ESCLAVO SEXUAL III
Por: Horny
CONTINUACIÓN DEL RELATO ESCLAVO SEXUAL II
Alex terminó de subir el cierre de mi vestido y se separó de mi apenado dispuesto a retirarse de mi alcoba de inmediato.
Marcela: No, espera Alex, no te vayas aún aprovechando que estas aquí podrías ayudarme con algo mas?
Alex: Si si señora por supuesto.
Marcela: Es que como este vestido me queda tan pegado al cuerpo no alcanzó a ajustar las hebillas de mis zapatos te importaría
No acababa de decir la frase cuando Alex ya estaba de rodillas ante mí colocándome delicadamente los zapatos. Levantó primero mi pie izquierdo apenas atreviéndose a rozar mis tobillos, observándolo detenidamente dedo por dedo pero no demasiado, con vergüenza, justo lo necesario antes de colocarme el zapato y ajustar la hebilla de modo que no me quedara muy flojo ni muy apretado, cuidando de cada detalle. Repitió la operación con el pie derecho sin levantar la mirada. Me gustaba que fuera tan solícito, que comenzara a adivinar mis deseos y que no le importara en cierta forma humillarse ante mí para ayudarme a vestir.
Marcela: Gracias Alex, ya te puedes ir.
Me miró un momento a los ojos y en ellos leí las ganas que tenía de poder complacerme de alguna otra manera. Hice caso omiso y le di la espalda para buscar algo que necesitaba entre mis cosas. Sentí sus pasos mientras se alejaba de nuevo hacia la sala.
Al día siguiente llegó un poco antes de la hora acostumbrada con la esperanza supongo de verme de nuevo en paños menores con tan mala suerte para el que ya estaba lista para salir. Note su cara de decepción aunque me importó un bledo, ya buscaría mas adelante la forma de castigarlo por su atrevimiento.
Marcela: Alex, esta noche te necesito hasta mas tarde pues tengo un coctel y no se cuanto me demore. Hoy en la noche debes usar el uniforme.
Alex: Si señora.
Ya en la noche le pedí que me llevara a mi casa para cambiarme antes de ir al coctel. Allí le entregué el uniforme y le dije que podía vestirse en la alcoba de servicio. Me fui para mi cuarto y me coloqué la bata para estar mas cómoda mientras decidía que ponerme.
No aguanté las ganas de ir a observar a Alex mientras se cambiaba aprovechando que la puerta de la alcoba de servicio tenía la chapa convenientemente dañada. Sabía que era riesgoso pero no me podía resistir así que me dirigí hacia allá, descalza de modo que no se diera cuenta. Abrí la puerta lentamente, ya era tarde y estaba oscuro pero Alex había encendido una lámpara de mesa. Había llegado justo a tiempo pues estaba en ropa interior doblando los pantalones que se había acabado de quitar. Estaba de espaldas a la puerta y pude observarlo a mis anchas durante un momento. El muchacho no estaba nada mal, había visto mejores ejemplares pero este aguantaba y mucho. La piel de su cuerpo era de un color muy bonito y se veía suave y pareja. Su espalda no era muy ancha ni sus brazos demasiado musculosos pero no era flaco. Continué mi recorrido visual hacia abajo hasta llegar a su trasero; usaba como la mayoría de los muchachos de su edad ropa interior ajustada que marcaba sus deliciosas nalguitas. Me dieron unas ganas tremendas de acercarme a él por detrás y abrazarlo o coger esas nalguitas a palmadas pero me contuve, no quería perder la compostura y mucho menos mostrarme débil ante el. Haciendo un esfuerzo sobrehumano me retiré a mi cuarto y me arreglé.
Lucía especialmente bella aquella noche. Había elegido un traje negro largo el cual complementé con un bolso pequeño, tacones negros y abrigo del mismo color. Recogí mi cabello en una moña y me maquillé un poco más fuerte que durante el día. Alex nunca me había visto así tan elegante y su sorpresa fue mayúscula cuando me vio salir. El me esperaba en la sala y se quedó mudo al verme. Siempre había sido demasiado tímido pero hoy lo estaba mucho más.
Marcela: Le queda bien el uniforme Alex. Nos vamos?
Alex: Si señora.
Debemos pasar primero por casa de un amigo mío para recogerlo, el no lleva su carro hoy porque es mi invitado y prometí llevarlo personalmente.
Alex: (menos animado) Si señora.
Por su gesto comprendí que la idea no le había hecho gracia porque seguramente quería que nadie mas me mirara, pero que se fuera bajando de la nube porque aunque me atraía era un empleado mas.
Llegamos a casa de mi amigo Pepe a quien saludé efusivamente. A partir de ese momento me olvidé por completo de la existencia de Alex a quien simplemente ordené que parqueara y nos esperara lo que fuera necesario.
Entré del brazo de Pepe y me perdí en medio de la multitud. Poco mas tarde de la una de la mañana nos escabullimos con Pepe de la reunión para tener una pequeña fiesta privada en mi casa aprovechando que mi esposo no estaba. Habíamos tomado un par de copas a lo sumo y salimos abrazados, bastante contentos. Alex nos abrió la puerta del carro y nos subimos. Durante el camino hacia mi casa nos besamos con Pepe como si Alex no estuviera presente lo cual lo mortificó bastante según pude ver por el espejo retrovisor mientras Pepe bajaba su boca por mi cuello hasta llegar al escote y besar la parte superior de mis pechos.
Marcela: mmmm si Pepe que rico .
Decía mientras observaba las reacciones de Alex. Decidí separarme un poco de Pepe o de lo contrario acabaríamos estrellándonos. Llegamos a la casa.
Marcela: Alex, ya es muy tarde y es peligroso que se vaya para su casa, lo mejor es que se quede esta noche en la alcoba de servicio.
Alex: (resignado) Si señora.
Lo que yo no sabía era que el muchacho aunque ansiaba quedarse en mi casa mas que nada en el mundo nunca se imaginó que la primera vez fuera de ese modo, teniendo que presenciar como le ponía los cuernos a mi marido con mi mejor amigo cuanto deseaba ser el ese hombre que me hacía gemir a pocos pasos
CONTINUARÁ