, brillantes y despiertos, en su nariz perfilada, en su boca tan bien delineada, como si hubiera sido hecha por la mano de un artista con un pincel y aparte de las cosas externas pensaba en su ternura y en sus hormonas que debía tener alborotadas por la edad.
Media hora después salí y el me estaba esperando como habíamos quedado. Esta vez un poco menos nervioso atinó a abrirme la puerta del carro y me subí. El camino de regreso a la oficina transcurrió sin mayores contratiempos y apenas si cruzamos palabra.
Transcurrieron así unos días en los cuales con mis actitudes comencé a encenderlo cada vez mas, haciendo que el me deseara, que no tuviera paz si yo no estaba a su lado
Una mañana pasó como de costumbre a mi casa para llevarme a la oficina con la diferencia que ese día se me hizo tarde a propósito, esto con el fin que el me encontrara en bata, recién salida del baño, con el cabello aún húmedo. Estaba sola así que abrí la puerta, con la bata abierta por supuesto dejando ver un pequeño camisón blanco no muy corto pero bastante insinuante pues se pegaba a la piel mojada, marcaba mis pezones y mis muslos provocativamente como una segunda piel. El se quedó de piedra al verme, disfruté enormemente viendo su expresión de asombro y a la vez de agradecimiento por el sensual espectáculo que se ofrecía ante sus ojos de manera inesperada pero ansiada.
Marcela: Pasa Alex, estoy terminando de arreglarme, espérame en la sala que no me demoro.
Alex: (algo tartamudo) si .
Marcela: Y deja esa cara, o es que acaso nunca has visto una mujer en bata?
Y diciendo esto me acerqué a el que seguía parado en la puerta y lo halé hacia dentro tomándolo por el brazo pues supuse que seguiría allí parado indefinidamente de no hacerlo.
Marcela: Ponte cómodo, deseas algo de tomar o comer?
Alex: No . no señora, muchas gracias, ya desayuné.
Marcela: No seas tímido Alex, te traeré un vaso de jugo.
Volví llevándole lo prometido y coloqué la bandeja en una mesita junto al sillón donde el estaba sentado.
Me fui para mi cuarto y comencé a vestirme. Cuando iba a cerrarme el vestido encontré la excusa perfecta para llamarlo a mi alcoba pues este era de cierre trasero.
Marcela: Alex, podrías venir un momento por favor a ayudarme con una cosa?
En menos de lo que tardé en decirlo estuvo en la alcoba.
Marcela: Podrías cerrar la cremallera del vestido por favor?
No supe en ese instante si el muchacho era sordo o era tan tímido que no podía moverse.
Marcela: Tengo que repetírtelo Alex? Sube la cremallera de inmediato.
Alex: Si, si señora disculpe
Sentí entonces sus frías manos apoyarse en mi espalda para subir mi cierre lentamente en un momento que se me antojó extremadamente delicioso, sentir sus manos temblorosas, el frío de su piel, lo apenado que estaba por no haber podido hacerme el "favor" con prontitud, todo eso me excitaba sobremanera, de un modo que hasta ahora comenzaba a descubrir.
CONTINUARÁ